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Arcano 17, Breton (1945)

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Page 1: Arcano 17, Breton (1945)

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ANDRE.BRETON

ARCANO 17

Traducción:

Marisol Vera Giusti

$EDITORTAL CUARTO PROPIO

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NOTA EDITORIAL

André Breton, nace en L'Orne, Tinchebray en 1896,7

muere en París en 1966. La II Guerra Mundialy sus tnAtncret

inútilcs l¿ demuesnan elfracaso de la sociedad occidental' En

rebeldía, niega inclwo sut "ualoret" en su época de ddhesión alDada; pero, poco inclinado al nibilismo, Breton desea más

bien reencantar el mundo y esto lo lleua a Ia auentura

sunealista. Funda el mouimiento sunealista con elManifies'rc de 1924, pero allí est¡í, sobre todo, k conciencia intansi-gente que mantendrá toda su uida a traués de sus escritos

teóricos I entalos: les Pas perdus (1924), Introducrion au

discours sur le peu de réalité (1927),le Surréalisme et la

Peinture ( I 928),Second Manifeste du surréalisme (l 930),

Misére de la poésie ( I 932),Point du jou r ( I 934),Posirionpolitique du surréalisme ( I 936),la Clé des champs ( I 95j),l'fut magiqu e (1957). Gran poeta, André Breton es tanzbién

;nuentor de un génaro en que la autobiografin, la poesía, lo

nouelesco y la reflexión, se mezclan para probar que "cambiar

la uida" no es un saefio sitto una obra -la obra de sus caatro

grandes libros: Nadj^ (1927), les Vases communicants(1932),l'Amour fou (1937) I A¡cane 17 (1944), que tzn

más libros de uida que tle lrcturu.Breton escribió Arcttno I7 dt¿rante un uiaje a la Península

de Gaspé en Quebec, en lzs meses que sigaieron al Día D en

1944, cn que las tropas aliadas esmban liberando ln Europa

ocupada.

[Jsando el inmenso roquerío Percé -su presencia, su lenta

ARCAn-O lz *4,* c

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destrucción, su sirzguLtr bellcza- cotno metrífora cenilal, Bretonreflexiona sobre cl atnot y lrt párdida, k agresión y lrt guerra,el pacifisnto, el feminismo ), lo ocultu, en un libro que es en

?arte plcsíd, en parte realidr¿d, en parte nrcño.

En la. carta 17 de los Arcanos Mayores del Tarot, unamujer desnuda bajo un cielo esn elkdo, uacía el agua de d.os

jarros en el aguay en k tierra. Esta carta representa esper*nzl,renouación.y resu.rrección,, que son lor rcmat que permean elArcano 17.

Dcdica el libro a su ftrcera y última esposa Elisa Bindhofichilena, a quien corxoce atttndo alla acaba de sufrir h pérdidade su única hija.

Considaradas reaolucionarias en su tiempo, ks ideas de

Breton Parecen hoy premonitorirts; pero sobre todo siguen

siendn alucinantes por k apasionada conuicción que kssublrace: k indestructibilidad de k uida I k libertad delespiritu bunzano.

NOTA BIOGR{FICA

El surrcalismo surge en. París cn el año 1924, tas el

alejnntiento de Breton del dadaísmo. El principal moüuo que

lleuó al autor de Arcano 17 a separarse del camino trazado por

el dtdttísnto, moaimiento de uanguardia surgido en Zurich el

I de Julio de 1 91 6, fue k necesidzd de superar el nihilismo que

caractarizaba al mouimiento lid¿rad.o por Tristan Tzara Iproporxer un sistema abernatiuo al orden político, económico

y social que había lleuado a Euro, a a k Prirnera Guerra

Mundial.El surrealismo te gesta como una solución a todo Io qtte el

mouitniento dadaísta condenaba sin proponer otrd alterntti'ua. Surge conto una reacción extrema al cientifcismo Progre-sista, ú h sociedad burguesd ! a k omnipotencia de k razón.

Recordemos parte del discurso que Aragon pronuncia en

Iv[adrid, el año I925, en h Residenci¿ de Estudiantes: " i Ahl

Banquero.s, estudiantes, obreros, funcionarios, criados,

sois los celadores de lo útil, los timoratos de la ¡recesidad.

Yo no trabajaré nunca; mis manos están Puras' Ocultad

también esas callosidades intelectuales que son vuestto

orgullo. ¡Yo maldigo la ciencia. esa hermana gemela del

trabajo!".

El sw'rcalistno ua a ProPoner itna nueuafonna de habitar

el tru.mdo que cuestiona las diuisiones cntre lo racional 7 lo

in"acional, entre lo irrcal 1' lt real, entre Ia uigilia 7 el sueíto'

Propttgna elpknteamiento de una suprarrealidad que uuel¿,a

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a fasionar lo que el pcnsarniento occidenml ha escindido.Breton llega a sostener quc la causa de la infeticidad dethombre de occidente es k diuisión históica que se ha estable-

cido entre elmundo mteriory el mundo interior. Para é1, comopara el resto de los sancalista, lo inacionaly el sueño jueganun rol tan importante en k uid¿ del hombre, como la razóny la aigilia.

Con el fn de abrir ks puertas al incon¡ciente que se

encuentra aprisionado por h razin, plantea en el primerManifiesro del Surrealismo (basado en las teoríaspsicoanalíticas de Frcud) el método dc I¿ cscritura aatumática.En 1 92 4, def ne al sunea lismo co mo " n¡romarismo psíquicopuro, por cuyo medio se inrenta expresar verbalmenre , porescriro o de cualquier orro modo, el funcionamienro realdel pensamienro. E un dicrado del pensamienro, sin laintervención regulaeiora de la razón, ajeno a la preocupa-ción esrérica o rnoral".

La revolución etpiritual que sugiere el surreali¡mo, noes posible si no ua acompañada dc una reaolución social. Espor eso, que los sutealistas adhicrcn al partido comunistaen el año 1927. En el comunismo, aen la posibilidad dederrocar al orden burgués. Sin embargo, las relaciones entres arreal ;stas ! comunistas no,es tauieron exentas de friccio -nes. Desde un comicnzo, clpartido comunistafancés se optrso

a aceptat ¿entro de sus fiks al mouimie nto lidcrado por AndréBreton. Consideraban que los surrealistas eran un productode la clitc pequeño buiguesa 1 que los posntlados de Freudiban en contra de k teoría de k lucha de clascs. por tiltimo,

rz $ aNonr BRFrroN

rechazaban k escrirura ¿utomtitica quc se oponía al realismo

socialkta, ett¿tica ofcial del arte reuolucionario. Breton se

mantuul fftne I no cstuuo dispuesto a ac(P1ar que el partido

interfriera en l¿ creación artística. Conocida es la citación que

recibió dclpartido para que declarase en quéforma ayudtiban

a h reuolución unos dibujos de Picasso aparecidos en Le

surréalisme au service de la Révolution.Con clfn de apaciguar los ánimos, Breton decide mandar

al II Congreso Internacional de Escritores Reuolucionarios,

efectuada el año 1930 en Jartou, a dos de los principales

rePresentantes del mouimiento: Louis Aragon y S¿doul' Du-

rante el d¿sanollo del congreso, los dos enuiados del surrealis-

mo, aPolan los fusihmientot que ordena Stalin contra unos

suPuestot saboteadores, acePtan h estética del realisrno socia'

listay afrman que el sunealismo, elpsicoanrilisisl, el notshis-

mo son mouim;entot de origen contraftevolucionario.

Las afrmaciones re alizadas por Aragon y Sadoul prouocan

un aerdadero cisma dentro del mouimiento (Breton anterior'

mente la había expulsado a una serie de surrealittat ?orconsiderarlos reaccionarios). Pero la separación defnitiuaentre Louis Aragon ! Breton se ua a Producir tras la publica-

ción d¿l libro dcAragon, Frenre Rojo, que adopta la estética

dcl realismo socialista.

Breton decide alejarse del stalinismo y se acerca al trotshis'

mo, lo que ua a traer como coroiario su expubión ciei partido

comunista el año I933. Cinco años más tarde, Bre ton se reúne

en México con Trotski, escribe el manifesto Para un arte

revolucionario independiente y junto al pintor mexicano

ARC.{Norz *'}ri

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Diego Riuera J, Trotshifottnan ht Federación Internacionaldel Ane Reuohtcionat io Indeltendiente .

El intento de Bretan y los surrealistas por manrcner lacreación artitticn fna del dominio de un partido, les ua asignifca r t1ue, tras el esullido de k Segunda Guerra. Mundial,no teng:zl:un aliado pode?.zsl que los proteja. Reciben atdquestanto de los comunistas como de hs tmcionalistas. Breton sufela censura de dos de sw princip,¿les libros Fata Morgana yAntología del humor negro. A su uez r, ,rrorrrkdiprrílgobiérno de Petain a/ ser con.¡iderado tut ,,anarquista

p)tigroso" parrz /¿ sociedad. La misnu suerte corre Benjamit piret,por el solo ltecho de haber pat"ticipado en k Guerra CiuilEspaño[a.

De bido a estrts periecuciones, los principales miembros delsurrealisnrc deciden abandonar Francia. ya en I 939, temien_do Ltu consectrcncias de h Segmda Guerra Mundial, Tanguyy el pintor cltileno Robern JVIatta, habían partidt, ,r*lo'oEstados Unidos. Breton -¡e embarca el24 de marzo d.e I 94 I endirección a Martinica. Junto a él uiajan Ckud¿ Leui_Staussy \Viftedo Lant. En Martinica uuelue a ser arreshtdo por kpolicía que lo considera un "peligroso agitador". Tias stliberado uiaja en el "Presidenrc Trujillo', in rumbo a NueuaYork. Ahí lo espcran sus amigos Tanguy, Kay Sage, Halter,

Yr* I Ernx. Participa en k reuista Viewy en k reuistaYYY, en k que aparecerri Prolegómenos a un rercer mani_fiesto del surrealismo.

En 1942 asume como locutor en k radio ,,La uoz de

América", dond¿ también nabaja Ckude Leui_Strauss, Conoce

rr $-nNonr BREToN

a k chilena Elisa Bindbofi que se urt a transJormar en su

tercera esposa, trrts el facaso matrimonial con Jacqueline

Lamba. Con Elisa uiaja a Canaü 1, uisin ks reseruas de los

indios hoppies y zunis en Estadns Unidos. Esuibe Arcano 17

basado en un sueño de su tercera mujer' A su uez, en su estddí¿

en Estados Unidos, Breton comienza 4 interesarse cad¿ uez

más por k creación dz una mitol'ogíamoderna' De estaforma,

pretende acahal con el antropocentrismo 7 logocentrismo que

predominan en el pensamienn occid¿ntal.

Breton reg,'esrt a París junto a Elisa Bindhofr el 26 de

mayo de I 946. Pese a que el mouimier,to se uuelae a reagruPdr

! que te reanudan las conuers¿ciones en el café de k "Plnce

Blnncbe"y en /n "Promenade deVenus", hs cosas en k ciudad

fancesa b¿n cambiado. Los jóuenes qile antes se interesaban

por el surrealismo ahora se comPrometen con el redlismo

socialista y con el existencialismo deJean Paul Sartre. Eluard

se seParrt del moaimiento. Desnos muere ! Antonin Artaud

pasa sus últiwos días confnado en un centro psiquiátrico'

Bretoin se encuentra prácticarnente solo con Tangry y Peret. Se

dedica a escribir ensayos flosófcos 7 textos de crítica. Su salud

paulatinamente ua emPenrando producto d¿l asma, Pero aun

así recbaza k atención médica. Su r-uerte se ua a producir el

28 de Septiemire de 1966, causando una profandz contter'

nación entre sus antiguos camarad¿s 1 entre los jóuenes que n0

dudaron en llegar hasta el cementerio de Batignolles para

presenciar el entierro del padre del sunealismo.

La pregunta que surgió tras l"a muerte de Breton fue qué

sucedería con el mbuimiento surreaüsta. Para muchos críticos

ARCANo Tz $ Ú

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1r opositores al mouimiento, k muerte dcl autor de Arceno 17signifcaría inemediabhmentc cl término d¿l sueño sunealist¿.Baslban sus prcmoniciones y juicios en un artícalo aparecidoen la rnista Le Monde cl año 1969, en el que Sciurter, enrErescntación del gnpo sunealista, daba por terminada laentidad del mouimiento en cuanto grapo organizado.

El cnor quc cometieron los níticos 1t opositores al moai-miento suncalista, fuc considerarh rcn solo como una modaartística surgida a comicnzts del sigto )X. Nofueron capac$dc admitir o reconocer que el sunealismo, drr), urn prrrprr_tiua epistemológica, no cra otla cosa que un medio ¿, t¡iuo-ción total del esplrin. Y por cl hccho de representar unrtaltcrnatiua a la cosmovisién occidental quc lle)ó al honor delas dos guerras mlndiales, el sunealiimo dejó de ser unaestética patajcru parai,tonuertirse cn una propu-esta existencialy espirinal, en unafdna difercnte dc habitar el mundo

1, quecontinaó. aigente, lucgo del dcceso d¿ Breton, en expresionescomo el gochismo, los moaimicntos contrflcultirales, laantipsiquianía, el rcano dc h ctueldad, cl renlismo mágico, krewlución del 68 I hasta nuestlo, días, e¡t todas a"quellasacciones.d¿l.hombre.que surgen dc uno de los principahspostulados del surrealismo: k poetización de h uida colectiuaq.ue se intenta imponcr a todo lo que uala en desmedro de kIibertad social y espiritual del bombrc.'

En el sueño de Elisa, esa vie.ia ginna quería abrazarme

y yo hufa de ella, estábamos en la Isla Buenaventura, uno

de los mayores santuarios de aves marinas que hay en el

mundo. Habíamos hecho el viaje esa misma mañana, bajo

cielos cubiertos, en un bote de pesca a velas desplegadas y

habíamos disfrutado, al partir, del arreglo totalmente for-

tuito, a la Hogarth, de flotadores confeccionados con un

barril rojo o amarillo, cuvo fondo decoraban al pincel con

signos de apariencia cabalística; barril coronado por un alto

vástago, en cuya cima floraba una bandera negra (el sueño

se apoderó, sin duda, de aquellos artefactos, agrupados en

haces irregulares sobre el puente, paravestir a la gitana). El

golpeteo de las velas nos había acompañado rodo el trayec-

to, hasta que nuestra atención había sido atraída por el

aspecto que, en desafío a la imaginación, presentaba la

abrupta pared de la isla, franjeada paso a paso por una

espuma de nieve viva, sin cesar recomenzada a golpes largos

y caprichosos de paleta azul. Sí, por mi parte, el esPectáculo

me habfa capturado: durante un hermoso cuarto de hora,

Marco Fernández P.Santiago, marzo 2001

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ttI:' rr $ aNorf, aneron ARCANo rz $ rz

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mis pensamientos quisieron convertirse en avena blanca,en esa batidora donde de tiempo en riempo, un ala muypróxima, diez veces más larga que la orra, consentía endelinear una le tra -jamás la misma- y el carácte r exorbitan-te de toda la inscripción volvía a arraparme de inmediato.Se habría podido hablar de sinfonía, a propósito delconjunto rocoso que domina Percé. pero he aquí unaimagen que no alcanza su verdadera dimensión, sino a

partir del insrante en que se descubre que el reposo de lospájaros se integra a las cavidades de ese acantilado a pique,de forma tal, que el ritmo orgánico se superpone conprecisión al ritmo inorgánico, como si necesirase consoli-darse sobre él para manrenerse. ¡Qué lucidez la de prestardinamismo de alas a la avalancha! Los distintos lechos depiedra de sutil línea, deslizándose de lo horizontal a looblicuo, a cuarenta y cinco grados sobre el mar, trazadoscon un maravilloso hilo de riza en consranre ebullición(sueño que esroy en une cama plegada con ia mismablancura de encaje de hilo, cuyas grandes flores me fascina-ban de niño, al despertar). Es extraordinario que sean losmismos pliegues impresos en el terreno por los siglos, losque sirven de rrampolín a la vida, en aquello que riene demás incitante: el vuelo, la aproximación rasante y la derivalujosa de las aves marinas. Tiembla una estrella sobre todolo que intenta y evita con ferocidad inmediata el conracrohumano; como las niñas muy pequeñas (ahora último la demis amigos Arshile y Agnés Gorlcy, de once meses, ran

enteramente mágica, dándome la espalda con ese aire de

ofendida, cuando hice un ademán de romarle la mano, para

luego darse vuelra con los ojos cada vez más brillantes,mendigando todos los recursos delgozo y de la gracia de laque hula. O como esos visones marrones y blancos quesorprendimos no lejos de aquí, en un montículo y qur,¡nientras pasábamos frenre a sus jaulas alineadas, se prec -

pitaban a sus madrigueras, ovillándose frente a nuestrc jojos, para luego salir tras nuestros pasos y venir a examinar-nos de cerca, El pensamiento ¡. oético reconoce cie rtamenteuna gran afinidad con ese.tip,,. de comportamienros. Es el

enemigo de la pátina y está perfectamente en guardia frentea todo lo que intenta apresarlo: es en ésto en lo que. se

distingue, en esencia, del pensamienlg__srdiqg!-o. Para t't:;i:;:'permanecer como lo que debe ser, conductor de electrici- i' '

dad mental, es preciso sobre todo, que se cargue en unmedio aislado.

El aislamiento en este litorsl de la Gaspésie, es hoy todolo inesperado ypoderoso quese pueda imaginar. Esa regiónde Canadá vive, en efecro, en un estado particular y, a pesar

de todo, un poco al margen de la historia; por el hecho de

que, incorporado a un dominio inglés, ha mantenido de

Francia -no sólo la len¡;ua donde se han establecido todotipo de anacronismos- sino también la impronta profunda

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de las cosrumbres. Tal vez, por dramático que sea, el actual

desembarque de numerosos canadienses franceses en la

costa normanda ayude a restablecer el contacto vital que

falta desde hace casi dos sigles. Pero los que habitan aquí,

muestran en sus gestos y declaraciones' que nunca han

lcgrado sobrepasar toalmente un estado en el que su

piopia aventura, en cuanto BruPo' se mezcla para confun-

d:rse, para bien o para mal, con la otra. Si de su parte

piobablemente rodo rencor ha desaparecido, su integra-

ción al seno de la cornunidad inglesa es de lo más ilusoria'

La iglesia católica, fiel a sus métodos oscurantistas' usa su

rodapoderosa influcncia para prevenir la difusión de aque-

llo que no sea literatura edifican¡e. (El teatro cláico está

prácticamente reducido a Bthery Polyeucte,que se ofrecen

en grandes pilas en las libre;i{as de Quebec; el siglo diecio-

cho parece no haber existidc, Hugo es inenconrrable). Los

tttlTos,como llaman aquí a los autobuses, escasos y asmári-

l:os, solo alcanzan un Poco de dignidad al arravesar los

..uentet cub;ertot de otra época. La estación no ha sido,

..demás, favorable al turismo. Los americanos se abstienen,

con pocas excepciones, desde hace varios años- Las recien-

res elecciones en la provincia, que han traspasado el poder

del Partido Liberal a la Unión Nacional, rrajeron consigo

la redistribución de todos ios cargos púbiicos, io que

disuadió de cualquier proyecto de vacaciones tanto a las

personas que ocupaban los cargos, como a aquellos que

aspiraban a reemplazarlos. Los di¿¡ios locdes' que relatan

:

r. ll$ runpÉ RnFToN

las noticias de Europa en un estilo naturalmente apocalíp-

dco, abundan adicionalmente, en información converrida

en disonante por su presentación a página completa ("Por

veinticinco noches consecutivas, verdaderas lluvias de me-

teoros iluminaron el cielo de agosto"), alternando con

recetas de aspecto sibilino (panqueques de bleuets, cuando

estas palabras disfrazan simplemente la rana de moras).

Todo esto compone, en el aire admirablemente límpido,

una pantalla muy eficaz de protección contra la locura de

Ia hora, como un vapor que ciertas mañanas se exriende por

todo el horizonte ("Alouette, tabaco natural para fumar"

dice cándidamente ese paquete, con la imagen de un pájaro

cantando en la hierba y, en ese comienzo cle canción en que

queda estancado, se refleja todo lo gue represenra el antiguo

Valois de Nerval para desvanecerse con igual rapidez:

"Alouette, gendl alouerte -Alouetter /o te fumaré")*.

De golpe ha caído la cortina sobre la colonia de aves, que

se extiende solo a una parte de la costa noreste de la isla. No

habría podido, esta vez, desanidar de la mirada al papagayo

de mar, pero un planga*' ha venido a planear muy cerca.r r- ----:l- -l ^:^--^ l^ -l-:-^- ^.. ^^L--^ ^,,^l:^^^l^ ..,r1c tcl¡ruu cl LrclrrPU clc aulltlldt Ju lduL¿¿ 4¿a¡r 4r¡éq4r ru

* Dc la canción infantil "Alouetre, gentil alouette-alouette, je tcplumcrai".

" Pájaro dclAdándco.

ARcANo tr {dtt

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ojo doble esmeralda entre dos abrazos de sus alas blancas

deshilachadas de negro (es el planga de Bassan quien

comanda el roquerío de Buenaventura, donde su género

está representado por se is o siete mil individuos. Contraria-

mente a la gaviota de alas gris perla y al cormorán encres-

tado, no se muestra en la costa de Percé para participar del

destrozamiento del bacalao, a la hora del retorno de los

pescadores). Pero se ha torcido uu rumbo: de hecho, no es

solo el fantasmagórico broderie lanzado sobre ese inmenso

cofre rojo y negro con cerraduras azules, que se alza preciso

sobre el mar; sino también, la orquestación que le es

inseparable, y de la que uno de nttestros compañeros de

ruta decía no poder comparar mejor que con la que se

escucha bajo Fez. De nuevo, solamente el latigazo de la

noche de las banderas. Los ojos se cierran como después de

un resplandor. ¿Sobre qué ruta azota ese látigo? ¿Dónde va

tan tarde el conductor, tal vez ebrio' que no parece siquiera

llevar un fa¡ol? Es cierto que el viento ha podido apagarlo'

En la vida habría creído posible ver una tempestad igual'

Y la junta imaginaria queda sepultada en una falla que

se abre, que va alargándose siempre delante del flanco de

la roca y con la velocidad del relámpago, descubre el

corazón ajusticiado, el corazón rutilante de la vieja Euro-

pa, alimentando los grandes regueros de sangre derrama-

da. La Europa sombría, hasta hace un instante tan lejana'

Ante mis ojos, Ios vastos coágulos rojizos y herrumbro-

sos, se configuran en el intertanto con manchas de oro

excremental, entre cascadas de flusiles y hélices azules'

zz $i nnonr BRtroN

Hay también, mezclándolo todo, vastas salpicaduras detinta como para atestiguar que una cierta forma de escriru-ra, aparentemente mul practicada, es nada menos que unveneno moffal, ün virus que atiza todo el mal. y así, bajoese velo de significación lúgubre, se eleva uno roralm\i:nredistinto con el sol. Todas .r"r.rtrí", que se organizan, r rdaesa distribución de lechos geológiéos con planicies ond,;la-das ygraderfas interrumpidas, esas hendiduras bruscas, esas

vueltas completamente inesperadas, esas zonas de rosa ypúrpura, equilibrando otras con hierbas azules de ultramar,a merced de playas transversales, ora nocturnas, ora incan-descentes, representan de manera inmejorable Ia estructuradel edificio cultural humano en la estrecha maraña de suscomponenres, desafiando toda veleidad de sustracción dealguno de ellos. Bajo esta tierra blanda -la base de ese

roquerío coronado de pinos- corre un hilo sutil imposiblede romper, que enlaza las cúspides y, algunas de esas ci-nasson, en cie¡ta manera, un siglo quince en Venecia c enSienna, un siglo dieciséis isabelino, una segunda mitac], delsiglo dieciocho frances, un comienzo del diecinueve ro-mántico alemán, un ánguio del siglo veinte ruso.

Cualquiera sean las pasiones que lleven a negar esra

evidencia, hoy todo el porvenir imaginable del espírituhumano reposa sobre este sustrato complejo e invisible.Otra cosa sería precaverse, si realmente se desea, del retornode catástrofes análogas a las que se obrienen eliminandoantagonismos de otro orden. Pero toda voluntad de frustra-

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ción en ese dominio, tiene como objeto la represalia y no

podría tener otro efecro que el de empobrecer aquello que

frusrra. La civilización, independientemente de los conflic-

tos de interés no insolubles que la minan, es unA, como ese

roquerío sobre cuya cima s: posa la casa del hombre. (De

la playa de Percé, solo se adivina una Por la noche, un

runto vacilante sobre el mar). ¿Qué esl Poco importa. Ese

puerto luminoso concreta todo lo que iluede ser común

r la vida.

Agrupadas por encima de nuesrras cabezas, las bande ras

de venianas jamás apagadas continuaban lamiendo su

medida de aire. Tenían el ¡amaño de aquellas de tela roja

que flamean en París, ciertli rrabajos de vialidad, en los que

se desraca, en grandes letras negras separadas con Punros'la inscripció" !1!!" que a menudo ha acaparado mis

ensoñaciones. La bandera roja, totdmente limpia de mar-

cas o insignias; siempre reencontraÍé en ella la mirada que

pude haber tenido a los diecisiete años, cuando durante una

manifestación popular, en las cercanías de la orra guerra, la

he visto desplegarse por miles bajo el cielo de Pré Saint-

Gervais.:Y por lo tanto -sie¡rto que a uavés de la razón ¡anede me es posible- condnueré estremeciéndome aún más,

con laevocación del tiempo en queaquel mar flameanre' en

lugares escesos y bien circunscriros, se vio horadado por el

zr S,rNonÉ, nnrron

vuelo de las banderas nggl1¡. Yo no tenía entonces una gran

conciencia p"i[[" y d.bo decir que me siento perplejocuando intento evaluar lo que me ha sucedido. Pero más

que nunca, me parece que las corrienres de simpatía o

antipatía deberían por fuerza somererse a las ideas. Y yo sé

que mi corazón ha luchado, conrinuará luchando, debido

sólo al movimiento de esa jornada. En las galerías más

profundas de mi corazón, siempre volveré a encontrar el

vaivén deesas innumerables lenguas de fuego, algunas de

las cuales lamían len¡amenie una soberbia flor carbonizada.

Es difícil para las nuevas generaciones represenrarse unespecráculo como aquel de enronces. No se habían produ-cido aún rodas las formas de desgarro en el seno del

proletariado. La llama de la Comuna de París esraba lejos

de apagarse; había entonc.r tniiárffi *ilhcie'tes para

sostenerla, unificaba rodo con su poderosa luz, que habría

sido menos bella, menos verdadera, sin algunas voluras de

humo espeso. Tanra fe individr.¡almenre desinreresada,

tanta resolución y ardor podía leerse en sus caras, ranra

nobleza también en Ia de los ciudadanos. Alrededor de las

ban{ras negras, cierro, los esrragos físicos eran más noto-rios; pero la pasión había realmente pe rforado ciertos ojos,

dejando allí puntos de incandescencia inolvidables. Sigue

siendo como si la llama hubiera pasado sobre rodos ellos,

quemándolos solo más o menos, no dejando en algunos

sino la reivindicación y la esperanza más razonable, la mejor

fundada, mientras que llevó a los otros, más escasos, a

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consumirse ahí mismo en una actitud inexorable de sedi-

ción y desafío. La condición humana es tal, independiente

de la condición social ultra acomodable de que está hecho

el hombre , que incluso esta última actitud -de la cual en la

historia intelectual no faltan ilustres representantes que se

llamen Pascal, Nietzsche, Strindberg o fumbaud- me ha

parecido siempre la más justificable en el plano emotivo,

hecha la abstracción de las razones utilitarias que la socie-

dad pueda tener para reprimirlas. indispensable es recotto-

cer al menos, por su parte, que solo ella está marcada por

una grandeza infernal. iNo olvidaré jamás el divio, laexaltación y orgullo que me provocó una de las primeras

veces que, siendo niño, me lle',raron a un cementerio -entretantos monumentos funerarios deprimentes o ridículos- el

descubrir en una simple placa de granito, grabado en letras

rojas de imprenta, el magnífico lema: ¡¡l DIoS NI MArsTRo.+

La poegig y el arte ttndtán siempre debilidad por todo lo

que transfigura al hombre en ese llamado desesperado,

irreducdble, qur de tiempo en tiemPo, le hace tomar la

decisión irrisoria de jugarse la vida. Es que más allá del arte,

de la poesía, querámoslo o no, se bate también una bandera

alternativamente roja o negra. Ahí también el tiempo

aprieta: se trata de esrujar de la sensibilidad humana todo

lo que es capaz de dar. Pero ¿de dónde viene esa ambigüe-

dad aparente, esa indecisión final respecto al color? Talvez

no Ie sea dado a un hombre el actuar sobre la sensibilidad

de otros para modelarla, ensancharla hasta el punto de

26 {.;¿4'ANDRT BRETON

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ofrecerse a sf mismo en holocausto a todas las frrer¿asdiseminadas en el cspíritu de su tiempo y que, en generat,no se buscan entre sf sino para tretar de excluirse mutua_menre. Es en este sentido que ese hombre es, ha sidosiempre y, por un misterioso decreto de esas fuerzes, de:,eser, a la vez su víctima y su dispensador. Así es, necesari;-mente, que un cierto gusto de la libertad humana, llamac.aa ampliar aunque sea en ínfima proporción .l ."mpo á.receptividad de todos, atra.. sobre uno solo todas lasconsecuencias funestas de la ilmoderación. La libertad noconsisre en acariciar un poco la tierra que ha cuidado aaquellos que no han sabido vivir o han sabido md, porhaberla amado hasta h locira... Pero dejemos separada-mente a los unos reintegrar sus galeras de Charonne o deMalakoffy a los otros retomar sus humoradas. eué he rmo-sas líneas tienen cien anzuelos nuevos, allá, bien alineados.Las velas no nos llevarán más lejos: la chalupa viene a

buscarnos para conducirnos a tierra firme.

Cozando todo lo posible del minuto presenre, mesobrepongo de manera incompleta al problema que mesurge del fondo del alma. Eso que mi propia situación tieneen este mismo instante de mayor privilegio, refuerza aúnmás por contrasre, la conciencia de la parcialidad deldestino que allá consagra a tantos otros al temor, a la

ARcANorz d$z'

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vergüenza, a la carnicerla y al hambre ' La dureza de la época

., á, qu. uno aPenas se arreve a declarar estas cosas Por

,.rno, " dar la impresión de alardear de tener buenos

,enrimientor. Urr" i. las ft'er¿as principales de la ética de

g;.rr^ * manifiesta en aquello qT, { g1¡cribir en verdad

esos sentimientos Por considerarlos debilirantes' logra ha-

:erlos sospechosos, o en todo caso' seriamente fuera de

:ugar. La me.,nlidad que de allí resulta' debe ofrecer más

l.f.r,r"r, q,r. nunca se le informe que ejércitos aliados están

* !", prr.rt"s de París. ¿Qué puedo hacer? Me posee la

,.r,r".¡ón de una desigualdad tanto mayor y la enriendo

válida en el único -u"do que me importa' el mundo

sanado de su furor. No, a pesar de cienas apariencias' no

todo ha sido aún sacrificado al Moloch militar' Cuán¡as

veces, primero en Francia, luego en América' he podido

obreruar en los entrerelo.r es de esta guerra, con la ligereza,

Ou, aigo, con la alegría úel consuelo pleno' que jamás la

io.ri"irro t ablo de la poesía de circunstancias- ha sido tan

pl.n"rn..r,. gozada.Pareciera, incluso' que se han abierto

"llí ir,r,.r-.iables oldos que de otra forma se habrían

ma¡rtenido sordos. Es fácil reconocer en este fenómeno' la

manifestación de esa necesidad de una desuiación pot la

esencia, que se experirnenra cada vez que la existencia

individual es¡á en peligro o, incluso' la persecución de

cualquier eYento particular en el marco de esa existencia'

Oigo qu., dado que la naturalta de los sucesos tiende a

hacerlos tomar una dirección demasiado dolorosa' las

maneras personales de sentir encuentran' a Pesar de ellas

mismas, un refugio y un trampolín en las expresiones más

perfectas de lo inactual, quiero decir, aquella en que un

"acrual" totalmente distinto, ha hecho brotar lo eterno,

hasta reabsorberse en la distancia. ¿Cómo esa mañana sobre

el mar, se traducía en Io más alto la mezcla de alegría y

aprehensión suscitada por la salida inmediara de París,

componiéndose con la cercanía y alejamienro del roquerío

de pájaros de Buenavenrura? Se uaducía por la dicción

impregnada de estrofas de Baudelaire. Y no era yo quien

recitaba.

4 Eldolor es tan grande , ran totalizante cuando se está en

\ é1, qu. pocos se han ocupado de buscar equivalentes en el\ . r..; riempo, cuando sería natural que ésto hiciera renacet

| "lgun".tp.ranza:

"París ya no es el teatro de escenas tiernas

y galantes: ya no se encuentra allí Ia palabra para reír; cada

uno se ocupa sólo de sus penas y su miseria". La obra de la

que extraigo esta cira, juzga sin miramientos al Jefe de

Esmdo. "El concenrra y gasta lo que le queda de energía y

de vitalidad en patéricos y breves esfuerzos de viejo, en

pequeños rnovimienros seniles en el logro de caprichosL--"-. .".1^^.-" A-,-1.^i^ lrrr-^^^ nrrp cc rpcp.a rtu¡!v!J J Lttüf ru¡ba¡!J.

se congela, mientras continúa haciendo su vida de siempre

con una puntualidad aterradora. . . Vive su úlrimo invierno

en el desamparo de su castillo, donde se le han enviado'r!¡-fi

,'.1

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ARcÁNo rz S zr

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como aguinaldo, pequeños haces de leña del bosque, como

si fueran joyas". No se trata aquí de la condición reciente

de Francia, sino de su condición dr.rrante el último año del

reinado de Luis XIV; pero de lo que su autor Virgilio José

nos informa, según Saint Simon y los otros, es de los

deplorables hábitos de la mayoría de los grandes y las

repugnantes intrigas que se traman en la Corte, que no

dejan de llevarnos a buscar un paralelo. Lo que motiva al

escritor que acabo de consultar, no es ni siquiera ese exceso

de horror, sino el proyecto de hacer aparecer sobre este

sombrío telón, una luz en el espíritu de lo.s l-rombres, con el

objeto de que tomen razón de su existencia, esa estrella que

hace olvidar el lodo, la personalidad angélica de'Watteau.

La obra de Vatteau tiene, en efbcto, esa fortuna de hacer-

nos confirmar, sólo en virtud de su propia gloria, todo lo

que podría tener de aterradora la consideración del egoís-

mo y la maldad de los hombres en los períodos de desgracia.

Por más que se haya hecho esperar la liberación del régimen

bajo el cual sufrió \(/atteau, o que ya no nos involucren

vitalmente ni la angustia ni las infamias de su época, es él

quién continúa reinando sobre nuestros afectos. Peor aún,

se nos conduce cada vez más a ver toda esa época atroz a

través de su sueño. En cuanto al aparato guerrero de

entonces: esos tricornios, esas bufleterías, esos faldones; él

no canta sino a aquello que es rutilante a los ojos de las niñas

y las prepara para hacer gala de la ligereza de su cintura, la

e legancia de su cuello. Nos mantiene alejados de las angus-

ro qS nNonÉ tnrroN

l

tias de la batalla: la lucha no admite otras discusiones quel¿s del rorneo galante de siempre, aunque las hermosas yano lo resistan.

Esas privaciones, esos dolores que muy ternprano van ;_:

arruinar su salud fisica, es de maravillarse al ver .o*o ,o,incorporados completamente :n un himno a la sola gloriade la natural eza y del amor. A..f roda rempestad, al piim.rdía hermoso que llegue, encuenrra l" -rn.r" d. r.,

"rrgu_llida y negada en una perla. Bajo sus adorables fronclosicia_des, demasiado derramadas y demasiado vivaces para pade_cer de las querellas de los hombres, todo tiende, todo debetender al fin y al cabo a reorientarse según las deduccionesde la vida.

IJna mano de mujer, tu mÍ::ro en su palidez de estrella,solamenre para ayudarte a desc:nder, refracta su rayo en lamía. Al menor conra.to ,. h".é árbol en mí y va a describiren un insrante, esas.bóvedas ligeras a nuestros pies, donde,con vapores de te mblor o de sauce, el cielo invertido mezclasus hojas azules. ¿A qui puedo deber, por mi lado, esaremisión de una pena que tantos otros sufren sin sentirsemás culpables de lo que yo me siento ahora? Anres de

ARcANo rz $,.:

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conocerte, había reencontrado el dolor, la desesperanza'

Anres de conocerte' seemos sinceros, estas palabras no

tenían sentido. Tú bien sabes, que al vene por primera vez'

te reconocí sin duda alguna. Y de qué confines' los mís

terriblemente guardados ti venfas; aquella iniciación a la

,cual nadie o casi nadie es admitido, te había consagrado en

lo que tú eres. Cuando tevi, estabaaún todala nieblade una

.rp..i. indecible en tus ojoi. Cómo se puede' sobre todo'

quiér, pu.d. renacer luego de la pérdida de un ser' de una

,rin" q,r.., todo lo que se ama' con mayor razón cuando su

muerte es accidental y en esa niña, casi una jovencita' se

encarnaba objetivamente (no eres sólo tú quién me lo ha

dicho) toda la gracia, todos los dones del espíriru' toda la

avidezde saber y de probar gue nos da de la vida' una

imagen encantadora y siempre conmovedora, a través de

un juego permanentemelrre renovado, locamente comple-

¡o y aai."ao, de tamit:es y prismas? Ese drama yo lo

igrror"b", te veía solame nte engalanada de una sombra azul

ámo aq,rella que baña los juncos al amanecer y no ¡rodía

dudar q,re ru venlas de aún más lejos; que del derrumbe de

esas perspectivas que te e ran caras hasta el punto de someter

1", tuy*, no habías podido evirar el guerer hacer en ri la

,,o.h. p..r" y lo pudiste haber logrado a no ser Por una sola

fdla pár la cual se te había inesperadamente llamado de

vuelta. Cada vez que rememoras esas atroces circunstan-

cias, no tengo otro recurso en mi arnor' que espiar a

hurtadillas en el fondo de tus ojos la señal que hace posible

una brusca vuelta atrás cuando ru estás ahí, ran profunda-

:.

"' ;';-,}i: ^xrnpÉ

RpF'l'oN

mente inmersa. Sólo él me garanriza tu prcsencia roral a milado y el retroceso gradual, absoluramente necesario, desde

las zonas en que la contemplación a d¿bil distancia no hace

más que reabrir los párpados de Medusa. Sólo él se ha

convertido en maesrro de rodo el llamado de la sombra. La

contención que rc aportaba re e ra imprescindible: quisieras

o no, te habías rerirado.

A pesar de lo que la vida, a tu pesar re ha exigido, no e res

de las que pueden entregarse a ella a medias. El dolor y el

mismo sueño de sucumbir, no han sido para ri orra cosa que

puertas abiertas ante la necesidad siempre renacienre de

doblegar, de sensibilizar, de embellecer esa vida cruel. Túsabes como la veo por ri, las plumas de ruiseñor en su

cabellera de paje. Su temblor te sosrienet no conozco nada

más penurbador, que la idea de que se ha apoderadoenteramente de ri. La ofensa es de ral magnirud, que sólopodía estar a su altura un igual poder de perdón. Más belk,la solución del enigma, entre rodos el más re rrible, era el deser más bella de lo que nunca habías sido. Más bella porhaber puesto de tu lado a las Dominaciones. Más bella porsaber aún consenrir al día hora rras hora, a la hierba cada

brizna. Muís beila por haber ciebido reromar ei fiitro y ser

ran bien nacida como para llevarlo a rus labios sin reservas,

pasando además por aquello que podría habersido rerrible-mente amargo. Ha sido necesario, nada menos, la asisren-

ArrcANo rz "# ¡r

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cia de todas las potencias que se manifiestan en los cuentos,

para que surgiese de la ceniza la flor del bálsamo yse soltase

la bestia blanca cuyo gran ojo devela los misterios del

bosque.

l'.:Lw9 L¿t o '-' j'-9avir (t^nui:Lu-';lIi''-..{-

-:-v'El órgano del amor humano resuena sobre el mar' su

movimiento enteramente abstracto es devorado por la

ciudad, por el sol de medianoche abriendo, aunque sea en

un tugurio, las ventanas sinuosas de los castillos de hielo;

por los vértigos que se peinan las alas preparándose Para

chocar de refilón y tienen el rizado de una tarde de

primavera, que es el eco sin fin emboscado en un verso o en

alguna parte de la frase de un libro; la queja de esa estrella

de cuero de muchas toneladas, que un deseo de carácter

insólito ha suspendido, a unos cientos de metros de una

cadena que enlaza dos cimas sobre un pueblo de los Alpes

Bajos: Moustiers-Sainte-Marie' Ese amor, nada me impe-

dirá ver allí la verdadera panacea' por mucho que se la

combata, se la desacredite, se haga mofa de ella con fines

religiosos y otros. Dejando de lado todas las ideas falaces,

insostenibles y de imposible redención, es posible precisa-

mente a través del amor y sólo por él se realiza, en su grado

más alto, la fusión de la elbtelgia ¿ l" -.19ryg' es sólo él

quién viene a conciliar de golpe, en plena.armonía y sin

equívocos, esas dos nociones; mientras que firera de é1,

permanecen siempre inquietas y hostiles. Hablo, natural-

34 É#J ANDR_EB*tol*

,1",rJj6il

mente, del amor que toma todo el poder, que se da toda la

duración de la vida, que ciertamenre no consienre en

reconocer su objeto sino en un sólo ser. Desde esa perspec-

tiva, la experiencia, aunque haya sido adversa, no me ha

enseñado nada. Para mf esa instancia ha sido siempre muypoderosa, sé que no renunciaré a ella sino sacrificando rodclo que me hace vivir. Uno de los mitos más poderosos meata, sobre el cual ninguna negación aparente, en el context;de mi avenrura anterior, podr,r prevalecer. "Encontrar el

lugrr.y la fórmula" se confunde ,on "por..r l, *.-ñd-*ii'4g¿ryg:rpo". Esa aspiración suprema es suficientepara extender frente a ella el campo alegórico que quiereque todo ser humano haya sido arrojado en la vida en busca

de un ser del otro sexo y que sólo uno sea su par en todoslos sentidos, al punto que uno sin el otro aparezcan comoel producto de la disociación, de la dislocación de un solcbloque de luz. ke bloque, felices lo¡ que logran reconsri-tuirlo. La atracción, porsf sola, no sabrá ser una guía segura.

El amor, aun aquel del que hablo, debe luchar y poderjugarse también. En la jungla le la soledad, un luminosogesto de apertura puede hacer cieer en un paraíso. Pero ser

el primero en denunciar el amór, es confesar que no se ha

sabido estar a l" "ltqla_-dgju¡

exigqnglas. No debería ser

difícil el manrenerse una vez ahí: rearticulado el bloque, su

estructura misma diluye:todo factor de división; se carac-

teriza por tener la propiedad de que entre las partes que locomponen, existe una adherencia física y mental a toda

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prueba. Una concepción como ésta' si bien puede parecer

in.luro osada, reina más o menos explícitamente en las

cartas de Eloísa, en el tearro de Shakespeare y de Ford' las

cartas de la Monja Portugúesa, en toda la obra de Novalis'

e ilumina el hermoso libro Ce Tom ásHerdy: Jude l'obscur'

En el más amplio sentido, el amor no vive sino de recipro-

cidad, lo que no implica que sea necesariamente recíproco;

un sentimiento bastante menor puede de paso' complacer-

re en su reflejo y hasta exaltarse un Poco' Pero el amor

recíproco .r.i úni.o q,re condiciona e[ acoplamiento toral'

,ob.e .l cual la prisa no existe y en el que la carne es sol y

a la vez espléndida impronta de la carne; que el espíritu sea

fuente permanente, inalterable y siempre viva' cuyas aguas

se orienten de una vsz Por rodas [enrre la caléndula y el

tomillol*.

El día será hermoso, lo veo filtrarse hacia rus ojos' donde

comienza, más desenfocado, a ser mn hermoso' Son de esa

misma ^gu^,

,n rr los punros por.los que se desliza el sol

sobre las sílices azules y el arco que desde lo alto los

contorna; es del más fino, del más sensible pincel de marta'

no de los reflejos que pueden extasiarnos, sino del renrblor

' [Entre le souci et le serpoled: mctáfora dcl dcsconsuelo del amor

y su plenitud.

.r t'Jll. runnÉ BRF:roN

de ese pincel al que sólo disrrae la evocación del pelaje dela graciosa besda en alerta. ¡Qué de llamaradas caen aúncomo copos a lo lejos! Y enrre relámpagos, la imagenoblicua de la rampa que conrra su volunrad ha sidodoblemenre inexorable, esa imagen desmesuradamenreagigantada en la hierba. Como en la pupila de sus ojos, es

exactamenre esa expresión familiar la que da cuenta de loque valoramos por sobre rodas las cosas: así hubo un día e ngue ya no re podías sosrener en la pupila de rus ojos, de esos

ojos a los que la suerre quiso que yo viniese más mrde a

exrraer rodo el dfa. ¡Y qué cordón mágico se nos muesrraaquí! La vida, como Ia liberrad, no aprende de sí misma sinoa través de golpes y en parcial encanramiento, se eleva a laconciencia toml de sus medios y de sus recursos iluminandoademás otros ojos con rodo su brifio. Su rriunfo es a cada

instantc pe rturbador y cándido como las flores que , pasado

el invierno, florecen entre los escombros. En rus ojos esrá

la primera floración y rus labios rienen con las palabras esa

afinidad de las irisaciones en cadena, siempre renovada,que es el luio de los remolinos. Y rambién eres bella de esa

belleza que siempre ha subyugado a los hombres, de esa

belleza gue ellos remen y honran en la persona de Helena,de esa belleza sobre la que la faralidad misma se encarniza

en vano y que si es preciso, la ererna jusiificación anre losotros y ante sí misma, debe esrar contenida en esas palabras

misteriosas: "yo soy Helena". Y esa belleza, para todos los

que sean capaces de reconocerla, parece haberre dado

ARCANo rz $¡.i1 rz

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derechos, en el senddo de que ya no eres libre de desapare-

cer y aparecer con la máscara del sufrimiento o del cansan-

cio, que sigrres teniendo que dar cuenta a la vida por todos

tus fuegos. Puede que la belleza no muestre toda su

dimensión sino a ese precio. Un acento, el más suntuoso de

todos,le fakarásiempre que las difrcultades le impidan ser

tan duramente empapada. La cima de la montaña no

alcanza verdadera forma divina sino en la bruma de tu

mirada, en el ala del águila dorada que pasa sobre tus

cabellos. Y yo te amo, porque el aire del mar y el de la

montaña, confundidos aquí en su pureza original, no están

más libres de miasmas ni son más embriagadores que el de

tu alma, por la que la más grande de las ráfagas ha pasado,

confirmándola .s<¡lemnemente y con todo rigor en su

disposición natural para resolverlo todo y P^re comenzar

con ias menudas dificultades de la vida, con la efusión de

una generosidad sin límites que daría fe por sf misma de lo

que tú posccs en propiedad: el sentido absoluto de la

grandeza.

Aquí, a la levedad de tu pie se opone un paraPeto tan

inseguro, que debe ser reforzado por la noche con pesadas

piedras, lo que no impide a la tempestad tratarlo a su antojo

como a r-rn juguete de paja, aquí, eu la fina arena constelada

de estrellas por las pi.sadas de los pájaros. La Isla Buenaven-

tura, a algunas rnillas, guarda su espejismo: la leyendaquiso

,s .::,iiiÍ n*-orÉ sR¡roN

que fuera refugio de un ogro que franqueando de unazancada el brazo de mar, venía a echar mano a las mujeresy iovencitas, con les que llenaba sus grand.s bolsillos.

De vuelta a casa, la cena hecha, lauaba su ropa co rmucha agua y la tendía a secar sobre los altos acanrilado_r.La imaginación popular no podía dar mejor cuenta de iepersistencia acusadora y radianre de las manchas en élroquerío, de los esfuerzos sobr :humanos y de la prodigiosacantidad de espuma en perp4tua agitación dibujada-poresos plumajes blancos gue no h"n podldo hacerlos d.r"p"_recer. ¡Qué lavado no menos laborioso logrará borrar delespíritu de los hombres las grandes cicatricel colectivas y losrecuerdos laceranres de estos tiempos de odio! ¡eué asilosagrado deberán coni d eas q ue, co mo las r,"*: ;:;:;T::::,tffi ::,;',:lpara sobreponerse e esta época en que, en su vuelcfastuoso y libre, concurran

" t."nrfig,r."r este lienzo de

trágico muro! ¡Qué lugar de privilegio convendrá quereserven a la expresión del a¡ or, como esos nidos en elfaldeo del roquerío, cenrro d:.. desfile general en que lospájaros se nos mosrraban, abrigándor. J. a dos en dos! Ell1gl l"_poe¡_ír,*eJ arte: es sólo a través de ellos qu. ;.re.yp_.'irí!"1!_11a.q¡r..,[9_1,¡"g,g¡f glggtqGGretom3-r-su amplgll{. No se podrá uoluei"lonr", con laciencia, sino hasra que ella misma se haya dado cuenra decomo poner fin a la extraña maldición que la asola y parec€condenarla a acumular mucho más descorrt.nto yd.sgracia

ARc¡ANo rz 4f¡,,e

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:

0iác.. It a, "¡',,,r. l)ür{..,

que beneficio. Sin perjuicio de las medidas de saneamiento

,nor.l qu. r. impongan en esta sombría aurora de dos veces

el año mil, que son esencialmente de orden social' para el

hombre considerado aishdamente, no Parece haber espe-

ranza más válida ni más a,nplia que la que cabe en un golpe

de ala.

He aquí de nuevo, perpe ndicuiar a la cresta de las olas'

en esa línea aPenas punteada y sinuosa a ras del agua' que

cadadíaretomanlosbuscadoresdeágatas'elRoqueríoPercé mismo, tal como se recorta en el marco de nuestras

ventanas y cuya imagen me acompañará muy lejos' Mien-

rras lo rodeaba, hace un raro' lamenraba no poder obser-

varlo en su con.iunto a l'lusa de la exrrema cercanía y que

las nuevas disposicion;s' de su m¿sa hicieran surgir una

' imagen distinta a la que me había formado' Es preciso

.orrr.*", sólo aquella última, cuando se trata de repre-

sentar estructuras así de complejas' Es por lo demás'

particularmente desde ese ángulo, vale decir' desde el

o.rr., qu. rr', diseño ha llamado la arención de los fotógra-

-F' fos: "Roquerío Percé: 280 pies de altura en la proa' 250

pies en el punto nrás ancho, 1420 pies de largo" dice

lacónicamente un folleto publicirario; y si no me disgusta

tanto copiar estas cifras, es Porque en el regisrro de tales

dimensiones no me sorprendería gue se manifestara el

.¡.ar ^,,^-ó oDff^xt

t nombrc d'on se refie¡e a la dimensión aúrea.

ARCANo rz g$ lt

número de oro*, de tal manera que, por sus proporciones,

el Roquerío Percé podría pasar por un modelo de exacti-

tud natural. Se presenra en dos parres que, desde donde

tengo por hábito observarlas, perecen llevar existencias

distinras. La primera despierra inicialmenre la idea de unnavío, a la que viene a superponerse la de un instrumentomusical de tipo anriguo; la segunda, una cabeza de perfilun tanto difusa, cabeza de porre altivo con una pesada

peluca Luis XIV. La proa del navío hundiéndose al norre,hacia la playa, una gran brecha se abre en su base, al niveldel mástil trasero. Elevándose unos sesenra pies sobre el

mar, esa brecha podía, antes que algunos derrumbes la

obstaculizaran, servir de pasaje a los veleros. Sigue siendo

cierto gue ella es esencial para una evaluación sensible,

que en ella reside la cualidad verdaderanenre única del

monumento. Cualquiera sea su exigüidad relariva frente

al cascarón que perfora, rrasmire, sin duda, la idea que el

supuesto navío es rambién un arcoi y es admirable que las

corrientes que se hacen añicos a lo largo de la pared,encuentren en ella una salida por la que precipirarse, cada

vez más frenéticas. Esa brecha es, sin duda, la que imponeel segundo parecido con una especic de órgano lejano, ral

vez más ese instrumenro que cualquier orro, desde el día

en que, buscando idenrificar la cara y la acrirud de lacabeza de piedra vuelta hacia é1, soñas¡e que podría ser

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Haendel, para luego corregirte rápidamente: ¿Haendel?

No, ciertamente: Bach.

Los geólogos y los paleontólogos encue ntran su máxima

delicia .n ,od" la península de Gaspé, donde pueden

calcular los deslizamientos inmemoriales de las tierras'

donde a veces una piedra en traje de arlequín' uniforme-

mente pulida por el mar, es en sí misma un testimonio' Se

pasan de mano en mano los magníficos fragmentos encon-

ir"do, alrededor de la Gran Caverna, donde se cruzan Por

doquier las aladas torres de las filas de trilobites' que evocan

1", plr.", mejor trabajadas de Bénin, poniendo distancia

dentro de lo posible, deljuego de sus luces grises' plataylila'

Hay algo a tiaué, de toda esa infinidad' que viene de tanto

-a, i.jo, que el hombre y que va también tanro más lejos'

Naturalme nte esto es cierto en cualquier Parte' Pero es más

evidente en un lugar donde cada paso nos trae el recuerdo

debidamente contextuado. Resulta una óptica' muy dife-

rente de la de corto plazo, que la que tiende a prevalecer en

las ciudades. El gran enemigo del hombre es la opacidad'

Esa opacidad .rrá fu.r" de él y de ella; y sobretodo de él'

donde se encuentran las opiniones convencionales y toda

clase de defensas sospechosas' Uno se pone a veces a Pensar

que la suerte ciel género humano se ha jugado el todo por

el todo, en una serie de partidas muy lejos de ser azarosas'

pero que una persza invenciblc ha homologado comoexperiencias, sobre las cuales los hombres dudan de volvr:r.Parece ser, por lo tanto; que la panida podría haber si,lojugada de manera muy diferente, I sobre todo, que .,rs

calamidades cada vez más generalizadas que marcan ,:u

desarrollo, de berían atesriguar que, desde cualquier pun _o

de vista, ha estado muy mal :onducida. Encabezando lóserrores iniciales que nos p"..,r.n más perjudiciales, está laidea de que el universo sóle .iene senrido en función delhombre y que no lo tiene, pj..¡.-plo, para los animales.El hombre se jacta de ser el gran elegido de la creación.Todo lo que el transformismo* ha podido revelarle sobre suorigen y sobre las necesidades biológicas generales queasignan un término a la duiación misma de su especie,quedan, de hecho, en letra muerta. Insiste e n ve r y compor-tarse como si esas revelaciones, apabullantes para su orgu_llo, no hubiesen tenido lugar, Las mismas reservas que losfilósofos le han enseñado a tener sobre la capacidad de suentendimienro, no aparecen en sus propósitos sino formal-mente y no lo disuaden en absoluto, en su fuero interno, dedisponer de las causas finales, como si ellas se refiriesenobligatoriamente a sí mismo. Sus trabajos incesantes nohan tenido jamás la fuerza para hacerlo romar conciencia de

' Transformismo: teoría biológica que explica la aparición de lasdistintas especies a través de las sucesiva, rranrformriiones de esasesPectes en otras.

:rz ¡il$"nNnÚ BREToN ARCANo

" $#,

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la indigencia de sus criterios. La facundia que le ha sido

ororgada y el optimismo obnubilante de que está provisto'

le llevan a felicitarse estrepitosamente Por el esrado de sus

tonocimientos' en tanto oue la mayoría vive en una cre-

,ciente falta de curiosidad r:al' y esos conocimientos' cada

vez otra cosa centrados sobre Ia comodidad inmediata' que

no es más que una caricatura del progreso, no demoran en

volverse esrruendosamente en su contra' Sus ideas son una

s ¿ma, sí, una suma de posrulados sin rigor' que habrían

podido ser otros y conrinúan imperturbablemente Pasan-

do l" cuenta de sus consecuencias, al riempo que una buena

cantidad de ellos son definitivamente deficientes' El desti-

no de esas ideas parece ser, cuando quiera que éste llegue'

el no poder remontar el curso que previamente siguieron'

El hombre las encuentra rigurosamente canalizadas hasta

su nacimiento y no es libre para hacerlas progresar sino

dentro de un cauce ente:.¿mente demarcado' Esa vía esrá

,,, bordeada de edificios: la iglesia, la escuela, el cuartel' la

fábrica, la tienda, el banco, de nuevo la iglesia y las estatuas'

entre las cuales, aquellas muy escasas' las sólidas' dan fe de

glorias reales y se disringuen aPenas de las vacías' que

irrnum.rables, rienden a consagrar las glorias usurpadas'

(Estas úldmas, por lo demás' no son las menos inquebran-

nbles: baste dar como ejemplo típico a La Fontaine' a

quien se da por sobrenombre "el buen hombre"' a pesar de

. li, prot.rtr., incluso antes que Ia mía, de Jean-Jacques

Rousseau y de Jean-Henri Favre. La Fontaine continúa' sin

el menor título, pasando por poera y riene en Francia laasombrosa prerrogativa de ser el primer educador de lajuvenrud). Entre el rropel de esos pedesrales y esrelas,seguiremos buscando vanamenre el lugar de los grandesaventureros del espíriru; de aquellos que hicieron al hom-bre enfrentarse a sí mismo, lo conminaron a conocerse enprofundidad o Io pusieron en posición de justificar susprerendidos ideales -se llaman Paracelso, Rousseau, Sade,Laurréamont, Freud, se llaman Marar, Sainr-Jusr... la lisrade este lado sería larga, e incluso ésros que ciro, con una odos excepciones, no han realizado acro revolucionarioalguno, sino en un senrido relarivo. ¿Cuándo habrá, porfir, un laborarorio enteramente nueuo en que las ideasrecibidas cuaQuiera ettat teAn, comenzando por las máselemenrales, las más aldvamenre desechadas como fuera delugar, sean aceptadas sólo como objero de estudio y bajo lareserya de ser someridas a un examen de aniba a abajo, pordefinición libre de rodo prejuicio? Digo que se regueriríaque esas ideas pudiesen ser desechadas un día, regisradassólo a beneficio de inventario. Me parece, en parricular,que no correspondería mosrrarse de masiado severo a priorien la perspecriva de la lógica, que ha demosrrado hasraahora su dimensión enreramenre desechable; y la moral nopuecie, sin impuciicia, prerender orra cosa que conciliar elmayor número de inrereses humanos, lo que exige, paraemPczar, que renuncie a fundarse sobre consideracionesextrat€rresrres o sobre las miserables reliquias de ésras. Sería

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t

,l

absolutamente necesario, con toda urgencia, remediar lo

que puede tener de limitante y aflictivo el concepto de

tiempo,por lo menos tal como se lo ha formado Occide nte.

Y correlativamente, obviar, a través de una mirada más

convincente de su necesidad, lo que hace al hombre que se

llama a sí mismo civilizadb, continuar haciendo de la

muerte ull evento de espanto, mientras que sobre este tema,

el salvaje podría servirle como Inodelo de dignidad' Es a ese

precio y sólo a ese precio, que las grandes instancias

humanas siempre oprimidas: la aspiración a la verdad, a ia

belleza, me atrevería a decir a la bondad, y en todo caso, al

poder del amor, lograrían tomar el toro por las astas y

regenerar el mundo tan rápido como ha sido destruido' Así,

se abrirían inmensos los campos del descubrimiento, des-

pués de lo cual, lo que conocemos no será más que pobres

concesiones horriblemente engrilladas. Dice extrañame¡lte

Apollinaire en su último ppema:

Queremos explorar la bondad, comarct

,l ,nor-, donde todo calla.*

Cediendo a la presión de los siglos no ha habido en este

poema más culpa que la de pedir perdón.

' "Nous uoulons explorer h bonté, connéc

énorme oü tout r tdit"

Conver.dría sobre rodo, rerminar con la idea que lacultura humana, ral como la propagan los manuales, es elproducro de una acrividad ordenada y necesaria, cuando hasido edificada sobre lo arbirrario y ha aceptado seguir elcamino general que le ha asignado la rutina. No hayabsoluramenre nada de faral en el hecho que haya alcanza_do tal o cual nivel, porque nada en su esencia misma objetaaquello en que se ha converrido, sino libremenre, por lomenos de cualquier orra resrricción. Ningún dererminis-mo válido, al inrerior de su marco, justifica pues el aplomode la mayor parre de las ideas que se trasmiten a rravés deltiempo, a las quevienen a engancharse, de paso, un mínimode ideas originales que se cuidan de rrasgreclir las prime_ras, salvo en algunos deralles. La educación actual esenteramenre defecruosa, en la medida que, definiéndosecoma positiva, comienza por abusar de la conf-ianza delniño, dándole como la verdad aquello que no es más queuna apariencia provisoria, o una hipótesis, cuando no unacontra-verdad manif-iesra; rambién en la medida en queimpide al niño formarse, en el riem¡ro requerido, unaopinión por sí mismo, imprimiéndole de partida cierrospliegues que convierten en ilusoria su liberrad de juicio.Los mismos hechos que se le presenran .omo vividos, conlos que se procura poblaruu -.-orl", que se entregacomo pasrc a su joven exalración, son amplificados oreducidos, \ enrrecruzados de ficción o por lo menos

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ilfrccido, d. *anera te:ndenciosa por las necesidades de una

Lurr, d. la cual lo m(',\os que puede decirse es que no es la

escolares-ilusraciones cuyo recuerdo, insisto, habrápena-do a yarias generaciones- es imposiblc defenderse de talasimilación. Esas ilustraciones no a¡rdan, en efecto, a

comprender el libro, ni comenran rampoco sus episodios

sobresalientes: y esta observación se aplica igualmente a las

anécdotas destinadas a llamar la atención de esos jóvenes

espíritus que adquieren en forma arbitraria giros bizarra-

mente ociosos, o en todo caso, irracionales y al mismotiempo muy concretos: su cuento parece desenrollarse

enteramente al margen de la relación histórica propiamen-'ite dicha y yo no puedo evirar, a la disrancia, ver como j

adquieren un carácter oculto muy marcado. Su rr"-" ,

difiere, en gran parte, de la del tablero general con el cual, i

no calza sino en algunos contornos. Es más, parece deslizar:ahí intenciones simbólicas secreias: los ancianos vestidos de

blanco recogen el muérdago bafo los robles con hoces deoro; "Recuerda el jarro de Soissons"; Carlomagno visirauna escuela y regaña a los niños ricos; Felipe el Hermosofabrica moneda falsa; Carlos VI dene un encuenrro exci-tant€ en el bosque de Mans, una joven pasrora de rodillasrecibe insrrucciones de San Miguel y de Santa Caralina; lamisma pasrora en la hoguera; Enrique III y sus "favoriros"

en el boliche; Enrique IV ahoga en la cosra a un ciertoMayenne; Eminencia gris; el Rey Sol; Luis XV niño matapájaros en una pajarera; ese excelente Luis XVI dedica sus

tiempos de ocio a la cerrajería (en lo que concierne a laRevolución Francesa, se le comunica genrilmenre al escolar

,,

l.l ho-br.' sino már. bien' de una cierta casta de indivi-

duos. No hace falta n,ls que por e.iemplo' hoiear un curso

elemental de historia de Francia -no hablo de las ediciones

revisadas y expurgadas que Pueden haber sido distribuidas

en estos últimos años- para atraPar en delito flagrante a

aquellos que otorgándose el derecho de operar sobre las

conciencias vírgenes, no logran a menudo otra cosa que

estropearlas para siempre. Justicia para Robespierre; Luis

XVI .rr, poilo ,le-ás, un buen rey, ral vez un poco débil

Gic); pero los verdaderos héroes nacionales continuarán

,i.n¿o honrados en ta persona de Napoleón: estas son las

ideas, generalmente indelebles, de las que la República

fr"n..o ha sido parddaria se le inculquen a niños' cuya

inmensa mayoría no sobrepasará la licencia secundaria'

Es aforttrnaio que la clase, muy consciente de los profe-

sores, se haya tomado todas las libertades que debía a

partir de tales circunstancias del programa' De todas

maneras, no es esa parcialidad escandalosa' ese espíritu

incorregiblemente reaccionario lo que me ha llamado

más la atención, sino todo aquello que puede' en su

transcurso, e mParentar a los susodichos historiadores con

los mitógrafos -en que la única diferencia' el teramente

d.ru..rt"lor" para los primeros- es que éstc; dan por

exacto lo qu. lo, segundos exPonen como mítico' Sobre

todo si uno ,. fija en las ilusuaciones de esos libritos

la"$¿*" aNonr BREToNARcANo rz $ rr

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que se le pondrá al tanto cuando sea más grande), Napo-

león bajo todas sus carasr su sombrero, etc.; Pero del siglo

XIX sólo lo necesario Para que la obra se cierre con una

hermosavista a la plaza de la Óp.ra' ¡Es posible concebir un

desdén más perfecto por las proporciones precisas! y ¿no

podríamos decir gue el autor persigue con esto un diseño

mucho menos naiue que lo que su lenguaje casual daría a

entender? ¿Que está menos PreocuPado de dar testimonios

verdaderos, que de influir sobre el inconsciente a través de

una parábola en ia que conduce el sentido y la unidad y que

pone a su merced a aquellos que no serán invitados a

aprender sino la letra? Siempre que se dé ese comPorta-

miento ambiguo, en un camPo en el que la más rigurosa

autenticidad debiera ser la regla, atraerá sobre sí todos los

recelos. Entre las ideas recibidas, las ideas históricas, en

tanto que la historia se escribe en el marco nacional, se

exigen las más exPresas reseryas. Aquí, como en otros

lugares, pero aquí particularrnente' un baño de escepticis-

mo prolongado sería recom:ndable lo más pronto posible'

No podrá plantearse la existencia de un nuevo humanismo'

irasta el día en que la historia, escrita después de haber

5enerado un consenso entre rodos los pueblos y limitada a

:tna soh uersión,logre tener como sujeto a todo el hombre'

en la medida que los documentos lo permitan' Y dé cuenta

con entera objetividad de sus hechos y gestas pasadas, sin

consideraciones especiales a la comarca que tal o cual habita

o al idioma que habla. El arte y la ciencia, en lo que les

concierne, :stán casi en ese estado degracia: no seve porqué

ésta no pclría extenderse a otras ramas de la actividad

intelectual. Es necesario decir, que no seveseñal alguna que

anuncie esa tregua de pasiones todas irracionales, de la cual

podrían resultar tiempos menos crueles.

Queridas sombras largamente atrapadas entre fuegos

contrarios, ayer casi replegadas; sombra frenética de Char-

les Fourier, sombra siempre trémula de Flora Tristán,

sombra deliciosa del Padre Enfantin, las burlas de que han

sido objeto no darán cuenta de ustedes indefinidamente

y agrego que sólo ellas predispondrán en su favor a los

poetes. Se les debe una gran reParación, los eventos

actuales la preparan, bien podría estar muy próxima; y esa

repa,ración deberá ser tanto más clamorosa cuanto más

tardía. La sociología tiene a bien darse grandes aires,

proclamando con insistencia un poco excesiva, que ha

llegado a la edad adulta; no veo porqué tendría el derecho

de acusar de inconsistentes y ridículos aportes como los de

ustedes, cuya audacia sin límites no lta dejado de esnr al

servicio de la extrema generosidad. I rs bufones que en el

arre han acogido, sin llegara descorazc narlo, a u ndouanier*

Rousseau consagrado a desarrollar :us posibilidades de

expresión instintiva fuera de los preceptos escolares; la

* Pintor'.francés apodado doudnicr.I

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indiferencia vagamente condescendiente de dgunos, que

sigue siendo ejercic.a a cuenta de un cartero Cheval* adve-

nedizo que, por me Jio de los peores recursos' hizo realidad

sus sueños; se vuel'¡en hoy o se volverán mañana contra

aquellos que hayan creído poder enfrentarlos haciéndose

los fuertes. Lo que siempre me hallamado apasionadamen-

te la atención, en obras como las suyas' es que han sido

explosivas en su época, que se producen enteramente

dentro de los parámetros asignables a una época y rinden

un tributo más amplio que las otras a las aspiraciones y

temores que constituyen el fondo común de la humanidad.

Si la reivindicación humana, Para que le sea posible un

triunfo parcial, debe aplicarse, en la práctica, sobre puntos

precisos, y para ello tendrá que poner a la ciencia de su lado,

no queda más que, bajo pena de un empobrecimiento

afectivo que la volvería estéril y, a decir verdad, que ya la

emenaza, fortalecerse y refundirse a veces en el deseo

irrefu na b le de! b ienestar colectivo, .demasiado rápidamen-

te acusado de utopía por aquellos a quienes ensombrece

individualmente. Mal que les Pese' Por lo demás, a los

grandes personajes muy Poco indulgentes, cuya expresión

desdeñosa ha sido acentuada a la dismncia por sus seguido-

res, que dirigen los destinos del socialismo científico, los

mejores destilados no nos harán ser condescendientes con

los vinos claros. A través de sus exageraciones ¡ de todo lo

' En el original, tl-reur Cheval.

tz $¡'ar.,onr BREroN,.

que en ellos procede de la embriagucz imaginativa, es

imposible negarse a ororgar a los escrirores reformadores dela primera mitad delsigloXIX, en el mismo grado que a losarristas primitivos, el beneficio de la extrema frescura. Deesta frescura esramos particularmente ávidos hoy. En el

campo social, así como en los demás, se puede esperar quede la confirsión ideológica sin precedenres que marcará elfin de esta guerra, surgirá un número apreciable de pro-puestas radicales que vendrán defuera de los marcos estable-

cidos; y desafiando la acusación de ingenuidad ranto comoIa de anricipación graruira y sin consecuencias, haránhablar fuerte al lenguaje del corazón y de los senridos, ar rela carencia provisoria de un lenguaje del espíritu. Presrerr-os

atención a lo que ese lenguaje nos trasmite, en honor a iosgrandes temas que le son propios -tal como aquél que llamaa consagrar la carne de la -nisma manera que el alma,sosteniendo que no son disc¡;iables- domina laidea de lasaluación teríefta por k mujer, de la vocación trascendentede la mujer, vocación que se ha visro sistemáricamenteensombrecida, contrariada o desviada hasra nuestros días,pero que no puede sino predominar triunfalmenre un día,con la ayuda suprema del mismo Goethe.

La consrrucción de la geometría de un riempo nototalmenre cumplido, requeriría del impulso de un obser-vador ideal, al margen de las conringencias de estos tiem-

ARCANo rz j[_\1t si

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pos, lo que para comenzar implica la necesidad de un lugar

ideal de observación. Ysi bien todo me prohibe sustituir a

ese observador, no es menos cierto que ningún lugar me ha

parecido cumplir tan cercanamente con las condiciones

requeridas como el Roquerío Percé tal como se me muestta

a determinadas horas, como a la caída del dla o en ciertas

mañanas de bruma, cuando se velan los detalles de su

estructura y se dibu.ia en él la imagen de un navío, gober-

nado siempre de manera imperiosa. A bordo, todo indica

la mirada infalible del capitán, de un capitán que también

sería un mago. Y es que la mole, totalmente desprovista de

sus aparejos, parece súbitamente preparada para el más

vertiginoso de los viajes de largo aliento. Nos permite

explicarnos, en efecto, que el agua acumulada en otoño en

las cavidades del roquerío, se hiele durante el invierno

provocando una continua distensión de la corteza, marca-

da por desprendimientos anuales de aproximadamente

trescientas t<lneladas. Los exoertos en esos temas no nos

han concedido, por cierto, la gracia de la pueril operación

arirmética que nos permitiria, una vez evaluado el peso

roral del roquerío en cuatro millones de toneladas, deducir

el :iempo global que requeriría para desaparecer, digamos,

ur.os trece mil años. Por poco autorizado que sea este

cá-!culo, tiene a lo menos la virtud de poner la enorme mole

en marcha, de proveerla de motores cuyo poder guarda

relación con el lentísimo y por lo tanto muy sensible

proceso de desintegración que ha sufrido. Es hermoso, es

conmovedor que su longevidad no sea interminable y, que

al mismo I empo, cubra tan amplia sucesión de existen-cias humanas. En su profundidad, hay más que tiemposuficiente para ver nacer y morir una ciudad como parís,

en la que los cañonazos retumban en esre momento hasta'en el inrerior de Notre Dame, cuya gran roseta se vuelca.He aquí que esa gran rosa vira y gira en el Roquerío: sinduda, esos golpes marcan una señal convenida, pues lacortina se leuanill Hemos sosrenido que , frente al Roque-río Percé, la pluma y el pincel debían declararse impoten_tes y es cierto que guienes son llamados a hablar de ésremenos superficialmenre, creerán haberlo dicho rodo cuan-do hayan dado fe de la magnificencia de ese cortinaje,cuando su voz, repe ntinamente más grave, haya intenran-do tender sobre él un resplandor sombrío, cuando hayanpodido poner algún orden en la modulación de Ia masa deaire que vibra en esos rubos magistralmente conrrapues-tos. Pero, a falra de saber que allí hay un corrinaje ¿cómopodrían dudar que su drapeado abrumador oculra unaescena enrre muchos planos? Y en primer lugar, detrás deé1, se bosqueja a manera de prólogo, un cuenro para niñosque no riene otro fin que ordenar i,as luces: la duraescarcha de cabellos blancos ya casi no e ve allí, su cocinade ruidosa hechicera, ya no sabe como hacerla sino en las

grandes marmiras, a la puerta de la ;asa. No imporracuanta sea ru rabia al no poder reducir rodo a migajas,cada vez cr.e sale debe encerrar con doble llave a lapequeña quc esrá al cuidado de su lechuza. Pero el pájaro

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se ha ganado la confianza de la niña enseiíándole de

"uror", boreales: a''cambio de la libertad, le ha dado el

secreto pata €ncencer instantáneamente' desde cualquier

ángulo que quiera de la desaliñada habitación, un ojo

centelleante y fij", parecido al suyo' Basta tocar una

cáscara de nuez vacía con una húmeda paja de escoba' El

fuego prueba ser el más cautivante de todos y la pequeña

que de tanto escuchar a la lechuz'a, ha adquirido una

mirada lo bastante perpicaz como Para poder darse una

fiesta a través del ojo de una aguja, no tarda en pasear la

paja encantada por iodos los orificios posibles, desde los

,g,rj.ro, del escurridor hasta el de la cerradura, desde el

oj"l de un viejo zaPato hasta el último del vestido' Y todo

.ro ,. pon., no sólo a mirar, sino a hacer la luz y todas las

luces se aprestan a comunicar, cuidando de mantene r los

aspectos distintivos de sus fuentes: están los que se inician

en una almendra azul en la cual se ha practicado una

ventana, detrás de la cual se prende una iámpara; otros en

un grueso granizo que comienza a fundirse en una calle

polvorienta, otros en un ovillo de seda verde desteñida

bajo las garras de un gato negro, otros en.aquello que

puede restañar la sangre del dedo de una hermosa árabe'

,er,rlt"do de un pinchazo en un rosal' ¿Dónde hago

intervenir a esa pequeña, si para pintar no hizo falm más

que una sola ágata de Percé? Yo querría hacirla saltar la

cuerda al interior de las piedras. Los químiccs se obstina-

rían en no ver otü cosa que la sílice que, llevada por el

16 S nNnrÉrnno;'t ARcANo rz $r.:Lf sz

agua, se deposira y cristaliza en las cavidades minerales.Pero la niña no ha tenido más que dirigirse hacia la escobapara ponerlas en fuga. Es un hecho: todas las luces comu-nican. La antigua choza ya no está, la escoba se ha ransfor_mado en una garza- que recorre roda la exrensión delroquerío. El cuerpo de la garza ha venido a insertarsenaruralmenre en la hendidura de la brecha, la misma desCedonde he gozado al tomar el ángulo de visión necesario paraver la salida del sol; y es el cuerpo vaporoso que soporra rodcel arco ahora sin peso. Sobre un .r..n"rio giratorio, Ioselefantes blancos encadenados al ritmo del viento y de lasolas están arrodillados, volteando sus rrompas dirigidas alcielo en el senrido de las lunaíde sus uñas, sin engendrarcon su insensible balanceo orra cosa que la imagen

"ho."trantparente del Roquerío. Allá, donde no podía verserecién sino los trazos repentinos del cuarzo, esas rrompas asu turno, se pierden en la luz difusa para dar lugar a milesde heraldos portadores de oriflamas que se dispersan entodos los sentidos. En esas pavesas claras franjeadas de oro,a nadie se Ie ocurriría reconocer a los de dura estofa que sehan alzado y se alzan aún detrás de todas 1",

"rr.nt.r.",peligrosas de los hombres. y es, por lo ranro, toda esa- marejada de banderas, gobernadas _lo hemos visto_ por un

despojo de la bandera pirata y en proa hacia una rransmu_tación deslumbradora, que se apodera del roquerío hasraque parece ser roda su subsrancia. y la proclamación,declamada a los cuatro vientos, ., .n .f..ro importante ya

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f ;,'." ' L*t.o.. J^'.

;lt::''a rt, I La

que de las bocas radiantes acordonadas de seda arcoiris' no

se propaga a todos los ecos más que la nueva de siempre:

la gran maldición se ha levantado, es en el amor humano

a""¿. reside todo el poder de regeneración del mundo'

"Y un poderoso ángel levanta una piedra que Parece una

gran rueda de molino y la precipita al mar diciendo: es con

este estrépito y esta impetuosidad que caerá esta gran

Babilonia y no se la verá más". Pero la profecía omitió

decir, que hay otra piedra parecida a una gran rueda de

molino, que le hace exactamente contraPeso en la balanza

de las olas, que se levanta tumultuosame nte' fogosamente

en cuanto la otra se hunde; ej-*I9l-t!-hombre y la

mujer al que la mentira, la hipoctai" y'n -Gii" fil"la-

@f_,-0.y:"g"t"**r;j: ji-91'L?n;;qu¿rqG'h¡tró ri.;il" t.,F^i" ;;;; h" d.Uido esquivar la vi gil an-

cia de antiguas religiones furibundas y comienza a balbu-

cear, tan t"rd., .n.l.anto de los trovadores' Y en [a piedra

que sube , sie mpre unacon'tlroguerío que contemplo' sus

,r.o, .n descenso, atravesados por todos los rayos de la

luna, las almenas de los antiguos castillos de Aquitania y'más lejos, detrás de ellos, el de Montségur' siempre

ardiendo. Allá, esa ventana atrapada en la hiedra' esa

ventana ele vitrales rojos esrriados de relámpagos' es la

u.nr"n. de Julieta. Esa habitación, en el primer piso de un

albergue perdido en el valle, cuye puerta abierta deja paso

libre a todos los músicos en tropel, es donde Kleist' Puesto

a desanudar para siemprc la solcdad, ha pasado su última

noche. Esr pálida rorre en cuya exrensión se clespliega unacascada dbrada que va a perderse e¡r la arena, es l:r torre deMélisande, como si sus ojos, canales de golondrinas'deabril ysu boca, árboles en flor, no estuvieran tan cerca míoen esa choza desde donde miramos. En la piedra que subeahora toralmenre imbuida de azul pcro dañada de vaga-bundos fulgores bermejos -como para creer que la bellasangre humana no puede faltar- se puede ver aún al navíoque levanta su ancla, sus chimeneas vomitando en gran-des voluras al iascinador vencido que tto es de rtingunanzanert quien se dice que r.r, sino la boa que se enroscabaen los meandros de la pesada roca v que, mienrras el

pensamienro enfilaba de aquí hacia orras regiones, co-menzaba a silbar cuando no a abrir sus fauces rriangularesen la escotadura. En é1, hemos renido tiempo de recono-cerle, é1, el único arresano de la opacidad y la desgracia, elque triunfa sin luchar: "Ni muerto, ni vivo. De la bruma.Del fango. Informe." Aquel que se llama de joven peer

Gynr: el gran Torcido. Ninguna duda de que renace másimpúdico y más vil que nunca, de lo" supuesros arrepen-timientos y las irrisorias veleidade: de mejoras que se

saldarán en moneda falsa al rérmino r e esra guerra. Por lotanto esa arca permanece, aunque r o pueda hacer quetodos la vean; esrá cargada de rod¡, la fragilidad perotambién d,- toda la magnificencia del don humano. En-gastada €iir sü rTlxrflvilloso iceberg de piedra de luna, esrá

muda por'tres hélices de vidrio que son el amor, pero

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aquel que entre dos seres se eleva a Io invulneraüle; el ane,

pero sólo el arte qu, ha llegado a su más alta expresión; y

la lucha a ultranz¿ por la libenad. Al observarlo más

disrraídamente dest .e la ribera, el Roquerlo Percé es alado

sólo gracias a sus p,jaros.

feá;.7,r,.,, .4, Áfr%ry

{-q* re- ¿4\t/ ,ez-e,- -_ .4/,

ft;'L sruü-i'," . ':

Melusinadespués delgrito. Melusina bajo elbusto, ve¡centellear sus escamas en el cielo de otoño. Su empalmedeslumbranre ciñe ahora tres veces una boscosa colina queondula en olas según una pi:rtirura en la que todos losacordes se ordenan y repercuien sobre los de la capuchinaen flor. Se habrían practicado corres para abrir esas pen-dienres de ski; por lo menos eso es todo lo que quiereretener la inrerpreración profana; pero habría que admirirentonces, que mucho antes que la nieve , sus curvas se vistende ia más bella escarcha, la escarcha azul que, si uno eviradivagar por todos los caminos conocidos y aún los esboza-dos -y ésta debe ser la única regla del arte- rermina porimponer sus palmos de desesperanza de pintora de venta-nas mentales. Melusina, es su maravillosa esrela, perdién-dose dramática enrre los pinos, en el pequeño lago queadqr.riere allí el color y el filo de un roble. S!:::ST¡*]"

* T gJgr_pgdidf_! ",q 9. ql n t a- : q I a_l ggg.

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13 qqe¡lcals de ranrar pru.b"s, poJl.ieUs_i.lfaü.d¡mujer ree nconr¡ad4. Ydg par¡rlx g qgee$lo que la rn-ujer

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Page 29: Arcano 17, Breton (1945)

s-eL9,9l,c_u_qttr._e.pígr,ltf qa;_g,u.g¡,_rg!d4*L!egoj9.g9ry_ejl

¡ravés de esos infiernos a que la conde'111. ¡!,n e! agxitig ¡nás

pEb&T4!' qqr-qi4'-lcti*ó anus-engsneral'

t.i-e,¡g {e_ ella¡Cuántas veces, en el transcurso de csra guerra

y aún de la anterior, escuché resonar el grito enterrado por

nueve siglos bajo las ruinas del castillo de Lusignan! La

mujer es, después de todo, la gran víctima de esas emPresas

militares. No olvidaré jamás los brazos de la mujer, en

ciertas tardes de París, en la estación del Este, la admirable

y perturbadora figura que comPonían. Era menos la cara

que el brazo lo que en el aire 1a enrarecido 7 falso, rcnía

entonces es€ acento único. Los brazos de aquellas que

amaban verdaderamente' que perdían todo; ese brazo de la

Tetis de Ingres, ese brazo hecho para retener y suspender,

ese brazo que también hace tan conmovedora y un algo

inquietante la laxitud de la articulación del codo, que le

permite plegarse un Poco hacia atrás (en circunstancias

parecidas un gesto como ése se convierte en un gesto

rrágico). Toda la mujer; todo aquello que no está irreme-

diablemente alienado en las íormas de sentir que le son

propias, se detiene en el movimiento lujurioso y pródigo de

es: brazo; movimie nto que me lleva a recordar qué extraño

final tiene asignado, como Para recalcar que arriesga dislo-

cá¡:s€ si se subleva. Y todo ello es desafiado, humillado y

negado hasta el límite por el aparato de una guerra de cuya

excitación fisica no Participa mujer alguna digna de ese

nombre, a menos que esté directamente am€nazada su vida

o la de algur. o de los suyos. Siempre me ha provocadoestupor que su voz no se haya hecho oír en esas circunsran-cias; que no soñara con sacar todo el partido posible, todoel inmenso partido de dos inflecciones irresisribles y sinprecio que le han sido dadas: una para hablar al hombre enel amor, la otra para concitar en ella toda la confianza delniño. ¡Qué presrigio, que porvenir no habría podido renerel gran gesto de rechazo y de alarma de.la mujer! Ese grirosiempre poderoso y qu€ por un maleficio, como en unsueño, no logra hacersalirdei plano virtual. ¡Si en el devenirde esros úldmos años hubiera podido posarse, sobre rodoen Alemania y que, por imposible hubiera sido lo suficien-temente fuerte como para no haber podido ser acallado!

Que después de ranros "santos" y de heroínas nacionalesatizando la combatividad de uno y orro campo, una mujer,simplernente mujer, operara el tan distinto milagro de,extender los brazos sobre aquellos que van a luchar paradecirles: Sois hermanos. La mujer, ¿es necesario enronces

que el yugo la someta, para que vea enronces algunaoportunidad de jugar su rol; para que aLdique sin vuelrafrenre a los poderes que le son tan manifie.;tamenre conrra-rios? Esta crisis es ran aguda, que por mi ¡ arte no descubromás que una solución: lleglg 4qtTpJ _l_e t'tSgly3lgfl^ideas de la mujer a expensas de las del hombre, cuyo fracaso__._.1 __--

se consurna i,rn estrepitosam€nte hoy. Es al arrista en

farffiiar a quñ-¿ó?i;p^o-"8; "u.tqu.

no sea más que en

protesta contia ese escandaloso esrado de cosas, hacer

(Gt'e-va¡

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predominar al m:iximo todo lo que surge del sistema

femenino del rnundo, en oposición al sistema masculino;

de hacer hincapié exclusivamente en las facultades de la

mujer; de exaltar,,nejor aún, de apropiarse hasta hacerlo

celosamente tuyo, ). aquello que la distingue del hombre

en su forma de er rluar y de querer. A decir verdad, esa

dire cción que me gustaría pode r asignar al arte, no es nueva;

hace ya tiempo que ésre le ha sido implícitamente sumiso;

en gran medida, y mientras que más nos adentramos en la

época moderna, mas contamos con que esa predilección se

afirme y tienda a la exclusividad. Rémy de Gourmont no se

ve libre de ésto por sus injurias a Rimbaud: "Temperamen-

to de niña", decía. Una apreciación de este tipo da hoy la

medida de quien la expresa: bastaría para instruir el proceso

a la inteligencia tipo masculina de fines del siglo XIX. Por

un lado el gran viaje : nada menos que "cambiar la vida"; por

otro, la baba de la rata comelibros. De esas dos actitudes,

piénsese solamenie lo qiie ha configurado estos tiempos: se

observará por un lado al espíritu en ascensión gradual y

siempre seguro y por otro una constante pérdida de ener-

gía. La justicia se ha visto pues, cumplida; me limito a pedir

que en el fluturo sea aún más expedita. Que eliarte dé paso,

resueltamente, al supuesto "irracional" femeriino, que sos-

tenga con fer<¡cidad que su enemigo es todo aquel que

teniendo la presunción de ser seguro, sóli {o, lleva en

realidad la marca de esa intransigencia mascul:naque, en el

plano de las relaciones humanas a escala internacional,

ca ff',tNonÉ Br$Tor

muestra sobradamente hoy de lo que es capaz. Se acabó el

tiernpo, digo, de quedarse hoy en las veleidades, en las

conccsiones más o menos vergonzosas; es preciso pronun-ciarse en el arte sin equívocos conrra el hombre y por la

mujer; @psdq_qgq gj!áa4¡ q qe

qlgg$t b-ugd9is¿p-ag-d-eyaLvsr g-$p-oder a las mano-s

d,._lq¡suie.r, de denegar al hombre rodas esas instancias, en

¡anto la mu,ier no llegue a retomar de ese poder su parreequitativa; y_S$o yr ngggglgjlr_g en la vida.

Ivlelusina después del grito... el lago centellea, es unasortija ¡'es siempre rodo el mar pasando a rrávés del anillodel Dux, es preciso pues, que esra alianza sea consagrada portodo el universo sensible y que ya nada pueda hacer que se

quiebre. Melusina bajo el busto se broncea con todos losreflejos de I solsobre el follaje de otoño. Las serpienres de sus

pie rnas danzan al son del ramborín, los peces de sus piernasse zambullen y sus cabezas reaparecen más allá comosrrspendidas en las palabras de ese sanro qu€ les predicabacn las meseras; los pájaros de sus piernas levantan sobre ellael filamento aéreo. Melusina, a medias recuperada por lavida, en pánico; Melusina la de exrremos inferiores depiedrecilla, o de hierbas aromáticas, o de plumón, es a ellaa quien invoco, no veo a nadie más que ella, que puedaredimir esta época salvaje. Es la mujer enrera y por lo ranro,

ARCANO tz .:.,-;;i: Ci

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h i' ¡ I,rriert lt \--.ir /

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la mujer tal como es hoy, la mujer privada de su base

humana, prisionera de sus raíces tan movedizas como nos

es dado concebir; pero también a través de ellas en comu-

nicación providencial con las fuer¿as elementales de lanaturaleza. La mujer privada de su base humana, la leyenda

así lo quiere por la impaciencia y el celo del hombre. Esta

base sólo podría serle restituida luego de una profunda

meditación del hombre sobre su error y de una larga

penitencia proporcional a la desdicha que este ha provoca-

do. Pues Melusina, antes y después de la meramorfosis, es

Melusina.

Melusina, ya liberada del peso de la fatalidad desenca-

denada sobre ella por el hombre; Melusina liberada,

Melusina antes del grito que debe anunciar su regreso;

porque ese grito no podría ser oído si no fuese reversible,

como la Píedra del Apocaliprir y como todas las cosas. El

primer grito de Melusina fue como un ramillete de hele-

chos comenzando a quebrarse en una alta chimenea; fue el

j-rnco más frágil rompiendo sus amarras en la noche; fue,

en un relámpago, la espada calenrada al blanco ante los ojos

<.: todos los pájaros de! bosque. El segundo grito cle

I felusina debe ser el descenso del columpio en un jardín

donde no hay columpio, debe ser el retozar de jóvenes

caribúes en el claro, debe ser el suefio del alumbramiento

sin dolor.

Melusina en el insranre delsegundo griro: ha brorado desus caderas vacías, su vienrre es toda la cosecha de agosro;su torso se hace esbelto en el fuego de artificio de su rallearqueado, ceñido por dos alas de mariposa; sus senos sonarmiños aprisionados en su propio grito, enceguecedores a

fuerza de limpiarse la boca aullan¡e con carbón ardiente. ysus brazos son el alma de los arroyos que canran v perfu-man. Y bajo la cavidad de sus cabellos desreñidos, se

componen para siempre rodos los rasgos disrindvos de larrrujerlniña, de esa variedad ran particular que siempre hasubyugado a los poetasp orque el tiempo no ha pasado sobrcelh.

La mujer-niña. Es su advenimienro a rodo el imperiosensible lo que el arte sistemáticamente debe preparar.Debe renerlo consrantemente presente en su triunfo, ha-ciendo huir a los murciélagos de desolado vuelo silogísrico,mientras los lusrrosos gusanos tejen a su amaño el hilomisterioso que, sólo é1, puede llevar al c rrazón del dédalo.Esa criatura existe y, si no esrá investida [e la toral concie n-cia de su poder, no es menos cierro que er ella a quien vemos

de tiempo en tiempo hacer una apariiió., en el sistema,

tomar por l.n corro riempo el mando de los delicados

engranajes r:l sistema nervioso. Y es Balkis de ojos ran

grandes, que aún de perfil, parecen mirar de frente; y es

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i

Cleopatra en la mañana del Actium; y es la jo. :n hechizada

de Michelet al cuidado del arenoso páramo y es Bettina

cerca de una casca Ja hablando por su hermano y su novio,

y es, más oblicua ¡:.ún por su misma impasibilidad, el hada

del grifo de Gust.,ve Moreau; y eres tú. ¡Qué de recursos

felinos, de ensoñ¿iciones de someterse a la vida; de fuego

interior que marcha frenre a las llamas, de la travesura al

servicio del genio y, por sobre todo, de la extraña calma

recorrida por la luz al acecho, no están contenidos en csos

instantes en que la belleza, como para dar una visión más

amplia, repentinamente se torna vana, deja morir en ella la

vana agiración de'los hombres! ¡De cuánta fuerza explosiva

están cargados esos instantes! El rostro de la mujer-niñadisipa a su alrededor los sistemas mejor organizados, por-

que nada ha podido hacer que sea subyugada o incluida porellos. Su apostura desarma todos los rigores, comenzando,

y yo no sabría ya cómo decírselo, por los más antiguos. Lomismo que la golpea la afirma, la suaviza, la afinca y p^r^decirk¡ todo, la logra como el cincel de un escukor ideal,

dócil a la armonía de r¡na ley preesrablecida que jamás acaba

pues, sin posibilidad de dar pasos en falso, él está en la rura

de la perfección y aquella ruta no tendrá final. Y la mue rre,corporal rnisma, la desrrucció¡l fisica de la obra, no es, al

producirse, un final. La iluminación subsiste, qué digo, es

la estatua entera, más bella aún si fuera posib'ie, despertan-

do a lo imperecedero sin perder nada de -;u

apariencia

carnal, su substancia hecha de un cruce sublime de rayos.

ca ;,;.i$ auona rrne'rcARcANo rz .1,; cl

¿Quién entregará el cerro sensible a la mujer-niña?

¿Quién dererminará el proceso de sus reacciones aúndesconocidas para ella misma, de sus volunrades sobre lascuales ha sido tan altivamente lanzado el velo del caprich r?El que lo haga deberá haberla observado largamente fren,ea su espejo y previamente, le habrá sido necesario rechazartodas las formas de razonamiento de las que los hombresestán ran pobremente orgull,rsos, tan miserablemente en-gañados; hacer tabla rasa de ios principios sobre los cualesse ha edificado de manera roralmenre egoísta la psicologíadel hombre, que en ningin caso es uálida para la muj er, a finde instruir la sicologfa de la mujer conrra la prirnera, pa.raconciliarlas posteriormente. He escogido a la mujer-niña.no para oponerla a la otra mujer, sino porque en clla y sóloen ella me parece que reside, en el esrado de transparenciaabsoltrta, el otro prismade visión del que se rehusa obsrina-damente dar cuenra, porque obedece a leyes muy disdnras,de las que el despotismo masculino debe evitar divulgar a

cualquier precio.

De la cabeza a los pies, Melusina ha vuelro a ser mujer.El día después ya ha pasado, en las novelas de caballería, en

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los graneros entregados a su olor especial, tan impregnado

de polvo, ella se ha reintegrado al marco vacío del cual

incluso su imagen había desaparecido en plena época

feudal. Pero, poco a poco, el muro en los límites del marco

se resquebraja, se borra. Ya no hay otro marco que el de una

ventana que se abre a la noc\e. Esa noche es total, podría-

mos decir la noche de nu:stros tiempos. La espléndida

Melusina ap€nas reencontrada, temblamos Por temor a

1ue se haya desvanecido e nteramente. Sólo el aullido de los

, cbos. El marco esú desesperadamente vacío. Si se lo tnira

ijamente no surge n de él sino figuras de larvas plesas de los

peores tormentos, las peores envidias. De un Bosh ciego,

esas caras sin consistencia ni colores, todos con expresiones

atroces que pasan por las más horribles transformacioncs,

sostienen la escena por algunos segundos antes de descen-

der lúgubremente de derecha a izquierda para dar lugar a

otros mas aterradores que les siguen; ¡es un tropell Un

cortometraje nocturno y descolorido: están lejos de haber

dejado el campo libre. ¿Porqué ninguno reverbera en ese

camino estrecho y resbaladizo? ¡Ahí! Lo olvidaba" ' las

sirenas de alarma, su infame torniquete, debe ser una de

esas cortas pausas Para exPresar la amenaza. En esas dos

caras laterales, las mujeres en bata de levantarse deben aún

bajar niños apenas despiertos que tienen miedo' Prohibido

avanzar: seguro, ya no es Ia vida. El silencio ahora, Peor que

todo. Paso la mano sobre mi frente. La noche engañosa' De

espaldas un auto que cruza' ¿una tramPa o una pila de

carbón? Qebe ser una conferencia másque se prepara; y deuna ventana enteramente diferente, aposraría, el mismoespectáculo: ¿una pila de carbón, una rrampa, o un auroque cruza? Unos concertarán proyecros sin envergadura,mienrras que los orros harán valer o disimularán inreresessórdidos, porque ni unos ni orros me han enrendido; es porlo demás su sisrema de referencias común el que es indigen-te, falso. Esto para el futuro, ral como cree n poder disponerde é1, por lo menos... No han cambiado en veinre años yson los mismos que se preparan a partir de nuevo. Es muydifícil inreresarse por ellos y a decir verdad, ellos tal vez nilo desean: son los caballeros del funeral.

He cerrado los ojos para recordar con rodas mis fuerzasla noche verdadera, la noche desprovista de su máscara dcespanros, la suprema reguladora y consoladora, la grannoche virgen de los Himnos a k noche. Ha sido precisoesperar que la perturbación se disipara en su superficie,dejarle tierñpo para reposar. Ahora ha llegado para quedar-se en el maico que llena hasra el desborde con sus miríadasde faceras. No tiene fondo como el ,liamante; y sólo losamantes que hayan logrado aislarse ¡,eligrosamenre parainclinarse sobre ella desde una ven:ana arrojada a unparque, mienrras a lo lejos la fiesta ard: enrre los rosales decristales y las burbujas de músicas bajo las hileras delámparas, s .brán qué bóvedas de espejos, qué rosa de lucesde un faro en una noche como esra, alinrenra¡r su ebriedadde resplandor; podrán testimoniar que es en una noche

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como ésta y sólo en ésta, que los impulsos del .rrazón y de

los sentidos encuentran su reposo infinito.

Es toda la mági':a noche en el marco, toda la noche de

encantamientos. Los perlumes y temblores trasvasijan el

aire entre .los espíritus. La gracia de vivir hace vibrar en

sordina sus flautas de Pan bajo las cortinas. El cubo negro

de la ventana ya no es, por lo dcmás, tan difícil de rornper:

se ha visto penetrado poco a poco por una difusa claridad

de guirnaldas, como una enredadera de luz que se apega a

las dos aristas transversales de arriba y no cuelga por abajo

del tercio superior de la figura. La imagen se precisa

gradualmente en siete pisos que se convierten en estrellas,

mientras la parte inferior del cubo queda vacía. Las dos

estrellas más altas son de sangre, representan al sol y la luna;

las cinco rnás bajas, alternativamente amarillas y azules

como la savia, son los otros planetas conocidos antigua-

mente . Si el reloj no se hubiera detenido a medianoche, la

aguja más corta habría podido, sin cambiar nada, dar

cuatro veces vuelta al cuadrante antes que emanase del cenit

la nueva luz que domina a las primeras desde arriba: una

estrella mucho más brillante se inscribe en el centro del

primer septenio v sus ramas son de fu.go rojo;7 amarillo yes la Ca¡rícula o Sirio, es Lucifer portador de lri luz y es, en

su gloria primando sobre todas las demás, la Cstrella de la

Mañana. Es sólo en el insrante de su aparición que el paisajese i.lumina, que la vida vuelve a ser clara, que justo bajo el

-foyrluminoso que acaba de someterse a los precedentes, sedescubre en su desnudez a unajoven arrodillada al borde cleun esranque, que vierte con la mano derecha el contenidode u¡ra ánfora de oro, mientras que con la mano izquier.Javacía sob¡e la tierra no menos incansablemente, el de una,.1fo: t ql"ta. A uno y otro cosrado de esra muje r que, rr.ásallá de Melusina, es Eva y ahora toda la mujer, tiembla aladerecha un follaje de acacias 7 a la izquicrd" ur," mariposaoscila sobre una flor.

Cuando la suerte re llevó a mi encue nrro, la sombra másgrande me habiraba y puedo decir que es en mí que esavenrana se abrió. La revelación que tú me rrajiste, inclusoanres de saber en qué podía consistir, supe que era unarevelación. Comprendí, al verte aparecer, al escuchar rusprimeras palabras, que en un cierro senrido desesperado,vertiginoso y sin freno, de los pensamientos donde ocurreque la máquina mental está ran fuertemente afianzada quenos hace perder k pista, he debido rocar uno d. .ro, polo,que generalmenre esrán fue¡a de nuestro alcance; accionarpor azar esa sirena escondida que llama a los soconosextraordinarios. Siempre hecreído en esos auxilios; siempreme ha parecido que una tensión exrrema en la forma de

zz lii$,rNoru BREro¡ARcANo

'z {';} z.l

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soportar una prueba moral, de la que no quiero permitir

queote distraigas ni siquiera de manera imperceptible, o

consentir en limitar su devastación por medio de algún

ejercicio, debía provocar naruralmente ese auxilio y creo'

además, haberlo verificado innumerables veces. Que se

trate de pruebas en las cualls todo lleva e Pensar que no

pbdremos salir o de pruebas menores' Pieñso que la actitud

a tomar es mirarlas'a la cara y deiarse ir. Considero ésto

r',ílido, tanto para el dolor como para el tedio. En el plano

i;rtelecrual, es al haberme dejado ir aI fondo del tedio que

lie llegado a encontrar soluciones insólitas, enteramente

füera de la investigación de.ese mom€nto, algunas de las

cuales me han dado razones para seguir viviendo. Pero

cuando has llegado a ese Punto, ya es otra cosa. lJna gran

parte de Ia tierra no era más que un espectáculo de ruinas.

En mi interior, me habría sido necesario aceptar sin por ello

resignarme, que todo lo que había considerado indefectible

en el campo de los sentimientos, sin que pudiera saber por

cuál ráfaga, había sido arrasado: no quedaba como muestra

más que una niña de quien, presa de la aprehensión más

justificable, se me ha podido oír hablar antaño. Esta niña,

t"d" l" injusticia, todo el rigor del mundo, la habían

separado de mí, me habían privado de sus hermosos

despertares que eran mi alegría; me habían hecho perder el

contacto maravilloso de cada día, se preparaban a alejarla

aún más de mf. Yo no ayudaría a la conformación de ese

joven espíritu que venía a mí tan resplandeciente, tan

abierto. En mí estaban instaladas unas ruinas que jamás

florecerlan con esa rosa. Y las ideas por las cuales el hombreriende a mante ne rse en contacro definido con los demás, las

ideas, ampoco salieron indemnes: aún más ruinas, sólofachadas que se mantenían en pie, recinro de la Torre deBabel. Las palabras que las designaban, rales como de recho,justicia, libertad, habían adquirido sentidos locales, con-tradictorios. Se había especulado ranro, en unayorra parre,sobre su elasdcidad que se logró reducirlas y exrenderlas acualquier cosa, hasta llegar a hacerlas decir precisamente locontrario de lo que querían decir. Seguramenre la dicradu-ra militar encontró su lugar en esa desrrucción cada día más

meticulosa del valor semánrico, destrucción a que el perio-dismo más obtuso y cínicamenre venal se había dedicado.

Aquellos que guardaban aquí y allá, el cuidado por los

significados correctos, con todo lo que junto a Io emorivopuede válidamente conmover al hombre, esraban consrre-

ñidos al silencio, en la imposibilidad de comunicarse enrre

ellos e incluso de contar unos con orros.

Será difícil a la distancia, una riez ,nás, medir Ia exten-

sión de lo' dominios a que la óptica de guerra somete al

espíritu cr: 'ico general. Nada es más sintomático, desde esa

perspectiva, que lo amargo del debate a que ha dado lugar

una obra reciente, de pequeíras dirnensiones, que fue

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distribuida en varios países a lt vez; quiero ,rablar de

Si lencios del mar, obra fir mada con el seudónimc "Vercors",

que se presentaba co;no surgida de parte de la resistencia en

la Francia ocupada. Sus lectores, innumerables, se encon-

traban repartidos e r dos campos enemigos decididos a

luchar. Unos veían ' n eila, sin discusión posible, una obra

maestra: aún más, lá aclamaban como el resultado de un

esfuerzo inestimable para superar el conflicto actual sin porello dejar de vivirlo en todo su rigor; por recuperar -sindetenerse más que lo necesario en su comprensión entere-

mente exte rna, episódica- los ve rdaderos valores humanos.

Los otros, con no menos pasión,la denunciaban como una

falsa disfrazada, una explotación execrable de la propagan-

da alemana, una de las tantas maquinaciones pérfidas

destinadas a minar la moral de los países aliados. Mientras

que, en atención a la ambigüedad de la tesis del libro y a la

imposibilidad provisoria de verificar su origen, se exigiría

una prudencia extrema, ios unos y ios otros, a su conve-

niencia, abandonaron toda sangre fría. Desde ambas par-

tes, la misma dimisión crítica. Alternarivamente exaltada o

maldita, la obra lleva una vida enteramente fuera de caucc,

creando por este hecho un anrecedente deplorable. En los

juicios que de ella se hicieron, nada hay que provenga de un

examen profundo de sus medios, que descanse en una

evaluación comparada de sus méritos y debilidades inrrín-secas. No se ve una apreciación sino de aquello i-rra lo que

pueda servir en lo inmediato, o verse perjudica..o. ¿Quién

puede no ver el peligro que esra forma de abordar la obra,dando rodas las licencias a esros prejuicios, represenra parala libertad de expresión lireraria y artístical Si no esramosatentos, quién sabe que oscurantismo implicará su exten-sión inservible a las obras del pasado.*

. He aquí, por lo tanto, donde estábamos; donde estamosaún. ¿Y quién podrla felicitarse de haber escapado enrera_mente del contagio, de dirigirse de otra forma que atropezones en esta bruma? El espacio, el tiempo mismo queservían de bases comunes de orientación se han visro, anrenuestros ojos, barridos o disconrinuados. Cierto, cada unorealiza por cuenra propia la operación que consisre enrevincular los países más separados entre sí por todas lasantiguas y aun las ñruras líneas de tráfico: no es mJ .os

cierto que por mucho riempo esos países habían viv.Coreplegados sobre sf mismos, en la casi ignorancia de queaquello que se resenrla, esraba realmente fuera de suifronreras. En Europa, en lfrica, en Asia, los esrados deconciencia se han repartido en islotes bien separados los

* El autor de Sibncio d¿l nar fuc lucgo descubierto, anulando lassospechas dc las que fue objeto, dejanJo cn claro d. que l"do ,.encontraba la sicosis. Pero el fondo de csta observación sigue tcniendosenrido.

ze S aNnr.f BRLToN r

ARcANo rz i$'zz

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unos de los otros. Las masas humanas, entregadas inicial-mente a la orgía de la conquista, han aplasrado a orras rnasas

humanas; en principio, infinitamente dolienres no han

podldo, durante años, hacer orra cosa que apelar a rodos sus

recursos yhoyse levantan heridas, en tanto que las primeras

se aprestan a conocer el talión. Pero quién sabe, de lejos y

sin duda rambién de cerca en la medida que aquellas se

levantan, quién tendrá la pa.rte del poder de la ene rgía que

han acumulado y es preciso decir también de la fariga, una

'lez pasado ei primer momento de entusiasmo. Se han dado

;:'risa en tender un puente entre el París de principios de: 940 y e I París de 1944, pe ro sólo un espíritu simplista se

ciistraerá con la ilusión de que esos dos París son el mismo.

El gran desconocido es el pensamiento del París actual y de

algunas otras ciudades de Europa. Ese pensamiento no ha

sido aún descubierto. París, sus calles, sus plazas, los

últimos documentos, son un enigma total: se trara de saber

qué corrientes sensibles trabajan desde entonces para con-

vertirse en maestros, qué bases de discriminación, adecua-

das a su apariencia invariable, están en tren de adoptar qué

lección, en tanto organismo obediente a sus propias leyes y

no a consignas extranjeras, lo sacarán de su dura experien-

cia. Todo lo otro que tienda a propagarse no es más quc

grosera imaginería. Es preciso, para tener alguna idea del

mecanismo de asimilación y de expulsión que pone en

marcha, conocer bien Parls desde dentro o, en su defecto,

referirse a ciertas páginas magistrales que Balzac le consagra

,1,

(con las üorr...ion., mínimas que necesitan sus puntos devista sociales) como aquellas qu.

"b..n La niña de los ojos

ghriosos. Era esencial que París se liberase a sí mismo.Después, no queda sino confiar plenamente en su desrino;esperar que a la primera ocasión favorable, lo veamosretomar su fisonomía única de los días gloriosos. IJnainmensa sombra se exriende aún sobre el mundo, desde elmomento en que la voz de París no se escucha; y no seránaturalmente en la evenrualidad, a mayor o menor plazo,de una consulta popular aunque se la suponga imposiblesin limitaciones y sin arrificio, lo que podrá llenar estalaguna; sino un sondeo prolongado de opinión en rodos loscampos, si no se producen fenómenos suficientementedisruptivos por sí mismos.

Yo usaría, de paso, este paréntesis para expresar algo delossentimienros que mis amigos yyo alimenramos respecrode lo francés. Un cie rro recorrido p(. r nuesrras declaracio-nes anteriores, güe no tuvimos temo de desear que fuesenprovocarivas, tendería a hacer creer qL : nos desolarizábamosenteramenre de la siruación, lo que no dejará de parecercontradictorio con lo anrerior. Es cietto que, desde el sigloXIX los p etas y escri rores franceses -Baudelaire, Rim baud,Huysmar s- comenzaron a cubrir con sus sarcasmos al"espíritu francés" o lo que ya se imponía como ral en suépoca. Antes de ir más lejos, .debemos observar que su

za $ rxonr BREToN ARCANo rz $zr

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contribución a la culrura de lengua francesa corx iensa muylargamente el daño que hayan podido hacer, er. Francia o

en el mundo, al espíritu en cucstión, que no es, en el mejorde los casos, sino la :spama de esa cultura. Sin perjuicio de

la repugnancia que nl arte rrarará siempre de instalar en el

marco nacional, aqu al que requiere de cambios constantessobre el plan mayor, la exrrema virulencia de los ataques a

los que se enrregan los jóvenes escritores contra el "espíritufrancés" y que alcanzan su paroxismo enrre 1920 y 1930,dan a pensar que ese espíriru ha constiruido un obstáculoy una amenaza inrolerable que obligaban a aracarlofrontalmente y a usar para ello todas las armas disponibles.Esto no es siempre bien enrendido en el exrranjero, dondela gente se hipnoriza con la libenad de expresión pocomenos que sin límirc de la que se pudo gozar en Franciadurante ese período. Ésra hizo perder de vista la falta derespuesra viral de la inmensa mayoría delpúblico. Frente al

arte en parricular -la reacción de la opinión general fueentonces de lo más decepcionante. Está hecha de hastlo yde una atonía profunda, disimuladas bajo la máscara de la

liviandad, de la suficiencia, del senddo común más rrasno-chado, que se cree buen sentido; de escepticismo noiluminado, de seudoasrucia, Ios cuales no trasmiten otrosentimiento válido que el temor consrante de ser engaña-dos. Es ésro de l<l que insisrenremente se habrfa podidoacusar al "espíritu francés" y no veo como se podiía refurarque esas caracrerísticas son reales y detestabli s. Si nos

ao f$ aNnnr BREToN

L

t.!

hemos declarado resucltamente como detractores de ese

espíritu, ¿no es precisamente en la medida en que queremosdespertar otroal cual éste amenaza cada vez más con borrar;un otro que a intervalos demasiado largos, se ha mostradoen Francia lleno de vida y de fuerza; y lo que esa vida y esa

fuerza implican de seriedad, de gusto por la investigacióny el riesgo, de insatisfacción mouiz y mejor aún, deconfianza generosa, no desarraigable, ansiosa de manrener-se abierta a todos los caminos del progreso humano?Sostengo que somos nosotros quienes hemos sido los másfieles a ese espíritu, en la misma medida en que no perde-mos oporrunidad de flagelar al orro, de arrinconarlo en loque riene de tirubeante rras su débil seguridad y su risaamarilla. Es digo, en su esencia, en la gran tradiciónfrancesa, un espíritu que jam:ís hemos dejado de ¡eivindi-car, de hacer nuesrro: es el que pasa a los Cuadernos deEstado generales o que anima los decretos del 93 el que, através de las flucruaciones de inrerés de un problema a otro,inspira ranto el movimiento de Port-Royalcomo la Enci-clopedia, que suscira a Benjamín Constant y a Srendhalranro como, a lo largo del siglo pasado, imprime su mar ;a

caracterísrica al movimiento obrero. eue no se lea aquí ..e

miparre alegato alguno en apoyo de un humilde requel_i-miento desrinado a abreviar un tiempo de exilio. Sigoconvencido que un pueblo, c:ue ha sido históricamenre elmayor porrador de liberrad ,que existe en el mundo, nopuede de ninguna forma reposar a la espera que los otros

ARc^No rr ;$ rt

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iI

pueblos alcancen su nivel, bajo pena de perder su genio yde ver corromperse las ideas de las que no hace sinoretroactivamente su substancia. No soy el único para quienes no sólo admisible, sino imperiosamenre necesario, quede su seno se eleven ya las voces que lo atormentan y Iosobrepasan, acusándolo sin cesar de ser infiel a su misión.

,. p..cibil, a rravés de delgadas membranas, las ciudadesdel porvenir. Con grandes vacilaciones alcanzan su movi-mienro de ascensión y las que esrallan son siempre las másiridiscenres. En mi ebullición perperua, no podría sinoocasionar la pérdida de todo lo que vivo, no me debo másque a lo que amenaza caer en letargo sobre la superficie dela tierra. Es a ese trisre estanque al que me dirijo, donde bajocremas fosforescenres, las ideas vienen a sepulrarse desdeque dejaron de conmover al hombre. yese estanque es el delos dogmas que han llegado a su fin, a ios que los hombresno sacrifican más que por costumbre o pusilanimidad. Esel de las innumerables existencias encerradas en sí mismas,desde el que el magma emire a ciertas horas un olorpestilente, y no por ello deja de tener el poder de resplan_decer en un nuevo sueño, pues es g ésre al qu. doy l"ebullición incesanre de ideas disidenres, de ideas-fermentoy es por mí que reencuenrra en ius profundidades elprincipio secrero de sus rorbellinos.

Arroyo de derecha:Yo encanro y r, ulriplico. Obedezcoal frescor del agua, soy capaz de vesrir su pal"cio de espejoscon una sola gota y voy a la rierra que r:re ama, a la rier.a quesin mí no podría cumplir las promesa$'del grano. y el granose abre y I planta crece, y se cumple la operación maravi_llosa por !a cual un solo grano da origen a muchos. y lasideas dejarán asimismo de ser fecund", .n .l instante queel hombre no las riegue con todo lo que la n"rurd.r" pu.d.

,La ventana, que había girado sobre su eje, rransportadaa 1, , lsj65 y enreramente brumosa con las imágenes queBa:.delaire instaló en el CrEt)scub de ks Mañanas,vuelvea F csarse frente a mí y se devela lentamenre. Comienzo aoír, más y más distinramente las voces de dos arroyos quecorren en esre final de noche alegórica. Reducido a mímismo, había casi dejado dc percibirlos, o al menos se

habían fundido para mí en un murmullo. pero ese murmu-llo, yo sabía oscuramenre que era ran indispensable a lacontinuación de la vida como el latido del corazón. Noperdí de visra que, no es a rravés de una legislación seca, deprogramas, de planes, de regímenes, gue se cambia elmundo. El murmullo ha dado lugar ahora a dos vocesclaras, alternariyas. He aquí lo que dicen los arroyos:

Arroy de la izquierda.Ardo y despierro, he cumplido lavolun¡ad del fuego. El vienro no acabará jamás de desenre-darlas orlas devapordel vaso del cual emerjo. yen ese vapor

az S ar.ront BREToNA¡cANo rz $ er

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darle individualmente de claridad, de movilidar ' de gene-

rosidad y de frescura de visión. Llevo a la tiet''a, donde

transito, esa confianza que debe tener en el eterno

reverdecimiento de s rs razones Para tener esperanzas, en el

momento mismo e r. que Bueden Parecer destruidas' Le

deyuelvo intacto el rotor de su juventud, ese que en el

mejor de los días, a la luz de I amor, ha hecho que se crea amo

de la vida.

El antiguo estanque ya no existe. El agua ha recuperado

su amplia respiración bajo el cayado de la luna y la cavidad

de las olas se matiza con todos los peces de mares cálidos'

Entre ellos se distingue a "los luchadores" púrpuray azul

cuervo, que no pueden tolerarse mutuamente y están

dispuestos a pelear a muerte contra su imagen' Su esgrima

es tan vivaz, que la irradiación subsiste tras eiios y recorre

por todos lados, desde la más sutil a la más finamente

il r*inada de las conchas líquidas y transparenres' Pero la

ola se calma, el combate singular se realiza o se desvanece

en la aurora, los dos arroyos corren sin ruido por la tierra;

y ocupando sólo todo el campo sensible, se eleva el olor de

una rosa.

La rosa que antaño aPenas se dejaba entrever' anuncia

a borborones todo lo sagrado de Egipto ei la noche

temblorosa. Es, vertiginosamente vuelta sobre r ' misma, el

collar de Isis, la del pájero ai,lrado y de ella suben todos los

aparejos que pueda necesitar el sueño humano para lograrsu reestablecerse en la cuerda floja y hacer deslizar orra vez

su semilla blanca, resquebrajada en el sentido de la nerva-

dura de las hojas, por un hilo extendido enrre las esrrellas.

La rosa dice que la capacidad de regeneración no denelímite; afirma que el invierno, con todos sus rigores y sus

manchas, no puede sino ser transitorio y más aún, que sus

latigazos deben golpear periódicamente los caminos para

recopilar la energía, para obtener de las lancetas de milabejas la energía que a la larga se adormecería en la granada

demasiado embriagadora del sol.

La mariposa gira. Durante el último discurso, se haquedado inmóvil y de frente, imirando un haz de luzimplantado en ia flor. Ei aietéo descubre ahora su ala triple,de la que de todas las piedras finas han limpiado el polvo.Su bomba ha dejado de frrncionar, se marca un tiempo en

el transcurso de la indusria apenas material, de instrumen-tos imponderables, que se desarrolla a parrir déljugo flor.- l.Y antes volar para dedicarse a la diseminación de la susra:r-

cia fecundanre, antes de retomar la línea punteada ysinuosa que dirige su vuelo, no parece existir sino paramostrar lo suntuoso de esa al;', a la mirada. Y a su vez, hablapara expresar qué misterioso consuelo hay en l" aparición

al fu\,tronr BREToN ARc^No rz S'¡\"a:

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de generacionés sucesivas, cómo circula incesanremenre lasangre nueva y porque la especie no debe padecer de lamisma usura que el individuo, la selección fr¡nciona siem-pre ,a tiempo logrando imponer su ley a pesar de todo. Elhorínbre ve temblar esa ala que, en todos los idiomas, es laprimera mayúscula de la palabra Resurrección. Si los más

elevados pensamientos, los mejores senrimientos, puedenentrar en una decadencia colectiva y también el corazónhumano puede rrizarse y los libros pueden e nvejecer y rododebe morir exreriormenre, hay un poder que no tiene nadade sobrenarural que hace de esra misma muerre la condi-ción de renovación. Asegura anticipadamenre rodos los

cambios, que velan porque nada precioso se pierda inrerior-mente y porque a través de las obscuras meramorfosis, de

estación en estación, la mariposa recupere sus colores

fulgurantes.

Por lo tanto,. es aquí que os invoco, porque esroy

conscienre que, sin vuesrra presencia, genios que presidís

secretamente esra alquimia, sin vosotros, maestros de lavic:a poética de las cosas, nada más puedo hacer. Esa vida

que ya más allá de los seres y que a muy pocos les es posible

concebir como real, y con mayor razón vivirla, en rantointerfiere constantemenre con la orra. Esa orra esrá hecha

para ser triturada, es terriblemenre expuesra y frágil: puede

a6 +?,t,, ,{troR.É BREToN

.\que a vecesr rrozos enreros se desprendan de ella y sin duda,nunca es esro más cierto que con la pérdida de lo que másse quiere en el mundo; porque ésta llega de improviso yagravada por el enigma obsesionanre que deja una vidacortada en su flor. No hay nada que Ia crueldad no replerecon la conciencia de ese vacío espanroso, que sigue sin lamenor transición a la plenitud del corazón. En ese esradode descalabro insranráneo de rodo, es a vosorros genios, a

quienes corresponde acercaos a ese corazón y sin que nadalo indique por fuera ni por sí mismo, poner en marchavuestros alambiques. Y aunque la operación a la queprocedáis necesire tiempo y se regule bajo el prisma de laslágrimas, no es menos cierro que la conjura funciona y quela vija se acaba, si no para enrrar en gracia,"l -.no, p"rapoder rolerarla de nuevo. Pero ahora.esa vida ya no es sólocomo aquella a que, en la ceguera del ser, uno se abandonay confía; sino más bien, la vida cargada de rodo lo que hapodido pesar en el sendmienro de su negación concrera, es

la vida que rehusa continuar despu{s de haber dado lavuelta complera sobre sí misma, la vid ' que ha ampliado sudominio hasta las regiones donde se -ncuenrran los seres

inolvidables que han parrido y dondc I desrino, en lo quenos concierne, pareciera manrenerse en el período mássublime d-. {o que han podido ser. Esas regiones, en roda suextensión, rólo son exploradas por la poesía; pero sin duda,en este momenro de mi vida, para que, más allá del granpesar de los tiempos y de mi propio desconcierro, yo

ARCANo rz ,¡i} sz

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pudiese recuperar la inteligencia poética de'' uni.rerso,

preciso que se abriesen a mi lado unos ojos en li s que éstas

se develaran enteras. Genios que me habéis tornado tan

puras las aguas de sr,:l,s ojos, estoy lejos de haber podido dar

siquiera una idea c.e vuestros poderes: es a vosotros a

quienes ha correspcr,..dido hacer, maravillosamente tam-

bién, que ese don in:egral del sí mismo sobreviva al objeto

de su predilección y tienda a reencontrarles un uso, a

restituirse de alguna manera a la vida. El más admirable de

vuestros artificios y genios, ¿no es el de exigir en el nombre

mismo de lo que ya no es y a que tanto valor se concedía,

que sean salvaguardadas la belleza, la gracia, la animación,

todos los recursos del espfritu y del corazón? Vosotros

habéis dejado en claro que su alteración. su aminoramien-

to, partirían de un consentimiento sacrílego. Para un ser a

quién la misma inmensidad de la pena no baste para

contener, la verdadera, la imperdonable pérdida de contac-

to, sería decirse: ¡ya no m€ reconoce! Esto sería la supresión

de lo que caracreriza la unión suprema. El más hermoso

deber para con é1, es el de mantenerte tal como te amaba.

Aquí estuvo para mí la clave de esta revelación de la que

te he hablado y que sólo a tí debía en el umbral de ese últimoinvierno. Te vuelvo a ver en la calle he lada, moldrada en un

escalofrío, sólo los ojos descubiertos. EI cuello a,tc subido,

aa $S nuonf nnrroN

el chal en tu mano cerrada sobre la boca, eras la imagenmisma del secreto, de uno de los grandes secretos de lanaturaleza en el momento en que se libera y en rus ojos defin de rormenra se podfa ver surgir un muy pálido arcoiris.Cad¿ vez que desde enronccs he querido hacerme una ideafísica de esa clave, es la esrrucrura de ese ojo lo que se meaparece bajo el arco superior que bordea la ceja izquierda,sobre el que se sobrepone una impercepdble luna que, lepermire extenderse, marcando en su curva t.rrr" o jo,oscilaciones en el nivel de esa media luna pálida y perdidaen el origen de los riempos. En ese signo misrerioso, qlesólo he visto en ri, está el origen de una especie [einterrogación palpirante que da al mismo tiempo su res-puesra y me lleva a la fuenre misma de la vida espiritual.Respecro a esa mirada resplandecienre de un exceso debrillantes, con ese puente.sensibilizado en exrremo bajo elcual se torna nácar y pizarray bajo esa ala de ave qu€ se alisaen la esquina de la soberbia frente, se consrruye y seequilibra para siempre una cara movediza que de golpe es

para mí una sola con esa clave. Clave que brilla con tal luzque me lleva a adorarel fuego mismo en quehasido forjade.No hay triunfo alguno fuera de lo que, liberado a todos losrefinamientos de la conciencia de la pena, se muesrra en sunaruraleza tenazmehre rebelde a la misma pena. En esadisposición contradictoria reside la vinud, singular entretodas, que se desprende de tu ser I 9ue, sin ducla, me hecnconrrado designando con esr¿ls palabras: ,,la juvenrudeterna", anres de haber dimensionado su prestancia. Me ha

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bastado verte para convencerme que la juvenrud ererna noes un mito. Es su mismo sello el que, de una vsz por todas,delimiró para mf esa parre de tu cara que acabo áe dibujarmalamenre. Existe, en efecto, entre los elementos que lacomponen, una relación que de ahora en adelanre debe serimposible de modificar; y el milagro reside en que talcerreza sea inherenre a esa misma relación. Esto no tieneexplicación, como el diamante. Hay una esrrella sobre ri,por fuerza, sin que rú lo sepas. yo sólo puedo localizaraproximadamenre su hogar. Tampoco es orgánica la subs_tancia de esa esrrella: esrá hecha con la irradiación que lavida espirirual, llegada a su mayor nivel de inrensidad,imprime a toda la expresión de un rosro humano.

La esrrella reroma su lugar de privilegio enrre los sieteplaneras de la ventana, donde se arenúan los firegos paraimponerla como la cristalización pura de la noche. En elúnico ángulo que aún quedaba amurallado de rinieblas, lasgarras de mil linces laceran todo lo que impide ver,desenganchando un árbol a Io largo d..uy", ramas ésras sehan fijado y cuyo follaje es de un verde ran fascinante queparece hecho de los mismos oios de los linces. Erp.ro

" qu.

ru te rindas a su serenidad original. La joven sigue inclinán_dose sobre la rie¡ra con el agua en sus dos j"rior, dando laespalda al espinoso árbol. pero impercepriblemenre la

I

escena cambia... ¿qué pasará? La acacia se acerca hasraocupar todo el campo ¿no se diría que aparra con sus brazoslos monrantes de la venrana? ¡prodigio! Avanza hacia mí,me va a dar vuelra: yo sueño.

Estanques de los cuales emergen piedras dudosas (¿en-tre ellas tal vez hay fuentes de cocodrilos?). Una de ellasconfigura bajo el agua un volumen piramidal y pareceflotar, a juzgar por el colgajo de algas suspendidas de supuntaycuyos desgarros roman al vienro formas jeroglíficas.Sus costados biselados dejan enrrever fragmenros de pinru_ra, cntre los cuales se consume un sol verde, sosrenido porganchos de escorpiones. A su alrededor vienen a posarsesobre el agua plumas que llegan girando: son azules contrazos de óxido y se alternan en la caída con gotas de sangre.Al remontar el recorrido de esas goras, se d.scubre, mr'ryalto en el cielo, el remo inmóvil del gavilán; y el ojo delgavilán escruta el estanque en ranro en. su corazón se prendeuna lámpara que permite ver rodo lo q _re pasa en su interior.En ese corazón se despliega con fas;o el misterio de lamemoria .' del porvenir y yo, que lo conremplo en €se

instanre, s:y el primero en terner ser cegado. Ahora todo elestanque se vacía en el ojo del pájaro, v lo que destroza alpá4aro es él mismo, pues la profundidad del estanque estáen él y esa profundiclad se descubre a su alre.ledor. En su

Jtel-"

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reflejo aéreo, la pirámide se ha devuelro al c :njunto queforma con su base sumergida, y ese conjuntr, es un grancofre que el grito del pájaro revela, está herméticarnenrecerrado sobre los aiiados despojos. Ese cofre, nada hay másimperioso para él c. ue seguir viéndolo, que disputarlo conla mirada al embroi,o de hierbas y al furor de las olas. Es ahí,en el insranre más crfrico de rodos, en que acaba dedescubrirlo, de saludar con un grito de dolor lo irremedia-ble, cuando vuelve el pico conrra su propio corazón, lo que,en su emoción suprema, no logra sino engrandecerlo. Enun espasmo que hace por si solo la gloria del mundo, ese

corazón, ahogado por lo que se desvanece, en el abruptolímite, se dilara para acoger, en el colmo de la exalracióncohtraria, a lo que será. Y en ese corazón de sombra se abreen ese momento un joven corazón de.luz, aún totalmentedependiente del primero y que reclama de él su subsisten-cia. Se ha requerido nada menos que el vértigo de ese

abismo para que ia sangre vueiva a fluir a través de loscanales de la vida. El antiguo Egipto no ha logrado repre-sentar mejor las circunstancias gue rodean la aparición deun Dios.

En el inrerranto, el cofre se ha deslizado poco a pocohasta el mar. Ha quedado arrapado en el engrAnaje de suscorrientes, ha rodado sin fin en sus rorruosas,,rscaleras de

rz f$, ar.rone BREToN ,

vidrio, ha danado las puertas de los palacios que de arribaa abajo exploran los peces luminosos, luego ha pasado debrazo en brazo, elevado cada vez más dto por las coloniasllquidas. Y es sólo entonces que es llevado a la costa, paraser entregado de pie, a la tierra. Y la tierra se amotina, puesnada puede hacer para que jamás sea profanado. El cofreestá allá, siempre casi hermético, erizado de uñas de crus-táceos, su larg4 cabellera chorreante. Pero muy pronto, elsuelo bajo él entra en zafarrancho: raíces de una fuer¿adesconocida se enredan y se disrienden hasra que parecenconjugar en ellas rodo el exceso de vigor de los bosquestropicales y de ellas crece a ojos vista hasta la plena madurez,el árbol al que le tocó en suerte encerrar al cofre en su troqcosiguiendo el orden excepcional de la naturaleza. pero yoreconozco ese árbol: ¡es el qu,: me botó hace poco! Alora se

ha encerrado completamente en su secreto, tal como yohabía comenzado a verlo. En cuanto a especie, no difiere delos que le rodean: sólo es más noble que ellos. Veo venirhombres vestidos con túnicas ligeras y rayadas, portandohachas. Tienen una orden que cumplir, sobre la cualdisputan largamente. Deben se¡ los esclavos. Se derienenante el árbol sagrado. El rronco del árbol a rierra. Los golpesmuestran los ramajes que.revelan, con et pulimiento, losárboles perrificados. El tronco del árbol al escultor del rey.A cada nuevo corre su cincel se quiebra, pero el pilar exigidono deja de brotar por el encanramiento y su estilo será ralque consagrará un reino. El pilar puesto frente al rey...

ARCANo tz S* l:

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Pero, en la preparación de la fiesra, rodos los rumores giranen rorno a la presencia de una mujer en la Corre. ¿Dándehe visro anres a esra mujer? Tiene un gran parecido conaquella que, arrodillada, sosrenía las jarás; pero su cuerpoadmirable se encuenrra ahora recubi..ro po, un velo tejiiode esrrellas y amarrado por una lun" .n la unión de susmuslos. Sus cabellos sueltos s,rporran una rurilanre diade_ma de serpienres y espigas y ,oÁl^mano derecha agita unacítara, a cuyo ritmo acomoda sus pasos maravillosamenreliv-anos. De dónde y como ha veniáo, nadie sabe. El escribaha anorado solamenre, que su enrrada en palacio coincideco,r la desaparición de una golondrin", qu. se había hechonorar por su insisrencia en describir círculos de aparienciaaugural alrededor del pilar mienrras esraba siendo construi-do. Pero el relaro se exrravía, y llega a atribuirle una serie deencanros: ella camina indiferenre por la tierra y el agua, haperfumado a las mujeres del séguito soplando sob.-. .lla.,en ausencia de la nodriza se la ha visro amamanrar al infanrcreal con su dedo. Pero ya ha sonado la hora de su parrida yla melancolía se insrala en la fiesta. El presenre de la reinano es orra cosa que el pilar, que se apresran a renderinsensiblemenre en medio de las cuerdas. parece ahoraentregado a su naturaleza original: se podría volver a conrarlos anillos de su albura. La que se apresra a romar posesiónde ella, inrerviene en los últimos preparadvos: envuelve enlino el úlrimo rronco recién conado y extiende sobre él losbálsamos olorosos cuyos e fluvios se exrienden para siemprepor toda la comarca.

e4 #F ANDRÉ BREToN

Una laguna en el sueño. ¿euiere ésro decir que jamása.lgo es reencontrado? pero esra desolador" ...riau_U..llama también a orra que la compensa, aun mejor, es capaz' de reconciliar al espíriru .on l" primera, y esa segundacerteza es la de que. nada se pierde jamás. La chalu-pa depapiro arrasrra a la diosa por rodos los mares. pero haga loque haga, el adorado cuerpo del que fue el hermani.lesposo no volverá a fuigurar anre sus ojos en su equilibriosoberano. De ese cuerpo, 9ue fuera hog". d. l" belleza roraly de la sabiduría roral, esrá condenad" l'no ...og.. *á, qu.los catorce fragmenros dispersos y la murilación habrá sidomás implacable porque el órgano adecuado para trasmirirla vidala sido presa d. lo, pec.*. Temblando, soy tesrigodel a¡dficio sublime en que la leyenigmáiica, imprescriptible,encuentra el medio para ejercerse: lo que ha sido d.r_on_tado en carorce piezas debe ,.. r.".-"io carorce veces. Lacera y las especies que van a servir rara Ia recreaciónmúltiple esrán reparridas alrededor d. cada uno de rosrestos divinos que ocupan uno de los á:. rgulos del taller, esdecir, una de las ramas de dos esr.ellas ,-obrepuesras: unahecha de ángulos equiláteros, iguales y secanres a las basesparalelas; la :,tra hecha de dos cuadrados iguales y secanresen que cada uno exhibe dos lados paralelos a una diagonaldel otro. Estoy consciente de la operación sin que me seapermiddo ver su ejecución: los ojos vendados, esroy en el

ARcANo 'r $$ rt

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corazón de la estrella con los comPases' Se me descubren los

catorce dioses rigurosamente parecidos: la dior'r los acom-

pañeríaen las catorce direcciones. Cada una de las estatuas

.s entr.gada como única al sacerdote que la espera' asegu-

rándole que él cs el inico que tendrá la verdad y el secreto;

debe prometer ba. I juramento no revelar qué reliquia

contiene. La muttirrd se reúne en los templos, alrededor de

estatuas rivales. Pelo a ravés de los tiempos, la mirada más

perspicaz de los niños no logra desprenderse de la cabeza

que está en lúemfis.

A mi vez, abro los ojos: la acacia reverdecida ha Vuelto

a la figura primitiva, mientras en mí el mito espléndido

desenmaraña Poco a poco las curyas de su significado antes

tan comple.io, en los diversos planos. Desde esta perspecti-

va, ¡me parece más rico, más ambicioso y también más

propicio al espíritu que el mito cristiano! Es penoso obser-

u"r-qu. baio la influencia de éste último, se han ido

refutando cada vez más las altas interpremciones que

presiclían las creertcias antiguas. Esas creencias han sido

sistemáticamente remitidas ala len'a de lo que contenían:

no se ha querido retener más que la fabulación poética' que

se ha acorclado en general encontrar brillante, y se ha creído

poder no darle otra solvencia que la de la en-rlmeración de

las necesidades materiates de los pueblos el'' que se han

nj

re {ii: nNonr BREro:

)'

formado. Es así como 9l vulgo se siente satisfecho de saber

que las ceremonias hopi, de,tnavariedad excepcional, que

requieren de la intervención del mayor número de seres

sobrenaturales a los que la imaginación haya provisto de

cara y auibutos distintos, tiene por objeto, más o menos,

atraer todas las protecciones sobre las culturas de esas tribusindígenas, para quienes e¡ primer rango figura la del maí2.

Paralelamente, la que el Egipto de los faraones ha tenido

por reina de los cielos, pasa por no haber jugado en el

espíritu de quienes la honraban, otre prerrogativa que la de

desencadenar las inundaciones del Nilo, impacientemente

esperadas cada año. Por materialista que pretenda ser, esta

interpretación positiva de los mitos que no quiere tomar en

consideración sino lo utilitario inmediato y tiende a simpli-ficarlo al extremo, no es menos insignificante. ¿Quiénaceptaría pensar que construcciones así de elaboradas se

resuelven y más o menos se agotan en el an¡ílisis de lanecesidad de deificar la lluvia y los otros principiosfertilizadores quc requieren las tierras áridas? Otra forma

atractiva y más digna para el espfritu es la de adoprar el

punto de vista de los verdaderos mitógrafos que sostienen

que la condición esencial, para la viabilidad de un mito,'€s

la de satisfacer varios sentidos a la vez, entre los cuales se ha

escogido distinguir el sentido poético, el sentido históricr,el sentido uranográfico y el sentido cronológico. La inrer-

pretación positiva, de la que denuncio aquí su caracrerísrica

acaparadora e intolerante, nooodría pasar más que por una

ARcANo lz SF rz

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de las ramas de la inrerpretación histórica general, por símisma ya resrrictiva, de la inrerpreración érnica, que parrede la- misma cepa. Imposibirindo d. .onriru"r en ra víaespirirualisra, que han romado algunos auto^ d.d¡.Jor'"dar cuenta de los rniros, ,ro d.r-d. er exterior sino desdeadentro y sin poder,.en consecuencia, aceptar el deralle desus clasificaciones, debo reconocer qu. rilo esa clasifica-ción ha demosrrado hasra ahora ,er lo suficienremenreamplia como para abarcar las diversas formas de invasión deuna docrrina religiosa.y justificar ia fe persisrenre que has-do puesta en ella. El esoterismo, con todas las reservassrbre sus principios básicos, ofrece al menos el enormeinrerés de manrener en esrado dinámico a.l sisrema decomparación de campo ilimirado de que dispone el hom_bre, le entrega los elemenros susceptibles de revincular losobjetos en apariencia más lejanos i d.r.rrbr. parcialmenrela mecánica del simbolismo-uniuersal. Los grandes poerasde esre úlrimo siglo lo han comprendido adlirablemente,desde. Hugo, en que vienen

" ,.u.|*rr. los vlnculos muy

esrrechos con la escuela de Fabre D'Oliver, pasando porNerval, cuyos famosos sonetos se refieren a pitágoras; porSwedenborg; por Baudelaire, que roma nororiamenre delos oculdstas su teorfa de

,,.orr.rporrd.ncias,,; por fumbaud

que, en el apogeo de su poder creador, ,o ,. pod.í"enfatizar en exceso la fndole de sus lecruras _basta referirsea la lisra ya publicada de obras que piden prestadas a labiblioreca de Charleville- hasra apoitin"ir., en quién se

alternan la influencia de la Cába.la judía y la de los romancesdel Ciclo deAmuro. Malqu.l., pÁ.

" "lgrlnor.rpíriru. qu.no saben gozar sino de lo estárico y lo d.Ig"rt"do, en el arteese contacto no ha cesado y no cesará .. .ntin"mente demantenerse. Conscienremente o no, el proceso de descu-brimiento artísrico, si se manrien. .*rr"ño al conjunto desus ambiciones metafísicas, no dejará de estar adhárido a la

ftT" y.los medios de progresiónpropios de la alra magia.Todo el. resro es indigencia, mediocridad insoporrable,repugnante: paneles publicirarios y rrozos rimados.

"Cuando el iniciado en los misterios de Eleusis,, infor-ma Eliphas Levi, "haya superado rriunfalmenre todas lasprueba.; cuando haya visto y rocado las cosas san¡as; si se Iejuzgólo basranre fuerre como para soportar el úlrimo y másterrible de rodos los s.cr.tor, un ,.....dot. velado se leacercará corriendo y le dirá al oído e .;tas palabras enigmá-ticas: Osiris u un dio¿_!efrq,'. ¡pa rbras m¿s oscuras ybrillanieiq ui ;l

"* b*kñ; r* t,, q** .n t¿r_ino, d.lcuesdonamiento humano, me parecen las más ricas, lasm:ís carga las de senddo. En esra búsqueda del espíritu enque coda; uerta que se logra abrir lleu"

" orr" pue rta que de

nuevo hay que ingeniárselas para abrir, ,or, ü, únicas queal entrar en una de las últimas piezas toman verdaderamen_te la forma de llave maestra. pero es preciso, en efecto, para

lr $ anonÉ rnrron

ARcANo tr d&n,

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poder compenetrarse de ellas, haber dejado de pontar con

la brújula, haberse abandonado a la ronda te círculos

excéntricos de las profundidades; haber fijado - iaros a miamigo Marcel Duchamp- los "corazones volantes" de lo

perdido. Es ahí, en e"e minuro punzanre, en que el peso de

los sufrimientos sopu r¡¡¿dos parece engullirlo todo, el mis-mo exceso de la prt eba enrraña sn cambio de signo que

dende a hacer pasar lo humano indisponible al lado de lo

disponible y a otorgar a este último una grandeza que no

habría podido conocer sin aquello. Es ahí que esas palabras

pueden ser plenamenre oídas. Es necesario haber ido al

fondo del dolor humano, haber descubierto sus exrrañas

capacidades, para poder saludar con el mismo don sin

límites del sí mismo, a lo que vale la pena vivir. La únicadesgracia definitiva cn la que podrfa incurrirse frenre a tal

dolor, porque haría imposible esa conversión de signo, sería

la de enfrentarla con resignación. Bajo cualquier ánguloque hayan tomado frente a mí las reacciones a que teexpuso la mayor desgracia que te era concebible, siempre te

he visto pone r el más alto énfasis en la rebeldía. No hay, en

efecto, menrira más desvergonzada que la que consiste en

sost€ner, incluso y sobre todo en presencia de lo irrepara-

ble, que la rebelión no sirve de nada. La rebelión porra en

sl misma su justificación, enteramente independiente de

las posibilidades que tenga de modificar o no el estado de

hecho que la determina. Es el fulgor en el viento, pero el

fulgor que busca la pólvora. Venero el fuego ,o\brío qu.

'loo SF a¡¡on-t ¡R¡.ror.r, Í

I

pasa por tus ojos cada vez que vuelves a romar concienciadel daño irreparable que se.te ha hecho y que se exalra yensombrece aún al recuerdo,de los miserabbs sacerdor¿r quetrataron de acercársete en esi ocasión. Sé también que es el

¡nismo fuego que me rorna tan alras sus llamas rransparen-tes, que las enlaza en vivas quimeras ante mis ojos. Y sé queel amor que ya no cuenta en ese punto más que consigomismo no se recupera, y que mi amor por ti renace de las

cenizas del sol. Así mismo, cadavezque traicioneramenre,una asociación de ideas te vuelve a ese punto en que, parati toda esperanza se negó un dla y que, desde la altura en la

que te mantienes ahora, amenaza cual flecha buscando elala, con precipitarte de nuevo en el abismo, probando yomismo la vanidad de todapalabra de consuelo y entendien-do toda tenrariva de diversión como indigna, me he con-vencido que sólo una fórmula mágica aquf podría ser

operante. Pero, ¿qué fórmula sería capaz de condensar eneila, y enrregarre instantáneamenre, roda la fuerz,a paravivir, para vivir con roda la intensidad posible, cuando sé

que te ha sido devueka tan lenramente? Aquella con la quedecido quedarme, la única por la que juzgo acepmbletraerte de vuelta a mf cuando ocurre que te inclinasrepe nrinamente hacia la otra vertiente, está en esas palabrasque, cuando comienzas a voltear tu cabeza, quiero sola.-

mente deslizar en tu oreja: Otrr:: :: yf dill_l:glg.

ARCANo rz ¡'$ ror

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Pero la virtud de esta formula desborda incluso el marco

de la vida individual, para extenderse a los grandes grupos

humanos. Ninguna época se presta mejor que la nuesrra,

¡hélas! a la demostración de lo que digo. Ninguna, en

efecto, ha logrado engrandecer más, llevar más alto el

contenido de lapalabra Resisrencia. Todo lo más exaltante

y miís noble que se ha obtenido, porque, al no obedecer a

ninguna voluntad exterior, a ninguna limiración y al nohaber retrocedido ante el sacrificio de la vida -sólo ahora es

posible estar seguro que ese sacrificio es voluntario- es

dirigido por el espíritu de resistencia tal como se ha

manifesmdo en los países ocupados de Europa. Todo lleva

aquí a hablar de heroísmo, a restituir su valor a una

expresión mancillada. Soñaba hace algunos dfas frente a la

fotografía de un periodista francés, Pierre Brossolette,

antiguamente encargado de la sección de política extranje-ra en el Popukire, cuya muerre, en un hospital de París,

señalaba un diario canadiense. Mis ojos iban yvenían de ese

joven y sonriente rostro al que acompañaban algunas líneas

especificando que Brossolette acababa de sucumbir a raíz

de terribles heridas contraídas en el curso de su lucha en el"underground". Habla entre esos dos documentos, la

noticia y la imagen, una contradicción que si bien tornaba

más dramática la información tcndía a resolverse, por más

paradójico que sea, en beneflcio de la confian zay dela vida.

roz $; ruronf BRr.ToN

La úldma palabra ¿cómo decirlo? pertenecía a esa expresió, ijactanciosa y finalmente escéptica en la que parecfa habe,.algo de fanfarronerfa, muy parisina. Ese hombre debfa se i.

de aquellos que saben ver más allá de sf mismos, que sabetla parrir de qué momento ya nc vale la pena vivir la vida, auelibremente y sin duda seben tumar el riesgo. De los quesaben morir como han sabidc üvir. Frente a la desapariciónde rales seres, en un combat€ como éste, la altivcz humanale disputa el lugar a la aflicción y cada una roma la delanterapaso a paso. Osirh es an dios ncgro. Sino doy aqul de modelosino a un hombre, se comprenderá que es a fin de disponerde todo el poder concreto, pero deben ser incluidos en mihomenaje vasros Brupos, tal como se han constituido entodos los países invadidos. Aquí sin embargo, se imponeuna reserva. De lejos, es por lo menos d. rupon., que elesplritu de resistencia, tomado en su senrido más amplio ydonde yo introduzco de partida el desinterés, no habrá sidotan perfectamente claro para todos, sino sólo para algunos.La palabra resistencia está hoy como nueva; ha sido tan bienrejuvenecida que se la tiene sin duda, muy imprudente-mente, por sustrato de la. usura en materia de vocabulario;nos quedamos enreramente deslumbrados de haber descu-bierto una nueva virtud, sin darnos el trabajo de observarquc no hay ninguna que responda menos al número de"virtudes cristianas" y que sea, en última instancia, menos,conciliable con algunas de ellas. Pero, por admirable ynecesaria que haya sido en tanro fenómeno esponráneo, h

ARcANo rz S r;r

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voluntad de resistencia no podrá ser considerada por

mucho tiempo fuera de lo que la ha morivado en cada caso,

y alvez sería bueno preparaise, entonces, para las desilu-

siones. Es probable que la reacción de las masas, en lo que

tienen de menos conscienre -y quiero excepruar de ésro a

los medios obreros- habrá sido totalmente instintiva y no

se habrá fijado otro objetivo que el de detener una opera-

ción intolerable, cuyos efectos esraban siendo inmediata-mente resentidos en carne propia. Ese fenómeno de inro-lerancia casi química, enconrró eventualmente su comple-

mento y su justificación moral sólo en el marco patriórico.No es necesario decir que una vsz roro el yugo, esos

elementos corren el riesgo de'recaer en sus errores pasados,

de lanzarse nuevamente con todo egoísmo en la persecu-

ción del bienestar, acentuando simplemente su posición de

desafío agresivo contra todos aquellos que no hablen su

mismo lenguaje. Despuá de esta forma rotalmente episódica

;i'limirada de resisrencia se esrablece la forma verdadera-

r;rente consciente, donde,todo el problema reside en saber

hasta qué punto ésra librá renido éxito en educar yrnanrener en estado de alcna y de disponibilidad a laprimera. Es ella la que, m:ís allá de las tareas más urgenres,

que convergen todas en pos del objerivo: perseguir al

invasor, se dedica a dererminar las causas profundas del

conflicto actual, por fuera de toda vía rutinaria

-tendidas las mismas emboscadas hasta donde se pierde la

vista- y prepara las medidas radicales que puedan por sí

ror ::l¡i nr.ronÉ BRETON

mismas impedir su retorno. Liberar al aire de esas abyectas

nubes de langostas, abrir ca¡nino al derecho más elemental

de la vida; entre las limitaciones extremas que le impone

una ingerencia manifiestamente parasitaria, sanear los lu-

gares expuestos a la contaminación a t.-avés de la elimina-

ción de rodos aquellos que han encontrado acomodo.con

el mlón en la nuca; no es posible concebir nada más

necesario. Ysin embargo, eso no constituye todavía un paso

decisivo hacia un mundo para siempre protegido de Io que

viene a infectarlo, Lo necesario, eso que sin réplica debiera

primar con urgencia sobre todo el resro, está aún muy lejos

de ser aquí lo suficiente. En el intervalo que separa a esta

guerra de la precedente, el concepto de libertad, que había

irradiado como relámpago un prestigio exrraordinario a los

días de la Revolución Francesa, en la misma Francia estaba

en tren de ser desconocido, de perderse. Todo aquello en

lo que se había afirmado el genio de un pueblo, cedía cada

vez más a la presión de fuerzas contrarias más o menos

disfrazadas. Todo aquello que podría haber sido su activo

-el esratuto viral de ese pueblo tal como de buen o mal

grado se desprendía aún de sus instiruciones- era puesto a

la sombra por temor a que la idea de libermd, que se

mantiene mal en reposo, se hiciese aún más exigente. Sus

conquistas ya anriguas no se relataban más que de memo-

ria, con todo tipo de precauciones y reservas, para que el

recuerdo fuera lo menos exalrante posible. Y lo que es peor,

se tenía.siempre la acritud de esrar excusándose, como de

ARc{No rz ¡1$ ros

Page 51: Arcano 17, Breton (1945)

una enfe¡medad dc crecimiento que había puesro en peli-gro la salud del paciente -de ese mismo pueblo- pero quefelizmente había podido siempre ser tratada a tiempo poreminentes prácticos como La Corday, Tallien, NapoleónBonaparte o el señor Thiers. Evidentemenre, habla de quédar seguridad a los más delicados. Ojalá los sucesos recien-tes hayan enseñado a Francia y al mundo que la libertad nopuede subsistir sino en estado dinámico, que ésta se desna-turaliza y se niega en el mismo instante en que se cree poderhacer de ella un objeto de museo. Y por favor, rregua paratoda discusión bizantina sobre su naruraleza: no sólo serfaen vano, sino de nuevo peligroso, el instituir un debate defondo sobre la libertad, en el cual se apresurarfan a partici-par todos aquellos que puedan estar inreresados en embro-llar la cuesrión. Dejando deliberadamente de lado suacepción filosófica, que nada tiene que hacer aquf, perodonde sus adversarios roman parrido para obscurecerla, lalibertad se define muy bien en oposición a todas las formasde servidumbre y de restricción. La única debilidad de estadefinición reside en que representa generalmente a lalibertad como un estado, vale decir, en inmovilidad, entanto toda la experiencia humana demuesrra que esa inmo-viliclad implica su ruina inmediata. Las aspiraciones delhombre a la libenad deben mantenerce en capacidad de serrecreadas sin ce.sar; es por esto que de be ser conquistada nocomo u¡l estado sino como fterza uiua qte entraña unaprogresión continua. Es, por lo demás, la única manera en

loo.# n¡¡onÉ BREToN

que puede continuar oponiéndose a la restricción y a la.

servidumbre, que ellas sf se recrean continuamente y de L

forma más ingeniosa. Estemos en guardia: la libertad pa::i

el prisionero es algo admirablemente concreto, positivo "'lltanto él está tras los barrotes; pero a pleno día, una vez

afuera, las alegrlas que esperabi.; ¡cuán rápido son borradas!

Pasado el primer momento de alivio y excitación, dispon-

drá de esa libertad sin gozarla verdaderamente -tal como no

se experimenta voluptuosidad en vivir en paz con los

dientes después de las crisis de la primera infancia- no es de

extrañar que de inmediato, con inquietud, se pregunte qué

hacer con esa libertad. Arriesga, desgraciadamente, seguir

el mismo camino de todos aquellos que' en el movimiento

de resistencia en Francia y otres partes, han limitado sus

expectativas a la liberación del territorio. El esfrrer¿o de

liberación no coincide más que de manera parcial y fortuita

con la lucha por la libertad. Se impone una distinción muy

formal entre esos dos términos, hoy en que algunos se

disponen a sacar partido de su confusión a expensas de la

libertad. La idea de liberación tiene en su contra que es una

idea negativar Que no sirve más que momentáneamente

respecto a una expoliación de hecho, bien definida, que es

necesario detener. Toda idea de ese tipo, no constructiva

por sí misma -se lo ha visto con el antifascismo previo a la

guer¡a, ribeteado con la ornamentación de la oposición

prlra- es de mediocre estatura. La idea de libertad, por i'l

contrario, es una idea plenamente dueña de sí misma' qu::

ARo{No rz S' .oz

Page 52: Arcano 17, Breton (1945)

reflejauna visión incondicional d elo que califcaalhombrey presra de por sí un senddo apreciable al deuenirhurnano.' La libenad no es, como la liberación, I" lu.h" conrra la

., enferrnedad ; ella esla salud.L" Iib.;;;;rpuede hacer creeren un resrablecimienro de la salud, .n ,..iro no marca sinouna remisión de la enfermedad, la desaparición de susíntoma m¿ís manifiesro, más "1.;_;; La liberrad, ellaescapa a roda contingencia. La liberrad, no sólo como idealsino como recreadr

en ar gun os h " _ b;:;oTJ: ;':,i:::x*ili:,::

hombres, debe excluir tod" idea i.'.0",i,Ur," cómodo yconcebirse como erorismo conrinuo. t-" rr...r¡a"d primor-dial de liberación, que acaba de verse ran profundamenreresenrida y el amor

.a la liberrad, a.t lr.i. no se puededisimurar que es mucho -e* op.ionJ, t l, a.¡,¿o ar rigorde los riempos el poder."rninrr l"d;'; l¿. Incluso más,han admiddo una

:i; ; ;:;: ;,; 11 ffi:i " ffi i l..lli.; fi:t jll.lo por esro deja de ser alá*.nr. d.r.;l;;"., expulsados

)'puesros fuera de comba¡: el úlrimo "1.*., y el úlrimot¡aidor pasado por las ar.nas,

"i.;;'l; aquellos que

" f"l"n compromerido ro mejor d.;-l;; en rucha rani, desigual, crea que pued. -"nr.'..* "lir.'i,, , corazón deaquello que los hizo sublevarse,.pr.;; o; Io recuerden,descubrirá enronces la misma chirp. ¿..r1liUenad que no

, ::ig. sino crecer y llegar a ser una esvella para ndos. Esaliberrad, yo diría, qr. h.n uirro d.rp-u-n-r-"r;1;. ". podrán

roa S aNonr BREToN

sino recordar, para que anre su mirada, en el fi,rturo, los más

malintencionados renuncien a hacer raciocinios sobre ella,sabiendo hasta qué punro sus concepciones la rienen comofundamenro inrelectual, de la misma manera que la hisro-ria, en esencia la más reaccionaria, la más parcial, se absrie-ne de pedir cuentas a los soldados de Valnry.

La estrella aquí reenconrrada es la Ce la mañana, quetiende a eclipsar a los demás astros en la venrana. Meentrega el secreto de su estrucrura, me explica por qué rienedos veces más ramas que ellos, por qué esas ramas son defuego rojo y amarillo, como si se rrarase de dos esrrellas

conjunras de rayos alternados. Está hecha de la unidad deesos dos misrerios: el amor llamado a renacer de la pérdidadel objeto, del amor que no se eleva sino enronces a su plenaconciencia, a su dignidad roral; la liberrad condenada a noconocerse bien, ni a exaltarse sino al precio de su privación.En la imagen nocrurna que me ha guiado, la revolución deesa doble conrradicción se produce bajo la prorección delárbol que guarda los restos de la sabiduría muena, pormedio de intercambios llevados a cabo enrre la mariposa yla flor y en virrud del principio de expansión ininterrum-pida de los fluídos, al cual está ligada la cerreza de la erernarenovación. Esa resolución es, por lo demás, una resolucióncomún, pues no necesita otro instrumenro que el que los

ARCANo rz .S rol

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Hebreos han figurado jeroglíficamenre en la letra b (pro-nunciar: fe) que se parece a la lengua en la boca y que en susentido más elevado, significa la palabra.

Sin embargo, no me parece que la verdad a.legórica quese explica aquí sea susceptible de adquirir toda su amplitud,sino a condición de ser completada y alterada con un miroadventicio. En efecto, una cie¡ra falta de información aúnsubsiste, en lo que respecta a las circunstancias quedeciden,en la figura que he rerrazado, la aparición de la esrellaprincipal y eventualmente podrían permitir el remontar asu origen. O a esa laguna tal vezvacía. Existe, en efecto, enlos muros del tiernpo, un cuadro muy relacionado al que leprecede en cuanro a la naturaleza de las preocupaciones quetraiciona, y que sin duda, no deben sino a extremaJdiferencias de factura el no haber sido enfrentados antes.Este cuadro, cuyo rema es Ia formación de la estrella misma,constituye en mi mirada la expresión suprema del pensa-miento romántico; en todo caso, es cl símbolo más vivo quenos ha legado. Este símbolo es el que M. Auguste Viatte hacontribuido a relevar de la manera más entusiasta en sureciente obra: Víctor Hugo y los iluminados de su tiempo.yque se desprende de un paralelo entre el Testamento de klibertad del abare Consrante publicado en I 845 y EIfn deSatán, una de las últimas obras líricas del poeta. "Como en

r ro {$ ,rNonr BREToN

Víctor Hugo, escribe M. Viatte, asistimos de partida en elabate Constante, a la cafda del ángel que, al nacer, se niegaa "ser esclavo'y que produce en la noche "una lluvia deestrellas y soles por la atracción de su gloria,': pero Lucifer,la inteligencia proscrita, engencra dos hermanas, poesía yLibertad y "el espfritu del amr ¡. tomará sus característicaspara someter y salvar aI ángel iéú.Id.". Esta relación nece-sariamenre rápida y seca, no permite prejuzgar -al quedesafiando el otro exrremo, aceptará pasar además a laincontinencia verbal- la grandeza que confiere a tal episo-dio el don visionario de Hugo, en parricular, donde datestimonio de la creación del ángel Libertad: "EI ángelLibertad", nacido de una pluma blanca que se le escapó a

Lucifer en su caída, penetra en las tinieblas, ta estrella quélleva en la frente crece, se convierte en "meteoro primero,luego en cometa y hoguera". Se ve cómo, en lo que ellzpodía tener aún de incierto, la imagen se precisa: es l;,rebeldía misma, la sola rebeldía creadora de luz. y esa luisolo puede ser conocida por tres vfas: la poesla, la libertady el amor, que deben inspirar. el mismo celo y convergcrhasm conformar el trofeo de la juventud ererna, en el puntomenos descubierro y más iluminable del corazón humano.

20 de agosto -20 de octubre 1944

Percé-Sainte-Agathe

ARCANo rz S|1 rrr

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OTRAS OBRAS DE ANDR-E BRETON

LEs CHAMps MAcNErreuEs / Los cAMpos MAcNETrcos(coN Soumu¡-r) (1919)

¡-rs P¡s pERDUs / Los pasos pERDrDos (1924)M¡Nr¡¡srr/ Pn¡u¡nMru,npmsro o¡rsunnr¡r¡srr.lo ( I 924)¡-E SunREnrnME ET t-A, P¡¡rurunr / El sunn¡¡usMo y r,{,PrNruRA (1926)N¡,oJa (1927)S¡coxo M¡rulr¡srE DU suRRfuLrsr'rE / S¡cuNoo M¡N¡-FrEsro orl Sunn¡¡.L¡s¡r¡o (1930)¡.es Vas¡s coMMUNrcANrs / Los vAsos coMUNrcANTEs(te32)M¡sEns oe ü poÉslr / Mlseru¡ DE r.lr poESfA (1934)r'Avoun rou / El AMoR Loco (1937)Frrr Monc.r¡¡.r (t942)Anc¡Ne 17 /AncnNo t7 (t947)¡-r C¡.8 DEs clrAMps / [¡ n¡v¡ DE Los clMpos (1953)¡-'Anr MAGteuE / El nnr¡ MÁcrco (lg57)Cr¡¡n pp rennr / Cr¡no DE rrERM (1g66)

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Nucst¡o especidr agradccimiento a:

TRABAJARON EN ESTE LIBRQ

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