Bayardo_Cultura Artes y Gestion

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  • 7/27/2019 Bayardo_Cultura Artes y Gestion

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    Cultura, artes y gestin. La profesionalizacin de la gestin cultural.

    Dr. Rubens Bayardo1

    Desde hace ya un tiempo, que se cuenta en pocos aos, asistimos enArgentina al fenmeno de la expansin de la gestin cultural, que secorresponde con una especie de explosin y moda de la cultura a la que yanos hemos referido anteriormente (cfr. Bayardo 2000). A los cursillos yseminarios que se dictaban de forma espordica en Buenos Aires y endiversos municipios provinciales, se han agregado ms recientementepostgrados y maestras dedicados especficamente al tema2. La gestincultural puede ser encarada de muy distintos modos, y habiendo despertadomuchas bienvenidas, unos cuantos rechazos y muchos debates, entiendo

    que amerita una consideracin ms desapasionada y acadmica. Cmoantroplogo y como profesional directa y fuertemente involucrado en lacuestin, no puedo comenzar sin manifestar este particular posicionamientoque indudablemente constituye, particulariza y condiciona mi punto devista. En lo acotado de esta presentacin tomar lineamientos muygenerales a los efectos de esbozar mi argumento acerca de laprofesionalizacin de la gestin cultural.

    Con la referencia cultura, artes y gestin reunimos tres trminos que segnlas perspectivas adoptadas pueden presentrsenos como prximos ycompatibles o cmo distantes y contradictorios. Cultura y artes puedenresultar fenmenos que se perciben como retroalimentndose o bien comofenmenos inversamente proporcionales. A la vez, la gestin en relacin conambos puede ser vista como beneficiosa, necesaria y hasta imprescindible ocontrariamente como mercantilizante, banalizante y hasta mancilladora.Consecuentemente, la incursin de gestores y gerentes en las artes y lacultura, o la incursin en el mbito de la gestin de actores culturales yartsticos, es algo cargado de sentidos y difcilmente neutro. La lucha por loreal (Geertz 1987), la batalla por el sentido de la esfera cultural se extiendea la gestin de la cultura y las artes. Estimamos que lo que est en elcentro del debate no es la gestin, sino los modos y conceptualizacionesque la orientan en tanto que cultural. Qu se entienda por gestin culturaly cmo se la conciba, resulta un tpico fundamental, sobre todo en unmomento en el cual esta prctica se encuentra en una fase inicial dedesarrollo donde abundan tanteos de ensayo y error, remedos deexperiencias ajenas, discusiones basadas en el sentido comn y ausencia deasertos tericamente fundados3.

    1 Director del Diploma de Estudios Avanzados en Gestin Cultural, IDAES, UNSAM;Director del Programa Antropologa de la Cultura, FFYL, UBA; Director Adjunto delObservatorio Cultural, FCE, UBA.2 Al respecto, alrededor de una decena de universidades pblicas, privadas eincluso extranjeras han includo estos estudios en grados y postgrados con diversasmodalidades.3

    Con todo, este cuadro de situacin no debe parecernos sombro, en particularconsiderando que en el espacio iberoamericano del cual en forma ms directa(aunque no nica) abrevan nuestros desarrollos, el panorama es similar.

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    En principio digamos que vistos como espacio de lo simblico o expresin dela creatividad, artes y cultura suelen ser presentados como manifestacionesespirituales, libres e intangibles, que rechazan por s mismas lamaterialidad, la burocracia y lo tangible de la gestin. La libertad creadora

    de los artistas, el inters desinteresado de sus bsquedas estticas, lasnecesidades culturales intangibles de la gente, los criterios autnomos delegitimacin del campo cultural, podran verse apabullados por larecurrencia de las normas y los procedimientos de la administracin, por loscriterios de eficiencia, eficacia y rentabilidad de la gestin.

    Por el contrario vistos como un sector productivo, o planteados en su mayorcrudeza como un negocio, cultura y artes requeriran sin duda alguna de lagestin como medio para su necesaria domesticacin, su mejorpresentacin y su aceptacin en sociedad. Las veleidades diurnas ynocturnas de los artistas, la atribuida genialidad que suele magnificar el

    aura y la distancia de sus obras, los guios cmplices de parte del mundode la cultura solazado en la oscuridad difcilmente accesible de sus rituales,deberan ser exorcizados para valorizar la produccin, para explorar otrasfuentes de financiamiento distintas de la individual y la estatal, para lograrhacer ms amigables a los bienes y los servicios culturales, para extender elconsumo de los mismos a pblicos ms amplios4.

    A la vez, cultura y artes no siempre conforman un ensamble armonioso. Lasartes pueden ser concebidas como el espacio inaugural en el que se indagany desarrollan las matrices culturales de lo por venir, pero desde distintosngulos tambin pueden verse como situadas en la vereda de enfrente de lacultura. As, puede considerarse que la cultura devala las artes altransformarlas en bienes y servicios culturales o en espacios delentretenimiento y la diversin, puede estimarse que las artes no hacen sinoreiterar y ensalzar los cnones de las academias, reforzando los lmitessociales previos y contribuyendo a reproducirlos, o puede entenderse quepergean una y otra vez nuevos criterios de distincin y de diferencialegtima apuntando a la exclusin de los ya previamente instalados y de lostodava no iniciados5.

    Por su parte la gestin no es tampoco un espacio de significacionesunvocas. Si bien el arts management anglosajn puede ser traducido entrminos de gerencia cultural o de gestin cultural, el sentido de estaltima permanece ms abierto en el mbito iberoamericano6. Su asuncin

    4 La desconfianza mutua entre artistas, empresarios y funcionarios es un temareiterado en el debate cultural. Al respecto vase Benhamou 1997, Achugar 1999.Tambin es interesante constatar como el temor a los desbordes artsticos orientael mecenazgo empresarial hacia las expresiones ms clsicas (Cfr. Hajduk 1994)5 Al respecto recordamos el coloquio sobre el tema Declnio da Arte, Ascenso daCultura realizado en la Universidade Federal de Santa Catarina, Brasil y publicadopor Antelo, R. et al. (org.) en 1998, y pensamos en los antecedentes sentados porla Escuela de Frankfurt y por la obra de Bourdieu.6 Decimos ms abierto porque la imagen de la gestin cultural anglosajona como

    orientada al negocio de la cultura no debera oscurecer otras tantas preocupacionespor la ciudadana y la calidad de vida, en el caso iberoamericano esta segundadimensin aparece ms ampliamente resaltada.

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    como conjunto de acciones que potencian, viabilizan, despiertan, germinany complejizan los procesos culturales, dentro de su particularidad yuniversalidad (Gudez y Menndez 1994:262) apunta en principio aldiligenciamiento o tramitacin de algo. Pero tambin asimila las nociones degesta como hazaa, aventura o hecho memorable, de gestacin como

    concepcin, preparacin y desarrollo de algo, y de gesto como guio ommica de bsqueda, segn seala Lincona Calpe (2000). Por otra parte, eltrmino gestin viene a reformular una batera de nociones anteriores ycoetneas encaminadas a cubrir un rea similar, aunque no idntica, deincumbencias: nos referimos a la animacin cultural, la promocin cultural,la planificacin cultural, la administracin cultural, la ingeniera cultural.

    La administracin cultural puede generar preocupacin por la excesivainjerencia estatal en la creacin artstica y en la vida cultural de lacomunidad, por la posible manipulacin del sentido y la conformacin deuna cultura oficial uniforme y cristalizada y, en el extremo, por la amenaza

    a la libertad creadora de los terrorismos de Estado. La gestin cultural porsu parte despierta con frecuencia temor por la irrupcin de criteriosprivatistas en la administracin estatal, por la avidez comercial de mercadosque acrecientan ganancias por la va de la estereotipia y la banalidad, por laconversin de la cultura en mercanca y de los pblicos en meros clientes.No es un miedo zonzo, por cuanto hemos relevado ms de una vezexpresiones de altos funcionarios de la cultura, apremiados por susmenguados presupuestos pblicos, en cuanto a la supuesta necesidad degestionar las instituciones culturales como cualquier otro emprendimiento,haciendo a un lado su condicin de culturales.

    Entre los gestos y las expresiones poco claras que suscita el tema, da laimpresin que el problema que hoy estara planteando la gestin cultural esel de institucionalizar y el de mercantilizar las artes y la cultura. Cabesealar que la autonomizacin de los campos culturales y artsticos en lamodernidad, significa simultneamente su autonoma de los principiosdivinos y su transferencia a las esferas del Estado y del mercado. Ancuando podamos disputar por la ocasin o por la graduacin del estadomercantil o institucionalizado de las artes y de los bienes y los serviciosculturales, la institucionalizacin y la mercantilizacin constituyen puntos departida inexcusables7, en ellos se despliega la gestin cultural y n a lainversa. Sobre esto ya tematiz Raymond Williams (1982) hace dosdcadas, pero su postulado de la autonoma relativa de la cultura, en elmomento actual parece ser ms una aspiracin del mundo culturalatenazado entre el Estado y el mercado, que una contextualizacinadecuada del fenmeno. Artes y cultura se debaten entre ser la baseeconmica de la economa simblica de ciudades y regiones que compitenen la captacin de recursos, inversores y turistas (cfr. Zukin1995) o bienser una herramienta de inclusin cultural ante la exclusin econmica, unfactor de cohesin y de integracin social, un instrumento de

    7 En tal sentido resulta esclarecedora la perspectiva de Kopytoff (1991) quien

    concibe la mercantilizacin de los bienes como un proceso en el cual estostransitan, entrando y saliendo del estado mercantil acorde a momentos, contextosy relaciones.

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    transformacin social (Sosnowski 1999)8. Es este lugar central de lacultura como factor econmico y como factor poltico, lo que torna ingenuacualquier mirada que slo subraye y procure preservar su espiritualidad ysu libertad.

    En este sentido, aunque venga enancada a nuevas formas de reproduccinampliada y de revaluacin privada del capital y a nuevas modalidades deconstruccin del consenso social y de la hegemona poltica, laprofesionalizacin de la gestin cultural no tiene por qu conformarse en unmero instrumento de estos intereses. No hay necesidad alguna que liguecultura, artes y gestin al inters espiritual o al econmico, a la tradicin oa la innovacin, a la reproduccin o a la transformacin social. A mientender la profesionalizacin de la gestin cultural, entre otras cosas,permite en primer lugar apartarse de esas dicotomas que parecen darcuenta del movimiento de lo social desde el sentido comn, pero quesabemos revisten mayores complejidades. Una mirada entrenada en la

    reflexin y ms matizada en la percepcin, resulta ms oportuna en esteespacio de la cultura donde se construyen clasificaciones y sistemasreferenciales del mundo y donde se dirime la validez y la legitimidad de lossentidos que circulan en la vida social.

    As como la relacin entre artistas y pblicos no se resuelve en lavinculacin directa entre unos y otros, sino en la mediacin que significan laestructuracin y el funcionamiento de los diferentes campos al interior delcampo cultural (Bourdieu 1990), la cadena del valor de los bienes yservicios culturales no se agota en la ligazn de los productores con losconsumidores. En este mbito, hay un espacio que resulta central que es elde la distribucin comercializacin, al que concurren creciente nmero deagentes especializados, y donde simultneamente la concentracindiversificada de capitales tiende a radiar del juego a las expresiones locales,minoritarias, marginales o menos susceptibles de cooptacin por una lgicaestrictamente mercantil (Koivunen y Kotro 1998). Esto constituye unaamenaza para la pluralidad de voces y la expresin democrtica de ladiversidad artstica y cultural, que no puede ser conjurada desde laperspectiva de especialistas slo atentos a concatenaciones tcnicas y n ala totalidad del proceso. Un medio cultural cada vez ms producido desdeespacios y especialidades alejadas de lo cotidiano, aunque tambin cada vezms constitutivas del cotidiano, requiere de nuevas mediaciones querealicen una intervencin activa sobre el conjunto de las acciones, losproyectos, las instituciones y la vida cultural que ellas mismas producen.

    De ah la importancia de poner la gestin cultural en manos deprofesionales con formacin especfica en cuestiones gestionarias y encuestiones culturales. Algo no muy distinto de lo que se reclamara con laeducacin, la salud o el medio ambiente. Entendemos que el gestor culturales un mediador que opera desde una perspectiva generalista entre losdiversos actores, cuerpos disciplinares y especialidades puestos en juego en

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    Amn de las investigaciones y los enfoques tericos al respecto, un mnimoseguimiento de los medios audiovisuales basta para comprobar la extensin deestas nuevas concepciones y prcticas culturales.

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    las distintas fases de los procesos culturales9. Esta mediacin requierecompetencias que exceden las cuestiones tcnicas en tanto la materia conla que se trabaja es el sentido. Entendemos que la formacin terica y lainvestigacin deben constituir junto con el saber tcnico los pilares de unagestin cultural que de momento se cifra ms en la repeticin de

    experiencias exitosas y en apuestas arriesgadas, que en apreciacionesslidamente fundadas y en encuadres reflexivos. La gestin tiene tiemposms acelerados e imprevisibles que los ritmos pausados y meditados de lainvestigacin acadmica, pero esta ltima resulta fundamental paradiagnosticar adecuadamente situaciones, para formular proyectos culturalesy para evaluar sus resultados. Sus competencias no pueden ser adquiridassino en la labor prolongada y esto debe ser plenamente asumido desde lagestin.

    A la vez la gestin cultural constituye un espacio de insercin laboral en unmedio acadmico cada vez ms difcil para los egresados especializados en

    artes y cultura. En el caso particular de las disciplinas humansticas ysociales, la formacin obtenida concurre a alimentar espacios culturalesmuy diversos, que pasan por la escritura, la curadura, la edicin, la crtica,la consultora, la produccin cultural, etc. La gestin cultural requiere tantode la formacin de base, como del anlisis a posteriori de estas disciplinas,pues no es ella en s misma una disciplina sino una prctica profesionalasentada en conocimientos pluridisciplinarios, ligada al acontecer y a laaccin, que exige la intervencin, la valoracin y la no neutralidad, aunquepresuponga tambin cierta ambigedad por su papel mediador (cfr. Bovone1997). Los estudiosos de las artes y la cultura ocupados por los rigores dela investigacin y el anlisis reflexivo, muchas veces extraan el hacer ysuelen lamentar que los resultados de sus esfuerzos tengan escasacirculacin y difcilmente encuentren aplicaciones prcticas o plasmen enacciones. Los profesionales de la gestin cultural absorbidos por lasresponsabilidades del hacer aqu y ahora, en circunstancias tan crticascomo cambiantes, muchas veces aoran el reflexionar y lamentan nopoder detenerse a analizar y sistematizar sus experiencias, profundizar oactualizar sus conocimientos. La gestin cultural y la investigacin senecesitan mutuamente, pero como acertadamente diagnosticaba uno de misinformantes: los que hacen no reflexionan y los que reflexionan no hacen.Creo que una gestin cultural seria debe necesariamente asentarse en laconfluencia de ambas prcticas y que hallndonos en una etapa inauguralde la profesionalizacin, es el momento de acercar la accin y la reflexin,pues aunque resulte una utopa irrealizable constituye un horizonte deexpectativas que nos seala hacia dnde ir.

    9 Esta perspectiva generalista no excluye el hecho de que tambin son necesarias

    especializaciones atentas a las particularidades y complejidades propias que planteala gestin en lo que hace a patrimonio, artes performativas, medios audiovisuales,etc.

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