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Choques sectoriales y cambio político: La experiencia argentinaAuthor(s): Gilbert W. MerkxSource: Foro Internacional, Vol. 10, No. 2 (38) (Oct. - Dec., 1969), pp. 149-176Published by: El Colegio De MexicoStable URL: http://www.jstor.org/stable/27737530 .
Accessed: 14/06/2014 18:16
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CHOQUES SECTORIALES Y CAMBIO POL?TICO
La experiencia argentina*
Gilbert W. Merkx
Departamento de Sociolog?a Universidad de Nuevo M?xico
A partir de 1929, Argentina ha experimentado un notable conjunto de
cambios pol?ticos y econ?micos. Durante los a?os veinte, este pa?s cons
titu?a un ejemplo del crecimiento econ?mico basado en la expansi?n de las exportaciones, y un modelo de la democracia burguesa en su for
ma parlamentaria. Pero esa Argentina
es cosa del pasado, y ahora el
nombre de este pa?s probablemente nos haga pensar en golpes militares
y estancamiento econ?mico. Tal transformaci?n merece una atenci?n
mayor de la que ha recibido hasta ahora. El interrogante sobre "?qu? le pas?
a Argentina?" es tan importante para quienes estudian el sub
desarrollo como lo es el interrogante de "?qu? le pas? a Alemania?"
para quienes estudian los problemas de los pa?ses industrialmente avan
zados.
La teor?a de los choques de los sectores desarrollada por Markos Mamalakis resulta de gran utilidad en el an?lisis del cambio social en
Argentina.1 En este trabajo har? una interpretaci?n de la historia ar
gentina reciente, basada en dicha teor?a, que cubre los a?os de Per?n
y siguientes. En particular me concentrar? en los aspectos econ?micos y
pol?ticos de las transacciones entre los sectores y entre grupos de ingre sos dentro de ellos. Esta investigaci?n tiene en parte el prop?sito de determinar la importancia de la experiencia argentina para entender
los procesos de otros pa?ses en desarrollo. Si el estancamiento argentino resulta ser el producto de ciertos patrones de transacci?n sectorial, m?s
bien que un resultado exclusivo del car?cter nacional y el liderazgo ca
rism?tico, podemos esperar que se produzcan
otras Argentinas como re
sultado de procesos sectoriales similares.
* Este trabajo se present? en la Conferencia sobre "Clases y Sectores" del Cen
tro Latinoamericano de la Universidad de Wisconsin en Milwaukee. l Markos Mamalakis, "La Teor?a de los Choques entre Sectores", El Trimestre
Econ?mico, Vol. 33 (20, abril-junio de 1966, n?m. 130, pp. 187-222), y "The Theory of Sectoral Clashes", Centro Latinoamericano, Universidad de Wisconsin en Mil
waukee, Documento para Discusi?n N?m. 19, abril de 1969. Adem?s de lo que debo al profesor Mamalakis por sus contribuciones conceptuales, quiero reconocer la ayuda recibida de las observaciones y datos emp?ricos de Carlos F. D?az-Alejandro, Javier Villanueva, Hugh Schwartz, Eldon Kenworthy y Gino Germani.
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i5? Gilbert W. Merkx FI X-2
El ascenso de Per?n
Generalmente se asocia al nombre de Per?n el cambio del desarrollo econ?mico argentino, que pasa de la agricultura de exportaci?n a la
producci?n de manufacturas para sustituir importaciones. Sin embargo, los especialistas est?n atacando ahora esta tesis, y se est? poniendo
en
claro que el cambio fundamental en las relaciones entre los sectores se
inici? en Argentina con la Gran Depresi?n. El predominio del sector
agr?cola sufri? el impacto de las tres caracter?sticas principales de la
depresi?n: la cesaci?n de los movimientos de capital, el descenso en el
precio de los bienes, y una contracci?n del volumen de comercio inter nacional. Como una parte de su defensa de la econom?a argentina, el
gobierno conservador de los a?os treinta inici? pol?ticas que llevaron al sector agr?cola
a una coalici?n con el peque?o sector industrial.
La mayor parte de estas medidas no se tom? con el prop?sito espe c?fico de ayudar al sector industrial, sino que trataba de proteger los
mercados de exportaci?n, ayudar a la producci?n agr?cola y conservar
la capacidad de Argentina para cumplir sus obligaciones internaciona les. Y sin embargo, cuando se resumen las pol?ticas del gobierno de los a?os treinta, las mismas parecen una relaci?n de t?cnicas de sustituci?n
de importaciones: la pol?tica fiscal expansionista, la inversi?n en infra estructura, aumentos de los aranceles, devaluaciones monetarias, movi
mientos negativos de los t?rminos de intercambio para los bienes rura
les, discriminaci?n cambiar?a contra las importaciones, y patrones de co mercio bilateral impuestos artificialmente.
Es clara la l?gica de este cambio, de una situaci?n en que se ignora
ba el sector industrial a otra en que se lo estimula. Antes de 1930, el sector agr?cola se beneficiaba cuando se desalentaba la demanda inter
na, dada la insatisfecha demanda externa de sus productos. Despu?s de
1930 sucedi? lo contrario. La demanda externa estaba saturada, y el
sector agr?cola se beneficiar?a con un aumento de la demanda interna.
El crecimiento de la industria nacional beneficiaba a la agricultura nacional, y podemos afirmar entonces que exist?a entre ellas una coa
lici?n natural de intereses.
La reacci?n del sector industrial no pudo haber sido m?s impresio nante. Para 1935 *a inversi?n industrial hab?a aumentado 68% sobre el bajo nivel de 1932.2 En el per?odo que va de 1935 a la ca?da del ?lti
mo gobierno conservador, en 1943, el n?mero de establecimientos ma
nufactureros pas? de 38000 a 61000 (un aumento de 60%), el valor
agregado por la industria pas? de 1.274 a 2.676 billones de pesos corrien tes (un aumento de 110%), y el n?mero de trabajadores y empleados industriales pas? de 467000 a 854000 (un aumento de 83 %):3
2 Cepal, El desarrollo econ?mico de la Argentina (M?xico: Naciones Unidas,
1959). Anexo Estad?stico, pp. 4 y 81. 3
Rep?blica Argentina, Censo Industrial de 1946 (Buenos Aires: Direcci?n Ge neral del Servicio Estad?stico Nacional), p. 16.
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ocT-Dic 69 Choques sectoriales y cambio pol?tico 151
Fue as? como las pol?ticas de los gobiernos conservadores de los a?os treinta lograron lo que no hab?an podido hacer los gobiernos radicales
de los a?os veinte: alterar el orden social y econ?mico existente en Ar
gentina. Entre 1914 y 1935? *a fuerza de trabajo industrial hab?a cre cido a una tasa no muy diferente a la de la poblaci?n en general (aproxi
madamente 2% anual). En cambio, despu?s de 1935 el n?mero de
empleados y trabajadores en la industria creci? a un ritmo seis veces
mayor (12 % anual). Para 1946, el a?o en que Per?n lleg? a la pre sidencia, ya hab?a m?s de un mill?n de personas trabajando en la indus
tria, concentrada en gran medida en el ?rea de Buenos Aires, y la fuerza de trabajo industrial representaba el 17 % de la poblaci?n econ?mica mente activa. Estos datos aparecen en el cuadro La.
Cuadro I-a
Crecimiento de la fuerza de trabajo industrial
Grupo 1935 1943 1946 % Inc. % Inc.
35-46 anual
Empleados 49 225 87 778 135 484 176 16 Trabajadores 418 020 756 222 938 387 124 11
Total de la Fuerza de
Trabajo Industrial 467 315 844 000 1073 871 130 12
Total de la poblaci?n argentina 12 939 573 14 755 720 15 260 013 18 1.5
Fuentes: Fuerza de Trabajo, Censo Industrial de 1946 (Buenos Aires: Direcci?n Ge neral del Servicio Estad?stico Nacional), p. 16. En este trabajo se revisaron las cifras de censos industriales anteriores, para ajustar los grupos a los utilizados en
1946. Las cifras de la poblaci?n argentina han sido tomadas de Informe Demogr? fico de la Rep?blica Argentina 1944-34 (Buenos Aires: Direcci?n Nacional de Es tad?stica y Censos, 1956), p. 12.
De manera que el surgimiento de Per?n fue m?s el resultado que la causa de la expansi?n del sector industrial argentino. Al igual que el res to de los coroneles que estaban detr?s del golpe de 1943, Per?n estaba a favor de la industria y el Eje, en contra de los ingleses y de la agri cultura. Pero al rev?s de sus rivales, Per?n era el ?nico oficial sufi cientemente astuto para cortejar a todos los grupos de ingresos dentro del sector industrial. Al ayudar al sector laboral para que se organiza ra, no s?lo fortaleci? al gobierno militar, sino tambi?n su propia posi ci?n. En el encuentro del 17 de octubre de 1945, pudo derrotar a sus
oponentes para completar de esta manera el apoderamiento total del
gobierno por parte del sector industrial.
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152 Gilbert W. Merkx FI X-2
Cuadro I-b
Magnitud relativa de la fuerza de trabajo industrial
1895-1946
Poblaci?n eco- F. de T. I. A?o F. de T. industrial n?micamente como % de
activa * la PEA
1895 118 835* 1601826 7 1914 389 716** 3 119 148 12 1946 1073 871 6 267 313 17
* La PEA se refiere a las personas censadas que manifestaron tener un empleo. La PEA de 1946 aparece realmente en el Censo de 1947, pero aun si reducimos esta cifra en un 3 % (la tasa anual de crecimiento de la PEA a partir de 1914), no se afecta la cifra de la FTI como % de la PEA.
** La cifra de la FTI de 1946 no es estrictamente comparable con las de 1895 y 1914, pero es probable que las diferencias no sean muy grandes, seg?n lo su
gieren algunas pruebas de comparabilidad. Fuentes: Censo Industrial de 1946, p. 16; IV Censo General de la Naci?n, Vol. I, p. xci; 77/ Censo Nacional (1914), Vol. 4, pp. 383-397; // Censo Nacional (1895), Vol. 2, pp. cxc-cxciii.
El gobierno de Per?n
La pol?tica argentina ya no pod?a volver a ser como antes. La poli tizaci?n del proletariado urbano, que se realiz? entre 1943 y 1946, sig nificaba que la balanza del poder electoral se hab?a inclinado perma nentemente hacia abajo. Los trabajadores, al igual que los industriales, sintieron que el gobierno se mostraba partidario ele sus intereses, y adem?s sab?an que ellos hab?an desempe?ado un papel principal en el ascenso al poder de dicho gobierno. La amplia base social del apoyo industrial a Per?n se refleja en la composici?n de la delegaci?n pero
nista al Congreso de 1946, particularmente cuando se la compara con
la delegaci?n de los radicales. Esto se hace en el cuadro II. La pol?tica argentina ya no era una arena donde s?lo luchaban la clase alta y la
media. Pero el mismo tono del gobierno de Per?n que entusiasm? a la clase trabajadora, contribuy? indudablemente a crear una creciente
hostilidad de las clases media y alta contra Per?n, a quienes les moles taba tanto la vulgaridad y autoritarismo de la administraci?n peronista como la naturaleza de sus
pol?ticas. En a?os posteriores esta hostilidad
aument? tanto que Per?n empez? a tener dificultades para encontrar
personas calificadas dispuestas a ocupar posiciones en el gobierno. El gobierno de Per?n ten?a como objetivo principal de su pol?tica
el desarrollo econ?mico de Argentina por medio de la industrializaci?n. El propio Per?n conden? a todos los gobiernos anteriores por no ha berse fijado el mismo objetivo: "Quienes han ocupado el sill?n presiden cial han ejercido el gobierno pol?tico, pero no el gobierno econ?mico
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oct-dic 69 Choques sectoriales y cambio pol?tico
Cuadro II
153
Categor?a ocupacional de los congresistas radicales y peronistas en 1946, mostrando la afiliaci?n de los peronistas *
Peronistas
Categor?a Radicales Eaboristas ex socialistas
Ex radicales ex conservadores
1. Clase alta
alta 2. Clase media
3. Clase media
4. Clase media baja 5. Clase obrera
Sin dato
Totales
20% 73% 4%
2%
(9) (32) (2) (0) (0) ( I)
2% 25% 25% 8%
23% 18%
( 1) (15) (15) (5) (14) (11)'
10% 64% 16%
3% 7%
(7) (45) (H) (0) (2) (5)
99% (44) 101% (61) 100% (70) * Dar?o Cant?n, El Parlamento Argentino en ?pocas de cambio: 1890, 1916 y 1946
(Buenos Aires: Editorial del Instituto, 1966), p. 57. Cant?n afirma que los pero nistas sin dato, especialmente los del Partido Laborista, casi seguramente pertene cen a la clase trabajadora, ya que no se pudo encontrar sus nombres en un examen
cuidadoso de las listas de miembros de las organizaciones empresariales y profe sionales (nota de pie de las pp. 38-39).
ni el social." El 21 de octubre de 1946, present? al Congreso un Plan de Cinco A?os destinado a lograr aquel objetivo. Se afirmaba en su Introducci?n:
Debemos desarrollar nuestros recursos... La soluci?n del pro blema argentino es la industrializaci?n y la comercializaci?n de los bienes que ahora producimos.
El plan se?alaba cuatro razones por las cuales se necesitan nue
vas industrias: 1) para aumentar la independencia econ?mica del
pa?s; 2) evitar la desocupaci?n en la posguerra; 3) aumentar el in
greso nacional, y 4) aumentar la estabilidad econ?mica del pa?s.4
Los detalles de la ejecuci?n del plan quedaban un poco vagos, pero los
objetivos del gobierno de Per?n se delineaban claramente. Per?n y sus asesores econ?micos empezaron a ejecutar su programa
de nacionalismo econ?mico aun antes de que aqu?l tomara formalmente
posesi?n de la presidencia. Actuaron en varios frentes: 1) se utilizaron las reservas de divisas para cubrir la deuda externa y para comprar ac
tivos en el exterior (en lugar de emplearlas en nuevas inversiones); 2) se
nacionalizaron, por medio de compras, las inversiones extranjeras en la
infraestructura econ?mica (especialmente en los sectores de transportes
4 Carl C. Taylor, Rural Life in Argentina (Baton Rouge, La.: Universidad Esta tal de Luisiana, 1948), p. 446.
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*54 Gilbert W. Merkx FI X-2
y energ?a); 5) se crearon empresas estatales para sustituir a empresas
extranjeras o para estimular nuevas
operaciones; 4) se extendi? en gran medida el control del cr?dito, del comercio exterior y de cambios, y 5)
se utilizaron los instrumentos econ?micos antes citados para estimular
activamente la sustituci?n de importaciones por el sector industrial. Con la excepci?n del ?nfasis que se pon?a en el pago de la deuda
externa y la compra de activos extranjeros, esta pol?tica
era b?sicamente
la misma que siguieron los gobiernos conservadores de los a?os treinta,
durante el colapso del mercado de la Gran Depresi?n. Los gobiernos radicales hab?an introducido las empresas de propiedad estatal, y los conservadores establecieron el control estatal del comercio exterior, de
las divisas y del cr?dito. Durante 1946 y 1947, el gobierno de Per?n adquiri? una tras otra
las empresas extranjeras de servicios p?blicos y los ferrocarriles, nacio
naliz? las instituciones financieras y tom? el control del mercadeo de las
exportaciones. En julio de 1947, Per?n hizo su dram?tica "Declaraci?n de la Independencia Econ?mica", en el mismo lugar en que se hab?a
proclamado en 1816 la Declaraci?n de Independencia del pa?s. En agos to se cre? un sistema de preferencias para los bienes "esenciales", en la
concesi?n de permisos de importaci?n (la definici?n de lo "esencial" fa vorec?a grandemente a la industria).
El monto de los pr?stamos vigentes para la industria aument? a una velocidad tres veces mayor que el de los pr?stamos
a la agricultura, tri
plic?ndose entre 1946 y 1948, mientras que el ?ndice de precios al ma
yoreo s?lo aumentaba en 40 %. Para 1947, la proporci?n del cr?dito industrial era mayor que en
cualquier otro pa?s latinoamericano. Ade
m?s se ayud? al sector industrial por medio de una pol?tica extremada mente proteccionista. Los aranceles eran elevados, pero el principal mecanismo de protecci?n lo constitu?a el complejo sistema de permisos de divisas y cuotas de importaci?n. La sobrevaluaci?n creciente del
peso tambi?n favorec?a a la industria y da?aba a la agricultura: consti
tu?a un subsidio disfrazado para los manufactureros, a quienes les re
sultaban sus importaciones m?s baratas en t?rminos de pesos.5 Adem?s
ten?a el efecto adicional de desalentar la incipiente exportaci?n de las manufacturas argentinas, que se hab?a iniciado durante la segunda Gue rra Mundial (fundamentalmente de art?culos de piel).
Estas medidas constituyen uno de los ejemplos m?s impresionantes de represi?n de un sector, en la historia reciente de Am?rica Latina. El sector industrial era dominante por su control del gobierno, y ese go bierno actu? en todas las formas posibles para castigar al sector agr?cola durante sus
primeros a?os en el poder. El efecto acumulativo de tales
5 Los datos que presenta D?az-Alejandro indican que la paridad del peso argen tino, en relaci?n con el d?lar, era aproximadamente 200 % mayor (al deflactar am
bas monedas por los ?ndices de precios al mayoreo de los Estados Unidos y de
Argentina) en 1953-55 que en 1935-39. Carlos F. D?az-Alejandro, "An interpretation of Argentine Economic Growth since 1930", en Journal of Development Studies, vol. 3, num. 1 (octubre de 1966), pp. 14-41. Datos tomados del cuadro 7, p. 28.
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oct-dic 69 Choques sectoriales y cambio pol?tico 155
acciones se pone de relieve en el movimiento de los t?rminos del inter cambio interno (el precio interno de los bienes rurales en relaci?n con el de los bienes no rurales). Durante los a?os de la guerra, el precio de los bienes no rurales era elevado, como ser?a de esperarse dada la escasez
de importaciones. Pero cuando termin? la guerra no se recuperaron los
precios de los bienes rurales como se esperaba (en relaci?n con el precio de los bienes no rurales), a pesar de que en el mercado mundial s? se
produjo esa recuperaci?n. De manera que la discriminaci?n en favor de la industria era a?n mayor que los t?rminos del intercambio interno.
Cuadro III
T?rminos de intercambio internos y externos, y el ?ndice de Discriminaci?n entre los bienes rurales y los no rurales
(1935-39 =
100)
Periodo
T?rminos de intercambio
interno
(A)
T?rminos de intercambio
externo
(B)
?ndice de discri minaci?n
(C) = 100 (A/B)
1925-29 1930-34 1935-39 1940-44 1945-46 1947-49 1950-52 1953-55 1956-58 1959-61 1962-64
132 87 100 62 74 80 68 68 78 85 93
111 79 100 89 120 169 124 114 93 91 89
119 110 100 70 62 47 55 60 84 93 104
Fuentes y comentarios: Cuando el ?ndice de Discriminaci?n pasa de 100, los bienes rurales se encuentran en una posici?n m?s favorable que en 1935-39, y cuando el
mismo baja de 100 los que se favorecen son los bienes no rurales. Por ejemplo, en
1947-49 los bienes rurales dom?sticos percib?an el 47 % de lo que habr?an recibido si los precios internos hubiesen guardado la misma relaci?n con los precios inter nacionales que en 1935-39. Eos datos han sido tomados de Carlos D?az Alejandro, Essays on the Argentine Economy (New Haven: Economic Growth Center, 1967), Cap?tulo II, cuadros 16 (columna 3), 17 (columna 1) y 18 (columna B). Tal como se presenta aqu?, la columna B se basa en los ?ndices de precios de exportaci?n que aparecen en cepal, El Desarrollo Econ?mico de la Argentina, op. cit., vol. I, p. 110 (1925-49); en Ruth Kelly, "Foreign Trade of Argentina and Australia, 1930 1960", en Economic Bulletin for Latin America, Vol. X, num. 1, p. 50 (1950-54), y en
Rep?blica Argentina, Direcci?n Nacional de Estad?stica y Censos, Bolet?n de Esta
d?stica, varios n?meros. Los ?ndices de precios de importaci?n se basan en el ?ndice de Precios al Mayoreo de los Estados Unidos, excluyendo los productos alimenti cios y de granja, Departamento de Comercio de los Estados Unidos, Statistical Abstract of the United States, 1965, p. 356. La columna A se basa en datos toma dos del Anuario Geogr?fico Argentino, 1941, p. 369; bgra, Bolet?n Estad?stico
(septiembre de 1962), pp. 51-62; y dnec, Bolet?n Mensual de Estad?stica, varios n?meros.
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156 Gilbert W. Merkx FI X-2
Cuadro IV
Salarios por hora de los trabajadores manufactureros y consumo
de carne de res por persona
(1943 =
100)
A?o
Salarios reales
por hora Salarios reales
por hora Consumo de car
ne de res por persona
1939 1940 1941 1942 1943 1944 1945 1946 1947 1948 1949 1950 1951 1952 1953 1954 1955 1956 1957 1958 1959 1960 1961 1962 1963 1964 1965
100 97 97 97 100 111 106 112 140 173 181 173 161 143 154 165 163 164 176 184 146 151 166 163 164 175 184
(100)
173 145 135 135 153 140 164 134 148 119 120 130 127 125 131
121 118 117 105 100 103 108 121 132 139 140 144 141 128 128 129 139 138 144 143 106 109 126 130 118
Fuentes y m?todos: B?sicamente, existen dos formas de estimar los salarios reales en
Argentina: /) utilizando el total de salarios pagados, o 2) empleando los contratos
colectivos (convenios). La columna A ha sido tomada de D?az Alejandro, op. cit.,
Cap?tulo 7, cuadro 3, quien utiliza cifras de la dnec (total de salarios pagados, dividido por el n?mero de horas-hombre trabajadas). Las cifras de la dnec se
basan en la estructura industrial de 1943, y para los a?os recientes son menos
exactas que las utilizadas para calcular la columna B. Esta columna ha sido toma
da de Suvekas, op. cit., p. 28, y se basa en los convenios del Ministerio de Trabajo, utilizando un ?ndice contempor?neo de ocupaciones. La columna B es un promedio de los ?ndices para los obreros calificados y no calificados, y se iguala a la columna A en 1950. El ?ndice del consumo de carne de res ha sido calculado con datos tomados de Panorama de la Econom?a Argentina, 25, p. 157 (las cifras son de la
Junta Nacional de Carnes). Las columnas A y B han sido deflactadas con el ?ndice de costo de vida de la dnec.
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ocT-Dic 69 Choques sectoriales y cambio pol?tico 157
El ?ndice de Discriminaci?n que aparece en el cuadro III se?ala esta discriminaci?n contra el sector agr?cola. Debido a
que las exporta ciones argentinas
son bienes rurales, y sus importaciones bienes no rura
les, se pueden comparar sus precios relativos (los t?rminos del intercam bio externo) con los t?rminos del intercambio interno. Sin la intervenci?n del gobierno, los t?rminos del intercambio interno debieran reflejar los movimientos internacionales de precios que se manifiestan en los t?rmi
nos del intercambio externo. Por lo tanto, toda diferencia entre los movimientos de los t?rminos del intercambio interno y externo indica la magnitud de la discriminaci?n gubernamental en favor de uno u otro
tipo de bienes, es decir, en favor del sector industrial o del agr?cola. Las pol?ticas del gobierno de Per?n reprimieron tan eficazmente el
sector agr?cola que la inversi?n en el mismo baj? a niveles aun inferio res a los de los a?os treinta.6 Como resultado de esto, s?lo se produjo un crecimiento modesto en la producci?n agr?cola. Las exportaciones
agr?colas disminuyeron, debido al aumento del consumo interno. Estas pol?ticas ten?an sentido pol?tico en el corto plazo, ya que favo
rec?an a la clase obrera industrial. Al disminuir el precio relativo de los bienes rurales en el mercado dom?stico, Per?n mejor? el nivel de vida de los trabajadores urbanos. Los controles de rentas beneficia ron igualmente a los trabajadores. Las clases media y alta, que ten?an la mayor propensi?n marginal a importar, fueron las que resintieron
m?s el aumento de precios de los bienes manufacturados, originado por la pol?tica proteccionista. El consumo interno de bienes rurales aument?
grandemente, como resultado del incremento de los salarios reales de los trabajadores urbanos. El ingreso de la clase media disminuy?, debido a que los trabajadores de cuello blanco se quedaron atr?s en la espiral inflacionaria, pero esto no preocup? especialmente al gobierno de Pe r?n, que de todos modos carec?a del apoyo pol?tico de la clase media.
Se puede advertir claramente este proceso en las cifras del cuadro IV, relativas a los salarios reales por hora de los trabajadores urbanos, y al
consumo por persona de la carne de res (un elemento b?sico en la dieta de los trabajadores argentinos).7 Para 1949, los salarios reales por hora
*> Los valores en pesos eran similares, pero la participaci?n porcentual de la
agricultura en el total de la nueva inversi?n baj? considerablemente. Cepal, El desarrollo econ?mico de la Argentina, op. cit., Anexo Estad?stico, p. 81.
7 El problema de los salarios reales en Argentina, a partir de 1943, se complica grandemente por la inflaci?n, las distorsiones de los mecanismos de precios, los sub sidios ocultos y los impuestos. Javier Villanueva hace un examen extenso de esta cuesti?n en The Inflationary Process in Argentina, 1943-19,60 (Buenos Aires: Insti tuto Torcuato Di Telia, mime?grafo, 1964), pp. 94-112. Clarence Zuvekas Jr. ha exa
minado recientemente varios ?ndices de salarios reales en "Economie Growth and Income Distribution in Postwar Argentina", en Inter American Economic Affairs, Vol. 20, num. 3 (invierno de 1966), pp. 19-38. El cuadro que muestran los varios indicadores es similar: Un crecimiento r?pido de los salarios reales hasta 1949, y un descenso irregular a partir de entonces, presentando las ca?das m?s serias en 1950-52 Y 295^"59- El ?ndice que Zuvekas considera m?s correcto (basado en datos del Mi nisterio de Trabajo sobre contratos colectivos) muestra una disminuci?n de m?s del 50 % en los salarios reales de los trabajadores calificados, entre 1950 y i960.
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i58 Gilbert W. Merkx FI X-2
en las manufacturas hab?an aumentado 81 % en relaci?n con su nivel de
1943, y el consumo per capita de carne de res aument? en un 40 %. Al comparar los salarios industriales (eliminando el efecto de la in
flaci?n) con los cambios en el Producto Nacional Bruto, se tiene una
Cuadro V
Salarios reales de los trabajadores manufactureros, Producto Nacional
Bruto real per capita, y el ?ndice de Favoritismo hacia el trabajador
(1943 =
100)
?ndice de Favori Salarios reales PNB per capita tismo hacia el
A?o (A) (B) trabajador (C) = 100 (A/B)
1939 100 98 102 1940 97 92 105 1941 97 94 103 1942 97 99 98 1943 100 100 100 1944 111 108 103 1945 106 101 105 1946 112 112 100 1947 140 131 107 1948 173 130 133 1949 181 116 156 1950 173 113 153 1951 145 114 127 1952 135 103 131 1953 135 109 124 1954 153 111 138 1955 140 116 121 1956 164 114 144 1957 134 117 115 1958 148 124 119 1959 119 115 103 1960 120 123 98 1961 130 129 101 1962 127 123 103 1963 125 118 106 1964 131 127 103
1965 135
Fuentes y m?todos: La columna A se basa en el cuadro IV, columna A (1939-1950)
y B (1950-64). La columna B ha sido tomada de D?az Alejandro, op. cit., cuadro
18, Cap?tulo 7, y se basa en cifras del Banco Central de la Rep?blica Argenti na (serie de 1966). Cuando el ?ndice de Favoritismo de la columna C pasa de 100,
los salarios de los trabajadores industriales mejoran m?s que el Producto Nacional
Bruto per capita.
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ocT-Dic 69 Choques sectoriales y cambio pol?tico 159
idea m?s precisa de la magnitud del favoritismo del gobierno hacia los
trabajadores. Dado el gran control gubernamental sobre los salarios,
ejercido durante el r?gimen de Per?n y despu?s, cualquier aumento de los salarios industriales reales, en relaci?n con el producto nacional, re
flejar? en gran medida el favoritismo del gobierno hacia los trabajadores industriales. El cuadro V muestra que los salarios industriales crecie
ron mucho m?s r?pidamente que el pnb durante el r?gimen de Per?n,
y tras de su ca?da perdieron considerable terreno. Los salarios industria
les han perdido m?s terreno a?n posteriormente, en relaci?n a la
producci?n industrial que ha crecido m?s de prisa que el pnb. La l?gica econ?mica de las pol?ticas peronistas parec?a convincente
al momento de su introducci?n.8 Al aumentar los salarios, el gobierno estimular?a la demanda que enfrentar?a el creciente sector industrial
argentino. Este sector, protegido al cerrar la econom?a, tambi?n susti
tuir?a a los bienes importados en el mercado argentino, liberando as? al pa?s de su dependencia del mercado mundial. La primera etapa de la industrializaci?n ser?a la sustituci?n de las importaciones de bienes de consumo; la segunda, la industria pesada. El ingreso nacional aumenta
r?a como resultado de este "crecimiento hacia adentro", y Argentina alcanzar?a finalmente todos los objetivos de su industrializaci?n: pleno empleo, estabilidad de precios, independencia econ?mica y crecimiento del ingreso.
Este enfoque pareci? rendir frutos durante los tres primeros a?os de intensa actividad gubernamental, cuando la Argentina prosperaba y la
popularidad de Per?n creci?. El ingreso nacional aument? 37 '% entre
1945 y 1948. Luego empezaron las dificultades. Desafortunadamente
para Per?n, y para Argentina, la l?gica econ?mica de la pol?tica pero nista ten?a un fundamento m?s d?bil que su l?gica pol?tica. En 1949 la econom?a experiment?
una recesi?n. Se recuper? ligeramente en
1950 y 1951, y retrocedi? de nuevo en 1952. Repentinamente, Per?n ?quien seg?n se afirma hab?a expresado
a
otro jefe de estado, durante los a?os de euforia de 1946-1948, que "la econom?a es lo m?s flexible que hay en el mundo"? se encontr? en una
situaci?n en que nada parec?a favorecerle. Los t?rminos del intercambio externo empeoraron dr?sticamente en 1949, al mismo tiempo que se le
agotaban al pa?s las divisas acumuladas durante la guerra. Al sector
agr?cola lo afect? una intensa sequ?a que se inici? en 1949 y se pro long? casi sin interrupci?n hasta 1952. La Argentina enfrentaba una inflaci?n creciente y un menor crecimiento industrial.
La sustituci?n de importaciones: la etapa dif?cil
Ahora aparece claro que Per?n s?lo pudo alcanzar uno de sus ob
jetivos: la ocupaci?n plena. Ir?nicamente, despu?s de 1950 la econom?a
8 Alfredo G?mez Morales, a la saz?n ministro de Hacienda, explica convincente mente el razonamiento econ?mico peronista en Pol?tica Econ?mica Peronista (Buenos Aires: Escuela Superior Peronista, 1951).
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i6o Gilbert W. Merkx FI X-2
argentina se ha venido a caracterizar precisamente por la ausencia de
los otros tres objetivos que se presentaron al Congreso junto con el Pri
mer Plan de Cinco A?os: estabilidad de precios, independencia econ? mica y crecimiento del ingreso.
La represi?n peronista del sector agr?cola puso en graves aprietos a
la Argentina. Durante las primeras etapas de la sustituci?n de importa ciones se ahorraron divisas, pero dicha sustituci?n es en s? misma una
actividad que utiliza muchas importaciones. Dado el estancamiento de las exportaciones argentinas, y el hecho de que cada f?brica nueva re
quer?a su
parte de divisas para adquirir las importaciones necesarias
para su funcionamiento (combustible, materias primas y partes), el vo lumen de divisas que se obten?a resultaba cada vez m?s insuficiente. Lle
g? el momento en que no hubo divisas suficientes para importar los bienes de capital necesarios para la expansi?n industrial y para satisfa cer al mismo tiempo las necesidades corrientes de las industrias ya exis
tentes. Al aproximarse a ese l?mite, apresurado por el empeoramiento
de los t?rminos de intercambio, el crecimiento industrial de Argentina se detuvo repentinamente.
Colocado en esta situaci?n, el gobierno de Per?n (y los que le si
guieron) enfrentaba varias alternativas desagradables. Todos los cursos
de acci?n eran a la vez peligrosos y dif?ciles. Vale la pena mencionar tales alternativas, ya que gran parte de la contienda pol?tica de las ?lti
mas dos d?cadas se ha centrado alrededor de intentos por aplicar o eli minar una u otra de estas
pol?ticas. Una de ellas era la de reducir los insumos externos en el terreno
clave de los combustibles, invitando a empresas petroleras extranjeras a venir a Argentina. Pero esto violaba uno de los puntos principales del nacionalismo econ?mico de las plataformas de Per?n y de los ra dicales.
Otro enfoque consist?a en disminuir el consumo de los bienes expor tables, reduciendo los salarios de los trabajadores. Pero este curso de acci?n no s?lo enemistaba a los trabajadores, sino que produc?a el ries
go de reducir la demanda tan grandemente que se generara una rece
si?n, lo que enemistar?a tambi?n a los industriales. Por otra parte, tal
vez se podr?a persuadir al pueblo para que consumiera alimentos no
exportables, pero la carne de res segu?a siendo el alimento nacional, a
pesar de los esfuerzos para estimular el consumo de pollo o de pescado. El peque?o tama?o de Argentina, y la potencia de sus competido
res, hac?an que tuviera escasa influencia sobre los precios mundiales, de manera que los esfuerzos tendientes a aumentar los ingresos de las ex
portaciones por medio de incrementos en los precios no han tenido ?xito. No se
pudieron vender las manufacturas en el exterior, debido a los elevados costos de la industria argentina protegida. Los esfuerzos tendientes a disminuir esta protecci?n, para lograr una eficiencia mayor, habr?an causado una gran agitaci?n en el sector industrial, que desde luego Per?n no quer?a enfrentar.
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oct-dic 69 Choques sectoriales y cambio pol?tico 161
De igual manera, parec?a imposible aumentar la producci?n agr?cola sin mejorar la posici?n del sector agr?cola a expensas del sector indus trial. Para Per?n esto habr?a significado recompensar a sus enemigos
por su pobre producci?n, a riesgo de perder
a sus aliados en el sector
industrial. Por otra parte, la lenta tasa de crecimiento del sector agr? cola, entre 1929 y 1943, suger?a que el est?mulo a la agricultura no ha
br?a de tener gran efecto, de todos modos.
Frente a todos estos problemas, quedaba el camino de atraer pr?sta
mos e inversiones extranjeras, que aliviar?an la situaci?n de la balanza
de pagos y aumentar?a el acervo de capital. Pero as? el problema tra
zaba un c?rculo completo: los gobiernos argentinos hab?an iniciado la sustituci?n de importaciones y las pol?ticas de desarrollo con el prop? sito expreso de reducir la influencia extranjera
en los asuntos econ?mi
cos. En cierta ocasi?n, Per?n jur? que se cortar?a la mano antes que firmar un
pr?stamo extranjero. Aunque se
puede poner en duda la sin
ceridad de tal promesa, su eficacia pol?tica fue muy grande. De manera que el gobierno de Per?n era prisionero de la coalici?n
de sectores que lo llev? al poder. Aun as?, finalmente se vio obligado a
experimentar con todas estas pol?ticas. Para enfrentar el receso de 1949 se aumentaron las restricciones a las importaciones. En 1951, Per?n se
las arregl? para reducir sustancialmente los salarios reales de los traba
jadores. El lema de la austeridad surgi? junto con los esfuerzos tendien tes a estimular el consumo de pollo y de pescado. En 1950 se suavizaron
las dificultades de la balanza de pagos negociando un pr?stamo de 150 millones de d?lares con Estados Unidos.
A pesar de estos esfuerzos, en 1952 experiment? Argentina la segun da crisis de divisas bajo la presidencia de Per?n. Las cosas marchaban mal: La producci?n agr?cola disminuy? en 14% (Argentina hubo de
importar algo de trigo), y la industrial en 2 '%. En el tercer trimestre de 1952, las reservas de divisas bajaron a niveles sin precedentes, y el
peso fue devaluado. Aumentaron los precios agr?colas y se ampli? la ayu
da a la agricultura. Se alter? el Segundo Plan de Cinco A?os, entonces en preparaci?n, para hacer m?s hincapi? en la austeridad y en las ex
portaciones agr?colas. Per?n sobrevivi?, quiz? debido a que la atenci?n del pa?s se concen
tr? en la lenta muerte de Evita Per?n, quien desde su lecho de muerte hizo un dram?tico llamado de apoyo a su esposo. Su muerte produjo un duelo popular sin paralelo.
En 1953 y 1954, la econom?a inici? una franca recuperaci?n, a pesar de los malos resultados en la agricultura. Pero cuando la actividad eco
n?mica empez? a acelerarse, se present? de nuevo el ciclo econ?mico. El
incremento de la producci?n industrial gener? inexorablemente la ne cesidad de mayores importaciones. Cuando la econom?a alcanz? su ni
vel m?s alto, a principios de 1955, se inici? una nueva crisis en la balanza de pagos. Las reservas de divisas disminu?an r?pidamente, y se ve?a venir claramente otra recesi?n.
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1?2 Gilbert W. Merkx FI X-2
La reaparici?n de las dificultades econ?micas encontr? a Per?n en una
posici?n sumamente debilitada. Ya algunos elementos importantes del ej?rcito manten?an una secreta oposici?n. El movimiento laboral,
que diera a Per?n gran parte de su fuerza en las urnas (y su apoyo ante el populacho), se estaba alejando. En una econom?a estancada, Per?n
ya no pod?a mejorar el nivel de vida de los trabajadores. Las medidas econ?micas del gobierno bajaron los salarios reales, en 1955, a su nivel m?s bajo desde fines de los a?os cuarenta. A medida que se aplicaba el programa de austeridad, aumentaba el descontento de los trabajadores. En 1954, el n?mero de d?as de trabajo perdidos en huelgas m?s que duplic? el total combinado de los tres a?os precedentes.9
El desafecto de los trabajadores se manifest? abiertamente el D?a del
Trabajo de 1955, cuando s?lo 50000 trabajadores acudieron a la Plaza de Mayo para escuchar a Per?n, dej?ndola medio vac?a. Per?n no co
rr?a peligro de perder el control del movimiento obrero en favor de otras fuerzas pol?ticas, pero la creciente apat?a de los trabajadores
em
pez? a alentar a los enemigos de Per?n dentro de las fuerzas armadas. Uno de los principales obst?culos a la intervenci?n del ej?rcito hab?a sido el temor de que la misma condujera a una guerra civil con los obreros. Su apat?a redujo este temor.
Per?n intent? resolver sus problemas combinando un viraje hacia la derecha en los asuntos econ?micos, con otro hacia la izquierda en los asuntos religiosos. Ambos pasos ten?an sus peligros, pero seg?n parece Per?n calcul? que los sindicatos no ten?an a
qui?n recurrir en su defen
sa, y que la p?rdida del apoyo de la Iglesia se dejar?a sentir principal mente en aquellos grupos que de todos modos le eran hostiles (las clases media y alta). Como consecuencia de lo anterior, empezaron a
mejorar las relaciones con Estados Unidos, y a deteriorarse las relaciones con el
Vaticano.
El ataque de Per?n a la Iglesia lleg? a extremos que nadie habr?a
esperado, lo que culmin? con su excomuni?n en junio de 1955. Algu nos elementos de la Marina aprovecharon esto como una excusa para iniciar su rebeli?n. Aviones de la marina ametrallaron la plaza frente a la Casa Rosada, matando a varios cientos de civiles, lo que constituy? la primera prueba de que la sangre de civiles no detendr?a a las fuerzas
antiperonistas. Pero el ej?rcito de Per?n se mantuvo leal, y la rebeli?n fue sofocada.
Tres meses despu?s surgi? otra rebeli?n mejor organizada, en la que participaban elementos de todos los servicios. Pero la zona clave de Bue
nos Aires permanec?a leal, con lo que parec?a que este intento fracasar?a
tambi?n. Sin embargo, los rebeldes resistieron por dos d?as contra fuer zas superiores, y luego se les unieron las peque?as guarniciones de San
Juan y Mendoza. La flota se acercaba a Buenos Aires, y repentinamente Per?n se
refugi? en un barco paraguayo, abandonando su puesto.
9 Rep?blica Argentina, S?ntesis Estad?stica Mensual de la Rep?blica Argentina
(Buenos Aires), junio-julio de 1955, p. 164.
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ocT-Dic 69 Choques sectoriales y cambio pol?tico 163
Durante una entrevista con Per?n el verano pasado, le pregunt? por
qu? hab?a tomado esa decisi?n, si la mayor parte del ej?rcito y de los obreros todav?a lo apoyaban. Contest? que hab?a visto la destrucci?n causada por la Guerra Civil espa?ola, en su calidad de agregado militar a las fuerzas de Franco, y por ello deseaba evitar una guerra civil argen tina. Agreg? que en aquel momento pens? que la oposici?n se dirig?a
personalmente contra ?l, y que con su salida podr?a seguir funcionando
su gobierno. Entonces le pregunt? si ahora tomar?a otra vez la misma
decisi?n. Per?n me mir?, y sonriendo tristemente contest?: "?Ah, Dr.
Merkx, cu?ntas veces he reflexionado sobre esto! No, no tomar?a ahora
la misma decisi?n."
Los choques de los sectores despu?s de Per?n
La ca?da de Per?n condujo de inmediato a un cambio en las rela ciones existentes entre los sectores econ?micos argentinos. Se redujo la
discriminaci?n contra el sector agr?cola, y se introdujo una estructura
de precios m?s balanceada. El ?ndice de discriminaci?n entre los bie nes rurales y no rurales se movi? a favor de la agricultura, hasta llegar a principios de la d?cada actual al nivel que ten?a en el per?odo 1935-39. Es probable que el cambio m?s importante haya consistido en que el
gobierno ya no estaba controlado por el sector industrial en conjunto, con
predominio sobre otros sectores. Los nuevos gobernantes trataron
de integrar una coalici?n de grupos de ingresos en varios sectores, uni
ficando a los grupos de ingresos altos y medios contra la clase baja tra
bajadora. Sin embargo, ser?a err?neo sobrestimar el impacto de la ca?da de
Per?n sobre la econom?a. Tanto las condiciones externas como las in
ternas permanecieron en general iguales. No exist?an coaliciones natu
rales entre grandes sectores, como las que se formaron en los a?os trein
ta. Continuaban los estrangulamientos de divisas y de bienes de capital. Todav?a deb?an enfrentarse los dif?ciles dilemas econ?micos que plan teaba una econom?a en la que el proceso de sustituci?n de importacio nes estaba avanzado, y las opciones de pol?tica eran las mismas que se
le hab?an presentado a Per?n. En resumen, los choques fundamentales
de intereses sectoriales que antes hab?an originado el ascenso de Per?n, todav?a formaban parte de la escena argentina. De manera que el im
pacto principal de la Revoluci?n de 1955 consisti? en incrementar el conflicto entre los grupos de ingresos, sin resolver el conflicto de los sectores. En realidad, el per?odo siguiente a Per?n en Argentina se ha
asemejado en cierta forma a una guerra civil, librada en los frentes
econ?micos y pol?ticos en lugar de los militares. La caracter?stica principal de la estructura social argentina desde
1955 ha sido su falta de cambios. En este sentido, los a?os siguientes a Per?n difieren notablemente de las dos d?cadas que precedieron a su
ca?da, durante las cuales se crearon una fuerza de trabajo y una bur
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164 Gilbert W. Merkx FI X-2
gues?a industriales. Un indicador significativo de la reciente lentitud del cambio econ?mico, es el hecho de que a partir de 1950 las contribu ciones relativas de los diferentes sectores de la econom?a al producto bruto han permanecido b?sicamente sin cambio.10 Esta ausencia del cam
bio en la estructura econ?mica argentina es un factor importante en la
explicaci?n de la relativa inmovilidad del conflicto pol?tico argentino en el per?odo siguiente a Per?n. En los per?odos anteriores de la his toria moderna de Argentina, el desarrollo de su sociedad produjo alte raciones en la distribuci?n de poder y el surgimiento de nuevas coali ciones pol?ticas, dos caracter?sticas que han estado ausentes en la ?ltima
d?cada de la pol?tica argentina. Los rasgos m?s importantes de la estructura social argentina, que
no
ha cambiado en los a?os recientes, se ponen de manifiesto en un estudio
reciente de la cepal, relativo a la distribuci?n del ingreso en Argentina, realizado por Fracchia y Altimir.11 En este estudio se pone al corriente el trabajo se?ero de Germani, y sus colaboradores, de principios de los a?os cincuenta, obteniendo un cuadro similar de la estructura social
argentina.12 El estudio de la cepal combina datos de las declaraciones fiscales, registros del seguro social, censos econ?micos, encuestas relativas
a la distribuci?n del presupuesto de los consumidores, materiales demo
gr?ficos y cuentas nacionales, para elaborar cifras de ingresos para uni
dades familiares agrupadas en diferentes sectores econ?micos, de acuerdo
con la fuente principal del ingreso de cada familia.13 La ocupaci?n industrial es sumamente importante en Argentina, como se pone de
manifiesto cuando se clasifican las unidades familiares por sectores eco
n?micos y formas de ingreso (asalariados, empresarios, rentistas y jubi lados). Uno de cada tres asalariados (36 %) se ocupa en el sector indus trial (se incluye aqu? un peque?o porcentaje de trabajadores en los servicios p?blicos y en la miner?a). Estos asalariados industriales inte gran el 23 % del total de unidades familiares. El sector que sigue en
importancia es el del gobierno y otros servicios, que da ocupaci?n al 14 % de las unidades familiares. En contraste, los asalariados y los em
10 Origen del Producto y Composici?n del Gasto Nacional (Buenos Aires: Banco
Central de la Rep?blica Argentina, junio de 1966), p. 19. Entre 1950 y 1965, los ?nicos cambios dignos de menci?n en las contribuciones relativas de los diferentes sectores econ?micos al Producto Nacional Bruto, fueron un descenso de la partici paci?n de la Agricultura, del 19% al 17%, y un aumento de la participaci?n de las manufacturas, del 30 % al 35 %. Esto constituy? una continuaci?n de la ten dencia anterior a 1950, pero mucho menos pronunciada.
11 Alberto Fracchia y Osear Altimir presentan un informe preliminar de este estudio en 'Tncome Distribution in Argentina", Economic Bulletin for Latin America, Vol. XI, num. 1, pp. 106-131.
12 Gino Germani, Estructura Social en la Argentina (Buenos Aires: Raigal, 1955). 1(3 Comisi?n Econ?mica para Am?rica Latina, The Economic Development of Latin America in the Post-War Period (Nueva York: Naciones Unidas, 1964), p. 52, cuadro 52. La cifra para M?xico a que se refiere la Comisi?n ha sido tomada de
Ifigenia Navarrete, La Distribuci?n del ingreso y el desarrollo econ?mico de M?xico (M?xico, D. F.: Instituto de Investigaciones Econ?micas, Escuela Nacional de Eco nom?a, i960).
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Cuadro VI Argentina ? Porcentajes de unidades familiares en diferentes sectores econ?micos, 1961
T- , Comercio Servicios Servicios Gobierno
. V Agriculturaa Industria & Construcci?n y Transportes o domes- profesio- y otros .
to finanzas
ticos
nales servicios
8% d23% 6% 5% 8% 1% 14% 64%
Asalariados (444 900) (1285 200) (336 300) (285 400) (417 700) (53 200) (790 400)
8% 4% d 6% 1% 7% Empresarios (475 300) (244 800) (337 900) (72 500) (387 500) (100 600)
Rentistas ?
64% (3 613 100) 29% (1 618 600)
Pensionistas 7 %
(395 100) 100%
(25 400)
Total (5 652 000)
Notas: a) Incluye las pesquer?as; b) Incluye servicios p?blicos y miner?a; c) Incluye almacenes y comunicaciones; d) Se incluye en
la cifra de empresarios industriales; e) Ingresos derivados de la propiedad de activos.
Fuentes y comentarios: Los porcentajes no son iguales a todos los subtotales debido al redondeo.
Calculado con base en datos tomados de Fracchia y Altimir, op. cit., cuadros I, II, III, IV, pp. 122-131.
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i66 Gilbert W. Merkx FI X-2
presarios industriales s?lo constituyen cada uno de ellos el 8 % del total de familias. Estas cifras aparecen en el cuadro VI. En t?rminos de es
tructura ocupacional (si bien no en t?rminos de exportaciones), Argen tina es un
pa?s industrial.
Cuadro VII
Las clases sociales argentinas en 1961
Clase social Ingreso familiar
* % del total % del total % acumulado de unidades de ingreso del total de in
familiares personal greso personal
I. Cluse alta
(Industriales, grandes terratenientes, finan
cieros, etc.). II. Clase de profesionales
y empresarios
(Empresarios, profe sionales independien tes, casatenientes, eje cutivos. ..)
III. Clase de trabajadores
calificados y emplea dos de oficina
(Empleados del go bierno, obreros fabri
les, oficinistas, vende
dores ... )
IV. Clase de trabajadores no calificados
(Dom?sticos, peones
agr?colas.. . )
V. Clase baja marginal
(Retirados, desem
pleados cr?nicos, co
lonos agr?colas, etc.)
$ 8 000 $ 100 000 y m?s
$ 1 300 $8 000
650
$ 1 300
$455 $650
Menos de
$455
1.66% 18.22% 81.78-100%
3.24 %
10.22 %
3.19%
47.42% 34.36-81.78%
51.76% 30.18
3.49 % 7o
0.69 %
4.18-34.36 %
0.69-4.18 %
0-0.69 %
Fuentes y comentarios: Calculado con base en datos presentados por Fracchia y Altimir, op. cit., ap?ndice estad?stico. La distribuci?n de frecuencias se obtuvo relacionando los ingresos familiares de los asalariados y empresarios en diferen tes sectores con la distribuci?n de las familias por niveles de ingreso. * Las cifras aparecen en cientos de pesos. Durante 1961 la tasa de cambio oficial era de 82 pesos por un d?lar, pero el costo de vida era menor en Argentina que en Estados Unidos. De manera que estas cifras se pueden aumentar en tre 25 % y 33 % para obtener una equivalencia aproximada con la situaci?n
correspondiente en Estados Unidos.
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ocT-Dic 69 Choques sectoriales y cambio pol?tico 167
Estos datos tambi?n se pueden utilizar para hacer una estimaci?n de la estructura de clases sociales basada en el ingreso y la ocupaci?n, ya que se cuenta con una distribuci?n detallada del n?mero de familias en diferentes niveles de ingreso dentro de cada sector. Los resultados, que se resumen en el cuadro VII, indican que la clase media argentina cons
tituye aproximadamente la tercera parte de la poblaci?n, en tanto que la clase de trabajadores calificados y de cuello blanco cuenta por un
poco m?s de la mitad. En cambio, los dos grupos socioecon?micos m?s
bajos s?lo integran una peque?a minor?a de la poblaci?n (13% en
conjunto), aunque no tan peque?a como la clase alta, econ?micamente
influyente (1.66). Estas cifras concuerdan grandemente con las estima
ciones que hizo Germani m?s o menos al mismo tiempo, seg?n las cua
les las clases media y alta integran el 36 % de la poblaci?n (nuestras cifras arrojan un 35 %).14
Estas cifras son importantes para la pol?tica argentina por dos razo
nes. En primer lugar, indican la presencia de dos grandes conjuntos de votantes: la clase media alta y la de los trabajadores calificados y de cuello blanco. Ambos grupos est?n suficientemente urbanizados y edu
cados para participar en la pol?tica;
en consecuencia, no resulta sorpren dente que los dos bloques pol?ticos m?s grandes sean los radicales de la clase media y los peronistas de la clase trabajadora. Las dos clases jun tas integran cerca del 80 % de la poblaci?n, y los dos partidos consisten temente obtienen cerca del 75 % de la votaci?n nacional.
Sin embargo, estas clases no se ligan en la misma forma a la estruc
tura de la econom?a argentina. La clase laborante se divide en traba
jadores calificados y de cuello blanco. Si bien los trabajadores de cuello blanco se distribuyen entre todos los sectores econ?micos, los trabajado res calificados se concentran en el sector industrial, y en los de la cons
trucci?n y los transportes, que se relacionan estrechamente con aqu?l.
Estos tres sectores ocupan al 57 '% de todos los que perciben sueldos y salarios. En consecuencia, una recesi?n industrial afectar?a grandemente a los asalariados en general, y a los trabajadores calificados en
particular. El cuadro es diferente en los estratos superiores de ingreso. El total
de las clases media alta y alta se distribuye entre todos los sectores econ?micos en forma tal que no todos los miembros de estos grupos resultan afectados en la misma forma por los acontecimientos en un
sector econ?mico determinado. Por ejemplo, los empresarios agr?colas
y los exportadores podr?an beneficiarse en el corto plazo de situaciones
que lesionar?an los intereses de los industriales y los importadores. Por tanto, en el corto
plazo podemos esperar una variaci?n considerable en
las reacciones de los diferentes sectores de las clases media alta y alta
argentinas, ante ciertos eventos de la vida econ?mica.
La conclusi?n que se obtiene de esta distribuci?n de la ocupaci?n y
14 Gino Germani, "Estrategia para estimular la movilidad social" (M?xico: unesco, i960), citado en Torcuato S. Di Tella, El Sistema Pol?tico Argentino y la Clase Obrera (Buenos Aires: Eudeba, 1964), p. 78.
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el ingreso en Argentina, es que los trabajadores calificados reaccionar?n en forma relativamente unificada ante los factores que afecten al sector
industrial, en tanto que la reacci?n de los trabajadores de cuello blan co, de la clase media alta, y de la clase alta, ser? dividida. Estos grupos se
distribuyen entre diferentes sectores econ?micos, y resultar?n afecta
dos en forma diferente por los factores econ?micos. Esta conclusi?n se refuerza por el acceso r?pido y amplio que tiene cada grupo de ingreso a la informaci?n econ?mica m?s reciente. Hasta el movimiento obrero tiene sus propios expertos econ?micos, quienes comparan sus
propias estad?sticas con las del gobierno y las de revistas de negocios tales como el Panorama de la Econom?a Argentina.1^
La din?mica de los ciclos econ?micos
Las implicaciones pol?ticas de esta distribuci?n sectorial y del ingreso est?n ligadas a la din?mica de corto plazo de la econom?a argentina. Durante las dos ?ltimas d?cadas, el crecimiento econ?mico se ha dete nido repetidamente por una serie de recesiones graves, acompa?adas de una inflaci?n que en el per?odo 1960-64 elev? el costo de la vida en
Argentina a un nivel 37 veces superior al de 1945-49. La mayor parte de este incremento ocurri? tras de la ca?da de Per?n. Estas dos carac ter?sticas de la vida econ?mica argentina ?el crecimiento intermitente
y la gran inflaci?n? resultan sumamente importantes para entender
la pol?tica argentina despu?s de Per?n.16 En las estad?sticas del producto interno bruto real del per?odo 1946
1966,17 se puede apreciar la intensidad con que la econom?a argentina ha experimentado un crecimiento intermitente en a?os recientes. Du
rante nueve de esos 21 a?os, el producto interno bruto creci? en m?s del
5 '%. En cambio, durante seis de esos a?os disminuy? el producto, y durante otros tres a?os aument? en menos del 2 %. Estos a?os buenos
y malos forman un patr?n repetitivo de fugaces per?odos de crecimiento
seguidos por recesiones, al cual se le ha denominado apropiadamente "ciclos intermitentes".18
Los "a?os malos", de crecimiento econ?mico negativo, se han presen tado cada tres o cuatro a?os desde 1949, separados por dos o tres a?os
"buenos" en cada caso, que constituyen la etapa ascendente del ciclo de
15 El Ej?rcito argentino tambi?n est? muy al tanto de los eventos econ?micos. La
primera declaraci?n de Ongan?a, tras de tomar el poder, justificaba su acci?n con razones econ?micas: "En esta situaci?n de desorganizaci?n, viciada adem?s por el
manejo de las elecciones, no puede existir una econom?a sana como un proceso nacional." Mensaje de la Junta Revolucionaria al Pueblo Argentino (Buenos Aires: Presidencia de la Naci?n, 28 de julio de 1966).
16 Buena parte del an?lisis que sigue se basa en los trabajos publicados e in? ditos de Carlos F. D?az Alejandro, Hugo H. Schwartz, Javier Villanueva y Markos
Mamalakis, a quienes agradezco sus contribuciones y sugestiones. 17 Banco Central de la Rep?blica Argentina, Origen del Producto... op. cit. 3-8 Carlos F. D?az Alejandro, Essays on* the Argentine Economy (New Haven,
Conn.: Economic Growth Center, 1967), Cap?tulo 7, p. 1.
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intermitencia. En virtud de que las ganancias relativas de los a?os buenos han superado a las p?rdidas de los a?os malos, el per?odo 1946 1966 se ha caracterizado por una tasa de crecimiento media de la eco
nom?a argentina que se aproxima al 3 % anual, y que en t?rminos per capita es de alrededor del 1.5%. Si Argentina no tuviera la tasa de natalidad m?s baja de Am?rica Latina, habr?a experimentado un creci miento peque?o o nulo en el producto por habitante.
En el cuadro VIII, que presenta las tasas de crecimiento y de infla ci?n, se puede advertir la relaci?n que existe entre la inflaci?n y la re cesi?n en Argentina. Cada uno de los a?os de crecimiento negativo fue tambi?n un a?o de inflaci?n extrema. La tasa media de inflaci?n para los a?os malos es de 38.4%, que es m?s del doble del promedio de to
Cuadro VIII
Argentina: Tasas de crecimiento y de inflaci?n, 1946-1966
(Cambios porcentuales anuales)
Producto A?o interno Costo de vida *
bruto
1946 8.3% 17.7% 1947 13.8 % 13.5 % 1948 1.2 % 13.1 %
1949 -4.6% 31.1% 1950 1.6 % 25.5 %
1951 4.0 % 36.7% 1952 -6.3 % 38.7 % 1953 7.0% 4.0% 1954 3.8 % 3.8 % 1955 6.9 % 12.3 % 1956 1.7% 13.4% 1957 5.5 % 24.7 % 1958 7.2% 31.6% 1959 -5.8% 113.7% 1960 8.0 % 27.3 % 1961 7.0% 13.5%
1962 -1-8% 28.1% 1963 -3.6% 24.1%
1964 8.1 % 22.1 % 1965 7.8 % 28.6 %
1966 -1-0% 32.3%
En la Capital Federal. Fuentes: Banco Central de la Rep?blica Argentina, Origen del Producto y Composici?n del Gasto Nacional (Buenos Aires: junio de 1966); Direcci?n Nacional de Estad?stica y Censos, Costo del Nivel de Vida en la Capital Federal (Buenos Aires: febrero de 1963) y Bolet?n de Estad?stica.
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dos los a?os (19.1 %).19 Los a?os malos tambi?n se caracterizan por una disminuci?n de los salarios reales, severas devaluaciones monetarias,
lentas tasas de expansi?n crediticia, y una baja en el valor total de los activos de caja.20
El meollo del dilema argentino se encuentra en el hecho de que la
elasticidad-ingreso de su demanda de importaciones es casi igual a 3, seg?n lo comprob? D?az Alejandro.21 Cuando el ingreso nacional ar
gentino aumenta 1 '%, las importaciones aumentan 3 %.
Las regresiones muestran claramente la tendencia a que los au
mentos de la actividad econ?mica se canalicen grandemente hacia
las importaciones, lo que al mismo tiempo implica que ni los cam bios en los precios relativos, ni las restricciones cuantitativas, po dr?n reducir sustancialmente, en el corto plazo, el nivel de las
importaciones.22
Tal aumento de la demanda de importaciones presiona fuertemente sobre la oferta de divisas. Y debemos recordar que las divisas las genera el sector agr?cola, el cual ha permanecido estancado desde los a?os
treinta. Han tenido poco ?xito los esfuerzos de los sucesores de Per?n,
quienes han tratado de aumentar la producci?n agr?cola elevando los
precios de sus productos. Un an?lisis reciente de la reacci?n ele la pro
ducci?n agr?cola ante los cambios de precios, concluye que los cereales
muestran una reacci?n peque?a, en tanto que la carne de res reacciona
negativamente (debido a la tendencia de los ganaderos a mantener el
ganado fuera del mercado cuando suben los precios, para fines de en
gorda).23 La situaci?n se agrava por el hecho de que las exportaciones argen
tinas siguen siendo bienes primarios, los mismos alimentos y fibras que constituyen el 80 % del gasto familiar de los asalariados argentinos.24 Un aumento de la prosperidad industrial, que beneficie a los trabaja dores industriales, incrementar? su consumo de bienes primarios, y por consiguiente reducir? las exportaciones agr?colas. La clase trabajadora consume una parte de los bienes de consumo producidos por el sector
industrial, pero al parecer los principales compradores de estos bienes son las clases media y alta. Un estudio in?dito realizado en 1963, mos
traba que las familias que ocupaban el 28 % superior de la escala de
!9 Esta observaci?n ha sido tomada de D?az Alejandro, Essays... op. cit. Cap? tulo 7, p. 7.
20 Ibid., p. 5. 21 Ibid., p. 11. 22 /&iciv p. 17. 23 Carlos F. D?az Alejandro, Exchange Rate Devaluation in a Semi-Industrialized
Country (Cambridge, Mass.: MIT Press, 1965), pp. 76-87. 24 Costo del Nivel de Vida en la Capital Federal, Nueva Encuesta sobre Condi
ciones de Vida de Familias Obreras, A?o i960, Direcci?n Nacional de Estad?stica y Censos, Buenos Aires, febrero de 1963. Citado en Javier Villanueva, The Inflationary Process in Argentina, 1943-1960 (Buenos Aires: Instituto Torcuato Di Telia), p. 35.
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ingresos adquir?an el 80 % de todos los autom?viles.25 En suma, es el
grupo empresarial de la sociedad argentina el que tiene la mayor pro pensi?n
a consumir bienes importados (al adquirir manufacturas argen tinas, que utilizan materiales importados), mientras que el grupo de los asalariados consume bienes exportables. Es as? como un incremento en
el nivel general de la prosperidad argentina ejerce presi?n sobre la balanza de pagos desde dos direcciones: los ricos adquieren importacio nes, y los pobres consumen bienes exportables.
Cuando se agotan las reservas de divisas del pa?s, debido a esta si
tuaci?n, el gobierno no puede menos que devaluar la moneda, lo cual a su vez lleva a la inflaci?n. Un an?lisis de regresi?n m?ltiple muestra
que los cambios del ?ndice de precios no son simult?neos con los cam bios en el volumen de la oferta monetaria o de bienes, y en cambio s? se relacionan con las devaluaciones y los cambios de los salarios ur
banos.26
Estas devaluaciones tambi?n se relacionan con las recesiones, a pesar del socorrido argumento de que las devaluaciones deben generar una
mayor producci?n real al estimular la producci?n de bienes exportables y la de los sustitutos de importaciones. En la realidad, los sectores per judicados por la devaluaci?n se contrajeron m?s r?pidamente de lo que se expandieron los sectores beneficiarios.27 Tales recesiones generaron una disminuci?n en el consumo de bienes importados y exportables (por ejemplo, el consumo de carne disminuy? en m?s de 22 % entre 1958 y 1959)28 Como resultado de esto, se alivia la presi?n sobre la balanza de pagos y aumentan de nuevo las reservas de divisas, preparando la escena para el siguiente movimiento de expansi?n, durante el per?odo ascendente del ciclo.
Los ciclos de intermitencia y los choques de los sectores
Dada la estructura sectorial y de los ingresos en Argentina, la gran inflaci?n y las peri?dicas contracciones econ?micas han mantenido una
situaci?n de grave conflicto social y econ?mico en Argentina. Cualquier grupo de ingresos que no luche vigorosamente por su participaci?n en la econom?a, se
quedar? atr?s en la carrera inflacionaria. Quien man
tiene el mismo nivel de ingresos en t?rminos de pesos, pierde terreno
r?pidamente en t?rminos reales.
El conflicto no s?lo es una lucha entre los asalariados y los empre sarios, sino tambi?n entre quienes trabajan en la industria y quienes lo hacen en la agricultura; entre los que producen bienes para el consumo
25 Citado por D?az Alejandro en Exchange Rate Devaluation... op. cit., p. 61. El estudio se realiz? bajo el patrocinio conjunto de la Organizaci?n de los Estados Americanos, el Banco Interamericano de Desarrollo, y el Consejo Nacional de Desa rrollo.
2Q D?az Alejandro, Essays. . . op. cit., Cap?tulo 7, pp. 27-42. 27 D?az Alejandro, Exchange Rate Devaluation... op. cit., p. 168. 28 D?az Alejandro, Exchange Rate Devaluation... op. cit., pp. 168-169.
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interno y los que producen bienes exportables. Esta competencia por el ingreso se asemeja a un juego de saltos: primero se adelanta un grupo de ingresos y luego otro. Los empresarios agr?colas perdieron
terreno
bajo Per?n, pero lo han recuperado desde su ca?da. Los trabajadores industriales avanzaron con Per?n, y retrocedieron despu?s. Los pro
pietarios de departamentos y de negociaciones de servicios, cuyos precios han sido controlados, han sido quienes han perdido m?s. El sector p? blico, que aument? considerablemente en importancia bajo Per?n, per di? luego mucho terreno, debido a que era el m?s susceptible a la pre si?n pol?tica. Los precios de todos los servicios gubernamentales se han
quedado atr?s en la carrera inflacionaria, lo que ha producido grandes d?ficits en el presupuesto federal.
Podemos imaginar una contienda de esta naturaleza que se desarrolle
fundamentalmente en el terreno econ?mico, pero en el caso argentino la misma no
puede dejar de ser pol?tica al mismo tiempo. En una eco
nom?a reglamentada por el gobierno, el conflicto econ?mico se traduce
inevitablemente en un conflicto pol?tico. La capacidad de cualquier grupo de ingresos para conservar su parte del ingreso nacional, depen der? de su capacidad para influir en la pol?tica del gobierno. Surgen coaliciones entre grupos de ingresos en relaci?n con alguna pol?tica de terminada, y luego se desintegran en relaci?n con otro
problema. Todos
los gobiernos deben enfrentar la presi?n proveniente de todos los secto res, en la seguridad de que si deja insatisfechos a demasiados grupos al
mismo tiempo caer? sin remedio.
Al rev?s de lo que acontece en la mayor parte de los pa?ses de Am? rica Latina, en Argentina los principales grupos de ingresos est?n pol? ticamente organizados. Al movimiento laboral lo representa el peronis
mo, a la clase media urbana los partidos radicales, a los terratenientes
los partidos conservadores, y a los empresarios industriales (que ante
riormente formaban parte de la coalici?n peronista) sus aliados en el radicalismo y en las fuerzas armadas. En cierta medida, las divisiones
internas de los grandes grupos pol?ticos reflejan diferencias econ?micas de los sectores. Por ejemplo, la fuerza electoral de los Radicales del Pueblo es mayor entre la clase media de las ciudades peque?as, y la de los Radicales Intransigentes lo es entre la clase media de Buenos Aires. El movimiento peronista ha enfrentado repetidas escisiones entre los sindicatos del transporte, m?s conservadores, y los sindicatos industria
les. El ej?rcito debe sortear las escisiones que se producen entre una facci?n proteccionista pro-industrial y otra pro-agr?cola, partidaria del libre comercio. Ser?a exagerado afirmar que los conflictos pol?ticos si
guen s?lo los lincamientos de los intereses econ?micos, pero lo menos
que se puede decir es que las discrepancias sobre alternativas de pol?tica econ?mica han desempe?ado un papel muy importante para evitar la formaci?n de coaliciones de base amplia que se apoderen del gobierno.
Los gobiernos militares no han estado m?s libres de las luchas pol? ticas que los gobiernos civiles. Una y otra vez, algunos generales bien
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intencionados han tomado el poder, confiando en que todo lo que se
requiere para restaurar la confianza de los negocios y el crecimiento econ?mico es una mano firme. Todos estos presidentes han debido
aprender acerca de las realidades del comercio internacional, de los con flictos entre los sectores y de los l?mites que existen para la sustituci?n de importaciones. Cuando a la prosperidad sigue la recesi?n, cada ge neral debe enfrentarse a las cr?ticas de sus compa?eros en los cuarteles,
quienes le formulan las preguntas que ?l le planteara al presidente civil
depuesto. Los fracasos econ?micos desacreditan a los reg?menes milita
res tan eficazmente como a los gobiernos civiles.
La ra?z del estancamiento econ?mico y de los ciclos de intermitencia de Argentina no se encuentra en el estilo de sus l?deres, sino m?s bien en la estructura de su econom?a, y esto no se puede modificar con
pol? ticas de corto plazo. Se necesitan grandes cambios en las pol?ticas, pero ello requiere precisamente lo que ahora est? ausente en Argentina:
un
modus vivendi entre varios grupos de ingresos que ahora est?n luchan
do en la arena pol?tica.
Cada uno de esos grupos tiene poder de veto sobre el gobierno. Los
terratenientes, los industriales, el movimiento obrero o los generales,
pueden destruir una pol?tica de desarrollo si se lo proponen. Desde los
primeros tiempos de Per?n, ning?n gobierno ha podido obtener el
apoyo simult?neo de varios de estos grupos de inter?s, para poder ser efectivo. La mala voluntad entre los grupos, a menudo justificada, ha
evitado la cooperaci?n en la elaboraci?n y la ejecuci?n de la pol?tica. La desconfianza generalizada entre los grupos sociales ha intensificado la lucha econ?mica. Cada uno de los grupos est? decidido a no dejarse explotar por los otros, y lucha vigorosamente contra cualquier alteraci?n
del status quo, que econ?micamente es desastroso.
Al inicio de las recesiones, como resultado de los ciclos de intermi
tencia, pone en ebullici?n esta situaci?n inestable. En una econom?a
donde disminuye el producto real, todos los grupos sufren por igual, o bien algunos de ellos sufren m?s que otros. Cada uno de los grupos de ingresos, en cada uno de los sectores, hace cuanto puede por reducir
al m?nimo las p?rdidas que le corresponden. Es probable que este pro ceso se traduzca en la erupci?n de un conflicto pol?tico abierto.
La primera revuelta contra Per?n ocurri? en 1951, tras de la inicia
ci?n del primer ciclo de intermitencia en la Argentina de la posguerra. La fuerza de Per?n le permiti? sobrevivir, pero en cambio no pudo soportar el impacto del ciclo de intermitencia de 1952-1955, que sacudi? los cimientos de la coalici?n de trabajadores, industriales y militares,
que con tanto trabajo hab?a integrado. El gobierno militar que sucedi? a Per?n no pudo evitar otro ciclo
de intermitencia en el per?odo 1955-1958, que dio mayor fuerza a la demanda de que se volviera al gobierno civil. Arturo Frondizi, electo en 1958 con votos peronistas debido a una plataforma de desarrollo, hubo de enfrentar el ciclo de 1959-1962. Frondizi se hab?a jugado su
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futuro pol?tico sacrificando el apoyo peronista en aras de lo que espe
raba ser?a una exitosa pol?tica econ?mica, y durante la etapa creciente
del ciclo parec?a que se saldr?a con la suya. Pero cuando Argentina ini
ci? una seria recesi?n, en 1962, Frondizi fue derrocado por los militares.
El continuo deterioro de la econom?a durante 1963, aunado a las
constantes disputas entre ios militares, produjo finalmente una presi?n
generalizada en favor de una "vuelta a la normalidad", que condujo a las elecciones y la victoria del ucrp de Ill?a. Cuando Ill?a subi? al
poder, Argentina sal?a de la recesi?n de 1962-1963 e iniciaba el per?odo de prosperidad que finalmente llevar?a al resultado esperado: una nueva recesi?n. En esta ocasi?n Ill?a no fue derrocado por una facci?n militar
conservadora, sino por el mismo grupo que lo hab?a ayudado a ganar las elecciones.
Las ganancias electorales de los peronistas, que precedieron de cerca
a los golpes contra Frondizi e Ill?a, tambi?n se pueden considerar en
parte como un producto de la recesi?n econ?mica. Ambos presidentes
se cuidaron de auscultar las preferencias del electorado en elecciones
preliminares, antes de permitir a los peronistas que presentaran sus
candidaturas en elecciones importantes. Estas elecciones preliminares
produjeron derrotas peronistas y victorias para los partidos gobiernistas. Desafortunadamente para Frondizi y para Ill?a, las elecciones prelimi nares se realizaron hacia el final de la etapa creciente del ciclo econ?
mico. Cuando se celebraron las elecciones generales, la inflaci?n y la
recesi?n estaban en todo su apogeo, lo que hizo que los trabajadores se unificaran de nuevo bajo la bandera peronista. Es tal el clima pol? tico en Argentina, que en los a?os recientes ning?n gobierno civil ha
podido soportar la recesi?n econ?mica y la derrota pol?tica a la vez, como hubieron de lamentarlo Frondizi e Ill?a.
Al momento de escribir este art?culo, el general Ongan?a ocupa la silla presidencial y Argentina se encuentra todav?a en la etapa creciente
del ciclo de intermitencia. Si los elementos b?sicos de la situaci?n eco n?mica argentina siguen siendo los mismos ?y hay razones para creer
que tal es el caso? es probable que la econom?a se enfrente a una cri
sis de balanza de pagos, y a una recesi?n, a fines de 1969. Si esto suce
de, mi predicci?n es que el general Ongan?a ser? derrocado. Los gobiernos argentinos est?n colocados en una
posici?n poco en
vidiable. Heredan una estructura econ?mica donde las causas de la
recesi?n est?n ocultas en todo per?odo de prosperidad. No hay mucho
campo para manipulaciones econ?micas, y sin embargo el precio del
fracaso econ?mico es muy elevado. Ese precio son los choques renova
dos entre los sectores y dentro de ellos, la intensificaci?n del conflicto social y pol?tico, y la intervenci?n militar.
Conclusiones
La historia de los choques de los sectores, y de las coaliciones en Ar
gentina, no es muy estimulante para otros pa?ses en desarrollo. El
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modelo usual para un pa?s pobre es el de iniciar su crecimiento econ?
mico expandiendo las exportaciones de alg?n tipo de producto primario. Durante la primera etapa de expansi?n de las exportaciones, es
proba ble que el sector manufacturero sea ignorado o aun
castigado. Pero tras de que la expansi?n de las exportaciones ha llegado a cier
to nivel, surge a su alrededor una clase media nacional que representa un mercado para los bienes de consumo. Particularmente cuando el
producto de exportaci?n enfrenta severas fluctuaciones de precios, es
probable que el gobierno estimule la manufactura nacional de tales bie nes de consumo, con lo que otorga su
aquiescencia a una coalici?n entre
el sector exportador y el manufacturero.
Pero esto resulta ser una Caja de Pandora. Cuando el sector manu
facturero crece lo suficiente, usualmente aspira al poder. Esto se faci
lita porque lo m?s probable es que la nueva industria se concentre en
la capital, que usualmente es la ciudad m?s grande del pa?s. Los obre
ros y los industriales se dejan ver mucho m?s que sus competidores en el sector de los bienes primarios que se encuentran en las monta?as o
en el campo. El sector manufacturero se beneficiar? considerable
mente en el corto plazo si controla el gobierno, ya que entonces podr? protegerse a s? mismo cerrando la econom?a a la competencia externa.
Pol?ticamente, este apoderamiento del gobierno por parte del sector manufacturero usualmente implica la sustituci?n de una ?lite liberal
simpatizante de Europa o de Estados Unidos, por un l?der populista extra?do de las fuerzas armadas, que tiende a ser un entusiasta partida rio de la industrializaci?n. A este l?der se le saluda como el libertador
y democratizador de la naci?n, y ?l a su vez inicia programas de mejo ramento social y modernizaci?n.
Pero generalmente no pasa mucho tiempo antes de que muera la
gallina de los huevos de oro. El sector de exportaci?n, que proporciona los bienes de capital e inicia el proceso de desarrollo, deja de crecer a causa de que la discriminaci?n en su contra desanima la inversi?n en el mismo. Cuando este sector es de propiedad extranjera, se puede
desintegrar r?pidamente debido a las amenazas de nacionalizaci?n o como resultado de la misma. En cualquier caso, surgen entrangulamien tos de divisas o de bienes de capital, la expansi?n econ?mica empieza a decrecer, la inversi?n en proyectos de bienestar social se detiene, y el l?der populista se encuentra en serio peligro.
Pero todav?a falta lo peor. Al l?der populista lo derroca otro mili tar, a menudo con ayuda extranjera. Es probable que este nuevo l?der
sea conservador y militarista, y recibir? un apoyo firme del sector antes
perjudicado. A los trabajadores industriales se les excluye de la nueva
coalici?n, y la polarizaci?n de las clases se acent?a grandemente. A pe sar de todo, los dilemas econ?micos b?sicos contin?an, y los choques de los sectores se intensifican de tiempo en tiempo, ya que los ciclos de intermitencia se vuelven end?micos. Al gobernante militar lo remplaza otro de la misma extracci?n, tal vez tras de un interludio civil.
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Argentina constituye el ejemplo m?s prominente de esta secuencia en Am?rica Latina, quiz? debido a que es el pa?s m?s desarrollado de la
regi?n. Per?n fue el primer l?der populista, y pronto le siguieron Nas
ser, Sukarno, Nkrumah y Ben Bella. Nasser es el ?nico de ellos que ha sobrevivido a la aparici?n de los ciclos de intermitencia, pero es pro bable que esto se deba m?s a Israel que a
cualquiera otra circunstancia.
A todos los dem?s los han sucedido reg?menes militaristas, en una se cuencia lamentablemente familiar.
En consecuencia, es posible que el ejemplo de Argentina sea deci sivo, en el sentido de que otros pa?ses en desarrollo deben evitar sus errores, si desean continuar su crecimiento. Las complicaciones que re
sultan de la secuencia argentina de relaciones sectoriales tienen una
l?gica propia que conduce al fracaso. Es posible que la teor?a de los
choques de los sectores aporte su mejor contribuci?n llamando nuestra atenci?n sobre las trampas pol?ticas y econ?micas que produce el desa rrollo por la v?a de la sustituci?n de importaciones.
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