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8 UN IVERSIDAD DE MEXICO I"les ROl/laim. Les CréaleutS. Jlol. XII de Les Hommes de Honne Volonté. Quand il l'élabore, la 1Jerfectionne, la. ,"ectifie, c'est sans a.UCUIl- éga.rd pour une opinioll- quelconque. Le travail fini, il pose Sll loi devlInt l'hulllanité: qu'el/e en veuil/e, ou n'en veuille 1)(/05, c'est /o"t lUlo E PUl' si Illuove. E N TODO EL MUNDO se celebra con reuniones, conferencias, publica- ciones, etc., el centenario de la 1 edición de El oTigen de las especies. La Sociedad Mexicana de Historia Natural ha declarado 1959 "Año de Darwin", or- ganizando a su vez una serie de confe- rencias sobre temas "darwinianos", y la Universidad se dispone a lanzar en este mes una nueva y fiel edición en caste- llano -que buena falta hace- del fa- moso libro. Ya con anterioridad, v ahora natural- mente por las mismas pero con mayor abundancia, surgen libros en los que se "exalta" la de Char- les Darwin llegándose en algunos casos casi al mismo que comete Blanco Moheno en su CTónica de la Revolución lIifexicana y que t<in acertadamente se- ñala L. Villoro (ver El EspecladoT, vol. 1, Núm. 1, mayo 1959), esto es, pensar que "nunca el gran hombre es resulta- do [sino], siempre causa". Entenclámo- nos, Darwin recoge una cantidad de material verdaderamente asombrosa, lo analiza, describe e interpreta, en un mo- mento en que las ideas evolutivas flota- ban ya en el ambiente. Su libro genial sintetiza pensamientos, ideas y hechos que vienen a explicar lo hasta entonces inexplicable. De entre todas las formas de actividad -escribía el historiador Herbert Butterfield- la más difícil de es el acto ele manejar el mismo bagaJe de elatos que con anterioridad se ha utilizado, pero situándolos en un n.uevo sistema de relaciones al propor- Cionarles una estructura distinta, lo que viene a significar ponerse en una pos- tura de pensamiento totalmente diferen- te". Es esto precisamente lo que hizo Charl.es Darwin al tomar la concepción antenor -pues la había- de selección natural y al terándola sólo un ápice crear esa región de cambio perpetuo (de aves con dientes, serpientes sin pies y pri- mates que caminan en posición erecta), en que nos encontramos. o obstante, aunque la proeza de Darwin fue de pri- merísima magnitud, no cabe duda que recibió sugerencias, indicaciones, por lla- marles así, que empezando principal- mente por Lyell, fueron elaboradas por el joven Edward Blyth, 1 Y de manera coetánea por Alfred Russell vVallace. El propio Darwin escribía en cierta ocasión a Huxley: "Recuerde que si yo no hu- biese removido el polvo, con toda se- guridad algún otro lo hubiese pronto hecho." Haciéndose eco de la célebre frase de Rabelais, "Pour ce que rire est le pro- pre de l'homme" Darwin escribió una extensa monografía sobre La Exp¡'esión de las emociones en el hombTe y los ani- males; Darwin posiblemente hubiese ex- presado su emoción al saber que preci- samente al celebrarse los cien años de ia pu?licación de El ol"igen de las especies, se "poner en órbita" o algo pa- reCido a dos monos. Se alegraría también do Darwin recibió desde Malaya un manuscrito de Alfred Russell WaIlace quien por su había llegado las .de BraSil" y que suplicaba a Darwm, SI le pareCla bien, presentarlo ante la Sociedad Linneana de Londres. Lyell . y maestros y amigos de Darwm Impulsaron a éste 3 a escribir síntesis de lo que te- ma en preparaclOn. fue presentado un tra- baJO de Wallace y Darwin. Sus ideas, teorías y conclusiones fueron acogidas con la natural reserva, a pesar del apo- y? decidido de Hooker y Lyell, cuya opi- món pesaba mucho. Fue un año después, el 24 de noviem- bre de 1859, cuando surgió la 1 edición de El origen de las especies. Diversos autores se ü<>.bían ocupado con anterioridad del problema del ori- gen del hombre. Un siglo antes, Buffon estableció la homologa.:ión, hueso por hueso, entre el hombre v el caballo, y Belon (1555) había hecho lo mismo en- tre un caballo y un vertebrado. No obs- tante, el primero tuvo que retractarse. 4 AqueHos que se ocupan de problemas de evolución o tratan de interpretar la na- turaleza son ridiculizados en más de una ocasión, como Lamarck por Cuvier o el célebre caso del profesor Beringer que relatamos aquí entre paréntesis. (J uan Bartolomé Beringer era profe- sor de Historia Natural en la Universi- dad de Würtzburg, y aprovechaba todos sus ratos de ocio para ir en busca de restos fósiles a las canteras cercanas. No encontró al principio gran cosa, y tal vez nunca hubiese encontrado nada si no hubiese tenido la idea desafortuna- da de hacer partícipes de sus intereses a varios estudiantes. A los estudiantes de Würtzburg no les interesaban los fósiles, y la perspectiva ele salir con el profesor a buscarlos no les hizo la menor gracia, pero era el profe- sor y había que obedecer. Y sin embargo, a partir del momento en que empezaron a acompañarlo en sus búsquedas, los hallazgos se multiplica- ron y el profesor empezó a encontrar animales petrificados en condiciones hasta entonces desconocidas; ranas en el momento de la copulación, una especie de araña atrapando una mosca, pájaros raros, lagartijas y, más interesante aún, insectos de especies desconocidas. Desbordante (le entusiasmo, Beringer perdió todo espíritu crítico. Describió sus descubrimientos en un bello volu- men, que yo he tenido la ocasión de ver, aelornado con numerosos grabados. Aun- que Beringer mantenía la teoría de la generación espontánea a partir de sus hallazgos, no dejaba de entrever un cier- to cambio, una cierta evolución, ya que se encontraba con especies no conocidas. El libro se leía y discutía, cuando un día, Beringer descubrió en su lugar de excavación favorito un insecto petrifi- cado con su propio nombre grabado. Todo había sido invención de los estu- diantes que le habían modelado y co- cido las "petrificaciones", escondiéndo- las después donde Beringer las pudiese encontrar. Esto ocurría a principios del XVIII) . Pocas frases más bellas y certeras que la de Pascal, "Il est dangereux de trap {aire voir a I'homme cambien iI est égaI LAS ORIGEN DE DEL Por Santiago GENOVÉS T. Charles Darwin.-Retrato de W. W. OuJes al ver que la Cibernética "se ocupa de que máquinas reflejas pueden percibir cambios en el ambiente y responder a ellos. .. y por lo tanto su acción es a veces impredictible -lo que nunca deja de asombrar al lego, acostumbrado a aso- ciar la mecánica a una determinación rígida-o (Ver: What is Cybemetics, de ESPECIES G. T. Guieland, Heineman, 1959) ". La- entre otros, ya se había ocupado del i I1 flu jo del ambiente con algo más de certeza de lo que hoy en día se nos hace creer. . Pues bien, no es nuestro propósito intentar rebajar ni en un ápice el mé- rito de Darwin, pero tratar aquí bre- vemente sobre todo de Wallace, su co- laborador,. ya que por exigencias de es- pacio no podemos hacer lo mismo con otros precursores cuyo "Centenario" has- ta cierto punto es también éste. A título de información diremos que, como ocurre con cierta frecuencia en es- tos casos, si bien es cierto que el libro El origen de las especies aparece el 24 de. ??viembre de 1859 agotándose su edlClon de 1250 ejemplares en 24 horas, los trabajos originales de Darwin y Wal- lace habían sido presentados a la Socie- dad Linneana de Zoología de Londres un año antes, el 19 de julio de 1858. 2 Lo que sucedió en realidad fue lo si- guiente: Darwin había recogido una gran cantidad de material en su largo viaje alrededor del mundo en el "Bea- gle", sobre todo en las costas de Sud- an:érica. N? aunque había pu- blicado vanos traba JOs sobre otros temas y preparaba una extensa obra sobre el origen de las especies, no había publi- cado nada al respecto. Fue en 1858 cuan- CENTENARIO PRIMER EL

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8UN IVERSIDAD DE MEXICO

I"les ROl/laim. Les CréaleutS. Jlol.XII de Les Hommes de Honne Volonté.

Quand il l'élabore, la 1Jerfectionne, la.,"ectifie, c'est sans a.UCUIl- éga.rd pour uneopinioll- quelconque. Le travail fini, ilpose Sll loi devlInt l'hulllanité: qu'el/e enveuil/e, ou n'en veuille 1)(/05, c'est /o"t lUlo

E PUl' si Illuove.

EN TODO EL MUNDO se celebra con

reuniones, conferencias, publica­ciones, etc., el centenario de la 1~

edición de El oTigen de las especies. LaSociedad Mexicana de Historia Naturalha declarado 1959 "Año de Darwin", or­ganizando a su vez una serie de confe­rencias sobre temas "darwinianos", y laUniversidad se dispone a lanzar en estemes una nueva y fiel edición en caste­llano -que buena falta hace- del fa­moso libro.

Ya con anterioridad, v ahora natural­mente por las mismas r~zones, pero conmayor abundancia, surgen libros en losque se "exalta" la p(~{sonalidad de Char­les Darwin llegándose en algunos casoscasi al mismo (~rrGt que comete BlancoMoheno en su CTónica de la RevoluciónlIifexicana y que t<in acertadamente se­ñala L. Villoro (ver El EspecladoT, vol.1, Núm. 1, mayo 1959), esto es, pensarque "nunca el gran hombre es resulta­do [sino], siempre causa". Entenclámo­nos, Darwin recoge una cantidad dematerial verdaderamente asombrosa, loanaliza, describe e interpreta, en un mo­mento en que las ideas evolutivas flota­ban ya en el ambiente. Su libro genialsintetiza pensamientos, ideas y hechosque vienen a explicar lo hasta entoncesinexplicable. De entre todas las formasde actividad -escribía el historiadorHerbert Butterfield- la más difícil deindu~ir es el acto ele manejar el mismobagaJe de elatos que con anterioridadse ha utilizado, pero situándolos en unn.uevo sistema de relaciones al propor­Cionarles una estructura distinta, lo queviene a significar ponerse en una pos­tura de pensamiento totalmente diferen­te". Es esto precisamente lo que hizoCharl.es Darwin al tomar la concepciónantenor -pues la había- de selecciónnatural y al terándola sólo un ápice crearesa región de cambio perpetuo (de avescon dientes, serpientes sin pies y pri­mates que caminan en posición erecta),en que nos encontramos. o obstante,aunque la proeza de Darwin fue de pri­merísima magnitud, no cabe duda querecibió sugerencias, indicaciones, por lla­marles así, que empezando principal­mente por Lyell, fueron elaboradas porel joven Edward Blyth, 1 Y de maneracoetánea por Alfred Russell vVallace. Elpropio Darwin escribía en cierta ocasióna Huxley: "Recuerde que si yo no hu­biese removido el polvo, con toda se­guridad algún otro lo hubiese prontohecho."

Haciéndose eco de la célebre frase deRabelais, "Pour ce que rire est le pro­pre de l'homme" Darwin escribió unaextensa monografía sobre La Exp¡'esiónde las emociones en el hombTe y los ani­males; Darwin posiblemente hubiese ex­presado su emoción al saber que preci­samente al celebrarse los cien años de iapu?licación de El ol"igen de las especies,se ~ntenta "poner en órbita" o algo pa­reCido a dos monos. Se alegraría también

do Darwin recibió desde Malaya unmanuscrito de Alfred Russell WaIlacequien por su part~ había llegado hast~las c~stas .de BraSil" y que suplicaba aDarwm, SI le pareCla bien, presentarloante la Sociedad Linneana de Londres.Lyell . y ~ooker, maestros y amigos deDarwm Impulsaron a éste 3 a escribirr~pidamente un~, síntesis de lo que te­ma en preparaclOn.~onjuntamente fue presentado un tra­

baJO de Wallace y Darwin. Sus ideas,teorías y conclusiones fueron acogidascon la natural reserva, a pesar del apo­y? decidido de Hooker y Lyell, cuya opi­món pesaba mucho.

Fue un año después, el 24 de noviem­bre de 1859, cuando surgió la 1~ ediciónde El origen de las especies.

Diversos autores se ü<>.bían ocupadocon anterioridad del problema del ori­gen del hombre. Un siglo antes, Buffonestableció la homologa.:ión, hueso porhueso, entre el hombre v el caballo, yBelon (1555) había hecho lo mismo en­tre un caballo y un vertebrado. No obs­tante, el primero tuvo que retractarse. 4

AqueHos que se ocupan de problemas deevolución o tratan de interpretar la na­turaleza son ridiculizados en más de unaocasión, como Lamarck por Cuvier o elcélebre caso del profesor Beringer querelatamos aquí entre paréntesis.

(J uan Bartolomé Beringer era profe­sor de Historia Natural en la Universi­dad de Würtzburg, y aprovechaba todossus ratos de ocio para ir en busca derestos fósiles a las canteras cercanas. Noencontró al principio gran cosa, y talvez nunca hubiese encontrado nada sino hubiese tenido la idea desafortuna­da de hacer partícipes de sus interesesa varios estudiantes.

A los estudiantes de Würtzburg no lesinteresaban los fósiles, y la perspectivaele salir con el profesor a buscarlos no leshizo la menor gracia, pero era el profe­sor y había que obedecer.

Y sin embargo, a partir del momentoen que empezaron a acompañarlo en susbúsquedas, los hallazgos se multiplica­ron y el profesor empezó a encontraranimales petrificados en condicioneshasta entonces desconocidas; ranas en elmomento de la copulación, una especiede araña atrapando una mosca, pájarosraros, lagartijas y, más interesante aún,insectos de especies desconocidas.

Desbordante (le entusiasmo, Beringerperdió todo espíritu crítico. Describiósus descubrimientos en un bello volu­men, que yo he tenido la ocasión de ver,aelornado con numerosos grabados. Aun­que Beringer mantenía la teoría de lageneración espontánea a partir de sushallazgos, no dejaba de entrever un cier­to cambio, una cierta evolución, ya quese encontraba con especies no conocidas.

El libro se leía y discutía, cuando undía, Beringer descubrió en su lugar deexcavación favorito un insecto petrifi­cado con su propio nombre grabado.Todo había sido invención de los estu­diantes que le habían modelado y co­cido las "petrificaciones", escondiéndo­las después donde Beringer las pudieseencontrar. Esto ocurría a principios delXVIII) .

Pocas frases más bellas y certeras quela de Pascal, "Il est dangereux de trap{aire voir a I'homme cambien iI est égaI

LAS

ORIGENDE

DEL

Por Santiago GENOVÉS T.

Charles Darwin.-Retrato de W. W. OuJes

al ver que la Cibernética "se ocupa deque máquinas reflejas pueden percibircambios en el ambiente y responder aellos. .. y por lo tanto su acción esa veces impredictible -lo que nunca dejade asombrar al lego, acostumbrado a aso­ciar la mecánica a una determinaciónrígida-o (Ver: What is Cybemetics, de

ESPECIES

G. T. Guieland, Heineman, 1959) ". La­~arck entre otros, ya se había ocupadodel iI1 flu jo del ambiente con algo másde certeza de lo que hoy en día se noshace creer.. Pues bien, no es nuestro propósitointentar rebajar ni en un ápice el mé­rito de Darwin, pero sí tratar aquí bre­vemente sobre todo de Wallace, su co­laborador,. ya que por exigencias de es­pacio no podemos hacer lo mismo conotros precursores cuyo "Centenario" has­ta cierto punto es también éste.

A título de información diremos que,como ocurre con cierta frecuencia en es­tos casos, si bien es cierto que el libroEl origen de las especies aparece el 24de. ??viembre de 1859 agotándose suedlClon de 1250 ejemplares en 24 horas,los trabajos originales de Darwin y Wal­lace habían sido presentados a la Socie­dad Linneana de Zoología de Londresun año antes, el 19 de julio de 1858. 2

Lo que sucedió en realidad fue lo si­guiente: Darwin había recogido unagran cantidad de material en su largoviaje alrededor del mundo en el "Bea­gle", sobre todo en las costas de Sud­an:érica. N? obstan~e, aunque había pu­blicado vanos trabaJOs sobre otros temasy preparaba una extensa obra sobre elorigen de las especies, no había publi­cado nada al respecto. Fue en 1858 cuan-

CENTENARIOPRIMEREL

UNIVERSIDAD DE MEXICO

aux betes, sans lui montrer sa grandeur",indican de manera más clara la preocu­pación perenne sobre lll:estras semejan­zas a otros mamíferos como medio de en­tender los orígenes del hombre, dos si­glos antes de Darwin.

Paradójicamente a primera vista, peropor la razón obvia de no ir demasiadolejos en el primer paso, Darwin paranada se ocupa del hombre en "El origende las especies". Encontramos sólo dosreferencias m,ís o menos explícitas: enla conclusión de la primera edición, di­ce: "Se arrojar;ín luz sobre el origen delhombre y su historia" en ediciones pos­teriores aiiadió "mucha" antes de "luz";en la p. 129 de la (j'.' edici<'>n, dice: "otroscreen que la forma de la pelvis de lamadre (en nuestra especie) influye porpresi<'>n en la forma de la cabeza de losniiios". N o obstante, la edición de 1250ejemplares se agota en 24 horas en granparte porque en el ambiente flota elproblema del origen del hombre (losrestos de Neanderthal, 185G) estaban endiscusión, Lyell preparaba su libro Evi­delicias geológicas de la antigüedad delhum bre, Boucher de Perthes había sería­lado restos culturales líticos en capasgeológicas "de gran antigüedad", etc.).

Que Darwin poseía ideas bastante de­finidas al respecto lo indica la Carta es­crita en 1860 en la que textualmente di­ce: "Nuestro ancestro fue un animal querespiraba agua, poseía una vejiga na­tatoria, una gran cola para nadar, uncráneo imperfecto y era indudablementehermafrodita."

El origen de las especies fue objeto deatag ues de todo género debido en granparte a la extrapolación que se hizo delas ideas biológicas de Darwin al proble-'a de la formación y diversificación de

nuestra especie. Wilberforce, obispo deOxford, es tal vez el más notorio oposi­tor y en la sesión celebrada a fines dejulio de 1860 en la Universidad de Ox­ford, en donde se reunieron las máximasautoridades de las Ciencias Naturales enla Gran Bretaña, para discutir precisa­mente sobre las teorías de Darwin -yWallace- después de una exposición deTh. Huxley, el más acérrimo y cons­tante partidario del darwinismo, el obis­po de Oxfonl se atrevi<'> a preguntarle,ante un auditorio lmís bien antidarwi­nista: "desearía saber si es a través de suabuclo o de su abuela por donde pro­viene Ud. de un mono", a lo que Hux­ley respondió la célebre frase de la quese han dado diversas versiones -induda­blemente a causa del revuelo del am­biente-: "No me avergüenza tener unmono de antepasado, pero sí estaÍ' enconexión con un hombre que utiliza sugran inteligencia para obscurecer la ver­dad." Otra versión de la respuesta deHuxley es: "Si tuviera que escoger pre­feriría ser hijo de un humilde monoque de un hombre cuyos conocimientosy elocuencia se emplean en molestar alos que dedican su vida a la búsquedade la verdad." Fue en realidad C. Vogty no Huxley -como generalmente secree- quien, yendo más lejos acuñó lafrase: "vale más ser un mono perfeccio-nado que un Adán degenerado". .

De aquí en adelante el darwinismo vaabriéndose camino, aunque no falta in­cluso quien mantenga aún hoy que elH omo saj)iens es algo biológicamentesin nexos con el resto de la serie ani­mal.

A partir de 1860 surgen cada vezmás publicaciones (Vogt, Quatrefagues,Lyell, Huxley, Haeckel, ete.) , en las

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que los principios darwin!anos se. apli­can al hombre, y el propIO Darwll1 en1871 publica su libro The Descent 01Man, tema que se resistía a tratar, ha­biendo llegado en 1864 a ofrecer susnotas al respecto a Wallace para. quefuera éste quien abordara tan espll1osoproblema.

En honor a la verdad, y por una seriede cartas que se cruzan entre los doscoautores en 1858, se aprecia que Walla­ce está m,\s cerca de una interpretaciónde la evolución del hombre, tal comola entendemos hoya partir de los datospaleoantropológicos, embriológicos, eco­lógicos y genéticos que poseemos.

En su libro de 1864 Wallace adentraen el tiempo del origen del hombre y ha­bla de terrenos eocénicos y miocénicos,postulando que la evolución del cerebroes tardía en relación a los miembros in­feriores y superiores, lo que ha sido con­firmado por los múltiples hallazgos pa­leoantológicos que hoy poseemos (Pithe­canthropus, AlIstmlopithecus, y hastadonde sabemos, Oreopithecus bambolii) .

Wallacc no creía que existieran gran­des diferencias morfológicas o evoluti­vas entre los pueblos "civilizados" y los"no civilizados", y sus ocho años en elarchipiélago malayo indudablemente loponían en posición ventajosa, en lo quea esto se refiere, frente a la mayoría des~s contemporáneos, incluyendo a Dar­Wln.

Wallace señala por vez primera que,con la evolución del cerebro humano, sealtera la naturaleza del proceso de laselección natural. Sabemos que hoy es­tos factores culturales y de comporta­miento, son materia de muy serios estu­dios dentro del campo de la evoluciónde nuestra especie.

Aspecto interior de la casa de Citarles Darwin

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En síntesis Wallace concebía dos eta­pas en la evolución de nuestra especi~.Una primera, física, en la que se adqUI­ría el bipedismo, la liberación de losbrazos, dentro de un proceso evolutivosimilar al que se verifica en otros ma­míferos, con evolución de diversas sec­ciones y con especializaciones promovi­das por algunas adaptaciones ecológicasdel individuo; en esto coincide en líneasgenerales con lo que Darwin nos diceen El origen de las especies. Y una se­gunda etapa en la que se produce unaespecialización cerebral que altera a lafísica. Esto es, la naturaleza crea por vezprimera un organismo especializado cu­yo propósito principal es evadir la cs­pecialización, cosa muy importante, puespor primera vez se concibe que un serpueda escapa~ ~e la intermin.able histo­ria paleontologica de un ammal gene­ralizado que se especializa cada vez más,hasta el momento en que el cambio desu nicho ecológico lo lleva a la destruc­ción. "Tenemos que mirar a la profun­didad del pasado -decía Wallace- paraencontrar al hombre en esa condiciónen la cual su mente no se ha desarrolla­do aún lo bastante como para apartaral cuerpo de los influjos modificadoresexternos y la acción acumulativa de laselección natural". Escribía a Darwin:"Mi argumento es que estas grandes di­ferencias craneales se han ido desarro­llando poco a poco, mientras que el res-to del esqueleto ha permanecido esta­cionado, y mientras el Dryopithecus delMioceno ha dado origen al gorila ac­tual, el hombre sin habla y con cerebrode antropoide (pero hombre sin em­bargo) ha dado lugar al hombre de ce·rebro grande". G Esto, desde lue~o, esuna afirmación que no podría sostener­se in toto hoy, pero que se acerca bas­tante a la interpretación de los datospalean tológicos que poseemos. En 1871publica Wallace su libro T he action ofnatural selection on mano Poco se haavanzado desde entonces. A pesar delos trabajos matemáticos de Haldane,Wright y Fisher en los que se nos mues­tra la mecánica de los cambios de fre­cuencia genética, nuestros conocimientossobre selección natural en problemashumanos, no obstante, no ha avanzadomucho desde Wallace.

Dado nuestro interés por la Antropo­logía, hemos querido hacer hincapié enlos puntos anteriores del evolucionismoy poner en relieve la figura de Wallace,modesto y solitario, sin éxito social, ca­rente de seguidores que glosaran susobras al contrario de lo ocurrido en elcaso de Darwin o Huxley. Dada la sin­cera amistad científica que reinó siem-pre entre Darwin y Wallace que nuncafue nublada por el anhelo de desearopacar sus respectivas contribuciones yen la que no hay recelo científico queenmascarase dicha amistad, debemos se­guir reconociendo el mérito¡'''de Wallace P ./

que en nada disminilye el genio deDarwin.

¡. ,:;

Para terminar ofreceremos en unaslíneas, y en apretada síntesis, lo quepensamos sobre el estado de los concep­tos evolutivos y de selección natural enrelación a nuestra especie, a partir delos estudios de vVright, Fisher, Dobz­hansky, Neel, Simpson, Huxley, etc.Aunque podrá parecer un poco com­plicado creemos que si se lee con dete­nimiento no lo es tanto, y la fecha que

Darwill.-Caricatura· del Vanity Fair

Alfred RusselI 'ValIace.-"sugerencias,indicaciones"

Th. Huxwy.-"acérrimo jHlrtidario"

UNIVERSI1lAD DE MEXICO

estamos celebrando amerita una evolu­ción de nuestros conocimientos.

La selección natural- afecta difer.en·cialmente a distintos grup0s humanoshasta el punto de que en.' una· s@eiedadcon altos índices de matrirñtmio, los dé·biles heredan, si no la tierra, ~l menosa las viudas de los fuertes. No solamente'los fuertes no s'obreviven' necesariamen­te, sino que la· diferená(~:eión reproduc-·tiva estaría en favor de lbs débiles toda··v~a. en mayor gl'ado- de l~' q.ue las'-posi­bihdades de vida larga haríansup.oner.Las diferencias én reproductividad hanoperado siempre, aunque están ahoramás marcadas que nunca: en- f1:UIciónde las posibilidades de' reproduGcién. (alnacer, el cambio tal vez sea en direc;ciónopuesta) . Las implicaciones que pa.ra la,teoría evolutiva tiene lo anterior, has­ta el punto en que están genét-icamentedeterminadas, son muchas. La fertili·dad, según parece, está genéticamentedeterminada, luego las diferencias enfertilidad son esenciales en la selecciónnatural de nuestra especie. Se ha escrito·mucho sobre determinantes cuüur.ales dela fertilidad; sobre la. forina como se­refleja en diferentes grupos socio:-econ&micos y en diversas actividades. Pero· lasdiferencias dentro de un grupo son' no­tables y ¿cuáles son biológicas y cuálesculturales? Esto es, la pareja que sólo·quiere hoy un hijo porque ewnómica­mente no está capacitada para más, ¿co­rrespondería a los. aborígenes australia­nos que en el pasado mataban al restode sus hijos dejando solo uno porquecohibía su móvilidad? La selección natu­ral en cada sociedad es un problema di­ferente y en muchos casos deberá estu­diarse por separado.

En Estados Unidos (censo de 1940)el 11.5% de la población adulta per­maneció soltera. Entre los Ashanti deAfrica o en Pakistán el 100% de la. po­blación adulta, excepto los tullidos con­traen matrimonio. Existe.. en EstadosUnidos una correlación inversa entre'educación y promedio de casamientos yen el Colegio Militar en México existeuna correlación inversa (según Rome­ro) entre adaptabilidad del recluta yfamilia de alto nivel educativo. Es, pues,en parte erróneo pensar que la civiliza­ción únicamente salva vidas por mediode los grandes adelantos médicos. Exis­ten nuevas formas de eliminación y se­lección como resultado de la civilizacióny especialmente del desarrollo indus­trial. Desde luego, la mortalidad infan­til entre los pueblos llamados "primiti.vos" es del 500/1000 y en Estados Uni­dos del 30/1000. Muchos sobreviven ennuestras s?ciedades más "elevadas" queantes hubIesen muerto, pero en cambiolos diabéticos, por ejemplo, hoy se re­producen y no sabemos cómo afectanestos tipos aparentes de selección al cam­po más amplio de la selección naturalen el hombre. En 1897 Pearson mostra­ba que aun tomando en cuenta a lassolteras, que sólo una quinta o sextaparte de los individuos producían la.mitad ele la población; lo que inl;iuda­blemente afecta la. ,fórmu!a genética ge­neral de la poblaclOn y FIsher mantienehoy que la causa más importante decambio genético e~ civilizaciones occi­dentales la constituye la fertilídad dife­rencial. En Est~dos Unidos (19~8) el50% de las mUjeres daban el 88l){ delos niños nacidos en cada genera~iónposterior.

UNIVERSIDAD DE MEXICO

El hombre de Neanderthal

Ahora bien, se dice que se ha hechoa un lado la selección natural en socie­dades modernas, sobre todo en las muyindustrializadas, lo que aparece en tra·bajos de índole médico, económico, bio­lógico y social. En la literatura popularse habla de una decadencia biológica.Vamos a revisar pues los conceptos deselección natural en relación a nuestraespecie. A este respeáo, en 10 que másse ha progresado desde Darwin es engenética de poblaciones. En líneas ge­nerales se concibe hoy la selección na­tural como el agente directo de la evo­lución orgánica, proporcionando las~utaciones el v~rian!e genético que cons­tituye la matena prIma, por decirlo así,del cambio evolutivo. La reproducéiónsexua.l da lugar a r~combinaciones ycamblOs. Las mutaclOnes pueden serútiles o no, pero la selección naturalobr.a de forma que sólo aquellos quemejor se adaptan permanezcan. El am­biente .no crea nada, sino que solamen­te preslOna a la materia orgánica que seadapta o perece.

En la especie humana las cosas sonalgo diferentes.' En las. otras especies secambian los genes. En el hombre en par­te, por medio del desarrollo y modifica­ción de la cultura aprendida se cambialos genes o la cultura o ambos. Para serefectiva la selección natural tiene queser selectiva, esto es: cuenta desde lue­go la habili?ad de cada individuo, y losque sobreVIven deben de estar mejor(~otados para ello, en ese ambiente par­ticular, que los que no. Sin embargo,para que la supervivencia sirva, evoluti­vamente hablando, esa mejor dotacióntiene que poseer un respaldo genéticoy en el Horno sapiens el éxito del indi­viduo se debe con frecuencia a mejoresmedios y no a mejores genes. Deberíadecirse pues con Dobzhansky, "supervi­vencia del genéticamente apto" y nosólo del más apto.

La selección consiste en la perpetua­ción diferencial de las variedades gené­ticas en la composición genética de unapoblación. La "supervivencia" de Dar­win viene ahora dada por la proporciónen que un genotipo entrará en la com­posición genética de futuras generacio­nes. Esto es, por su fertilidad. El apto'es el padre con muchos hijos, y no elcombatiente que sobrevive. Las mulasson tan aptas o fuertes como sus proge­nitores pero su "supervivencia" en elsentido darwiniano o su "aptitud" escero, porque son estériles. Por el con­trario, enfermedades hereditarias ad­quiridas después de la procreación nodisminuyen en la población el valoradaptativo del genotipo que lleven.

Podemos pues afirmar que sí obra laselección natural en el hombre actual y

que cesaría sólo si todos los genotiposhumanos produjesen un número de hi­jo~ en proporción exacta para unifor­mllar la ~recuencia de esos genotipos enla poblaCIón. No es válido pues el pos­tulado de que en el hombre la selecciónnatural ya no es natural. Ello se basaen el concepto anquilosado de selecciónnatural del siglo pasado. ¿Por qué nopodemos utilizar fuego o abrigo ante lainclemencia del tiempo? Ahora ya nohay animales salvajes contra los que de­bamos defendernos, ni necesidad de pro­curarnos los alimentos directamente,pero sí, en cambio, es necesaria y existeuna adaptabilidad' social, entre otrascosas, y por lo tanto existe una selecciónsocial. Se trata, pues, de una selecciónnatural no" tan natural, pero selecciónnatura~ después de todo. Tal vez elh?mbre del ~uturo sea menos fuerte yVIgOroSO que el del Paleolítico, y tal veztenga que vivir rodeado de aparatos, me·dicamentos :y otros recursos para sobre­vivir en el ambiente por él creado y quea su vez lo condiciona, pero seguramen­te que dicho hombre será más sutil yposeerá mayor capacidad intelectual.

"Et:olución natural"

Recreación del Australopithecus

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Pithecanthropus pekinensis

Muchos son los aspectos en que lasbases asentadas en El origen de las es­pecies nos atañen. Vivimos en una socie­dad que aumenta día a día. En el añode la primera edición (1859) se calcu­laba la población de la Tierra en 1250millones de seres. Esta cifra se duplica alos 100 años, esto es hoy, y para el año2000 tal vez se haya duplicado o aúntriplicado de nuevo. La poblaCión au­menta ahora aproximadamente en un1.5% anualmente, lo que no parece de­bería asustar a nadie. No obstante re­presenta casi un aumento de un miilónde seres más sobre la Tierra cada sema­na. En otras palabras, si los trescientosmillones de seres que se calcula vivíanen los años de Cristo hubiesen aumen­tado a razón del 1.5% anualmente, lapoblación actual del planeta sería demás de un millón de personas por piecuadrado de la superficie terrestre. Noestaríamos, pues, tan lejos de la ideamedieval de teorizar sobre cuántos án­geles pueden mantenerse en la cabeza deun alfiler. 6

Es Darwin, conjuntamente con Wa­Hace, quien por vez primera enfoca, demanera científica, 7 nítida y ordenada,cómo se originan y cómo evolucionan lasespecies. Vemos que el estudio de laevolución de nuestra especie es algo queno podemos olvidar, ni siquiera en suaspecto más primario: el propio des­arrollo numérico.

NOTAS

1 Para más detalles sobre éstos ver:' Eiseley,Loren C. Charles Darwin, Edward Blyth, andthe theory. oí natural selection. Proceedings ofthe A menean Philosophical Society. Vol. 103,N<i 1, February 1959. Pp. 94-158.

2 También celebramos el Centenario deLHombre de Neanderthal en 1956, a pesar deque los restos neanderthales de Gibraltar se ha­bían descubierto en 1848 y los del niño nean­derthal de Engis en 1824.

3 Para más detalles a este respecto ver elPrólogo de J. Comas a la nueva edición encastellano de "El origen de las especies". UNAM,24 de noviembre 1959.

4 Para mayores detalles, además de las nu­merosas publicaciones en otros idiomas ver encastellano: Comas, Juan. Buffon, 1707-1788, Pre­cursor de la antropología física. Cuadernos delInstituto de Historia. Serie Antropológica. Núm.4. México. UNAM. 1958, 32 pp. Beltrán, En­rique. Lamarck, intérprete de la naturaleza.México. 1945. Genovés, Santiago (en prensa).Darwm y la Antropología a los cien años deEl origen de las Especies. Cuadernos del Insti­tuto de Historia. Serie Antropológica N<i 9. Mé­xico. (Aprox. 90 pp.)

5 My life. N. York, 1905, vol. 1, p. 419.

6 Para m,ís detalles ver: Francis G. Po1Jul­ation ahead. Ed. University oí Minnesota Press,1958, x + 160 pp.

7 Sobre ideas erróneamente atribuidas aDarwin ver: Genovés, S. Orig-ell y Evolucióndel Hombre. Revista de la Universidad NÍlmx, 1957. Pp. ' .