Jose harley ramirez sanchez

JOSE HARLEY RAMIREZ SANCHEZ ALCALDIA DE SAN JOSE DEL GUAVIARE

Fortalecimiento del Centro de Memoria

con las historias de vida de los pioneros

de la Colonización

José Harley Ramírez Sánchez Fundadores de San José del Guaviare

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JOSE HARLEY RAMIREZ periodista y comunicador, llega al Guaviare el 2

de enero de 1976. Se vinculó a la Libertad en labores en el comercio,

también fue recolector de hoja de coca y labores varias en el campo.

Dos años después llega a la cabecera de San José del Guaviare, se vincula

al aeropuerto como despachador aéreo de la empresa Taxi Aéreo del

Guaviare TAGUA, posteriormente se vincula a los medios, como operador

del sistema de comunicaciones radiales bajo el sistema de red de radios

de onda corta, y finalmente periodista y comunicador en la emisora Voz

del Guaviare.

Es una de las muchas personas que hicieron su proyecto de vida en el

Guaviare y contribuyeron desde muchas áreas de trabajo a consolidar el

desarrollo de este territorio.

RELATO DE JOSE HARLEY RAMIREZ.

Soy oriundo de la ciudad de Caicedonia en el departamento del Valle del

Cauca, llegue al Guaviare finalizando la década del 70, y desde ese

entonces estoy radicado en San José del Guaviare. Soy Comunicador y

Periodista, con amplia experiencia en medios de comunicación,

especialmente la radio.

El Guaviare en esa época y hoy era un territorio muy agradable, llegue a

principios de enero, tiempo de verano, el viaje fue especialmente difícil y


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muy cansado, venia de la capital del país, donde estaba radicado hacia

como 6 años, en donde adelantaba mis estudios secundarios, al finalizar

mis estudios me vine de paseo a una visita familiar. La primera sensación

fue un calor extremo y mucha sed, después de muchas horas en un bus

incomodo, hacinado de gente, donde también se sentía mucho calor. Una

familia muy cercana a la familia nuestra, nos hablaban de San José del

Guaviare, en ese entonces esta población pertenecía al Vaupés,

Mi primer viaje al Guaviare es una experiencia que difícilmente se olvida,

salimos de Granada a las 3:30 de la mañana, como a las 10:30 de la mañana

arribamos a un lugar que llamaban el cruce de Puerto Rico, eso era un

paradero en la vía con Restaurantes, eso era como el comienzo de la

aventura, pues no se seguía el carreteable, sino muchas huellas de carro

en la sabana, y a esa hora empezaba a sentirse muy fuerte el calor, se

perdía el apetito por el mucho líquido que se ingería para compensar ese

calor infernal.

Después de tolerar toda suerte de incomodidades en el bus, por muchas

horas, arribamos a Puerto Concordia, era un pequeño caserío de unas tres

o cuatro bodegas, a la orilla del rio, donde actualmente existe el puerto

principal.

Ahí dejábamos el bus destartalado y tomábamos una embarcación, una

canoa grande, metálica, y pues de ahí el viaje era más fresco y cómodo,

pero aburrido por la misma rutina de entrar a una especie de lago de agua


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que se divisa en el horizonte, para luego entrar en otro, y así

sucesivamente.

Como a las cinco de la tarde arribamos al puerto principal de San José del

Guaviare, ahí junto al puerto había sobre la mitad de la calle, muchas

casetas donde se vendía comida, almorzamos, y pues la sorpresa más

grande fue que teníamos mucha sed y no había gaseosa fría, y valía como

cinco veces lo que pagábamos en Granada por una gaseosa.

Pero mi viaje no terminaba acá, nuestro destino era la Libertad, luego

procedimos a buscar, en la esquina que era muy popular, la intersección

de la carrera 22 con calle 8, donde existió por muchos años el

establecimiento comercial denominado pan del Guaviare, o Almacén

Detalles antes de Pan del Guaviare.

En ese sector estaba ubicada la oficina de los camperos que hacían el

recorrido hacia los municipios de Retorno y Calamar, ahí abordamos un

campero tipo Gaz, que eran los que prestaban el servicio pro esas trochas,

y dejamos San José del Guaviare con rumbo a la Inspección la Libertad.

La vía era una trocha, con las huellas que deja la maquinaria pesada,

camiones y tractores en temporada de invierno. Entrada la noche llegamos

al municipio de El Retorno, como a las 7 de la noche, agotados, cansados,

llenos de polvo, y sobre todo sedientos, sudorosos, pero contentos con la

novedad de la aventura.


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Finalmente llegamos a la Inspección la Libertad sobre las nueve de la

noche. A esa hora un fuerte baño y un descanso reparador, se siente como

un regalo de los dioses. A la mañana siguiente comenzamos a explorar el

caserío, conocer los vecinos, y amoldarnos a este entorno.

En la inspección la Libertad empecé a trabajar en los negocios, el

comercio era muy dinámico y activo. Estuve un buen tiempo en eso, hasta

que un día con unos amigos, dialogando nos dimos cuenta de que no

estábamos ahorrando nada, que el tiempo pasaba y seguíamos como el

primer día que llegamos, entonces tomamos la decisión de irnos a trabajar

en las chagras, en los cultivos de hoja de coca.

Coger hoja de coca es un trabajo que se hace desde las 4:30 o cinco de la

mañana, hasta el mediodía, pagaban por arroba cogida, y era la actividad

más lucrativa, el salario semanal en cualquier actividad, podía uno

conseguirlo en un solo día. Cuando no se estaba raspando coca, había

otros oficios como limpiar, abonar, a todo no le mediamos.

Ahí nos iba muy bien, pero un día empecé a sentirme enfermo, y me

costaba trabajo hacer las faenas de campo, me di cuenta que la

enfermedad provenía del tipo de trabajo que hacía, y deje esa actividad y

me trasladé para San José del Guaviare. Mi hermano vivía en San José, ya

estaba establecido allí.

Mi hermano me presento amigos, entre ellos el señor Jaime Díaz Peña,

quien en ese entonces era el Gerente de la Empresa TAGUA, Taxi Aéreo


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del Departamento del Guaviare, una empresa de transporte aéreo que

cubría rutas de San José Villavicencio y viceversa, y poblados de ese

entonces como Caño Jabón, Mapiripán, Tomachipán, Miraflores, y el

municipio de Calamar, entre otros.

Don Jaime Díaz que en paz descanse me hizo una oferta de trabajo con la

empresa TAGUA, para trabajar en el aeropuerto como despachador, mis

tareas eran elaborar planillas, con el nombre de los pasajeros que viajaban

hacia los diferentes lugares, estar pendientes de ellos, hasta trasportaros

del hotel al aeropuerto o sus maletas, en una moto FZ 50, entre otras cosas.

El aeropuerto en esa época, estaba ubicado donde hoy son las

instalaciones de la Secretaría de Obras Públicas del municipio, esa parte

donde hoy encontramos la glorieta del Colono o el Romboy como se le

conoce, era la plataforma de todas esas aeronaves que llegaban y

prestaban ese servicio.

Pues no solo estaba la empresa TAGUA habían otras empresas como

TAERCO la misma TRANSAMAZONICA, SATENA, que recuerdo que

todavía operaba los aviones de cuatro motores. Era sorprendente porque

era un avión muy grande, la pista muy pequeña, y armaba mucho revuelo,

el ruido era impresionante, también había mucho movimiento por que

viajaba mucha gente para Bogotá y otras ciudades del interior del País.

La rutina de trabajo diaria en TAGUA iniciaba a las 6 de la mañana,

abríamos las oficinas, y a esa hora ya encontraba pasajeros, muchas


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aeronaves pernoctaban en el aeropuerto y a las 6:30 de la mañana ya las

estábamos despachando, hacia los diferentes destinos, apenas se

completaba el cupo de pasajeros o carga. La empresa tenía un buen tren

de aeronaves de 3, 5, 6 y 20 pasajeros. También había operación de vuelos

en aviones DC3 de carga y pasajeros.

Se puede imaginar lo pequeño de ese aeropuerto, en términos de

infraestructura, y el volumen de operaciones, lo movido que era una

jornada de trabajo, apenas se sentía el paso del tiempo, sobre las cuatro

de la tarde había que suspender operaciones, porque los aeropuertos no

tenían la infraestructura equipos y autorizaciones legales de la AEROCIVIL

para operar de noche.

La pista en esos momentos, era por la actual vía pavimentada y zonas

verdes del barrio villa Ángela, desde la avenida el retorno, hasta donde

actualmente comienza, ahí en la Glorieta del Colono, y seguía unos 100

metros aproximadamente. Y la torre de control funcionaba a un costado

donde hoy existe el Hotel el Aeropuerto. Y pues solo había rastrojos a los

costados, aparte de un sendero que llevaba a donde los indígenas en

Venezuela, hoy día Panuré, por allá uno iba a comprar caimarones y piñas,

que cultivaban la gente que habitaba allí.

A lo largo del año, se detectaban algunas variaciones, en época alta,

mucha gente viajaba para la ciudad de Villavicencio. El aeropuerto se

congestionaba porque el transporte alterno era una tortura, en invierno sin

exagerar se llegó a tardar hasta una semana o 15 días llegar a


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Villavicencio, ese carreteable solo era medianamente transitable en

verano. El trasporte aéreo ofrecía la ventaja de recorrer esas distancias en

horas, e incluso menos de una hora dependiendo de la aeronave y la ruta

de vuelo.

En temporada alta, cuando yo llegaba al aeropuerto a las 6 de la mañana,

ya tenía cantidad de gente, se hacían los listados de pasajeros, hay que

decir que el flujo de pasajeros era de San José hacia Villavicencio, y de

regreso no habían pasajeros, el negocio es sostenible con los cupos llenos

en ambos sentidos, por lo que tocaba decirle al pasajero que si pagaba el

vuelo redondo una avioneta de Villavicencio se venía vacía a recogerlos,

y de esta forma se descongestionaba el tráfico, en ese tiempo el dinero no

era problema.

En la empresa en que yo laboraba, y no éramos los únicos, yo llegue a

tener en mi lista hasta 150 personas al día, alcanzaba a despachar hasta

100, pero había otros operadores. Hacia la capital del Meta entre 50 y 60

personas, los demás hacia las otras poblaciones, Calamar, Miraflores,

Mapiripán, Caño Jabón, Tomachipán eran los destinos más frecuentes, en

algunas ocasiones otros poblados como la Macarena.

Entre los despachadores que trabajaban en las otras empresas recuerdo a

un muchacho que todavía está por ahí, se llama Oscar Ropero, otro

despachador lo llamábamos por apodo “chuleta”, ellos eran los

encargados del despacho de la empresa Transamazónica, que tenían sus

oficinas donde hoy día opera un motel que se llama “bombillo rojo”.


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También se encontraba los despachadores de la Empresa TAERCO don

Jaime Moreno, que todo el mundo lo conoció como el mote de “el diablo”

o “satanás”, Padre del hoy concejal Cesar Moreno, esposo de Doña

Lourdes que también despachaba y la conocíamos como “la mona”.

El ajetreo era de competencia de quien llenaba primero el avión para

despacharlo, y muchas veces había discordias por ese motivo. Conocí a

una muchacha Amparo Díaz, sobrina de Don Jaime Díaz, Alberto Díaz

hermano de Amparo, que trabajaban con otras empresas.

También recuerdo a Don Severo, todavía está trabajando en ese oficio.

También tuve la ocasión de conocer a “patetrapo”, quien operaba un

vehículo de tracción animal de dos ruedas, conocidos popularmente como

“zorras” y trasportaba la carga hasta y desde el aeropuerto y los

establecimientos del comercio de San José. Esas son las personas que

conocí y me acuerdo, fue una experiencia muy grata, por más de dos años.

Entre las anécdotas que recuerdo fue el triste episodio de un accidente

aéreo de una aeronave bimotor tipo ejecutivo, en la ciudad de

Villavicencio, decolando en uno de los cerros aledaños a la ciudad de

Villavicencio, de regreso de un Viaje hacia Bogotá donde llevaron la

aeronave a hacerle mantenimiento.

Sobre las 10 de la mañana nos enteramos del siniestro donde perdieron la

vida el hijo de don Hernando González Villamizar, una hermana, una


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sobrina y una nieta además de otros pilotos de la Empresa, Don Hernando

era el propietario de la Empresa TAGUA para la que yo trabajaba. Fue un

golpe muy duro, hoy el aeropuerto lleva el nombre de su hijo que murió

muy joven en ese accidente, Jorge Enrique Gonzales Torres.

Como experiencias que yo recuerde que haya vivido, está un accidente

que se presentó en Calamar, una avioneta que pretendía despegar golpeo

con la hélice a una persona desprevenida que se atravesó a la avioneta por

la parte delantera en el momento en que se hacía ignición a los motores, y

le fracturo la clavícula.

A mí me toco manejar esa crisis, y básicamente en Calamar tocó bajar los

pasajeros y la carga y trasportar el herido hacía San José. Acá me toco

movilizar todo tipo de vehículos, motos carros, a los costados de la pista

para efectos de iluminar y señalarle la pista al piloto para poder efectuar

el aterrizaje, porque la avioneta hizo su arribo ya en horas de la noche.

El piloto aterrizó sin problemas, los médicos que estaban esperando

hicieron la estabilización del paciente y salió en otro avión para

Villavicencio, donde hicieron un procedimiento similar para que la

aeronave aterrizara. Eso fue memorable, pues bajo el estrés de la

situación, me toco movilizarme en la moto a pedirle el favor a los

propietarios y conductores de vehículos y motos a que nos colaboraran en

esa emergencia.


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Otro accidente aéreo que fue muy traumático se presentó acá en el

aeropuerto de San José del Guaviare, cuya víctima fue una niña de unos

cinco o seis años. A la hora del arribó de ACES o SATENA no recuerdo

bien, la gente llegaba al aeropuerto sobre las tres y media o cuatro de la

tarde, a esperar familiares, amigos, remesas, encargos provenientes de

Bogotá.

Las entradas a la pista estaban encerradas con una maya eslabonada, y el

acceso a la pista era por un pequeño abertura conformada por dos muros,

para la entrada y salida de pasajeros y vehículos a la plataforma.

La niña junto con otros niños estaba parada al pie del muro en el interior

de la plataforma, observando el ir y venir de las avionetas, y había un

piloto de una de las empresas, que lo acompañaba un adolescente por ahí

de unos 14 años, y uno a esa edad pues es muy inquieto, se dice que el

piloto bajo de la avioneta, ingreso a las oficinas.

El muchacho se subió al avión, la llave estaba en el suiche y prendió el

avión, con la mala suerte que la avioneta estaba acelerada y salió

disparada contra el muro donde estaban los niños. La niña fue alcanzada

por la hélice del avión, y le cercenó la parte superior del cuerpo, a la altura

del tórax. La niña estaba de vacaciones en San José.

Otro accidente que enlutó al Guaviare fue el siniestro de un vuelo de ACES,

en el cerro de pan de azúcar, en el cerro de Sumapaz donde perdieron la

vida 22 personas de San José.


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En un pueblo tan chico todos nos conocemos con todos, y esa tragedia la

sentimos todos acá en San José. Se abordó el avión aproximadamente a las

9 de la mañana, y más o menos a las 10:30 u 11:00 de la mañana nos

enteramos de la triste noticia, murieron todos los pasajeros y los

tripulantes.

Aparte de pasajeros y carga, víveres, alimentos, licores, también se

movilizaban cadáveres, eran tiempos de bonanza de coca, y se oían

comentarios, no me consta, porque mi trabajo no tenía que ver con la

carga, yo solo llenaba planillas y cobraba las tarifas formales por el

traslado de pasajeros y carga.

Se comentaba que se movilizaba dinero y droga, encaletados en bultos de

papa y demás víveres. También se decía que los cadáveres que se

movilizaban iban llenos de coca.

Existían los controles de las autoridades, a pesar de los rumores de la calle

de que decían que ellos estaban involucrados en el negocio, mucha gente

fue judicializada, sin embargo pues existe el poder corruptor del dinero,

y los traficantes fueron muy hábiles en ingeniarse estrategias para eludir

los controles de las autoridades.

Los comentarios de la gente era que en las avionetas se movilizaba dinero

por costalados, y pues debieron cargarse y descargarse en algún terminal

aéreo, o pista de aterrizaje.


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Pero yo no presencie jamás esa situación, también se decía que hacían los

arreglos con los agentes que estaban de turno, y con los controladores

aéreos para desviar la ruta hacia los destinos en las pistas clandestinas que

había por toda la selva. Pero igual es el argot popular, donde todo se dice

pero no se sabe si estas afirmaciones son ciertas, en este país existe la libre

expresión.

Si presencie viajes de avionetas, donde se les sacaba las sillas, solo se

dejaba la silla, y venían cargadas de bultos de papa, normalmente este

insumo no es tan perecedero y se trasportaba en camión y en canoa, y los

comentarios que circulaban era que dentro de estos bultos de papa venían

camuflados fajos de billetes.

A nosotros los despachadores si nos pedían algunos favores para eludir los

controles de las autoridades, dado que teníamos cierta movilidad por el

aeropuerto. En ese tiempo todos andaban armados, era un artículo más de

lujo y de estatus que de seguridad, así como el poseer vehículos de alta

gama.

Las armas se portaban para exhibirlas, armas finas, mágnum, robín,

vereta, armas caras y extravagantes, con baños de oro, incrustaciones de

diamante y esas cosas. En Colombia no es legal el porte de armas, por lo

que nos pedían el favor de hacerlas llegar al piloto eludiendo el control

policial.


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Aprovechando que nosotros teníamos esa libertad para movilizarnos en el

aeropuerto, y un arma era relativamente fácil de encaletar, obviamente

pues el piloto también les colaboraba en el aeropuerto de destino con los

despachadores para eludir el respectivo control policial.

Eso era muy frecuente, tanto que las propinas que nos pagaban muchas

veces superaban nuestro salario diario, y en la mentalidad de nosotros los

colombianos, el sueldo es para pagar nuestro sustento, pero un ingreso

extra tiene como finalidad el entretenimiento, y casi siempre nos íbamos

de farra con los compañeros con esos fondos.

Deje mi trabajo en el aeropuerto y empecé a trabajar en una discoteca que

se llamaba el paye, tenía equipos de sonido muy sofisticados, ahí se

presentaban artistas nacionales de primera línea en la época. En mi trabajo

en el aeropuerto hice muchas conexiones, conocí muchas personas, y esto

me abrió nuevas opciones de trabajo en otros ámbitos laborales. Conocí a

don Hernando Martínez, quien me vio operando estos equipos de sonido.

Una mañana pasaba por las instalaciones de la emisora, ya estaba para esa

época en las actuales oficinas, antes funcionaba en un local donde hoy es

el establecimiento comercial “las delicias”, luego había funcionado en un

local donde hoy están ubicados los billares de Chelo.

Posteriormente funcionó el restaurante mi mama, ahí estuvo localizada la

emisora, y finalmente Don Gustavo Pulido Medina, propietario por aquel

entonces de la Emisora, tomo en arriendo la segunda planta del edificio


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donde hoy funciona, el cual era propiedad de don Melco García, en una

época se llamó radio transamazónica, posteriormente como la voz del

Guaviare.

Para esa época me había desvinculado del aeropuerto, y hacia oficios

varios, como les comentaba pasaba una mañana por enfrente de la

emisora, y EL señor Hernando Martínez que estaba en la ventana y era el

gerente de la emisora, me llamó, yo andaba en una bicicleta, me baje y

subí. Me ofreció trabajo en la emisora, pues hay que decir que la radio

siempre me llamo la atención, por lo cual no desaproveche la oportunidad

y acepté.

En ese entonces estaba como locutores: José Miguel Rincón, conocido

como JM, había un muchacho Luis Enrique Ramírez que hacia un programa

de música romántica en la mañana. Estaba también vinculado ya en ese

entonces Fulgencio Velazco, hacía poco se había vinculado a la emisora,

estaba Nelson Mejía Ocampo, padre de Néstor Mejía conocido

popularmente como “coco”.

La tarea que me asignaron era apoyar Fulgencio Velazco, en el manejo de

los equipos. Don Fulgencio a pesar de ser invidente, manejaba

perfectamente todos los equipos y yo fui tomando nota y aprendiendo. En

la segunda semana ya estaba haciendo prácticas al aire en el control

master, la alocución vine a ejercerla más adelante, y de esta forma me

vincule a la emisora voz del Guaviare.


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En esa época, ya en los años 80, el Doctor Gustavo Pulido Medina, empezó

a establecerse el servicio de comunicaciones, las comunicaciones

telefónicas ofrecidas por la empresa TELECOM, eran muy precarias, solo

habían dos cabinas, y se hacía cola con bolsas de monedas para poder

tener una conversación telefónica en las cuales era testigo todas las

personas que hacían la fila.

El Doctor Pulido consiguió licencia para la operación de radioteléfonos de

banda corrida, y fue el pionero en este servicio, y creó un sistema de

radiocomunicación, montó una base en San José del Guaviare, otra en la

ciudad de Bogotá, en su residencia, otra en Villavicencio, y se alió con

comerciantes de algunas poblaciones, fue ampliando la red a todas las

poblaciones del Guaviare y sur del Meta.

Tuve la oportunidad de capacitarme y operé un poco de tiempo la estación

en Calamar. Nos alternábamos este oficio con Moisés Arango que para la

época trabajaba aquí en la emisora, nosotros básicamente nos tocaba

capacitar a los operadores de los radios en toda la red en la zona de

cobertura.

El sistema operaba de radio a radio, y en las ciudades de Villavicencio y

Bogotá, se conectaba con los teléfonos de las personas con quien se quería

comunicar. Esto posibilitó el acercamiento entre las familias, dispersas por

todo el territorio del Guaviare con sus allegados en el interior del país. El

servicio se prestaba sin interrupción desde las 7 de la mañana hasta las 8

o 9 de la noche. El servicio era costoso pero había personas que duraban


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hasta 20 o 30 minutos hablando. Todo el tiempo había demanda por el

servicio.

Tuve como compañero a Luis Moreno, en Puerto Concordia, era un señor

dueño de un hotel, y de una tienda, él era el propietario del radioteléfono,

una señora Blanca Cortes en el municipio de Calamar, en Miraflores la

base la monto un señor de apodo saratano, familiar de los saratanos que

siempre han vivido en San José, la esposa se llamaba Nidia, y el operador

era un sobrino de Doña Nidia, un muchacho Heriberto

En San José del Guaviare Moisés Arango, un muchacho Wilfrido Vargas.

Bueno en este gremio había muchas personas por que después surgieron

más empresas y se formó toda una red de comunicaciones en torno a este

sistema.

En el tema de radio locución la primera emisora fue la voz del Guaviare

que inicio como radio transamazónica, pero el periodismo radial el

Guaviare todo el Tiempo fue protagonista, hubo mucho despliegue de

periodistas, antes que yo pasaron por esta emisora periodistas como

Marco Antonio Franco, muy reconocido aquí en el Llano.

También estuvo Gabriel Cucuma, periodista muy conocido en el Meta,

Lunio Cardoso, buen locutor quien después estuvo en el Caquetá y

actualmente trabaja con RCN Radio en Cali, voz comercial que se escucha

por la época de enero en las corridas taurinas y la feria de Cali,


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Recuerdo también a Orlando Torres Toro, quien se vinculó con la emisora

Radio Macarena de la cadena Todelar, en la ciudad de Villavicencio, y de

allí pasó a la ciudad de Miami y la Florida, haciendo radio y televisión,

regresando al país con la cadena Olímpica, en la ciudad de Barranquilla.

También recuerdo periodistas de la época, como Carlos Germán Benítez,

Bernardo Arbeláez, quien murió asesinado cerca de la institución

educativa CDR, un muchacho Medardo actualmente vinculado al

Departamento de Arauca como instructor de la Universidad Remington en

el área de comunicaciones.

No se me escapa de la memoria José Miguel Rincón, un costeño que

impulsó la música vallenata y murió ahogado en el rio Guaviare en una

correría, el Doctor Jairo Hernán Benjumea en sus épocas de estudiante.

Como se ve la emisora ha sido una escuela que muchas personas han

aprovechado para impulsar su carrera profesional. También estuvo Don

Aníbal Jiménez conocido acá en la emisora como “el choncho”, Andrés

Ruiz quien ayudo a impulsar la música Vallenata,

Gustavo Valencia Mosquera, que lo conocemos como “el Choco Valencia”,

quien fue uno de los primeros que hacia narración de futbol en la emisora,

junto con Dadey Forero y un muchacho Jair Lenis que hoy se desempeña

en un canal de televisión en la ciudad de Villavicencio.


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Con ellos formamos un combo llamados “los dueños del Balón”, para esa

época la emisora se afilio a RCN Radio, y así se denominaban los

encargados de los temas deportivos en esta cadena de radio. Fuimos los

pioneros en la trasmisión de futbol indirecto, y era una verdadera osadía,

pues nos tocaba llevar cable desde la emisora hasta el estadio donde nos

habilitaron una cabina.

También trasmitíamos las corridas de toros de la plaza de toros viejo Luis

córdoba ubicada donde hoy funciona la institución educativa Manuela

Beltrán, y pues extendíamos cable, de la emisora hasta la esquina de

luchos market, de ahí por ese lote donde hoy está la plaza de mercado

hasta la plaza de toros, y los patos del pueblo chuzaban el cable con

alfileres, interrumpiendo la trasmisión, y tocaba hacer pruebas de sonido

en cada una de las uniones desde la emisora hasta encontrar el cable, y

luego buscar el alfiler, para restablecer la comunicación.

Terminado el show en la plaza de toros, con Enoc Quintero Jara,

recogíamos el cable y los equipos para llevarlos a la caseta popular donde

continuaba el jolgorio, usualmente esta caseta operaba en el parqueadero

de la actual plaza de mercado, en ese tiempo eso eran rastrojos.

Hay que hacer un poco de memoria y recordar lo importante que fue esa

plaza de toros, muchos toreros de renombre como Cesar Rincón en ese

tiempo era novillero, desfilaron por esa plaza, así como artistas de alta

factura.


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Extendimos cable dúplex, nos lo proporcionó Don Nacho Rojas, y

Benjamín Galvis del establecimiento comercial Variedades Cambelly,

poste a poste, por toda la carrera 22, cruzando por donde hoy día está el

laboratorio del hospital, cruzando por la parte trasera donde está la

edificación de los juzgados, hasta llegar al poste donde queda el

restaurante las villas, de ahí llevábamos ese cable hasta unas cabinas

improvisadas que hiciera en ese entonces el ingeniero Néstor Augusto

Gaviria, en ese entonces secretario de obras públicas.

La luz para conectar nuestros equipos nos la regalaban de esas casas del

Frente, del Barrio Villa Ángela, teníamos una extensión de cable de

corriente de 100 metros, habíamos usado un rollo completo, para tomar la

corriente desde ahí, y de esta manera trasmitíamos los partidos todos los

domingos e incluso los goles de los torneos de la capital del país.

En esta emisora también laboró don Luis Fernando Román, persona muy

conocida no solo en el medio sino en estos departamentos, él era un

empresario del espectáculo, yo lo conocí como dueño de la taberna del

Gordo.

En este establecimiento hicieron su show artístico, muchos artistas de alta

factura, también traía artistas folclóricos, recuerdo a los ruanetas que era

un grupo creado por los actores del show de televisión sábados felices,

Oscar Golden, Alci Acosta, Raúl Santi, la cantante Vicky, Luz Aída, y

muchos artistas.


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En esa época que el Gordo Román operaba la taberna del Gordo yo

trabajaba en el aeropuerto, por ahí llegaban los artistas, nosotros

aprovechábamos para tomarnos fotos con ellos, hasta hace muy poco yo

conservaba esas fotos. Don Luis Fernando Román dejó huella en la casa de

la cultura, cuerpo de bomberos y en las instituciones donde estuvo

vinculado.

También es de destacar a Plinio Cesar Barrero esposo de la Doctora

Gladys Pulido Medina, cuñado del entonces propietario de la emisora,

muchos muchachos llegaron después, Yolanda Sánchez, Tomas Royero,

Mayerly Soto, Juan Manuel Alegre.

De resaltar a Enoc Quintero Jara que es una persona de muy vasta

experiencia en estas lides de radio porque es precisamente a mi llegada

al Guaviare el que sonaba en la emisora y era el encargado de toda la parte

técnica.

Hay que mencionar que al momento de vincularme la preocupación del

gerente era entrenar otra persona que secundara a Enoc Quintero Jara y

esa fue la manera en que yo me vinculé a la emisora.

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