Le Destronaron (Mons Lefebvre)

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    Voz en el DesiertoMiguel Schultz #91Colonia San Rafael06470 - Mxico, D.F.

    Ttulo original: Ils l'ont dcouronn,Du libralisme l'apostasieLa tragdie conciliaireEditions Fideliter 1987

    Voz en el Desierto (para esta edicin) Voz en el Desierto (de la traduccin)

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    LE DESTRONARONDel liberalismo a la apostasa

    La tragedia conciliar

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    PREFACIO

    La idea de esta obra naci con algunas conferencias sobre el liberalismo dadas a los

    seminaristas de Ecne. El fin de esas conferencias era instruir a esos futuros sacerdotessobre el error ms grave y ms nocivo de los tiempos modernos y permitirles formarse unjuicio conforme a la verdad y a la fe sobre todas las consecuencias y manifestaciones delliberalismo ateo y del catolicismo liberal.

    Los catlicos liberales introducen los errores liberales en el interior de la Iglesia yen las sociedades todava algo catlicas. Es muy instructivo volver a leer las enseanzas delos Papas al respecto y comprobar el vigor de sus condenaciones.

    Es de gran valor recordar la aprobacin de Po IX a Luis Veuillot, autor del admira-ble libro LIlusion Librale [La Ilusin Liberal], y la del Santo Oficio al del Padre FlixSard y Salvany El Liberalismo es Pecado.

    Qu habran pensado esos autores si hubieran comprobado, como nosotros hoy,que el liberalismo es rey y seor en el Vaticano y en los episcopados?

    De all la urgente necesidad, para los futuros sacerdotes, de conocer este error. Puesel catlico liberal tiene un falso concepto del acto de fe, como bien lo muestra el Padre Sar-d (Cap. VII). La fe no es ya una dependencia objetiva de la autoridad de Dios, sino unsentimiento subjetivo, que, en consecuencia, respeta todos los errores y especialmente loserrores religiosos. Luis Veuillot en su Cap. XXXIII muestra bien que el principio funda-mental del 1789 es la independencia religiosa, la secularizacin de la sociedad y en defini-tiva, la libertad religiosa.

    El Padre Tissier de Mallerais, secretario general de la Fraternidad Sacerdotal SanPo X, alentado por el Superior General, tuvo la idea de completar y organizar ese conjuntode conferencias y de publicarlas, a fin de que esta enseanza tan actual pueda aprovechar aotros, mas all de los seminaristas.

    Y mientras se llevaba a cabo este trabajo, cumplase en Ass la ms abominable ma-nifestacin del catolicismo liberal, prueba tangible de que el Papa y aquellos que lo apoyantienen una falsa nocin de la fe, nocin modernista, que va a sacudir todo el edificio de laIglesia. El Papa mismo lo anuncia en su alocucin del 22 de diciembre de 1986 a los miem-bros de la Curia.

    A fin de guardar y proteger la fe catlica de la peste del liberalismo, este libro meparece llegar muy oportunamente, hacindose eco de las palabras de Nuestro Seor: Aquelque crea ser salvo, aquel que no crea se condenar; es esta fe la que el Verbo de Diosencarnado ha exigido a todos si quieren ser salvados. Ella caus su muerte, y siguiendo sucamino, la de todos los mrtires y testigos que la han profesado. Con el liberalismo religio-so, no hay ms mrtires ni misioneros, sino liquidadores de la religin, reunidos alrededorde la pipa de una paz puramente verbal.

    Lejos de nosotros ese liberalismo sepulturero de la Iglesia catlica.Siguiendo a Nuestro Seor llevemos el estandarte de la Cruz, nico signo y nica

    fuente de salvacin.Que Nuestra Seora de Ftima en el 70 aniversario de su aparicin, se digne ben-

    decir la difusin de este libro que hace eco a sus predicciones.

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    Ecne, 13 de enero de 1987en la fiesta del Bautismo de Nuestro Seor+ MARCEL LEFEBVRE

    INTRODUCCION

    A dnde vamos? Cul ser el trmino de todos los cambios actuales? No se tratatanto de guerras, de catstrofes atmicas o ecolgicas, sino sobre todo de la revolucin fue-ra y dentro de la Iglesia, de la apostasa, en fin, que gana pueblos enteros, antao catlicos,e incluso la Jerarqua de la Iglesia hasta su cima. Roma parece sumergida en una cegueracompleta, la Roma de siempre est reducida al silencio, paralizada por la otra Roma, laRoma liberal que la ocupa. Las fuentes de la gracia y de la fe divinas se agotan y las venasde la Iglesia canalizan por todo su cuerpo el veneno mortal del naturalismo.

    Es imposible comprender esta crisis profunda sin tener en cuenta el hecho central deeste siglo: el segundo Concilio Vaticano. Creo que mi sentir en relacin a l es bastanteconocido para que pueda decir, sin rodeos, el fondo de mi pensamiento: sin rechazar en sutotalidad ese concilio, pienso que es el desastre ms grande de este siglo y de todos los si-glos pasados desde la fundacin de la Iglesia. En esto, no hago ms que juzgarlo por susfrutos, utilizando el criterio que nos ha dado Nuestro Seor (Mat. 7, 16). Cuando se pide alCard. Ratzinger que muestre algunos buenos frutos del Concilio, no sabe qu responder 1; yal preguntarle un da al Card. Garrone cmo un buen concilio haba podido producir tanmalos frutos, me respondi: No es el Concilio, son los medios de comunicacin social!2

    Aqu, un poco de reflexin puede ayudar al sentido comn: si la poca postconciliar estdominada por la revolucin en la Iglesia, no es simplemente porque el Concilio mismo ledio entrada? El Concilio es 1789 en la Iglesia, declar el Card. Suenens. El problema delConcilio fue asimilar los valores de dos siglos de cultura liberal, dijo el Card. Ratzinger. Yexplica: Po IX con el Syllabus, haba rechazado definitivamente el mundo surgido de laRevolucin, al condenar esta propuesta: El Pontfice romano puede y debe reconciliarse yacomodarse con el progreso, con el liberalismo y con la civilizacin moderna (N 80). ElConcilio, dice abiertamente Joseph Ratzinger, ha sido un Contra Syllabus al efectuar estareconciliacin de la Iglesia con el liberalismo, particularmente por medio de la Gaudium etSpes, el ms largo documento conciliar. As se deja la impresin que los Papas del sigloXIX no supieron discernir en la Revolucin de 1789 la parte de verdad cristiana asimilablepor la Iglesia.

    Una afirmacin as es absolutamente dramtica, sobre todo en la boca de represen-tantes del magisterio de la Iglesia! De hecho y esencialmente qu fue la Revolucin de1789? Fue el naturalismo y el subjetivismo del protestantismo, traducidos en normas jurdi-cas e impuestos a una sociedad todava catlica. De all la proclamacin de los derechos del

    1Joseph Card. Ratzinger, Informe sobre laFe, B.A.C. popular, Madrid, 1985, pgs. 45-48.2Entrevista del 13 de enero de 1975.

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    hombre sin Dios; de all la exaltacin de la subjetividad de cada uno, a expensas de la ver-dad objetiva; de all el poner en el mismo nivel todas las creencias religiosas ante el Dere-cho; de all, en fin, la organizacin de la sociedad sin Dios y sin Nuestro Seor Jesucristo.Una sola palabra designa esta teora monstruosa: el liberalismo.

    Por desgracia all tocamos verdaderamente al misterio de iniquidad (II Tes. 2, 7).

    Despus de la Revolucin, el demonio suscit dentro de la Iglesia hombres llenos del esp-ritu de orgullo y de novedad, presentndose como reformadores inspirados que, soandoreconciliar la Iglesia con el liberalismo, intentaron realizar una unin adltera entre la Igle-sia y los principios de la Revolucin. Ahora bien cmo conciliar a Nuestro Seor Jesucris-to con un enjambre de errores que se oponen tan diametralmente a su gracia, a su verdad, asu divinidad y a su realeza universal? No; los Papas no se equivocaron cuando, apoyados enla tradicin y asistidos por eso mismo por el Espritu Santo, condenaron con su autoridadsuprema y con una continuidad notable la gran traicin catlica liberal. Entonces, cmologr la secta liberal imponer sus puntos de vista en un concilio ecumnico? Cmo launin contra natura entre la Iglesia3 y la Revolucin ha podido dar a luz el monstruo cuyasdivagaciones llenan ahora de espanto incluso a sus ms fervientes adeptos? Son estas pre-guntas las que trato de responder en estas charlas sobre el liberalismo, mostrando que unavez que penetr en la Iglesia, el veneno del liberalismo, la conduce a la apostasa por con-secuencia lgica.

    Del Liberalismo a la Apostasa; tal es entonces el tema de estos captulos. Cierta-mente, vivir en un tiempo de apostasa no tiene en s nada de agradable! Pensemos sin em-bargo, que todos los tiempos y todos los siglos pertenecen a Nuestro Seor Jesucristo: Ip-sius sunt tempora et saecula, nos hace decir la liturgia pascual. Este siglo de apostasa, sinduda de manera distinta a los siglos de fe, pertenece a Jesucristo.

    Por una parte, la apostasa de la mayora pone de manifiesto la fidelidad heroica delpequeo nmero; as era en los tiempos del profeta Elas en Israel, cuando slo siete milhombres preservados por Dios se negaron a doblar su rodilla ante Baal (III Rey. 19, 18). Nodoblemos pues la rodilla ante el dolo del culto del hombre4, establecido en el santuarioy residiendo como si l fuera Dios (II Tes. 2, 4). Sigamos siendo catlicos, adoradores delnico Verdadero Dios, Nuestro Seor Jesucristo, con el Padre y el Espritu Santo!

    Por otra parte, como testimonia la historia de la Iglesia, toda edad de crisis preparauna edad de fe y, en la fidelidad a la tradicin, una renovacin verdadera. A todos vosotrosos toca contribuir, queridos lectores, recibiendo humildemente lo que la Iglesia nos hatransmitido, hasta la vspera del Vaticano II, por la boca de los Papas, y que yo os transmitoa mi vez. Es esta enseanza constante de la Iglesia que he recibido sin restriccin, la que oscomunico sin reserva quam sine fictione dedici, sine invidia communico (Sab. 7, 13).

    PRIMERA PARTE

    3O ms bien, hombres de Iglesia o del aparato exterior de la Iglesia.4Expresin de Pablo VI.

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    EL LIBERALISMO:PRINCIPIOSYAPLICACIONES

    CAPITULO ILOS ORIGENES DEL LIBERALISMO

    Si no leis, tarde o temprano seris traidores, porque no habris comprendido laraz del mal! Con estas fuertes palabras uno de mis colaboradores recomendaba 5 a los se-minaristas de Ecne la lectura de buenas obras que traten sobre el liberalismo.

    No se puede, en efecto, ni comprender la crisis actual de la Iglesia, ni conocer laverdadera cara de los personajes de la Roma actual, ni, en consecuencia, captar cul es laactitud que se debe tomar frente a los hechos, si no se buscan las causas, si no se remonta elcurso histrico, si no se descubre la fuente primera en ese liberalismo condenado por losPapas de los dos ltimos siglos.

    Nuestra luz: la voz de los PapasPartiremos, entonces, desde los orgenes, tal como lo hacen los Sumos Pontfices al

    denunciar los graves trastornos en curso. Si bien acusan al liberalismo, los Papas miran mslejos en el pasado, y todos, desde Po VI hasta Benedicto XV, relacionan la crisis con lalucha entablada contra la Iglesia en el siglo XVI por el protestantismo y con el naturalismo,causado y propagado desde el principio por esta hereja.

    El Renacimiento y el naturalismoEncontramos el naturalismo ya en el Renacimiento que, en su esfuerzo por recupe-

    rar las riquezas de las culturas paganas antiguas, y en particular de la cultura y del arte grie-gos, ha llevado a magnificar exageradamente al hombre, a la naturaleza y a las fuerzas na-turales. Exaltando la bondad y el poder de la naturaleza, se menospreciaban y se hacandesaparecer del espritu humano, la necesidad de la gracia, la orientacin de la humanidadal orden sobrenatural y la luz ofrecida por la revelacin. So pretexto de arte, se quiso enton-ces introducir por todas partes, hasta en las iglesias, ese nudismo se puede hablar sin exa-geracin de nudismo que triunfa en la capilla Sixtina en Roma. Sin duda, consideradasdesde el punto de vista artstico, esas obras tienen su valor, pero por desgracia, prima enellas el lado sensual de exaltacin de la carne, totalmente opuesto a la enseanza del Evan-gelio: Pues la carne codicia contra el espritu, dice San Pablo, y el espritu lucha contra lacarne (Gl. 5, 17).

    No condeno ese arte, si se reserva a los museos profanos, pero no veo en l un me-dio de expresar la verdad de la Redencin, es decir, la feliz sumisin a la gracia de la natu-raleza reparada. Mi juicio es muy distinto con respecto al arte barroco de la contrarreformacatlica, especialmente en los pases que resistieron al protestantismo: el barroco har usotodava de angelitos regordetes, pero ese arte de puro movimiento y de expresiones a veces

    5P. Paul Aulagnier, 17 de septiembre de 1981.

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    patticas, es un grito de triunfo de la Redencin y un canto de victoria del catolicismo sobreel pesimismo de un protestantismo fro y desesperado.

    El protestantismo y el naturalismoPuede parecer extrao y paradjico calificar al protestantismo de naturalismo. Nada

    hay en Lutero de esa exaltacin de la bondad intrnseca de la naturaleza, porque, segn l,la naturaleza est irremediablemente cada y la concupiscencia es invencible. Sin embargo,la mirada excesivamente nihilista que el protestante tiene sobre s mismo, desemboca en unnaturalismo prctico: a fuerza de menospreciar la naturaleza y de exaltar el poder de la solafe, se quedan la gracia divina y el orden sobrenatural en las nubes. Para los protestantes, lagracia no opera una verdadera renovacin interior; el bautismo no es la restitucin de unestado sobrenatural habitual, es, solamente, un acto de fe en Jesucristo que justifica y salva.La naturaleza no ha sido restaurada por la gracia, permanece intrnsecamente corrompida; yla fe slo obtiene de Dios que eche sobre nuestros pecados el manto pdico de No. De ahque todo el organismo sobrenatural que el bautismo agrega a la naturaleza enraizndose enella, todas las virtudes infusas y los dones del Espritu Santo, son reducidos a la nada; seresumen en ese slo acto furioso de fe-confianza en un Redentor que no concede la graciams que para alejarse de su criatura, dejando un abismo insalvable entre el hombre definiti-vamente miserable y el Dios trascendente, tres veces santo. Ese seudo-sobrenaturalismo,como lo llama el Padre Garrigou-Lagrange, deja finalmente al hombre, a pesar de habersido redimido, librado a la sola fuerza de sus virtualidades naturales; se hunde necesaria-mente en el naturalismo. De manera que los extremos opuestos se unen! Jacques Maritainexpresa bien el desenlace naturalista del luteranismo:

    Bastar a la condicin humana arrojar como un vano accesorio teolgico el mantode una gracia que no es nada para ella, y ampararse con su fe-confianza, para volverse esabonita bestia en libertad cuyo infalible y continuo progreso encanta hoy al universo.6

    Y ese naturalismo se aplicar especialmente al orden cvico y social: reducida lagracia a un sentimiento de fe-confianza, fiduciario, la Redencin slo consistir en unareligiosidad individual y privada, sin consecuencias en la vida pblica. El orden pblico,econmico y poltico queda condenado a vivir y desarrollarse fuera de Nuestro Seor Jesu-cristo. En ltima instancia, el protestantismo buscar en el xito econmico el criterio de sujustificacin ante los ojos de Dios, inscribiendo de buen grado sobre la puerta de su casaaquella frase del Antiguo Testamento: Rinde honor a Dios de tus bienes, dale primicias detus ganancias, entonces tus graneros se llenarn abundantemente y tus cubas desbordarnde vino (Prov. 3, 9-10).

    Jacques Maritain tiene excelentes pginas sobre este materialismo del protestantis-mo, que dar luz al liberalismo econmico y al capitalismo:

    Tras las invocaciones de Lutero al Cordero que salva, detrs de sus transportes deconfianza y su fe en el perdn de las culpas, hay una criatura humana que alza la cresta yque hace muy bien sus cosas en el fango del pecado de Adn. Saldr airosa en la tierra, se-guir la voluntad de potencia, el instinto imperialista, la ley de este mundo que es su mun-do, har su voluntad en la tierra. Dios no ser ms que un aliado, un cooperador, un podero-so compaero.7

    6Tres Reformadores, Club de Lectores, Buenos Aires, 1986, pgs. 27-28.7Op. cit., pg. 48.

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    El fruto del protestantismo es que los hombres se apegarn ms an a los bienes deeste mundo y olvidarn los bienes eternos. Y si un cierto puritanismo viene a ejercer unavigilancia exterior sobre la moralidad pblica, no impregnar los corazones del esprituverdaderamente cristiano, que es un espritu sobrenatural llamado primaca de lo espiritual.El protestantismo se ver conducido necesariamente a proclamar la emancipacin de lo

    temporal en relacin a lo espiritual. Ahora bien, es precisamente esta emancipacin quevamos a encontrar en el liberalismo. Los Papas denunciaron con mucho acierto al natura-lismo de inspiracin protestante como fuente del liberalismo que, trastornar la cristiandaden 1789 y 1848. As Len XIII:

    Mas esta osada de tan prfidos hombres, que amenaza cada da ms graves ruinasa la sociedad civil, y que estremece todos los nimos en inquietante preocupacin, tom sucausa y origen de las ponzoosas doctrinas que, difundidas entre los pueblos como viciosassemillas en tiempos anteriores, han dado a su tiempo tan pestferos frutos.

    Pues bien sabis, Venerables Hermanos, que la cruda guerra que se inici contra lafe catlica, ya desde el siglo decimosexto, por los novadores, y que ha recrudecido con cre-ciente furia de da en da hasta el presente, tenda nicamente a desechar toda revelacin ytodo orden sobrenatural, para abrir la puerta a los inventos, o ms bien delirios de la solarazn.8

    Y ms cercano a nosotros, el Papa Benedicto XV:Desde los tres primeros siglos y desde los orgenes de la Iglesia, en el curso de los

    cules la sangre de los cristianos fecunda la tierra entera, se puede decir que jams la Igle-sia corri tal peligro como aqul que se manifiesta a fines del siglo XVIII. Entonces, unaFilosofa en delirio, continuacin de la hereja y la apostasa de los Innovadores, adquirisobre los espritus un poder universal de seduccin y provoc una transformacin total, conel propsito determinado de destruir los cimientos cristianos de la sociedad, no slo enFrancia, sino poco a poco en todas las naciones.9

    Nacimiento del naturalismo poltico

    El protestantismo constituy un ataque muy duro contra la Iglesia y caus un desga-rramiento profundo de la cristiandad en el siglo XVI, pero no lleg a impregnar las nacio-nes catlicas con el veneno de su naturalismo poltico y social, sino cuando ese espritusecularizante alcanz a los universitarios, y luego a aquellos que llamamos los filsofos delas luces.

    En ltima instancia, filosficamente, el protestantismo y el positivismo jurdico tie-nen origen comn en el nominalismo surgido en la decadencia de la Edad Media, que con-duce tanto a Lutero, con su concepcin puramente extrnseca y nominal de la Redencin,como a Descartes, con su idea de una ley divina indescifrable, sometida al puro arbitrio dela voluntad de Dios. Toda la filosofa cristiana afirmaba por el contrario, con Santo Tomsde Aquino, la unidad de la ley divina eterna y de la ley humana natural: La ley natural sloes una participacin de la ley eterna en la criatura razonable, escribe el Doctor Anglico(I-II, cuest. 91, art. 2). Pero con Descartes ya se pone un hiato entre el derecho divino y elderecho humano natural. Tras l, los universitarios y juristas, no tardarn en practicar lamisma escisin. As, Hugo Grotius (1625) a quien resume Paul Hazard:

    8Encclica Quod Apostolici del 28 de diciembre de 1878; en E. P. [Encclicas Pontificias, Guadalupe, Buenos Aires, 1958, T. I], pg.225, N 2.9Carta Anno Jam Exeunte, del 7 de marzo de 1917.

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    Y el derecho divino? Grotius trata de salvaguardarlo. Lo que acabamos de decir,declara l, valdra an cuando otorgsemos lo que no puede ser concedido sin un crimenque no hay Dios, o que los asuntos humanos no son el objeto de sus cuidados. Dios y laProvidencia existen sin ninguna duda, he aqu, entonces una fuente de derecho, adems deaquella que emana de la naturaleza. Ese derecho natural mismo, puede ser atribuido a

    Dios, porque la divinidad ha querido que tales principios existieran en nosotros.La Ley de Dios, la ley de la naturaleza..., contina Paul Hazard, esta doble frmula,no es Grotius quien la inventa (...) la Edad Media la conoca ya. Dnde est su carcternovedoso? De dnde viene que sea criticada y condenada por los doctores? Para quin esescandalosa? La novedad consiste en la naciente separacin de dos trminos; en su oposi-cin, que tiende a afirmarse y en una tentativa de conciliacin posterior, que por si solasupone la idea de una ruptura.10

    El jurista Pufendorf (1672) y el filsofo Locke (1689) darn el ltimo toque a la se-cularizacin del derecho natural. La filosofa de las luces imagina un estado de naturalezaque no tiene nada que ver con el realismo de la filosofa cristiana y que culmina en el idea-lismo con el mito del buen salvaje de Juan Jacobo Rousseau. La ley natural se reduce a unconjunto de sentimientos del hombre respecto a s mismo, sentimientos que comparte lamayor parte de los hombres; en Voltaire se encuentra el dilogo siguiente:

    B. Qu es la ley natural?A. El instinto que nos hace sentir la justicia.B. A qu llama usted justo e injusto?A. A lo que parece tal al universo entero.11

    Tal conclusin es el fruto de una razn desorientada, que en su sed de emancipacin

    con respecto a Dios y a su revelacin, ha cortado igualmente los puentes con los simplesprincipios del orden natural, recordados por la revelacin divina sobrenatural y confirmadospor el magisterio de la Iglesia. Si la Revolucin ha separado al poder civil del poder de laIglesia, es, originariamente, porque, desde haca tiempo, ella haba separado la fe y la raznen aquellos que se engalanaban con el nombre de filsofos. No est fuera de lugar recordarlo que ensea con respecto a este punto, el Concilio Vaticano I:

    Y no slo no pueden jams disentir entre s la fe y la razn, sino que adems seprestan mutua ayuda, como quiera que la recta razn demuestra los fundamentos de la fe y,por la luz de sta, ilustrada, cultiva la ciencia de las cosas divinas; y la fe, por su parte, libray defiende a la razn de los errores y la provee de mltiples conocimientos.12

    Mas precisamente, la Revolucin se cumpli en nombre de la diosa Razn, de la ra-zn deificada, de la razn que se erige en norma suprema de lo verdadero y de lo falso, delbien y del mal.

    Naturalismo, racionalismo, liberalismoYa pueden entrever cmo todos esos errores estn entrelazados los unos con otros:

    liberalismo, naturalismo, racionalismo, no son ms que aspectos complementarios de lo quedebe llamarse la Revolucin. All donde la recta razn esclarecida por la fe, no ve ms que

    10La Crise de la Conscience Europenne, 1680-1715 [La Crisis de la Con-ciencia Europea, 1680-1715], Boivin, Pars, 1935, pg. 280.11Voltaire, LA.B.C., Dalogo Curioso, 1768, Cuarta entrevista: De la Ley Natural y de la Curiosidad.12Constitucin dogmtica Dei Filius, Dz. [Enrique Denzinger, El Magisterio de la Iglesia, Herder, Barcelona, 1963] N 1799.

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    armona y subordinacin, la razn deificada abre abismos y levanta murallas: la naturalezasin la gracia, la prosperidad material sin la bsqueda de los bienes eternos, el poder civilseparado del poder eclesistico, la poltica sin Dios ni Jesucristo, los derechos humanoscontra los derechos de Dios, en fin, la libertad sin la verdad.

    Con ese espritu se hizo la Revolucin que se preparaba desde haca ya ms de dos

    siglos en los espritus, como he tratado de demostrarlo, pero slo a fines del siglo XVIIIculmina y da sus frutos decisivos: los frutos polticos, gracias a los escritos de los filsofosy de los enciclopedistas, y a la actividad inimaginable de la masonera13, que en algunasdcadas haba penetrado e infiltrado toda la clase dirigente.

    La masonera propagadora de esos erroresCon qu precisin y clarividencia los Sumos Pontfices denunciaron esta empresa,

    el Papa Len XIII lo demuestra en la encclica QuodApostolici ya citada, y tambin en laencclicaHumanumGenus del 20 de abril de 1884 sobre la secta de los masones:

    En nuestros das, todos los que favorecen la peor parte parecen conspirar a una ypelean con la mayor vehemencia, sindoles gua y auxilio la sociedad que llaman de losMasones, extensamente dilatada y firmemente constituida. (...) Los Romanos Pontfices,Nuestros Antecesores, velando solcitos por la salvacin del pueblo cristiano, conocieronbien pronto quin era y qu quera este capital enemigo apenas asomaba entre las tinieblasde su oculta conjuracin (...)14

    Len XIII, menciona all los Papas que ya han condenado a la masonera: ClementeXII, en la encclicaInEminenti, del 28 de abril de 1738, fulminaba una excomunin contralos masones; Benedicto XIV renovaba esta condenacin en la encclica Providas del 16 demarzo de 1751; Po VII por la encclica Ecclesiam del 13 de septiembre de 1821 denuncia-ba especialmente a los Carbonarios; Len XII, en su constitucin apostlica QuoGravioradel 13 de marzo de 1826 descubra la sociedad secreta La Universitaria que trataba depervertir a la juventud; Po VIII (encclica Traditi del 21 de mayo de 1829), Po IX (alo-cucin consistorial del 25 de septiembre de 1865 y encclica QuantaCura del 8 de diciem-bre de 1864) hablaron en el mismo sentido.

    Despus, deplorando la poca importancia que dieron los gobernantes a tan gravesadvertencias, Len XIII toma nota de los progresos espantosos de la secta:

    Vemos como resultado que en el espacio de un siglo y medio la secta de los maso-nes ha hecho increbles progresos. Empleando a la vez la audacia y la astucia, ha invadidotodos los rangos de la jerarqua social y ha comenzado a tomar, en el seno de los Estadosmodernos, un poder que equivale a la soberana.15

    Qu dira ahora cuando todos los gobiernos obedecen a los decretos de las logiasmasnicas!16 Y ahora el espritu masnico o la masonera misma sube en grupos compactosal ataque de la jerarqua de la Iglesia. Pero, volveremos sobre este tema.

    En qu consiste el espritu masnico? Helo aqu revelado en pocas palabras porboca del senador Goblet d'Aviello, miembro del Gran-Oriente de Blgica, hablando el 5 deagosto de 1877 a la logia de los Amigos Filantrpicos de Bruselas:

    131517: rebelin de Lutero, que quema la Bula del Papa en Wittenberg. 1717: fundacin de la Gran Logia de Londres.14En E. P., pgs. 308-309, N 1-2.15En E. P., pg. 309, N 2.16Ni siquiera se debe excluir a los pases comunistas, ya que el partido comunista es simplemente una sociedad masnica, con la nicadiferencia que es perfectamente legal y pblica.

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    Decid a los nefitos que la Masonera... es ante todo una escuela de vulgarizacin yde perfeccionamiento, una especie de laboratorio donde las grandes ideas del tiempo vienena combinarse y a afirmarse para despus ser esparcidas por el mundo profano de modo tan-gible y prctico. Decidles, en una palabra, que somos la filosofa del liberalismo.

    De ah, queridos lectores, que aunque no la nombre siempre, la masonera es el cen-

    tro de los temas que voy a desarrollar en los captulos siguientes.

    CAPITULO IIEL ORDEN NATURAL YEL LIBERALISMO

    La libertad no existe al comienzo sino al fin. Ella no est en la raz, sino en las flo-res y los frutos.Charles Maurras, Mis Ideas Polticas

    Hay una obra que recomiendo particularmente a aquellos que deseen tener una vi-sin concreta y completa del liberalismo, a fin de poder luego preparar conferencias desti-nadas a personas que conocen poco este error y sus ramificaciones, y que acostumbranpensar de modo liberal, incluso entre catlicos apegados a la tradicin. A menudo no sedan cuenta de la penetracin profunda del liberalismo en toda nuestra sociedad y en todasnuestras familias.

    Uno confesar fcilmente que el liberalismo avanzado de un Giscard d'Estaing enlos aos 1975 ha conducido a Francia al socialismo; pero seguir creyendo de buena fe quela derecha liberal podr librarnos de la opresin totalitaria. Las almas conformistas nosaben muy bien si deben alabar o censurar la liberalizacin del aborto, pero estaran dis-puestas a firmar una peticin para liberalizar la eutanasia. De hecho, todo lo que lleva laetiqueta de libertad lleva, desde hace dos siglos, la aureola del prestigio que cie esa pala-bra sacrosanta. Y sin embargo es de esta palabra que nos estamos muriendo, pues es elliberalismo que envenena tanto la sociedad civil como la Iglesia. Abramos este libro delcual habl Libralisme y Catholicisme [Liberalismo y Catolicismo] del Padre Roussel17,aparecido en 1926 , y leamos esta pgina que pinta muy concretamente al liberalismo(pgs. 14-16), agregando un pequeo comentario.

    El liberal es un fantico de independencia, la proclama hasta el absurdo, en todoslos mbitos.

    Se trata de una definicin; veremos cmo se aplica y cules son las liberaciones quereivindica el liberalismo.

    1. La independencia de lo verdadero y del bien en relacin al ser: es la filosofa relativis-

    ta del movimiento y del devenir.

    La independencia de la inteligencia en relacin a su objeto: la razn soberana no

    tiene que someterse a su objeto, sino que lo crea; de all, la evolucin radical de la verdad;

    subjetivismo relativista.

    Subrayemos las dos palabras claves; subjetivismo y evolucin.

    17Informes presentados en la SemaineCatholique, Pars, 1926.

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    Subjetivismo es introducir la libertad en la inteligencia, cuando por el contrario, lanobleza de sta consiste en someterse a su objeto; consiste en la adecuacin o conformidaddel sujeto que piensa con el objeto conocido. La inteligencia funciona como una cmarafotogrfica, debe reproducir exactamente los rasgos inteligibles de lo real. Su perfeccinconsiste en su fidelidad a lo real. Por esta razn, la verdad se define como la adecuacin de

    la inteligencia con la cosa. La verdad es la cualidad del pensamiento que est conforme conla cosa, es decir con lo que es. No es la inteligencia quien crea las cosas; son stas las quese imponen tal como son a la inteligencia. En consecuencia, la verdad de lo afirmado de-pende de lo que es: es algo objetivo; y aquel que busca lo verdadero debe renunciar a s,renunciar a una construccin de su espritu, renunciar a inventar la verdad.

    Al contrario, en el subjetivismo, es la razn la que construye la verdad: nos encon-tramos con la sumisin del objeto al sujeto! El sujeto se vuelve el centro de todas las cosas.Estas no son ms lo que son, sino lo que se piensa de ellas. El hombre dispone entonces asu gusto de la verdad: este error se llamar idealismo en su aspecto filosfico, y liberalismoen su aspecto moral, social, poltico y religioso. Por eso la verdad ser diferente segn losindividuos y los grupos sociales. La verdad es necesariamente compartida. Nadie puedepretender poseerla exclusivamente y en su totalidad; ella se hace y se busca sin fin. Unovislumbra cun contrario es todo esto a Nuestro Seor Jesucristo y a su Iglesia.

    Histricamente, esta emancipacin del sujeto con relacin al objeto (a lo que es) fuerealizada por tres personajes. Lutero, en primer lugar, rechaza el magisterio de la Iglesia yno conserva ms que la Biblia, al rehusar todo intermediario creado entre el hombre y Dios.Introduce el libre examen a partir de una falsa nocin de la inspiracin de la Escritura: lainspiracin individual! Luego Descartes, seguido de Kant, sistematiza el subjetivismo: lainteligencia se encierra en s misma, slo conoce su propio pensamiento: es el cogito deDescartes, son las categoras de Kant. Las cosas mismas son incognoscibles. FinalmenteRousseau: emancipado de su objeto y habiendo perdido el sentido comn (el recto juicio),el sujeto queda sin defensa frente a la opinin comn. El pensamiento del individuo se di-luye en la opinin pblica, es decir, en lo que todo el mundo o la mayora piensa; y estaopinin ser creada por las tcnicas de dinmica de grupos, organizadas por los medios decomunicacin que estn en las manos de los financieros, de los polticos, de los francmaso-nes, etc. Por su propio peso, el liberalismo intelectual lleva al totalitarismo del pensamien-to. Del rechazo del objeto se pasa a la desaparicin del sujeto, maduro entonces para sufrirtodas las esclavitudes. El subjetivismo, al exaltar la libertad de pensamiento, desemboca enel aplastamiento del mismo.

    La segunda nota del liberalismo intelectual, segn hemos sealado, es la evolucin.Rechazando la sumisin a lo real, el liberal es arrastrado a rechazar tambin la esencia in-mutable de las cosas; para l, no hay naturaleza de las cosas, no hay naturaleza humanaestable, regida por leyes definitivas, establecidas por el Creador. El hombre vive en unaperpetua evolucin progresiva; el hombre de hoy, no es el hombre de ayer; se cae en el rela-tivismo. Ms an, el hombre se crea a s mismo, l es el autor de sus propias leyes, que de-be remodelar sin cesar, segn la sola ley inflexible del progreso necesario. Es el evolucio-nismo en todos los mbitos: biolgico (Lamarck y Darwin), intelectual (el racionalismo ysu mito del progreso sin fin de la razn humana), moral (emancipacin de los tabes),poltico-religioso (emancipacin de las sociedades con respecto a Jesucristo).

    La cima del delirio evolucionista es alcanzada con el Padre Teilhard de Chardin(1881-1955) quien afirma, en nombre de una seudociencia y de una seudomstica, que la

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    materia se transforma en espritu, lo natural en lo sobrenatural, la humanidad en Cristo:triple confusin de un monismo evolucionista inconciliable con la fe catlica.

    Para la fe, la evolucin es la muerte. Se habla de una Iglesia que evoluciona, se bus-ca una fe evolutiva. Debe someterse a la Iglesia viviente, a la Iglesia de hoy, me escribande Roma en los aos 1976, como si la Iglesia de hoy no debiera ser idntica a la Iglesia de

    ayer. Yo les respondo: En esas condiciones, maana ya no ser verdad lo que ustedesdicen hoy! Esas personas no tienen ya nocin de la verdad, ni del ser. Son modernistas.

    2. La independencia de la voluntad en relacin a la inteligencia: fuerza arbitraria y cie-

    ga, la voluntad no tiene por qu preocuparse de los juicios de la razn, ella crea el bien,

    as como la razn la verdad.

    En una palabra, es lo arbitrario: As lo quiero, as lo mando; as, sencillamente, pormi voluntad.

    3. La independencia de la conciencia en relacin a la regla objetiva y a la ley; la con-

    ciencia se erige ella misma como regla suprema de la moralidad.

    La ley, segn el liberal, limita la libertad y le impone una coaccin primeramentemoral: la obligacin, y en segundo lugar fsica: la sancin. La ley y sus coacciones se opo-nen a la dignidad humana y a la dignidad de la conciencia. El liberal confunde libertad ylibertinaje. Ahora bien, Nuestro Seor Jesucristo por ser el Verbo de Dios es la ley viviente;se ve entonces, una vez ms, cun profunda es la oposicin del liberal a Nuestro Seor.

    4. La independencia de las fuerzas anrquicas del sentimiento en relacin a la razn: es

    uno de los caracteres del romanticismo, enemigo de la primaca de la razn.

    El romntico se complace en lanzar slogans: condena la violencia, la supersticin,el fanatismo, el integrismo, el racismo, slo en la medida en que estos trminos despiertanla imaginacin y las pasiones humanas y con el mismo espritu, se hace apstol de la paz,de la libertad, de la tolerancia, del pluralismo.

    5. La independencia del cuerpo en relacin al alma, lo animal en relacin a lo razonable:

    es la inversin radical de los valores humanos.

    Se exaltar la sexualidad, se la sacralizar; se invertirn los dos fines del matrimo-nio (procreacin y educacin por una parte, sedacin de la concupiscencia por otra) fijndo-le como fin primario el placer carnal y la realizacin de los dos cnyuges o de los dossocios. Es la destruccin del matrimonio y de la familia; sin hablar de las aberracionesque transforman el santuario del matrimonio en un laboratorio biolgico18, o que ven alnio no nacido como material de base para cosmticos y fuente de jugosos beneficios.

    6. La independencia del presente en relacin al pasado; de all el desprecio de la tradi-

    cin y el amor enfermizo de lo nuevo, bajo pretexto de progreso.

    Es una de las causas que San Po X asigna al modernismo:Nos parece que las causas remotas pueden ser reducidas a dos: la curiosidad y el

    orgullo. La curiosidad que no ha sido sabiamente ordenada explica suficientemente todoslos errores. Tal es la opinin de nuestro predecesor Gregorio XVI: es un espectculo la-

    18Cf. Fideliter, N 47, pgs. 40-55.

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    mentable ver hasta dnde llegan las divagaciones de la razn humana una vez que se hacedido al espritu de novedad.19

    7. La independencia del individuo en relacin a toda la sociedad y a toda autoridad y

    jerarqua natural: independencia de los nios con respecto a sus padres, de la mujer con

    relacin a su marido (liberacin de la mujer); del obrero hacia su patrn; de la claseobrera en relacin a la clase burguesa (lucha de clases).

    El liberalismo poltico y social es el reino del individualismo. La unidad de base delliberalismo es el individuo20. Este es considerado como un sujeto absoluto de derechos (losderechos humanos) sin referencia alguna a los deberes que lo ligan a su Creador, a sussuperiores o a sus semejantes, y particularmente sin referencia a los derechos de Dios. Elliberalismo borra todas las jerarquas sociales naturales, y hacindolo, deja finalmente alindividuo solo y sin defensa frente a la masa, de la cual no es ms que un elemento inter-cambiable y que acaba por absorberle totalmente.

    Por el contrario, la doctrina social de la Iglesia afirma que la sociedad no es una ma-sa informe de individuos21, sino un organismo formado de grupos sociales coordinados yjerarquizados: la familia, las empresas y oficios, las corporaciones profesionales y por fin,el Estado. Las corporaciones unen patrones y obreros en una misma profesin para la de-fensa y promocin de sus intereses comunes. Las clases no son antagnicas, sino natural-mente complementarias22. La ley Le Chapelier (del 14 de junio de 1791), que prohbe lasasociaciones, aniquila las corporaciones que fueron el instrumento de la paz social desde laEdad Media; esa ley fue el fruto del individualismo liberal, pero en lugar de liberar a losobreros, los aplast. Y cuando en el siglo XIX, el capital de la burguesa liberal hubo aplas-tado la masa informe de los obreros, transformada en proletariado, se ide, siguiendo lainiciativa de los socialistas, la reunin de los obreros en sindicatos; pero los sindicatos nohicieron ms que agravar la guerra social, al extender a toda la sociedad la oposicin artifi-cial del capital y del proletariado. Se sabe que esta oposicin, o lucha de clases, fue elorigen de la teora marxista del materialismo dialctico; as, un falso problema social hacreado un falso sistema: el comunismo23. Y despus, desde Lenn, la lucha de clases se vol-vi, por medio de la praxis comunista, el arma privilegiada de la revolucin comunista.24

    Retengamos entonces esta verdad histrica y filosfica innegable: el liberalismo lle-va, por su inclinacin natural, al totalitarismo y a la revolucin comunista. Se puede decirque es el alma de todas las revoluciones modernas y simplemente, de la Revolucin.

    CAPITULO IIINUESTRO SEOR JESUCRISTOY EL LIBERALISMO

    La verdad os har libres!

    19Encclica Pascendi del 8 de septiembre de 1907, en E. P., pg. 804, N 12.20Daniel Raffard de Brienne, Le Deuxime Etendard [El Segundo Estandarte], Lecture et Tradition, N 115, pg. 25.21Cf. Po XII, Radio Mensaje de Navidad de 1944.22Cf. Len XIII, Encclica RerumNovarum del 15 de mayo de 1891.23Cf. Po XI, Encclica DiviniRedemptoris del 19 de marzo de 1937.24Ibid.

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    (Juan 8,32)

    Despus de haber explicado que el liberalismo es una rebelin del hombre contra elorden natural concebido por el Creador, que culmina con la ciudad individualista, igualita-ria y centralizadora, me queda por mostrar cmo el liberalismo ataca tambin el orden so-

    brenatural que no es ms que el plan de la Redencin, es decir, finalmente cmo el libera-lismo tiene por fin destruir el reinado de Jesucristo, tanto sobre el individuo como sobre lasociedad.

    Frente al orden sobrenatural, el liberalismo proclama dos nuevas independencias:

    1. La independencia de la razn y de la ciencia con respecto a la fe: es el racionalismo,

    para el cual, la razn, juez soberano y medida de lo verdadero, es autosuficiente y rehusa

    toda dominacin extraa.

    Es lo que se llama racionalismo.El liberalismo quiere liberar a la razn de la fe, que nos impone dogmas formulados

    de manera definitiva, y que exigen la sumisin de la inteligencia. La simple hiptesis deque ciertas verdades pueden superar las capacidades de la razn, le es inadmisible. Por lotanto los dogmas deben ser sometidos al tamiz de la razn y de la ciencia, y eso de una ma-nera constante, a causa de los progresos cientficos. Los milagros de Jesucristo y lo maravi-lloso en la vida de los santos, deben ser reinterpretados y desmitificados. Ser necesariodistinguir cuidadosamente al Cristo de la fe, construccin de la fe de los apstoles y delas comunidades primitivas, del Cristo de la historia, que no fue ms que un simple hom-bre. Se comprende entonces cunto el racionalismo se opone a la divinidad de NuestroSeor Jesucristo y a la revelacin divina!

    He explicado ya cmo la Revolucin de 1789 se realiz bajo el signo de la diosaRazn. Ya la portada de la Enciclopedia de Diderot (1751) representaba el coronamiento dela Razn. Cuarenta aos ms tarde, la Razn deificada se volva objeto de un culto religiosopblico:

    El 20 de brumario (10 de noviembre de 1793), tres das despus que sacerdotes,con el obispo metropolitano Gobel a la cabeza, se secularizaron delante de la Asamblea,Chaumette propuso solemnizar ese da en el cual la razn haba retomado su primaca. Seapresuraron en poner por obra una idea tan noble y as se decidi que el Culto de la Raznsera celebrado, grandiosamente, en Notre Dame de Paris, expresamente adornada por elpintor David. En la cima de una montaa de cartnpiedra, un pequeo templo griego alber-gaba una hermosa bailarina, orgullosa de haber sido elegida diosa razn; coros de jovenci-tas coronadas de flores cantaban himnos. Cuando la fiesta hubo acabado, se observ que losrepresentantes no eran numerosos; se parti en procesin con la Razn para visitar a laConvencin nacional, cuyo Presidente abraz a la diosa.25

    Pero ese racionalismo demasiado radical no agrad a Robespierre; cuando en marzode 1794 hubo abatido a los exagerados.

    Le pareci que su omnipotencia deba fundarse sobre bases altamente teolgicas yque l coronara su obra, estableciendo un Culto del Ser Supremo, del cual sera sumo-sacerdote. El 18 de floreal del ao II (7 de mayo de 1794) pronunci un discurso sobre las

    25Daniel-Rops, Histoire de lEglie, T. IX, LEglise des Rvolutions [Historia de la Iglesia, T. IX, La Iglesia de las Revoluciones], pg.63.

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    relaciones de las ideas religiosas y morales con los principios republicanos y sobre las fies-tas nacionales; y la Convencin vota su impresin. Aseguraba que la idea del Ser Supre-mo y de la inmortalidad del alma es un llamado continuo a la justicia, y que por lo tanto, essocial y republicana. El nuevo culto sera el de la virtud. Fue votado un decreto, segn elcual el pueblo francs reconoca los dos axiomas de la teologa robesperista, y una inscrip-

    cin consagrando el hecho, se colocara en el frontn de las iglesias. Segua una lista defiestas feriadas que ocupaba dos columnas: la primera de la lista era aquella del Ser su-premo y de la Naturaleza; fue decidido que el 20 de prairial (8 de junio de 1794), fuesecelebrada. Y as fue: comenz en el jardn de las Tulleras, donde una hoguera gigante de-voraba en sus llamas la imagen monstruosa del atesmo, mientras Robespierre pronunciabaun mstico discurso. Luego de cantar la multitud himnos de circunstancia, se inici un des-file hasta el Campo de Marte, donde toda la asistencia sigui un carro abanderado de rojojalado por ocho bueyes, cargado de espigas y de follaje, sobre los cuales estaba entronizadauna estatua de la libertad.26

    Las mismas divagaciones del racionalismo, las variaciones de esa religin en loslmites de la simple razn27, demuestran suficientemente su falsedad.

    2. La independencia del hombre, de la familia, de la profesin y sobre todo del Estado, en

    relacin a Dios y a Jesucristo, a la Iglesia; es segn los puntos de vista, el naturalismo, el

    laicismo, el latitudinarismo (o indiferentismo) (...) De ah la apostasa oficial de los pue-

    blos que rechazan la realeza social de Jesucristo, y desconocen la autoridad divina de la

    Iglesia.

    Ilustrar esos errores por medio de algunas consideraciones:El naturalismo sostiene que el hombre est encerrado en la esfera de lo natural y que

    de ninguna manera est destinado por Dios al estado sobrenatural. La verdad es otra: Diosno ha creado al hombre en estado de naturaleza pura. Dios ha establecido al hombre desdeel comienzo en el estado sobrenatural: Dios, dice el Concilio de Trento, constituy al pri-mer hombre en estado de santidad y de justicia (Dz. 788). Que el hombre haya sido desti-tuido de la gracia santificante fue la consecuencia del pecado original, pero la Redencinmantiene el designio de Dios: el hombre permanece destinado al orden sobrenatural. Serreducido al orden natural es para el hombre un estado violento que Dios no aprueba. Heaqu lo que ensea el Card. Pie, mostrando que el estado natural no es en s malo, pero ques lo es la privacin del orden sobrenatural:

    Ensearis, entonces, que la razn humana tiene su poder propio y sus atribucionesesenciales; ensearis que la virtud filosfica posee una bondad moral e intrnseca que Diosno desdea recompensar, en los individuos y en los pueblos, por medio de ciertos premiosnaturales y temporales, algunas veces incluso por favores ms altos. Pero ensearis, tam-bin, y probaris con argumentos inseparables de la esencia misma del cristianismo, que lasvirtudes y las luces naturales no pueden conducir al hombre a su fin ltimo, que es la gloriacelestial.

    Ensearis que el dogma es indispensable, que el orden sobrenatural en el cual elAutor mismo de nuestra naturaleza nos constituy, por un acto formal de su voluntad y desu amor, es obligatorio e inevitable. Ensearis que Jesucristo no es facultativo y que fuera

    26Op. cit., pg. 64.27Obra de Kant, 1793.

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    de su ley revelada no existe, ni existir jams ningn termino medio filosfico y sereno endonde quienquiera que sea, alma selecta o alma vulgar, pueda encontrar el reposo de suconciencia y la regla de su vida.

    Ensearis que no solo importa que el hombre haga el bien, sino que importa so-bremanera que lo haga en nombre de la fe, por un movimiento sobrenatural, sin lo cual sus

    actos no alcanzarn el trmino final que Dios le seal, es decir, la felicidad eterna de loscielos...28

    As, en el estado de la humanidad concretamente querido por Dios, la sociedad nopuede constituirse ni subsistir fuera de Nuestro Seor Jesucristo. Es la enseanza de SanPablo:

    Pues por El fueron creadas todas las cosas en los cielos y en la tierra (...) todo hasido creado por El y para El; El es antes que todas las cosas, y todas subsisten por El. (Col.1, 16-17)

    El designio de Dios es de recapitular todo en Cristo (Ef. 1, 10), es decir, ponertodas las cosas bajo una sola cabeza, Cristo. El Papa San Po X tomar esas mismas pala-bras de San Pablo como lema: Omnia instaurare in Christo, todo instaurar, todo restauraren Cristo: no solamente la religin, sino tambin la sociedad civil.

    No, venerables Hermanos es necesario recordarlo enrgicamente en estos tiemposde anarqua social e intelectual, en los cuales cada uno se coloca como doctor y legislador,no se construir la sociedad de un modo diferente a como Dios la ha edificado; no se edifi-car la sociedad si la Iglesia no pone las bases y no dirige los trabajos; no, la civilizacin noest por inventarse ni la ciudad nueva por edificarse en las nubes. Ella ha sido, ella es lacivilizacin cristiana, es la ciudad catlica. No se trata ms que de instaurarla y restaurarlasin cesar, en sus cimientos naturales y divinos, contra los ataques siempre renacientes de lautopa malsana, de la rebelin y de la impiedad: omnia instaurare in Christo.29

    Jean Ousset escribi pginas excelentes sobre el naturalismo, en su obra maestra Pa-ra que El Reine, en su segunda parte titulada: Las Oposiciones a la Realeza Social de Nues-tro Seor Jesucristo. Seala tres categoras de naturalismo: un naturalismo agresivo o ne-tamente manifiesto que niega la existencia misma de lo sobrenatural, aquel de los raciona-listas (cf. ms arriba); luego un naturalismo moderado que no niega lo sobrenatural, peroque rehsa acordarle la preeminencia, porque sostiene que todas las religiones son unaemanacin del sentido religioso: es el naturalismo de los modernistas; finalmente, el natura-lismo inconsecuente, que reconoce la existencia de lo sobrenatural y su preeminencia divi-na, pero lo considera como materia opcional: es el naturalismo prctico de muchos cris-tianos flojos.

    El laicismo es un naturalismo poltico: sostiene que la sociedad puede y debe serconstituida y que puede subsistir sin tener para nada en cuenta a Dios y a la religin, sintener en cuenta a Jesucristo, sin reconocer su derecho a reinar, es decir de inspirar con sudoctrina toda la legislacin del orden civil. Los laicistas quieren, en consecuencia, separarel Estado de la Iglesia (el Estado no favorecer la religin catlica y no reconocer los prin-cipios cristianos como suyos), y separar la Iglesia del Estado (se reducir la Iglesia al dere-cho comn de todas las asociaciones frente al Estado y no se tomar en cuenta ni su autori-dad divina, ni su misin universal). En consecuencia se establecer una instruccin e inclu-

    28Card. Pie, obispo de Poitiers citado por Jean Ousset, Para que El Reine, Speiro, Madrid, 1972, pgs. 82-83.29Carta Notre Charge Apostolique sobre Le Sillon del 25 de agosto de 1910.

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    so una educacin pblica a veces obligatoria y laica, es decir atea. El laicismo, es elatesmo del Estado, pero sin el nombre!

    Volver sobre este error, propio del liberalismo actual y que goza del favor de la de-claracin del Vaticano II, sobre la libertad religiosa.

    El indiferentismo proclama indiferente la profesin de una religin o de otra cual-

    quiera; Po IX condena este error:Todo hombre es libre en abrazar y profesar la religin que, guiado por la luz de larazn, tuviere por verdadera.

    Los hombres pueden encontrar en el culto de cualquier religin el camino de lasalvacin eterna y alcanzar la eterna salvacin.

    Deben tenerse fundadas esperanzas acerca de la eterna salvacin de todos aquellosque no se hallan de modo alguno en la verdadera Iglesia de Cristo.30

    Es fcil descubrir las races racionalistas o modernistas de esas proposiciones. A eseerror se agrega el indiferentismo del Esta-do en materia religiosa; el Estado establece porprincipios que no es capaz (agnosticismo) de reconocer la verdadera religin como tal y quedebe acordar la misma libertad a todos los cultos.

    Aceptar, eventualmente, conceder a la religin catlica una preeminencia de hecho,porque es la religin de la mayora de los ciudadanos, pero reconocerla como verdadera,sera, dicen, querer restablecer la teocracia; pedirle juzgar la verdad o falsedad de una reli-gin sera, en todo caso, atribuir al Estado una competencia que no tiene.

    Ese error profundo, Mons. Pie (todava no cardenal) se atrevi a exponerlo, as co-mo la doctrina catlica del reinado social de Nuestro Seor Jesucristo, al emperador de losfranceses, Napolen III. En una entrevista memorable, con un valor enteramente apostlico,dio al prncipe una leccin de derecho cristiano, de lo que se llama el derecho pblico de laIglesia. Con esa clebre conversacin, terminar este captulo.

    Fue el 15 de mayo de 1856, nos dice el Padre Thotime de Saint Just, de quien tomoesta cita31. Al Emperador que se jactaba de haber hecho por la religin ms que la Restaura-cin32 misma, el obispo respondi:

    Me apresuro a hacer justicia de las religiosas disposiciones de Vuestra Majestad ys reconocer, Seor, los servicios que ella ha hecho a Roma y a la Iglesia, particularmenteen los primeros aos de su gobierno. Tal vez la Restauracin no hizo ms que vos? Perodejadme agregar que ni vos ni la Restauracin habis hecho por Dios lo que haba quehacer, porque ni uno ni otro ha restaurado su trono, porque no han renegado los principiosde la Revolucin cuyas consecuencias prcticas sin embargo, combats. Pues el evangeliosocial del cual se inspira el Estado sigue siendo la declaracin de los derechos humanos,que no es otra cosa, seor, ms que la negacin formal de los derechos de Dios.

    Ahora bien, es derecho de Dios gobernar tanto a los Estados como a los individuos.No es otra cosa lo que Nuestro Seor ha venido a buscar a la tierra. El debe reinar inspiran-do las leyes, santificando las costumbres, esclareciendo la enseanza, dirigiendo los conse-jos, regulando las acciones tanto de los gobiernos como de los gobernados. All donde Je-sucristo no ejerce ese reinado, hay desorden y decadencia.

    30Syllabus, Proposiciones condenadas 15, 16 y 17, Dz. 1715-1717.31P. Thotime de Saint-Just, La Royaut Sociale de N. S. Jesus Christ daprs le Card. Pie [La Realeza Social de Nuestro SeorJesucristo segn el Card. Pie], Beauchesne, Pars, 1925 (2a edicin), pgs. 117-121.32La restauracin de la monarqua por Luis XVIII, despus de la Revolucin francesa y el Primer Imperio. Esta Restauracin, por des-gracia, haba consagrado el principio liberal de la libertad de cultos.

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    Ahora bien, debo deciros que El no reina entre nosotros y que nuestra Constitucinest lejos de ser la de un Estado cristiano y catlico. Nuestro derecho pblico estableceefectivamente que la religin catlica es la de la mayora de los franceses, pero agrega quelos otros cultos tienen derecho a una proteccin igual. No es eso proclamar equivalente-mente que la Constitucin protege por igual la verdad y el error? Y bien! Seor, sabis

    vos lo que Jesucristo responde a los gobiernos culpables de tal contradiccin? Jesucristo,Rey del cielo y de la tierra, les responde: Yo tambin, gobiernos que os sucedis derrocn-doos los unos a los otros, Yo tambin os concedo igual proteccin. He concedido esta pro-teccin al emperador vuestro to, he concedido la misma proteccin a los Borbones, lamisma proteccin a Luis-Felipe, la misma proteccin a la Repblica, y a vos tambin, lamisma proteccin os ser concedida.

    El Emperador cort al obispo: Sin embargo, creis vos que la poca en la cual vi-vimos comporta tal estado de cosas, y que ha llegado el momento de establecer ese reinoexclusivamente religioso que vos me peds? No pensis, Monseor, que sera desencade-nar todas las malas pasiones?

    Seor, cuando los grandes polticos como Vuestra Majestad me objetan que no hallegado el momento, no me queda ms que someterme, porque no soy un gran poltico. Perosoy obispo, y como obispo les digo: No ha llegado para Jesucristo la hora de reinar, ybien!, entonces tampoco ha llegado para los gobiernos la hora de perdurar.

    Para cerrar estos dos captulos sobre las caractersticas del liberalismo, quisierahacer resaltar lo que hay de ms fundamental en la liberacin que propone a los hombres,solos o reunidos en sociedad. He explicado cmo el liberalismo es el alma de toda revolu-cin, y cmo tambin, desde su nacimiento en el siglo XVI, es el enemigo omnipresente deNuestro Seor Jesucristo, Dios encarnado. De all que no haya dudas: puedo afirmar que elliberalismo se identifica con la Revolucin. El liberalismo es la revolucin en todos losmbitos: es la revolucin radical.

    Mons. Gaume escribi algunas lneas sobre la Revolucin, que me parecen caracte-rizar perfectamente al liberalismo.

    Si arrancando su mscara, le preguntis (a la Revolucin): quin eres t? ella osdir: No soy lo que se cree. Muchos hablan de m, pero pocos me conocen. No soy ni elcarbonarismo... ni el motn... ni el cambio de la monarqua en repblica, ni la sustitucin deuna dinasta por otra, ni los disturbios momentneos del orden pblico. No soy ni las voci-feraciones de los jacobinos, ni los furores de la Montaa, ni el combate de barricadas, ni elsaqueo, ni el incendio, ni la ley agraria, ni la guillotina, ni los ahogamientos. No soy ni Ma-rat, ni Robespierre, ni Babeuf, ni Mazzini, ni Kossuth. Esos hombres son mis hijos, no sonyo. Esas cosas son mis obras, no son yo. Esos hombres y esas cosas son hechos pasajeros yyo soy un estado permanente.

    Soy el odio de todo orden no establecido por el hombre y en el cual no sea rey yDios a la vez. Soy la proclamacin de los derechos del hombre sin preocupacin de los de-rechos de Dios. Soy la fundacin del estado religioso y social sobre la voluntad del hombreen vez de la voluntad de Dios. Soy Dios destronado y el hombre puesto en su lugar. Heaqu por qu me llamo Revolucin, es decir subversin33

    33 Mons. Gaume, La Rvolution, Investigations Historiques [La Revolucin, Investigaciones Histricas], Lille, Secrtariat SocitSaint Paul, 1877, T. I, pg. 18, citado por Jean Ousset, Para que El Reine, pg. 88.

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    CAPITULO IVOPRIME LA LEY A LA LIBERTAD?

    [La libertad consiste] en que, por me-dio de las leyes civiles, pueda cada uno f-

    cilmente vivir segn los mandamientos de la ley eterna.Len XIII, LibertasNo sabra resumir mejor los desastres producidos por el liberalismo en todos los

    mbitos, expuestos en el captulo precedente, ms que citando un pasaje de una carta pasto-ral de obispos que data de hace cien aos, pero que sigue todava actual un siglo ms tarde.

    Actualmente, el liberalismo es el error capital de las inteligencias y la pasin do-

    minante de nuestro siglo. Forma una atmsfera infectada que envuelve por todas partes al

    mundo poltico y religioso, y es un peligro supremo para la sociedad y para el individuo.

    Enemigo tan gratuito como injusto y cruel de la Iglesia Catlica, amontona en manojo, en

    un desorden insensato, todos los elementos de destruccin y de muerte, a fin de proscribir-

    la de la tierra. Falsea las ideas, corrompe los juicios, adultera las conciencias, debilita los

    caracteres, enciende las pasiones, somete a los gobernantes, subleva a los gobernados, y,

    no contento de apagar (si eso le fuera posible) la llama de la Revelacin, se lanza incons-

    ciente y audaz para apagar la luz de la razn natural.34

    Enunciado del principio liberal

    Pero en medio de tal caos de desrdenes, en un error tan multiforme, es posibledescubrir el principio fundamental que explica todo? Ya lo dije, siguiendo al Padre Rous-sel: El liberal es un fantico de independencia. Es eso. Pero tratemos de precisar.

    El Card. Billot, cuyos tratados teolgicos fueron mis libros de estudio en la Univer-sidad Gregoriana y en el Seminario Francs de Roma, ha consagrado al liberalismo algunaspginas enrgicas y luminosas en su tratado sobre la Iglesia35. Enuncia como sigue, el prin-cipio fundamental del liberalismo:

    La libertad es el bien fundamental del hombre, bien sagrado e inviolable, bien que

    no puede ser sometido a ningn tipo de coaccin; en consecuencia, esta libertad sin lmite

    debe ser la piedra inamovible sobre la cual se organizarn todos los elementos de las rela-

    ciones entre los hombres, la norma inmutable segn la cual sern juzgadas todas las cosas

    desde el punto de vista del derecho; de all que sea equitativo, justo y bueno, todo lo que en

    una sociedad tenga por base el principio de la libertad individual inviolada; inicuo y per-

    verso lo dems. Ese fue el pensamiento de los autores de la Revolucin de 1789, revolucin

    cuyos frutos amargos el mundo entero sigue experimentando. Es el nico objeto de la De-

    claracin de los Derechos del Hombre, de la primera lnea hasta la ltima. Eso fue, para

    los idelogos, el punto de partida necesario para la reedificacin completa de la sociedad

    en el orden poltico, en el orden econmico, y sobre todo en el orden moral y religioso. 36

    Pero diris, la libertad no es lo propio de los seres inteligentes? No es entoncesjusto que se haga de ella la base del orden social? Ojo! os responder: De qu libertad me

    34Carta pastoral de los obispos del Ecuador a sus diocesanos del 15 de julio de 1885.35De Ecclesia Christi, Pontificia Universitas Gregoriana, Roma, 1929, T. II, pgs. 17-59.36Traduccin condensada del texto latino, por el Padre Le Floch, Le Card. Billot, Lumire de la Thologie [El Card. Billot, Luz de laTeologa], 1932, pg. 44.

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    hablis? Pues esa palabra tiene varios sentidos que los liberales se ingenian en confundir,cuando en realidad es necesario distinguirlos.

    Hay libertad y libertad...Hagamos entonces un poco de filosofa. La reflexin ms elemental nos muestra

    que hay tres clases de libertad.1. Primero, la libertad psicolgica, o libre albedro, propia de los seres provistos de

    inteligencia y que es la facultad de determinarse hacia tal o cual cosa, independientementede toda necesidad interior (reflejo, instinto, etc.). El libre albedro constituye la dignidadradical de la persona humana, que es ser sui juris es decir depender de s misma, y por lotanto ser responsable, lo que no es el animal.

    2. Despus tenemos la libertad moral, que se refiere al uso del libre albedro: usobueno si los medios elegidos son buenos en s mismos, conducen a la obtencin de un buenfin, uso malo si no conducen a l. De ah que la libertad moral es esencialmente relativa albien. El Papa Len XIII la defini magnficamente y de una manera muy simple: la libertadmoral, dice, es la facultad de moverse en el bien. La libertad moral no es por lo tanto unabsoluto, es totalmente relativa al Bien, es decir, finalmente, a la ley. Pues es la ley, prime-ramente la ley eterna que est en la inteligencia divina, y luego la ley natural que es la par-ticipacin de la ley eterna en la criatura racional, la que determina el orden puesto por elCreador entre los fines que El asigna al hombre (sobrevivir, multiplicarse, organizarse ensociedad, llegar a su fin ltimo, el Summum Bonum que es Dios) y los medios aptos paraalcanzar esos fines. La ley no es una antagonista de la libertad, al contrario, es una ayudanecesaria, lo cual vale tambin para las leyes civiles dignas de ese nombre. Sin la ley, lalibertad degenera en libertinaje, que es hacer lo que me place. Precisamente algunos libe-rales, haciendo de esta libertad moral un absoluto, predican el libertinaje, es decir la liber-tad de hacer indiferentemente el bien o el mal, de adherir indiferentemente a lo verdadero oa lo falso. Pero, quin no ve que la posibilidad de no hacer el bien, lejos de ser la esencia yla perfeccin de la libertad, es la marca de la imperfeccin del hombre cado? Ms an,como lo explica Santo Toms37, la facultad de pecar no es una libertad, sino una servidum-bre: Aqul que comete el pecado es esclavo del pecado (Juan 8, 34).

    Al contrario, bien guiada por la ley, encaminada entre valiosos topes, la libertad al-canza su fin. He aqu lo que expone el Papa Len XIII a este respecto:

    Puesto que la libertad es en el hombre de tal condicin, peda ser fortificada con

    defensas y auxilios a propsito para dirigir al bien todos sus movimientos y apartarlos del

    mal; de otro modo hubiera sido gravemente daoso al hombre el libre albedro. Y en pri-

    mer lugar fue necesaria la ley, esto es, una norma de lo que haba de hacerse y omitirse.38

    Y Len XIII concluye su exposicin por esta admirable definicin, que llamara

    plenaria, de la libertad:

    37Comentando las palabras de Jesucristo en San Juan.38Encclica Libertas del 25 de julio de 1888, en E. P., pg. 359, N 6.

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    [La libertad] si ha de tener nombre verdadero de libertad en la sociedad misma,

    no ha de consistir en hacer lo que a cada uno se le antoja, de donde resultara grandsima

    confusin y turbulencias, opresoras al cabo de la sociedad; sino en que, por medio de las

    leyes civiles, pueda cada uno fcilmente vivir segn los mandamientos de la ley eterna.39

    3) Finalmente la libertad fsica, libertad de accin o libertad frente a la coaccin,que es la ausencia de coaccin exterior que nos impida actuar segn nuestra conciencia;precisamente de esta libertad los liberales hacen un absoluto, y por ende esta concepcin esla que ser necesario analizar y criticar.

    Orden natural y ley naturalPero antes quisiera insistir sobre la existencia del orden natural y de la ley natural.

    En efecto, los liberales consienten en admitir leyes, pero leyes que el hombre mismo haforjado, mientras rechazan todo orden, y toda ley cuyo autor no sea el hombre.

    Ahora bien, que haya un orden natural, establecido por el Creador, tanto para la na-turaleza mineral, vegetal, animal, como para la naturaleza humana es una verdad cientfica.A ningn sabio se le ocurrira negar la existencia de leyes grabadas en la naturaleza de lascosas y de los hombres. En efecto, en qu consiste la bsqueda cientfica, para la cual segastan millones? Qu es sino precisamente la bsqueda de leyes? Hablamos a menudo delos inventos cientficos, pero estamos equivocados: no se ha inventado nada, no se ha hechoms que descubrir las leyes y utilizarlas. Estas leyes que se descubren, esas relaciones cons-tantes entre las cosas, no son los sabios quienes las crean. Lo mismo ocurre con las leyes dela medicina que rigen la salud y las leyes de la psicologa que rigen el acto plenamentehumano; todos estn de acuerdo para decir que esas leyes no las crea el hombre, sino quelas encuentra ya puestas en la naturaleza humana. Ahora bien, en cuanto se trata de encon-trar las leyes morales que rigen los actos humanos, en relacin a los principales fines delhombre, los liberales no hacen ms que hablar de pluralismo, creatividad, espontaneidad,libertad; segn ellos cada individuo o cada escuela filosfica puede construir su propia ti-ca, Como si el hombre, en la parte razonable y voluntaria de su naturaleza, no fuera unacriatura de Dios!

    El alma humana se ha hecho o se hace a s misma? Es evidente que las almas, a pe-sar de toda su complejidad y de todas sus diversidades, han sido hechas segn el mismomodelo y poseen la misma naturaleza. Ya sea el alma de un Zul de frica del Sur, o de unMaor de Nueva Zelandia, ya sea un Santo Toms de Aquino, o un Lenn, se trata siemprede un alma humana.

    Una comparacin har entender lo que quiero decir: no se compra actualmente nin-gn objeto un tanto complicado, tal como una lavadora, una copiadora, una computadora,sin pedir el instructivo. Hay siempre una ley para usarlos, una regla que explica el buen usodel objeto, a fin de lograr que trabaje correctamente, para hacerle llegar a su fin. Y esta re-gla, est establecida por aquel que ha concebido dicha mquina, y no por el ama de casaque se creyera libre de jugar con todos los botones y todas las teclas. Ahora bien, guardan-do las debidas proporciones, ocurre lo mismo con nuestra alma y Dios. Dios nos da un almaque El crea, y necesariamente nos da leyes: nos da los medios para utilizarlos y as alcanzarnuestros fines, en especial nuestro fin ltimo, que es Dios mismo conocido y amado en lavida eterna.

    39Op. cit., pg. 361, N 8.

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    Ah, de esto no queremos saber nada!, exclaman los liberales; las leyes del almahumana, es el hombre quien debe crearlas. No nos sorprendamos entonces si hacen delhombre un desequilibrado, con obligarle a vivir en oposicin con las leyes de su naturaleza.Imaginamos rboles que se sustrajesen a las leyes vegetales: y bien, moriran, est claro!rboles que renunciasen a hacer subir la savia, o pjaros que se negaran a buscar su ali-

    mento porque esta contingencia no les agrada: y bien, moriran! No seguir la ley, lo que lesdicta su instinto natural, es la muerte! Notemos aqu que el hombre no sigue un instintociego como los animales: Dios nos ha dado el inmenso don de la razn, a fin de que tenga-mos la inteligencia de la ley que nos rige, para poder dirigirnos libremente hacia el fin, pe-ro no sin aplicar la ley! La ley eterna y la ley natural, la ley sobrenatural, y luego, las otrasleyes que derivan de las primeras: leyes humanas, civiles o eclesisticas, todas esas leyesson para nuestro bien, nuestra felicidad est all. Sin un orden preconcebido por Dios, sinleyes, la libertad sera para el hombre un regalo envenenado. Tal es la concepcin realistadel hombre, que la Iglesia defiende contra los liberales tanto cuanto puede. Fue particularvirtud y cualidad del gran Papa Po XII haber sido el campen del orden natural y cristianofrente a los ataques del liberalismo contemporneo.

    Para volver a la libertad, digamos brevemente, que sta no se comprende sin la ley:son dos realidades estrictamente correlativas, sera absurdo separarlas u oponerlas:

    Por donde se ve que la libertad, no slo de los particulares, sino de la comunidad

    y sociedad humana, no tiene absolutamente otra norma y regla que la ley eterna de

    Dios.40

    CAPITULO VCOACCIONES BENEFICAS

    No consideres que ests forzado sino a qu ests obligado; si es al bien o si es almal.San Agustn, Epstola 93

    El liberalismo, como vimos, hace de la libertad de accin, de-finida en el captuloprecedente como exencin de toda coaccin, un absoluto y un fin en s. Dejar al Card.Billot el cuidado de analizar y refutar esta pretensin fundamental de los liberales.

    El principio fundamental del liberalismo, escribe, es la libertad de toda coaccin,

    sea cual sea, no slo de aquella que se ejerce por la violencia y que nicamente alcanza los

    actos externos, sino tambin de la coaccin que proviene del temor de las leyes y de las

    penas, de las dependencias y de las necesidades sociales, en una palabra, de los lazos de

    cualquier tipo que impiden al hombre actuar segn su inclinacin natural. Para los libera-

    les, esta libertad individual es el bien por excelencia, el bien fundamental e inviolable, al

    cual todo debe ceder, excepto, quizs, lo que es requerido para el orden puramente mate-

    rial de la ciudad; la libertad es el bien al cual todo lo dems est subordinado; ella es el

    fundamento necesario de toda construccin social.41

    40Encclica Libertas, en E. P., pg. 361, N 8.41Op. cit., pgs. 19-20.

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    Ahora bien contina el Card. Billot, ese principio del liberalismo es absurdo, an-tinatural y quimrico.

    He aqu el anlisis crtico que l desarrolla; lo resumir comentndolo libremente.

    El principio liberal es absurdo

    Ese principio es absurdo: incipit ab absurdo. Comienza en la absurdidad al preten-der que el bien principal del hombre es la ausencia de toda atadura que pueda molestar orestringir la libertad. El bien del hombre, en efecto, debe ser considerado como un fin; loque es deseado en s. Ahora bien, la libertad, la libertad de accin, no es ms que un medio,no es ms que una facultad que puede permitir al hombre adquirir un bien. Todo en elladepende de su uso: ser buena si se usa para el bien, mala si se usa para el mal. No es, porlo tanto, un fin en s y ciertamente no es el bien principal del hombre.

    Segn los liberales, la coaccin constituye siempre un mal (salvo para garantizar uncierto orden pblico). Pero es claro, al contrario, que la prisin es un bien para el mal-hechor, no solo por garantizar el orden pblico, sino para el castigo y la enmienda del cul-pable. De igual manera la censura de la prensa, que es practicada incluso por los liberalescontra sus enemigos, segn el adagio (liberal?) no hay libertad para los enemigos de lalibertad, es en s misma un bien, no slo para asegurar la paz pblica, sino para defender lasociedad contra la expansin del veneno del error que corrompe los espritus.

    Por lo tanto se debe afirmar que, la coaccin no es en s misma un mal, e inclusoque es, desde el punto de vista moral, quid indifferens in se, algo en s mismo indiferente;todo depender del fin para el cual se la emplee. Es, por otra parte, la enseanza de SanAgustn, Doctor de la Iglesia, quien escribe a Vicente:

    Ya ves, si no me engao, que no hay que considerar el que se obligue a alguien.

    Lo que hay que saber es si es bueno o malo aquello a que se le obliga. No digo que se pue-

    da ser bueno a la fuerza, sino que el que teme padecer lo que no quiere, abandona el obs-

    tculo de su animosidad o se ve impelido a conocer la verdad ignorada. Por su temor, re-

    chaza la falsedad que antes defenda, o busca la verdad que ignoraba, y as llega a querer

    mantener lo que antes no quera.42

    He intervenido personalmente varias veces en el Concilio Vaticano II para protestar

    contra la concepcin liberal de la libertad que se aplicaba a la libertad religiosa, concepcinsegn la cual, la libertad se definira como la ausencia de toda coaccin. He aqu lo quedeclaraba entonces:

    La libertad humana no puede ser definida como una liberacin de toda coaccin

    pues destruira toda autoridad. La coaccin puede ser fsica o moral. La coaccin moral

    en el campo religioso es utilsima y se encuentra a lo largo de todas las Sagradas Escritu-

    ras: el temor de Dios es el comienzo de la sabidura.43

    La declaracin contra la coaccin, en el N 28, es ambigua y, bajo ciertos aspec-

    tos, falsa. Qu queda de la autoridad paternal de los padres de familias cristianas sobre

    sus hijos? De la autoridad de los maestros en las escuelas cristianas? De la autoridad

    de la Iglesia sobre los apstatas, los herejes, los cismticos? De la autoridad de los jefes

    42Carta 93 AdVincentium, N 16, en Obras Completas de San Agustn, B.A.C., Madrid, 1986, T. VIII, pg. 620.43Observacin enviada al Secretariado del Concilio, 30 de diciembre de 1963.

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    de Estados catlicos sobre las falsas religiones que traen con ellas la inmoralidad, el ra-

    cionalismo, etc.? 44

    Me parece que no se puede reafirmar mejor el primer calificativo de absurdo que el

    Card. Billot atribuye al principio del liberalismo, sino citando al Papa Len XIII:

    No podra decirse ni pensar mayor ni ms perverso contrasentido que el pretender

    exceptuar de la ley al hombre, porque es de naturaleza libre.45

    Equivale a decir: Soy libre, luego, deben dejarme libre! El sofisma subyacente

    queda patente al explicar un poco: soy libre por naturaleza, dotado de libre albedro, luego,soy libre tambin respecto de toda ley, de toda coaccin ejercida por la amenaza de penas!A menos que se pretenda que las leyes deban estar desprovistas de toda sancin. Pero esosera la muerte de las leyes: el hombre no es un ngel, no todos los hombres son santos!

    Espritu moderno y liberalismoQuisiera hacer aqu una observacin. El liberalismo es un error gravsimo cuyo ori-

    gen histrico ya hemos visto. Pero hay un espritu moderno que, sin ser francamente liberal,representa una tendencia al liberalismo. Lo encontramos desde el siglo XVI en autores ca-tlicos no sospechosos de simpata con el naturalismo o el protestantismo. Ahora bien, nohay duda que es una nota de ese espritu moderno el considerar que: Soy libre mientras nohaya ley que venga a limitarme.46 Sin duda, toda ley limita la libertad de accin, pero elespritu de la Edad Media, es decir el espritu del orden natural y cristiano del cual habl-bamos antes, siempre ha considerado la ley y sus coacciones primeramente como una ayuday una garanta de la verdadera libertad, no como una limitacin. Cuestin de acentuacin,pensarn. Yo dir: no! cuestin esencial que marca el principio de un cambio fundamentalde mentalidad; un mundo dirigido hacia Dios, considerado como fin ltimo, a alcanzarcueste lo que cueste, un mundo orientado enteramente hacia el Soberano Bien, deja lugar aun mundo nuevo centrado sobre el hombre, preocupado por las prerrogativas del hombre,sus derechos, su libertad.

    CAPITULO VIDESIGUALDADES NECESARIAS

    La naturaleza se rige por procedimientos que implican la autoridad y la desigualdad, con-tradiciendo as directamente, la ridcula hiptesis liberal y democrtica.Charles Maurras, Mis Ideas Polticas

    Un individualismo antinatural

    44Intervencin oral en el Aula Conciliar, octubre de 1964.45Encclica Libertas, en E. P., pg. 360, N 6.46 Francisco Surez, S.J. (1548-1617) manifiesta ese espritu cuando escribe: Homo continet libertatem suam, el hombre tiene sulibertad: en el sentido de que la libertad es anterior a la ley. ( De Bon. et Mal. Hum. Act., disp. XII, sect. V). Un espritu tomista comoLen XIII no admitira esta disociacin de dos realidades estrictamente correlativas.

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    Prosigamos el anlisis del principio del liberalismo: es antinatural, dice el Card. Bi-llot, al pretender que todo debe ceder ante el bien de la libertad individual, que las necesi-dades sociales han multiplicado las trabas a esta libertad, y que el rgimen ideal para elhombre es aquel en el cual reinase la ley del puro y perfecto individualismo. Ahora bien,agrega el autor, este individualismo es absolutamente contrario a la naturaleza humana.

    Aqu reconocemos el liberalismo individualista de Juan Jacobo Rousseau, que seencuentra en el fondo de todo pensamiento poltico actual. Segn Rousseau, los hombresnacen libres, es decir, libres de toda coaccin y a-sociales por naturaleza, hechos para vivirsolos en la selva, donde son felices. El origen de sus males y de la desigualdad reside en laintroduccin de la propiedad privada, que engendra las rivalidades: un estado de guerra detodos contra todos. Si los hombres se unen entonces en sociedades, no es por una necesi-dad de su naturaleza, sino nicamente por decisin de su libre voluntad, como una escapa-toria a ese estado en el cual el hombre es un lobo para el hombre. La sociedad no tiene nadade natural, es puramente convencional en su origen histrico y en su constitucin: esta con-vencin es el contrato social47.

    Toda esta teora fue refutada de antemano, especialmente por Santo Toms deAquino, que demuestra la naturaleza social del hombre, poniendo en evidencia el hecho deque el hombre es el animal ms desprovisto de medios naturales para subsistir de maneraautnoma cuando nace y que los hombres an en la edad adulta, son incapaces de satisfacersolos a todas sus necesidades; deben entonces ayudarse mutuamente48. Hubiera queridopresentar aqu una pgina admirable, titulada la desigualdad protectora, del admirablepensador poltico contemporneo Charles Maurras (1868-1952) quien, siguiendo a SantoToms, refuta magistralmente la mitologa rouseauniana individualista e igualitaria49. Perobastar aqu indicar lo que ensea Len XIII en relacin a ese tema en su encclica sobre elorigen del poder poltico:

    Pero es un grande error no ver lo que es manifiesto, a saber: que los hombres, nosiendo una raza de vagos solitarios, independientemente de su libre voluntad, han nacidopara una natural comunidad.50

    Una igualdad quimrica

    El principio igualitario es quimrico, dice el Card. Billot, ante todo porque no res-ponde en absoluto a la realidad: supone en el origen de toda sociedad, un pacto inicial.Dnde? Presupone la entrada libre de cada uno en la sociedad. Va todava ms lejos. Ima-gina que los hombres han sido tallados exactamente del mismo modelo exactamente igua-les el hombre abstracto, millones de veces reproducido sin notas individualizantes. Dn-de est?51 Aplicad el contrato social si os parece bien, dice Taine, pero explicadlo ni-camente a los hombres para los cuales fue fabricado. Son hombres abstractos de ningnsiglo y de ningn pas, puras entidades nacidas de la varita mgica metafsica.52

    47Cf. Baltasar P. Argos. S.J. Catchisme Politique [Catecismo Poltico], LOrme Rond, St. Vincent/Oust, 1981, pg. 58.48Cf. Sto. Toms, De Regimine Principum, L. I, Cap. I.49Charles Maurras, Mes Ides Politiques [Mis Ideas Polticas], Albatros, Pa-rs, 1986, La Politique Naturelle, pgs. 17 y sg.50Encclica DiuturnumIllud del 29 de junio de 1881, en E. P., pg. 271, N7.51Card. Billot, S. J., op. cit., T. II, pgs. 25-2652Taine, Les Origines de la France contemporaine: La Rvolution [Los Origines de la Francia Contempornea: La Revolucin], T. I,L. II, Cap. 2, citado por el Card. Billot, op. cit., pg. 26, nota 1

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    Len XIII expresa el mismo juicio concisamente a continuacin de la frase antes ci-tada: Agregad a esto que el pacto que invocan, es un invento y una quimera.53

    Quiero insistir sobre el aspecto quimrico de esta igualdad, segn la cual los hom-bres nacen iguales, o al menos iguales en derechos: los hombres nacen y permanecen li-bres e iguales en derechos, proclama el artculo primero de la declaracin de los derechos

    del hombre y del ciudadano de 1791. Veamos lo que piensan de esto los Papas.El Papa Po VI, en primer lugar, condenando especialmente el artculo II de estamisma declaracin54, se refiere directamente de la libertad-igualdad: lo condena calificn-dolo de quimera y de palabras vacas de sentido:

    Dnde est entonces esta libertad de pensar y de actuar que la Asamblea Nacionalotorga al hombre social como un derecho imprescriptible de la naturaleza? Ese derechoquimrico no es acaso contrario a los derechos del Creador Supremo, a quien debemos laexistencia y todo lo que poseemos? Es posible ignorar que el hombre no fue creado para smismo, sino para ser til a sus semejantes? Pues tal es la debilidad de la naturaleza humanaque, para conservarse, los hombres tienen necesidad del socorro mutuo; y por eso los hom-bres han recibido de Dios, la razn y el uso de la palabra, para permitirles pedir ayuda aotros y poder socorrer a su vez a aquellos que imploraran su auxilio. Es la misma naturalezala que ha establecido lazos entre los hombres y los ha reunido en sociedad; por otra parte,puesto que el uso de la razn que el hombre debe hacer consiste esencialmente en recono-cer a su Soberano Autor, honrarlo, admirarlo, entregarle toda su persona y su ser y supuestoque, desde su infancia es necesario que est sometido a aquellos que tienen ms edad, quese deje gobernar e instruir por lecciones, que aprenda de ellos a reglamentar su vida segnlas leyes de la razn, de la sociedad y de la religin, se sigue que esta igualdad y esta liber-tad tan ponderadas no son para l, desde el momento de su nacimiento, ms que quime-ras y palabras vacas de sentido.55

    De esta libertad-igualdad, supuestamente innata en el individuo, derivar, en virtuddel contrato social, el principio de la soberana del pueblo; la soberana reside primariamen-te en el pueblo y de ninguna manera en Dios, o en las autoridades naturales constituidas porDios; Po VI no deja de notar esta consecuencia.

    El Papa Len XIII condena a su vez el principio liberal de igualdad de los hombres,retomado por los socialistas y distingue cuidadosamente la igualdad que los hombres tienenpor su naturaleza comn, de la desigualdad que tienen en razn de las funciones diversas enla sociedad y que es afirmada por el Evangelio:

    Los socialistas (...) no cesan de insistir, como hemos insinuado, que todos los

    hombres son entre s por naturaleza iguales, y por lo tanto, sostienen que ni se les debe el

    honor y reverencia a la majestad, ni a las leyes, a no ser acaso las que ellos se dan a su

    arbitrio.

    Por el contrario, segn las enseanzas evanglicas, la igualdad de los hombres es

    tal, que todos, dotados de la misma naturaleza, son llamados a la misma altsima dignidad

    de hijos de Dios, y al mismo tiempo, decretado para todos un mismo fin, han de ser juzga-

    dos segn la misma ley, para recibir, conforme a sus mritos, o el castigo o la recompensa.

    53Encclica Diuturnum Illud, en E. P., pg. 271, N 7.54La libre comunicacin de pensamientos y opiniones es uno de los derechos ms preciosos del hombre; todo ciudadano puede enton-ces hablar, escribir, imprimir libremente, debiendo responder no obstante por los abusos de esta libertad, en los casos determinados por laley.55Carta Quod Aliquantum del 10 de mazo de 1791, a los obispos franceses de la Asamblea Nacional.

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    La desigualdad de derechos y poderes, empero, dimana del mismo Autor de la naturaleza

    por Quien es nombrada toda paternidad, en los cielos y en la tierra. 56

    Len XIII recuerda luego, el precepto de la obediencia a las autoridades, dado por elapstol San Pablo: No hay poder que no venga de Dios; y aquellos que existen, han sido

    establecidos por Dios. Por ello, quien resiste al poder, resiste al orden querido por Dios(Rom. 13, 1-2). Luego, el Pontfice ensea que la jerarqua que se encuentra en la sociedadcivil, no es nicamente fruto de la voluntad de los hombres, sino, ante todo, la aplicacin deun ordenamiento divino, del plan divino:

    Porque, a la verdad, el que cre y gobierna todas las cosas, dispuso, en su provi-dencia y sabidura, que las cosas nfimas se dirijan a las medias, y las medias por los supe-riores, a sus fines. Pues, as como en el mismo reino de los cielos quiso que los coros de losngeles fuesen distintos y unos subordinados a otros; as como tambin en la Iglesia insti-tuy varios grados de rdenes y diversidad de oficios, para que no todos fuesen apstoles,no todos doctores, no todos pastores (I Cor. 12, 29), as tambin dispuso que en la socie-dad civil hubiese varios rdenes, diferentes en dignidad, derechos y poder; es a saber: queel Estado, como la Iglesia, fuese un solo cuerpo, compuesto de muchos miembros, unosms nobles que otros, pero todos necesarios entre s y solcitos del bien comn.57

    Me parece que esos textos muestran suficientemente la total irrealidad del principiofundamental del liberalismo: libertad-igualdad. Es por el contrario, un hecho innegable dela naturaleza, que en ninguna etapa de su vida, el individuo es intercambiable, sino unmiembro que forma parte de un cuerpo ya constituido. Y en ese cuerpo, se ve sometido anecesarias y benficas coacciones. En ese cuerpo, finalmente, encontrar el lugar que co-rresponde a sus talentos naturales o adquiridos, as como a sus dones sobrenaturales, some-tidos en eso tambin a jerarquas y desigualdades muy beneficiosas. As lo concibi Dios,que es un Dios de orden y no de desorden.

    CAPITULO VIIJESUCRISTOREY DE LAS REPUBLICAS?

    La mayora no hace la verdad, es la verdad que debe hacer la mayora.

    Me queda mucho por decir sobre el liberalismo. Pero querra hacer comprender bienque no son opiniones personales las que propongo. Por eso presento documentos de losPapas y no sentimientos personales, que se atribuiran fcilmente a una primitiva formacinrecibida en el Seminario Francs de Roma. El Padre Le Floch, que era entonces el superior,ha tenido en efecto una reputacin muy marcada de tradicionalista. Se dir entonces de m:Fue influenciado por lo que se le dijo en el seminario! Y bien, no niego esa influencia,ms an, agradezco todos los das a Dios el haberme dado como superior y maestro al Pa-dre Le Floch. Se lo acus entonces de hacer poltica; y Dios sabe que es todo lo contrariode un crimen, el hacer la poltica de Jesucristo y suscitar hombres polticos que usen todos

    56Encclica Quod Apostolici, en E. P., pg. 226, N 4.57Op. cit. pg. 227, N 5.

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  • 8/14/2019 Le Destronaron (Mons Lefebvre)

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    los medios legtimos, incluso legales, para expulsar de la sociedad a los enemigos de Nues-tro Seor Jesucristo!58 En realidad el Padre Le Floch jams se meti en la poltica, ni siquie-ra en el peor momento del complot tramado contra la Accin Francesa59 y de la crisis sub-siguiente, mientras era yo seminarista.

    En cambio, de lo que el Padre Le Floch s nos hablaba constantemente, era del peli-

    gro del modernismo, del movimiento Le Sillon, del libera