Levi-Strauss Tristes Tropicos Cap.XX

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  • 7/31/2019 Levi-Strauss Tristes Tropicos Cap.XX

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    Claude Lvi-StraussT r i s t e s t r p i c o s

    Prlogo de Manuel Delgado Ruiz

    PAIDOS

    L i b e r a l o s L i b r o s

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    Ttulo original:Tristes trapiques Publicado en francs por Librairie Plon, Pars

    Traduccin de Noelia BastardRevisin tcnica de Eliseo Vern

    Cubierta de Mario Eskenazi y Pablo Martn

    1955 by Plon, Pars 1988 de todas las ediciones en castellano,

    Ediciones Paids Ibrica, S.A., Mariano Cub, 92 - 08021 Barcelona y Editorial Paids, SAICF, Defensa, 599 - Buenos Aires http://www.paidos.com

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    CAPITULO20 UNA SOCIEDADINDGENA Y SU ESTILO

    El conjunto de las costumbres de un pueblo es marcado siemprepor un estilo; dichas costumbres forman sistemas. Estoy persuadidode que esos sistemas no existen en nmero ilimitado y de que lassociedades humanas, como los individuos en sus juegos, sus sueoso sus delirios jams crean de manera absoluta sino que se limitana elegir ciertas combinaciones en un repertorio ideal que resultaraposible reconstituir. Si se hiciera el inventario de todas las costum-bres observadas, de todas aquellas imaginadas en los mitos as comode las evocadas en los juegos de los nios y de los adultos, de lossueos de los individuos sanos o enfermos y de las conductas psico-patolgicas, se llegara a una especie de tabla peridica como la delos elementos qumicos, donde todas las costumbres reales o simple-mente posibles apareceran agrupadas en familias y donde nos bas-tara reconocer aquellas que las sociedades han adoptado efectiva-mente.

    Estas reflexiones son particularmente apropiadas para el caso delos mbay-guaycur, de quienes, con los toba y los pilag del Para-guay, los caduveo son en la actualidad los ltimos representantes.Su civilizacin recuerda irresistiblemente aquella que nuestra so-ciedad se entretuvo en imaginar en uno de sus juegos tradicionales,y cuyo modelo extrajo tan hbilmente la fantasa de Lewis Carroll:esos indios caballeros semejan figuras de naipes. Ese rasgo surga yade su vestimenta: tnicas y abrigos de cuero que agrandaban la es-palda y caan en pliegues duros, decorados en negro y rojo condibujos que los antiguos autores comparaban a las alfombras deTurqua y donde aparecan motivos en forma de pica, corazn, dia-mante y trbol.

    Tenan reyes y reinas y, como a las de Alicia, nada gustaba tantoa estas ltimas como jugar con las cabezas cortadas que les traanlos guerreros. Los nobles caballeros y las nobles damas se divertanen los torneos; estaban liberados de los trabajos subalternos poruna poblacin instalada ms antiguamente y de distinta lengua ycultura: los guana. Los tereno sus ltimos representantes viven

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    en una reserva gubernamental, no lejos de la pequea ciudad deMiranda, donde fui a visitarlos. Estos guana cultivaban la tierra ypagaban un tributo de productos agrcolas a los seores mbaya cambio de su proteccin es decir, para preservarse del pillaje ylas depredaciones que ejercan las bandas de caballeros armados.Un alemn del siglo xvi que se aventur por esas regiones compartales relaciones con las existentes en su poca en Europa centralentre los seores feudales y sus siervos.

    Los mbay estaban organizados en castas: en la cima de la escalasocial se encontraban los nobles, divididos en dos rdenes: grandesnobles hereditarios e individuos ennoblecidos, generalmente parasancionar la coincidencia de su nacimiento con la de un nio de alta jerarqua. Los grandes nobles se distinguan, por lo dems, en ramasmayores y ramas menores. En seguida venan los guerreros, entrelos cuales los mejores eran admitidos, previa iniciacin, en una co-frada que daba derecho a llevar nombres especiales y al empleo deuna lengua artificial formada por la adicin de un sufijo a cadapalabra, como ocurre en ciertas jergas. Los esclavos chamacoco o deotra extraccin y los siervos guana constituan la plebe, aunque estosltimos adoptaron, para sus propias necesidades, una divisin en trescastas que imitaba a la de sus amos.

    Los nobles mostraban su jerarqua por medio de pinturas corpo-rales hechas con plantillas caladas o tatuajes, que equivalan a unblasn. Se afeitaban completamente la cara, las cejas inclusive, yllamaban con repugnancia hermanos del avestruz a los europeos,de ojos enmaraados. Hombres y mujeres aparecan en pblico ro-deados de una corte de esclavos y clientes que se apresuraban a

    ahorrarles todo esfuerzo. An en 1935, las mejores diseadoras, viejosmonstruos acicalados y cargados de colgantes, se disculpaban porhaber tenido que abandonar las artes de adorno, pues estaban pri-vadas de lascativas esclavas antiguamente a su servicio. Tambinhaba en Nalik algunos viejos esclavos chamacoco que ahora habansido integrados al grupo, pero que eran tratados con condescendencia.

    La altivez de esos seores haba intimidado incluso a los con-quistadores espaoles y portugueses, que les otorgaban los trata-mientos de don y doa. Se deca entonces que ninguna mujerblanca que fuera capturada por los mbay tena nada que temer,pues ningn guerrero pensara en mancillar su sangre con semejanteunin. Ciertas damas mbay rehusaron visitar a la esposa del virrey

    a causa de que tan slo la reina de Portugal era digna de su trato;hubo una, doncella an, conocida por el nombre de doa Catarina,que declin una invitacin a Guiaba del gobernador de Mato Grosso;como ya estaba en edad de casarse, pensaba que ese seor la pediraen matrimonio, y ella no poda malcasarse ni tampoco ofenderlo consu rechazo.

    Nuestros indios eran mongamos pero las adolescentes preferan

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    a veces seguira los guerreros en sus aventuras; ellas les servan deescuderos, de pajes y de amantes. En cuanto a las damas nobles,atendan a festejantes que a menudo tambin eran sus amantes sinque los maridos se dignaran manifestar celos, pues ello les hubierahecho perder la compostura. Esta sociedad se mostraba muy adversaa los sentimientos que nosotros consideramos como naturales. As,experimentaba un vivo asco por la procreacin. El aborto y el infan-ticidio eran practicados de manera casi normal; la perpetuacin delgrupo se efectuaba por adopcin antes que por generacin; uno delos fines principales de las expediciones guerreras era el de procu-rarse nios. Se calculaba que a principios del siglo xix apenas el10 por ciento de los miembros de un grupo guaycur le pertenecanpor la sangre.

    Cuando los nios llegaban a nacer no eran educados por suspadres, sino confiados a otra familia, donde aqullos los visitabanmuy pocas veces; se los tena ritualmente pintados de la cabeza alos pies con pintura negra, y se los designaba con un nombre quelos indgenas aplicaron luego a los negros, cuando los conocieron;as estaban hasta los catorce aos, momento en que se los iniciaba,se los lavaba y se les afeitaba una de las dos coronas concntricasde cabello con las que hasta ese momento se los haba peinado.

    Sin embargo, el nacimiento de nios de alta jerarqua era ocasin parafiestas que se repetan a cada etapa de su crecimiento: el destete, losprimeros pasos, la participacin en los juegos, etc. Los heraldosproclamaban los ttulos de la familia y auguraban un porvenir gloriosoal recin nacido; se designaba a otro nio, nacido al mismo tiempo,como su hermano de armas; se organizaban libaciones en las cuales el

    hidromiel era servido en vasos hechos con cuernos o crneos; lasmujeres, con el atavo de los guerreros, se enfrentaban en combatessimulados. Los nobles, sentados de acuerdo con su jerarqua, eranservidos por esclavos a quienes estaba prohibido beber para queestuvieran en condiciones de ayudar a sus amos a vomitar, en casonecesario, y de cuidarlos hasta que se adormecieran a la espera delas visiones deliciosas que su ebriedad les proporcionara. Todos esosDavid, Alejandro, Csar, Carlomagno, esas Raquel, Judith, Palas yArgina; esos Hctor, Ogier, Lancelote y Lahire fundaban su soberbiaen la certeza de que estaban predestinados a dirigir la humanidad.Esta certeza provena de un mito que slo conocemos por fragmentos,pero que, depurado por los siglos, resplandece con una admirable

    simplicidad; constituye la forma ms concisa de la evidencia de lacual mi viaje a Oriente me colmara ms tarde de que el grado deservidumbre es funcin del carcter acabado de la sociedad. He aqu elmito: cuando el ser supremo, Gonoenhod, decidi crear a loshombres, sac en primer lugar de la tierra a los guana y despus alas otras tribus; a los primeros dio como patrimonio la agricultura, alos segundos, la caza. El Enga-

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    FIGS. 14 a 17. Otros motivos de pinturas corporales.

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    ador, que es la otra divinidad del panten indgena, se dio cuentaentonces de que los mbay haban sido olvidados en el fondo delagujero y los hizo salir; pero como nada quedaba para ellos, tuvieronderecho a la nica funcin que an estaba disponible, a saber, lade oprimir y explotar a los otros. Hubo alguna vez un ContratoSocial ms profundo que ste?

    Estos personajes de novela de caballera, absorbidos en su juegocruel de prestigios y de dominaciones en el seno de una sociedadque merece doblemente ser llamada incisiva, crearon un arte gr-fico cuyo estilo no se puede comparar con casi nada de lo que Amricaprecolombina nos ha dejado y que a nada se parece salvo quizsa la decoracin de nuestros naipes. Ya he aludido a ello anterior-mente pero ahora quiero describir ese rasgo extraordinario de lacultura caduveo.

    En nuestra tribu, los hombres son escultores y las mujeres pin-toras. Los hombres dan forma, en la madera dura y azulada delguayaco, a las figurillas que mencion ms arriba; tambin decoranen relieve los cuernos de ceb que les sirven como taza, con figurasde hombres, avestruces y caballos; a veces dibujan, pero siempre pararepresentar ramas, seres humanos o animales. A las mujeres estreservada la decoracin de la cermica y de las pieles, y las pinturascorporales; entre ellas, muchas son virtuosas indiscutidas.

    La cara y a veces tambin todo el cuerpo estn cubiertos por unaredecilla de arabescos asimtricos alternados con motivos de unageometra sutil. El primero en describirlos fue el misionero jesutaSnchez Labrador, que vivi entre ellos de 1760 a 1770; pero para verreproducciones exactas hay que esperar hasta la llegada de Boggiani,

    un siglo despus. En 1935, yo mismo reun varios cientos de motivosde la manera siguiente: primero me propuse fotografiar las caras,pero las exigencias financieras de las bellas de la tribu hubieran ago-tado rpidamente mis recursos. Luego intent trazar rostros en hojasde papel sugiriendo a las mujeres que los pintaran como lo hubieranhecho sobre sus propios rostros; el xito fue tal que renunci a mistorpes croquis. Las dibujantes no se desconcertaban para nada frentea hojas en blanco, lo cual demuestra la indiferencia de su arte conrespecto a la arquitectura natural del rostro humano.

    El virtuosismo antiguo pareca conservado tan slo por algunasmujeres muy viejas, y durante largo tiempo estuve convencido deque mi coleccin haba sido reunida en sus ltimos momentos. Cul

    no fue mi sorpresa cuando, hace dos aos, recib una publicacinilustrada de una coleccin hecha quince aos ms tarde por uncolega brasileo! No slo sus documentos parecan de una ejecucintan segura como la de los mos, sino que muy a menudo los motivoseran idnticos. Durante todo ese tiempo, el estilo, la tcnica y la ins-piracin no haban cambiado, como tampoco durante los cuarentaaos transcurridos entre la visita de Boggiani y la ma. Este conser-

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    vadorismo es tanto ms notable por cuanto no se extiendea la alfa-rera, la cual, segn los ltimos ejemplares que se han recogido ypublicado, parece estar en completo proceso de degeneracin. Aqu puede verse una prueba de la importancia excepcional que las pintu-ras corporales, y sobre todo las de la cara, poseen en la culturaindgena.

    FIG. 18. Dibujos hechos por un muchachito caduveo.

    Antao los motivos eran tatuados o pintados; hoy slo subsisteel ltimo mtodo. La pintora trabaja sobre el rostro o el cuerpo deuna compaera, a veces tambin sobre el de un muchachito. Loshombres abandonan la costumbre ms rpidamente. Con una finaesptula de bamb empapada en el jugo delgenipapo incoloroal principio, pero que se convierte en azul-negro por oxidacin laartista improvisa directamente, sin modelo, esquema, ni punto de re-ferencia. Adorna el labio superior con un motivo en forma de arcoque, en ambos extremos, termina en espirales; luego divide la carapor medio de un trozo vertical, a veces cortado horizontalmente.La cara, en cuatro partes, seccionada o tambin dividida al sesgo, esentonces decorada libremente con arabescos que no reparan en laubicacin de los ojos, la nariz, las mejillas, la frente o el mentn, yse desenvuelven como en un campo continuo. Esas composicionesexpertas, asimtricas y equilibradas a la vez, comienzan desde un

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    rincn cualquiera y son llevadas a su fin sin titubeos ni borraduras.Recurren a motivos relativamente simples tales como espirales, eses,cruces, rombos, grecas y volutas, pero combinados de tal maneraque cada obra posee un carcter original. Sobre 400 dibujos quereun en 1935 no observ dos semejantes, pero, como hice la com-probacin inversa al comparar mi coleccin con la recogida ms tar-de, puede concluirse que el repertorio extraordinariamente exten-so de los artistas est tambin fijado por la tradicin. Desgraciada-mente ni yo ni mis sucesores pudimos penetrar la teora subyacente

    FIG. 19. Otro dibujo del mismo autor.

    a esta estilstica indgena: los informantes proporcionan algunos tr-minos que corresponden a los motivos elementales pero invocan laignorancia o el olvido para todo aquello que se refiere a las decora-ciones ms complejas. Quiz procedan sobre la base de una habilidademprica transmitida de generacin en generacin, quiz quieran guar-dar el secreto sobre los arcanos de su arte.

    Hoy en da los caduveo se pintan slo por placer, pero antes lacostumbre ofreca una significacin ms profunda. Segn el testimo-nio de Snchez Labrador, las castas nobles no se pintaban ms quela frente y slo el vulgo se adornaba toda la cara; tambin en estapoca slo las mujeres jvenes seguan la moda: es raro indicaque las viejas pierdan el tiempo en estos dibujos: se contentan con

    los que los aos grabaron en su rostro. El misionero se muestraalarmado por ese desprecio de la obra del Creador; por qu losindgenas alteran la apariencia del rostro humano? Busca explica-ciones: quiz para engaar el hambre pasan horas trazando sus ara-

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    bseos? quiz para ocultarse de sus enemigos? Imagine l lo queimagine, siempre se trata de engaos. Por qu? Por ms repugnanciaque experimente, hasta el misionero es consciente de que esas pintu-ras tienen para los indgenas una importancia primordial y de queson, en cierto sentido, su propio fin. Tambin nos muestra a esos hombres que pierden das enteroshacindose pintar, olvidados de la caza, de la pesca y de sus familias.Por qu sois tan estpidos?, preguntaban aqullos a los misione-ros. Y por qu somos estpidos?, respondan stos. Porque noos pintis como los eyiguayegu. Haba que estar pintado para serhombre; el que permaneca al natural no se distingua de los irra-cionales.

    Casi no se duda de que en la actualidad la persistencia de lacostumbre entre las mujeres se explica por consideraciones de tipoertico. La reputacin de las mujeres caduveo est slidamente esta-blecida en ambas mrgenes del ro Paraguay; muchos mestizos eindios de otras tribus vienen a instalarse y a casarse a Nalik. Laspinturas faciales y corporales explican quizs este atractivo; en todocaso, lo refuerzan y lo simbolizan. Esos contornos delicados y sutiles,tan sensibles como las lneas de la cara, que subrayan o revelan, dana la mujer un aire deliciosamente provocativo. Esa ciruga pictricaopera una especie de injerto del arte sobre el cuerpo humano. YSnchez Labrador se contradice cuando protesta ansiosamente dicien-do que esto es oponer a las gracias de la Naturaleza una fealdad arti-ficiosa, pues poco despus afirma que las ms bellas tapiceras nopodran rivalizar con esas pinturas. Sin duda, el efecto erticode los afeites jams ha sido tan sistemtica y conscientemente explo-

    tado. Tanto en sus pinturas faciales como en la costumbre del abortoy del infanticidio, los mbay expresan un mismo horror por lanaturaleza. El arte indgena proclama un soberano desprecio por laarcilla de la que estamos amasados; en esto, limita con el pecado.Desde su punto de vista de jesuita misionero, Snchez Labrador semostraba singularmente perspicaz y adivinaba all al demonio. Elmismo subraya el aspecto prometeico de este arte salvaje cuandodescribe la tcnica segn la cual los indgenas se cubran el cuerpocon motivos en forma de estrellas: as, seala, cadaeyiguayegu secontempla como otro Atlante que ya no slo con sus hombros y susmanos constituye el soporte de un universo torpemente representado,

    sino con toda la superficie de su cuerpo. El carcter excepcional delarte caduveo no podr explicarse como una renuncia del hombre aser un reflejo de la imagen divina?

    Considerando los motivos en forma de barras, de espirales yde barrenas por los cuales este arte parece tener especial predilec-cin, se piensa inevitablemente en el barroco espaol, en sus hierrosforjados y en sus estucos. No estaremos en presencia de un estilo

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    FIG. 20. Dos pinturas de rostro; ntese el motivo formado por dos espi-rales enfrentadas, que representa el labio superior y se aplica sobre l.

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    ingenuo tomado de los conquistadores? Cierto es que los indgenas seapropiaron de temas, y conocemos ejemplos de este procedimiento.Cuando visitaron por primera vez un barco de guerra occidental, quenavegaba en 1857 por el Paraguay, los marinos del Maracanh losvieron al da siguiente con el cuerpo cubierto de motivos en forma deanclas; un indio hasta se haba hecho representar, sobre el bustoentero, un uniforme de oficial perfectamente reconstruido, con losbotones, los galones, el cinturn y los faldones que pasaban por de-bajo. Todo lo que esto prueba es que los mbay ya tenan la costum-bre de pintarse y que en este arte haban alcanzado gran virtuosismo.Por lo dems, por raro que sea en Amrica precolombina, su estilocurvilneo presenta analogas con documentos arqueolgicos exhuma-dos en diversos puntos del continente, algunos anteriores en muchossiglos al descubrimiento: Hopewell, en el valle del Ohio, y la recientealfarera caddo en el del Mississippi; Santarm y Maraj, en la embo-cadura del Amazonas y en Chavn, Per. Esta dispersin misma esun signo de antigedad.

    FIG. 21. Decoracin de cuero pintado.

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    El verdadero problema es otro. Cuando se estudian los dibujoscaduveo se impone una comprobacin: su originalidad no tiene quever con los motivos elementales, que son lo suficientemente simplespara haber sido inventados independientemente antes que tomadosde otra parte (y probablemente los dos procedimientos han existidoa la vez), sino que resulta de la manera como esos motivos son com-binados entre s; est al nivel del resultado, de la obra acabada.Ahora bien, los procedimientos de composicin son tan refinados ysistemticos que superan de lejos las sugestiones correspondientesque el arte europeo del tiempo del Renacimiento haya podido ofre-cer a los indios. Cualquiera que sea el punto de partida, ese desarrolloexcepcional slo puede explicarse entonces por razones que le sonpropias.

    Antao intent desbrozar algunas de esas razones comparandoel arte caduveo con otros que presentan analogas con l: Chinaarcaica, costa noroeste del Canad y de Alaska, Nueva Zelanda.1 Lahiptesis que aqu presento es bastante distinta, pero no contradicesino complementa la interpretacin anterior.

    Como anotaba yo entonces, el arte caduveo est sealado porun dualismo: el de los hombres y el de las mujeres, los unos escul-tores, las otras pintoras; los primeros estn aferrados a un estilorepresentativo y naturalista a pesar de las estilizaciones, en tantoque las segundas se consagran a un arte no representativo. Limitn-dome ahora a la consideracin de este arte femenino, quisiera sea-lar que el dualismo se extiende all a muchos planos.

    Las mujeres practican dos estilos, igualmente inspirados por el

    espritu decorativo y la abstraccin. Uno es angular y geomtrico,otro curvilneo y libre. Muy a menudo, las composiciones se fundansobre una combinacin regular de ambos. Por ejemplo, uno es em-pleado para los ribetes y el encuadre, el otro para el decorado prin-cipal; el caso de la alfarera es ms sorprendente an: en ella seencuentra generalmente un decorado geomtrico en el cuello y unocurvilneo en la panza, o a la inversa. El estilo curvilneo se adaptams a las pinturas de la cara y el geomtrico a las del cuerpo; a me-nos que, por una divisin suplementaria, cada regin lleve un deco-rado que proceda de una combinacin de los dos.

    En todos los casos, el trabajo acabado traduce una preocupacin

    de equilibrio, entre otros principios que van tambin de a pares:una decoracin primitivamente lineal es retomada al final de la eje-cucin para ser parcialmente transformada en superficies (llenandociertos sectores, como hacemos cuando dibujamos maquinalmente);la mayora de las obras se funda en la alternancia de dos temas, ycasi siempre la figura y el fondo ocupan aproximadamente una super-

    1. Le ddoublement de la rpresentation dans les arts de l'Asie et del'Amrique, Renaissance , Nueva York, 1945, vols. II y III, pp. 168-186, 20 figuras.

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    ficie igual, de tal modo que es posible leer la composicin de las dosmaneras, invirtiendo los grupos e invitndolos a desempear uno uotro papel: cada motivo puede ser percibido en positivo o en nega-tivo. Finalmente, la decoracin respeta a menudo un doble principiode simetra y asimetra simultneamente aplicados, que se traduceen forma de registros opuestos entre s, raras veces partidos o inte-rrumpidos, ms a menudo seccionados, divididos o tambin acuartela-

    FIGS. 22 y 23. Pintura corporal: a la izquierda, recogida por Boggiani(1895); a la derecha, por el autor (1935).

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    dos o jironados. Empleo a propsito estos trminos de herldica, puestodas esas reglas evocan irresistiblemente los principios del blasn.Prosigamos el anlisis por medio de un ejemplo: he aqu unapintura de cuerpo que parece simple (figs. 22-23); consiste en palosondulados y colocados uno junto a otro, que determinan camposfusiformes y regulares cuyo fondo se halla ocupado por un sembradode pequeas piezas a razn de una por campo. Esta descripcin esengaosa: miremos desde ms cerca. Quiz d cuenta de la aparien-cia general en el dibujo terminado; pero la dibujante no ha comen-zado por trazar sus cintas onduladas para adornar seguidamente cadaintersticio de cada pieza. Su mtodo ha sido diferente y ms com-plicado. Ha trabajado como un pavimentador, construyendo filas su-cesivas por medio de elementos idnticos. Cada elemento est com-puesto de la siguiente manera: un sector de cinta, formado l mismopor la parte cncava de una banda y la parte convexa de la bandaadyacente; un campo fusiforme; una pieza en el centro de ese campo.Esos elementos se imbrican descolgndose unos sobre otros y slo alfinal la figura encuentra una estabilidad que confirma y desmiente ala vez el procedimiento dinmico segn el cual fue ejecutada.

    El estilo caduveo nos enfrenta, por lo tanto, con toda una serie decomplejidades. En primer lugar, hay un dualismo que se proyecta enplanos sucesivos, como en una sala de espejos: hombres y mujeres,pintura y escultura, representacin y abstraccin, ngulo y curva,geometra y arabesco, cuello y panza, simetra y asimetra, lnea ysuperficie, ribete y motivo, pieza y campo, figura y fondo. Pero esasoposiciones se perciben despus; tienen un carcter esttico; la din-mica del arte, es decir, la manera como los motivos son imaginados y

    ejecutados, destaca esta dualidad fundamental en todos los planos,pues los temas primarios son primero desarticulados, luego recom-puestos en temas secundarios que hacen intervenir en una unidadprovisional fragmentos tomados de los precedentes, y aqullos sonyuxtapuestos de tal manera que la unidad primitiva reaparece comopor un truco de prestidigitacin. En fin, las decoraciones complejasque se obtienen por medio de ese procedimiento son a su vez desta-cadas y confrontadas por medio de cuarteles iguales a los de losblasones, donde dos decoraciones se reparten entre cuatro cantonesopuestos dos a dos, que simplemente se van repitiendo en cada unode ellos, en forma y en color.

    Entonces resulta posible explicar por qu este estilo evoca, de

    una manera ms sutil, el de nuestros naipes. Cada figura de barajaobedece a dos necesidades. En primer lugar, debe asumir una funcinque es doble: ser un objeto y servir al dilogo o al duelo entredos cmplices que se hacen frente; y tambin debe desempear unpapel, propio de cada carta en tanto que objeto de una coleccin:el juego. De esta vocacin compleja surgen varias exigencias: la desimetra, que concierne a la funcin, y la de asimetra, que responde

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    Fies. 24 y 25. Dos motivos de pintura facial y corporal.

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    al papel. El problema es resuelto por la adopcin de una composi-cin simtrica, pero segn un eje oblicuo, que escapa de esa maneraa la frmula completamente asimtrica que hubiera satisfecho alpapel pero hubiera contradicho la funcin, y a la frmula inversa,completamente simtrica, que implica un efecto contrario. Aqu tam-bin se trata de una situacin compleja que corresponde a dos for-mas contradictorias de dualidad y que resuelve en un compromisoque se realiza por una oposicin secundaria entre el eje ideal delobjeto y el de la figura que representa. Pero para llegar a esta con-clusin nos hemos visto obligados a superar el plano del anlisisestilstico. Para comprender el estilo de los naipes no basta con con-siderar su dibujo, tambin hay que preguntarse para qu sirven.Para qu, entonces, sirve el arte caduveo?

    Hemos respondido parcialmente a la pregunta o, ms bien, losindgenas lo han hecho por nosotros. Las pinturas del rostro con-fieren en primer lugar al individuo su dignidad de ser humano;operan el paso de la naturaleza a la cultura, del animal estpido

    al hombre civilizado. Seguidamente, distintos en cuanto al estilo y a Fio. 26. Pintura facial.

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    la composicin segn las castas, expresan la jerarqua de losstatusen una sociedad compleja. De esa manera, poseen una funcinsociolgica.

    Por importante que sea esta comprobacin, no es suficiente paradar cuenta de las propiedades originales del arte indgena; a losumo, explica su existencia. Prosigamos por lo tanto el anlisis dela estructura social. Los mbay se dividan en tres castas, todasdominadas por preocupaciones de etiqueta. Para los nobles y hastacierto punto para los guerreros, el problema esencial era el del pres-tigio. Las descripciones antiguas nos los muestran inmovilizados porla preocupacin de aparentar, de no rebajarse y sobre todo, de nomalcasarse. As pues, semejante sociedad se encontraba amenazadapor la segregacin. Ya fuera por voluntad o por necesidad, cada castatenda a replegarse sobre s misma a expensas de la cohesin delcuerpo social total. En particular, la endogamia de las castas y lamultiplicacin de los matices de la jerarqua deban comprometer lasposibilidades de uniones conformes a las necesidades concretas dela vida colectiva. Slo as se explica la paradoja de una sociedadreacia a la procreacin que, para protegerse del riesgo de los maloscasamientos internos, llega a practicar ese racismo a la inversa quees la adopcin sistemtica de enemigos o de extranjeros.

    En tales condiciones, es significativo encontrar en las fronterasextremas del vasto territorio fiscalizado por los mbay, al nordeste yal sudoeste respectivamente, formas de organizacin social casi idn-ticas, a pesar de la distancia geogrfica. Los guana del Paraguay ylos bororo del Mato Grosso central posean (y poseen an, en el

    ltimo caso) una estructura jerarquizada, semejante a la de losmbay: estaban o estn divididos en tres clases que, segn parece,por lo menos en el pasado, implicabanstatus diferentes. Esas claseseran hereditarias y endogmicas. Empero, el mayor peligro que seseala entre los mbay estaba parcialmente compensado, tanto entrelos guana como entre los bororo, por un corte en dos mitades que,como sabemos por el ltimo ejemplo, dividan las clases. Si bienestaba prohibido a los miembros de clases diferentes casarse entres, a las mitades se les impona la obligacin inversa: un hombrede una mitad deba obligatoriamente desposar a una mujer de laotra y recprocamente. Por lo tanto, se puede decir que la asimetra

    de las clases se encuentra, en cierto sentido, equilibrada por la sime-tra de las mitades. Hay que encarar como un sistema solidario esta estructura com-

    pleja constituida por tres clases jerarquizadas y por dos mitades equi-libradas? Es posible. Es igualmente tentador distinguir los dos aspec-tos y tratar a uno de ellos como si fuera ms antiguo que el otro. Eneste caso no faltaran los argumentos en favor de la prioridad, ya delas clases, ya de las mitades.

    El problema que nos interesa aqu es de otra naturaleza. Por

  • 7/31/2019 Levi-Strauss Tristes Tropicos Cap.XX

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    UNA SOCIEDAD INDGENA 203

    breve que haya sido mi descripcin del sistema de los guana y delos bororo (que ms adelante ser retomada, cuando recuerde mipermanencia entre estos ltimos) est claro que presenta, en el planosociolgico, una estructura anloga a la que he extrado del plano esti-lstico, a propsito del arte caduveo. Siempre tenemos que vrnoslascon una doble oposicin. En el primer caso consiste ante todo en laoposicin de una organizacin ternaria con otra binaria, la una asi-mtrica y la otra simtrica, y en el segundo, consiste en la opo-sicin de mecanismos sociales fundados los unos sobre la recipro-cidad y los otros sobre la jerarqua. El esfuerzo por permanecer fiela estos principios contradictorios implica divisiones y subdivisionesdel grupo social en subgrupos aliados y opuestos. Como un blasnque rene en su campo prerrogativas recibidas de varias lneas, lasociedad se encuentra dividida, cortada, partida y seccionada. Bastaconsiderar el plano de una aldea bororo (lo har ms adelante) paradarnos cuenta de que est organizada como un dibujo caduveo.

    Por lo tanto, todo ocurre como si, ubicados frente a una con-tradiccin de su estructura social, los guana y los bororo hubieranllegado a resolverla (o a disimularla) por medio de mtodos propia-mente sociolgicos. Quizs ellos poseyeran las mitades antes de caeren la esfera de influencia de los mbay y as el medio se encontrabaya a su disposicin; quizs hayan inventado, o tomado de otros pos-teriormente, las mitades, porque la altivez aristocrtica era menosarraigada entre provincianos; tambin podran concebirse otras hip-tesis. Esta solucin falt a los mbay, ya porque la ignoraron (lo cuales improbable), ya, ms bien, porque era incompatible con su fana-tismo. As, no tuvieron la oportunidad de resolver sus contradiccio-

    nes, o, por lo menos, de disimulrselas gracias a instituciones artifi-ciosas. Pero de todas maneras no podan ignorar completamente esteremedio que les falt en el plano social, o que se privaron de adoptar.Sigui perturbndolos de manera insidiosa. Y como no podan tomarconciencia de l y vivirlo, se pusieron a soarlo. No de una maneratan directa como para que chocara con sus prejuicios, sino en unaforma traspuesta y en apariencia inofensiva: en su arte. Pues si esteanlisis es exacto, en definitiva habr que interpretar el arte grficode las mujeres caduveo, explicar su misteriosa seduccin y su com-plicacin a primera vista gratuita, como el espectro de una sociedadque busca con pasin insatisfecha el medio de expresar simblica-mente las instituciones que podra tener si sus intereses y supersti-

    ciones no se lo impidieran. Adorable civilizacin cuyo ensueo con-tornean sus reinas con su adorno: jeroglficos que describen unainaccesible edad de oro a la cual, a falta de cdigo, celebran en suaderezo, y cuyos misterios descubren junto con su desnudez.