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/***# e UN TRISTE SÍMBOLO ¡NUESTRO orBal TIEMPO N O sabemos siquiera si la noticia ha de confirmarse. Y a pesar de esto, no podemos pasarla por alto: verdadera o errónea, real o supuesta, ella trasunta — mejor que todo discurso, mejor que una sensacional declaración oficial la pro- funda crisis por que atraviesa la mentalidad democrática: crisis de valores, de sinceridad y de firmeza. Griffis, embajador americano en Madrid, insistiría próxima- mente ante Franco para obtener algunas reformas democráticas en el régimen español. Se habla incluso de «cuatro puntos mí- nimos)), a los que el gobierno de Washington condicionaría una ayuda económica más potente que la actual; cuestión de dar a España un barniz democrático sólo un barniz, ya lo vere- mos para tranquilizar la conciencia de un liberalismo ané- mico. Y allí aparece la significación del hecho; sea éste desmentido o no por el tiempo, evidencia en forma clara el complejo con- tradictorio en que se debate la democracia: voluntad de explo- tar toda fuerza artticomunista, por un lado, y prurito de con- servar aparentemente la pureza las libertades burguesas. Aunque la noticia se avere falsa, el simple hecho de haber sido lanzada al mundo peridistico es un símbolo de nuestro tiempo; triste símbolo, en verdad, que equivale a un gemido de agonía. Veamos solamente basta un ejemplo para calibrar el to- do una de las condiciones que Washington plantearía a Ma- drid como requisito para aceptar ampliamente a Franco en la comunidad occidental. Se trata simplemente de «acordar a los obreros españoles el derecho de negociar convenciones colecti- vas, lo que disminuiría la hostilidad de los sindicatos america- nos hacia el régimen franquista». Hablamos antes de barniz democrático, y forzoso es ahora repetirlo. -¿Hace falta acaso recordar los tristemente célebres comités paritarios, para comprender que la condición fijada por Washington es detalle perfectamente compatible con la dicta- dura? ¿Se pretenderá por ventura convencernos de que una con- vención colectiva presupone por fuerza un ambiente de libertad popular? Fobre requisito es ése; pobre y digámoslo bien claro — hijo de la hipocresía y la demogogia. El sistema de contratos legales entre asociaciones obreras y patronales, fijando condiciones de trabajo, fué practicado en toda época por lz¿ dictaduras más férreas: ni Mussolini ni Hitler tuvieron inconveniente alguno en aceptarlo, ni Perón se molesta en hacerlo desaparecer, ni nin- gún régimen tiránico se preocupará de eliminarlo; no sólo está lejos de suponer un estorbo al poder estatal, sino que representa por el contrario su mejor posibil iad para regularizar y domi- nar el candente problema social. El gobierno americano sabe todo eso; y, por saberlo, ha obra- do así. Conservar a Franco en el poder es su objetivo supremo. 1¿Y qué mejor medio, para lograrlo, que mantener incólume la dictadura prestándole apariencia democrática? Washington teme — y ésa ha de ser siempre, por fortuna, su máxima debi- lidad el juicio de la opinión pública americana; de ahí la ne- cesidad de engañar ésta, dando a luz «un nuevo Franco» de li- beral tolerancia. Barniz que poco cuesta y que bien merece una g e s t i ó n <Ut>lom.\iU-M. '""«MnMB*^***^*^ ¿Veremos representar ese nuevo acto del saínete español? Mal podemos saberlo. Pero podemos, si, afirmar de antemano que en todo saínete aparece la sombra de un drama. FON? A> vtiAoor UN CUENTO J M »•< < D©M FERNANDO C ON r.iarcada parsimonia y gestos estudiados ante el espejo en la intimidad de su alcoba de solte- ro, levantóse D. Fernando de su sillón, carraspeó ligeramente siguiento el con- sejo de ÍU profesor de elocución, en- juagóse ccn el albo pañuelo las sudo- rosas manos, calóse las doradas anti- parras n elegancia, paseó una mirada circular sobre todos los asistentes de la audiencin de aquella mañana, con ges- to de seguridad en si mismo, de su- perioridiid mejor, y tras golpear casi imperceptiblemente con los nudillos de sus blancos dedos el pupitre, comenzó a hablar, levemente al principio, para aumentar gradualmente el sonido de su voz que se desparramó pronto por la sala como torrente impetuoso. D. Fernando, el hijo mayor de don Francisco, iniciaba con seguridad y brillantez su carrera de abogado, para la que se habia prepaado tan intensa- mente, que durante dos horas ininte- rrumpidas explayó ante ios jueces las bellezas de su oratoria nueva, repleta de mil y mil detalles que se le habían escapeido al fiscal en su ocasión, y po- niendo al descubierto hasta las más re- cónditas facetas del problema... pero antes de seguir, es preciso que hable- mos también nosotros de este intere- sante D. Fernando. Había nacido de la esposa de don Francisco, y por lo tanto h más lógico es que fuese hijo de dicho señor, aun- que éstos son detalles que no tienen excesiva importancia. Durante su in- ÉLTATOMO campeón del día La Academia real de Estocolmo ha otorgado hace pocos días les premios Nobel de Física y de Quí- mica correspondientes al año 1951. Una vez más, el átomo ha sido laureado: ya que el premio de física ha ido a dos eminentes colaboradores del célebre Ruthe- ferd (con el cual hicieron impor- tantes descubrimientos en torno a la desintegración de la mate- ria); y el premio de química, tam- bién, recompensa a los descubri- dores de los dos radio-elementos esenciales: el neptunium y el plu- tonium Lástima que unes y otros expe- rimentos, fruto de laboriosas in- vestigaciones, no hayan dado o*ro fruto que el perfecciona- miento de las armas mortíferas. De la desintegración del átomo, a la desintegración del hombre... por Francisco Frak jancia fué considerado como «el hijo del amo», respetado, saludado, siendo satisfechos la gran mayoría de los ca- prichos que por ser hijo de su «señor pifdre» podía permitirse. Habia quien pinsaba que si su progenitor hubiese sü.'o otra persona, es decir, que no hubiese nacido de las entrañas de su «señora mamá», hubiese podido ser un exci lente psón de albañil o un mag- nífico obrero portw:,lo; pero como no está de mru'a que los hijos de bue- na fcmilia se dediquen a arañar la tie- rra o a sacarle brillo a las cacerolas antes de entregárselas a la «mujer de (Pasa a la página 3.) &ÚQCün& de la MJ ROUTE, hebdomadaire de La (J¡.7.^.£. PII (fzance Année Vil Prix 15 franes 32S£ 1 Diciembre 1951 Rédaction el Administration 4. n.c Rdfort. 4 TOl'I.OUSE ffíat.tc-Cartmhe) QitoJ a tyabío r /k-naú/eé C.C. Postal N' 1328-73 Toulouse (Hte-Gne) ciLtia edad que ée hueca a ¿i miáma LOS ESTUDIANTES TROTAN DE DEFINIRSE Como lo hiciéramos la semana pasada, reproducimos en este nú- por parte de ésta, cierta condes* mero fragmentos de la encuesta que — en torno a las corrientes que cendencia que falsea el diálogo se perfilan en la juventud contemporánea —, lleva u tal J «Les Nou- Por el hecho de marchar lejos, velles Littéraires)). Hoy, es un estudiante quien habla; escuchémosle, delante de nosotros, se creen au con simpatía, aunque no nos satisfaga del todo su respuesta. LA REDACCIÓN. «...El destino absurdo de todos miento, sin tener tiempo para los hombres de nuestro tiempo es sentir, para pensar, para soñar.. el no hacer lo que desean Núes- Que se nos permita al menos es- tra vida moderna debería ser ma- tar descontentos, si es ése nuestro ravillosa: viajes, satisfaccioínes, desquite. hallazgos insospechados de la »p0r otra parte, ssa dicho sin ciencia; en realidad, todo eso se pasión, la formación que recibí- ve fríamente anulado, sofocado, mos es incapaz de satisfacernos, abolido por la preocupación ma- No somos aventureros, somos di- terial. Cada uno vive en su rin- sidentes. Y estando llenos de bue- cón, trabajando a pleno rendi- na voluntad, no podemos sopor- tar una educación que tiende a lograr competencia y autoridad a los cuarenta o cincuenta anos... torizados a predicar, a declamar; para decirlo con otras palabras: no «entran» en nuestras inquie- tudes...» LA F.S.M. SE LANZA A LA OFENSIVA Durante la reunión del consejo mun- dial de la F.S.M. (organización inter- nacional que, como se recuerda, rinde culto al paraíso oriental), que se cele- bró recientemente en Berlín (lambitn oriental), los dirigentes han declarado que sus afiliados en todo el mundo preparan una ofensiva «gigantesca». Tal ofensiva ha de estudiarse con detenimiento en una conferencia econó- mica mundial que la F.S.M. organizará en Moscú el próximo mes de abril. Ella declarará la guerra comercial contra «la economía de agresión anglo-ame- ricana». Naturalmente, no se mencionan las agresiones de la otra acera. El sindica- lismo comunista mira con un solo ojo... y, púdicamente, corre el telón sobre las escenas indiscretas. SIMPÁTICA ACTITUD DE LOS BRITÁNICOS Sir David Maxwell Fyfe, secretario del Interior, ha anunciado en la Cá- mara de los Comunes que la carta de identidad, obligatoria para los ciuda- danos ingleses, será probablemente su- primida. Adoptada durante la guerra, la carta de identidad había sido mantenida a causa de su utilidad para la distribu- ción de cupor¿s de racionamiento. Pe- ro la opinión pública británica, en su rrzyoría, considera que dicho documen- to constituye un atentado a ¡a libertad individual. Y asi como tantas veces nos burlamos del ancestral conservadurismo inglés, nos complacemos hoy en saludar una simpática actitud del pueblo de ese país. ¡Bienvenida sea toda rebelión con- tra los tentáculos de la burocracia! i:l gobierno griego ha anunciado uu las condenas a muerte dictadas Con más razón si esa laboriosa por los tirbunaies militares, y que co- educación parte de bases que juz- ! t responden a crímenes cometidos an- gamos hoy superadas. tes del lo de noviembre, no serán eje- »Muchos de nosotros hemos ve- ícutadas. Dos mil prisioneros se bene- nido a la Facultad de Letras para aprender a escribir o a hablar. Íbamos hacia la palabra, hacia la frase, hacia el estilo, conociendo los poderes y prestigios de la ex- presión en' todos los órdenes de la vida profesional. Pero, sobre ese punto, nadie se ha preocupa- do de formarnos, ni de cultivar- nos el espritu, ni de darle flexi- bilidad. La enseñanza se ha in- movilizado en discusiones nimias y en disputas sobre naderías... »Si es ésa la sabiduría, quere- mos marchar adelante. El mundo moderno es más vasto y más ten- tador. Existen otras cosas a ofre- cernos, que esos juegos de pacien- cia para profesores en decaden- cia y tradicionalistas a ultranza. Nos sentimos arrinconados en las aulas, y los exámenes son, para nosotros, equivalentes a un trozo de madera o a una .piedra: nos golpeamos contra ellos, nos afe- rramos, sin encontrar apoyo... »Es en nuestros tanteos, en nuestros titubeos, que buscamos nuestra propia idea de nosotros mismos. En la confrontación y tirarán con esta medida... aunque har- de continuar encerrados. * El vicecónsul británico en Djeddah (Arabia Saudita) ha sido asesinado. El autor del atentado consiguió es- capar. ¿Se tratará de un crimen con móviles políticos? Estos ingleses tie- nen tan mala fama... * «La Prensa», de Buenos Aires, que habia cesado su publicación el 26 de enero por orden del gobierno pero- nista, ha reaparecido. Pero esta vez dirigida por la C.G.T., organización sindical oficialista. Y Perón sonríe... * Una delegación comercial china ha llegado a Moscú. Ella estaría encar- gada de negociar un aumento consi- derable de las exportaciones soviéti- cas para la China «popular». Todo er< f a m i l i a , naturalmente... * ((Arriba» ha consagrado un edito- rial a las relaciones franco-españo- las, en el que aboga por una ((mayor comprensión entre los dos países». Ha olvidado seguramente que esos re- quiebros empalagosos se desgastan. tu las relaciones con la genera-1 sobre te do después de haberlos elu- ción anterior, se mezcla siempre, p'eaio con Benito y Adolfo... y<w»wwwvs CEITI ^^**v^^^^^ D ESNUDOS. En efecto, tales pare- cen ser los lienzos literarios más en boga y cotizables. Sobran ve- los y pámpanos púdicos. Basta ya de intrigas traídas por los pelos y afectos con afeites; decoros que sólo se man- tienen a base de decoraciones d* car- tón y celulosa, y epílogos del drama humano calcados a lo happy end. Y si Tartufo no se escandaliza y em- peña en usar gafas rosadas para mirar paisajes tenebrosos, o necesita espejos que deformen su monstruosiiad para enfrentarse consigo mismo, tanto peer para él. Nada de murmullos oratorios para evadirse, menos aun justificarse a base de razones sinuosas. Dialéctica y teo- logía todo al mismo saco. La verdad amoral; sin preocupacio- nes utilitarias o estéticas. La verdad objetiva, sea o no fotogénica. Mostrarse desnudo en sus actos. Ofrecerse sin restricciones; tal cual, con sus instintos y pasiones, con sus sen- timientos y deseos, con sus ideas y ca- prichos. Más allá del bien y del mal. Todo menos el lobo con disfraz de cordero, o el asno con gafas de acadé- mico. En la caverna del infundio se fra- gua la perdición de la sociedad. Esti se mueve por los empujones que le dan ciertos valores ficticios. Babel en la que nadie se entiende porque muchos ca- llan lo que saben—que otros no más presienten—cuando no dicen lo contra- rio para despistar la caravana en el caótico desierto. Baile de máscaras en el que nadie se reconoce, facilitando por Plácido BRAVO el engaño, al cual así pueden darle vi. sos de error. Ser lo que se es. ¿Nada más? Pues ya es mucho, con ser tan poco. Poique lo corriente es ver sombras de hombres; complejos nacidos de re- (Pasa a la página 3.) fODOi- NUEVAS CONJUGACIONES DEL VERBO VOTAR Según una encuesta efectuada entre los senadores y representantes republi- canos de EE. UU., el senador Taft tie- ne más probabilidades que Eisenhower para la candidatura del partido a la presidencia del país. Sobre los 196 republicanos del Con- greso americano, 160 han participado en la encuesta. Y, de ellos, 71 han dado sus votos a Taft, 54 a Eisenhower^ 13 al senador Dirksen, 12 a Mac Ar- thur y 5 a Earl Warrn. No habiendo obtenido nuestra Redac- ción ningún voto, nos abstenemos de to- do comentario. <J)alakzaá, ftalaktaá... DERECHO DE GENTES H ACE unos días, el presidente Tru- QuUtl Q>íntada man pronuncio un discurso que, ~ claro está, ha sido calificado de trascendental, importantísimo, emocio- bien, en cualquiera y en todos los paí- nante... No cabía esperar otra cosa, ses que integran nuestro planeta. Cuando un señor como el Sr. Truman Y no puede hablarse de derecho de habla, los ilusos, y los interesados en gentes cuando ese mismo derecho se conservar el prestigio del orador, se ayuda a pisotear en España, en Argen- apresuran a proclamar las enormes vir- tina, en Grecia, en Portugal... tudes de lo que ha dicho, aunque en ¿No ]e dice nada a j Sr Truman d realidad haya dicho muy poco o no nombre de su protegido Franco? ¿No haya dicho nada. encuentra paralelismo a establecer en- El Sr. Truman habló. Y tras referirse tr¿ la Busia soviética y la España fran- a la apocalíptica carrera armamentista quista? en términos condenatorios, a pesar de No, no debe encontrar similitud al- que en ella los yanquis parecen tener gUna entre las dictaduras que a él le asegurada la primera plaza, habló del amenazan y las que con él colaboran. derecho de gentes, abogando por que Sin embargo, esa similitud existe, y la éste fuese respetado en los países caí- prueba nos la ofrecen los pueblos que dos bajo la tétrica dominación de Sta- bajo el imperio del totalitarismo viven. n - Existe, por igual, entre ellos, ese terror El presidente de los Estados Unidos ta n reñido con el derecho de gentes, y puso, a decir de algunos, mucha emo- 1 u e a ' Sr. Truman parece molestarle en ción en sus palabras. Pero el señor Vy- ciertos puntos del globo y agradarle en chinski, genuino representante—a pesar otros. Existe ese mismo sistema concen- de su pregonada cortesía—de la san- tracionario. Esa misma «checa». Esos grienta dictadura roja, debió sentirse mismos tribunales. Ese mismo despre- zaherido por las palabras pronunciadas cío a la persona humana que denota por «el primer ciudadano estadouniden- el régimen bolchevique, el régimen se», y consecuencia de ello ha sido el franquista, cualquier régimen de los que, en la primera ocasión, manifestara a ue > vitoreando o insultando al señor que el discurso de Truman le había pro-. Truman, mantienen archi-esclavizados a ducido tal hilaridad que durante toda lo s pueblos que los padecen, una noche no pudo conciliar el sueño. Vychinski se ha reído del discurso No es, amigo lector, muy grave lo «trascendental». Pero también se habrá acontecido. El Sr. Truman se atrevió, reld ? en su «trascendental» discurso, a pe- d'rle al lobo que se arrancase los col- nr'llos. Y es hasta cierto punto natural que el lobo, taimadamente, recurriese a la risa para mostrar, una vez más, al mundo, su robusta y amenazadora den- tadura. Pero existe un aspecto del discurso del presidente yanqui que podría haber- nos hecho llorar de desesperación a quienes nada tenemos de común con el lob? y sus colmillos. Me refiero al derecho de gentes que Truman predica «con emoción» y para el que pide res- peto al dictador ruso. No ha habido lágrimas porque lo grotesco no emocio- na. Y porque la multiplicación de in- justicias exige reacciones más efectivas que esa expresión dolorosa. El derecho de gentes necesita, señor Truman y señores ilusos, respeto en to- das partes del mundo. No es un obje- tivo a lograr tan sólo tras la célebre «cortina de hierro». Debe lograrse, tam- PENURIA y restricciones L OS gobernantes de los países de Europa Occidental, han anunciado casi al unísono 1 , la adopción de severas medidas restrictivas. Reducción de las importaciones de\ la llamada zona dólar, agravación del sistema tíe racionamiento, disminución de las facilidades de crédito: tales son, entre otras, las disposiciones que se han puesto o que se van a poner en vigor. Sacrificios, penitencia, austeridad son vocablos que menudean en las páginas de los peñó-, dicos y que se lanzan por el espacio. Después 'de haber pregonado durante mucho tiempo que se había superado la capacidad productiva de la pre-gue- rra y que se bastaban a sí mismos, en estos países se anuncian medidas dra- conianas para restablecer el equilibrio financiero. De golpe y porrazo, el hom- bre de la caüe se encuentra al borde del precipidio si no se imponen solu- ciones dolorosos, pero radicales. Mucha gentesobre todo, la que depende de un salariose pregunta qué es. lo que ha sucedido y, cosa peor, lo que va a suceder. La vida para el trabajador resulta casi intolerable en todas partes. Los que trabajan pagan las consecuencias de las locuras y desatinos que comete el régimen capitalista. Hablar de sacrificio a quienes apenas pueden éivir, representa un escarnio y una broma de mal gusto. Predicar la austeridad a los que se ven constreñid*.i a renunciar cada día a los pequeños placeres que hacen agradable la existen- cia, sólo se les puede ocurrir a los que desconoceno fingen desconocerer\ qué condiciones vive actualmente la clase trabajadora. Los expertos fintancieroso considerados como taleshacen desfilar ante nosotros una zarabanda de miles de millones que sólo existen en el papel. Con ello, se intenta persuadir a la gente de que el mal es pasajero y que bastará un nuevo esfuerzo para que la situación vuelva a ser normal. Sin embargo, la aridez del lenguaje técnico no logra ocultar que 'el erario público se enr cuentra en difícil postura y que los paliativos prolongarán el mal, sin lograr curarlo. Para el Vwmbre sin muchos recursos, las elucubraciones de hs espe- cialistas financieros se traducen en realidades tangibles y amargas. Cuando un ministro de Hacienda habla de sacrificios hay que echarse a temblar. ¿Qué causas motivan la crisis presente? No cabe duda que son una' con- secuencia de la pasada guerra. Lo# países que han participado en ella 'han quedado arruinados. Exceptuando, corno es lógico, a los EE. UU. La poten- cialidad económica de este último, le ha permitido hacer dispendios enormes sin que se resintieran sus fundamentos económicos. Es más, su participación en la guerra le ha permitido elevarse al rango de gran potencia mundial. En sus clases dirigentes se ha despertado un expansionismo peligroso. Muy distinta es la situación en otros países. Inglaterra, por ejemplo sufre, ahora las consecuencias del esfuerzo enorme que tuvo que hacer durante la guerra. Su papel al lado de los Estados Unidos es bien triste. Sus tentativas para recobrar la posición que ocupaba antes de 1939 han sido vanas. Si en determinado momento, los laboristas prescindieron de la ayuda dispensada por *el Plan Marshall, ahora Churchül impone medidas severas en el racionamiento y vuelve sus ojos liaría Washington, implorando nuevos créditos. El propósito autárquico de) desarrollar su comercio en el interior de la zona de la libra es- terlina, no ha impedido que Inglaterra tenga necesidad de la ayuda americana. Apenas se han apagado los ecos del último conflicto, y ya se empiezan a forjar las armas para una futura conflagración. Tal prueba no hay econo- mía que la resista. Sobre todo en condiciones económicas tan desastrosas ócmb las que estamos atravesando. Sólo hay un buen sistema para resistirla: el de apretar cada día más las clavijas a los que trabajn y producen, hciéndoles la vida cada día más difícil. El procedimiento tiene sus inconvenientes, pero es demasiado tentador para que no se quiera aplicarlo. Al parecer, ese es el camino que se va a seguir, aunque se diga todo lo; contrario y se hable de igualdad en el sacrificio. A pesar de que se quisieran imponer medidas equi- tativas, en el juego de las contradiediones económicas siempre resulta perju- dicado el que menoso nadaposee. La experiencia de los pasados años de penuria y la lacra del mercado negro son suficientemente aleccionadoras para saber qué equidad puede existir entre poseedores y desposeídos. Como siem- pre, serán los últimos los que paguen los vidrios rotos. El pánico que reina en las altas esferas financieras deriva del hceho de que el Plan Marshall termina en 1952. ¿Acaso no se sabía esto desde mucho antes? ¿No se había afirmado que esta ayuda era momentánea y que los países beneficiarios debían tender a desenvolverse por sus propios medios? Siendo esto así, ¿a qué vienen ahora las exclamaciones de espanto? Los acontecimientos confirman que la pretendida ciencia de los econo- mistas burgueses no tiene nada de científica. El sistema que consiste en aumen- tar constantemente las cargas e impuestos para equilibrar el presupuesto no tiene nada de original. A él se recurrirá si, como parece, los EE. UU. se mues- tran en lo sucesivo menos pródigos que hasta ahora. Pero, ¿se puede estrujar indefinidamente a los pueblos sin acabar con su capacidad de resignación y de paciencia? H C. PARRA. ID! IIIBüES fondo el Sr. Truman no se ríe también... EL DICCIONARIO AL DÍA Un periodista francés, deseoso de dar clara significación a conceptos demasiado manoseados, ha estableci- do las siguientes definiciciones: ((Aris- tocracia, gebierno de los nobles. Plu- tocracia, gobierno de los potentados. Y democracia, gobierno de los discur- sos...» ¿QUIEN ES LA VICTIMA? Cuando Orson Welles terminó de ..filmar» su adaptación cinematográ- fica de ((Ótelo» — película en la que él mismo encarna al héroe de Sha- kespeare —, se reunió con un grupo de amigos. ¿Satisfecho? _ le preguntaron éstos. —Satisfecho en parte, pero también triste. —¿Por qué? CONCURSO JUVENIL DE CUENTOS Recordamos a nuestros lectores que RUTA ha organizado un CONCURSO JUVENIL DE CUENTOS, en el que pueden intervenirsin hacer distin- ción alguna en cuanto al tematodos los jóvenes españoles exilados. La extensión de los trabajosa—que, en lo posible, deberán ser redactados a máquina y ,'a doble espacio—, no será superior al límite de dos mil pala- bras. Y todos los envíos deberán llegarnos antes del 31 de diciembre próxi- mo, ya que los que sean recibidos con posterioridad a esa fecha no. serán tenidos en cuenta a los efectos del concurso. Dirigir la\ correspondencia a: Redacción de RUTA (Concurso Juvenil de Cuentos), 4, rué de Belfort, TOU- LOUSE (H.-G.) Un jurado designado al efecto, e integrado por los compañeros José Pei- rats, Juan Ferrer y el titular de la Secretaria dé Cultura y Propaganda del C. N. de la F.I.J.L., se pronunciará sobre el valor de los trabajos} recibidos. Y los autores de los tres mejores cuentos se verán agraciados con selectos lotes de libros, donados especialmente por el Servicio de Librería juvenil. ¡Al trabajo, jóvenes amigosl Hay mil temas en nuestra vida... y sola es- peran al autor que les dará a luz. — ¡Hombre! No debe olvidarse que he cometido un terrible asesinato. —¿Un asesinato? Y Orsor. Welles, flemático: —Sí. Yo quiero creer que he asesi- nado a Desdémona. Pero otros pre- tenden que la víctima ha sido Sha- kespeare... LOS NIÑOS PRECOCES Una señora va al mercado con su hijo. Al llegar al puesto de frutas, el vendedor acaricia al pequeño y, bon- dosamente le dice: —Coge un puñado de cerezas, hijo mío. El niño, tímidamente, se niega a hacerlo. —¿Acaso no te gustan las cerezas? — pregunta el vendedor. —Sí, y mucho. El hombre cege entonces un puña- do de ellas y las deposita en la go- rra del pequeño. —Muy bien, querido — dice la ma- dre a su hijo, cuando se han alejado ya del vendedor Me ha gustado mucho tu cortesía al negarte a coger las cerezas. —No ha sido por cortesía, mamá. Ha sido porque la mano del frutero es mucho más grande que la mía... EL DIRECTOR DE «AVANTI» HA SIDO CONDENADO La Suprema Corte italiana ha confir- mado la semana pasada la condena de Mino Sangiovanni, director del diario socialista «Avanti», por insulto público al Papa. «Avanti» había publicado en su nú- mero del 13 de septiembre de 1949 una frase que el Tribunal consideró ofen- siva al honor del jefe supremo de la Iglesia, en tanto que «hombre de Esta- do extranjero».

ROUTE, hebdomadaire ¡NUESTRO orBal Rédaction el ... · a la desintegració la maten d e ria); y el premio de química, tam bién, recompens a loas descubri dores de los dos radio-elementos

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UN TRISTE SÍMBOLO

¡ N U E S T R O orBal T I E M P O

N O s a b e m o s s i q u i e r a si l a n o t i c i a h a de c o n f i r m a r s e . Y a p e s a r d e e s to , n o p o d e m o s p a s a r l a p o r a l t o : v e r d a d e r a o e r r ó n e a , r e a l o s u p u e s t a , e l l a t r a s u n t a — m e j o r q u e t o d o

d i s c u r s o , m e j o r q u e u n a s e n s a c i o n a l d e c l a r a c i ó n of ic ia l — l a p r o ­f u n d a c r i s i s p o r q u e a t r a v i e s a la m e n t a l i d a d d e m o c r á t i c a : c r i s i s d e v a l o r e s , d e s i n c e r i d a d y d e firmeza.

Gr i f f i s , e m b a j a d o r a m e r i c a n o e n M a d r i d , i n s i s t i r í a p r ó x i m a ­m e n t e a n t e F r a n c o p a r a o b t e n e r a l g u n a s r e f o r m a s d e m o c r á t i c a s e n el r é g i m e n e s p a ñ o l . S e h a b l a i n c l u s o d e « c u a t r o p u n t o s m í ­nimos)) , a los q u e el g o b i e r n o d e W a s h i n g t o n c o n d i c i o n a r í a u n a a y u d a e c o n ó m i c a m á s p o t e n t e q u e l a a c t u a l ; c u e s t i ó n d e d a r a E s p a ñ a u n b a r n i z d e m o c r á t i c o — só lo u n b a r n i z , y a lo ve re ­m o s — p a r a t r a n q u i l i z a r l a c o n c i e n c i a d e u n l i b e r a l i s m o a n é ­m i c o .

Y a l l í a p a r e c e l a s i g n i f i c a c i ó n d e l h e c h o ; s e a é s t e d e s m e n t i d o o n o p o r e l t i e m p o , e v i d e n c i a e n f o r m a c l a r a el c o m p l e j o con ­t r a d i c t o r i o e n q u e se d e b a t e l a d e m o c r a c i a : v o l u n t a d d e e x p l o ­t a r t o d a f u e r z a a r t t i c o m u n i s t a , p o r u n l ado , y p r u r i t o d e c o n ­s e r v a r a p a r e n t e m e n t e l a p u r e z a d é l a s l i b e r t a d e s b u r g u e s a s . A u n q u e l a n o t i c i a se a v e r e f a l s a , el s i m p l e h e c h o d e h a b e r s i d o l a n z a d a a l m u n d o p e r i d i s t i c o es u n s í m b o l o d e n u e s t r o t i e m p o ; t r i s t e s í m b o l o , e n v e r d a d , q u e e q u i v a l e a u n g e m i d o d e a g o n í a .

V e a m o s s o l a m e n t e — b a s t a u n e j e m p l o p a r a c a l i b r a r e l t o ­d o — u n a d e l a s c o n d i c i o n e s q u e W a s h i n g t o n p l a n t e a r í a a Ma­d r i d c o m o r e q u i s i t o p a r a a c e p t a r a m p l i a m e n t e a F r a n c o e n l a c o m u n i d a d o c c i d e n t a l . Se t r a t a s i m p l e m e n t e d e « a c o r d a r a los o b r e r o s e s p a ñ o l e s el d e r e c h o d e n e g o c i a r c o n v e n c i o n e s co lec t i ­v a s , lo q u e d i s m i n u i r í a l a h o s t i l i d a d d e los s i n d i c a t o s a m e r i c a ­n o s h a c i a el r é g i m e n f r a n q u i s t a » .

H a b l a m o s a n t e s d e b a r n i z d e m o c r á t i c o , y forzoso es a h o r a r e p e t i r l o . -¿Hace f a l t a a c a s o r e c o r d a r los t r i s t e m e n t e c é l e b r e s c o m i t é s p a r i t a r i o s , p a r a c o m p r e n d e r q u e l a c o n d i c i ó n fijada p o r W a s h i n g t o n es d e t a l l e p e r f e c t a m e n t e c o m p a t i b l e c o n la d i c t a ­d u r a ? ¿ S e p r e t e n d e r á p o r v e n t u r a c o n v e n c e r n o s d e q u e u n a con­v e n c i ó n c o l e c t i v a p r e s u p o n e p o r f u e r z a u n a m b i e n t e d e l i b e r t a d p o p u l a r ?

F o b r e r e q u i s i t o es ése; p o b r e y — d i g á m o s l o b i e n c l a r o — h i jo d e l a h i p o c r e s í a y l a d e m o g o g i a . El s i s t e m a d e c o n t r a t o s l ega l e s e n t r e a s o c i a c i o n e s o b r e r a s y p a t r o n a l e s , fijando c o n d i c i o n e s d e t r a b a j o , fué p r a c t i c a d o e n t o d a é p o c a p o r lz¿ d i c t a d u r a s m á s f é r r e a s : n i M u s s o l i n i n i H i t l e r t u v i e r o n i n c o n v e n i e n t e a l g u n o e n a c e p t a r l o , n i P e r ó n se m o l e s t a e n h a c e r l o d e s a p a r e c e r , n i n i n ­g ú n r é g i m e n t i r á n i c o se p r e o c u p a r á d e e l i m i n a r l o ; n o só lo e s t á l e jos d e s u p o n e r u n e s t o r b o a l p o d e r e s t a t a l , s i n o q u e r e p r e s e n t a p o r el c o n t r a r i o s u m e j o r pos ib i l iad p a r a r e g u l a r i z a r y d o m i ­n a r el c a n d e n t e p r o b l e m a s o c i a l .

El g o b i e r n o a m e r i c a n o s a b e t o d o eso; y, p o r s a b e r l o , h a o b r a ­d o a s í . C o n s e r v a r a F r a n c o e n el p o d e r es s u o b j e t i v o s u p r e m o . 1¿Y q u é m e j o r m e d i o , p a r a l o g r a r l o , q u e m a n t e n e r i n c ó l u m e l a d i c t a d u r a p r e s t á n d o l e a p a r i e n c i a d e m o c r á t i c a ? W a s h i n g t o n t e m e — y é s a h a d e s e r s i e m p r e , p o r f o r t u n a , s u m á x i m a d e b i ­l i d a d — e l j u i c io d e l a o p i n i ó n p ú b l i c a a m e r i c a n a ; d e a h í l a n e ­c e s i d a d d e e n g a ñ a r é s t a , d a n d o a luz « u n n u e v o F r a n c o » d e li­b e r a l t o l e r a n c i a . B a r n i z q u e p o c o c u e s t a y q u e b ien m e r e c e u n a g e s t i ó n <Ut>lom.\iU-M. ' " " « M n M B * ^ * * * ^ * ^

¿ V e r e m o s r e p r e s e n t a r ese n u e v o a c t o de l s a í n e t e e s p a ñ o l ? M a l p o d e m o s s a b e r l o . P e r o p o d e m o s , si , a f i r m a r d e a n t e m a n o q u e e n t o d o s a í n e t e a p a r e c e l a s o m b r a d e u n d r a m a .

FON? A> vtiAoor

UN CUENTO J M » • < <

D©M FERNANDO C ON r.iarcada parsimonia y gestos

estudiados ante el espejo en la intimidad de su alcoba de solte­

ro, levantóse D. Fernando de su sillón, carraspeó ligeramente siguiento el con­sejo de ÍU profesor de elocución, en­juagóse ccn el albo pañuelo las sudo­rosas manos, calóse las doradas anti­parras CÍ n elegancia, paseó una mirada circular sobre todos los asistentes de la audiencin de aquella mañana, con ges­to de seguridad en si mismo, de su-perioridiid mejor, y tras golpear casi imperceptiblemente con los nudillos de sus blancos dedos el pupitre, comenzó a hablar, levemente al principio, para aumentar gradualmente el sonido de su voz que se desparramó pronto por la sala como torrente impetuoso.

D. Fernando, el hijo mayor de don Francisco, iniciaba con seguridad y brillantez su carrera de abogado, para la que se habia prepaado tan intensa­mente, que durante dos horas ininte­rrumpidas explayó ante ios jueces las bellezas de su oratoria nueva, repleta de mil y mil detalles que se le habían escapeido al fiscal en su ocasión, y po­niendo al descubierto hasta las más re­cónditas facetas del problema... pero antes de seguir, es preciso que hable­mos también nosotros de este intere­sante D. Fernando.

Había nacido de la esposa de don Francisco, y por lo tanto h más lógico es que fuese hijo de dicho señor, aun­que éstos son detalles que no tienen excesiva importancia. Durante su in-

ÉLTATOMO campeón del día

La Academia real de Estocolmo ha otorgado hace pocos días les premios Nobel de Física y de Quí­mica correspondientes al año 1951. Una vez más, el átomo ha sido laureado: ya que el premio de física ha ido a dos eminentes colaboradores del célebre Ruthe-ferd (con el cual hicieron impor­tantes descubrimientos en torno a la desintegración de la mate­ria); y el premio de química, tam­bién, recompensa a los descubri­dores de los dos radio-elementos esenciales: el neptunium y el plu-tonium

Lástima que unes y otros expe­rimentos, fruto de laboriosas in­vestigaciones, no hayan dado o*ro fruto que el perfecciona­miento de las armas mortíferas. De la desintegración del átomo, a la desintegración del hombre...

p o r F r a n c i s c o F r a k jancia fué considerado como «el hijo del amo», respetado, saludado, siendo satisfechos la gran mayoría de los ca­prichos que por ser hijo de su «señor pifdre» podía permitirse. Habia quien pinsaba que si su progenitor hubiese sü.'o otra persona, es decir, que sí no hubiese nacido de las entrañas de su «señora mamá», hubiese podido ser un exci lente psón de albañil o un mag­nífico obrero portw:,lo; pero como no está de mru'a que los hijos de bue­na fcmilia se dediquen a arañar la tie­rra o a sacarle brillo a las cacerolas antes de entregárselas a la «mujer de

(Pasa a la página 3.)

&ÚQCün& de la

M J ROUTE, h e b d o m a d a i r e

de La (J¡.7.^.£. PII (fzance

Année V i l Prix 1 5 franes N° 32S£

1 D i c i e m b r e 1951

R é d a c t i o n e l A d m i n i s t r a t i o n 4. n.c Rdfort. 4 — TOl'I.OUSE ffíat.tc-Cartmhe)

QitoJ a tyabío r/k-naú/eé C.C. Postal N' 1328-73 Toulouse (Hte-Gne)

ciLtia edad que ée hueca a ¿i miáma

LOS ESTUDIANTES TROTAN DE DEFINIRSE C o m o lo h i c i é r a m o s l a s e m a n a p a s a d a , r e p r o d u c i m o s e n e s t e n ú - p o r p a r t e d e é s t a , c i e r t a condes*

m e r o f r a g m e n t o s d e l a e n c u e s t a q u e — e n t o r n o a l a s c o r r i e n t e s q u e c e n d e n c i a q u e f a l s e a e l d i á l o g o se p e r f i l a n e n l a j u v e n t u d c o n t e m p o r á n e a —, l l e v a u tal J «Les Nou- P o r e l h e c h o d e m a r c h a r le jos , ve l les L i t t é r a i r e s ) ) . H o y , es u n e s t u d i a n t e q u i e n h a b l a ; e s c u c h é m o s l e , d e l a n t e d e n o s o t r o s , s e c r e e n a u c o n s i m p a t í a , a u n q u e n o n o s s a t i s f a g a d e l t o d o s u r e s p u e s t a .

LA R E D A C C I Ó N .

«...El destino absurdo de todos miento, sin tener tiempo para los hombres de nuestro tiempo es sentir, para pensar, para soñar.. el no hacer lo que desean Núes- Que se nos permita al menos es-tra vida moderna debería ser ma- tar descontentos, si es ése nuestro ravillosa: viajes, satisfaccioínes, desquite. hallazgos insospechados de la »p0r otra parte, ssa dicho sin ciencia; en realidad, todo eso se pasión, la formación que recibí-ve fríamente anulado, sofocado, mos es incapaz de satisfacernos, abolido por la preocupación ma- No somos aventureros, somos di-terial. Cada uno vive en su rin- sidentes. Y estando llenos de bue-cón, trabajando a pleno rendi- na voluntad, no podemos sopor­

tar una educación que tiende a lograr competencia y autoridad a los cuarenta o cincuenta anos...

torizados a predicar, a declamar; para decirlo con otras palabras: no «entran» en nuestras inquie­tudes...»

LA F.S.M. SE LANZA A LA OFENSIVA

Durante la reunión del consejo mun­dial de la F.S.M. (organización inter­nacional que, como se recuerda, rinde culto al paraíso oriental), que se cele­bró recientemente en Berlín (lambitn oriental), los dirigentes han declarado que sus afiliados en todo el mundo preparan una ofensiva «gigantesca».

Tal ofensiva ha de estudiarse con detenimiento en una conferencia econó­mica mundial que la F.S.M. organizará en Moscú el próximo mes de abril. Ella declarará la guerra comercial contra «la economía de agresión anglo-ame-ricana».

Naturalmente, no se mencionan las agresiones de la otra acera. El sindica­lismo comunista mira con un solo ojo... y, púdicamente, corre el telón sobre las escenas indiscretas.

SIMPÁTICA ACTITUD DE LOS BRITÁNICOS

Sir David Maxwell Fyfe, secretario del Interior, ha anunciado en la Cá­mara de los Comunes que la carta de identidad, obligatoria para los ciuda­danos ingleses, será probablemente su­primida.

Adoptada durante la guerra, la carta de identidad había sido mantenida a causa de su utilidad para la distribu­ción de cupor¿s de racionamiento. Pe­ro la opinión pública británica, en su rrzyoría, considera que dicho documen­to constituye un atentado a ¡a libertad individual.

Y asi como tantas veces nos burlamos del ancestral conservadurismo inglés, nos complacemos hoy en saludar una simpática actitud del pueblo de ese país. ¡Bienvenida sea toda rebelión con­tra los tentáculos de la burocracia!

i:l gobierno griego ha anunciado uu las condenas a muerte dictadas

C o n m á s r a z ó n si e s a l a b o r i o s a por los t irbunaies militares, y que co­e d u c a c i ó n p a r t e d e b a s e s q u e juz- ! t responden a crímenes cometidos an-g a m o s h o y s u p e r a d a s . tes del lo de noviembre, no serán eje-

» M u c h o s d e n o s o t r o s h e m o s ve- ícutadas . Dos mil prisioneros se bene-nido a la Facultad de Letras para aprender a escribir o a hablar. Íbamos hacia la palabra, hacia la frase, hacia el estilo, conociendo los poderes y prestigios de la ex­presión en' todos los órdenes de la vida profesional. Pero, sobre ese punto, nadie se ha preocupa­do de formarnos, ni de cultivar­nos el espritu, ni de darle flexi­bilidad. La enseñanza se ha in­movilizado en discusiones nimias y en disputas sobre naderías...

»Si es ésa la sabiduría, quere­mos marchar adelante. El mundo moderno es más vasto y más ten­tador. Existen otras cosas a ofre­cernos, que esos juegos de pacien­cia para profesores en decaden­cia y tradicionalistas a ultranza. Nos sentimos arrinconados en las aulas, y los exámenes son, para nosotros, equivalentes a un trozo de madera o a una .piedra: nos golpeamos contra ellos, nos afe­rramos, sin encontrar apoyo...

»Es en nuestros tanteos, en nuestros titubeos, que buscamos nuestra propia idea de nosotros mismos. En la confrontación y

t i r a r á n con esta medida. . . aunque har- de cont inuar encerrados.

* El vicecónsul británico en Djeddah

(Arabia Saudita) ha sido asesinado. El autor del a ten tado consiguió es­capar . ¿Se t r a t a r á de un crimen con móviles políticos? Estos ingleses tie­nen tan mala fama...

* «La Prensa», de Buenos Aires, que

habia cesado su publicación el 26 de enero por orden del gobierno pero­nista, h a reaparecido. Pero esta vez dirigida por la C.G.T., organización sindical oficialista. Y Perón sonríe...

* Una delegación comercial china ha

llegado a Moscú. Ella estar ía encar­gada de negociar un aumento consi­derable de las exportaciones soviéti­cas para la China «popular». Todo er< familia, na tura lmente . . .

* ((Arriba» ha consagrado un edito­

rial a las relaciones franco-españo­las, en el que aboga por una ((mayor comprensión en t re los dos países». Ha olvidado seguramente que esos re­quiebros empalagosos se desgastan.

tu las relaciones con la genera-1 sobre te do después de haberlos elu­ción anterior, se mezcla siempre, p'eaio con Benito y Adolfo...

y < w » w w w v s CEITI ^^**v^^^^^

D ESNUDOS. En efecto, tales pare­cen ser los lienzos literarios más en boga y cotizables. Sobran ve­

los y pámpanos púdicos. Basta ya de intrigas traídas por los pelos y afectos con afeites; decoros que sólo se man­tienen a base de decoraciones d* car­tón y celulosa, y epílogos del drama humano calcados a lo happy end.

Y si Tartufo no se escandaliza y em­peña en usar gafas rosadas para mirar paisajes tenebrosos, o necesita espejos que deformen su monstruosiiad para enfrentarse consigo mismo, tanto peer para él.

Nada de murmullos oratorios para evadirse, menos aun justificarse a base de razones sinuosas. Dialéctica y teo­logía todo al mismo saco.

La verdad amoral; sin preocupacio­nes utilitarias o estéticas. La verdad objetiva, sea o no fotogénica.

Mostrarse desnudo en sus actos. Ofrecerse sin restricciones; tal cual, con sus instintos y pasiones, con sus sen­timientos y deseos, con sus ideas y ca­prichos. Más allá del bien y del mal. Todo menos el lobo con disfraz de cordero, o el asno con gafas de acadé­mico.

En la caverna del infundio se fra­gua la perdición de la sociedad. Est i se mueve por los empujones que le dan ciertos valores ficticios. Babel en la que nadie se entiende porque muchos ca­llan lo que saben—que otros no más presienten—cuando no dicen lo contra­rio para despistar la caravana en el caótico desierto. Baile de máscaras en el que nadie se reconoce, facilitando

por Plácido BRAVO el engaño, al cual así pueden darle vi. sos de error.

Ser lo que se es. ¿Nada más? Pues ya es mucho, con ser tan poco. Poique lo corriente es ver sombras

de hombres; complejos nacidos de re-(Pasa a la página 3.)

fODOi-

NUEVAS CONJUGACIONES DEL VERBO VOTAR

Según una encuesta efectuada entre los senadores y representantes republi­canos de EE. UU., el senador Taft tie­ne más probabilidades que Eisenhower para la candidatura del partido a la presidencia del país.

Sobre los 196 republicanos del Con­greso americano, 160 han participado en la encuesta. Y, de ellos, 71 han dado sus votos a Taft, 54 a Eisenhower^ 13 al senador Dirksen, 12 a Mac Ar-thur y 5 a Earl Warrn.

No habiendo obtenido nuestra Redac­ción ningún voto, nos abstenemos de to­do comentario.

<J)alakzaá, ftalaktaá...

DERECHO DE GENTES HACE unos días, el presidente Tru- QuUtl Q>íntada

man pronuncio un discurso que, ~ claro está, ha sido calificado de

trascendental, importantísimo, emocio- bien, en cualquiera y en todos los paí-nante... No cabía esperar otra cosa, ses que integran nuestro planeta. Cuando un señor como el Sr. Truman Y no puede hablarse de derecho de habla, los ilusos, y los interesados en gentes cuando ese mismo derecho se conservar el prestigio del orador, se ayuda a pisotear en España, en Argen-apresuran a proclamar las enormes vir- tina, en Grecia, en Portugal... tudes de lo que ha dicho, aunque en ¿ N o ] e d i c e n a d a a j S r T r u m a n d

realidad haya dicho muy poco o no nombre de su protegido Franco? ¿No haya dicho nada. encuentra paralelismo a establecer en-

El Sr. Truman habló. Y tras referirse tr¿ la Busia soviética y la España fran-a la apocalíptica carrera armamentista quista? en términos condenatorios, a pesar de No, no debe encontrar similitud al-que en ella los yanquis parecen tener g U na entre las dictaduras que a él le asegurada la primera plaza, habló del amenazan y las que con él colaboran. derecho de gentes, abogando por que Sin embargo, esa similitud existe, y la éste fuese respetado en los países caí- prueba nos la ofrecen los pueblos que dos bajo la tétrica dominación de Sta- bajo el imperio del totalitarismo viven. l ¡ n - Existe, por igual, entre ellos, ese terror

El presidente de los Estados Unidos t a n reñido con el derecho de gentes, y puso, a decir de algunos, mucha emo- 1 u e a ' Sr. Truman parece molestarle en ción en sus palabras. Pero el señor Vy- ciertos puntos del globo y agradarle en chinski, genuino representante—a pesar otros. Existe ese mismo sistema concen-de su pregonada cortesía—de la san- tracionario. Esa misma «checa». Esos grienta dictadura roja, debió sentirse mismos tribunales. Ese mismo despre-zaherido por las palabras pronunciadas cío a la persona humana que denota por «el primer ciudadano estadouniden- el régimen bolchevique, el régimen se», y consecuencia de ello ha sido el franquista, cualquier régimen de los que, en la primera ocasión, manifestara aue> vitoreando o insultando al señor que el discurso de Truman le había pro-. Truman, mantienen archi-esclavizados a ducido tal hilaridad que durante toda l o s pueblos que los padecen, una noche no pudo conciliar el sueño. Vychinski se ha reído del discurso

No es, amigo lector, muy grave lo «trascendental». Pero también se habrá acontecido. El Sr. Truman se atrevió, r e l d ? en su «trascendental» discurso, a pe-d'rle al lobo que se arrancase los col-nr'llos. Y es hasta cierto punto natural que el lobo, taimadamente, recurriese a la risa para mostrar, una vez más, al mundo, su robusta y amenazadora den­tadura.

Pero existe un aspecto del discurso del presidente yanqui que podría haber­nos hecho llorar de desesperación a quienes nada tenemos de común con el lob? y sus colmillos. Me refiero al derecho de gentes que Truman predica «con emoción» y para el que pide res­peto al dictador ruso. No ha habido lágrimas porque lo grotesco no emocio­na. Y porque la multiplicación de in­justicias exige reacciones más efectivas que esa expresión dolorosa.

El derecho de gentes necesita, señor Truman y señores ilusos, respeto en to­das partes del mundo. No es un obje­tivo a lograr tan sólo tras la célebre «cortina de hierro». Debe lograrse, tam-

PENURIA y restricciones

L OS gobernantes de los países de Europa Occidental, han anunciado casi al unísono1, la adopción de severas medidas restrictivas. Reducción de las importaciones de\ la llamada zona dólar, agravación del sistema tíe

racionamiento, disminución de las facilidades de crédito: tales son, entre otras, las disposiciones que se han puesto o que se van a poner en vigor. Sacrificios, penitencia, austeridad son vocablos que menudean en las páginas de los peñó-, dicos y que se lanzan por el espacio. Después 'de haber pregonado durante mucho tiempo que se había superado la capacidad productiva de la pre-gue-rra y que se bastaban a sí mismos, en estos países se anuncian medidas dra­conianas para restablecer el equilibrio financiero. De golpe y porrazo, el hom­bre de la caüe se encuentra al borde del precipidio si no se imponen solu­ciones dolorosos, pero radicales.

Mucha gente—sobre todo, la que depende de un salario—se pregunta qué es. lo que ha sucedido y, cosa peor, lo que va a suceder. La vida para el trabajador resulta casi intolerable en todas partes. Los que trabajan pagan las consecuencias de las locuras y desatinos que comete el régimen capitalista. Hablar de sacrificio a quienes apenas pueden éivir, representa un escarnio y una broma de mal gusto. Predicar la austeridad a los que se ven constreñid*.i a renunciar cada día a los pequeños placeres que hacen agradable la existen­cia, sólo se les puede ocurrir a los que desconocen—o fingen desconocer—er\ qué condiciones vive actualmente la clase trabajadora.

Los expertos fintancieros—o considerados como tales—hacen desfilar ante nosotros una zarabanda de miles de millones que sólo existen en el papel. Con ello, se intenta persuadir a la gente de que el mal es pasajero y que bastará un nuevo esfuerzo para que la situación vuelva a ser normal. Sin embargo, la aridez del lenguaje técnico no logra ocultar que 'el erario público se enr cuentra en difícil postura y que los paliativos prolongarán el mal, sin lograr curarlo. Para el Vwmbre sin muchos recursos, las elucubraciones de hs espe­cialistas financieros se traducen en realidades tangibles y amargas. Cuando un ministro de Hacienda habla de sacrificios hay que echarse a temblar.

¿Qué causas motivan la crisis presente? No cabe duda que son una' con­secuencia de la pasada guerra. Lo# países que han participado en ella 'han quedado arruinados. Exceptuando, corno es lógico, a los EE. UU. La poten­cialidad económica de este último, le ha permitido hacer dispendios enormes sin que se resintieran sus fundamentos económicos. Es más, su participación en la guerra le ha permitido elevarse al rango de gran potencia mundial. En sus clases dirigentes se ha despertado un expansionismo peligroso.

Muy distinta es la situación en otros países. Inglaterra, por ejemplo sufre, ahora las consecuencias del esfuerzo enorme que tuvo que hacer durante la guerra. Su papel al lado de los Estados Unidos es bien triste. Sus tentativas para recobrar la posición que ocupaba antes de 1939 han sido vanas. Si en determinado momento, los laboristas prescindieron de la ayuda dispensada por *el Plan Marshall, ahora Churchül impone medidas severas en el racionamiento y vuelve sus ojos liaría Washington, implorando nuevos créditos. El propósito autárquico de) desarrollar su comercio en el interior de la zona de la libra es­terlina, no ha impedido que Inglaterra tenga necesidad de la ayuda americana.

Apenas se han apagado los ecos del último conflicto, y ya se empiezan a forjar las armas para una futura conflagración. Tal prueba no hay econo­mía que la resista. Sobre todo en condiciones económicas tan desastrosas ócmb las que estamos atravesando. Sólo hay un buen sistema para resistirla: el de apretar cada día más las clavijas a los que trabajn y producen, hciéndoles la vida cada día más difícil. El procedimiento tiene sus inconvenientes, pero es demasiado tentador para que no se quiera aplicarlo. Al parecer, ese es el camino que se va a seguir, aunque se diga todo lo; contrario y se hable de igualdad en el sacrificio. A pesar de que se quisieran imponer medidas equi­tativas, en el juego de las contradiediones económicas siempre resulta perju­dicado el que menos—o nada—posee. La experiencia de los pasados años de penuria y la lacra del mercado negro son suficientemente aleccionadoras para saber qué equidad puede existir entre poseedores y desposeídos. Como siem­pre, serán los últimos los que paguen los vidrios rotos.

El pánico que reina en las altas esferas financieras deriva del hceho de que el Plan Marshall termina en 1952. ¿Acaso no se sabía esto desde mucho antes? ¿No se había afirmado que esta ayuda era momentánea y que los países beneficiarios debían tender a desenvolverse por sus propios medios? Siendo esto así, ¿a qué vienen ahora las exclamaciones de espanto?

Los acontecimientos confirman que la pretendida ciencia de los econo­mistas burgueses no tiene nada de científica. El sistema que consiste en aumen­tar constantemente las cargas e impuestos para equilibrar el presupuesto no tiene nada de original. A él se recurrirá si, como parece, los EE. UU. se mues­tran en lo sucesivo menos pródigos que hasta ahora. Pero, ¿se puede estrujar indefinidamente a los pueblos sin acabar con su capacidad de resignación y de paciencia? H C. PARRA.

I D ! IIIBüES

fondo el Sr. Truman no se ríe también...

EL DICCIONARIO AL DÍA Un periodista francés, deseoso de

dar clara significación a conceptos demasiado manoseados, h a estableci­do las siguientes definiciciones: ((Aris­tocracia, gebierno de los nobles. Plu­tocracia, gobierno de los potentados. Y democracia, gobierno de los discur­sos...» ¿QUIEN ES LA VICTIMA?

Cuando Orson Welles terminó de ..filmar» su adaptación cinematográ­fica de ((Ótelo» — película en la que él mismo encarna al héroe de Sha­kespeare —, se reunió con un grupo de amigos.

¿Satisfecho? _ le preguntaron éstos.

—Satisfecho en par te , pero también tr is te .

—¿Por qué?

CONCURSO JUVENIL DE CUENTOS Recordamos a nuestros lectores que RUTA ha organizado un CONCURSO

JUVENIL DE CUENTOS, en el que pueden intervenir—sin hacer distin­ción alguna en cuanto al tema—todos los jóvenes españoles exilados.

La extensión de los trabajosa—que, en lo posible, deberán ser redactados a máquina y ,'a doble espacio—, no será superior al límite de dos mil pala­bras. Y todos los envíos deberán llegarnos antes del 31 de diciembre próxi­mo, ya que los que sean recibidos con posterioridad a esa fecha no. serán tenidos en cuenta a los efectos del concurso. Dirigir la\ correspondencia a: Redacción de RUTA (Concurso Juvenil de Cuentos), 4, rué de Belfort, TOU­LOUSE (H.-G.)

Un jurado designado al efecto, e integrado por los compañeros José Pei-rats, Juan Ferrer y el titular de la Secretaria dé Cultura y Propaganda del C. N. de la F.I.J.L., se pronunciará sobre el valor de los trabajos} recibidos. Y los autores de los tres mejores cuentos se verán agraciados con selectos lotes de libros, donados especialmente por el Servicio de Librería juvenil.

¡Al trabajo, jóvenes amigosl Hay mil temas en nuestra vida... y sola es­peran al autor que les dará a luz.

— ¡Hombre! No debe olvidarse que he cometido un terrible asesinato.

—¿Un asesinato? Y Orsor. Welles, flemático: —Sí. Yo quiero creer que he asesi­

nado a Desdémona. Pero otros pre­tenden que la víctima ha sido Sha­kespeare.. . LOS NIÑOS PRECOCES

Una señora va al mercado con su hijo. Al llegar al puesto de frutas, el vendedor acaricia al pequeño y, bon­dosamente le dice:

—Coge un puñado de cerezas, hijo mío.

El niño, t ímidamente, se niega a hacerlo.

—¿Acaso no te gus t an las cerezas? — pregunta el vendedor.

—Sí, y mucho. El hombre cege entonces un puña­

do de ellas y las deposita en la go­r ra del pequeño.

—Muy bien, querido — dice la ma­dre a su hijo, cuando se h a n alejado ya del vendedor — Me ha gustado mucho tu cortesía al negarte a coger las cerezas.

—No ha sido por cortesía, mamá. Ha sido porque la mano del frutero es mucho más grande que la mía. . .

EL D I R E C T O R D E « A V A N T I » H A S I D O C O N D E N A D O

La Suprema Corte italiana ha confir­mado la semana pasada la condena de Mino Sangiovanni, director del diario socialista «Avanti», por insulto público al Papa.

«Avanti» había publicado en su nú­mero del 13 de septiembre de 1949 una frase que el Tribunal consideró ofen­siva al honor del jefe supremo de la Iglesia, en tanto que «hombre de Esta­do extranjero».

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RUTA

P f ÍES RETABLO

GOGOL y su poder descriptivo J . C A Z © R L A =

E L éxito literario de Nicolás Vasilievich Gogol que, al decir de sus críticos —entre los que se encuentra Belinsky, que le consideró el poeta más grande de su época—lo alcanzó, especialmente, por la belleza con la que

este conocido autor ruso describió las costumbres, evocaciones y manifestacio­nes folklóricas de su país. Puédese considerar de excepcional, y tan sólo com­parable al éxito que alcanzara la obra de Alejandro Pushkin, León Tolstoi y algún otro autor ruso, el valor literario de la obra del escritor del que nos dis­ponemos a hablar; aunque, bajo el punto de vista literario, para valorar la obra de cada uno de los autores significados hágase preciso convenir en carac­terísticas distintas y, por consiguiente, distintas razones de éxito.

Al estudiar la obra de Gogol, al leer sus «Cuentos ucranios», «Taras Bul-ba», por ejemplo, vémonos como obligados a aceptar el juicio que los críticos formularon, y las razones que determinaron—según esos mismos crtíicos—el éxito de sus producciones. Empero no podemos sentirnos satisfechos (aunque en parte interpretados) por cuanto en la lectura de las obras de Gogol, iií-dependientemente de haber sido transportados, introducidos, a ambientes y costumbres desconocidas, a escenarios de cautivante belleza, hacia evocacio­nes de mágico colorido, un algo inconcreto, formando parte de sus narra­ciones, constituyendo su propio estilo, formando indisoluble unidad en todas sus obras, nos ha despertado especial atención: su poder descriptivo, un poder descriptivo no circunscrito al personaje o conjunto de personajes que anima, ni especialmente concentrado al ambiente que describe, ni limitado a la evo­cación que pincela. Un poder descriptivo que se inclina—como en reveren­cia de rígido culto—hacia la naturaleza: las aves y las plantas, el celeste azul, los rayos del sol, los pálidos reflejos de la luna... todo se vivifica, todo se mueve, todo se anima—cual alegre y fascinante cortejo—en ciega obediencia a la pluma maestra de un enamorado de la naturaleza...

«La feria de Sorochin»—de «Cuentos ucranios»—en cuya descripción, de bella ingenuidad, se pincela un magnífico cuadro de la superstición y costum­bres del campesino ruso, en la que descubrimos un ambiente atrayente, com­puesto de variedades de elementos desconocidos, en la que los personajes (des­de Salopi Cherevik, paciente, resignado y atemorizado por la violenta autori­dad de su mujer, hasta el hijo de Okrimov, enamorado de la belleza de la hija del primero, junto con el sacristán del pueblo, cortejando la mujer de Che­revik) no son más que peones de los que se sirve Gogol para dar vida a las costumbres que describe.

Completa el autor ruso su descripción de ambiente y costumbres con la descripción (descripción de poeta) del paisaje: «... sólo allá arriba, en la in-> mensidad celeste, tiembla un gorrión y sus argentinas canciones, bajan por los peldaños hasta la enamorada tierra.)'

«... Perezosos y distraídos, como vagabundos errantes al azar, yérguense los robles que rozan las nubes...»

Esta inclinación—que más arriba hemos considerado de culto a la' natu­raleza—introduciéndose en el escenario del ambiente, la encontramos en todos los «Cuentos ucranios» y todas las obras de este autor ruso cuya pluma, ins­pirada por lo bello, consigue fascinamos...

«¿Conocen ustedes la'noche ucrania? ¡Oh, no! /No la conocen! Mírenla bien. Desde el centro del cielo atisba la luna; la inmensidad del cielo se ha dilatado más aún y es más infinita: todo el espacio arde y respira...»

Todas sus descripciones, todos sus relatos de costumbres rusas, en los que el autor se esmera hasta en la descripción del porte de indumentaria del «mujik», la forma en la que éste absorbe el aguardiente, sus preferencias en las bebidas, su forma de conducirse en la calle y en la casa, van acompa­ñadas del decorado magnifícente de la naturaleza.

Las obras de Gogol deben su éxito a la forma con la que el autor de «Almas muertas» sabe penetrar y fundir el escenario de la naturaleza con el cuadro en el que mueve sus personajes: porque al rojo vivo de la casaca del cosaco le introduce los pálidos reflejos de la luna de la noche de Ucra­nia; porque, al igual que al pintor, agrádale fundir los colores dando vida e independencia a cada uno de ellos.

«Un suave resplandor ilumtna el mundo: es la luna que] ha surgido detrás de los montes...» \

Levko, Kamelink, Ganna, Bulba, Ojrin y cuantos personajes creara Gogol, no encuentran su lugar en el libro hasta que el autor les ha dado el ambiente de la naturaleza en el que se desenvolverán.

Lástima que, debido a un impulso diversamente interpretado, no nos sea dado el leer la segunda parte de «Las almas muertas», destruida por las lla­mas, que no lograrán destruir ni su nombre ni la ofrenda que nos dejó en sus inmortales páginas.

SENSACIONES

IÁ SOmUSA PE Pi\SJ H AY en la Sorbonne un cuadro en

el que quiso el pintor fijar en la tela un coloquio, frente a la doc­

ta casa, entre Descartes y Pascal. El primero, de más edad, atento, grave, es­cucha y reflexiona. El segundo, joven, aire de petimetre, mundano; no ha su­frido aún el percance de Neuilly; no ha pasado aún por la tremenda crisis espi­ritual, tras la que escribió ese conjunto de opiniones desconcertantes que son sus «Pensamientos». Refleja Descartes, en su fisonomía, el conocimiento hon­do, mesurado, sereno, de su «Discurso del Método». Da la sensación Pascal del «esprit» francés: vivo, elegante e incisivo a la par. Por asociación de ideas, visitando París, y evocando después, al conjuro de la imaginación, las sensa­ciones experimentadas, reflejo de la «bella Lutetia»; al trazar una fisonomía psicológica de la gran ciudad, se cons­tata que tiene, como un mágico polie­dro, distintas facetas. Y, entre ellas, des­tacan: la que muestra esa «sagesse», esa sabiduría que, a través de los siglos, ha fijado normas al intelecto universal; y esa viveza de ingenio que sabe dar un papirotazo a las preocupaciones, y burlarse de su propia sombra.

¿Que se puede decir de nuevo, de original, acerca de París cuando tantas cosas se han dicho, cuando tan mara­villosas evocaciones se han hecho de la Ciudad Luz? ¿Qué tendrá que ob­servar que ofrezca novedad, el parisino o quien, sin serlo, ha fijado años de residencia en la capital del Sena? Sin embargo, su encanto consiste en esto: en que siempre se le aprecia renovado y atractivo; en que, igual el visitante de unos días que el más sedentario de sus hijos, descubre siempre nuevos encantos. Y ama la ciudad, y nace en él la nostalgia cuando de ella se ha separado.

Bonafoux, como tantos otros, parisi­no de adopción, amaba la ciudad con el arrobamiento con que se ama a la mujer en los años de adolescencia. Y al deambular por sus bulevares, por sus plazas, al vagar por paseos y jardines; al ir oteando el horizonte de la urbe, subiendo hacia Montmartre; conocien­do, en suma, el París grande y monu­mental y el sencillo, humilde y pinto­resco, creía percibir en todo como una sonrisa amiga. Percibía su sensibilidad, la muestra señera de simpatía concebi­da a modo de una transfiguración de cariño, reflejado en los seres y en las cosas.

Ciertamente, pueden influir en el ánimo, cuando se evoca París; o cuan­do, adentrado en su vida, siempre cam­biante, inquieta, el individuo crea un oasis de calma, de reflexión en temo a lo que se ha percibido, pueden influir reminiscencias de viejas y nuevas lec­turas: primero, esa novelería folletinesca de misterio y aventura—pasto intelec­tual de los quince años—y más tarde, la literatura sentimental, romántica, y la de análisis psicológico, frío y preci­so como una vivisección. El París de

los Ponson du Terrail, Gaboriau, Euge­nio Sué y Alejandro Dumas, con prín­cipes románticos, apaches, costureras bonitas y sentimentales, y aventureros de buena y de mala fe. El de Víctor Hugo, con su imprecación de justicia prendida en «Los Miserables» y su cui-

iwc rCNTAUKA dada evocación medioeval en su «No-tre Dame de París». El de la bohemia de artistas indigentes, ilusos, soñadores, y modistillas graciosas, minadas por la anemia, descrito por Murger y celebra-

Así como existe un arte de vivir — André Maurois, al menos, lo ha afirmado—, existe un arte de soñar: arte de eludir momentáneamente la realidad, proyectando sobre ella una luz nueva. Y por nueva, más clara que el dia.

* ¿Pero será una cobardía evadirse

de la realidad? Lejos de serlo, ello supone un paso adelante: sólo los in-cenformistas sueñan, y todo sueño es un afán de edificar nuevos cimientos.

* Podrá mutilarse al hombre, podrá

despojársele de mil atributos, podrá anularse su derecho a vivir. Pero na­die — ni dios, ni la sociedad, ni el diablo — podrá excomulgar sus sue­ños.

* Creo que fué Pascal — u otro, no

importa ahora quién —, el que dijo una vez: «El hombre se hace soñan­do».

Y una nueva cita, esta vez anóni­ma: «Los soñadores son aquéllos que tienen prisa en llegar». Aunque no lleguen — agregamos nosotros. ¿Pero quien puede quitarles el placer de haber intuido la meta?

* Sabemos — y es verdad obvia —

que soñar no basta. Como no basta actuar, ni pensar, ni llorar, ni ale­grarse: cosas todas — como el sueño — que equivalen a elementos indis­pensables en la suma total.

* ¥ para terminar, la 'última cita;

esta vez, de un imbécil: «Soñar no cuesta nada». Si es eso cierto, tam­bién vivir cuesta muy poco: porque vida y ensueño son fases de una mis­ma función, la de dar sentido al hom­bre y al mundo.

YO.

MEDALLONES EUROPEOS

LAS obras de Romain Rolland tie­nen un carácter arquitectónico. Poseen un fundamento, una su­

cesión de pisos y un coronamiento; a la cúspide más alta del edificio fla­mea el blanco pendón de una fe. Así es también Juan Cristóbal: un templo al cual debemos examinar con insisten­cia; debemos penetrar en el laberinto de una conciencia, en la cual se hallan concentradas (como en un microcosmo) los aspectos contradictorios del Occi­dente, sintetizados en la nueva cul­tura europea. Y, después de haber de­ambulado por los diez aposentos tan rióos y animados del ciclo novelístico, Juan Cristóbal, debemos salir y ale­jamos, para poder abarcar en una sola mirada la monumental silueta del tem­plo, de un destino individual que lle­gó a ser un símbolo perfilado en el cielo de las aspiraciones humanas.

Podríamos creer que, para el esfuer­zo solitario de un escritor de la talla de Romain Rolland, Juan Cristóbal cons­tituye una victoria única; es el testi­monio del poder creador y un obsequio legado a los sucesores, quienes verán que (antes de la masacre de los pue­blos de 1914-1918) existían visionarios que presentían el gran peligro, inten­tando evitarlo mediante la fraterniza­ción en el mundo armonioso de las artes.

Pero he aquí que Romain Rolland erigió un nuevo edificio. Nos regaló con una joya, fraguada en el secreto, El Alma Encantada, en siete volúme­nes. Tenemos la impresión que si Juan Cristóbal no hubiera muerto en el dé­cimo volumen, el autor nos lo hubiese puesto de manifiesto en "una nue^/a serie de novelas: la guerra y los años tan trágicos que le sucedieron. Como en un avatar, reencontramos a Juan Cris­tóbal tn Anette Riviére. Después del varón, la mujer. Las dos mitades de la especie humana se fundieron en Juan Cristóbal y Anette, desarrollándose en dos florescencias que son reales e idea­les al mismo tiempo. En cada una de las páginas, sentimos que estos dos héroes vivieron, que viven en nuestro alrededor con sus grandes pasiones, con sus grandes creencias y con sus debilidades, eternamente humanas co­mo también sus dones excepcionales.

Juan Cristóbal y flrielte Por EUGEN RELGIS El Alma Encantada nos convenció

que Romain Rolland no ha pronuncia­do su última palabra. Hay en Juan tóbal. Es Anette, en la que pudieron gico individualismo, con toda su" osadía

gado a ser orgánica en este ser que permaneció mujer, con todo su enér-

Cnstobal figuras femeninas descritas manifestarse todos los sentimientos con de infringir los mandatos de la moral con incomparable delicadeza y com- e s e ímpetu casi monstruoso de las gi- corriente. Anette enfrenta tanto a la prensión. Antoinette es inolvidable. No gantescas flores del Ecuador. Sentí- sociedad humana como al destino obstante, fa taba la mujer, en el sen- mientas, empero, refrenados por una Acepta todas las consecuencias atravie-tido integral de la palabra, la mujer conciencia firme, por una tenaz volun- sa las horcas caudinas de todas las mal-destinada a complementar a Juan-Cris- tad, por una cultura que ya había lie- dades y supersticiones sociales tan sólo

para realizar su propia personalidad, escuchando la voz de su conciencia, a la que siente constantemente cerca de de la conciencia ideal de la humani­dad. Ella es, como se dice, «un hom­bre del mismo tronco», pero que sabe ser flexible en la lucha, frecuentemente abyecta, con los reptiles que tienen fi­gura humana y con la sociedad; la hi­dra de d:ez tentáculos y millares de ventosas. La vida de Anette constituye une serie de fracasos y victorias. El alma compleja de esa mujer, se des­envuelve en una página tras otra, cual mundo ignorado y, sin embargo, reco­nocemos en Anette a la heroína pura, a la que muchos buscaron en vano en­de las miles de muñecas pintadas y entre los maniquíes brutales, utilitarios y cobardes.

En efecto, Anette ante Juan-Cristóbal es como una hermana ante un herma­no. Pertenece a la misma familia es­piritual. Tiene la misma energía psí­quica, el mismo coraje para realizar pensamientos a través de hechos, a trueque de cualquier riesgo: al ser arrastrada a la profundidad por las olas de la tormenta, reaparece, nadan­do hacia el refugio de una previsoria salvación. Porque semejantes luchado-dores desconocen el descanso o la pru­dencia, y ellos sé sacrifican con cada gesto, a cada paso, hasta su gran triun­fo. En el instante de la muerte, Juan-Cristóbal siente que se prolonga en el porvenir: el niño que lleva sobre el hombro, es el vastago que crece del viejo tronco partido por los rayos, roí­do por el tiempo... Preveíamos que éste sería el fin de Anette. El optimis­mo lúcido y voluntario de Romain Ro­lland. es extraído de la sangre y de las lágrimas. Igual que Beethoven, sus héroes son confiados, aun cuando san­gran y lloran: «Del padecimiento, a la alegría».

(Pasa a la página 3.)

j p M C L I E R E = = = = = &iát& pú£

Louis Jouvet Poco antes de morir, el gran actor Louis Jouvet escribió

un prefacio para una reciente edición del Teatro completo de Moliere. De ese trabajo — que bien puede considerarse como el testamento literario de Jouvet —, traducimos al­gunos fragmentos,

...Los héroes de Moliere son ta- ideas en el que viven, nada los les porque han sabido llamar a altera ni nada los disminuya las puertas frente a las cuales y su identidad se afirma cada permanecemos temerosos. No han v e z q u e £ o n representados El tenido ninguna de las debilida- hérce de Moliere «visita» al ce­des, ninguno de los prejuicios que mediante, pero jamás se encarna sufrimos oscuramente. No se han e n é l ; s u naturaleza e s l a d e ^ refugiado en actitudes convenció- irreal » nales y cómodas. Durante su vi- «...Para Moliere, y para el que da, nos ofrecen una existencia li- s a be lerlo o escucharlo, el teatro berada, amplia y complata. El per- es u n medio de evasión, de diver-sonaje es el verdadero revelador s i ó n y d e consuelo; el arte de del acto del teatro; infinito e in- «darse, de perderse y de abando-agotable, se sitúa más allá de la narse » capacidad humana...» „ T " „»_».. . „ „ , * • ,

* _ , , «...Las obras dramáticas sobre-«.Todos los personajes, todos viwein e n l a medida en que se di-

los héroes de Moliere, se definen r i g e n a l hombre, restituyéndole por su imaginación; hombres aban- s u sentimiento humano. Las obras donados a si mismos soñadores d e M o l i e r e h a n g a n a d c i l a p o s t e . abandonados a sus sueños, demen- r i d a d p o r s u c u a I i d a d d € l le ' r a tes que razonan en la demencia l o m á s i n t i m o d e l h o m , b r e p o r

La imaginación es su esencia. Y l a s identificaciones y las simiii-es también el resorte de las ce- t u d e s q u e n a c e n d e l e s p e c t a d o r d e medias de Moliere una de cuyas {m& é u n h o m . b r e d e t o d o s l o s primeras obras se titula «Le Cocu t i e m p o s . como i0áa g r a n p ^ imaginaire» y la ultima «Le Ma- d e t e a t r o > u n a c c m e d J a d e M o l i e . lade ímaginaire...» r e e s u n m e n s a j e , ¡ a confesión de

«...Esos personajes conocen pe- un estado interior. Y también un riódicamente la encarnación. Ca- medio de establecer entre los da época les da una interpreta- hombres una comunicación, un ción que aspira a la novedad, pe- vinculo de simpatía y de amis-ro en el reino inmaterial de las tad: una comunión...»

do por Alfonso Daudet con su fanta­sía de poeta meridional. El de Hono­rato de Ralzac, animado fresco de la ciudad inmensa; reflejo magistral de la urbe y de su hervidero de pasiones. El de Emilio Zola, con su visión de un anarquismo heroico y generoso. El Pa­rís de Marcel Proust, «en busca del tiempo perdido» y recobrándolo en un análisis meticuloso, como al microsco­pio, de tipos vulgares, y de un ambien­te de aristocracia con reminiscencias del recoco. El París de nuestros días, multiforme y tentacular, de un Jules Romains. O el de la «pégre» y de la fauna social más extravagante, refle­jado por los Francisco Careo, Roland Dorgelés o Paul Morand. Queda como un poso en el ánimo: el recuerdo de lecturas; el clisé mental de lo asimila­do. Pero, el placer sensorial, el deta­lle, la nota agradable, el matiz pinto­resco, se capta «en flánant» por la ciu­dad.

Sonrisa de París, que es irónica, me­lancólica, alegre, amorosa, burlesca, in­genua. Está también la sonrisa falsa, la que busca adular, la de rostro es­tereotipado, y que, por lo desagradable, por lo repelente, no interesa recoger. Sonrisas que, en polícroma variedad emotiva, se perciben desde la encan-

(Pasa a la pág. 3.)

LOS GRANDES MAESTROS:

6RCIJZE H AY pocos artistas cuya obra sea

tan evocadora como personal. Cuando se dice «un Creuze» se

ve en seguida un lienzo de colores frescos y seductores, unas cabezas en­cantadoras y juveniles, una piel suave, miradas claras—en ocasiones provoca­tivas como en determinados estudios de bacantes—, cabelleras rubias y labios purpurinos, sobre todo ahora que ad­miramos al pintor mucho más que al creador de escenas sentimentales popu­larizadas por el grabado.

Juan Bautista Greuze nació el 21 de agosto de 1725 en Toumus, pueblo ti-

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POESÍA MODERNA

Por Manuel MACHADO

El ciego sol se estrel la en las duras a r i s tas de las a rmas , Haga de luz los petos y espaldares y flamea en las pun ta s de Las lanzas.

El ciego sol, la sed y la fatiga, Por la terrible estepa castel lana, al dest ierro, con doce de los suyos —polvo, sudor y hierro—el Cid cabalga.

Cerrado está el mesón a piedra y lodo... Nadie responde. Al pomo de la espada y a l cuento de las picas el postigo va a ceder... ¡Quema el sol, el aire abrasa!

A los terribles golpes, de eco ronco, una voz pura, de plata y de cristal , responde... Hay una n i ñ a muy débil y muy blanca en el umbra l . Es toda ojos azules y en los ojos lágrimas.

Oro pálido n imba su car i ta curiosa y asustada. —((Buen Cid, pasad... El rey nos da rá muerte , «ar ru inará la casa, »y sembrará de sal el pobre campo )>que mi padre trabaja.. . nidos. El cielo os colme de venturas.. . »En nues t ro mal , oh Cid, no ganá is nada!»

Calla la n i ñ a y llora sin gemido.. Un sollozo infanti l cruza la escuadra de feroces guerreros, y una voz inflexible gr i ta : ((¡En marcha!»

El ciego sol, la sed y la fatiga. Por la terrible estepa castel lana, al dest ierro, con doce de los suyos, —polvo, sudor y hierro—el Cid cabalga.

(Sin haber poseído la riqueza poética de su he rmano Anto­nio, Manuel Machado supo a veces esbozar un cuadro lírico con viril sobriedad. «Castilla» es un bello ejemplo. Y si la vida del poete no culminó en la heroicidad socrá t ica de Antonio, sólo nos cabe l amen ta r un fin que quiso conformarse con la medio­cridad.)

Vuado cerca de Macón. Su padre era maestro plomero y su madrina, una panadera. Se pensaba hacer de él un acquitecto, pero desde sus primeros años demostró una verdadera vocación por la pintura. A pesar de que se le castigaba y le confiscaban los lapiceros, el niño triunfó de la oposición paterna un día en que presentó como regalo de aniversario un estuche para plumas adornado con la cabeza de Santiago y pintada por él con tal perfección que parecía un grabado. Lo Iicbía hecho en su alcoba, mientras todos creían que estaba durmiendo.

— o —

Los Concourt, hablando de este pin­tor, se expresan así en una página de. sus estudios tan interesantes acerca del siglo XVIII: «El encanto de Creuze, su vocación, su originalidad, aparecen so­bre todo en sus cabezas infantiles. Sólo éstas carecen de las debilidades, falsedades y miserias de color, tan vi­sibles en los grandes cuaúios de Greu­ze: los blancos opacos, la gama gene­ral, a la vez sorda y gris, la dilución de tonos violeta y garganta de pichón, la indecisión de los rojos, la suciedad de los azules, la blandura y el enfanga-miento de los fondos, el espesor de las sombras.

«Desde que la moda ha abandonado estas páginas tan admiradas, diríamos que la luz se ha alejado: es una pin­tura de porcelana que va engrenecién-dose. Pero si nos fijamos en una de esas cabecitas rubias que un rayo de luz des­pierta y el sol acaricia, se siente que la mano, la mano inspirada de un ver­dadero pintor, ha pasado por esas me­jillas teñidas por el pincel con el rojo de la salud, ha bombeado y bruñido esa pequeña frente donde la claridad vive, ha puesto en esa pupila de mi­rada azul el relámpago y el cielo, arro­jado una caricia de sombra bajo la pestaña abocetada, y puesto en el arco de la boca, cercado por las mejillas, un gesto de querubín.

»Nada tan fresco, tan vivo y tan sua­vemente pintado; el tono es tierno y como empapado en el aceite; el empas-tamiento hace florecer la carne al to­carla; el rostro naciente, las formas apenas destacadas parecen, bajo la transparente capa de pintura, temblar como las cosas tiemblan cuando ama­nece. Una vida plena anima esos ros­tros, que nos parece haber visto ya animados con una vida robusta en los retratos de familia hechos por Van Dyck. Pintor de la infancia, Greuze es un maestro cuando toca con el pincel la cabeza de una niña...»

Nadie como él supo pintar la sua-ridad de la carne, la ternura de las miradas; su pincel poseía delicadezas inimitables, su paleta tonos de flores; y por determinadas obras suyas, como la «Bacante», pertenece en absoluto al siglo XVIII, que es la época más bri­llante del arte francés: «el gran siglo», como le llama Michelet.

Ñapóles millonario] ((

Producción italiana. Realización de Eduardo de Filippo. Anima­da por Toto Mario Soldati, Leda Gloria y Cario Nichi.

ÑAPÓLES millonario» encierra, bajo su crítica aparentemente irruptiva, una fuerte dosis de

conformismo, de abdicación, por la re­solución que toma de afirmar que el mundo va hacia el desastre y que no vale la pena intentar nada par salvarlo, pues todo será perfectamente inútil.

Le debemos el testimonio de nuestra admiración en el orden estrictamente cinematográfico, por su magnífica ver­sión del ambiente coloreado de los ba­rrios de Ñapóles y por la exuberancia de lenguaje; por relatar, en fin, con un verismo realmente notable, el carácter y la vida del Ñapóles que no conocen los turistas, pero cuyo esfuerzo, gene­ración tras generación, ha contribuido de una manera directa a la marcha del pensamiento y del arte.

Hay una picaresca italiana como hay una picaresca española; y Ñapóles, en Italia, es el corazón de esta picaresca que sale porque rezuma por todo hasta la saciedad.

El saberlo plasmar de una manera brillante es el mérito principal de la cinta, por no decir el único.

Nos gusta el film y nos disgusta su tesis.

En resumen, una película que poseía todos los elementos de una buena cin­ta y que se ha quedado a mitad del camino; no por falta de audacia, sino por pesimismo.

«Duelo con la muerte»

Producción alemana. Realizada por G. W. Pabst. Animada por Rolf Nauk&ff y Annelics Rein-hold.

E S, este film, un intento de justifi­cación de la Alemania de hoy, y se inscribe en la línea que los go­

biernos de Occidente tratan de seguir desde que han decidido que la fuerza armada alemana les es necesaria.

El tema es simple: una mujer descu­bre, yendo por la calle, al asesino de su marido, un ex S.S., y lo denuncia. Lo detienen y en el juicio se enteran de que se trataba de un antinazi que, pa­ra poder combatir el nazismo, se había inscrito en las fuerzas alemanas—¡y en qué fuerzas!—El jurado se enternece y el buen hombre sale sin mácula y con reverencias del proceso (para mayor ver­güenza de la delatante, que no había por lo visto creído que su marido po­

día haber sido asesinado por el bien de la causa. Afortunadamente, no todo e! mundo es tan impermeable a este género de sutilzeas...)

Una historia ejemplar destinada a tranquilizar la conciencia—por si no la tienen tranquila—de los chekistas de todo orden. ¿Quién se atreverá a juzgar severamente a un hombre que todo lo ha hecho en aras del deber? Y—ahí es­tá el detalle—¿qué sería del deber si su simple invocación no justificase to­dos los crímenes? Si el crimen se juz­gase en su simple dimensión racional, ¡adiós imperios y glorias militares, adiós grandeza!

No, no, seamos comprensivos; lo real­mente inmoral no es el asesinar, es por el contrario el dejarse asesinar... Si no hubiese habido unos desgraciados que se dejaron meter en los campos de la muerte... ¿habría habido crimen?... ¡Veamos, pues, si la falta no es suya!

Esto nos lo dice Pabst; y, franca­mente, creemos que sí, que tal vez sí, que en ciertas ocasiones es un crimen respetar ciertas gentes...

XX.

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RUTA P * g . 3

(&(&wiaá óeléetie&á A V ^ ^ A V W A W V W W W V W A ^

La gota de gasolina PA S O t o d o s los d i a s , p a r a i r a l i n t e r i o r d e l a

c i u d a d , p o r u n a p r i m o r o s a avenid la , a c u y a m i t a d d e e x t e n s i ó n y e n m e d i o d e l a a c e r a

se y e r g u e u n o d e esos a p a r a t o s q u e d i s t r i b u y e n l a g a s o l i n a c o n t a n d o los l i t r o s q u e s u m i n i s t r a n , y, a l ­g u n o s m a r c a n d o el n ú m e r o d e m o n e d a s q u e h a d e a b o n a r el c o n s u m i d o r o c l i e n t e , q u e d e l a s d o s m a ­n e r a s se cal i f ica a l p a g a n o .

E s t o s a p a r a t o s l l a m a d o s p o s t e s , b o m b a s , f u e n t e s d e se rv i c io , o c o m o q u e r á i s , v i e r t e n s u p r o d u c t o p o r u n a m a n g u e r a , m u y i m p e r m e a b l e y m u y flexible, comjo c o r r e s p o n d e a m e r c a n c í a t a n p r e c i a d a . D e s ­p u é s d e t o d o se rv ic io , de l e x t r e m o d e l a m a n g u e r a q u e es m e t á l i c o y c u r v o , se d e s p r e n d e n u n a s g o t a s , que , i n ú t i l e s , s e e v a p o r a n r á p i d a m e n t e .

Y o g u s t o d e ve r c ó m o se p r o d u c e n e s a s g o t a s , y m e p a r o a r e f l e x i o n a r s o b r e su p o b r e s u e r t e , d u ­r a n t e dos o t r e s s e rv i c io s . G o t a s d e d i a m a n t e li­q u i d o , t a n b e l l a s q u e so i s y c u a n p o c o d u r á i s a l a i r e l i b r e , ¡ c u a n r á p i d a m e n t e os e v a p o r á i s ! Cas i sois t a n r á p i d a s e n e v a p o r a r o s c o m o l a b e l l e z a d e l a v i d a , q u e es lo q u e m á s d e p r i s a se e v a p o r a . . .

Y m i r o y r e m i r o e s a s g o t a s ; n o p o r lo q u e s o n e n el c o m e r c i o , e n q u e c a d a u n a n o v i e n e a se r m á s q u e u n a m i l é s i m a d e l i t r o , s i n o p o r l o q u e s o n e n l a filosofía d e l a v i d a soc i a l y p o r l a e n o r m e i m p o r t a n c i a d e s u s u g e r e n c i a .

P o r q u e , ¿ q u é e s e s a g o t o ? ¿ Q u é r e p r e s e n t a ? ¿ Q u é h a y d e t r á s d e e l l a ? E s t e e s e l v e r d a d e r o t e ­m a d e e s t e m o d e s t o e s c r i t o : «Lo q u e h a y d e t r á s d e l a g o t a d e g a s o l i n a » .

Si e n t r a m o s c o n l a i m a g i n a c i ó n , q u e es l o m á ¡ s u t i l y flexible d e l m u n d o , p o r e l e x t r e m o d e l a m a n g u e r a d e se rv ic io , y e n s e n t i d o c o n t r a r i o r e ­c o r r e m o s l a t o t a l i d a d d e l t e r r e n o r e c o r r i d o p o r e l l a p a r a s a l i m o s a l e n c u e n t r o e n m e d i o d e l a ca l l e , g o z a r e m o s d e p a n o r a m a s i n e s p e r a d o s y a p r e n d e r e m o s m u c h a s c o s a s .

L a p r i m e r a g r a n i d e a d e c o n j u n t o s e r á d e obs ­c u r i d a d . O b s c u r i d a d e n el i n t e r i o r d e l a m a n g u e ­r a y e n l a s c o m p l i c a d a s e n t r a ñ a s d e l a b o m b a . O b s c u r i d a d e n el d e p ó s i t o s u b t e r r á n e o d o n d e ve r ­t i e r o n el l i q u i d o l a s g r u e s a s m a n g u e r a s d e los t a n q u e s r e p a r t i d o r e s . O b s c u r i d a d e n el i n t e r i o r d e l a s g r a n d e s c i s t e r n a s m e t á l i c a s r e g i o n a l e s d o n ­d e f u e r o n a c a r g a r los t a n q u e s y a l a s q u e fué c o n d u c i d a l a g a s o l i n a p o r l a r g a s t u b e r í a s p r o ­c e d e n t e s d e l a s r e f i n e r í a s o d e los c o m p a r t i m i e n ­to s e s t a n c o s d e los b u q u e s d i s p u e s t o s p a r a e l lo . O b s c u r i d a d e n el i n t e r i o r d e t o d o s los a p a r a t o s d e l a s c o m p l i c a d a s r e f i n e r í a s . O b s c u r i d a d e n l o s t r a n s p o r t e s , s e a p o r t u b o s , s e a p o r t a n q u e s , d e s d e su o r i g e n , los p o z o s p e t r o l í f e r o s . Y o b s c u r i d a d e n l a s e n t r a ñ a s d e l a t i e r r a d e d o n d e el p e t r ó l e o p r o ­cede , e n q u e , d u r a n t e m i l l o n e s d e s i g l o s e s t u v o t r a b a j a n d o l a q u í m i c a o r g á n i c a n a t u r a l p a r a c r e a r ese p r o d u c t o , pac i f i co e n si y c e n t r o d e m i l v e n ­t a j a s p a r a l a e c o n o m í a u n i v e r s a l , m o t i v o s sufi­c i e n t e s p a r a d e s p e r t a r l a cod i c i a y s e r m o t i v o efi­c i e n t e d e l u c h a s e n c a r n i z a d a s d e e s t a h u m a n i d a d e g o í s t a .

H e a q u í el p a n o r a m a i n m e n s o q u e p o n e d e m a ­n i f i e s t o l a a p a r i c i ó n d e l a g o t a t e m b l o r o s a d e g a s o l i n a a l d e s p r e n d e r s e d e l a m a n g u e r a d e l p o s ­t e d e s e r v i c i o . E n s u c a l l a d a y b r e v e v i d a d e u n a d é c i m a d e s e g u n d o h a p r o n u n c i a d o e s a leve g o t a m i l e l o c u e n t e s d i s c u r s o s , e s p e c i a l m e n t e d i r i g i d o s a l a s J u v e n t u d e s , l a s q u e y a n o t i e ­n e n d e r e c h o a se r i n c o m p r e n s i v a s y d i s t r a í d a s , s i n o a t e n t a s y e s t u d i o s a s d e e s a s s a b i a s filosofías q u e se d e s p r e n d e n d e l a s c o s a s . D e t r á s d e l a g o t a d e a g u a q u e se d e s p r e n d e d e l g r i f o d e n u e s t r a c o c i n a D e t r á s d e l filamento d e l a b o m b i l l a q u e i l u m i n a n u e s t r o c u a r t o . D e t r á s d e l g a s q u e a r d e e n n u e s t r a c o c i n a , d e l c a r b ó n o d e l a l e ñ a q u e l o s u b s t i t u y e . D e t r á s d e l a p a r a t o d e « r a d i o » q u e h a ­b l a y c a n t a . D e t r á s d e l a g o t a d e g a s o l i n a , c u y a t r a y e c t o r i a s e g u i m o s h o y , q u i z á s c o n d e m a s i a d a c o n c i s i ó n . D e t r á s d e n u e s t r o s o m b r e r o , n u e s t r o v e s t i d o , n u e s t r o c a l z a d o , n u e s t r o r e l o j , n u e s t r o s l e n t e s , n u e s t r o r e t r a t o , d e t r á s d e t o d o c u a n t o p o ­d a m o s o b s e r v a r , e x i s t e u n a l a r g a h i s t o r i a , u n l e n ­t o p r o c e s o d e h i s t o r i a y d e c i e n c i a . U n c a u d a l i n m e n s o d e e n s e ñ a n z a s , l a s q u e , r e u n i d a s c o n s ­t i t u y e n lo q u e l l a m a m o s c u l t u r a ; o b j e t o y fin d e n u e s t r a p r o p i a v i d a d e c iv i l i z ados , a t r i b u t o y p r e ­m i o d e los s e r e s c o n s c i e n t e s , g a l a r d ó n d e c u a n t o s se e l e v a n s o b r e l a v u l g a r i d a d p o r m e d i o d e e s a f ó r m u l a m a r a v i l l o s a , a u n q u e fác i l y g r a t u i t a , d e l a Re f l ex ión .

E l g o l p e d e h a c h a q u e el l e ñ a d o r p r o y e c t a con ­t r a u n á r b o l e n el b o s q u e . E l g o l p e d e p ico s o b r e i a t i e r r a L a r e g a d e r a d e a g u a q u e se v i e r t e e n l o s s u r c o s d e l j a r d í n . L a p i e d r a m i s m a q u e l a n z a ­m o s s o b r e l a supe r f i c i e d e l l a g o p a r a a d m i r a r l a be l l eza d e los c í r c u l o s c o n c é n t r i c o s d e o l a s q u e p r o d u c e . T o d o , t o d o , t o d o , t i e n e c o n s e c u e n c i a s p e r ­d u r a b l e s , d e l a r g o a l c a n c e , a c a s o e t e r n a s en l a e s e n c i a m i s m a d e l a N a t u r a l e z a .

Y a v e m o s p u e s l a filosofía t r a s c e n d e n t a l q u e s i g n i f i c a b a l a g o t a d e g a s o l i n a . E s e d i a m a n t e li­q u i d o q u e p a r e c e m i n ú s c u l o e i n ú t i l , s i e n d o , c o m o e s , t o d o u n m u n d o , p o r q u e él e s el r e s u m e n d e m i l r a m a s d e l a s c i e n c i a s h u m a n a s y el m o t i v o d e m i l l u c h a s s a n g r i e n t a s y d e s a s t r o s a s , e spec i e s d e t e m p e s t a d e s q u e se d e s a t a n , n o e n l a a t m ó s ­f e r a , s i n o e n lo m á s i n t i m o d e c i e r t o s e s p í r i t u s a n h e l a n t e s d e p o d e r y d e r i q u e z a .

Q u e s i r v a e s t e s i m p l e e j e m p l o , m i s q u e r i d o s l e c t o r e s , c o m o r e v e l a c i ó n de m i m a n e r a d e e s t u ­d i a r . F o r m a e x c e l e n t e , y e n d o d e lo s e n c i l l o a lo c o m p l i c a d o ; d e l o s i m p l e a lo c o m p u e s t o ; d e l o e v i d e n c i a d o a lo s u g e r i d o . Os o f rezco e l s i s t e m a , o s l o r e g a l o . O s h a g o d o n a c i ó n d e t o d a s m i s a r ­m a s d e c o m b a t e , d e l c o m b a t e pac i f i co d e l a p e r ­f ecc ión . Y a q u e n o p u e d o o f r e c e r o s c o s a m e j o r , a c e p t a d é s t a , que , o s s e r v i r á , a l m e n o s , p a r a s a ­b e r lo q u e h a y d e t r á s d e l a p e r s o n a l i d a d d e l fir­m a n t e d e e s t a s l i n e a s . Y soy. yo q u i e n o s d e b e a g r a d e c i m i e n t o .

A l b e r t o C A R S I .

La hidroterapia i valor cvraiioo del aiva ejemplo, con unas simples compresas de le recomendaron carne cruda hasta el

• , t ¡ e agua caliente seguidas de agua fría, y extremo—¡oh aberración humana—de . (Conclusión)

La hidroterapia (de hidro, agua, , terapia, tratamiento o curación) es la c o n dieta absoluta según los casos, la comprar una máquina para trincharla, ciencia' que trata de la curación de to- curación sería rápida y segura. El enfermo, que empeoraba de día en das las enfermedades por medio del Un magullamiento muscular de un día, murió irremisiblemente, no sin ha-agua. Esta ciencia es muy simple Está hombro por una enorme caída, fué cu- ber dejado la familia en la ruina. a! alcance de todas las inteligencias y rado con compresas calientes seguidas Esta enormidad monstruosa de la de toda persona con un poco de volun- de una fría. Una conjuntivitis vieja de ciencia médica perdura hoy en día en tad. La medicina, toda la medicina na- veinte años, de unos ojos, que hace la mente enferma de mucha gente. Un tural, la única eficaz y que cura (aparte unos quince años fueron operados y día caímos en casa de unos compañe-la tierra, geoterapia y el sol, heliotera- que después de la operación quedaron ros que se atiborraban de carne. Uno

peor que antes, hasta el extremo de de ellos nos enseñó su viente rajado por una operación de apendicitis que días

pia) todo el mundo la tiene en el grifo de su casa. Quien quiera, puede expe­rimentarlo. Para dar una idea de la apli­cación del agua, voy a ilustrarlo con unos ejemplos.

E. T4I I *

nían postrado en cama y que su mé­dico, creyendo aquello pasajero, no se atrevió a ordenarle nada. Como la mu­jer insistió y me tiraba del brazo, con ella me llegué a su casa.

En efecto, revolcándose en la cama con

otros. Ella comió su ración de carne; el resto se la tuvo que llevar. Nosotros no hicimos uso de la carne en-nuestra alimentación.

Esta compañera hace muy pocos días ha sido operada del hígado. Del mismo, le han extraído unas cuantas piedreci-llas. Que me perdonen los compañeros

LA SONRISA DE PARÍS (Viene de la página 2)

De CAdRA A ESPAÑA i n u n n ú m e r o r e c i e n t e d e R U ­

TA, u n c o m p a ñ e r o y a a p u n t a b a l a n e c e s i d a d ( in­

e lud ib l e , d i g o yo) d e p r e p a r a r n o s s o c i a l y c u l t u r a l m e n t e , e n t a n t o q u e j ó v e n e s l i b e r t a r i o s , c o n v is ­t a s a n u e s t r o r e t o r n o a E s p a ñ a . O l v i d a r los d i s t i n t o s p r o b l e m a s c o n los q u e f o r z o s a m e n t e n o s h e ­m o s d e e n f r e n t a r , s e r i a t r a i c i o ­n a r n o s ; o, lo q u e es p e o r , r e h u ­s a r l o s p o r f a l t a d e p r e p a r a c i ó n r e v o l u c i o n a r i a .

C o m o b i e n h a d i c h o a l g u i e n e n e s t a s c o l u m n a s , n a d i e o cas i n a ­d i e d e l a s J J . LL. e n F r a n c i a , s a b e m o s n a d a d e s i n d i c a l i s m o D e r r o c a d o e l r é g i m e n f r a n q u i s t a , p o r e l m e d i o q u e sea , a l c a p i t a ­l i s m o c o l a b o r a d o r d e F r a n c o le s u s t i t u i r á e l c a p i t a l i s m o l l a m a d o d e m o c r á t i c o . S i e m p r e c a p i t a l i s ­m o . E s t e t e n d e r á , c o m o c o n s e ­c u e n c i a lóg ica d e s u r a z ó n d e se r , a a f i a n z a r m á s y m á s s u p o d e r l o y, l ó g i c a m e n t e , t a m b i é n a l a ex ­p l o t a c i ó n d e l h o m b r e p o r e l h o m b r e . Q u e r r á r e h a c e r s e d e s u s « a ñ o s d e d e s g r a c i a » , e n q u e t u v o

p o r a m o el E s t a d o t o t a l i t a r i o d e F a l a n g e , a c o s t a d e l a s a n g r e y s u d o r d e l a c l a s e t r a b a j a d o r a ¿ C ó m o e n f r e n t a r n o s d e u n a m a ­n e r a ef icaz a e s t a e x p l o t a c i ó n , f u e n t e d e t o d o s los m a l e s ?

A m i ju ic io , só lo d e u n a m a ­n e r a . U t i l i z a n d o la a c c i ó n d i r e c ­t a , q u e p r e c o n i z a e l s i n d i c a l i s m o r e v o l u c i o n a r i o d e l a C.N.T. , y a l a q u e l ó g i c a m e n t e i r e m o s a p a ­r a r c o m o c o n s e c u e n c i a d e l a s i d e a s q u e n o s i m p u l s a n . ¿Sabe ­m o s a l g o d e lo q u e e n c i e r r a l a p a l a b r a s i n d i c a l i s m o r e v o l u c i o n a ­r i o ? No, c o m p a ñ e r o s . M i d e s e o d e p e n e t r a r en él, e n t o d a su e s e n ­cia , s e b a s a e n los 50 a ñ o s d u ­r a n t e los c u a l e s l a o r g a n i z a c i ó n c o n f e d e r a l lo h a u t i l i z a d o . Q u e l a l u c h a d i r e c t a , s i n m e d i a d o r e s , h a s i do f r u c t í f e r a p a r a e l p r o l e t a r i a ­d o e s p a ñ o l , n o s lo d e m u e s t r a d e f o r m a p r o f u n d a e l l i b r o L a C.N.T. e n l a R e v o l u c i ó n E s p a ñ o l a . D i c h o s e a d e p a s o , e s é s t e u n l i b r o q u e d e b e r í a s e r l e ído p o r t o d o s los jó ­v e n e s , y e n p a r t i c u l a r los l i be r ­t a r i o s . D e u n a m a n e r a e s p e c i a l ,

(Viene de la página 1) flejos—tal aquel envidioso que el de­seo de otro hizo ambicioso—, voces a coro que no son más que ecos. Seres que no pueden siquiera simular lo que no son, pues nunca fueron nada ni na­die. Muñecos de los que tira cualquier maese Pedro. Parecer o no, lo que im­porta, con o sin apariencias, a priori, es ser.

Ser conscientes de nuestras flaque­zas y de nuestros vicios, de nuestras fuerzas y de nuestras virtudes. En una palabra: conocernos. Sólo entonces se es algo, y sobre todo puede llegarse a ser más.

Porque es muy poco presentar al mártir literario víctima de su sinceri­dad, es decir, con toda su abyecta cruel­dad o con toda su carrera de inmo­ral, y verle condenado luego por otros desalmados con idénticas taras, pero que han sabido esconderlas con sus to­gas, con sus sotanas, o con sus uni­formes entorchados.

Falta el drama de la conciencia. El que seamos todos culpables, como pre­tende el existencialismo de Sartre, puede negar a los jueces el derecho de encausarnos, pero nunca a nuestra con­ciencia de erigirse para juzgarnos.

Sin ideal propio, sin este metro sub­jetivo con que nos medimos, y aun vapuleamos a los demás, es imposible la ascensión. Sin él, la prensa volun-tarista que eleva e impulsa ciertas ac-

QUE? ciones, y reprime y refrena ciertos de­seos nocivos, nunca entra en funciones Sin ello nos quedamos a medio cami­no, entre nuestras bases de partida y la meta a que aspiramos llegar.

Tampoco conviene exagerar la nota. De un extremo a otro, siguiendo el mo­vimiento del péndulo, no es la única forma de no quedarse parado.

Sin recurrir a la hipocresía puede evitarse cierta dosis de cinismo que en determinadas descripciones van explíci­tamente comprendidas. Puede uno ser discreto con lo íntimo, sin que por ello deba encubrir lo que el públie:) tiene derecho a conocer.

Puede sacarse de la ignorancia sexual a los niños sin que se les aguijonee el deseo sensualista. El estudio anatómico de sus mismos órganos, la ciencia o la naturaleza, ofrecen ejemplos elocuentes sin rebasar ciertos límites.

Además, el rico que hipócritamente se hace el pobre, para que no le pidan, es despreciable; pero, ¿qué decir del rico que ostensiblemente muestra sus riquezas, para que alguien le pida pre­cisamente, y acto seguido darse el gozo de negar o comprar? Pues, sencillamen­te, que es igualmente aborrecible. En todo caso, ninguno de ellos es cons­ciente de su pobreza, y lejos, el uno tanto como el otro, de la verdadera riqueza.

PLACIDO BRAVO.

v a d e d i c a d o e n s u i n t r o d u c c i ó n a l a s J J . LL., d e m o s t r a c i ó n cíe lo q u e s e e s p e r a d e l a j o v e n g e n e r a ­c i ó n a n a r q u i s t a .

M u c h o s q u e l e a n e s t a s m a l t r a ­z a d a s l i n e a s se d i r á n : « u n pes i ­m i s t a , u n d e r r o t i s t a e n s u m a , y a q u e s e l i m i t a a d e c i r q u e n o s a ­b e m o s e s t o o n o s a b e m o s l o o t r o , s i n s u g e r i r la f o r m a d e c a p a c i t a ­c ión .» P o c o p u e d o d e c i r p o r q u e p e c o sé; p e r o l a c a p a c i t a c i ó n se l a h a d e a u t o d i s p o n e r u n o m i s ­m o , p u e s l a s o c i e d a d , t a l c o m o e s t á c o n s t i t u i d a , n o s n i e g a cu l ­t u r a . Y p u n t u a l i z a r é .

H a y q u e s u p e r a r s e i n d i v i d u a l ­m e n t e . S i lo e s t á e l i n d i v i d u o , lo e s t á l a c o l e c t i v i d a d . N o p r o p u g ­n o c u r s i l l o s d e s i n d i c a l i s m o , por -1 q u e c o n s i d e r o q u e s a l d r i a m o s s i n ­d i c a l i s t a s e n s e r i e . L o q u e c r e o n e c e s a r i o , y s e r i a i m p e r d o n a b l e n o h a c e r l o , e s p r e p a r a r s e p a r a c u a n ­d o v o l v a m o s a E s p a ñ a , c o n v i s t a s a l a s l u c h a s q u e t e n d r e m o s q u e a f r o n t a r , y a q u e , c o m o a n t e r i o r ­m e n t e d i j e , e l c a p i t a l i s m o t e n d e ­r a p o r t o d o s los m e d i o s a r e h a ­b i l i t a r l a e c o n o m í a , p e r o só lo e n su p r o v e c h o y a c o s t a d e l a s m a ­s a s l a b o r i o s a s d e l a s q u e s o m o s p a r t e i n t e g r a n t e .

L o s j ó v e n e s q u e e s t á n e n E s p a ­ñ a n o p u e d e n i n s t r u i r s e ; n o s o t r o s e n e l ex i l io , si . S i a n u e s t r o r e ­t o r n o a E s p a ñ a n o e s t a m o s ( la F . I . J . L . m á s q u e n a d i e ) e n c o n d i ­c i o n e s d e r e g e n e r a r y e n c a u z a r c o n n u e s t r o c o n t a c t o a l a j u v e n ­t u d e s p a ñ o l a , h a b r e m o s c u l m i n a ­do la o b r a d e l f a s c i s m o q u e p o r t o d o s los m e d i o s h a t r a t a d o ( t r a ­t a t o d a v í a ) d e m a n t e n e r a l p u e ­blo e n la o s c u r i d a d m e n t a l .

Y p o r ú l t i m o , u n t o q u e d e a t e n ­c i ó n a los v ie jos m i l i t a n t e s d e l s i n d i c a l i s m o e s p a ñ o l ; r e c o r d a r l e s que n o h a n h e c h o t o d o , c o n h a ­b e r h e c h o m u c h o . L a o b r a p o r l a q u e h a n p e r d i d o su j u v e n t u d , y su s a l u d m u c h o s , n e c e s i t a c o n t i ­n u a d o r e s . E s a e l lo s , a u t é n t i c o s m a e s t r o s , a q u i e n e s c o r r e s p o n d e h a b l a r n o s d e s i n d i c a l i s m o , exp l i ­c á n d o n o s s i m p l e m e n t e g e s t a s y e p i s o d i o s e n los q u e f u e r o n a c t o ­r e s p r i n c i p a l e s .

A n t o n i o B O T A Y A P A L A C I N .

PARADERO Manuel Cortés (La Gaillardie de Cos-nac, Brive, Corréze) agradecería a quien pudiera informarle sobre el paradero de Abelardo Riera, que en junio de 1951 se enoontraba en St-Paul-Trois-Cháteaux (Dróme).

que menos se le ocurrió a dicho com que hace seis años uno de ellos empezó pañero es que una de las causas de su

Una vez en Valencia, España, una a echar pus, han sido curados con com- apendicitis era principalmente el uso mujer vino a buscarme desesperada, presas de tierra directamente aplica- de la carne en su alimentación. El díciéndome que su marido hacia tres das a los ojos (interponiendo una gasa), continuaba impertérrito en su errpr1. dias que unos dolores terribles lo te- a las sienes y a la nuca. Este trata- Otro día se nos presenta, que venía

miento ha sido completado con baños de fuera, una compañera con mucha de tronco con fricción, como indico carne para todos para en dicho día no más arriba, y con régimen vegetariano, ser una carga económica para nos

En mi primer artículo dije que el que no se curaba era porque no le daba la real gana de curarse. Ahora

y mordiéndose los puños, con unos digo que el que cae enfermo es por-ayes que me impresionaron, había un que le da la real gana de estarlo. En la hombre de unos 35 años. Era por la Naturaleza se encuentran todos los tarde. Del pozo sacamos dos cubos de medios (al natural) necesarios a la con-agua. La depositamos en la galería a servación de la salud y a la restaura-solear media hora, al cabo de la cual, ción del organismo si éste pierde su interesados que me lean. Pero la rea-entramos el «ose a la habitación. Entre equilibrio. Bastaría sólo que el hombre lidad es ésta. El hombre y las familias, dicha mujer y yo, como pudimos, co- se despojara, con energía y con ente- viven en el error y persisten en el gimos al marido y lo sentamos dentro reza, de todos sus prejuicios, de todos error. Las consecuencias son las enfer-del cose de forma que el agua le cu- sus vicios, de todos los mitos que lo medades, los malos humores y la infe-bría hasta el ombligo. Al sentarlo, aquel encadenan a todas las tiranías, a todas licidad general. hombre me miró a mí espantado. Sin las miserias, físicas y morales de que Un poco de Geoterapia, de Hidro-embargo, el solo contacto con el agua actualmente es o se hace víctima vo- terapia y de Helioterapía no estaría de lo calmó al instante. Con una toalla, luntaria. Y esto, yo ya sé, que es mu- más. Ello purificaría un poco también su mujer le friccionó el bajo vientre, cho pedir. Tan grande es el poder que tanto y tanto cuerpo enfermo y tanta del ombligo al órgano sexual. El hom- ejerce sobre el hombre la tiranía de sus y tanta mente anquilosada y esclava bre, todo calmado y como anodado, se costumbres y la tiranía de sus errores, de una ciencia que, aparte el negocio dejaba hacer. Yo le ayudé a ponerlo en Hace unos treinta años, un hermano y los millones que acumula, no aporta la cama. Recomendé a dicha mujer que de mi compañera murió tuberculoso, ningún elemento para paz social y la diera tres baños más a intervalos de tres Para curarlo, los médicos de la época felicidad humanas, horas máximo. Al día siguiente, el mé­dico se vio con la sorpresa de que el enfermo estaba ya levantado. Esto ocu­rría en la calle Cuenca. No doy más detalles por no alargar.

Otra vez, en Cheste, mi pueblo de nacimiento, fui a las fiestas mayores. Mi hermano mayor era músico. Después de un pasacalle vi a mi hermano junto a un grupo de compañeros. Yo me acerqué a ellos. Entre los mismos ha­bía uno con un brazo en cabrestillo. Hablaba de que el día anterior se había hecho visitar en Valencia por un cu­randero que le hizo sufrir enormemente. Le pregunté qué era lo que tenía. Me enseñó el brazo y me dijo que le ha­cía sufrir mucho. Tenía el antebrazo enormemente hinchazo y lleno de pus.. Días antes se clavó un gran espino. Yo le dije que aquello se podía curar fácilmente. Le recomendé un baño de vapor local bastante prolongado del an­tebrazo hasta hacerlo sudar mucho. Después someter el brazo a un chorro de agua fría y que esta operación la repitiera hasta su curación completa. Tres o cuatro baños más.

Al día siguiente yo marché a Valen­cia sin pensar más en el asunto. Volví al pueblo al año siguiente en la misma fecha. Del grupo en que mi hermano se encontraba, después de un pasacalle, se destacó un hombre que vino a mi encuentro. De súbito, se echa sobre mí y me da un abrazo fenomenal. Tan fe­nomenal, que me sonrojé hasta el extre­mo de tomar aquella manifestación de amistad como una ofensa. Ante mi \ex-trañeza, me dijo: «Pero, ¿no me conoce usted?» «No recuerdo», le contesté. «¿No recuerda usted los baños de vapor que me recomendó el pasado año para curarme el brazo?» «Ah, sí», respondí. «Pues bien, al tercer baño que me di, mi brazo fué curado. Sin más médico, sin más curandero y sin más nada».

Amigo lector: casos fiemo éste podría acumularos al extremo. He recomenda­do las compresas y los baños a mucha gente. Muy pocos son sin embargo, los que dan la importancia que merece a esta práctica, tan sencilla, tan útil y tan económica. Si la gente se esfor­zara en saber y aprender: un mal de estómago, una gripe, unas anginas por

DON FERNANDO

(Viene de la página 1)

su casa», el rumbo fué muy distinto. Ya en la escuela, Fernandito obtenía

muy buenas notas, sobre todo desde el día en que ai infeliz de D. Serapio, el maestro del segundo grado, se le ocu­rrió confesarle al papá del muchachito que el niño era más tonto que un al­cornoque. La cólera de D. Francisco

antes había sufrido. Seguramente, lo¡ montó vertiginosamente; su boca em

arbolado o floresta, a pasar un día de aire y sol; olvidando la aguja, el de-

tadoramente ingenua del pequemn, gor- d a , , a g t i j e r a s > y e l r o s t r o a v i n a g r a d 0

dinflón y mofletudo, que, en el Jardín d g « m a d a m e » ¡ a encargada del taller, de Luxemburgo, y en un descuido de L ¡ J d e l < í g a r s d u batiment», que, remo­la mamá, hace aguas menores ai pie v i e n d 0 e i adoquinado de la calle, le del empaque mayestático y altivez pa- d i c e c m r i g o t a s a ] a c r¡ada que pasa y laciega de cualquiera de esas reinas que a l o s p a r v u i i H 0 S q u e > c o n ] a cartera el escultor, con fervor reverencial, cin- abultando más que ellos, van presu-celó en duro bloque de piedra o mar- r o s o s a ] a e s Cuela. La de las alumnas mol, como recuerdo para la posteridad; ¿ y i n s t i tu to , que por el tono declama-a la sonrisa irónica del viejo y canoso t o r i 0 ; c a m p a n u d 0 ) del profesor, o por pesetas; y allí estaba'la mujer"con to-librero de los «quais», leyendo mas li- s u a i r e d e funeral, como un discurso ¿as sus economías de una vida de ira

el

pezó a escupir palabrejas que el diccio­nario no admite y que provocan náu­seas en los castos oídos de las «vírge­nes forzosas» y sus brazos, en cuatro aspavientos, dejaron al pobre D. Se­rapio en condiciones de hacer un gran consumo de árnica. Dos días después, el ministro firmaba una disposición or­denando su traslado a Bilbao, cosa que hubo de hacer en ambulancia por no haber recuperado la plenitud de sus facultades. A partir de aquel momento, Fernandin fué el primero en la clase.

Conforme el niño iba profundizando sus estudios iba enflaqueciendo la bol­sa de su «señor papá», pues mientras al maestro de escuela todo se reducía a una caja de puros y a un avance en el escalafón, con los profesroes de Ins­tituto había que recurrir al frigorífico o al abrigo de pieles para la señora en el día de su santo.

D. Francisco se había propuesto que Fernandin fuese abogado... ¡Y vaya que lo seria! ¡Todavía faltaba ver que no se cumpliese una cosa de (as que él se propusiese! Gracias a él, su hijo sa­bía siempre la solución de los proble­mas que le presentarían en el ejercicio escrito del día siguiente, o las pregun­tas que se le harían en el próximo exa­men oral. Don Francisco era un .divi­no autenticé, de los que tienen cuenta corriente y no como esos pobres dia­blos que se hacen condenar < or i stafa.

Y don Fernando fué abogado. Un lu­joso piso en una magnífica casa de una céntrica calle, con alfombrada escalera y enmarmúladas paredes, recibió pron­to los barnizados muebles, los polvo-vientos libros y la rubia secretaria que iban a formar su bufete. En la puer­ta de la calle, fileteadas letras negras se destacaban sobre brillante placa co­briza.

Y Hegó el primer cliente. Una sen­cilla mujer que había tenido la desgra­cia de que el hijo le resultase muje­riego, jugador, parrandista y falangista. Cuestión de estafa de unos miles de

bros que vende, escuchando la pedan­tesca chachara del cliente engreído, tonto presumido de nacimiento.

El amor que ilumina la sonrisa en los labios de los enarnorados que en al tarde plácida de domingo, a orillas del Sena y en plena campiña, miran el agua que pasa; como en el verso de Suilly Prudhome:

S'asseoir tous deux au bord a"un flot [qui passe,

Le voir passer; Tous deux, s'il glisse un nuage en

[l'espace Le voir glisser;

A l'horizon, s'il fume un toit de chaume, Le voir fumer;

Aux clenteurs, si quelque fleur em-[baume,

S'en embaumer;

Sonrisas de felicidad en el marco de la evocación de Verlaine:

Comme est toujours joli le paysage, París au loín, traste et gai, fol et sage.

La sonrisa alegre, de fraterna cama­radería, del estudiante parisino, a su colega, el negro tostado, del Senegal, y al de amarillo subido, de Yokohama. La de las muchachas bulliciosas, que en la mañana del día festivo, con sus repletas mochilas, marchan al Bosque de Vincennes, o adonde haya campos,

JUAN CRISTÓBAL Y ANETTE (Viene de la página 2) bóveda de entrada de un templo. Dos

En el tercer volumen de El Alma En- figuras a las cuales, sin ninguna dud.i, cantada, Anette llega a la culminación consideramos de la misma grandeza Je de su calvario. Es la guerra de los pue- Ulises o Antigona, de Fausto o Hamlet, blos. En Clerambault, Rolland nos pre- héroes legendarios o superhumanes. senta un alma que llegó a ser héroe a Pero en Anette y Juan-Cristóbal creeré-través del sufrimiento, por haberse atre- mos siempre, por reconocerlos en nos vido a protestar contra la gigantesca masacre de 1914. Pero Clerembault, con su iluminada conciencia, es derribado por la furia de la plebe azuzada. Anet­te sabe afrontarla; soporta la tortura más profunda para una madre: la sepa­ración de su hijo aún ignorante, expues­to en el febril París a todas las tenta­ciones sociales y a todas las cruelda­des patrióticas. Se separa de su hijo, para salvar la fraternidad humana. «Contra esta humanidad presa de odio, que se destroza y ulula mortalmente, ella quiso elevar su espíritu de mujer libre y, sin escoge* entre los hermanos enemistados, abre sus brazos de madre para todos los niños». (Vol. II. «Mere et fils», pág. 138). Por eso, ella hace ver en Suiza neutral a un herido fran­cés y un prisionero alemán, unidos por una grande amistad, a la que no pue­den entender ni las multitudes listas para cualquier sospecha inmunda, ni los «intelectuales» que, frecuentemente, son más bestiales que la gente del pueblo.

Este episodio de la guerra, expuesto en dos tomos, es decisivo para el cono­cimiento del alma femenina, al que cen­tenares de novelistas adulteraron, según los modelos consagrados por el código de las buenas maneras amorosas. Ro-main Rolland nos dio aquí la entera medida de esa simpatía intuitiva y de esa profunda comprensión de la natu­raleza femenina, llenando un vacío que desde hace mucho tiempo permanecía en el fresco de la literatura universal. Desde entonces, Anette ocupó su sitio al lado de Juan-Cristóbal. Dos figuras distintas pero solidarias etfitre sí, igual que las dos columnas que sostienen la

otros mismos en las horas de recogi­miento o en circunstancias trágicas di: nuestra vida.

EUGEN RELGIS.

Sala "ESPOIR" 69, rué du Taur.—TOULOUSE

GALA ARTÍSTICA

patrocinada pot S.I.A., para el DOr MINGO 9 de DICIEMBRE, a las tres y media de la tarde.

«GENTE BIEN» famosa comedia en un acto, de San­tiago Rusiñol, representada por lu Sec­ción teatral «Terra Lliure>.

VARIEDADES MUSICALES (canciones populares, fragmentos de ópera y zarzuelas), a cargo de diversos y competentes artistas cantores.

BALLETS

por la Sección de «dansaires» «Terra Lliure».

«MARINA» ópera de Arrieta, cantada en sus par­tes más importantes por la Sección Co­ral «Terra Lliure». Solistas: compañera Sans (soprano) y compañeros Escriba­no (tenor) y Escudero y lordana (ba­rítonos).

«Speaker», compañero Montiel. Por invitaciones: S.I.A., 50, Allées lean Jun­té» y Maison des SyndiCats C.N.T., Cours Dillon.

de Bossuet, deducen y comentan estado de ánimo del hombre en rela­ción con la cotidiana disputa conyu­gal en su casa.

Sonrisa burlesca la del joven militan­te que, en la ocurrencia de vocear «Le Libertaire» en los alrededores de la Magdalena, o en el plácido barrio bur­gués de Passy, nota el rostro escanda­lizado de estas gentes pudientes, que leen «Le Fígaro» y, naturalmente, con­sideran el anarquismo como uno de los más tremendos monstruos apocalíp­ticos. La del vagabundo parisino, que deambulando por las barriadas, observa cómo, a una hora fija, fábricas y talle­res, inestéticos y grandes como pue­blos, engullen a cientos y cientos de obreros y obreras, como manso reba­ño; en tanto él vive al margen de le­yes, de reglamentación, de sujección patronal; indomable, refractario a todo y a todos. La del mozo panadero, que trabaja en una de las callejuelas, junto a Saint-Germain-des-Prés, y toma dia­riamente café en «Le Deux Magots», conoce a existencialistas de todas cla­ses, y sabe que en el suyo, como en el «Gafé de Flora», se oyen tantas o más gansadas que palabras sensatas por par­te de no pocos que pasan, o se hacen pasar, por intelectuales: cultura con­fusa, como de aluvión, y citas a todo «Vento, de Sartre y Kierkegaard. La del «chanssonier», criado en el arroyo, y que conoce palmo a palmo La Villete y Menilmontant. Sin el énfasis espec­tacular de Bruant, canta con desparpa­jo, en los más populares cafés de Mont-martre, «cuplets» satíricos, a la manera de Charles D'Avray o Leo Champion. La del recitador que conoce todo el repertorio de Jacques Prévert, el re­belde, el poeta iconoclasta del día:

... quand le travaiüeur s'endort il est [bercé par l'insomnie,

et qntand son réveil le réveille il trouve chaqué jour devant son lit la sale gueule du travail qui ricanc, quis se fut de hti.

Melancólica sonrisa la de la soltero­na a las amistades que, como ella, acu­den al pequeño cementerio, donde es­tán enterrados artistas y poetas. En las tardes festivas del otoño, visita la tum­ba de Musset. Lleva consigo un libro ya amarillento, encuadernado en piel. Son las poesías completas del autor de «Les Nuits». La del marinero fluvial, que en la cubierta de la gabarra, quie­ta en las verdosas aguas del canal, «Quai» de Jemmapes, toca el acordeón y recuerda el cambiante paisaje que ha visto viajando a lo largo de ríos y ca­nales. La del viejo, hijo de París, lector asiduo de Huysmans, que paseando con otro anciano, al divisar la torre Eiffel, comenta lo que el autor de «Croquis Parisiens» decía de ella: «La 'orre de Eiffel es verdaderamente de una feal­dad que desconcierta». Y evoca con nostalgia los rincones urbanos que co­noció en su niñez, y que la piqueta de las reformas ha destruido.

París—se dice—es esto, es lo otro, es lo de más allá. Se habla y se es­cribe en torno a lo que tiene de grande y de bello; en tomo a sus pregonados atractivos. Ciertamente, mucho e im­portante se ha dicho y se puede decir de la antigua Lutecia. Visto u oído lo importante, queda aún lo sencillo, lo que llega al corazón, y que puede tener su expresión en una simple son­risa.

FONTAURA.

bajo, dispuesta a pagar lo que fuese necesario para obtener la absolución de su hijo. Don Fernando imaginó un sis­tema de defensa original; estudió con­cienzudamente el caso y se dispuso a ganar fama y dinero en su primera ac­tuación vistiendo la toga.

El fiscal no había sido' excesivamente duro, quizás pensando que era un po­bre diabio qttien se sentaba en el ban­quillo y que su contrincante no era más que un novato en tales lides. Pero du­rante la peroración de D. Fernando, todos quedaron asombrados de su tác­tica y de su originalidad. Mientras que los jueces deliberaban, entre el público se rumoreaba que acababa de inventar­se un nuevo procedimiento de dejen.a, que podría revolucionar por completo la monotonía de las formas conocidas para aplicar la justicia.

Cuando se dio lectura a la sentencia reinaba un silencio sepulcral y los úl­timos CONSIDERANDOS fueron los siguientes: CONSIDERANDO, que el ministerio fiscal ha pedido la aplica­ción de una pena de dos años de pri­sión simple; CONSIDERANDO, que el abogado defensor considera que la pe­na debe ser de un año solamente; y CONSIDERANDO, que el suplemento de información suministrado al expe­diente por la defensa, agrava consi­derablemente la responsabilidad del acusada, CREEMOS que debemos condenar y condenamos al acusado a la pena de cuatro años y un día...

FRANCISCO FRAK.

Festivales en Paris 206,

S A L A S U S S E T Quai Valmy-Métro Jaurés

El sábado 1" de diciembre a las NUEVE de la neche

MOSAICOS ESPAÑOLES presen ta rán un g ran

Gala de varietés Primera par te : El juguete cómico

AMOR INOCENTE Interpre tado por: Fenicia Vivancos, Marina Monllor, José Valls, Cris­

tóbal García, Antonio Mateo.

Segunda par te : Presentados por Antonio Ponce:

Primitivo Laguna, Burillo, Goyita y Clavelito. Leo Champion, José Valencia, Mariano Roen, "Antonio Montilla, Charo Morales, Ray-mend, Cano, Sagrario Ruiz, Cua­dro Aragonés y otros ar t i s tas .

Seguidamente

B A I L E H A S T A LA M A D R U G A D A

amenizado por la orquesta Cotí CERDA

—0— El 25 de diciembre 1951

en la misma sala FESTIV/VL INFANTIL

presentado por MOSAICOS ESPAÑOLES

Journal imprimé sur les presses de la SOCIETE GENÉRALE D'IMPRESSION (Coopérative Ouvriére de Production) Sidge social : 26, rué Buffon, Toulo- ¡e

Atellers 61, rué des Amldonnlers

Page 4: ROUTE, hebdomadaire ¡NUESTRO orBal Rédaction el ... · a la desintegració la maten d e ria); y el premio de química, tam bién, recompens a loas descubri dores de los dos radio-elementos

LA TRflDKIONlOPILílR y la parlamentaria

N O hace muchos días atrajo mi curiosidad una carta abierta dirigida a a un periódico londinense, en donde un taxista, por afán de revelar una novedad, daba cuenta de un servicio que había prestado a un

subdito chino en ocasión de un funeral. Fué requerido el taxi para que siguiera al féretro. Nadie usó el vehículo. Cuando la comitiva llegó al ce­menterio, se le advirtió al chófer que aguardara fuera del recinto. Quince minutos después, salieron los familiares y amigos del finado y andando re­gresaron a casa; el taxi, una vez más, siguió al personal sin que nadie se aprovechara del mismo. Al reclamar su cuenta y comprobar con asombro que se le abonaba ésta con creces, el taxista no pudo contenerse y pre­guntó cuál era la idea de llevar un taxi vacío durante el entierro. A lo que respondióle el subdito chino: «Es costumbre china, en estas ocasiones, llevar un coche desocupado para que pueda ser ocupado por los espíritus de los antepasados del finado».

Cuando con motivo de las fiestas de San Fermín,' la prensa británica daba cuenta de que en el encierro de los toros había habido muertos y numerosos heridos en Pamplona, muchas personas se admiraban de que ta­les costumbres no sólo se autoricen, sino que, además de protegidas, tienen raíz popular y se conmemoran cada año.

Viene a colación una y otra cosa por el hecho de haberse conmemora­do en ésta varios acontecimientos de carácter popular y político, durante el pasado mes de noviembre. Lo que demuestra que, con arreglo a las con­diciones temperamentales y culturales de cada pueblo, éstos tienen y acep­tan lo suyo como cosa mejor. Es indudable que la religión y la política, a través de algunos siglos de perseverante actividad, han creado este atedio ambiente popular que es motivo de examen por unos, de aprobación por otros y de crítica razonada por los menos.

En unos países ha creado la religión supersticiones y divinidades, y, en otros, ignorancia, condiciones indispensables para la consolidación de aquéllas. Es sin duda alguna una inmensa desgracia la que soportan esas gentes crédulas.

Con diferentes ribetes, no son menos exageradas las costumbres de otros países, cuya tradicional forma de presentación y sostén son en toda circuns­tancia auspiciadas por el Estado. Algunas de las escenas de la tradición del «uso» en los medios aristocráticos, asi como la metódica regulación de «partys» familiares en donde sa conserva con satisfacción el rito y el ritmo

por GERMEN de la elegancia victoriana, son cosas en verdad inofensivas. Sin embargo, denotan un apego al deseo de mantener la división entre las clases que componen la comunidad de un pueblo. La indumentaria es casi fundamen­tal; es notoriamente reglamentaria en solemnidades deportivas o sociales. ¿Y qué diría o pensaría un enamorado de la evolución y del modernismo a ultranza, si al llegar a este país, presenciara en numerosas sesiones de los Sindicatos, al presidente de Mesa, siempre el mismo, por años y años, lle­vando su clásico hongo? Lo segundo es simplemente una cuestión de cos­tumbre que, con el tiempo, el extraño deja pasar sin sorprenderse. Es decir que se hace a ello, con la misma indiferencia que ve cruzar por su lado en la calle a un anciano con el uniforme de pensionado en Chelsea y con el pecho cubierto de medallas logradas durante la guerTa de 1914-18. De ello, hay que deducir que es producto del propio patriotismo de quienes, al sa­berse inútiles físicamente, se consuelan con pertener primero a la British Legión, y asegurar después, mediante su muestrario de condecoraciones que, en su día, fueron tan determinantes en el exterminio del semejante, como lo puedan ser los jóvenes de la actualidad.

— o —

Hace dos años resultaron algunos niños muertos como consecuencia de unos fuegos artificiales en la noche del 5 de noviembre. Como en años an­teriores, esta vez los bomberos tuvieron que acudir en Londres a ciento cin­cuenta fuegos que amenazaban incendiar viviendas cercanas, y centenares de pequeños tuvieron que ser asistidos en los hospitales para ser curados de quemaduras en las manos y en los ojos. Casi toda Inglaterra conmemora esa fecha desde hace 346 años. En las hogueras cuelgan y queman a un muñeco simbolizando a Guy Fawkes, el célebre conspirador católico que en 1605 y, justamente en esa noche, fué descubierto como lider del complot para volar con dinamita el Parlamento ingléés.

Esa historia del «Gunpowder Plot» es la que se conmemora simbólicamen­te año tras año. En todas las calles, en cada rincón de Inglaterra, las ho­gueras se mantienen hasta el amanecer. Al día siguiente acude el monarca británico a la sesión inaugural del Parlamento, más por tradicional espec­táculo que por eficacia, no sin antes haber sido registrados los sótanos del Parlamento y comprobar si no existen barriles de explosivos. El rito se man­tiene con seriedad y solemnidad agradable por parte de legisladores y fun­cionarios. Gobierna en todo ello un espíritu de satisfacción y deber a cum­plir por parte de los interesados que no parece extinguirse con la evolución del tiempo. A mi juicio, es un contraste evidente con el propio sistema so­cial y cultural, en adelanto con el de la mayor parte de naciones europeas.

La monarquía en sí, es un régimen mantenido por tradición desde el año 802 y la mayor parte de la jurisprudencia actual tiene raíces centena­rias, sin que nada parezca demostrar que pueda calcularse revisión alguna. En el trato parlamentario, en loj debates jurídicos, en las solemnidades uni­versitarias y judiciales, el porte, los tonos, las leyes y la indumentaria se rinden a la tradición británica.

Nada tiene de asombroso para los ingleses que, al hacerse cargo un nuevo gobierno de los destinos del país, como ha sucedido recientemente, los mi­nistros reunidos en solemnidad extraordinaria en Buckingham Palace, corre­ligionarios de partido y amigos en la vida privada por demás, se besen mu­tua y respuetuosamente las manos; como tampoco es novedad alguna el que, por prurito persenal o por originaliadd, exista la competencia entre los dipu­tados para lograr entrar el primero en el nuevo Parlamento. Ello viene a justificar el hecho de que algunos, en divesas ocasiones, han llegado a la puerta cerrada de la antesala que da al salón de sesiones, la noche antes. Cuando menos, logran que sus nombres aparezcan en ¡a prensa, tal vez primera y posiblemente por única vez, en la carrera de diputado.

Las últimas sesiones han corroborado mis pronósticos de que el Parla­mento daría movidos espectáculos. Después de plantearse las intenciones gu­bernamentales en desnacionalizar las industrias; y de amenazar los conser­vadores con restringir el actual racionamiento de alimentos, llegó el esperado debate sobre las vacaciones, las cuales aprovechará el primer ministro inglés para entrevistarse con Truman y posibilitar una reunión de los cuatro gran­des. Y como la ocasión la pintan calva, míster Attlée tuvo la oportunidad, en nombre de la oposición, de censurar este atrevimiento de irse de vaca­ciones en instantes tan graves para Inglaterra como los actuales.

Mr. Webb, ex ministro de Alimentación y diputado laborista, aprovechó por su parte la hora del debate que presentaba el actual encargado de Ha­cienda, para apuntarse un tanto. «No es la comida a sustraer al pueblo, sino el petróleo para los viajes de recreo y el tabaco, aparte de otros artículos de lujo»—dijo el ex ministro. La oposición se deleitó con la salida de Webb.

El propio lider de la oposición ha solicitado una sesión destinada a dis­cutir este problema, en donde con tales argumentos, los laboristas pro­pician recoger parte de las simpatías que perdieron en los últimos momentos de su gestión gubernamental, ya que desde 1945, es este año la primera vez que el pueblo inglés no tendrá extra racionamiento con ocasión de las Navidades. De no hallar Lord Woltan justificaciones a este primer proyecto sobre la comida que dan los conservadores, el Partido Laborista tendrá la sartén por el mango en esa ocasión, puesto que fueron los propios «tories» quienes, en su manifiesto electoral, abusaron de la situación para declarar que las mujeres tenían que ir de un lado para otro, para encontrar un poco más de cada cosa. Lo mismo sucederá este año, posiblemente por Navidad, ya que según el propio Butler, encargado de la Economía británica, para nivelar la situación y hacer frente a la crisis, Inglaterra volverá, en lo que a alimentación se refiere, a los años de la última guerra. El tiempo, y con él nosotros, seremos testigos del futuro del pueblo inglés que, por tradición también, acepta resignadamente toda medida gubernamental, aunque en la intimidad las critique sin piedad alguna.

0T0M0NTAJE INTERNACIONAL

R.cw S U M A R I O : P R O P O S I C I O N E S A LA V I R G E N . — EL E S T A D O P L U R A L . — LA P I P A Y EL CIGA­

R R O . — U T I L I D A D DE LA E L E G A N C I A — K A R A G A N D A NO E N V Í A D E L E G A C I Ó N .

— O F E N S I V A MUSICAL. — EL M I S T E R I O S O D I S C Í P U L O .

Nuestro siglo — y tomen note los escépticos de toda laya — es prodigo en milagros. Fortaleza vo­lante, bomba atómica, lanzallamas, cerebro elec­trónico: he ahí varios ejemplos — sin citar penici­lina y cortesina, menos sensacionales — que evi­dencian el renaciimiento del milagro.

Pero, por si fuera poco, «L'Osservatore Romano» se encarga de presentar nuevos argumentos que echan por tierra el determinismo de la ciencia atea. En un articulo de la semana pasada, el pe­riódico del Vaticano ha confirmado las declara­ciones del cardenal Tedeschini — pronunciadas, como se recordará, en el santuario de Fátima —. según las cuales el Papa asistió, en octubre y no­viembre de 1950, a un sorprendente prodigio en les jardines de la Santa Sede: el sol hizo extra­ñas cabriolas y se adornó con un circulo negro de fabricación desconocida.

«Santa María se muestra a veces en los dias más graves de la historia de la Iglesia» — con­cluye el órgano católico, después de describir pro­lijamente los detalles del milagro sacro-fisico-astronómico. E incita dulcemente a todos los humanos a «implorar con renovado fervor esas gracias de misericordia que la madre de Dios ha prometido al mundo penitente...»

Amén, amén, amén. Pero nos permitimos suge­rir a la virginal madre, con el más humilde res­peta, que convendria no perdiera su precioso tiem­po en bromitas solares. El mundo entero, cree­mos, preferiría una intervención divina de otro orden; no ya de estrategia astronómica, sino de estragia humana: ¿por qué no exterminar el vi­rus de la guerra, por ejemplo, o anular al menos las inundaciones italianas?

Tome nota Santa María de nuestro ruego, y obre en consecuencia.

II Los uruguayos no se conforman con un solo pre­

sidente. Puestos ya en el plan de ser conducidos, se inclinan por un quinteto de mayorales en lu­gar de un único conductor. Colectivización del po­der ejecutivo, socialización del sillón presidencial: llámese como se quiera, pero los uruguayos suspi­ran por un Estado pluralista.

Efectivamente, el presidente Martínez Trueba convocará a un plebiscito nacional para decidir o no la revisión constitucional, en el sentido de abolir el actual sistema del ejecutivo, reempla­zándolo por un consejo federal según el modelo suizo. Tal reforma haría desaparecer el presiden­te de la República otorgando sus poderes a un «colegio» reducido de magistrados que serían de­signados en elecciones directas

El proyecto no es nuevo en Uruguay, ya oue desde los tiempos del extinto presidente Batlle se había formado una corriente favorable al sistema colegialista; pero ninguno de los referendums rea­lizados hasta la fecha — el último fué en 1946 — dio la mayoría necesaria a dicha tendencia

Esperemos ahora los resultados. ¿Conjugarán los uruguayos el verbo presidir en singular o en plural? La reforma, en el fondo, no cambiaría mucho las cosas; porque un decreto, «colegiado» o no, es siempre un decreto...

ni La prensa soviética tiene — como las hábiles

cortesanas — una coquetería hecha de misterios. Si hay un arte periodístico de informar, hay tam­bién un ar te de callar, y la «Pravda» domina a la perfección tal ciencia.

Los comentarios de la prensa del Kremilin en íarno a las recientes elecciones británicas ha si­do, en su conjunto, de una moderación sorpren­dente... respecto a los conservadores. Mientras Attlee y sus amigos eran calificados de «perros de guardia del imperialismo británico», la victo­ria de Churchill no levantó en Moscú ninguna ola de injurias, como los observadores esperaban: «Pravda» se limitó a constatar, simplemente «el triunfo de los conservadores con W. Churchill a la cabeza», absteniéndose de iodo comentario iró­nico o insultante.

Hasta el mariscal Beria, en el tradicional dis*-curso del 6 de noviembre pasado, no mencionó s i - ' quiera las elecciones inglesas: la figura del hombre del cigarro fué pasada por alto. Y cabe ahora pre­guntarse, ante una reserva tan inhabitual: ¿ise tratará de una consigna, de un compás de espera, de una maniobra?

No nos sorprendería ya un repentino idiho en-ter Stalin el Grande y Churchill el Grueso. ¿Re­surrección de Pos*dam y Teherán? ltiAimorios en­tre la pipa y el cigarro? Hay afinidades tan ex­trañas en nuestra época...

IV El general Eisenhower, nuestro viejo amigo

«Ike», es uno de los diez hombres más elegantes de Estados Unidos. Tal es lo que se desprende de una lista confeccionada por la Asociación de sas1-tres americanos, que aspira a designar con auto­ridad profesional los más perfectos Pe troníos del país.

En dicha lista, además de Eisonhower, figuran Vincent Impellitteri y M Vinson: alcalde de Nue­va York, el primero, y miembro de la Suprema Corte de Justicia el segundo. Acheson, en cam­bio, no ha merecido la atención de los jueces.

¿Enseñanzas a extraer de todo esto? La función pública no tiene nada que envidiar a la actividad cinematográfica, en cuanto a la procreación de tipos masculinos de elegancia: no sólo en Holly­wood están los «boys» codiciados. Y lástima es que Traman haya quedado apartado de la competi­ción, sin conseguir emular a su probable adversa­rio presidencial: existiendo el sufragio femenino, la elegancia no está nunca de más en un can­didato...

Hace pocos dias, los periodistas que escuchan pacientemente la lectura de los boletines publica­dos por el secretariado de la O.N.U. — ¡oh, mono­tonía de los documentos oficiales! —, parpadea­ron repetidas veces y se miraron con mutua sor­presa al conocer el contenido de uno de ellos.

Y no era para menos. El boletín, cuya seriedad proverbial se reconoce unánimemente, anunciaba que en una próxima sesión de la Asamblea haría uso de la palabra el delegado de Siberia...

El estupor de los periodistas, naturalmente, fué mayúsculo. ¿Se trataba quizás de una delegación extraoficial? Y algunos llegaron a afirmar, con la mayor seguridad, que los habitantes de Kara-ganda habían logrado enviar una representación clandestina...

Pero la emoción y las diversas interpretaciones duraron poco. Un funcionario onuense, enterado del asunto y de sus repercusiones, se apresuró a informar que todo el problema nacía en un error de dactilografía: una empleada distraída, al co­piar el comunicado, había puesto una «S» en lu­gar de una «L». Y la presunta delegación de Sibe­ria era simplemente la delegación de Liberia.

Falsa alarma: Karaganda no había enviado re­presentante alguno. Seguía siendo Vychinski su delegado permanente...

VI Perón es un personaje ya habitual en nuestro

fotomontaje: semana iras semana nos vemos obli­gados a dedicarle un saludo, un recuerdo o un mensaje. Y, para no romper la tradición, hagá­moslo hoy también.

Por una disposición del gobierno argentino, las emisoras de radio de aquel país deberán aplicar «matemática nacionalista» a la música que trans­mitan en el futuro Para decirlo en términos más claros: el 50 % de la música radiada deberá co­rresponder a obras escritas por autores argen­tinos.

¿Beethoven, Wágner, Chopin? Extranjeros de lejanas tierras, e indignos por lo tanto de los pa­triotas oídos argentinos. «La Cumparsita» es más ortodoxa que la «Novena Sinfonía», y los valses de Strauss deberán ser desplazados por las vida­litas gauchas...

¿•Quién duda de que Perón es el campeón de la lucha anti-imperiálista? Arma del día: la ofen­siva musical con tarifas aduaneras.

VII En un articulo consagrado al tercer Congreso

troitzkysta, «Borba», órgano oficial del partido co­munista yugoeslavo, dice lo siguiente:

«Ese congreso se ha situado sin equivoco posible en la órbita de la hegemonía soviética, demos­trando la hostilidad del trotzkysmo a la cons­trucción socialista en Yugoeslavia.»

Este enérgico golpe de Tito a los discípulos de Trotzky — golpe que no revela ningún cambio de posición con respecto a los últimos tiempos —, servirá para convencer a los ingenuos que afir-miaban todavía la posibilidad de una «alianza in­mediata» entre una y otra corriente comunista disidente del Kremlin.

El.tantas veces anunciado matrimonio no se ha formalizado: ni el novio se empeña, ni la novia accede. Cada cual en su casa — suponiendo que la tengan, lo que ya es suponer — y armas en banderola.

Amigo Marx: ¿quién es tu discípulo predilecto, el encargado de fundar la verdadera iglesia?...

A ALEMANIA ACiUAl

¡Fascistas de lodos los países, unios! El trabajo que insertamos hoy en nuestra página de actualidad

internacional, forma parte de un documentado estudio que, escrito por Antonina Vallentin, vio la luz hace escalas semanas en una re­vista mensual de lengua francesa.

El neo-fascismo alemán queda allí analizado en forma sutil y pro­funda: el peligro del hitlerismo, muerto ya Hitler, tiene una trágica evidencia Y bien vale la pena reflexionar sobre esta candente cues­tión de nuestra Europa, cuestión que desborda el marco de un pro­blema exclusivamente alemán.

No hay ya fronteras, cuando el fascismo las derriba... LA REDACCIÓN.

OCURRIÓ esto hace algunos meses en Heidelberg. Un mitin fué or­ganizado por el S.R.P. (vale la

pena retener las iniciales; ellas signifi­can: Partido Socialista del Reich), y co­menzó con un coro que entonó el him­no nazi, la marcha de Badenweiler y el saludo alemán. Y delante de este au­ditorio, brazos derechos en alto—espec­táculo terriblemente familiar—, el ora­dor del día, un cierto Walter Koerber, lanzó la consigna del día: «Fascistas de todos los países, unios».

¿Maniobras de un pequeño grupo de irresponsables, o anticipo de futuros acontecimientos? No debe olvidarse que las primeras reuniones de los fanáticos que rodeaban al oscuro agitador Adolfo Hitler, parecían también ridiculas a los más perspicaces dirigentes de la Repú­blica de VVeimar. Y hoy, ni siquiera nos encontramos frente a los primeros tan­teos del S.R.P.: en las elecciones de la Baja Sajonia, en el mes de mayo, el partido ha obtenido un éxito tan no­torio—900.000 votos junto con los par­tidos de derecha afines—, que el go­bierno de Bonn se alarmó, declarando que «no tolerará una repetición de los acontecimientos que, por un abuso de métodos democráticos, condujeron en­tre 1930 y 1933, a la destrucción de la democracia».

Durante estos últimos años, el S.R.P. ha cambiado varias veces de nombre. Su inspirador principal sigue siendo el general Remer. Algunos periódicos li­berales de Alemania escriben todavía «general» entre comillas. Remer, en efecto, debe su rápida carrera al agra­decimiento particular de Hifler, ya que fué dicho militar quien, estando a la cabeza de las tropas de Berlín, repri­mió la sublevación de los generales, golpe de Estado previsto después del atentado del 20 de julio.

Los miembros del S.B.P. y grupos afiliados se reclutan entre los «déclas-sés» y, en especial, entre los antiguos miembros del partido nazi que no han podido abrirse nuevo camino. Pero tam­bién consigue adherentes entre los in­satisfechos, entre aquellos que ven eva­porarse su modesto salario y disminuir su poder adquisitivo.

Alberto Einstein, desde el primer síntoma del renacimiento fascista, lo denominó «la revuelta de los vientres vacíos». El mismo fenómeno se repite hoy. Y se repite—por una de esas con­tradicciones propias de Alemania—, no a consecuencia de un declive en la cur­va de la prosperidad, como en la cri­sis de 1929, sino en pleno desarrollo industrial, en una ola ascensional de

la actividad económica. La producción industrial alemana, en efecto, ha al­canzado en su conjunto un 132 por 100 en comparación con el año 1936. Pero esta misma prosperidad, de la que dis­fruta solamente una pequeña minoría, acentúa las diferencais de clase.

Delante de las vitrinas donde luce una riqueza espectacular; delante de los hoteles y restoranes de lujo; delante de las filas de automóviles relucientes y nuevos; delante de todo lo que exis­te en una abundancia provocante y todo lo que se mantiene inaccesible, la pe­queña burguesía, exasperada, aumenta su resentimiento y basca los responsa­bles.

A partir del proceso de Nureniberg, todo lo que ha sucedido en los últimos años ha confirmado ese resentimiento alemán, profundizando el sentido de una injusticia cometida, provocando clamores en pro de una rehabilitación. Rehabilitación. Esa palabra aparece ca­da día con más frecuencia en las bo­cas alemanas; y adquiere cada día tam­bién el valor de una consigna. Consigna de aquellos que, como los partidarios de Remer, se proclaman miembros del «mismo grupo sanguíneo que los na­zis».

Los herederos de Postdam, como los de Berchtesgaden, no ignoran que los fascismos de toda índole se apoyan mu­tuamente de una manera oculta y que, al ejemplo de un líquido verlido en vasos comunicantes, alcanzan en todos los sitios del mundo nivel. Y ese i ivel aumenta cada día...

Aqui no ha pasado nada Nos abstenemos esta semana

— y nc es la primera, por cier­to — de comentar los profusos y confusos debates que se suceden en la sexta Asamblea de la O.N.U. El lector sabe ya lo esencial: Acheson odia las armas, Vychins­ki las aborrece. Edén las detesta; Acheson adora la paz, Vychinski la ama. Edén la idolatra. Y todo ello mientras EE.UU., Rusia e In­glaterra se arman hasta los dien­tes...

Nuestro corresponsal en la O.N. U. nos envia diariamente un te­legrama lacónico pero explícito. Y, careciendo de otra informa­ción fuera de la suya, nos limita­remos pues a transcribirla con la mayor fidelidad: ((Aqui no ha pa­sado nada...»

CARTAS DE I TAI 14 i /W*VV*A*<WVVWV*N*

LA REACCIÓN AL ATAQUE

¿Una nueva tosa de Katyn en Corea? V UELVE Corea a ocupar la aten­

ción del mundo. No por hallarse en el orden del día de la Asam­

blea de la O.N.U. En este aspecto nos-es indiferente. Sin valor para despertar un comentario; sobradamente conocida la nulidad de este organismo. Como lo fué su similar anterior, de triste me­moria. No llaman nuestra atención, tampoco, las negociaciones que, en vista de un próximo armisticio, se están llevando a cabo, en tanto la sangrienta orgia continúa. No es ese el camino de la paz. No es por ahí que llegará. La paz, en las presentes condiciones, es el comienzo de las hostilidades en otro lu­gar. No importa dónde. En tanto los hombres no tengan embargada la con­ciencia de un verdadero anhelo de paz. En tanto los pueblos, unánimemente, no se enfrenten a aquellos que los lanzan a la masacre, tanto unos, como otros, la paz no llegará.

El que Corea ocupe hoy nuestra aten­ción, es el hecho, ciertamente increíble si no ha mucho tiempo no hubiéramos conocido otro similar (el macabro ha­

llazgo de la fosa de Katyn, con vus 181.000 cadáveres), de la terrible ma­sacre llevada a cabo por las fuerzas chino-coreanas, empujadas por la ma­no ejecutora del primero (denomina­das ¡qué escarnio! comunistas) contra 13.000 prisioneros de guerra y 250.000 civiles, vilmente asesinados, según de­claraciones del coronel Hanley, jefe de

Francisco Olaya la {sección jurídica del VIH Cuerpo de Ejército de las Naciones Unidas.

Parece ser que el general Ridgway ha abierto una información al efecto, sin que aún la misma haya sido lie-cha pública, ya que no se ha respon­dido concretamente a la demanda ofi­cial que, con este motivo, ha sido re­querida por el gobierno norteamerica­no. La gravedad del hecho, hace pro­bable que una investigación sea abier­ta por la O.N.U. Con este motive, es más que posible que las negociacio­nes que vienen llevándose a cabo sean suspendidas, así como puede producir­

se una fuerte agravación de las hosti­lidades, habida cuenta de que ciertos círculos estadounidetises, apoyados por el representante republicano del Esta­do de Nueva York, M. Cok, preconizan el lanzamiento de la bomba atómica, si estos rumores se confirman, contra las fuerzas chino-coreanas.

El crimen de\ lesa humanidad que este hecho demostrativo significa, es la estampa viviente de cómo la guerra extermina el sentimiento humanitario de los hombres, y de cómo la humani­dad, dividida por los odios políticos, se lanza a su propia destrucción, en la que únicamente puede detenerla la voz consciente y progresiva de esa otra humanidad, que se reafirma on los con­ceptos de la paz y del apoyo mutuo. No es ésta la hora más propicia para los titubeos, frente a los predicadores de la «paz» condicionada, que es la guerra. Deberrít<s ser los x^rcrp:dsor)es del sentimiento de paz sin paliativos y de la concordia. ¿Quién vencerá a quien? La humanidad y nosotros tenemos la palabra.

ON el avecinamiento de la «gue­rra caliente» entre los dos gran­des bloques imperialistas; con

la cercana necesidad de hacer frente al empeñado contacto del gobierno ita­liano hacia los patrones norteamerica­nos con el programa restrictivo de los salarios, para hacer frente a las necesi­dades del rearmamento; con la trans­formación y conversión de la industria de guerra, se le presenta, al gobierno de De Gasperi, el problema represen­tado por la clase laboriosa italiana y la oposición que ésta hubiese podido ejercer contra su política de hambre y de guerra.

Problema espinoso al que trátase de dar solución para tener la ruta libre en la marcha homicida, y para poder se­cundar la maniobra del capitalismo que, con licencia adquirida (restricción a la libertad sindical, concesiones de privi­legio a los funcionarios, a los técnicos y a los obreros altamente especializa­dos), trata de anular la fuerza de ata­que de los trabajadores, dividiéndolos.

Desde hace años la burguesía italia­na y su comité de negociaciones — el Estado — siguen de hecho esa política de división y desintegración de la uni­dad obrera: lanzando ataques, cada vez mayores en número e intensidad, en las pequeñas fábricas ayer y en las gran-

'des empresas (Ansaldo, Breda, Reggia-; ne, Fiat, etc.) hoy; y creando en el mediodía, con la concesión de pequeños lotes de tierra a una insignificante mi­noría del proletariado campesino, un círculo priivlegiado y envidiado en el campo. Y logrando en la mayoría de los casos, el resultado propuesto.

Afirmamos esto, no obstante cuanto digan y puedan decir los dirigentes del supremo organismo obrero (la C.G.I.L.). El sólo hecho que la burguesía haya podido proponer, y virtualmente hacer aceptar, las leyes antisindicales por to­dos combatidas, demuestran que el pro­letariado italiano ha perdido su fuerza de opofición. En 1945 y los años inme­diatos, la burguesía y el gobierno no hubieran podido ciertamente ni siquiera hablar de parecidas medidas libertici­das. No se hubiera podido proponer una ley que tiende a subordinar los sindicatos al Estado, que quiere hacer de éste el regulador entre la burguesía y el proletariado.

* * " He aquí las bases de nuestras afirma­

ciones, en lo referente a la ley antisin­dical:

1.° Sólo tienen derecho a existir aquellas organizaciones sindicales que disponen de un número previsto de afi-linados. Los trabajadores del Estado se verán negar la libertad de asociación, puesto que la misma será regulada por leyes posteriores.

2." El comienzo y la cesación de una huelga deberá ser decidido por un referéndum entre los adherentes, y sólo en el caso de que la mayoría favora­ble sea absoluta.

3.° Las huelgas deberán ser sólo ^económicas» y no «políticas».

4." La huelga general podrá ser declarada sólo cuando el acuerdo entre

los representantes de las diferentes or­ganizaciones sindicales sea completo. Primero se deberán tomar medidas pa­ra evitar daños a la propiedad privada (es decir, a las fábricas y patronos.)

Por si no fuera bastante, los artículos de la ley ascienden a cincuenta. Con­cluímos este pequeño examen con la ci­tación del artículo 46: «Será condena­do con la reclusión hasta de un año, y con multa de 100.000 liras, quien or­ganice huelgas ilegales».

• * * *

«Huelgas legales, huelgas políticas...» Está claro el golpe que la clase patro­nal italiana quiere dar: con la máscara de la lucha contra la quinta columna stalinista, en Italia, desmembrar las or­ganizaciones sindicales y someterlas, obedeciendo a la contraseña de Musso-lini: «Trabajar y callar», a la política imperialista.

Bajo el aspecto de una regularización en las relaciones de capital y trabajo, bajo la máscara de la defensa de las libertades sindicales, la clasificación de las huelgas en políticas y económicas quiere reservarse el derecho de inutili­zar la eficacia de los movimientos rei-vindicativos: con las medidas impuestas para la organización de una huelga ge­neral, se espera conseguir el fracaso de ésta. El sindicato inspirado por la pa­tronal (C.I.L.S.), previamente creado, rechazará toda invitación al sabotage.

Pero, hoy más que nunca, es necesa­rio que el proletariado italiano, supe­rando toda división de partidos y sec­tas, se funda en un frente compacto y combativo, que tenga la fuerza y la voluntad de oponerse a las medidas li­berticidas que el frente de la burguesía intenta adoptar.