Singer Isaac Bashevis -Golem

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    Isaac Bashevis Singer Premio Nobel de Literatura 1978Golem, El coloso de barro

    Primera edicin: noviembre 1983Traduccin: M Luisa BalseiroPremio Nacional de TraduccinTtulo original: The Golem

    Editorial Noguer, S.A.,Paseo de Gracia, 96Barcelona, 1983

    Impreso en: Imprenta Claras, S.A. Villarroel, 1508011 Barcelona

    ISBN: 84-279-3143-3Depsito Legal: B. 36.729-1983

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    NDICE

    Nota del autor Prlogo123

    4567891011Glosario

    En la ciudad de Praga llevan a juicio a Eliezer, un banquero judo, hombre honesto y religioso. Elacusador es Bratislavski, un jugador que ha perdido toda su fortuna en el juego y que se sientehumillado por Eliezer, porque le niega un prstamo para cancelar sus deudas. Bratislavski acusa aEliezer de haberle raptado a su hija para, con la sangre, celebrar la Pascua juda. Eliezer esdetenido e interrogado.Mientras, a un rabino de la ciudad, celoso cumplidor de la Ley, se le aparece en oracin un santo,que le indica cmo ayudar a Eliezer. Siguiendo las instrucciones del santo, el rabino modela unaestatua de arcilla, el Glem, y en la frente graba uno de los 72 nombres de Dios. El Glem cobravida y el rabino le pide que descubra la verdad. As lo hace el Glem y Bratislavski es encerrado ycondenado a la horca. El rabino revela a su mujer el secreto de la fuerza del Glem y le ordenahacer algo para lo que no haba sido creado, entonces cobra voluntad propia y deja de obedecer al rabino.

    NOTA DEL AUTOR

    Publiqu en el , en 1969. En el otoo de 1981 trabaj en latraduccin, y al hacerla introduje muchos cambios, como hago siempre. Recib buenos consejos

    sobre el uso de palabras y expresiones inglesas de mi amada esposa Alma, as como de misecretaria Deborah Menashe, a quien dict la obra. El texto fue revisado en su totalidad por mibuen amigo Robert Giroux, que desde hace veintids aos viene cuidando de todas mis ediciones.Isaac Bashevis Singer, hijo y nieto de rabinos, naci en Radzymin, cerca de Varsovia (Polonia), en1904. Emigr a los Estados Unidos en 1935 donde sigui escribiendo en (la lengua delos judos de Europa oriental). En 1943 obtuvo la nacionalidad norteamericana.Fiel a su cultura y a su lengua, Singer es hoy un autor clsico que narra la vida de los judos deleste europeo tal como se desarrollaba en los pueblos y en las ciudades, en la pobreza y en la

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    persecucin, como seal la Academia sueca al otorgarle, en 1978, el Premio Nobel deLiteratura.

    Actualmente es miembro del Instituto Nacional de Artes y Letras de Estados Unidos.

    Dedico este libro a todos los perseguidos y oprimidos, viejos y jvenes, judos y gentiles,esperando contra toda esperanza que llegue el da en que ya no haya acusaciones falsas nidecretos malvolos.

    ISAAC BASHEVIS SINGER

    PRLOGO

    Historia, leyenda e invencin personal se entremezclan armoniosamente en este bello relatode Singer.La historia est representada aqu por dos personajes que tuvieron existencia real: el emperador Rodolfo II (1552-1612), quien, de carcter sombro y melanclico, hizo de su capital, -Praga, laciudad de las cien torres-, un reducto de la alta magia, de la alquimia y de la astrologa, y uncentro artstico sin igual en la Europa de su poca; y el rab Jud Loew ben Bezalel (1512-1609),uno de los pensadores judos ms grandes de todos los tiempos, hombre de saber enciclopdicoy, segn el parecer de algunos, origen de esa inflexin del tradicional pensamiento mesinico quepermitira, ya en el siglo XX, el surgimiento del sionismo y, subsecuentemente, la fundacin delEstado de Israel.En cuanto a la leyenda, hay que buscarla en la figura del Glem, entidad oscura y taciturna sobrela cual corrieron durante siglos muchas historias sobrecogedoras por todas las juderas de laEuropa Central. Segn ellas, se trataba de un ser hecho con arcilla y animado luego mediantecombinaciones cabalsticas de las letras que configuran el Santo Nombre de Dios. En un principio,dicho ser no tena apariencia humana: se cuenta que, en tiempos muy remotos, rab Janina y rabOschava creaban cada vspera del Sabbat, por el procedimiento antedicho, un ternero, al que

    seguidamente se coman.Posteriormente, comenz a hablarse del Glem como de una criatura antropomorfa: con aspectode ser humano era aquel que un rab, segn viejos relatos orales, envi a rab Zera, quien,asustado, lo destruy, hacindolo retornar al polvo del cual haba surgido. Estas historias, y otrassemejantes, acabaran por confluir y sintetizarse en torno a la gran figura histrica del ya citadorab Jud Loew, cuya vida extremadamente larga, cuya genialidad incomprensible, -y por lo tanto,inquietante-, para los ms, cuyo temperamento sin resquicios para lo dbil, suscitaron, aun antesde su muerte, temor y reverencia extremos, e hicieron posible que se le atribuyera la creacin deun Glem dotado de caractersticas mucho ms numerosas y concretas que las de las fabulosascriaturas semejantes del remoto pasado.La invencin personal de Singer a partir de los datos suministrados por la historia y por la leyenda,en fin, est centrada en el desarrollo que da a la vieja idea de la autonoma cobrada por el Glemen un momento dado, -aqu, cuando se le obliga a utilizar su fuerza para satisfacer la codicia de laesposa del rab-. En efecto, el Glem de Singer acaba por convertirse en algo semejante en todoa un hombre, a diferencia del mero monstruo desencadenado de la tradicin; y ello, hasta el puntode que llega a ser capaz de desear fsicamente a una muchacha, y, seguidamente, de alcanzar elplano superior del amor pleno. Mientras que, segn unas sentencias atribuidas al rab Jud Loew,hubo que crear al Glem sin impulsos sexuales, pues si hubiera posedo instinto sexual, ningunamujer hubiera estado segura ante l, el ser inventado por Singer se siente atrado erticamentepor Miriam, la ama y es correspondido por la joven. Lo que resulta fcilmente comprensible si se

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    piensa que, para Singer, el amor es el valor supremo, aquella realidad a cuyo travs el hombre yla mujer alcanzan la plenitud absoluta, llegan a ser lo que de otro modo no hubieran podido ser.Quin sabe?, escribe al final del presente relato. Acaso el amor tenga un poder an mayor queel de un Santo Nombre.Junto a esta idea rectora de que el amor acaba por primar sobre cualquier cosa, en la historiacontada por Singer se encuentra otra de pareja trascendencia en tiempos como el presente, a losque caracteriza el gusto equvoco por la magia, por lo espiritual anrquico y degradado, por losfalsos misterios: la de que el hombre no debe forzar las puertas de lo sobrenatural, sinopermanecer fiel a su vocacin terrestre. La vida, segn l, tiene que ser exaltada sin reticencias, yen ello coincide con lo mejor de la tradicin juda, enemiga siempre de todo angelismo espreo,defensora de lo cotidiano frente a quienes se niegan soberbiamente a aceptar los lmites de lacondicin humana.Nacido hace ya muchos aos en el seno de la gran judera polaca que fuera arrasada durante la IIGuerra Mundial, Isaac Bashevis Singer debe su grandeza, -esa grandeza gracias a la cual fuegalardonado con el Premio Nobel-, a haber sabido conciliar los principios heredados de susmayores con los de la modernidad, por haber conseguido ser fiel de manera simultnea al pasadoy el presente. Cmo extraarnos, as, de que los relatos suyos que, como El Glem, atestiguande la citada grandeza, hayan encontrado una acogida fervorosa en los ms diversos pases del

    mundo, sin distincin de edades, razas y creencias?LEOPOLDO AZANCOT

    I

    En la poca en que el famoso rab Leib serva como rabino en la antigua ciudad de Praga, los judos sufran persecucin. El emperador Rodolfo II, hombre erudito, era intransigente con cuantosno pertenecieran a la fe catlica. Persegua a los protestantes, y todava ms a los judos, aquienes se acusaba con frecuencia de emplear sangre de cristianos para hacer las dePascua. Casi todo el mundo saba que esa acusacin era falsa, que la religin judaica prohibacomer sangre de animales, cuanto ms sangre humana. Pero cada pocos aos se repeta la

    misma denuncia. Cada vez que un nio cristiano desapareca, los enemigos de los judosproclamaban inmediatamente que stos le haban asesinado para hacer con su sangre.Nunca faltaban falsos testigos. Se ejecutaba a hombres inocentes, y ms de una vez sucedi queel nio perdido fuera encontrado despus, vivo y sano.Rab Leib, gran conocedor del Talmud, era experto en mstica y magia. Se afirmaba que tena eldon de curar a los enfermos conjurando a las fuerzas sobrenaturales y utilizando diversoscamafeos y talismanes. Cuando un miembro inocente de su comunidad era encarcelado, rab Leibse apresuraba a demostrar su inocencia. Muchos crean que rab Leib poda invocar la ayuda dengeles, y hasta de demonios y trasgos, si su comunidad corra grave peligro.Viva en Praga un gentilhombre, el conde Jan Bratislavski, que haba sido inmensamente rico, conmuchas tierras y centenares de siervos; pero haba perdido su fortuna por darse al juego y a labebida, y en guerras particulares con otros terratenientes. Su esposa se senta tan deshonradapor la mala conducta del conde que cay enferma y muri. Le dej una hija de corta edad, Hanka.Por entonces viva tambin en Praga un judo llamado Reb Eliezer Polner. Era un hombre muycapaz y diligente para los negocios, y aunque viva en el barrio judo haba llegado a ser unbanquero famoso, no slo en Praga sino en toda Europa. Reb Eliezer era conocido tambin por sucaridad, que ejercitaba lo mismo con judos que con cristianos. Contaba cerca de sesenta aos, ytena la barba blanca como la nieve. Todos los das de la semana llevaba un sombrero de piel demarta y una tnica larga de seda, ceida con una ancha faja. Reb Eliezer tena una casa grande,hijos e hijas casados y un montn de nietos. Era un hombre estudioso, a su manera; todos los

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    III

    Como faltaban slo dos semanas para la Pascua, los judos de Praga estaban ya cociendo las. El invierno haba sido ms fro de lo normal, pero el mes de Nisn trajo las brisasclidas de la primavera. Reb Eliezer tena la costumbre de estudiar la Mishn, el cdigo de leyesde los judos, por las noches, antes de acostarse. Aquel da haba escogido la parte que contenalas leyes sobre cmo haba que cocer las , preparar el , recitar la Hagad y

    beber las cuatro copas de vino santificado. Aunque haban transcurrido ms de tres mil aosdesde el xodo de Egipto, los judos de todo el mundo no haban olvidado nunca que haban sidoesclavos del Faran, el rey de los egipcios, y que Dios les haba dado la libertad.De repente Reb Eliezer oy fuertes pisadas, y luego unos golpes brutales en la puerta. Lascriadas y los criados estaban durmiendo. Reb Eliezer fue a abrir, y se encontr con un grupo desoldados que tenan las espadas desenvainadas. El cabo que los mandaba pregunt:

    --Eres t el judo Eliezer Polner?--S, yo soy.--Encadenadle y llevosle, -dijo el cabo.--Por qu? Qu mal he hecho? -pregunt Reb Eliezer, perplejo.

    --Eso te lo dirn ms tarde. Ahora vmonos.Reb Eliezer pas aquella noche en la crcel. A la maana siguiente le llevaron a la cmara deinvestigacin. Era a donde llevaban a los delincuentes ms peligrosos. Reb Eliezer vio queestaban all el conde Bratislavski y otras personas, entre ellas un hombre que pareca borracho yuna mujer que tena la cara llena de verrugas y torca los ojos. El investigador dijo:

    --Judo, se te acusa de haber entrado en la casa de nuestro noble conde Bratislavski y haber secuestrado por la fuerza a su hijita Hanka, con el propsito de asesinarla y poner su sangre enlas .

    Reb Eliezer palideci.--Nunca he tenido el privilegio de visitar el castillo del conde, -dijo, con un nudo en l

    garganta-. Paso todas las noches en mi casa. Mi esposa, mis hijos, mis yernos, mis nueras ytodos mis sirvientes pueden atestiguar que digo la verdad.--Todos sos son judos, -dijo el investigador-. Pero hay dos testigos cristianos que te vieronentrar en el castillo del conde y llevarte a su hija en un saco.

    --Testigos? Qu testigos?--Aqu estn los testigos. -El investigador seal al hombre borracho y a la mujer de las

    verrugas-. Decid lo que habis visto. T, Stefan, habla primero.Stefan pareca estar idiotizado por la bebida, aunque era todava de maana. Dio unos pasos

    arrastrando los pies y balbuci:--Ayer por la noche, quiero decir anteayer, no, hace tres das, o ruido en la habitacin de

    Hanka. Encend una vela y me asom. All estaba este judo con un cuchillo en una mano y unsaco en la otra. Meti a Hanka en el saco y se march. Le o que murmuraba para s: "Su sangreardiente es justo lo que nos hace falta para las ".--Cmo pudiste permitir que me llevara a la hija del conde sin defenderla y sin levantar atodos los del castillo? -pregunt Reb Eliezer con voz entrecortada-. Eres ms joven y ms fuerteque yo.

    Stefan se qued con la boca abierta y la lengua fuera. Sus ojos saltones daban vueltas. Lospies le flaquearon, y se sujet a la pared.

    --T, judo, me amenazaste con el cuchillo.--Seora, no veis que todo es una mentira descarada? -dijo Reb Eliezer-.

    En primer lugar, los judos no usamos sangre para nada. En segundo lugar, la ley mosaica diceque en la preparacin de las slo se puede emplear harina y agua. Y adems, qu

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    --Brbara estaba all y lo vio tambin, -dijo Stefan.--Qu viste t, Brbara? -pregunt el investigador.La mujer torci los ojos.--Vi al judo. Abr la puerta y vi como meta a Hanka en el saco.--Y no pediste ayuda? -pregunt Reb Eliezer.--A m tambin me daba miedo tu cuchillo.

    --Por qu no pediste ayuda despus? -pregunt Reb Eliezer.--Yo no tengo por qu contestarte, asesino asqueroso! -chill Brbara, amenazando a RebEliezer con el puo cerrado.

    --Seora, el conde Bratislavski vino a m hace unos das y me pidi que le prestara unaelevada suma de dinero, -dijo Reb Eliezer-. Tuve que negrselo, porque ya nos debe a m y aotros muchos dineros y no lo puede devolver. Entonces me advirti que me pudrira en la crcel.

    Ahora est intentando vengarse de m.--Todo eso es mentira! -grit el conde-. Yo nunca le he pedido que me prestara dinero. El

    judo Eliezer no es ms que un asesino sin entraas, y lo que hay que hacer es torturarle yahorcarle, junto con todos los que le hayan ayudado a cometer este crimen abominable.

    --Seora... -empez a decir Reb Eliezer.

    --Silencio, judo! Hay dos testigos que declaran que has cometido el crimen, y con eso basta.Ser mejor que confieses con quin tramaste ese horrible delito. Si tratas de negarlo, tenemosmuchos medios de arrancarte la verdad, despiadado asesino -rugi el investigador.

    --Dios de los cielos, yo no he tramado nada con nadie. Yo no salgo nunca de noche, porquetengo ya muchos aos y no veo bien en la oscuridad. Soy tan incapaz de sacar a una nia de sulecho y hacer esas cosas de las que me acusis como de caminar sobre la cabeza. Imploro avuestra seora que medite en lo absurda que es esta denuncia, lo estpida, inverosmil y cruel...

    --No hay nada que meditar. Quin estaba fuera esperndoos a ti y a la nia secuestrada? Adnde la llevsteis? Cmo le quitsteis la vida a la pobrecita? -pregunt el investigador.

    --Lo nico que puedo decir es que esa noche me qued en casa, como todas las noches. Yono he hecho nada malo.

    --La vieja terquedad de los judos! -exclam el conde Bratislavski-. Se les sorprende enflagrante delito, y aun as pretenden negar la verdad. Irs a la horca, judo! Y ni siquiera tu diospodr salvarte.

    --De m podis decir lo que queris, seor, pero no blasfemis de Dios. l puede ayudarnos, silo merecemos.

    --Ah, s? Y por qu no rompe tus cadenas? -se burl Bratislavski-. Por qu no manda unrayo que aqu mismo me deje muerto?

    --Dios no necesita que vos, seor, le aconsejis lo que ha de hacer - dijoReb Eliezer.

    --Ordeno que el judo Reb Eliezer sea tenido en prisin a pan y agua y sea torturado hasta querevele qu hizo con esa nia indefensa y quin le asisti en tal abominacin, -dijo el investigador.

    Inmediatamente los soldados se llevaron a Reb Eliezer Polner y le encerraron en la prisin.Tambin a los dos testigos, Stefan y Brbara, se les hizo salir de la sala de investigacin. El condeBratislavski les hizo un guio y sonri satisfecho.

    Cuando por fin se qued a solas con el investigador, Bratislavski dijo:--Ahora que se ha verificado la muerte de Hanka, yo, que soy su nico heredero, podr recibir

    toda su fortuna sin ms tardanza.--Esperad un poco, -contest el investigador-. Dejad que pase el escndalo. Este judo en

    particular tiene muchos amigos, incluso entre los cristianos. Casi nadie querr creer que esebanquero anciano ha ido en mitad de la noche con un saco para arrebataros a vuestra hijita. Esposible que el caso pase despus a un tribunal superior. Puede ser, incluso, que el judo tenga

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    aliados en el palacio del emperador. Mientras siga estando vivo y no haya confesado no se lepuede ahorcar. Tendris que esperar algn tiempo antes de cobrar la herencia de Hanka.

    --No puedo esperar. Mi honor est en juego, -dijo Bratislavski-. Si no saldo la deudainmediatamente, mi apellido se habr envilecido para siempre.

    El investigador sonri astutamente.--Vuestro apellido se envileci el da en que vos nacsteis.--Mi apellido se conservar sin mancha entre los mejores de toda Bohemia!

    -alarde Bratislavski.

    --Eso el tiempo lo dir.Bratislavski y el investigador siguieron conversando y cuchicheando largo rato. Aunque decanser cristianos, ninguno de los dos crea en Dios ni en Sus mandamientos. El dinero, las cartas, elvino, los juegos peligrosos, toda clase de ociosos placeres, eso era lo esencial en sus vidas.

    Ms que todos los dems judos de Praga, rab Leib qued desconsolado cuando supo laterrible noticia de la detencin de Reb Eliezer. Toda su vida llevaba rab Leib esperando la venidadel Mesas, el da en que el mundo sera redimido de todo sufrimiento e iniquidad, y la luz de Diosllenara todas las almas, todos los corazones. Hasta los animales carnvoros dejaran entonces dedevorar a otros animales y el lobo vivira pacficamente al lado del cordero.Dios volvera a llevar a Su pueblo a la Tierra Santa, el Templo Santo sera reconstruido enJerusaln, y los muertos resucitaran.

    En lugar de eso, una acusacin tan fea dirigida contra uno de los hombres ms honrados dela comunidad! El rabino saba que a esa detencin seguiran muchas otras, y que pronto elverdugo de Praga preparara la horca y la soga para una ejecucin.

    IV

    Eran exactamente las doce de la noche cuando rab Leib se levant para decir sus oraciones demedianoche. Como de costumbre, se puso ceniza sobre la cabeza y comenz a recitar suslamentaciones por la destruccin del Templo en tiempos remotos. Tambin derram lgrimas por la desgracia que se haba abatido sobre Reb Eliezer Polner y toda la comunidad juda en el tiempopresente.

    De improviso se abri la puerta, y entr un hombrecillo que vesta una tnica remendada, con unacuerda cindole las caderas y un saco a la espalda, como un mendigo. Rab Leib se sorprendi.Crea haber echado la cadena a la puerta antes de ponerse a rezar, pero pareca ser que la puertaestaba abierta. Rab Leib interrumpi sus oraciones y tendi la mano al desconocido, porque a losojos de Dios el honrar a los visitantes es todava ms importante que la oracin. Salud a aquelhombre con las palabras .

    --La paz sea contigo. -Y le pregunt-: En qu puedo servirte?--Gracias, no necesito nada. Me ir en seguida, -dijo el desconocido.--A estas horas de la noche? -pregunt rab Leib.--Tengo que irme en seguida.

    Rab Leib le mir, y en aquel instante comprendi que aqul no era un caminante como losdems. Rab Leib vio en sus ojos algo que slo poseen los grandes hombres, y que slo losgrandes hombres saben ver: una mezcla de amor, dignidad y temor de Dios. Se dio cuenta de queaquel extrao poda ser uno de los treinta y seis santos ocultos por cuyos mritos exista elmundo, segn la tradicin. Nunca haba tenido rab Leib el privilegio de conocer a un hombre deesa talla. Inclin la cabeza y dijo:

    --Honorable husped, los de Praga estamos en un grave apuro. Nuestros enemigos buscandestruirnos. Estamos ahogados en un mar de tribulaciones.

    --Lo s -dijo el desconocido.--Qu podemos hacer?

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    --Haz un glem y l os salvar.--Un glem? Cmo? Con qu?--Con arcilla. Grabars uno de los nombres de Dios en la frente del glem, y con el poder de

    ese Santo Nombre vivir durante un tiempo y har su misin. Se llamar Jos. Pero debes cuidar de que no caiga en las debilidades propias del ser humano.

    --Qu Santo Nombre debo grabar? -pregunt rab Leib.El desconocido sac un pedazo de tiza del bolsillo del pecho, y en la cubierta del libro de

    oraciones de rab Leib escribi unas letras del alfabeto hebreo. Luego dijo:

    --Tengo que irme ya. Atiende a que todo esto permanezca en secreto. Y emplea al glemsolamente para ayudar a los judos.Antes de que rab Leib pudiera pronunciar una sola palabra de gratitud, el hombre

    desapareci. Entonces se dio cuenta el rabino de que la cadena de la puerta haba estado echadatodo el tiempo. Se qued temblando, y alabando a Dios por haberle enviado a aquel mensajerocelestial.

    Aunque el hombre santo haba dicho a rab Leib que su aparicin y la preparacin del glemdeban quedar en secreto, rab Leib vio que tendra que compartirlo con su sacristn, Todrus.Todrus llevaba cuarenta aos sirviendo a rab Leib, y haba guardado muchos secretos. Era unhombre robusto, y totalmente fiel al rabino. No tena esposa ni hijos. Servir a rab Leib era su vidaentera; habitaba en la casa del rabino y se haca la cama junto a su cuarto de estudio, para estar

    siempre a su disposicin, aun en mitad de la noche. Rab Leib llam suavemente a su puerta ysusurr:--Todrus!--Qu deseis, rab? -pregunt Todrus, inmediatamente despierto.--Necesito arcilla.Otra persona habra preguntado: "Arcilla? A estas horas?" Pero Todrus haba aprendido a

    no discutir las rdenes del rabino.--Cunta arcilla? -pregunt.--Mucha.--Un saco lleno?--Diez sacos por lo menos.--Dnde debo poner toda esa arcilla?--En el tico de la sinagoga.Haba una extraeza en la mirada de Todrus, pero lo nico que dijo fue:--S, rab.--Todo esto tiene que quedar en secreto, incluso ante mi familia, -dijo rab Leib.--As se har -dijo Todrus, y se fue.Rab Leib sigui con sus oraciones. Poda estar seguro de que Todrus hara lo que le haba

    mandado.Cuando acab con las oraciones de la noche, rab Leib se volvi a dormir, y se despert al

    alba.Rab Leib saba muy bien lo que quera decir la palabra . Entre los judos haba leyendasde glems que haban sido creados por santos antiguos para que les salvaran en tiempos de granpeligro. Segn las leyendas, slo a los rabinos ms santos se conceda ese poder, y slo al cabode muchos das de splicas, de ayunos y de prctica de los misterios de la Cbala. Nunca se lehaba ocurrido al modesto rab Leib que a un hombre como l se le pudiera conceder eseprivilegio. Ser que lo he soado?, se pregunt. Pero a primera hora de la maana, cuandoabri la puerta de la sinagoga, vio seales de arcilla en el suelo. Mientras rab Leib dorma, Todrushaba salido a las zanjas de los alrededores de Praga y haba llevado la arcilla al tico. Haba queser muy fuerte y muy fiel para hacer todo aquel trabajo entre la medianoche y el alba.

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    Habra sido imposible que rab Leib subiera al tico y se estuviera all muchas horas sin que sufamilia lo supiera. Afortunadamente, la esposa del rabino, Genendel, tena que ir a una boda aquelda, y llev consigo a sus hijos y a la criada. La novia era una hurfana que tena un parentescolejano con Genendel, y la boda se celebraba en una aldea cercana. Rab Leib no estaba obligadoa oficiar en la ceremonia.

    En el tico, rab Leib encontr los sacos de arcilla y se puso a esculpir una figura de hombre.Para esculpirla no usaba cincel, sino los dedos. Amasaba la arcilla como si fuera masa de pan.Trabajaba a toda velocidad; al mismo tiempo rezaba para que lo que estaba haciendo saliera bien.Todo el da estuvo rab Leib atareado en el tico, y, cuando lleg la hora de las oraciones de latarde, lo que haba en el suelo era una forma descomunal de hombre, con una cabeza muygrande, anchos hombros y manos y pies enormes: un coloso de barro. El rabino lo contempl conasombro. Jams hubiera logrado tal cosa sin la ayuda de la Providencia Todopoderosa yParticular. El rabino haba tomado consigo el devocionario donde su santo visitante haba escritoel nombre de Dios. Rab Leib lo grab en la frente del glem, con letras hebreas tan pequeas queslo l mismo pudiera distinguirlas. Inmediatamente, la figura de arcilla empez a dar seales devida.El glem comenz a mover los brazos y las piernas y trat de alzar la cabeza. Pero el rabinohaba tenido cuidado de no grabar el Santo Nombre entero; omiti una pequea parte de la ltimaletra que era un , para que el glem no empezara a actuar mientras no estuviera vestido.Como el rabino saba que los fieles de la comunidad se extraaran de que no estuviera en lasinagoga para decir las oraciones de la tarde, decidi dejar all el glem sin terminar y empez abajar los estrechos peldaos. En aquel momento llegaba Todrus de la calle, y el rabino le dijo:

    --Todrus, los santos espritus me han ayudado a hacer un glem para defender a los judos dePraga. Sube al tico, para que lo veas con tus propios ojos. Pero hay que vestirle; tendrs quetomarle medida y buscarle ropa. Yo voy a las oraciones de la tarde; cuando encuentres la ropa,ven a decrmelo.

    --S, rab.Rab Leib se fue a rezar, y Todrus subi al tico por la escalera de caracol. Afuera se estabaponiendo el sol, y a la luz que entraba por las rendijas del tejado Todrus vio al glem tendido en el

    suelo tratando de levantarse. Todrus sinti mucho miedo. Al igual que muchos otros judos dePraga, haba odo historias de glems, pero nunca pens que iba a presenciar la creacin de uno,en su tiempo y casi ante sus ojos.Largo rato permaneci all, inmvil. De dnde voy a sacar ropa para un gigante as?, pensaba,consternado. Aunque se encontrara un sastre que tomara las medidas del glem y le cosiera un

    jubn y unos calzones, y aunque se le pudiera encargar a un zapatero que le hiciera un par debotas, en todo eso se tardara semanas o meses; y los judos de Praga corran grave peligro enaquellos das.Todrus saba, al cabo de cuarenta aos de servicio, que cuando rab Leib daba una orden habaque actuar sin demora. El sol se haba puesto, y en el tico se hizo la oscuridad. Todrus corriescaleras abajo; el corazn le golpeaba en el pecho, y las piernas se le doblaban. Sali a la calle yrespir hondo. Luego ech a andar en direccin a la antigua plaza del mercado, esperando contratoda esperanza encontrar alguna solucin milagrosa. Haba cado la noche, y las tiendasempezaban a cerrar. De pronto Todrus vio, en una de ellas, un sombrero enorme, demasiadogrande para una cabeza humana. Era una muestra que un sombrerero tena en su escaparate.Cuando Todrus entr en la tienda vio un jubn, unos calzones y unos zapatos de aquella mismatalla increble. Atnito, pregunt al dueo de dnde haba sacado aquellas cosas tan curiosas. Eldueo le cont que cuarenta aos atrs haba venido a Praga un circo extranjero, pararepresentar una obra titulada . Y sucedi que los del circo rieron unos con otros,

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    la obra no haba atrado al pblico, y todos los accesorios y decorados se vendieron a muy bajoprecio. Y sigui diciendo:

    --Yo compr estas cosas por cuatro perras, porque me parecieron una cosa rara que podraatraer clientela. Pero llevan estando aqu tantos aos que ya nadie las mira. Adems estn llenasde polvo, y yo no tengo ni tiempo ni paciencia para airearlas y cepillarlas. Por qu lopreguntabas? Voy a cerrar la tienda.

    --Quiero comprarlas, -dijo Todrus-. Si me las pones a un precio razonable.--Qu vas a hacer con ellas?--Quin sabe? -repuso Todrus-. T ponme un precio razonable.--Bueno, esto es lo ms raro que me ha ocurrido en muchos aos, -dijo el comerciante-. Nadie

    se haba interesado por esos cachivaches.Sugiri una cantidad bajsima, y en un santiamn qued hecho el trato.

    Todrus era conocido por su honradez, y llevaba siempre una bolsa con dinero perteneciente a lacomunidad, que rab Leib le confiaba.

    Temi que alguien le parase por la calle al ver aquello tan raro, pero afortunadamente nohaba nadie a aquella hora de la noche. Los hombres estaban todos en la sinagoga, y las mujeresestaban haciendo la cena para sus maridos y sus hijos. Todrus se las arregl como pudo parasubir hasta el tico de la sinagoga sin ser visto, y deposit en el suelo la ropa, el sombrero y loszapatos para el glem. Qu extrao, el glem haba conseguido incorporarse!

    Afuera brillaba la media luna, y a su luz vio Todrus que el glem estaba sentado, apoyado en unviejo tonel que tena libros mohosos, y miraba en derredor con cara de extraeza. A Todrus le diotal espanto que recit las palabras: "Oye, Israel, el Seor es nuestro Dios, el Seor es Uno!"

    Al cabo de un rato oy que por la escalera suba rab Leib, con una linterna en la que ardauna vela de cera. El rabino vio el jubn, el sombrero y los zapatos, y dijo a Todrus:

    --Todo est planeado por la Providencia. Aunque el hombre tenga libre albedro, laProvidencia prev todas sus acciones.

    Cuando hubieron vestido al glem con aquella ropa estrafalaria, el rabino dijo:--Gracias, Todrus; ahora djame solo.--S, rab -dijo Todrus, y baj la escalera todo lo deprisa que pudo.

    Durante largo rato rab Leib mir al glem boquiabierto, perplejo ante su propia creacin. Quextrao estaba el tico de la sinagoga a la dbil luz de la linterna! En los rincones, enormestelaraas colgaban de las vigas. Por el suelo haba tirados mantos de oracin viejos y rasgados,cuernos de carnero resquebrajados, candelabros rotos, restos de candeleros, lmparas de Januky pginas descoloridas de manuscritos copiados por escribas desconocidos u olvidados. Por lasgrietas y goteras del tejado, el polvo iluminado por la luna reflejaba los colores del arco iris. Sesentan los espritus de generaciones que haban vivido, padecido, servido a Dios, soportado lapersecucin y la tentacin, y enmudecido para siempre. Un extrao pensamiento cruz la mentede rab Leib: Si los que niegan que Dios cre el mundo fueran testigos de lo que he hecho yo, unhombre nacido de mujer, se avergonzaran de su hereja. Pero tal es el poder de Satn que ciegalos ojos y confunde los espritus. Tambin Satn fue creado por Dios, para que el hombre tuvieralibre voluntad para escoger entre el bien y el mal.

    Mientras rab Leib miraba al glem, el glem pareca devolverle la mirada con sus ojos debarro. Entonces el rabino dijo:

    --Glem, no ests formado del todo, pero ahora te voy a terminar. Sabe que fuiste creado parapoco tiempo y con un propsito. No intentes nunca salirte de esa senda. Hars lo que yo temande.

    Diciendo estas palabras, rab Leib acab de grabar la letra alef. Al momento el glem empeza ponerse en pie. El rabino le dijo:

    --Baja y esprame en el patio de la sinagoga hasta que yo te d otras instrucciones.

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    --S -dijo el glem con una voz hueca, como si saliera de dentro de una cueva. Luego baj alpatio de la sinagoga, que estaba vaco. La gente de la judera se acostaba temprano y selevantaba con el alba. Despus de la oracin todos se haban ido a sus casas.

    V

    Rab Leib estaba pensando en el glem, y por eso no prest mucha atencin a la conversacin desu esposa e hijos, que haban vuelto de la boda y hablaban de la novia, del novio y de los

    invitados. El rabino sola irse a la cama pronto, para despus levantarse a decir las oraciones demedianoche. Aquel da esper a que su esposa e hijos estuvieran acostados, y entonces sali sinhacer ruido al patio de la sinagoga. El glem estaba all esperando. El rabino se le acerc.

    --Glem, desde ahora te llamars Jos.--S.--Jos, pronto tendrs que encontrar a la hija del conde Bratislavski, que es una nia que se

    llama Hanka. Su padre sostiene que los judos la han matado, pero yo estoy seguro de que latiene escondida en alguna parte. No me preguntes dnde tienes que ir a buscarla. Esos poderesque te dieron la vida te darn tambin el conocimiento de dnde est. T eres parte de la tierra, yla tierra sabe muchas cosas: sabe hacer crecer la hierba, las flores, el trigo, el centeno, la fruta.Espera al da en que Reb Eliezer sea llevado a juicio, y entonces lleva a la nia y demuestra anuestros enemigos cun falsa su acusacin.

    --S.--Hay algo que quieras preguntar? -dijo el rabino al glem.--Qu preguntar? -contest el glem.

    --Como has sido creado con un nico fin, se te ha dado un cerebro diferente del de loshombres. Sin embargo, nunca se sabe cmo funciona un cerebro. Mientras descansas esperandoel da en que tendrs que encontrar a Hanka, acaso duermas, acaso suees, acaso veas cosas uoigas voces. Tal vez los demonios quieran llegar hasta ti. No les hagas ningn caso. Nada malo tepuede pasar. El pueblo de Praga no debe verte hasta el da en que debas ser visto. Hastaentonces, vuelve al tico donde te form y duerme all el sueo apacible del barro. Buenasnoches.

    Rab Leib volvi el rostro hacia su casa. Saba que el glem hara exactamente lo que se ledeca. Al llegar a casa, el rabino recit la oracin de la noche y se acost. Por primera vez enmuchos aos no se pudo dormir. Se le haba concedido un gran poder desde el cielo, y tenamiedo de no haberlo merecido. Senta adems una especie de compasin hacia el glem. Creahaber visto una expresin de perplejidad en sus ojos. Le pareca al rabino que los ojos del glempreguntaban: "Quin soy yo? Por qu estoy aqu? Cul es el secreto de mi ser?" Rab Leibvea a menudo aquel mismo estupor en los ojos de los nios recin nacidos, y hasta en los ojos delos animales.

    VI

    Los que queran que los judos tuvieran una Pascua muy triste haban dispuesto que el juicio secelebrase en seguida. El da antes de la Pascua se llev a Reb Eliezer Polner ante el tribunal,

    junto con otros varios jefes de la comunidad, de quienes se afirmaba que le haban ayudado en elasesinato.Haba tres jueces con peluca en la cabeza revestidos de largas togas negras. Los judos estabanencadenados y custodiados por soldados que llevaban espadas y picas. El juez que presida eltribunal haba prohibido que los judos de Praga presenciasen el juicio, pero no pocos enemigosde Israel acudieron con sus esposas y sus hijas para estar presentes en la deshonra de los judos.El fiscal apunt con el dedo ndice a Reb Eliezer Polner y los otros acusados, y dijo:

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    --Se consideran el pueblo elegido de Dios, pero ved cmo se comportan. En lugar de estar agradecidos a nuestro emperador y a todos nosotros por permitirles que vivan aqu, matan anuestros hijos como si fueran cerdos y vierten su sangre en sus . No son el pueblo deDios, sino seguidores del Demonio. La sangre de la pequea Hanka, asesinada, est pidiendovenganza. Los culpables no son slo el judo Eliezer Polner y los dems conspiradores, sino todala comunidad juda.Unas cuantas mujeres de las de ms edad empezaron a sollozar al or esas palabras. Otras ms

    jvenes se hicieron guios y sonrieron. Comprendan que todo aquello era un invento. El conde

    Bratislavski fingi enjugarse las lgrimas. Los judos haban llamado a rab Leib como testigo de ladefensa, y el fiscal le pregunt:--Est escrito en vuestro maldito Talmud que se debe poner sangre cristiana en la masa de

    vuestras ?--No hay rastro de tal cosa, ni en el Talmud ni en ningn otro de nuestros Libros Santos,

    -respondi rab Leib-. Nosotros no hacemos las en stanos oscuros, sino en panaderas,con las puertas abiertas. Todo el que lo desee puede ir a verlo. Las no contienen msque harina y agua.

    --No es un hecho que cientos de judos han sido condenados por poner sangre en las? -pregunt el fiscal.

    --Lamento decir que eso es cierto. Pero no demuestra que los acusados fueran culpables.Nunca faltan testigos perversos que estn dispuestos a dar falso testimonio, sobre todo si se lessoborna para que lo hagan.

    --No es un hecho que muchos de esos judos confesaron su crimen?--Tambin eso es cierto, pero si confesaron fue despus de que se quebrantaran sus cuerpos

    en el potro de tormento y despus de que se les atravesaran los dedos de las manos y de los piescon agujas ardientes. El dolor que un hombre puede soportar tiene su lmite. Todos habis odo elcaso de la villa de Altona, donde una cristiana inocente fue acusada de ser bruja y sometida a tanlargas torturas que confes haber vendido su alma a Satn y fue quemada en la hoguera. Mstarde se descubri que un enemigo de aquella mujer haba pagado a personas malas para quetestificaran contra ella.

    El presidente del tribunal golpe con el mazo en la mesa y dijo:--Responded a las preguntas del fiscal y no hablis de asuntos que nada tienen que ver con

    este proceso. Estamos aqu para juzgar el asesinato de una nia, no la inocencia de una bruja.De pronto la puerta de la sala, que estaba cerrada con cerrojo, se abri de par en par, y un

    gigante de cara amarillenta como el barro entr corriendo, con una niita entre sus enormesbrazos. La nia estaba llorando, y el gigante la deposit junto al banco de los testigos y se marchinmediatamente. Todo sucedi tan deprisa que la gente que estaba en la sala apenas pudoentender lo que estaba pasando. Nadie acert a decir palabra. La nia ech a correr hacia elconde Bratislavski, se agarr a sus piernas y grit: "Pap, pap!"

    Jan Bratislavski se puso plido como la cera. Los testigos que estaban en el banco paradeclarar se quedaron boquiabiertos. El fiscal, atnito, alz los brazos con gesto de desesperacin.

    Algunas de las mujeres que haba en la sala empezaron a rer, en tanto que otras sollozabanhistricamente. El presidente del tribunal mene su empelucada cabeza y pregunt:

    --Quin eres, nia? Cmo te llamas?--Me llamo Hanka. ste es mi pap -respondi la nia con esfuerzo en medio de sus lloros,

    sealando con un dedito a Jan Bratislavski.--Es sa vuestra hija Hanka? -pregunt el juez.Bratislavski no contest.--Quin era ese gigante que te ha trado hasta aqu, Hanka? -pregunt el juez-. Dnde has

    estado durante todos estos das?--Calla, no digas ni una palabra! -vocifer Bratislavski a su hija.

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    --Responde, dnde estabas? -insisti el juez.--En casa, en un stano, -contest la nia.--Quin te meti all? -pregunt el juez.--Cierra la boca. No digas nada, -aconsej Bratislavski a su hija.--Tienes que contestar, lo manda la ley, -dijo el juez-. Quin te meti en el stano?Aunque el juez estaba del lado del conde Bratislavski, ya no le apeteca seguir tomando parte

    en aquella farsa. Eran muchos los ciudadanos cristianos de Praga que queran saber la verdad. Elpresidente del tribunal haba sabido que hasta el emperador estaba molesto por aquel juicio

    amaado. Los cristianos inteligentes de Europa no crean ya en aquella acusacin horripilante.Por eso el astuto juez haba decidido hacer el papel de hombre honrado.Hanka guardaba silencio, mirando del juez a su padre y de ste a aqul.

    Por fin dijo:--Ese hombre y esa mujer me encerraron en el stano, -y seal a Stefan y Brbara-. Dijeron

    que mi pap les haba mandado que lo hicieran.--Es mentira. Est mintiendo, -protest Bratislavski-. Los judos han hechizado a mi hijita para

    hacerle creer esa estupidez. Es mi nica hija queridsima, y antes me dejara sacar los ojos quehacerle ningn mal. Yo soy el gran Jan Bratislavski, uno de los pilares del estado de Bohemia.

    --Ya no lo sois, -dijo framente el presidente del tribunal-. Habis perdido vuestra fortuna jugando a las cartas. Firmsteis un pagar por una cantidad que no podais pagar. Sobornsteis a

    esos dos rufianes para que encerraran a vuestra hija en un stano, y as heredarais sus joyas.Por esos delitos seris castigado severamente, y perderis todo derecho sobre vuestras tierras ypropiedades. Stefan y Brbara, -prosigui el juez-, quin os dijo que metirais en el stano a esatierna nia? Decid la verdad, si no queris que os mande azotar.

    --Fue el conde, -contestaron los dos. Brbara empez a chillar.--Nos hizo beber y nos amenaz con matarnos si no le obedecamos.--A m me prometi veinte ducados de oro y un barril de vodka, -exclam Stefan.

    El juez golpeaba con el mazo una y otra vez, pero el gritero que se haba alzado en la sala eraincontenible. Unos hombres daban voces, otros sacudan el puo. Algunas mujeres sedesmayaron. El conde Bratislavski alz la mano y empez a decir al tribunal que el propio juez eracmplice de su delito e iba a llevarse una parte de la herencia, pero el juez vocifer:

    Soldados, os ordeno que encarcelis al despreciable criminal Jan Bratislavski y le arrojis a lasmazmorras. -Luego apunt a Bratislavski y aadi-: Lo que ese bribn tenga que decir, lo dir enel patbulo y con una soga al cuello. Ahora, judos, todos quedis libres. Volved a vuestras casas ycelebrad vuestra fiesta. Soldados, quitadles las cadenas. Ante un tribunal justo como es ste, y un

    juez honrado como soy yo, la verdad prevalece siempre.--Quin era el gigante? -preguntaban voces por todas partes. Pero nadie saba responder.

    Era todo como un sueo, o como uno de esos cuentos que cuentan las viejas mientras hilan el linoa la luz de una vela.

    VII

    Aunque el santo le haba dicho a rab Leib que guardara en secreto la creacin del glem, elhecho de su existencia se supo. Por toda la ciudad de Praga y por toda Bohemia corri la noticiadel gigante que haba salvado a los judos de Praga de la falsa acusacin. Tambin el emperador Rodolfo II oy hablar del proceso, y orden a rab Leib que llevase al gigante a su palacio encuanto pasaran los ocho das de la Pascua.La noche despus de que el glem llevara a Hanka ante el tribunal y Reb Eliezer y los otros jefesde la comunidad quedaran libres, el rabino subi al tico de la sinagoga y encontr all al glemtendido como una estatua. Rab Leib se le acerc y le borr el Santo Nombre que haba grabado

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    en su frente, asegurndose as de que el glem no se dejase ver en los das de Pascua, lo quehabra ocasionado un alboroto entre judos y cristianos por igual.Fue una fiesta feliz para los judos de Praga. A la vez que recitaban los milagros que susantepasados haban conocido en la tierra de Egipto, comentaban tambin en voz baja el granmilagro que haba habido all mismo, en Praga. En Pascua cada judo es un rey, y cada juda unareina. Era un gran consuelo saber que Dios segua estando all para proteger a Su pueblo de losfaraones de hoy, lo mismo que lo haba protegido haca ms de tres mil aos.

    Acabada la Pascua, rab Leib subi al tico en mitad de la noche y, para cumplir el mandato delemperador, volvi a grabar el Santo Nombre en la frente del glem. Esta vez el rabino ya nopodra ocultar la existencia del glem a su familia ni a otros judos, ni siquiera a los gentiles.Cuando la esposa del rabino, sus hijos y sus nietos vieron al glem caminando junto al rab Leib,dieron gritos y huyeron espantados. Los caballos que estaban enganchados a carretas y carruajesse ponan a galopar enloquecidos o se alzaban sobre las patas traseras al ver al glem. Losperros ladraban furiosamente. Las palomas volaban lo ms alto que podan y hacan crculossobre los tejados. Los grajos graznaban. Hasta los bueyes y las vacas se ponan a mugir cuandovean al glem dando zancadas con sus largas piernas, sacando la cabeza por encima de todos.Cuando rab Leib se acercaba al palacio del emperador y los guardias vieron al glem, se

    olvidaron de su deber de guardar la entrada de la morada real y pusieron pies en polvorosa. Notard el emperador en enterarse de lo que estaba pasando, y sali a recibir al rabino y sumonstruoso compaero. Rab Leib inclin la cabeza y mand al glem hacer lo mismo.

    El emperador pregunt:--Quin es este coloso..., vuestro Mesas?--Majestad, -respondi rab Leib-, no es nuestro Mesas, sino un glem hecho de arcilla.--Quin le dio vida? Cmo lleg a Praga? -pregunt el emperador.Rab Leib no poda decir la verdad, pero tampoco quera mentir. As que dijo:--Majestad, hay secretos que ni siquiera a un rey se pueden revelar.

    La conversacin del emperador con rab Leib dur largo rato, y durante todo ese tiempo elglem permaneci muy tieso, sin mover ni uno solo de sus miembros. El emperador dijo:

    --Con un gigante como ste, los judos podrais conquistar el mundo entero. Qu garantatenemos de que no vayis a invadir todos los pases y esclavizarnos a todos?A esto rab Leib replic:--Los judos hemos sabido lo que es la esclavitud en el pas de Egipto, y por eso no queremos

    esclavizar a otros. El glem no es ms que un auxilio temporal que se nos ha dado en unmomento de peligro excepcional. El Mesas vendr cuando los judos, por sus acciones virtuosas,merezcan ser redimidos.

    --Y cunto tiempo va a vivir esta monstruosidad? -pregunt el emperador, sealando alglem.

    --Ni un da ms de lo que haga falta, -respondi rab Leib.Mientras el emperador y el rabino conversaban, las campanas de toda Praga empezaron a tocar.

    Haba en la ciudad una alta torre que se llamaba la Torre de los Cinco. Era tan antigua que nadiesaba la razn de ese curioso nombre. Segn una leyenda, haba pertenecido a cinco hermanosde sangre real cuando la poblacin de Bohemia adoraba an a los dolos. En el campanario de loalto de la torre haba una campana de cobre, y desde all vigilaba siempre un viga, por si seproduca un incendio o una invasin sbita. Cuando el viga vio el glem se puso a tocar lacampana, y todos los campaneros de todas las iglesias hicieron lo mismo. El emperador seinquiet y pidi a rab Leib que se deshiciera del glem, pero rab Leib le prometi que no pasaranada malo en Praga ni en ningn otro lugar del Sacro Imperio. Era la primera vez en la historia delos judos, desde que fueran desterrados de su pas, que un rabino tena que prometerle a unemperador que el rabino los salvaguardara, a l y a su pueblo, de una posible desgracia.

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    Cuando rab Leib regres a la judera con el glem, la ciudad pareca vaca. Todas las tiendasestaban cerradas; nadie se atreva a salir. La ciudad estaba desierta, como en tiempo deepidemia, cuando todos procuran no salir a la calle por no respirar el aire pestilente.Como el rabino haba prometido al emperador deshacerse del glem lo antes posible, y como los

    judos de Praga no estaban amenazados por ningn peligro inmediato, el rabino decidi llevar alglem al tico y borrarle el Santo Nombre. Rab Leib le dijo al glem que subiera al tico y que leesperase all. El glem hizo lo que se le ordenaba. Cuando pas la alarma y los jefes de lacongregacin vinieron al rabino para preguntarle por su audiencia con el emperador, el rabino selo cont todo y les asegur que al da siguiente el glem no sera ms que un enorme terrn dearcilla. Volvera a haber paz y orden en la ciudad de Praga, as como en la judera. Algunos de los

    jefes de la comunidad le dijeron: Por qu deshacerse de algo que es un pilar de fuerza para los judos? Tal vez deberamos dejarle vivir. Pero rab Leib dijo: Segn nuestros Libros Santos, noes as como ha de venir nuestra salvacin. Nuestro Mesas ser un hombre santo de carne yhueso, no una gigantesca figura de arcilla. Y sigui diciendo: Lo que Dios hizo una vez pornosotros, lo puede volver a hacer en tiempos de gran peligro. Cit una frase del Talmud: No todoslos das se hacen milagros.

    VIII

    Rab Leib haba mantenido la promesa hecha al santo que le visit en mitad de la noche, y noquiso confiar a su mujer, Genendel, con qu poder haba creado al glem, a pesar de que ella selo preguntaba a menudo. Pero Genendel lo supo por Todrus, el sacristn. El motivo de queGenendel quisiera conocer todos los detalles de lo referente al glem era ste: la casa del rabinotena un jardn con muchos rboles frutales y gran abundancia de flores, y en medio del jardnhaba una pea enorme. Esta pea era tan grande que en quitarla con un pico y una pala sehabra tardado aos. Haba una leyenda acerca de la pea, que deca que debajo de ella estabaenterrado un gran tesoro de piezas de oro. Segn esa historia, en otro tiempo haba vivido en laciudad de Praga un judo muy rico, un alquimista que transformaba el plomo en oro. Se pasabatodo el da estudiando el Talmud y otros libros sagrados, pero por las noches exploraba la magia

    de la alquimia. No utilizaba el oro para su propio provecho, sino que se lo daba a los pobres.Tambin lo enviaba con mensajeros a Tierra Santa, donde sostena una de cabalistas.Pero un da el rey de Bohemia, que era un tirano depravado y codicioso, decidi dar muerte aaquel santo y apropiarse de todo su tesoro. Invent un delito absurdo de que acusarle, y elalquimista fue enviado a la horca. Cuando el mrtir estaba ya en el patbulo, con la soga al cuello,grit al rey: En tu vida vers ese oro ni podrs servirte de l. En el momento en que el santoalquimista acababa de ser ahorcado, el monarca se qued ciego, y as se cumpli que no pudieranunca ver el botn. Contrajo adems la lepra, y el hedor que despeda su carne era tan espantosoque tuvo que abdicar, y se le envi a un lugar apartado que se reservaba para los leprosos. Elnuevo rey tambin quera el tesoro para s, pero del cielo cay un peasco sobre el oro, y lohundi profundamente en la tierra, donde ahora estaba el jardn de rab Leib. Por ms que se

    hiciera, nadie sera capaz de desenterrarlo.Genendel haca muchas obras de caridad. Llevaba aos y aos pensando cmo se podra mover la pea y sacar el oro para ayudar a los pobres de la judera y a los cabalistas de Tierra Santa.Como el propio rab Leib era un conocido cabalista, a menudo Genendel haba intentadoconvencerle de que empleara los poderes de la cbala para apartar la pea. Pero rab Leib letena dicho que lo que el cielo ha tapado, ningn hombre lo puede destapar. Ahora que Genendelhaba visto la fuerza sobrenatural del glem, se le ocurri que quiz el destino le hubiera enviadopara rescatar el tesoro perdido. Cuando rab Leib volvi de la audiencia con el emperador,Genendel trat de persuadir a su marido de que se sirviera del glem para mover la pea. Lehabl durante horas, hacindole ver a cunta gente se poda ayudar con el oro. Tanto apel a la

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    naturaleza compasiva del rabino, que ste cedi y, aunque a regaadientes, prometi hacer lo quesu esposa le peda.

    Aquella noche el rabino y su esposa no pudieron dormir. Al amanecer rab Leib subi al tico de lasinagoga, grab el Santo Nombre en la frente del glem y le orden que apartara la pea y sacarael oro de donde estaba escondido.

    Antes, cada vez que el rabino daba una orden al glem, ste deca que s, en seal de su buenadisposicin y su capacidad para hacer lo que se le deca. Pero esta vez el glem no contest.

    Incorporndose, mir fijamente al rabino, a la luz de la luna que entraba por las rendijas del tejado.Haba algo desafiante en aquella mirada. Rab Leib pregunt:--Has odo lo que te he mandado hacer?Y el glem dijo:--S.--Lo hars? -pregunt rab Leib. Y el glem repuso:--No.

    --Por qu no? -pregunt, asombrado, rab Leib. Pareci como si el glem reflexionara por unos instantes, y luego dijo:

    --Glem no saber.Rab Leib se dio cuenta de que era l, el rabino, el que haba hecho mal al ceder a los deseos

    de Genendel. Son tales las reglas que gobiernan la magia, que con un poco de mal uso que sehaga de ella se anula su poder. Como rab Leib haba prometido al emperador poner fin a laexistencia del glem, le dijo:

    --Baja la cabeza.Tena la intencin de borrar el Santo Nombre de la frente del glem, ya para siempre. Pero, en

    vez de bajar la cabeza, el glem dijo:--No.

    Rab Leib comprendi claramente que haba perdido para siempre la autoridad que tenasobre el glem.

    El rabino se afligi. De nada servira discutir con un glem que no tena entendimiento. RabLeib haba cometido un error que ya no poda corregir.

    IX

    Por la ciudad de Praga corri la noticia, entre los judos y entre los cristianos, de que rab Leibhaba perdido su poder sobre el glem, que andaba de ac para all por el patio del rabino,ayudando torpemente en sus tareas a Todrus, el sacristn. La gente esperaba que el emperador castigara a rab Leib, y que quiz dictase severos decretos contra toda la comunidad juda.Pareca, sin embargo, que ni siquiera un emperador tan poderoso como era Rodolfo II se atreva aenemistarse con rab Leib, con los judos y sobre todo con el glem. Adems, el glem no parecapeligroso para nadie. Se comportaba como un nio gigantesco, deseoso de servir a los dems. Secontaban divertidas historias acerca de l.Haba un aguador que sola llevar a casa de rab Leib el agua necesaria para cocinar y lavar.Sucedi que el aguador cay enfermo, y Genendel le pidi al glem que llevara agua a la casa. len seguida cogi un par de cubos y corri al pozo. Cuando las muchachas que iban al pozo asacar agua y lavar la ropa vieron al glem, se asustaron, dejaron all sus cubos y su ropa yescaparon aterrorizadas. El glem llen sus cubos, los llev a toda velocidad a la cocina delrabino y ech el agua en la cisterna. Dio la casualidad de que Genendel tuvo que salir de casapara atender a otras faenas domsticas, y el glem sigui acarreando ms y ms agua. Cuandovolvi la esposa del rabino, todas las habitaciones de la casa estaban inundadas. Genendel

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    intent explicarle al glem que haba que echar agua en la cisterna hasta que se llenara y nadams, pero era imposible hacrselo entender.Hasta entonces al glem no le haba hecho falta comer. De pronto le entr apetito. CuandoGenendel le daba una barra de pan, se la tragaba de un bocado. Cuando tena sed meta la caraen un cubo de agua y se beba la mitad de un trago. Una vez sali de casa, y en la calle los niosestaban jugando a tula, y l se puso a jugar con ellos, dando saltos por encima de todo lo queencontraba a su paso. Otro da entr en la cocina cuando la cocinera del rabino estaba calentandouna olla de carne, y el glem agarr la olla y se ech a la boca todo lo que contena.Como rab Leib no vea manera de deshacerse de l, decidi ensearle a comportarse como unser humano, pero el glem tena la misma mentalidad que un nio de un ao mientras que susfuerzas eran las de un len. En vez de hablar, ruga. Cuando algo le gustaba se reaestrepitosamente. Cuando algo le molestaba mostraba una clera terrible. En una ocasin en queGenendel le dio un cuenco de sopa con una cuchara, se trag la cuchara con la sopa. Igual que aun nio, todas las cosas le parecan juguetes. Levantaba en vilo un caballo y sala corriendo conl. Una vez pas junto a un monumento, que era un rey de bronce con una espada en la mano ymontado a caballo. El glem se emocion tanto que arranc el monumento de sus cimientos yech a correr con l.

    Para l todo eran cosas de jugar, lo mismo una escalera que un montn de ladrillos, un barrilde conservas que un soldado de carne y hueso. Entraba en una panadera, sacaba todas lashogazas del horno e intentaba tragrselas. Un da quiso comerse toda la carne que haba en unacarnicera. A veces tambin sala algo bueno de sus travesuras. En una ocasin pas junto a unacasa donde haba un incendio que los bomberos trataban de apagar; el glem salt a la casa yapag las llamas con sus manos desnudas. Cuando sali estaba todo negro de humo y holln,y losbomberos le limpiaron dirigiendo hacia l sus mangueras.

    Al cabo de cierto tiempo empez a mostrar algunos indicios de madurez y desarrollo espiritual.Pareca estar aprendiendo algo ms del idioma idish y pronunciaba las palabras con mayor claridad. Manifestaba una cierta capacidad de madurar. Algunos judos de Praga pensaban quevala la pena soportar todos sus desmanes, con la esperanza de que algn da se hiciera adulto yfuera un constante defensor de los judosde Bohemia, y acaso tambin de otros pases. Loshaba, incluso, que pensaban que quiz fuera un precursor del Mesas. Se saba que losenemigos de los judos estaban muy intranquilos por la existencia del glem, y se sentanamenazados por l y por su fuerza. Haba adivinos en Praga que pronosticaban que con ayudadel glem los judos gobernaran el mundo entero. Pero rab Leib no comparta esas esperanzas.l saba que nuestra salvacin no podra venir nunca de la mera fuerza brutal.

    X

    Para su desilusin, rab Leib empez a darse cuenta de que el glem se iba haciendo mshumano cada da; estornudaba, bostezaba, rea, lloraba. Hasta le entr aficin por la ropa. Unavez en que rab Leib se qued dormido de da, al despertarse vio al glem tratando de ponerse susombrero de piel y su tnica con cenefas y hasta sus zapatillas, aunque nada de aquello le serva.Se miraba en el espejo y haca visajes. Tambin observ rab Leib que al glem empezaba adespuntarle la barba. Se ira a convertir en un hombre como los dems?

    Un da estaba rab Leib en su estudio leyendo un libro, y entr el glem.Hasta entonces el glem siempre se haba movido haciendo ruido y alborotando.Esta vez abri la puerta con cuidado y entr con pasos sigilosos. Rab Leib levant la vista dellibro.

    --Qu quieres, Jos? -pregunt.

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    El glem no respondi de inmediato. Pareci que titubeaba un momento, y despus pregunt:--Quin glem?Rab Leib le mir muy extraado.--T eres Jos el glem.--Glem viejo?--No eres viejo.--Glem ?Rab Leib no poda dar crdito a sus odos. Dnde haba aprendido el glem aquellas cosas?

    --No, Jos.--Glem querer .Todava te queda mucho tiempo.El glem guard silencio. Despus pregunt:--Quin padre glem?--El padre de todos nosotros est en el cielo, -respondi rab Leib.--Quin madre glem?--No tienes madre.--Glem hermano, hermana?--No, Jos.El glem hizo una mueca de dolor, y de repente solt un sollozo horrible.

    Rab Leib tembl.--Por qu lloras, Jos?--Glem solo.Un fuerte sentimiento de compasin se apoder de rab Leib.--No llores. Has ayudado a los judos, has salvado a toda la comunidad.

    Todo el mundo es amigo tuyo.El glem pareci sopesar aquellas palabras.--Glem no querer ser glem! -exclam.--Qu quieres ser?--Glem querer padre, madre. Todos huir de glem.--El sbado, en la sinagoga, antes de la lectura de la Tor, har saber que nadie debe huir de

    ti. Ahora baja la cabeza.--No!Rab Leib se mordi los labios.--Jos, t no has sido creado como todo el mundo. Ya has hecho tu tarea, y ahora es tiempo

    de que duermas. Baja la cabeza y yo te dar descanso.--Glem no querer descanso.--Qu es lo que quieres?--Glem no querer ser glem, -clam el glem con voz lastimera.Impresionado por la rabieta del glem, rab Leib dijo:

    --S bueno, Jos. Ya has cumplido el mandato de Dios. Cuando te necesitemos, tedespertaremos. Ahora baja la cabeza, te lo suplico.

    --No!El glem sali del estudio dando un portazo, y ech a correr por las calles de Praga,sembrando el pnico en todos los que le vean. Pis una canasta de fruta y rompi los puestos delos verduleros. Puso patas arriba toneles y cajones. Rab Leib se enter de lo que estabapasando, y pidi a Dios que el glem no hiciera nada que pusiera en apuros a la comunidad. Nohubo de transcurrir mucho tiempo antes de que en el estudio del rabino se presentara un alto jefede la polica, que le dijo:

    --Rab, vuestro glem est destruyendo la ciudad. Tenis que refrenarle; si no, todos los judostendrn que abandonar la ciudad de Praga.

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    El gobierno no se content con avisar a rab Leib. Sali una orden de capturar al glem,encadenarle, y, si opona resistencia, cortarle la cabeza. Se cerraron algunas de las calles queconducan al palacio. Por unos sitios y otros se abrieron zanjas para que el glem cayera en ellassi pasaba por all. Pero al glem no le daban miedo ni los soldados ni las vallas ni las zanjas.

    Atravesaba todas las barreras. Coga a los soldados de carne y hueso y se pona a jugar con elloscomo si fueran soldaditos de plomo. Le lanzaban piedras pesadas, y rebotaban en l como siestuviera hecho de acero. Al cabo de un tiempo volvi a la judera. Pas por un donde unmaestro estaba enseando el abecedario a los nios pequeos. El glem entr en el y se

    sent en un banco. Los nios miraban con asombro al gigante que se haba sentado entre ellos. Aun estando sentado, daba con la cabeza en el techo. El maestro comprendi que lo mejor seraseguir dando clase como si nada hubiera sucedido.

    --Alef, bet, guimel, dalet... -recit, sealando con un puntero de madera a las letras que habaescrito en una tablilla.

    --Alef, bet, guimel, dalet, -repiti el glem con una voz que estremecalos muros.

    En la puerta abierta apareci Todrus, el sacristn.--Jos, el rabino quiere verte.--Glem querer alef, bet, guimel, dalet, -declar el glem.--Tienes que venir conmigo, -dijo Todrus.

    Por un momento el glem puso cara de furia. Pareci como si fuera a agarrar a Todrus en susmanazas y romperle todos los huesos del cuerpo. Pero en seguida se levant y se fue con Todrus.Cuando llegaron al estudio del rabino estaba ya atardeciendo. Rab Leib haba ido a la sinagoga adecir las oraciones de la tarde. El glem pas a la cocina. Haba encendida una lmpara deaceite. La esposa del rabino, Genendel, estaba rezando con un devocionario. Todos los hijos delrabino estaban casados y tenan hijos propios. Adems de la criada, Genendel tena en casa auna muchacha hurfana llamada Miriam, que ayudaba en las tareas domsticas. El glem sesent en el suelo. Pareca cansado. Miriam le pregunt:

    --Tienes hambre, Jos?--Hambre, -repiti el glem.

    Miriam le sac un plato grande de gachas, y el glem lo vaci al instante.Luego dijo:--Glem hambre.Miriam le dio pan, cebollas, rbanos. El glem se lo tragaba todo visto y no visto. Miriam sonri

    y le pregunt:--Dnde echas toda esa comida?--Comida, -repiti el glem como un eco. Y de repente dijo-: Miriam guapa chica.Miriam se ech a rer.--Oye, glem, no saba yo que te fijaras en las chicas.--Miriam guapa chica, -dijo el glem.

    Si otro hombre le hubiera dicho eso a Miriam, ella se habra puesto colorada. En aquellos

    tiempos las muchachas jvenes eran tmidas. Pero ante un glem Miriam no senta vergenza.Pregunt en broma:--Te gustara que fuera tu novia?--S, novia.

    l la miraba con los ojos muy abiertos. De pronto hizo una cosa que asust a Miriam: la levant envilo y la bes. Tena los labios speros como un raspador de rbanos. Miriam dio un grito y elglem exclam: Miriam novia glem. La dej en el suelo y palmote con sus manazas. En esemomento entraba Genendel, y Miriam le cont lo que haba pasado.

    Al da siguiente rab Leib llam a Miriam a su estudio, y le hizo prometer que en la primera ocasinque tuviera, cuando el glem bajara la cabeza, le borrara el Santo Nombre de la frente. El rabino

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    dijo que en ello no habra pecado, porque el glem no era un ser humano, sino un ser artificial ytemporal. El rabino explic que el glem no tena alma, tan slo , la clase de espritu quese concede a los animales superiores.XI

    Miriam prometi al rabino que hara lo que se le mandaba. Sin embargo, pasaron los das, yaunque a menudo el glem bajaba la cabeza ante ella, Miriam senta un no s qu que le impedaborrarle el Santo Nombre. Entre tanto el glem segua haciendo barbaridades, una tras otra.Pasando un da junto a la Torre de los Cinco y viendo que all arriba el viga daba vueltasalrededor de la enorme campana, el glem empez a trepar por la torre con la misma agilidad queun mono. En pocos minutos haba llegado a la galera de arriba. Cuando el viga vio que el glemsuba por las paredes de la torre, se asust tanto que empez a tocar la campana. Se reuni unagran multitud para ver la actuacin del glem. Soldados y bomberos oyeron la alarma y acudieronprecipitadamente. Llegado a lo alto, el glem empuj al viga por la puerta que daba acceso a laescalera de caracol, y se puso a dar vueltas en torno a la campana, a toda velocidad. Pas algnrato antes de que se cansara de aquel juego, y entonces se descolg por la pared de la torre enpocos segundos. Pareca tener vista de guila, porque al ver que Miriam estaba entre la multitudse precipit hacia ella, la tom en brazos y muy contento ech a correr con ella por las calles,brincando y bailoteando de alegra. Cuando rab Leib supo lo que haba hecho, le reprendiduramente por despertar las iras de la poblacin con su conducta. Pero el glem dijo: Glem nomalo. Glem bueno.

    Al da siguiente cruz las puertas de la judera un carruaje tirado por ocho caballos blancos,precedido de diez dragones a caballo que iban tocando trompas y despejando el paso. El carruajese detuvo ante la casa de rab Leib, y de l descendi un general que era el jefe del ejrcito. RabLeib sali a recibir al gran seor e inclin profundamente la cabeza. El general dijo:

    --Vengo con una orden del emperador.--Cul es esa orden, excelencia?--Su Majestad ha decretado que el glem sea enrolado en el ejrcito de

    Bohemia, -dijo el general-. Forjaremos armas especiales para l y le ensearemosa usarlas. Damos a vuestro glem ocho das para que se prepare para el servicio.--Pero, excelencia, el glem no es un hombre de carne y hueso, -objet rab Leib-. No sepuede confiar en l.

    --Nosotros le ensearemos lo que tiene que saber un guerrero. Con un soldado como el glempodramos someter a muchos de nuestros enemigos.

    --Excelencia, el glem no fue creado para hacer la guerra.--Rab, no puedo entrar en detalles con vos, -dijo el general-. Dentro de ocho das vuestro

    glem ser soldado. Es un decreto real.Y el general regres al carruaje y se march con su squito.Rab Leib se puso a dar vueltas de un lado para otro. Una honda tristeza le embarg. l haba

    creado al glem para ayudar a los judos. Ahora el glem iba a ser soldado del emperador. Quinsabe si no atacara a sus superiores, y entonces se hara responsable a los judos de suindisciplina. Rab Leib llam a Miriam y le dijo:

    --Miriam, tienes que borrar como sea el Santo Nombre para acabar con nuestro glem. No sepuede esperar ms.

    --Rab, no soy capaz.--Miriam, en nombre de la Tor te ordeno que lo hagas. Yo estoy lejos de ser un asesino, pero

    el barro debe volver al barro.--Rab, siento como si me mandseis matar a un hombre.--Miriam, yo mismo estoy dispuesto a borrar el Santo Nombre, pero t tienes que hacer que

    baje la cabeza, o conseguir que se quede dormido.21

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    Al rato Miriam dijo:--Har lo que pueda, rab.Miriam volvi a la cocina. El glem la mir con ojos extraviados y vocifer:--Glem hambre!

    Miriam abri la despensa, y l devor todos los comestibles que haba a la vista. Vio unabotella en el estante de abajo, la agarr e intent tragrsela.

    --Qu haces, Jos? Espera un segundo.--Qu es esto? -pregunt el glem.

    --Vino, -dijo Miriam-. No es para comer, sino para beber.--Glem querer vino.Miriam le llen un vaso de vino y el glem se lo trag. Ella sac otra botella, y despus la tercera,y el glem no paraba de beber y de pedir: Ms! Todava no estaba borracho, y Miriam se acordde que el rabino tena vino en el stano para la bendicin del sbado, y tambin el vino de Pascuaque la familia tomaba en el , cuando cada uno tiene que beber cuatro copas.

    --Vamos al stano, Jos -dijo-. All hay mucho vino.Miriam baj los peldaos del stano, y el glem la sigui. Haca fro en el stano, y estaba oscuro,pero Miriam dej abierta la puerta de la cocina y por all entraba algo de luz. Rab Leib haba odolo que pasaba y se qued a la puerta del stano, para vigilar que el glem no hiciera dao aMiriam. Miriam le dijo al glem: Ahora puedes beber todo lo que quieras, y al decir estapalabras se ech a llorar. El glem agarr un tonel de vino, le arranc el tapn y se puso a beber.Miriam le miraba, ahogada por el llanto. El glem sigui atiborrndose de vino; respirabapesadamente y grua de placer. Los ojos se le pusieron a la vez tiernos y salvajes. Clam confuerte voz: Glem amar vino.sas fueron sus ltimas palabras. Cay al suelo y empez a roncar. Rab Leib vio y oy lo quesuceda y baj los peldaos. Se inclin sobre el glem y recit: La tierra a la tierra y el polvo alpolvo. Dios, bendito sea, es perfecto, juicio son todos Sus caminos, Dios de verdad y sin iniquidad,

    justo y bueno es. Recitadas estas palabras, borr el Santo Nombre de la frente del glem, y besel barro all donde el Santo Nombre haba estado grabado. El glem dio un ltimo ronquido yqued sin vida.

    Rab Leib subi a su estudio, pero Miriam se qued en el stano. Se agach y bes los ojosdel glem y su boca. Lloraba tan fuerte que las lgrimas casi la cegaban.Esa noche rab Leib y Todrus subieron el cuerpo del glem al tico de la sinagoga. Haba muchomiedo en la judera de que cuando el emperador se enterase de que el glem estaba muertotomara venganza de todos los judos, y sobre todo de rab Leib. Pero no fue as. Por una parte, los

    jefes militares no vean con buenos ojos que el glem fuera a ser uno de los suyos. Teman quedesmoralizase a toda la tropa, o incluso que atacase a sus capitanes. Tambin habancomprendido muchos gentiles que los judos no eran tan dbiles e indefensos como les crean susenemigos. Haba un gran poder oculto en este pueblo que Dios haba escogido para s, y cuyagloria se haba comprometido a restaurar al Final de los Das.

    Aunque el glem no era un hombre, rab Leib recit el Kaddish por l.Empezaron a surgir leyendas. El glem haba sido visto de noche en el palacio del emperador;

    en un molino, moviendo sus aspas; de pie en lo ms alto de la Torre de los Cinco, con la cabezaentre las nubes.Un hecho sorprendente sacudi a la judera: Miriam desapareci. Una noche Genendel la vio irsea la cama y la oy recitar el Shem antes de dormirse. A la maana siguiente el lecho estabavaco. Hubo rumores de que al amanecer se haba visto a Miriam caminando hacia el ro,seguramente para ahogarse. Otros crean que el glem la estaba esperando en la oscuridad y sela llev con l a un lugar donde se renen los espritus amantes. Quin sabe? Acaso el amor

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    tenga un poder an mayor que el de un Santo Nombre. El amor, una vez que se ha grabado en uncorazn, ya nunca se puede borrar: vive para siempre.

    GLOSARIO

    : Primeras letras del alfabeto hebreo.: Ceremonia con que los jvenes judos ingresan en la comunidad religiosa, a la edadde trece aos.: Conjunto de doctrinas msticas de los judos. El ncleo original de la Cbala erapuramente espiritual y terico, pero con el tiempo se fue mezclando con diversas prcticasmgicas y de adivinacin.: Persona que estudiaba la Cbala.: Nombre que daban los judos a todos los que no eran de su nacin, y por lo tanto nopracticaban la religin judaica.: Libro que usan los judos en el , y que contiene, entre otras cosas, la historiade los orgenes del pueblo judo y su salida de Egipto a la Tierra Prometida. o yiddish: Idioma de los judos de Europa Central, que tiene sus orgenes en el alemnque se hablaba en la Edad Media y se escribe con los caracteres del alfabeto hebreo.: Festividad juda, llamada tambin "de las luces", que se celebra durante ocho das enlos meses de noviembre y diciembre, y durante la cual es costumbre tener luz encendida en unaslmparas especiales.: En las comunidades judas, escuela elemental.: En las ciudades antiguas, barrio donde habitaban los judos.: Himno que se recita en las sinagogas al final de ciertas secciones del culto, y que hallegado a ser la oracin ms empleada para rezar por los muertos.: Manto o chal que se ponen los judos sobre los hombros para rezar.: Nombre hebreo de los panes zimos, esto es, hechos sin levadura, que comen los

    judos en su fiesta principal, la Pascua.: Uno de los meses del calendario judo. En l se celebra la Pascua. o rab: Jefe espiritual de una comunidad de judos, que preside y dirige las oraciones yceremonias en la sinagoga. La forma rab se utiliza delante del nombre propio, o para dirigirse alpropio rabino.: Ceremonia que se celebra en los hogares judos en uno de los das de la Pascua, y queconsiste bsicamente en un banquete y ciertas lecturas y bendiciones.: Nombre y primera palabra de la principal confesin de fe de los judos, que dice: "OyeIsrael, el Seor es nuestro Dios, el Seor es uno".: Frmula de saludo en lengua idish, que quiere decir: "La paz sea con vosotros".: Recopilacin de tradiciones que, junto con algunos libros del Antiguo Testamento,constituyen la base de la religin juda.: Entre los judos, la ley de Moiss; tambin, los cinco primeros libros del AntiguTestamento (el Pentateuco), porque en ellos se contiene la ley mosaica.: Escuela superior de las comunidades judas, donde se estudia el Talmud.