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Sobre la captura del Inca Atahualpa {comentario crítico a un documento recientemente publicado) !sacio Pérez Fernández La captura del Inca Atahualpa por Francisco Pizarro fue uno de los hechos más sonados entre las acciones de la conquista de América. Divulgado, pasó a la historia como una de las más "ilustres hazañas" llevadas a cabo por los conquistadores españoles. Pero la ciencia hi stórica es el conocimiento de los hechos ocurridos, basado en los documentos que los atestiguan. Y ¿quién ha contado el número absoluto de documentos que pueden atestiguar un hecho, de manera que no pueda aparecer y ser alegado ninguno más? Por esto la ciencia histórica, además de basarse en los documentos que se conocen, está pendiente de los que vayan apareciendo. ¿Está, entonces, siempre en vilo, sin la seg u- ridad y el asiento de la certeza? Ello depende en cada caso de la seguridad que le brinden los documentos en que se asienta, porque los documentos mismos también son objeto de la funci ón crítica de la ciencia histórica, que decide sobre su valor. Hay documentos que dejan abierto el recurso a otros; y hay documentos inapelable s, sin vuelta de hoja. Sobre el hecho hi stórico de la captura del Inca Atahualpa por Pizarro acaba de darse a conocer un documento que habla sobre ella de un modo inaudito, que podríamos llamar escandaloso. ¿Qué valor tiene lo que dice? Este es el punto en cuestión en estas páginas. l. Narración tradicional de la captura de Atahualpa De pocos meses después del hecho datan los primeros documentos que lo relatan, relatos a los que siguieron después los de las crónicas. 2, diciembre de 1998 395

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Sobre la captura del Inca Atahualpa {comentario crítico a un documento

recientemente publicado)

!sacio Pérez Fernández

La captura del Inca Atahualpa por Francisco Pizarro fue uno de los hechos más sonados entre las acciones de la conquista de América. Divulgado, pasó a la historia como una de las más "ilustres hazañas" llevadas a cabo por los conquistadores españoles.

Pero la ciencia hi stórica es el conocimiento de los hechos ocurridos, basado en los documentos que los atestiguan. Y ¿quién ha contado el número absoluto de documentos que pueden atestiguar un hecho, de manera que no pueda aparecer y ser alegado ninguno más? Por esto la ciencia histórica, además de basarse en los documentos que se conocen, está pendiente de los que vayan apareciendo. ¿Está, entonces, siempre en vilo, sin la segu­ridad y el asiento de la certeza? Ello depende en cada caso de la seguridad que le brinden los documentos en que se asienta, porque los documentos mismos también son objeto de la funci ón crítica de la ciencia histórica, que decide sobre su valor. Hay documentos que dejan abierto el recurso a otros; y hay documentos inapelables, sin vuelta de hoja.

Sobre el hecho histórico de la captura del Inca Atahualpa por Pizarro acaba de darse a conocer un documento que habla sobre ella de un modo inaudito, que podríamos llamar escandaloso. ¿Qué valor tiene lo que dice? Este es el punto en cuestión en estas páginas.

l. Narración tradicional de la captura de Atahualpa

De pocos meses después del hecho datan los primeros documentos que lo relatan, relatos a los que siguieron después los de las crónicas.

Nº 2, diciembre de 1998 395

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Artículos, notas y documentos _______________________ _

1) Informes de las primeras crónicas

Sobre los hechos ocurridos en la conquista del Perú -como sobre los ocurridos en otras regiones del Nuevo Mundo- existen varias clases de documentos: diarios, cartas priva­das escritas por testigos de los hechos, relaciones o informes privados u oficiales de lo sucedido, y crónicas redactadas por cronistas o historiadores contemporáneos, aunque no testigos, de los hechos.

En general, los diarios, las cartas y las relaciones inmediatas son, de por sí, docu­mentos de un valor histórico primario; las crónicas, sin embargo, tienen un valor secunda­rio, pues dependen de las fuentes en que se basan.

La práctica totalidad de las crónicas del suceso, tradicionalmente conocidas hasta ahora, lo relatan de modo coincidente, que, en resumen, dicen haber ocurrido así:

Llegado Pizarro a Cajamarca, camino desde Tumbes al Cuzco, se enteró de que Atahualpa se encontraba acampado con un gran ejército poco más de media legua más allá del pueblo. Las fuerzas con que Pizarro contaba no llegaban a 300 hombres; unos ciento noventa -algunos más de noventa a caballo-, armados de espadas, ballestas, arcabuces y artillería. Los hombres con que contaba el ejército de Atahualpa eran 30 000 -algunos dicen que más de 40 000- armados con lanzas, porras , hondas, arcos y flechas elementales1

• No obstante esta enorme desproporción de fuerzas, venció Pizarro. En el combate que se entabló entre los de Pizarro y la vanguardia del ejército inca, que acompañaba aAtahualpa, murieron de éste unos 10 000, "todos los que traían las andas de Atabaliba [ =Atahualpa] murieron a par dellas, e todos eran hombres principales ... , e otros señores e capitanes murieron, que se dejan de decir por su mucho número"2; provocando la desbandada y fuga en el resto.

El triunfo fue debido a la táctica a que recurrió Pizarro: primeramente, el oculta­miento de la mayoría de sus hombres y pertrechos, y, en el momento oportuno, la utiliza­ción rápida de las armas de la tropa a pie, y seguidamente la arremetida de los caballos, y el disparo de la artillería, lo cual desconcertó totalmente al gran ejército del Inca. Hazaña verdaderamente admirable!

¿Fue esto lo que sucedió? ¿Los documentos han novelado la escena? Y, si la han novelado, ¿cómo ocurrió realmente la hazaña? Porque, que medió una táctica eficaz nadie lo niega, ni siquiera quienes niegan que haya sido una ilustre hazaña.

2) Testimonios de los documentos hasta ahora conocidos

Revisando los documentos hasta ahora disponibles, nos encontramos con que, apar­te detalles, dan la razón a los cronistas, porque, en líneas generales, confirman lo que éstos relatan, pues en tales documentos se han basado.

Jerez, Francisco de, Verdadera relación de la conquista del Perú, "por mandato del gobernador, en el pueblo de Caxamalca ... en postrero de julio de mil e quinientos e treinta e tres años. Francisco de Jerez" (Publicada en Fernández de Oviedo, Gonzalo, Historia general y natural de las Indias , lib. XLVI, caps. 1-14. Cf. cap. VIII; BAE, CXXI, 58a. Publicada también en BAE, XXVI, pp. 320-346, con la continuación de la misma. Cf p. 233b.

2 Id. ib. ; cap. VII; BAE, CXXI, 56b. BAE, XXVI, 333a.

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________________ !sacio Pérez: Sobre la captura del Inca Atahualpa

Ninguno de los documentos hasta ahora conocidos facilita el más lejano apunte de que el triunfo de Pizarro sobre Atahualpa haya sido debido a que aquél recurrió al ardid de envenenar a sus capitanes y jefes con vino al arsénico, que es lo que refiere el documento del que voy a hablar.

3) Publicación de un nuevo documento disonante, hasta ahora manuscrito

En el IV Congreso Internacional de Etnohistoria, celebrado en Lima en julio de 1996, Laura Minelli dio a conocer el documento manuscrito del que voy a hablar, que, en lo tocante a nuestro asunto, da la explicación novedosa del mencionado envenamiento.

Según él, el triunfo de Pizarro sobre el Inca Atahualpa y la consiguiente captura de éste habría sido debido a que el dominico Juan de Yepes envenenó con arsénico disuelto en vino a los capitanes del Inca, con lo cual éste se sintió desguarnecido e impotente.

De la noticia, verdaderamente nunca oída y escandalosa, se hicieron eco la prensa y todos los medios de comunicación social con ocasión del Congreso.

El manuscrito se conserva en el archivo Miccinelli-Cera, de Nápoles; y fue publicado por Laurencich en un excelente estudio analítico del mismo titulado "11 documento seicentesco ' Historia et rudimenta linguae piruanorum'", en la revista Studi e Materiali di Storia delle Religioni (Roma), vol. 61, anno 1995, n. s. XIX, 2, que apareció (cronológicamente retrasa­do) en marzo de 1997, pp. 363-413.

2. Identidad del manuscrito en que aparece la nueva noticia sobre la captura de Atahualpa

Considero inevitable adelantar un resumen casi taquigráfico de la figura del manus­crito, que extraigo del esmerado estudio de Laurencich, y que agradezco.

1) Autor, título y data

Como dice Laurencich, el escrito, como tal, podríamos considerarlo "per lo pi ? anonimo"'. Pero el esmerado análisis que la autora efectúa (y que aquí resumo), descifra, en la complejidad del documento, una triple autoría:

Parte es de la sigla JAC, que Laurencich identifica con el hermano coadjutor jesuita Juan Antonio Cumis, calabrés (de Catanzaro), quien fue al Perú hacia 1594, en 1595 parece que residía en Arequipa, y parece haber incorporado un texto base de quipu que le facilitó el curaca Mayachac Azuay. Murió en 1618.

Parte es de la sigla JAO, que Laurencich identifica con el padre jesuita napolitano Juan Anello Oliva ( 1572-1642), quien fue a Lima en 1597, en 1607 se encontraba ya en la misión jesuítica de Santa Cruz de la Sierra (actual Bolivia), donde conoció a Bias Valera en

3 Laurencich Minelli , Laura; Micinelli , Clara: Animato, Cario "11 documento seicentesco Historia e rudimenta linguae piruanorum" , en Studi e Materiali di Storia delle Religioni, vol. 61 , p. 365.

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Artículos, notas y documentos ______________________ _

1611, en 1614 fue ordenado de sacerdote y residió en Juli (junto al lago de Titicaca), y después en Oruro, Potosí, Chuquisaca y Arequipa, y, al parecer, antes de 1618 ( en 1611 ?) recibió el documento de parte de Cumis, añadió lo suyo y utilizó a Bias Valera. En 1630 volvió a Lima.

Y parte es de Petrus Illanes, un jesuita que se encontraba, desde 1695, en Concep­ción de Chile, y allí recibió, en 1737, del indio Juan Tacquic Menéndez de Sodar, poco antes de morir éste, el documento que había tenido Oliva en el colegio de los jesuitas de Lima4, añadió en castellano algunas aclaraciones y lo encuadernó tal como se conserva actualmente.

El documento (sin las adiciones de Illanes) se encontraba en 1618 en el colegio de los jesuitas de Lima; allí lo tuvo JAC hasta 1618, año en que murió; y después, hasta 1638 al menos, lo tuvo JAO, quien lo recibió de JAC. Cómo es que el indio se hizo con el docu­mento y lo llevó a Concepción de Chile, no se sabe.

El título que aparece en la cubierta es Historia et rudimenta linguae piruanorum. JHS. Lo puso Petrus Illanes al encuadernar el conjunto.

La data, dada la complejidad aludida, no es única. De las tres partes de escritura que cabe distinguir en él, la parte más antigua data de entre 1588 y 1618 ( en la data que tiene es ilegible actualmente el año: MD??); la que sigue, data de Los Reyes ( =Lima) 30 de julio de 1637, con una larga adición del 25 de abril de 1638; y la última, de un siglo posterior: 1737.

2) Estructura codicológica

Consta de 9 folios, doblados por la mitad, en formato de 8, más 3 medio-folios, y otro plegado que guarda en su interior un quipu. Todos ellos protegidos con cubierta de cartón. Tiene varias páginas en blanco.

La parte escrita más antigua (la de JAC) está escrita en latín, a dos columnas. La que sigue (la de JAO) está escrita en cifrado y procediendo en retroceso: del fol. 9 al 7. La tercera (la de Illanes) está escrita en castellano5

3) Contenido del texto

En conformidad con la indicación del título, el documento habla de "la historia y rudimentos de la lengua de los peruanos". Ciertamente, la lengua de los peruanos es el tema de arranque; pero no se limita a ofrecer la historia y rudimentos de tal lengua sino que se extiende a hablar también de la cultura, política y religión de los peruanos, de puntos sobre historia interna de la Compañía de Jesús, y, de paso, de las intervenciones de los españoles en el Perú: de su conquista (particularmente de nuestro punto actual: la captura de Atahualpa) y de su evangelización.

4 Id., ib., p. 402. 5 Id., ib., pp. 365, 369-372.

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4) Autenticidad del documento

Yo no he tenido oportunidad de ver el manuscrito; ni, por tanto, de inspeccionarlo ni analizarlo. Pero la diligente investigación analítica llevada a cabo por Laura Laurencich paréceme garantía segura de que el documento, tal como ella lo define, es auténtico; y como tal lo admito. Cosa distinta es el valor histórico de sus noticias; particularmente la de la captura de Atahualpa, que es en la que me centro.

3. La noticia novedosa del envenenamiento del ejército de Atahualpa

El texto de la noticia aparece como de modo marginal dentro del resto del texto del manuscrito, centrado éste -como dice el título- en la lengua peruana y en la apología del jesuita mestizo Bias Valera, al parecer gran conocedor de la misma; y con esta marginalidad hay que contar, naturalmente.

1) Cumis, en la línea de Bias Valera

JAC (=Cumis) en su texto latino -el pecio más antiguo- venía narrando lo que le había contado el curaca quipucamayoc Mayachac Azuay sobre las persecuciones que había padecido el mestizo jesuita Bias Valera, amigo suyo, defensor de los indios peruanos, de parte de los españoles y de los mismos jesuitas, el cual no veía justo acusar a los indios de idolatría, pues su religión originaria era -dice- muy semejante a la cristiana católica: Dios uno, creador, el diluvio, Babel, la resurrección, etc., etc., según constaba -dice- por los mejores documentos peruanos. Y, para defenderse, entra a hablar, según lo que le había confiado Mayachac, de las peculiaridades del lenguaje (quechua y aimara) de los peruanos y de su escritura por pinturas y quipus especiales (desconocidos de los conquistadores y de los clérigos) en que se fundaba Valera, de los cuales se conservaban muy pocos porque los españoles, seglares y clérigos, los quemaban por considerarlos idolátricos.

2) Anello Oliva da un paso más que Cumis

JAO (=Anello Oliva), en su texto cifrado, continúa refiriéndose al hostigamiento pa­decido por Val era de parte de los superiores jesuitas, y añade que él mismo lo ha padecido de sus superiores, pues formaba también parte del grupo de Valera. Por ello se queja, e intenta justificar la tesis de Valera insistiendo en lo mismo que JAC, basado en las confidencias del quipucamayoc Chauarurac y en un quipu que le dio. Y se lamenta de la destrucción y evan­gelización tal como fueron llevadas a cabo en el Perú antes de llegar a él los jesuitas en 1568.

3) Llega la noticia cifrada

Traduzco la transliteración del texto cifrado que Laurencich nos facilita en italiano:

"Es verdaderamente triste pensar cómo los Incas, grandes maestros, pudieron per­mitir a un puñado de blancos aniquilar el propio largo camino; maldiciendo, por otra

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Artículos, notas y documentos ______________________ _

parte, que a don Francisco Pizarra le ayudase la propia fortuna con un engaño que despertaría al gigante Polifemo. De hecho, Pizarro, durante su segundo viaje al Perú [ el de la conquista, en 1531], llevó consigo mucho vino moscatel; y, con la ayuda del indio traidor Felipillo, lo contrabandeaba a los indios a cambio de objetos preciosos, con un doble objeto : uno, enriquecerse, y otro, más execrable, emborracharles con vino moscatel -ellos que ya eran adictos a la coca- con el fin de convertirlos en incapaces e imbéciles. Esta es la amarga verdad, la cual ningún español referirá en la Historia para no ver mermada la propia conquista. Yo, sin embargo, sacerdote de Cristo, en nombre de san Ignacio, cuento la sobredicha ignominia. Esto es lo que mi conciencia me ha impulsado a escribir, aunque en secreto, en estas cifras"6

"Si cuanto he escrito de Pizarro no es cosa suficiente, precisaré que Francisco se acompañó en el Perú de los frailes dominicos Vicente de Val verde, Reginaldo Pedraza y Juan Yepes. Pues bien; en virtud del conocimiento de las hierbas y del arte de los matraces que tenía el padre Yepes, con gran astucia y brutalidad embriagó a los peruanos con vino mezclado con arsénico; de manera que sintieron retorcérseles las tripas y tuvieron espasmos atroces y la cara azulada, terminando por ser derribados a tierra. Tocante a lo cual se dieron a creer y predicar la falsa noticia de las epide­mias, que, aunque existían, no igualaban el vino podrido y maldito de Pizarro. Este, por un enfrentamiento surgido con el padre Yepes [está suponiendo el autor que ocurrido después de haber envenenado a los generales de Atahualpa en Cajamarca], lo apuñaló a traición y después lo arrojó desde un precipicio ... Así fue como don Francisco quedó seguro de la victoria y procedió sin impedimento alguno a la captu­ra del rey Atahualpa"7•

4. Valor histórico del documento en lo tocante a la noticia novedosa

Pienso que nuestro documento puede tener un alto valor histórico para los estudio­sos de la lengua peruana (quechua y aimara), pues Valera, por lo pronto, parece que estaba impuesto en ella. También admito que puede ser importante para la historia interna de la Compañía de Jesús . Pero no entro en estos temas porque, como ya dije, me he centrado desde el principio en las noticias que da sobre la conquista del Perú, particularmente sobre cómo se preparó la captura de Atahualpa.

1) Cronología de la expedición de Pizarro hasta la captura de Atahualpa

En enero de 1530 partió de Sanlúcar de Barrameda la flota de Francisco Pizarro con propósito de iniciar la conquista del Perú. El 27 de diciembre partió de Panamá Pizarro con su nueva flota del mar del Sur ( =Oceano Pacífico). El 9 de enero de 1531 llegó a la bahía de

6 Id., ib., p. 390. 7 Id. . ib. , p. 391.

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San Mateo8. En febrero llegó al pueblo de Coaque, donde obtuvieron el primer botín de oro,

plata y esmeraldas. Pero en Coaque muchos españoles de la expedición padecieron la extra­ña enfermedad de las verrugas, muy dolorosas, y otros achaques, que, cuando llegaron a la isla Puná todavía tenían. En otoño de 1531 llega la expedición a la isla Puná, en el golfo de Guayaquil. A fines de abril o principios de mayo de 1532, Pizarro parte de Puná para Tum­bes9. El 16 de mayo de 1532, Pizarro parte de Tumbes, y en agosto o septiembre, funda en el valle de Tangarara la ciudad de San Miguel, que después trasladará a Piura.

El 15 de noviembre de 1532, llegó Pizarro a Cajamarca10• El mismo día, enterado Pizarro de que Atahualpa se encontraba a media legua más allá de Cajamarca con un gran ejército, envió como emisario a hablar con él a Hernando de Soto con 24 de a caballo; y, seguidamente, viendo el peligro que había, envió detrás a su hermano Hernando Pizarro con algunos otros como refuerzo' 1.

El día siguiente, 16 de noviembre de 1532, fue capturado Atahualpa12 •

2) Las fuentes de las que procede la noticia dada en el documento

Según hemos visto, Oliva termina diciendo: "Esto me ha afirmado en secreto con juramento el padre Cipriano de Medina, de la Orden de Santo Domingo, así como el hecho de que ellos, indios [comunes], no conocieron nunca la verdad" 13•

Pero este Cipriano de Medina14 es simplemente un personaje contemporáneo de Oliva que interviene principalmente en concepto de confirmante de la noticia del referido envenamiento, tan sólo añade como elemento nuevo el nombre de Juan de Yepes. De mane­ra que, por sí mismo, fray Cipriano no puede ser considerado como fuente de la noticia del envenenamiento sino tan sólo de la atribución del mismo a Yepes. ¿En qué fuente se basó fray Cipriano para efectuar tal atribución a Yepes? No lo sé. Le hemos visto decir -según el documento- que los frailes dominicos que acompañaron a Pizarro en el Perú fueron tres:

8 Jerez, Francisco de, Verdadera relación; BAE, XXVI, 322a. 9 Id., ib., p. 323b. 1 O Id. , ib. , p. 330a. 1 1 Pizarro, Hernando, Carta a la Audiencia de Santo Domingo, en Santa María del Puerto, a 23 de

noviembre de 1533. En Fernández de Oviedo, Gonzalo, Historia, lib. XLVI, cap. 15; BAE, CXXI, 85b-86a. Cieza de León, Pedro, La crónica del Perú, 3a. parte: Descubrimiento y conquista del Perú, cap. 43; Roma, 1979, p. 243.

12 Cieza de León, Pedro, ib. , pp. 242, 253 . 13 Laurencich Minelli, Laura, art. cit., p. 391. Y seguidamente detalla el documento: "El padre Cipriano

refiere que Pizarra ofreció al principio a Atahualpa moscatel verdadero, y, después que había enve­nenado a la guardia real, le dio una pequeña poción falsa. De esta guisa, don Francisco quedó seguro de la victoria; de manera que procedió sin impedimento ninguno a la captura del rey. De donde Atahualpa, advirtiendo la peste de sus hombres, creyó haber sido voluntad de una fuerza divina. Pero, con el tiempo, que es padre de la verdad, llegando a ver con claridad las cosas, se verá también resuelto el final del imperio [incaico]. que los españoles no se atreven a referir".

14 Criollo nacido en Lima, de familia ilustre. Entró en la Orden en 1594 en el convento del Rosario. Recibió el presbiterado en 1623, y fue lector de Artes en su convento. En 1627 era catedrático de teología. No le he visto nombrado por Meléndez.

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Artículos, notas y documentos _______________________ _

Vicente de Valverde, Reginaldo Pedraza y Juan Yepes. En el número, coincide con Pedro Pizarro, quien dice en su Crónica, como veremos, que los dominicos que Francisco Pizarro pasó de España al Perú fueron "tres", y nombra a fray Reginaldo de Pedraza y a fray Vicen­te de Val verde, pero no al tercero.

Según quedó dicho, tanto Cumis como Oliva basan sus noticias en la tradición indí­gena de los quipucamayos : Cumis, en Mayachac Azuay (en Cuzco, 1572) -quien, como el mismo Cumis, había conocido personalmente al jesuita mestizo Bias Valera-; Oliva, en Chaururac entre otros. Y ocurre que todos estos informadores indígenas nos llevan a Bias Valera15; de manera que, en definitiva, nos encontramos dentro de un círculo o grupo que podemos definir como "val eran o".

Como declara Oliva, Valera, hablando de que su actuación a espaldas de la Compa­ñía podría entenderse como una conjura ... , dice: "Si hay conjura, ella está en la destrucción entera del Perú efectuada con el engaño del vino envenenado, de manera que los indignos tiuspachuricuna dieron el mal ejemplo a Ruminavi, el cual traicionó a los suyos matándolos con el mismo vino envenenado; destrucción por manos de españoles y misioneros de toda Orden [religiosa]"1 6• "Donde [el padre Bias Valera] narra la embajada de Atahualpa, el padre Bias sanciona la verdad del engaño de aquel vino envenenado con una frase de doble significado: "y también vino adelante", que ha de entenderse: "el vino precedió a Pizarro"; y de este vino mortal robó parte el mencionado Ruminavi ... Mi obediencia .. . no me permite pasar en silencio la turpísima plaga venenosa procurada en este Perú por la violencia espa­ñola y por la no siempre linda fe católica"17

• JAO añade esta aclaración: "¡ Ah! Veritas incommutabilis est; veritas panis est, mentes reficit, nec deficit, mutat vescentem, non ipsa in vescentem mutatur, oh conquistadores atque dominicani venenati venenoque imbuentes!" 1R.

¿Cuál es la fuente en que bebió Valera lo del envenenamiento? Valera era muy dado a informarse de la tradición de los quipucamayos que consideraba más autorizados: los autores o lectores de ciertos quipus selectos, literarios o reales, desconocidos por la genera­lidad de los indígenas populares y, por lo pronto, por los españoles. Pero de lo del envenamiento, la fuente fue, según Oliva, la lectura de la Relación de la conquista escrita por Francisco de Chaves, quien habría sido testigo del hecho, pues había participado en la conquista y era amigo de Tito Atauchi, hermano de Atahualpa. Valera, según dice Oliva, "conservó la relación de la conquista que Chaves había entregado a su tío Luis [Valera]; por lo que Bias tuvo ab ovo conocimiento veraz y sin corrupción de la ignominiosa acción de Pizarro y del padre Yepes" 19

15 Chachapoyas 1545-Alcalá de Henares 1619. El documento atribuye a Yalera la Relación peruana que se ha venido atribuyendo a un "jesuita anónimo" (BAE, CCIX, 153-189), así como la interven­ción básica de Yalera en la Nueva coránica y buen gobierno atribuida comúnmente a Guarnan Poma de Ayala y en los Comentarios reales de Garcilaso de la Vega, el Inca, aunque dice que Valera lamentaba que no hubiesen utilizado lealmente su texto sino elegido lo que les interesaba.

16 Laurencich Minelli, Laura, art. cit., p. 399. 17 Id., ib., p. 400. 18 /d. , ib., p. 396. 19 Jd., ib.,p.397 .

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________________ /sacio Pérez: Sobre la captura del Inca Atahualpa

En fin, como resume Laurencich, "la fuente principal de todo el manuscrito, aludida o que habla por voca de otros o por boca propia, es Bias Valera"2º. Y la fuente de Valera, en lo referente al envenamiento, es la citada Relación de Francisco de Chaves.

3) Contexto documental de la noticia del envenamiento

En lo tocante a las fuentes a que remite el documento, la más antigua sobre el envenamiento de los capitanes del Inca es, como acabamos de ver, la Relación del conquis­tador Francisco de Chaves, citada a través de Valera.

Esta relación se desconoce actualmente, y, al parecer, se desconocía ya en el siglo XVI, pues, como dice Porras Barrenechea, refiriéndose al "jesuita anónimo" y Bias Valera (que tiende a identificar), "nadie más, sino ellos [la] han visto, antes ni después", por lo que la viene a considerar como legendaria21

• Por lo pronto, no deja de ser bastante misteriosa y sospechosa, por ser Chaves amigo de Tito Atauchi, hennano de Atahualpa.

Y la fuente más antigua sobre la intervención del dominico fray Juan de Yepes, es la alegada en el manuscrito: la afirmación jurada hecha a Oliva por el criollo fray Cipriano de Medina, O.P, o sea, emitida casi un siglo después de los hechos; por lo que sólo tiene el valor que tuviese la fuente documental en que fray Cipriano basase su juramento, fuente que desconocemos.

Por lo demás, en ningún otro documento (Informe o Relación contemporáneos de los hechos) de los actualmente conocidos encontrará el lector noticia de tal envenenamiento.

Tampoco encontrará ni el más mínimo vislumbre de él en ninguna de las Crónicas o Historias de la conquista conocidas, escritas en los siglos XVI y XVII.

Asimismo, en ningún cronista ni en ningún documento público encontrará nombra­do a fray Juan de Yepes, como uno de los del grupo de Pedraza, a no ser en la libranza de 40 ducados en el tesorero Santiago Suárez de Castilla, que obra en AGI, Contratación 4675 , fol. 135. Y mi búsqueda de tal nombre en los escritos históricos y en los registros del Archi­vo General de los dominicos (Roma) ha resultado estéril, no lo he encontrado por ninguna parte; aunque no ha sido exhaustiva. Pero el historiador fray Ramón Hernández, O.P., actual archivero del mencionado archivo romano, consultado por mí, me ha contestado amable­mente que no ha encontrado en tal archivo por ninguna parte el nombre de fray Juan de Yepes. Contestación que agradezco cordialmente. Fray Juan de Yepes resulta ser como un personaje fantasma. Y lo mismo ocurre con fray Pablo de la Cruz, que fue uno de sus compañeros, como vamos a ver.

Es más; algunos documentos y crónicas que conocemos nos permiten asegurar que tal intervención de fray Juan de Yepes es un error, como vamos a ver.

20 Id. , ib. , p. 381. 21 Id., ib.

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Artículos, notas y documentos _______________________ _

4. Imposibilidad de que fray Juan de Ye pes envenenase a los capitanes de Atahualpa

En la flota de Pizarro para la conquista del Perú, que salió de Sanlúcar de Barrameda en enero de 1530, embarcó un grupo de dominicos para la evangelización y conversión de los naturales, como mandaban las leyes y la capitulación misma entregada a Pizarro.

Los cronistas se arman un lío22 con el número de los que formaban el grupo: el simple lector tiene dónde escoger: dos, tres, cinco, seis, siete, ocho, nueve23. Documentalmente

22 El cronista Antonio de Remesa(, O.P., quien fue el primero que escribió, en 1616, una breve historia de los comienzos de la presencia de los dominicos en el Perú, está totalmente desorientado acerca de los primeros dominicos que fueron allá. Dice que el primer grupo salió de México "al principio del año de mil y quinientos y treinta y uno"; pasaron por Santiago de los Caballeros (Guatemala, capi­tal), donde estuvieron "quince días"; llegaron al puerto de El Realejo (Nicaragua), donde se detuvie­ron "veinte y cuatro días"; y aquí embarcaron para el Perú. Menciona que notificaron la Real Cédula contra la esclavización [la de 1530] a los dos capitanes: Pizarra y Almagro, aunque no dice dónde ni cuándo. Asegura que el grupo estaba dirigido por el padre Las Casas. No dice cuántos (después dirá que fueron dos) ni quiénes fueron sus compañeros, a no ser fray Pedro de Angulo. Menciona a fray Vicente de Valverde y a "fray Reginaldo de Peraza, vicario general de los frailes de Santo Domingo que andaban en compañía de los españoles"; pero no dice quiénes eran estos frailes. Y añade que, viendo que las cosas estaban poco sosegadas por no se haber acabado la conquista, y los indios alterados por las guerras y muerte de su señor Atabaliba, túvose por buen consejo volverse a su provincia de Santa Cruz o a la Nueva España hasta que la tierra del Pirú se acabase de pacificar". Y sigue a continuación: "Algunos religiosos que andaban con los conquistadores [los de Pedraza] estaban muy descontentos por la poca seguridad que traían de la vida ... , y, viendo la determinación del padre fray Bartolomé de Las Casas y sus dos compañeros, la abrazaron ellos también y se embar­caron juntos para Panamá, adonde, después de haberse detenido algunos días, se vinieron al puerto del Realejo, que es en la provincia de Nicaragua, dos meses andados del año de mil y quinientos y treinta y dos". (Remesa!, Antonio de, O.P., Historia general de las indias Occidentales y particular de la gobernación de Chiapas y Guatemala, Madrid, 1619, 1620, lib. Ill, caps. 3 y 4; en BAE, CLXXV, 194a). Luego, según esto, se embarcaron juntos antes de la prisión de Atahualpa, que será el 16 de noviembre. Remesa] confunde el viaje que atribuye al padre Las Casas con el de fray Bernardino Minaya de Paz (Véase: Pérez Fernández, [sacio, Bartolomé de Las Casas en el Perú. El espíritu lascasiano en la primera evangelización del imperio incaico. 1531 -1573. Centro de Estudios Rurales Andinos "Bartolomé de Las Casas", Cuzco, 1988, pp. 58-63); y el grupo de fray Reginaldo de Pedraza lo deja enigmático. El cronista Juan Meléndez, O.P. , gran historiador de los dominicos en e l Perú a finales del siglo XV II , dice que los dominicos que entraron en el Perú con Pizarra fueron siete (fray Reginaldo de Pedraza y seis compañeros), y asegura que Pizarro caminó hacia Cajamarca "habiendo dexado en Piura veinte soldados para guardar la ciudad con seis de los religiosos, llevando sólo consigo al padre Vicente de Valverde" (Meléndez, Juan, O.P. , Tesoros verdaderos de las Indias , tom. 1, Roma, 1681, p. 37b) . Sigue a Antonio de Hen-era (Herrera, Antonio de, Historia general ele los hechos de los castellanos en las islas y tierra.firme del mar Océano, Década IV, lib. 6, cap. 5 . Madrid, 1601. Madrid, 1730. Cito por ésta). En fin , el mismo Meléndez, después de darle muchas vueltas y caer en muchos errores sobre estos inicios, confiesa " la mucha confusión que hay destas antiguedades". (Id., ib., tom. 1, p. 42b).

23 Hemos visto decir en nuestro documento que Francisco Pizan-o "se acompañó en el Perú de los frailes dominicos Vicente de Yalverde, Reginaldo de Pedraza y Juan Yepes". De dónde tomó estos nombres, no lo sé (no he seguido la pista. ¿De Pedro Pizarra?); pero Francisco Pizarro no se acom­pañó sólo de esos tres sino de otros tres más.

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consta que fueron seis, ni más ni menos24.

Por otra parte, los mismos cronistas confunden los nombres de los que integraron el grupo. Sólo aciertan en dos: fray Reginaldo de Pedraza y fray Vicente de Valverde. Pero documentalmente consta que fueron los seis siguientes:

Fray Reginaldo de Pedraza (como superior del grupo) Fray Antonio Burgalés Fray Pablo (no Pedro) de la Cruz Fray Juan de Yepes Fray Vicente de Valverde Fray Tomás de Toro25. Parece que todos los seis del grupo llegaron a Nombre de Dios, no obstante la tem­

pestad que soportó la flota en la costa atlántica, y pasaron a Panamá. Partieron de Panamá en la nueva flota de Pizarro hacia el Perú. Sobre el trayecto

desde Panamá hasta la isla de Puná (en el golfo de Guayaquil), no se sabe nada particular de nuestro grupo, a no ser lo que cuenta Pedro Pizarra en su Crónica: que, en Coaque, Francis­co Pizarra y los suyos encontraron esmeraldas; y "el que las conocía se las guardaba y callaba, como dicen que hizo un fray Reginaldo, que se las hallaron en Panamá yendo que se iba a España, dominico que murió [en Panamá], uno de tres que el marqués don Francis­co Pizarro pasó de España, el más principal de ellos"2fi . Obsérvese que, aunque Pedro Pizarro formaba parte de la expedición, se expresa diciendo: "como dicen que hizo ... "; y posterior­mente dice que fray Reginaldo fue "uno de tres que el marqués don Francisco Pizarro pasó de España", en lo cual está equivocado. Se trata de "los tres que se volvieron" desde la isla Puná para pasar a España, como dice la carta del cabildo de Jauja al emperador, del 20 de julio de 1534, que citaré.

Llegaron a la isla de Puná, con Pizarro, hacia mediados de enero de 1532. ¿Llegaron todos los seis del grupo?

Consta documentalmente, por carta del cabildo de Jauja al emperador, del 20 de julio de 1534, que, de todos ellos [=delos seis del grupo], no quedó más de uno porque los dos dellos murieron, e los tres se volvieron; de manera que quedó sólo fray Vicente de Val verde, el cual, al principio [ =al entrar en el Perú], pasó con el gobernador e ha estado e falládose en todo lo de acá ... "27

Nótese que dice que "los dos dellos murieron". Por lo pronto el 20 de julio de 1534, fecha de la carta del cabildo, ya habían muerto.

24 "Cuando el gobernador [Francisco Pizarro] vino de España a estos reinos [del Perú], Vuestra Majes­tad le mandó traer seis padres frailes de la Orden de Santo Domingo para doctrinar e predicar las cosas de nuestra fe católica a los naturales [destos] reinos" (Cabildo de Jauja, Carta al emperador, del 20 de julio de 1534. Publicada en Cabildos de Lima, lib. I, parte III, Documentos, n? 1, p. 9. Cf Pérez Fernández, !sacio, Bartolomé de Las Casas en el Perú, pp. 69-70.

25 Pérez Fernández, !sacio, ib., p. 44. 26 Pizarro, Pedro, Descubrimiento y conquista de los reinos del Perú; BAE, CLXVIII, 171 a-b. 27 Cabildos de Lima, lib. !, parte III, Documentos, n? l, p. 9.

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Como vimos, el 15 de noviembre llegó la expedición de Pizarra a Cajamarca, y hacia septiembre de 1533 partió de Cajamarca hacia Jauja, donde estuvo más de veinte días. Pues bien; conjugando estos datos solamente, y suponiendo que a Panamá hubiesen llegado vivos los seis del grupo, los dos aludidos pudieron haber muerto en el recorrido hecho por Pizarro entre su partida de Panamá, el 27 de diciembre de 1530 y Jauja antes del 20 de julio de 1534, fecha de la citada carta. ·

Pero ha de advertirse que los dos muertos son aludidos por el cabildo en primer lugar, antes que los tres que se volvieron, y así quedó sólo Val verde en adelante.

Es verdad que esta anterioridad redaccional no prueba de por sí anterioridad cronológica. Pero el contexto documental nos facilita otros datos seguros que nos permiten confirmar la anterioridad cronológica, como vamos a ver.

Dice la carta del cabildo de Jauja seguidamente que, de los seis del grupo, "los tres se volvieron" a Panamá. ¿Desde dónde se volvieron?

Consta que muchos de la expedición, en el trayecto desde Panamá a Coaque, se desanimaban al no encontrar el oro y riqueza que buscaban. El botín hallado en Coaque les animó, y Pizarra lo utilizó de propaganda, con la que consiguió que acudiesen a engrosar la expedición algunos de Nicaragua y de Panamá. Pero el trayecto desde Coaque hasta Cajamarca volvió a ser estéril para los afanes pecuniarios de los expedicionarios, de manera que la gente desmayaba y andaba muy descontenta2R. Además, hasta Puná al menos, tuvie­ron que soportar la peste de las verrugas los afectados de ellas.

En lo tocante al grupo de Pedraza, hemos visto decir a Remesa! : ''Algunos religiosos que andaban con los conquistadores estaban descontentos por la poca seguridad que traían de la vida, los incomparables trabajos de la conquista y la poca esperanza que se tenía [de] que en breve se dispondrían las cosas de modo que la predicación del Evangelio se comenzase en la paz y sosiego que se requiere ... " A qué alude en concreto con lo de "la poca seguridad que traían de la vida". ¿Podría aludir a la muerte de los dos del grupo de Pedraza, que supondría ya ocurrida? ¿Acaso oculta con esa frase el supuesto asesinato de fray Juan de Yepes (del que habla nuestro documento) por Francisco Pizarro en Puná?

Consta que los tres dominicos aludidos, que la carta del cabildo de Jauja dice que "se volvieron" a Panamá -y que Remesa) dice que se volvieron con fray Bartolomé de Las Casas ( error: con Minaya) después de la muerte de Atahualpa, que incongruentemente su­pone haber sido antes de marzo de 1532-, se volvieron desde Puná el 2 de febrero de 1532, pues consta también que el viaje fue muy rápido (ocho días) y llegaron a Panamá el JO de febrero29

.

Y consta asimismo que el motivo concreto de volverse y abandonar a Pizarro fue el siguiente, prácticamente desconocido por los autores:

En otoño (noviembre) de 1531 contactaron con los expedicionarios de Pizarro en Puerto Viejo dos dominicos, procedentes de Nicaragua, y otros tres procedentes de México, al frente de éstos fray Bernardino Minaya de Paz; y siguieron, junto con los de fray Reginaldo de Pedraza, la expedición de Pizarro hasta la isla de Puná.

28 Pizarro, Pedro, op. cit.; BAE, CLXVIII, 171 b- l 73a. 29 Pérez Fernández, !sacio, op. cit., p. 71, nota 11.

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En Puná ocurrió, como dice Minaya en carta al emperador de 1562, que Pizarro planeó enviar como esclavos en los navíos a Panamá los indios que le habían dado los jefes indios para su servicio, con el fin de venderlos por vino, vinagre y aceite. Pero Minaya se le plantó y le presentó e hizo pregonar el traslado autorizado de la Real Provisión de Madrid, del 2 de agosto de 1530, que prohibía hacer esclavos a los indios, incluso aunque fuesen agresores . Como se puede apreciar, Minaya traía en la faltriquera desde México el traslado de la Real Provisión; por lo que venía ya prevenido, previendo que ocurriría lo que ocurrió. Pizarro renuncia a venderlos; pero tomó represalias: "A mí y a mis compañeros nos quita­ron el mantenimiento", dice Minaya30. Propiamente, los "compañeros" de Minaya eran dos que habían llegado con él desde México. Pero allí, en Puná, estaban también los dos domi­nicos procedentes de Nicaragua y fray Reginaldo de Pedraza y su grupo, procedentes de España. Al decir Minaya "compañeros", ¿incluye también a los dominicos procedentes de Nicaragua y a los del grupo de Pedraza?

Entiendo que sí los incluye. No concibo que Minaya y los dos compañeros suyos partiesen de Puná para Panamá abandonando a Pizarro por la razón alegada y los de Pedraza le siguiesen acompañando. Particularmente, contando con que a fray Reginaldo de Pedraza le había llegado el título de "protector de los indios" por renuncia de Hemando de Luque31 •

Ya hemos visto decir a Remesal que "algunos religiosos que andaban con los con­quistadores [los de Pedraza] ... viendo la determinación del padre fray Bartolomé de Las Casas [error, por: fray Bernardino Minaya] y sus dos compañeros, la abrazaron ellos tam­bién y se embarcaron juntos para Panamá"; aunque Remesa! entiende erróneamente que esta vuelta a Panamá fue después de la muerte de Atahualpa, por más que a continuación dirá incongruentemente que el padre fray Bartolomé de Las Casas [ = el padre fray Bernardino Minaya], desde Panamá fue al Realejo (Nicaragua) "dos meses andados del año de mil y quinientos y treinta y dos" ; luego nueve meses antes de la captura de Atahualpa.

Meléndez, por su parte, como también hemos visto, prolonga indebidamente la es­tancia de fray Reginaldo y otros cinco hasta Piura. Nos ha dicho que Pizarro, antes de llegar a Cajamarca dejó en San Miguel de Piura, que acababa de fundar, "veinte soldados para guardar la ciudad con seis de los religiosos [dominicos] , llevando sólo consigo al padre Vicente de Valverde".

Por lo demás, consta por carta del licenciado Antonio de la Gama a la emperatriz, desde Panamá, a 31 de mayo de 1532, que en esta fecha Pedraza ya había muerto en Pana­má. Luego ni él ni sus dos compañeros hubieran podido llegar con Pizarro ni siquiera a Tumbes.

¿Cuáles con los nombres de los tres del grupo de Pedraza que volvieron desde Puná a Panamá? Se saben documentalmente tales nombres: fray Reginaldo de Pedraza, fray Alonso Burgalés y fray Tomás de Toro32

30 Minaya de Paz, Bernardino, O.P. , Carta a Felipe II, de 1562; en Beltrán de Heredia, Vicente, Misce­lánea Beltrán de Heredia, 4 tomos, tom. I, Salamanca, 1972, pp. 492-492.

31 Pérez Fernández, Isacio, op. cit., p. 45. 32 Id., ib., p. 71 , nota 11.

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Por tanto, como sabemos que Valverde continuó acompañando a Pizarro, los nom­bres de los dos muertos son: fray Pablo (no Pedro) de la Cruz y fray Juan de Yepes.

¿Cuándo murieron éstos? Como dice Oviedo, "de hasta trescientos hombres que Pizarro traía de Castilla se le murieron allá [en Panamá] en pocos días el un tercio de la gente o más"33 • De manera que el grupo de Pedraza pudo quedar reducido ya desde Panamá a cuatro.

¿De qué murieron? Si en Panamá, debieron de morir, como otros muchos, del clima adverso, infernal del istmo panameño. Si en Coaque, pudieron morir del mal de verrugas. Si en la isla Puná, acaso de una puñalada de Pizarro. Recuérdese que fray Cipriano dijo que Pizarro, "en un enfrentamiento surgido con el padre Yepes, lo apuñaló a traición, y después lo arrojó desde un precipicio". Fray Cipriano entiende erróneamente que ello fue después de la captura de Atahualpa en Cajamarca. El asesinato pudo ser un hecho en Puná debido a que el padre Yepes se excediese sobremanera contra Pizarro a favor del plante efectuado por Minaya con la Real Provisión de 1530.

Francisco de Jerez, en su Relación, escrita en la misma Cajamarca el 31 de julio de 1533, por mandato de Pizarro, al relatar los momentos anteriores a la captura deAtahualpa dice que Francisco Pizarro "dijo a un reverendo padre de la Orden de Predicadores, llamado Vicente de Valverde, que con él estaba e Sus Majestades le habían mandado ir a aquella tierra para la conversión de los indios, que .. . "34. Frase que parece que da a entender que estaba con Pizarro tan sólo el dominico Valverde.

Hernando Pizarro, en su carta a la Audiencia de Santo Domingo, desde La Yaguana (=Santa María del Puerto, al oeste de la isla Española), a 23 de noviembre, no nombra a ningún dominico, pero dice aludiendo a Valverde: "salió un fraile dominico que estaba con el gobernador ... "35

; con lo cual parece que da a entender también que Valverde era el único dominico que estaba con Pizarro en Cajamarca.

Hacia 1613, el indio don Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua, des­cendiente de los primeros indios que se hicieron cristianos en Cajamarca (como él mismo confiesa), dice que, muerto Atahualpa, "el capitán Francisco Pizarro parte juntamente con el padre fray Vicente [de Va/verde] para el Cuzco"36

; con lo cual da a entender que no había con él otros dominicos. De hecho, Pachacuti no menciona nunca ninguno más.

Lo dicho nos permite entender ahora perfectamente el texto de la citada carta del cabildo de Jauja glosándola así: "De todos ellos [los seis], no quedó [en el Perú, después de la protesta de Minaya en la isla de Puná,] más que uno [fray Vicente de Va/verde] porque dos de ellos [fray Pablo de la Cruz y fray Juan de Yepes] murieron [ =habían muerto] , e los tres [fray Reginaldo de Pedraza, fray Alonso Burgalés y fray Tomás de Toro] se volvieron [a Panamá]".

33 Fernández de Oviedo, Gonzalo, op. cit., lib. XLVI, cap. 1; BAE, CXXJ , 33b. 34 Jerez, Francisco de, op. cit. Literalmente, en la edición de Fernández de Oviedo, lib. XLVI , caps . 1-

14; BAE, CXXI, 55a-b. Cf BAE, XXVI, 332b. 35 Fernández de Oviedo, Gonzalo, op. cit., lib. XLVI, cap. 15 ; BAE, CXXI, 86b. 36 Pachacuti Yamqui Salcamaygua, Juan de Santa Cruz, Relación de las antigüedades deste reino del

Perú; BAE, CCIX, 318b.

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Por otra parte, se comprende que, al decidir el resto de dominicos en la isla Puná abandonar a Pi zarra, fray Yic<'!nte de Val verde dec idiese continuar con él; era primo suyo y Pizarra lo llevaba como consejero.

La conclusión de toda esta puntualización es obvia: fray Juan de Yepes no pudo prepa­rar en Cajamarca el vino para envenenar a los capitanes de Atahualpa, pues Pizarra llegó allá el 15 de noviembre de 1532, y el 16 capturó a Atahualpa, pero Juan de Yepes ya había muerto antes del 2 de febrero de 1532. Nuestro documento jesuítico está en un error al respecto .

S. Ensayo de explicación del error del documento

Hemos visto que del envenenamiento de los jefes del ejército de Atahualpa, del que da noticia nuestro documento, no existe el menor apunte o rastro en los documentos ni en las crónicas contemporáneas españolas hasta ahora conocidos; y que el dominico fray Juan de Yepes no pudo intervenir en el referido envenenamiento porque ya había muerto antes de llegar Pizarra a Cajamarca y capturar al Inca.

Sin embargo, es un hecho que el documento da esta noticia, aunque errónea. ¿Cómo se explica tal noticia extraña y errónea? En este epígrafe apendicular intento facilitar un ensayo -sólo un ensayo- de explicación de tal hecho, enmarcando el documento en su con­texto histórico general.

1) Distancia cronológica que media entre el documento y los hechos

En primer lugar, hay que contar con la condición extremadamente tardía del docu­mento; éste data de más de un siglo después del suceso a que se refiere. La captura del Inca fue el 16 de noviembre de 1532 y el texto del documento es de 1637. Se comprende el menguado valor histórico del documento (por más que auténtico) en lo referente a esta noticia. Cuántas cosas no pasaron en el Perú entre la mencionada captura y la redacción del texto de nuestro documento en que da noticia de cómo ocurrió esa captura. Estas cosas no condicionaron la captura, pero sí pudieron condicionar el documento.

Es verdad que el documento no se limita a dar la noticia sino que la razona aducien­do fuentes de información en que se basa. Pero fray Cipriano de Medina era contemporá­neo del documento, y se encontraba a la misma secular distancia de los hechos. Y lo mismo, o poco menos, se ha de decir de Bias Valera y de los quipucamayos consultados. Todos ellos, condicionados o mediatizados por la distancia de un siglo o poco menos. Se com­prenden perfectamente los fallos de que adolece la noticia.

Los únicos elementos que pudieron quedar a salvo de tal condicionamiento des­orientador serían los quipus en que los quipucamayos leyeron, si es que eran contemporá­neos de los hechos, y la Relación del conquistador Chaves aducida por Valera.

¿De cuándo databan los quipus pertinentes? No lo sabemos. Por otra parte, lamen­cionada Relación la desconocemos y, si existió, parece que fue tan especial y secreta que no fue conocida, en su momento, por nadie. Insistiré en ello.

Con esto quiero decir que el hecho mismo de ser el documento tan tardío y sus fuentes desconocidas, además de cuestionar su valor histórico permite comprender los errores que evidentemente contiene.

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En lo tocante al envenenamiento, ¿no habrá habido una confusión? Francisco de Jerez, testigo de los hechos, en su Relación, escrita en Cajamarca sólo meses después , el 31 de julio de 1533, por mandato del mismo Pizarro, no menciona tal envenenamiento, pero sí relata una entrevista previa de Hernando de Soto y Hernando Pizarro con Atahualpa (envia­dos, como quedó dicho, por Francisco Pizarro con algunos soldados al campamento del ejército del Inca) .

Atahualpa, según tal Relación, "les dijo que bebiesen [el brebaje que les tenía pre­parado]; los capitanes dijeron que ayunaban, por excusarse de beber su brevaje [chicha de maíz]; e importunados e rogados por Atabaliba [ =Atahualpa], lo hobieron de hacer. .. " 37

• Lo del envenamiento de los capitanes de Atahualpa por los españoles, ¿no tendrá su origen en un trastrueque del temor de los dos capitanes españoles al visitar a Atahualpa a que éste los envenenase con el brevaje que les ofrecía?

¿La atribución de la pócima para envenenar a los capitanes de Atahualpa a fray Juan de Yepes no procederá de la respuesta que dio Diego de Molina -testigo de los hechos- a quien le preguntó en Santo Domingo, en diciembre de 1533, cómo se llamaba el dominico que habló con Atahualpa antes de su prisión? Molina "dijo que se llamaba fray Vicente [de Valverde], e que era natural de Yepes"3K, siendo así que , en realidad, era de Oropesa39. Al atribuir a Juan de Yepes la mencionada pócima ¿no se habrá confundido con el tiempo el pueblo erróneamente atribuido a Valverde con el apellido de fray Juan?

Por lo demás, que fray Juan de Yepes supiese de hierbas y del arte de los matraces, no consta nada más que por este texto. Pero, aun siendo así, está muy lejos de que utilizase tal arte en nuestro caso, pues, como hemos visto, no estaba allí sino en el otro mundo. Que fray Vicente tuviese tal arte, no lo sé; pero, de tenerlo, habría que probar que lo ejerció en nuestro caso además de pronunciar el "requerimiento", y el documento no lo prueba.

No excluyo, en general, la posibilidad de que Pizarro apuñalase a fray Yepes después de elevar Minaya su protesta porque Yepes fuese uno de los que alzaban la voz. En tal caso se podría atribuir también a una puñalada de Pizarro la muerte de fray Pablo de la Cruz. Pero hay que contar con la declaración del mismo Minaya: que, al comunicar a Pizarro, después de la protesta, su decisión de marcharse con sus compañeros, "él me rogaba que no me fuese, que habría mi parte del oro que habían habido de los pueblos" por los que habían pasado40, lo cual manifiesta que Pizarro, a pesar de lo ocurrido, no tenía una animosidad extrema contra él y los suyos, procedentes de México, y menos la tendría contra el grupo de Pedraza, que le había acompañado oficialmente desde España y del cual tenía la responsa­bilidad de dar cuenta al rey. ¿De dónde sacaron el tardío Bias Valera y fray Cipriano de Medina que Pizarro haya apuñalado a fray Juan de Yepes después de haber envenenado éste a los capitanes de Atahualpa en Cajamarca? No lo sé, y el documento no lo aclara.

37 Jerez, Francisco de, op. cit.; BAE, CXXI, 53a. BAE, XXVI, 33Ib. 38 Molina, Diego de, Relación; en Fernández de Oviedo, op. cit., lib. XLVI , cap. 16; BAE, CXXI , 92a. 39 Así, Pedro Gutiérrez de Santa Clara, Historia de las guerras civiles del Perú, lib. III , cap. 53. Cf

Arriaga, Gonzalo de, Historia del colegio de San Gregorio, de Valladolid [ 1649 j 3 tomos, Valladolid, 1930, tom. I, p. 326.

40 Pérez Fernández, (sacio, op. cit., p. 59.

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Dice Valera, según el documento, que después de muerto Atahualpa, el capitán de éste, Rumiñawi, que andaba por el Cuzco al frente de los indios, "robó parte del vino enve­nenado" y "traicionó a los suyos matándolos con el mismo vino envenenado". ¿Cómo robó tal vino? No lo dice el documento.

Ciertamente, es un lugar común en autores y documentos la afición de los indios a emborracharse; antes de la conquista, con su chicha, y después con chicha y con vino. Afición fomentada por los españoles por el interés que les reportaba: primero -supongo- a los conquistadores, y, después -supongo- a los encomenderos y mercaderes.

Precisamente en 1639 -el año siguiente de la segunda adición de Anello Oliva en nuestro documento- el franciscano fray Bernardino de Cárdenas, obispo electo de la Asun­ción (Paraguay), visitador general del obispado de Arequipa, denuncia las borracheras de chicha y vino que padecían los indios y la permisión gubernativa de la venta de ambos productos, con logros y usura, en perjuicio de los mismos indios y del reino, no obstante estar prohibido por el rey, los virreyes y las Audiencias -"que creo que pasan de veinte las que he visto"-, y por los sínodos de los obispos, porque gastan su jornal en vino y hasta se empeñan porque se lo dan fiado y después no lo pueden pagar, y "porque el mucho vino que beben los indios, y las más veces nuevo y malo, sin que les vaya nadie a la mano, les causa ordinarios tabardillos y dolores de costado, de que mueren innumerables lastimosamente, como se ve cada día"41

De la propensión de los indios a las borracheras no hay duda. Que por ello muriesen muchos de tabardillo y dolores de costado, es comprensible. Mas, para ello, no era necesa­rio que el vino estuviese envenenado. Toda excesiva cantidad de vino era efectivo veneno.

Si Rumiñawi envenenaba a sus indios con el vino sobreenvenenado con arsénico que robó a los de Pizarro, como éste envenenó a los de Atahualpa, no basta con decirlo un siglo después, hay que probar el hecho de la traición atribuida a Rumiñawi, el hecho previo del robo atribuido a Rumiñawi, y el hecho previo del envenenamiento de Atahualpa atribui­do a Pizarro. Y nada de esto aparece probado en nuestro documento tan tardío.

2) Reacción contra la conquista y evangelización concomitante, vistas desde lo con­quistado y evangelizado

Como hemos podido ver, el documento transpira un evidente espíritu de oposición y condena de la conquista y del comportamiento de los evangelizadores que acompañaban a los conquistadores y no reprobaban sus violencias.

Esta actitud de oposición ya era, en líneas generales, muy añeja; iniciada en 151 l por los dominicos de la Española y capitaneada paladinamente por fray Bartolomé de Las Casas desde 1514, y, sobre todo, desde que se metió dominico en 1522, tocante a las diver­sas regiones del Nuevo Mundo que se iban descubriendo e incorporando a la corona espa­ñola mediante las guerras de conquista, incluido últimamente el Perú42

41 Cárdenas, Fr. Bernardino de, O.F.M., Dictamen sobre que no se venda chicha ni vino a los indios, Caylloma, 1 de octubre de 1639. En CDIA, VII, 496-514.

42 Pérez Fernández, !sacio, op. cit., pp. 13-40.

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Mas me parece evidente que la línea crítica de la que procede y en la que está instala­do el documento tiene muy poco o nada que ver con la del padre Las Casas. Está en otra onda. Por lo pronto, éste no es mencionado nunca en él. La lejanía en que se encuentra el documento es la de la época de Felipe II y Felipe III, iniciada con el virreinato de don Fran­cisco de Toledo -con quien fueron (adelantándose ya en 1568) los primeros jesuitas al Perú­y que culmina con las famosas misiones jesuíticas del Paraguay, gestionadas desde Ju! i43

.

El documento no menciona la fuerte oposición de los dominicos y otros religiosos franciscanos y agustinos contra la conquista, incluso en tiempos de Felipe II siguiendo la línea lascasiana44

• ¿Cómo es esto? ¿Es que los autores del documento desconocían o calla­ban sectariamente la historia de la evangelización del Perú?

De hecho, Valera y sus fieles seguidores escriben sobre la conquista y la evangeliza­ción subsiguiente, en un momento en que la primera evangelización ya había terminado en el Perú y la segunda etapa ya estaba en marcha firme. Son "teóricos" de una y otra. Pero, si toman postura teórica sobre una y otra, ¿en qué se basan?

3) El recurso a los documentos indígenas ¿presentación de la visión de los vencidos?

El grupo "valerano" se enfrenta, no sólo a la conquista sino a los documentos y autores españoles que relatan los hechos; y a éstos contrapone los relatos de la misma procedentes de los indios.

Y cómo esta opción. Porque, a juicio de los del grupo, los autores curacas (quipucamayos) y los documentos (quipus) de los indios relataban la verdad de lo ocurrido en la conquista, frente a lo que ocurría con los autores y documentos de los españoles.

Estos presentaban la conquista como una serie de "ilustres hazañas"; y la captura de Atahualpa, concretamente, como la "ilustre hazaña" cumbre, no sólo de la conquista del Perú sino de la efectuada en todas las regiones del Nuevo Mundo hasta entonces conquista­das; como el ejemplar del esfuerzo bélico, coraje y bravura de los españoles. Y a la vez presentaban el imperio incaico como un dominio "tiránico" sumido en la idolatría y mu­chos vicios.

Los quipus y los quipucamayos, sin embargo, presentaban el imperio incaico como ejemplar, y su religión no idolátrica, como se venía diciendo, sino casi totalmente coinci­dente con la cristiana. El triunfo de los españoles, destructor del imperio incaico, es presen­tado como resultado de la táctica indigna del envenenamiento de los defensores del mismo, comenzando por el de Cajamarca. Y el considerar los españoles la religión incaica una acción idolátrica, es, más que un error, una especie con que intentaban justificar la destruc­ción del imperio incaico.

En resumen: si los españoles buscaban con sus escritos la justificación y glorifica­ción de sus acciones conquistadoras y evangelizadoras en el Perú, Valera y los suyos, con sus argumentos, intentaban sacudirse el bochorno que implicaba para los incas la tan fácil destrucción de su imperio y de su religión.

43 Id., ib., pp. 565-576. 44 Id. , ib., pp. 360-582.

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Valera y sus seguidores no sólo se informaron de las fuentes indias sino que las privilegiaron tomándolas como base que garantizaba su actitud de enfrentamiento a las fuentes españolas, intentando con ello, al parecer, inaugurar una situación de tándem relativista desde el que lo ocurrido en el Perú es un enigma sobre el que hablan los españo­les y los indios, pero que sólo se descifra privilegiando lo que los indios dicen.

Sin embargo, dado que los hechos decisivos que aducen sobre la conquista (el envenamiento) carecen de base histórica, y la presentación de la religión incaica es una "interpretación" o preparado comparativo adobado por Valera y aceptado por sus seguido­res, tal interpretación lanzada al aire en el aire se queda. No es, de suyo, imposible que hubiese podido ser así, pues es imaginable; pero los hechos no fueron así.

Llevando la cuestión "valerana" al extremo, uno se pregunta no sólo qué pintaban, según esto, los conquistadores destructores del imperio incaico sino también los evangelizadores destructores de la religión incaica.

Da la impresión de que Valera, mestizo, como reacción contra las Relaciones y Cró­nicas de los mismos conquistadores y adeptos, que presentaban la conquista como una acción gloriosa de los vencedores, prepara un montaje para glorificar a los vencidos a costa de los que vencieron, pues, aunque recurre a los nativos entendidos en las antiguallas incaicas de los quipus y a lo que decían de la conquista que sufrieron, gran parte de las antiguallas (como consta por la simple lectura del texto, de la que aquí no me he ocupado) era relato fantástico, novelesco, históricamente inaceptable, y su visión de la conquista también in­aceptable por entender ésta como centrada en un hecho (la táctica del envenenamiento) no sólo no probado documentalmente sino contra lo documentalmente probado, o al menos ignorándolo.

No sé si será desmesurado pensar y exagerado decir que los indios entendidos, informadores de Valera, de Cumis y de Anello Oliva, no entendieron nada concreto de la conquista llevada a cabo por los españoles, pues los naturales que intervinieron en ella ya habían muerto, y ellos, después de medio siglo al menos, ya estaban tan alejados de los hechos como los "valeranos". Por lo que, calificar de falsas las noticias glorificadoras de la conquista procedentes de los españoles vencedores sustituyéndolas por otras tardías de los indios vencidos, con las que se intentaba tapar el bochorno de éstos, resulta ser una táctica sectaria, objetivamente ineficaz.

4) Resonancia de la "Leyenda negra" contra España

Me parece oportuno recordar que en esta época de Valera y nuestros "valeranos" ya había comenzado a soplar fuertemente la Leyenda negra contra España, incluido lo que España había hecho en el Nuevo Mundo. Y durante esta etapa había ido imprimiéndose en las diversas lenguas europeas la Brevísima relación de la destruición de las Indias del padre Las Casas -una de las bases de tal Leyenda-, en la cual relata y condena diversas atrocidades extremas efectuadas en la conquista de las diversas regiones del Nuevo Mundo, incluido el Perú. Fue traducida:

Al flamenco en 1578, 1579, 1596, 1596 (bis), 1607, 1609, 1610, 1611, 1612, 1612 (bis), 1620, 1620(bis), 1620(ter), 1620(quat.), 1621, 1621 (bis), 1623, l623(bis), 1627, 1634.

Al francés, en 1579, 1582, 1582 (bis), 1582 (ter), 1594, 1604, 1610, 1620, 1623, 1630.

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Artículos, notas y documentos _______________________ _

Al inglés, en 1583, 1625. Al alemán, en 1597, 1597 (bis), 1599, 1599 (bis), 1613. Al latín, en 1598, 1614. Al italiano, en 1626, 1630. Pero, en lo tocante a la captura de Atahualpa, el padre Las Casas manifiesta aceptar

el relato del hecho tal como corría en las Relaciones: "viniendo el rey universal y empera­dor de aquellos reinos, que se llamó Atabaliba [ =Atahualpa], con mucha gente desnuda y con sus armas de burla, no sabiendo cómo cortaban las espadas y herían las lanzas y cómo corrían los caballos, e quién eran los españoles (que, si los demonios tuvieran oro, los acometerían para se lo robar) ... salieron a él, matáronle infinitas gentes, prendiéronle su persona que venía en unas andas, y, después de preso ... " No menciona ni insinúa lo del envenenamiento45

Como se ve, el padre Las Casas explica el hecho de que los pocos que llevaba Pizarro venciesen al muy numeroso ejército de Atahualpa recurriendo a la superioridad de las ar­mas de aquéllos y al espíritu aguerrido de quienes las llevaban (sobre el que ironiza mencio­nando el oro), aunque repruebe el uso que su valentía hizo de las armas.

Quizá sea ir demasiado lejos conectar el tema del envenenamiento con la Leyenda negra contra España, pero téngase presente que los personajes que lo airearon fueron: dos jesuitas italianos (uno calabrés y otro napolitano), un jesuita mestizo, y -según el documen­to- un dominico criollo y un español conquistador amigo de un hermano de Atahualpa. Entre éstos anda el juego. ¿ Traspaso temprano al Nuevo Mundo de la Leyenda negra euro­pea contra lo hecho por España en él?

Ciertamente, de ser así, habría tenido una connotación típica. A los representantes -fautores y propaladores- de la Leyenda negra en Europa, lo que les interesaba era desacre~ ditar a fondo a los españoles, sin importarles un comino los indios; lo que les importaba, por diversos motivos, eran sus propios países contra la prepotencia española. Sin embargo, al grupo "valerano" le importaban -al parecer- los indios, y en defensa de éstos precisamente denunciaban y reprobaban las intervenciones de los españoles en las Indias .

En esto coincidían con el padre Las Casas y sus seguidores. Pero el padre Las Casas nunca -que yo recuerde- se dejó llevar de los cuentos que pudiesen contar los indios sobre las intervenciones de los españoles como a fuentes decisivas e inapelables. El padre Las Casas, en cuanto podía, iba a lo seguro.

Entiéndase o no la línea "valerana" como una resonancia de la Leyenda negra euro­pea actuante en el Perú, la teoría que expone, tanto sobre la religión incaica intentando liberarla de su condición idolátrica como sobre la conquista y evangelización del Perú en la época anterior a la llegada de los jesuitas allá, no pasa de ser una Leyenda negra por carecer de bases históricas.

45 Habiendo escrito en 1542, no sé la fuente de información que utilizaría. Un dato interesante es que escribe "Atabaliba", que, al parecer, era lo más correcto. Recuerdo haber leído en un autor de enton­ces (no recuerdo en este momento si anterior o posterior a 1542) que, al que nosotros llamamos Atahualpa, se le había de llamar "Atabaliba", no "Atabalipa", como suelen los autores.

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Está bien defender a los indios, pero no a ultranza, a costa de lo que sea, sino con cuenta y razón objetiva, pues no se trata de un pleito de intereses partidarios o sectarios sino de una exposición de la realidad histórica.

Hemos visto aAnello Oliva exclamar: "Ah! Ve ritas incommutabilis est; ve ritas panis est, mentes reficit, nec deficit, mutat vescentem, non ipsa in vescentem mutatur. O conquis­tadores atque sacerdotes dominicani venenati venenoque imbuentes!" Bien está lo de la verdad. Lo de los conquistadores y dominicos en Cajamarca lo trae a cuento aunque no viene a cuento porque es mentira, Leyenda negra, aunque lo hayan dicho los indios, un mestizo, un criollo y un conquistador indianizado, y aunque lo acepte como verdad el jesui­ta Valera y sus seguidores, entre ellos Anello Oliva.

6. Resumen

En lo tocante a la captura del Inca Atahualpa, ocurrida el 16 de noviembre de 1532, nuestro documento no es un documento primario, ya que es de fecha de un siglo posterior al hecho; y los documentos primarios que conocemos no confirman lo que en él se dice sobre tal punto sino lo que han venido diciendo los cronistas sin excepción.

El único documento al que remite Valera, que podría considerarse como primario: la Relación de Chaves, se desconoce actualmente, y parece que se ha desconocido siempre, resultando ser una Relación misteriosa e irreal.

Por otra parte, sabemos con seguridad que fray Juan de Yepes no llegó a Cajamarca sino que llegó solamente (si no había muerto antes) hasta la isla de Puná, desde donde fray Reginaldo se volvió atrás con todos sus compañeros supervivientes (que, según documento auténtico o contemporáneo fueron dos), menos fray Vicente de Valverde, quien, desde Puná fue el único que acompañó a su primo Pizarro e intervino en Cajamarca efectuando ante Atahualpa el preceptivo "requerimiento".

Por todo esto, está claro que nuestro documento, en lo tocante a la exposición que hace de la captura de Atahualpa, está en un error.

Este error se explica, por lo pronto, por la distancia cronológica que media entre el documento y los hechos, espacio en el que surgió una causa "pro-indigenista" (la de Bias Valera) que no parece muy auténtica y transparente; causa que pudiera estar contagiada del espíritu de la "Leyenda negra" contra España. Causa pro-indigenista de signo muy distinto de la llevada a cabo por fray Bartolomé de Las Casas, quien, aunque la mencionada "Le­yenda negra" tenga que ver mucho con él, él no tiene nada que ver con ella.

Nº 2, diciembre de 1998

Isacio Pérez Fernández Institutos Pontificios de Filosofía y Teología "Santo Tomás"

Apartado 61.150 28080-Madrid, España

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