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8/16/2019 Paolo Virno. 2003. 66-135
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( i: / ..• /- - '/ .; , ,\
vV r) r , .'" , ~.) '" , " sobre/ todo allí donde la cooperaci6n es un "producto"específico de la actividad laboral, algo que es promovi-do, elaborado y afinado por los mismos cooperadores.
i El general intellect exige una acción virtuosa (en sentido
\ llano, una acción política) justamente porque una parte
¡suya no se vuelca en el sistema de máquinas sino que se! manifiesta en la actividad directa del trabajo vivo, en
\su cooperación linguística.. El intelecto, la pura facultad de pensamiento, el sim-(I pie hecho de tener-lenguaje: ésta es, lo repetimos, la \ . . J
"partitura" interpretada eternamente por los virtu
.
osos
postfordistas. (Nótese la diferencia de abordaje entrela exposición de ho y y la de la primera jornada delseminario: lo que hoyes la "partitura" del virtuoso, elintelecto, aparecía antes como recurso antropológicofundamental, como reparo contra e! riesgo indetermi-nado del contexto mundano. Haríamos bien en consi-
derar los dos aspectos en conjunto: la multitud con-temporánea, con sus normas de vida y sus juegoslinguísticos, se coloca en la encrucijada de estas dosacepciones de "intelecto público"). Quisiera retomar ysubrayar un punto importante. Mientras que e! virtuo-so propiameme dicho (e! pianista o el bailarín, por ejem-
plo) utiliza una partitura bien definida, es decir, una
obra en el sentido propio y estricto de! término, e! vir-tuoso postfordista, "cumpliendo" con la propia facul-tad linguística, no actúa sobre la base de una obra de-terminada. Por general inteffect no debe entenderse el
conjunto de conocimientos adquiridos porJª_~~ pecie,sino"li:JacÚftad de pensar; la potencia como !al,n9"~~s"
innumerables realizaciones particulares. El "ime!ectogeneral" es nada menos que el intelecto en general Vol-vamos al ejemplo de! hablante. Teniendo como única"partitura" la infinita potencialidad del lenguaje, un
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hablan te (cutdquiera sea) articula actos verbales deter-minados: pues bien, la facultad de lenguaje es lo con-trario de un guión determinado, de una obra con estaso aquellas caracterís"ticas inconfundibles. El virtuosis-mo de la multitud postfordista se conjuga con el virtuo-
sismo de! hablante: virtuosismo sin guiones, o mejor,dotado de un guión que coincide con la pura y simple
dylJ1amis, con la pura y simple potencia .Es oportuno agregar que la relación entre "partitu-
ra" y ejecución virtuosa está regulada por las normasde la empresa capitalista. La incorporación de las másgenéricas facultades comunicativas y cognitivas del ani-mal humano al campo del trabajo y el usufructo tieneun índice histórico, una forma históricamente deter-minada. El general intellect se manifiesta ha)' como per-
petuación del trabajo asalariado, como sistema de je-rarquías y eje central de la producción de plusvalía.
R a zó n d e E s ta d o y éxodo
A este punto, se pueden delinear algunas consecuen-cias de la hibridación entre Trabajo, Acción (política) e /Intelecto. Consecuencias tanto en el plano de la pro- lj
ducción como en el de \a esfera pública (Estado, apara-
tos admir:Ústrativos). '" 'trí~~electo deviene público cuando se une al traba-
jo . Pero hay que tener en cuenta que, una vez enlazado
al trabajo asalariado, su típica "publicidad" es inhibiday torsionada. Si bien se la evoca en cuanto fuerza pro-ductiva, su carácter público se suprime en cuanto esfe-
ra ptí.blica propiamente dicha, eventual raíz de la Ac-
ción política.. El general inteffect es el fundamento de una coopera'l
ción social más amplia que la específicamente laboral.:..)
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r Más amplia y también del todo heterogénea. Aquí af10raun tema que tratamos en la primera jornada del semi-nario. Mientras las conexiones del proceso productivose basan en la división técnica y jerárquicad~G~-ra=-
reas, el accionar concertadamente intrínseco;'fgeneral
intellect gira alrededor de la participación com-{¡ne¡-{Ia
"vida de la mente", es decir, en ~se compartir 3 las acti-
tU(j!:~~~()_municativas y cognitivas. Sin embargo, la co-operación" excede¡;te del Intelecto, antes que suprimir
las coacciones de la producción capitalista, se presenta
como el más eminente recurso de esta última. Su hete-rogeneidad no tiene voz ni visibilidad. Más aún, como
,la aparición del Intelecto se convierte en e! prerrequisitotécnico de! Trabajo, el actuar concertadamente fu~radel rrabajo es a su vez supeditado a los criterios y las
jerarquías que qracterizan el régimen de la fábrica.
Las consecuencias principales de esta situación pa-radójica son dos. La primera tiene que ver con la natu-
r~leza"y la forma del poder político. L~.E~c,uliar '.'plIhli- ..~~dad del Intelecto, privada de una expresión suya pro-Pia ajena a ese Trabajo que la reclama como fuerza.
productiva, se mamhesta IndIrectamente en el á~¡;i~od~l Estado me-dfame-el creCImIento hIpertrdjicode-{os
apa¡:¡¡tOTaamíii¡sfr¡ffíViis:-L;CadI11i riisi~fa-cTóñ;Y'Ya~Tlo el
siSteñ1a político parTamentario, es el corazón de l o esta-
tal: y lo es porque representa una concreción autorita-
ria del general intellect, el punto de fusión entre saber y'.mando, la imagen invertida de la cooperación exceden-:,te. Es verdad que desde hace décadas se está señalando'd peso creciente y determinante de la burocracia en el
"cuerpo político", la preeminencia del decreto respecto
de la ley; pero quisiera indicar una derivación inédita.) Ya no estamos más frente a los consabidos procesos de
racionalización del Estado; ocurre al revés: se puede
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constatar la estaÚzqcjón del Intelecto. La antigua expre-sión "rélzónaeEstado" toma por primera vez un senti-do no metafórico, Si Hobbes advertía el principio delegitimación del poder absoluto en la transferencia delderecho natural de cada individuo a la persona del so-
berano, ahora habría que hablar en cambio de una trans-
ferencia del Intelecto, o mejor, de su inmediata eirreductible publicidad, a la administración estatal.La segunda consecuencia atañe a la naturaleza efec-
tiva del régimen postfordista. El "espacio con estructu-ra pública" abierto por el Intelecto es reducido siemprea cooperación laboral, es decir a una fina red de rela-
ciones jerárquicas donde la función resolutiva que tie-ne la "presencia de! otro" en todas las operaciones pro-ductivas concretas asume la forma de la dependencia
personal. Dicho de otro modo, la actividad virtuosa se
muestra como trabajo servil universal. La afinidad en-tre e! pianista y el mozo que Marx ~abía vislumbrado
encuentra una sólida confirmación en un~ época -lanuestra- en la cual todo trabajador asalariado tiene algode "artista ejecutor". Sólo que es el mismo rrabajopro-ductor de plusvalía el que adquiere la semblanza de tra-
bajo servil. CUª1J90 "dproducto es)nseparabJ~Ael, acto,de producir", este acto da testimonio de la persona que10 realiza y , sobre todo, de la relación entre esa p:rsonay aquella otra que ordenó el trabajo. La "lab6ralizié'iÓn";
de lo que es comÚn, vale decir del intelecto y e! lengua- " je, si por un lado torna ficticia la. impersonal di:-isión ~técnica de las tareas, por el otro mduce a una vIscosa "f:/
personalización del sometimiento, ya quees~ comuni.:.
r dad no echa raíces en una esfera pública (o sea,-en una,
comunidad política). "._ \ La pregunta crucial sería: ¿es posible separar lo que\ hoy está unido: es decir el Intelecto (el general intellect)I¡
II
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r y el Trabajo (asalariado), y unir lo que está separado: esl/decir el Intelecto y la Acción política? ¿Es posible pasar r d 1'" 1 , " I I I T b ' "/\ (e a antIgua a lanza nte ecto I ra aJo a una nueva1,:.lianza" Intelecto / Acción política?• Librar a la acción política de la padlisis actual no
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es otra cosa que desarrollar la publicidad del Intelectofuera del ámbito del Trabajo asalariado, en oposición a
éste. El trabajo muestra dos perfiles diferen tes que sonestrechamente complementarios. Por un lado, el gene-
ral intellect se afirma como una esfera autónoma sólo sise amputa el vínculo que lo ata a la producción de mer-
.candas y al trabajo asalariado. Por otra parte, la sub-'versión de las relaciones de producción capitalistas puede manifestarse sólo como la institución de una es-
fera pública no estatal, de una comunidad política quetiene como punto cardinal el general intellec't. Los as-
pectos salientes de la experiencia postfordista (virtuo-
sismo servil, valori-zación de la facultad del lenguaje,infaltable relación con la "presencia del otro", etcétera)
postulan, como contrapaso conflictivo, nada menos queuna forma radicalmente nueva de democracia. _ ~' > ,_I.-~_esfera pública no estatal es la esfera p~ blica queadqUiere el mododeser de la multitud. Esta se jacta dela "publicidad" de! lenguaJe iel pensamiento, de! ca-rácter extrínseco, vistoso y compartido del Intelectoen cuanto partitura de los virtuosos. Se trata de una"publicidad" -como ya fue observado en la primera
jomada- del todo heterogénea respecto de aquella ins-tituida por la soberanía estatal o, para decido conHobbes, por la "unidad del cuerpo político". Esta "pu-
blicidad", que hoy se manifiesta como un eminenterecurso productivo, puede transformarse en un princi-
pio constitucional, una verdadera esfera pública.
¿Puede existir un virtuosismo no servil? ¿C~ _._
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~a, hiE.?téticament~ _~ _e_u_' Il. virtuosignQ s¡::r.yjl..a.-Utl .
'vi'rtuosismo "republicano" (entendie~~~ p-<:)_~~:r~E~ _h..~i_~ __.,'C!eTimultitud" el ~ _i-t_o-,ríQ~Jai:al d~l?~Eem~~~~l'1'1~-=, __
nes}? ¿Cómo ~ebir la acción polít ica basada en el , / f " general intellect? En este terreno hay que ser cautos. Tod? i fc ;lo que se puede hacer es indicar la forma lógica de algo
que aÚn no tiene una sólid.a ~xperi~~Ríric~. Pro-o ,",_
pon~os pala~ras clav~:~so5edlenCla clVlI e , ~o. \(La aesobedlencla ~ _I,,:¡lrepresenta la forma baSlca
de'acCíOri."polítlca-deTa rñulcitud. Esto a condición de
emancipada de la tradición liberal en la que estáencapsulada. No se trata de romper una ley específica porque es incoherente o contradictoria en relación conotras normas fundamentales, por ejemplo la Constitu-ción: en tal caso, la resistencia testimoniaría una pro-'funda lealtad al mando estatal. La desobediencia radi-cal que aquí interesa pone en cue-stlonTa-l-n-is-maTacul::'
¡:id'-d'éman:do del Estado. Una pequeña digresión paraentendemos mejor.
SegÚn Hobbes, con la institución del "cuerpo polí-
tico", nos obligamos a obedecer aÚn antes de saber quése nos ordenará: "La obligación de obediencia, en vir-tud de la cual las leyes civiles obtienen su validez, pre-cede a cualquier ley civil" (Hobbes 1642: XIV, 21). Por este motivo, no se encontrará una ley particular queintime explícitamente a no rebelarse. Si la aceptaciónincondicionada del mando no estuviera presupuesta, las
disposiciones legislativas concretas (comprendida la querecita "no te rebelarás") no tendrían validez alguna.Hobbes sostiene que el vínculo originario de obedien-
cia deriva de la "ley natural", del interés común por laautoconservación y la seguridad. No obstante, se apuraen agregar, esa "ley natural", es decir la Superley queimpone la observación de todas las órdenes del sobera-
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no, se torna efectivamente ley "sólo cuando salimos delestado de naturaleza, o sea, cuando el Estado ya está
{instituido". Se establece así una auténtica paradoja: la
Iobligación de obediencia es causa y efecto de la exis-
tencia de! Estado, está susten~a~a por a~go que a su vezfundamen t:a, precede y con tInua al mIsmo tiempo la
I formación del "supremo imperio".
y bien, la multitud cuestiona justamente la obedien-cia preliminar y sin contenido sobre cuya base sólo
puede desarrol1arse luego la melancólica dialéctica en-tre la calma y la "transgresión". Desobedeciendo una
- particular disposición sobre el desmante!amiento de laasistencia sanitaria o sobre el bloqueo a la inmigra-
ción, la multitud retorna el presupuesto más celoso detoda prescripción imperativa y cercena su vigencia.
1 También la desobediencia radical "precede a las leyes: civiles", ya que no se limita a violadas sino que cuestio-, na el mismo fundamento de su validez
~. " b ~ y l1egamos a la segunda palabra clav éxod~ Caldo
1 de cultivo de la desobediencia son los n. ¡dos socia-
1'.'; les que se manifiestan no sólo y no tanto como protesta,
1. / sino má.s bien como defección (para decido como AlbertO. Hirschman (Hirschman 1970), no como lJoice,sinocomo exit).
Nada es menos pasivo que una fuga, un éxodo. La~efección modifica las condiciones en que la protestatIene lugar antes que presuponedas como un horizonteinamovible; en lugar de afrontar el problema eligiendouna de las alternativas previstas, cambia el Contexto enel cual se inserta el problema. ~-c-oñ~l~t~-ení.mai~versión desp;'eJ~~c-d~'~q~~';I~~~a las ;~gl~~ d~i}~~g~
Y hace enloquecer labrújiila-ael'adversario.Ba:staT'>éif:sar -como hicimos en la primera jornada- en la fugade masas del régimen de fábrica encarnada por obreros
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americanos a mediados del siglo XlX: avanzando sobrela "frontera" para colonizar tierras a bajo costo, ellos
encontraron la ocasión de revertir la propia condiciónde partida. Algo similar ocurrió a fines de los años 70en Italia, cuando la fuerza de trabajo juvenil, contradi-
ciendo toda expectativa, prefirió la precariedad)' el part-time al puesto fijo en la gran empresa. Aunque por un
breve período, la movilidad ocupacional funcionó comorecurso político, provocando el eclipse de la disciplinaindustrial y consintiendo un cierro grado de autodeter-minación.
El éxodo, la defección, está en las antípodas deldesesperado "lo único que podemos perder son lascadenas". Es más, se enclava en una riqueza latente,
en una exuberancia de posibilidades, en el principiode! tertium datu J'. ¿Pero cuál es, para la multitud con-
temporánea, la abundancia virtual que apela a la op-ción-fuga en desmedro de la opción-resistencia? Ob-
t ,"
viamente, no está en juego una "frontera" espacial,sino el exceso de saberes, comunicación y e! virtuosoactuar concertada mente implicados en la "publicidad"de! general intellect. La defección da una expresión au-tónoma y afirmativa a este exceso, impidiendo así su"transferencia" al poder de la administración estatal,o su configuración como recurso productivo de la em-
presa capitalista.
Desobediencia, éxodo. Es claro que se trata sólode alusiones a lo que podría ser el virtuosismo políti-co, no servil, de la multitud.
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r C a pí tu lo 3
( L A M U L T I T U D C O M O
)S U B J E TI VI D A D
El concepto de multitud merece quizás e! mismotratamiento que el gran epistemólogo francés GastonBachelard proponía reservar a los problemas y parado-
jas suscitados por 1 -~mecánica cuántica. Bache!ard sos-tenía que la mecánica cuántica es un sujeto gramatical
que, para ser pensado adecuadamente, debe poder aso-ciarse a muchos "predicados" filosóficos heterogéneosentre sí: algunas veces sirve acudir a un concepto kantiano,otras resulta adecuada una noción de la psicología de laGestalt o, por qué no, una sutileza de la lógica escolásti-
ca. Lo mismo sucede en nuestro caso. También la multi-tud requiere ser analizada a partir de conceptos que provienen de ámbitos y autores diversos.
Eso es lo que he comenzado a hacer en las primerasdos jornadas de! seminario. En la primera jornada, herelacionado e! modo de ser de los "muchos" a través dela dialéctica temor-reparo. Como recordarán, hemos
traído a colación palabras clave provenientes de la lec-tura de Hobbes, Kant, Heidegger, Aristóte!es (los topoikoinoi, es decir, los "lugares comune~"), Marx, Freud.
En la segunda jornada, en tanto, proseguimos la tareade análisis y reconocimiento de la multitud contempo-ránea discutiendo la yuxtaposición de poiesis y praxis,Trabajo y Acción política. Los "predicados" utilizados
en esa oportunidad han sido pedidos en préstamo aHannah Arendt, Glenn Gould, el novelista LucianoBianciardi, Ferdinand de Saussure, Guy Oebord, otra
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vez Marx, Hirschman y otros. Hoy examinaremos untercer grupo de conceptos con el objetivo, espero, deiluminar la noción de multitud desde una perspectivadiferente, un ángulo distinto: las .forma~ __ desubjetivi-dad. -------
En este sentido, los predicados que pueden atribuir-se al sujeto gramatical "multitud" son: a) el principio
de individuación, o sea, la vieja cuesrión filosófica acer-ca de qué es aquello que vuelve singular a una singula-ridad, individual a un individuo; b) la nociónfoucaultianade "biopolítica"; c) las tonalidadesemotivas, o Stimmungen, que tiñen hoy las formas devida de los "muchos": oportunismo y cinismo (vale acla-rar que por tonalidad emotiva no entiendo un matiz
psi col óg ico pasajero, sino una relación característicade l propio estar en e! mundo); d) finalmente, dos fenó-menos que, aunque analizados también por San Agustín
y Pascal, adquieren el rango de temas filosóficos en Elser y el tiempo de Martin Heidegger: las habladurías y laavidez; de novedades4•
E1principio de individu-ación
Como hemos visto, multitud significa la pluralidad-literalmente, el ser-muchos- como forma durable deexistencia social y política, contrapuesta a la unidad
cohesionada de! pueblo. Es decir, la multitud consiste
e.n una red de individuos;1os-mlitho.s-.sótCJingu!arida~-des.
E l punto decisivo es considerar esas singularidades _ - '"como pUntos de llegada, no como datos previos o pun- ,
tos de partida; los individuos deben ser cons.ideradoS' _.•
como el resultado final de un proceso de indilliduacÚ,2, .,~ "'" no como átomos solipsistas. Precisamente porque son .-'
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el resultado complejo de una progresiva difef'enciación,los "muchos" no postulan ni apuntan a una síntesis ul-terior. El individuo de la multitud es e! término final de
un proceso después de! cual no hay otra cosa, porque elsupuesto resto (el pasaje de! Uno a los Muchos) ya hasido realizado.
Cuando se habla de un proceso -o de un principio-
de individuación, es preciso tener muy en cuenta loque precede a la individuación misma. Esto tiene quever, sobre todo, con una realidad preindividual, con
algo de común, universal, indiferenciado. El proceso a
través de! cual se producen las singularidades tiene uninsumo no individual, preindividuaI. La singularidad echaraíces en su opuesto, proviene de aquello que está en
sus antípodas. La noción de multitud parece tener cier-to aire de familia con e! pensamiento liberal porquevaloriza la individualidad, pero al mismo tiempo se di-ferencia radicalmente de aquél en el hecho de que tal
individualidad es el fruto final de una individuaciónque proviene de lo universal, de 1 0 genérico, de 1 0
preindividual. La aparen te cercanía se convierte de estemodo en la máxima distancia. -....
Cabe preguntarse aquí: ¿en qué consiste la realidad preicldivTdual que está en la base de la individuación?Muchas, y todas legítimas, son las respuestas posibles.En pri~~r lugar, preindividual es el fondo biológico de
la especie, es decir, los órganos sensoriales, e! aparatoIpotriz, la.scapacidades perceptivas ..E,s muy interesan-te lo que afirma, en este sentido, Merleau-Ponty(Merleau-Ponry 1945: 23P): " [ o o .] tengo-ta-ntaconclen=
cia de ser e! verdadero sujeto de mi sensación como de[ser el verdadero sujeto de] mi nacimiento y de mimuerte". Y luego: " [ o o .] la visión, e! oído, e! tacto, consus campos que son anteriores y siguen siendo ajenos a
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mi vida personal" (ídem: 359). La percepclon no sedeja describir con la primera persona del singular. Noes jamás un "yo" individual que escucha, ve, toca, sinola especie en tanto tal. A la sensación se la nombrageneralmente con el pronombre anónimo "se": s e ve, s e
toca, se escucha. Lo preindividua! fnsito en la sensa-ción corresponde a la genérica dotación biológica, no
susceptible de singularización.~~ _segundo lugar, preindividual es lalengua, la len:-
gua histórico-natural compartida por todos los locuto-res de una cierta comunidad. La lengua es de todos yde nadie. También en su caso, no tenemos un "yo"
1 individuado, sino un "se": se habla. El uso de la palabra¡ es, desde el primer momento, interpsíquico, social,
i público. No existe -en ningún caso, y mucho menosen el caso del recién nacido- un "lenguaje privado". Esaquí cuando se comprende toda la importancia del con-
cepto de "intelecto público" o genera! inte!!ect. Todavíala lengua, a diferencia de la percepción sensorial, es unámbito preindividual en cuyo interior se radica el pro-ceso de individuación. La ontogénesis, es decir la fase
'-- __..•,.~o··.
de ~esarrollo del ser vivientesingular, consiste en,~l pasaje del lenguaje como experiencia pÚblica ointerpsíquica al lenguaje como experiencia sií-i'gl.llirizante
e intrapsíquica. Este proceso, según mi punto de vista,se da en la medida en que el pequeño advierte que suacto de paro!e no depende sólo de la !angue determinada(que en tantos aspectos se asemeja a un líquido
amniótico o a un anónimo ambiente zoológico), sinoque también está en relación con una genérica ftcu!tad
de hablar, con una indeterminada potencia de decir (queno tiene que ver especialmente con una u otra lenguahistórico-natural). La progresiva eXplicitación del vín-culo entre laftcultad (o potencia) de hablar y el ;cto de
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Pf!!0!~ particular es lo que permite superar el carácter preindividual de la lengua histórico-natural, provocan-d'(jla ihdividuación del locutor. De hecho, mientras L llengua es de todos y de nadie, el pasaje del puro y sim'-¡
pIe poder-decir a una enunciación particular y contin'-jgente determina el espacio de lo "propiamente mío";'Pero ésta es una tarea complicada, acerca de la cual
aquí sólo puedo hacer una muy breve alusión. Para ter-minar, quisiera resaltar que mientras lo preindividual
perceptivo permanece como tal, sin dar lugar a unaindividuación, lo preindividual lingufstico es, por elcontrario, la base o el ámbito a partir del cual tomaforma la singularidad individuada.
En tercer lugar, preindividual es la relación de pro-d.~cción dominante. Esto tiene que ver con una reali-~a,d preindividual estrictamente histórica. En el capi-talismo avanzado, el proceso laboral moviliza los re-
quisitos ¡'nás universales de la especie: percepción,lenguaje, memoria, afectos. En la época postfordista,roles y tareas coinciden con el gattungswesen, o "exis-tencia genérica", de la cual hablaba Marx es sus Ma-~ ,nuscritos eco.nó"!i~o-fi!osóficos de. 1844 (Marx 1932: (.~ _~),
227 -8). Pretndlvldual es el conjunto de las fuerzas " - - I - ~ productivas. Es la cooperación social como acciónconcertada, conjunto de relaciones poiéticas, "políti-cas", cognitivas, emotivas. Es el genera! intellea, el inte-lecto general objetivo, extrínseco. La multitud contem-
poránea está compuesta de individuos jndividuados quetienen a sus espaldas también esta realidad preindividual(que se suma, naturalmente, a la anónima percep-
ción sensorial y la lengua de todos y de ninguno).Un sujeto anfibio. Está a punto de ser publicado en
Italia (a través de la editorial DeriveApprodi) un textoimpo.ftante di Gilbert Simondon, filósofo francés muy
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querido por Gilles Deleuze, hasta ahora sin :mbarg? poco conocido (incluso en Francia, debo decir). El.lI- bro se titula L'individuation psychique et coLlecttlle
(Simondon 1989). La reflexión de Simondon sobre el\
(
.
...
principio de individuación ofrece otros "predicad~s"
conceptuales que pueden aplicarse al sujeto gram~tlcalque está en el centro de esta argumentación, la multitud.
Dos tesis de Simondon son particularmente rele-
vantes para cualquier discurso sobre la subjetividad en
la época de la multitud. ~~J'.:ip:1era tesis afir~a ~~e "laindividuación no esjamás completa", que lo premdiVIdualnó se traduce jamás del todo en singularidad. En con-secu~l~cia, según Simondon, el sujeto consiste en el cruce. permanente entre elementos preindividuales y aspectosindividuados; es más, el sujeto es este cruce. Sería ungrave error, según Simondan, identificar e! sujeto, con
una de sus partes, aquella que está singularizada. El es,(( " b·1 (("
más bien, un compuesto: un yo pero tam len un se,
unicidad irrepetible pero también universalidad anónima.. Si bien el "yo" individuado convive con el fondo
biológico de la especie (la percepción sensori~l, etcéte-ra), con los caracteres públicos o interpsíqulCOS de lalengua matern¡- con la cooperación productiva y el ge-neral intellect, es necesario aclarar, no obstante, que estaconvivencia no es siempre pacífica. Es más, da lugar avarias formas de crisis. El sujeto es un campo de bata-
lla. No pocas veces los-~~ pecí:-ospreir1dividuales ponen~n cuestión la individuación; y esta última demuestraser un resultado precario, reversible en cualquier mo-mento. 0rras veces, por el contrario, es e! "yo" puntual
el que parece querer reducir a sí, con paroxística vora-cidad, todos los aspectos preindividuales de nuestra
experiencia. En ambos casos, ocurren a menudo fe~ó-menos de temor pánico, angustia, patologías de vanos
80
,ripos}' géneros. O bien un "yo" sin "mundo", o bien un '"mundo" sin "yo": he aquí los dos extremos de unaoscilación que, sin llegar a polarizarse, de manera másatenuada, no está nunca de! todo ausente. De esta osci-
lación son testimonios evidentes, según Simondon, losafectos y las pasiones. La relación entre lo preindividualy lo individuado está, de hecho, mediada por los afectos.
La relación no siempre armoniosa entre los as~-- pectos preindividuales y los aspectos singulariza-dos del sujeto concierne de cerca al vínculo entre
los "muchos" y el general inteLlect. En la primera jornada del seminario se ha insistido acerca de la fi-sionomía aterrorizan te que puede asumir e! "intelectogeneral" allí donde éste no se traduce en una esfera pública, sino que permanece como un poder imper-sonal y despótico. En tal caso, lo preindividual devieneamenazador y absorbente. El pensamiento crítico del
N ovecien tos -pienso sobre todo en la Escuela deFrankfurt- ha sostenido que la infelicidad deriva de laescisión, de la separación entre el hombre singular y lasfuerzas productivas universales. Aparece así la imagen
de un individuo confinado en un nicho frío y lóbrego,mientras, lejos de él, brilla la anónima potencia de lasociedad (y de la especie). Sostengo que es ésta unaidea del todo equivocada. La infelicidad y la inseguri-
dad no derivan de la separación entre la existencia in-
dividual y las potencias preindividuales, sino más biende su férreo entrelazamientó, en particular cuando este
último se manifiesta como desarmonía, oscilación pa-
tológica, crisis.Llegamos ahora a la segunda tesis de Simondon, la
cuaTafirrna que la experiencia colectiva, la vida de gru- po, no es -como suele creerse~ el ámbito en el cual seatenúan o disminuyen los rasgos salientes de! individuo
81
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~~ngular, sino que, por el contrario, es el terreno de unaindividuaciÓn nt¿eva" más radical. Mientras particípa-en una experiencia colectiva, -er;ujeto, lejos de renun-
ciar a sus rasgos más peculiares, tiene la ocasión deindividuar, al menos en parte, aquella cuota de realidad
preindividual que lleva siempre consigo. SegúnSimondon, en la vida colectiva se busca afinar, armoni-
zar la propia singularidad. Sólo en medio de la colecti-vidad -y no ciertamente en e! aislamiento-, la percep-
ción, la lengua, las fuerzas productivas tienen la posibi-lidad de configurarse como aspectos de una experien-
cia individual.Esta tesis permite comprender mejor la op~sición
entre "pueblo" y "multitud". Para la multitud, el colec-
tivo no es centrípeto, huidizo. No es el lugar en el cualse forma la "voluntad general" y se prefigura la unidadestatal. En la medida en que la experiencia colectiva de
la multitud no debilita, sino que radicaliza el procesode individuación, queda excluida por principio la posi-
bilidad de que de tal experiencia se pueda extrapolar un rasgo homogéneo; queda excluido que se pueda "de-legar" o "transferir" cualquier cosa al soberano. El co-
lectivo de la multitud, en cuanto individuación ulterior o de segundo grado, fundamenta la posibilidad de una
democracia no represent.tttiva. Recíprocamente, se pue-de definir la "democracia no representativa" como unaindividuación de lo preindividual histórico-social: cien-
cia, saber, cooperación productiva, general intellect. Los"muchos" persisten como "muchos" sin aspirar a launidad estatal porque: I) en cuanto singularidades
individuadas, tienen ya a sus espaldas la unidad /uni-versalidad propia de las diversas formas de vida preindividual; 2) en su acción colectiva acentúan y con-
tinúan el proceso de individuación.
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El individuo social En el "Fragmento sobre las má-quinas" de los Grundrisse (Marx 1939-1941: Ir, 401),Marx acuña un concepto que, según creo, es central
para comprender la subjetividad de la multitud con-temporánea. Un concepto, lo digo rápido, objetivamen-
te correlativo (y relacionado con) a la tesis de Simondonsobre el cruce entre realidad preindividual y singulari-
dad. Es el concepto de "individuo social". No es unacasualidad, me parece, que Marx utilice esta expresiónen las mismas páginas en las cuales discute del generalintellect, del intelecto público. El individuo es social
porque, en él, está presente el general intellect. O tam- bién, recurriendo de nuevo al Marx de los Manuscritos, porque en él se manifiesta abiertamente, junto al Yosingular, el gattzmgswesen, la "existencia genérica", e!conjunto de requisitos y facultades de la especie Horno
sapienssapiens.
\,_ "Individuo s.ocial" es un oxímoron, una figura querepresenta-Ia- unIdad de los contrarios: podría parecer una coquetería hege!iana, sugestiva e inconsistente, sino contáramos con Simondon para descifrar su senti-do. "Social" tiene aquí el sentido de lo preindividual; i~>
"~ndivi?uo" es el resultado último de! proceso de indi- /1 ; . . . .7 )vlduaClón. Dado que por "preindividual" es preciso.f---··/entender la percepción sensorial, la lengua, las fuerzas <
productivas, se podría inclusive decir que el "indivi-duo social" es el individuo que exhibe abiertamente la
propia ontogénesis, la propia formación (con sus di-versos estratos o elementos constitutivos).
Hay una suerte de cadena lexical (semántica) que
con.ect~ ~I ser~muchos, la vieja cuestión del principiode mdlvlduaclón, la noción marxiana de "individuosocial", la tesis de Simondon sobre la convivencia -encada sujeto de elementos preindividuales (lengua, co-
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, , 1 " "l ' , '1 / ' )\ '1, i
_ _ o
,.9peracíón social, ,etcétera) ,)' element~s indivi~~a~o~.I Propongo denomll1ar multItud al conjunto de lI1dlvl-, duos sociales". Se podría decir -con Marx, pero conrra
buena parte de! marxismo- que la transformación radi-. cal del actual estado de CO$asconsiste en dar la máxima j importancia)' el máximo valor a la eXistencia de cada
miembro de la especie. Puede parecer paradoja!, perocreo que la teoría de Marx podría (es más, debería) ser
entendida, hoy, como una teoría realista y compleja delindividuo. Como un individualismo riguroso; es decir,
como una teoría de la individuación.
U n co nce p to e qu ívo co : l a b io p o lí ti ca
El término "biopolítica" fue introducido por Miche!
Foucault en un curso que dio en los años 70 en e! College
de France (Foucault 1989: 71-83), dedicado a las trans-formaciones del concepto de "población" entre finales
del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. ParaFoucault, fue en aquel momento cuando la vida -la vidaen cuanto tal, la vida como mero proceso biológico-comenzó a ser gobernada, amministrada políticamen-te. En los últimos años, el concepto de "biopolítica"se ha puesto de moda: se lo utiliza con frecuencia y
para propósitos diversos. Sería importante evitar eseempleo automático e irreflexivo. Cabría preguntarse,
más bien, de qué modo y por qué lavi"da-rfitÚnp'e enel centro de la escena púhlica,de qué modo"y por qué
el Estado la regula y la gobierna.Tengo para mí que, para cOfI1prender el nudo
racional del término "biopolítica"; es preciso partir de
un concepto distinto{ acaso más complicado des<!e__ ~,~P,l!I'1tode vista filosófico: el concepto de fiterza de tra-bajo.~$e habla mucho de esta noción en las ciencias
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rsociales, aunque demasiadas veces se deja de lado sucarácter áspero y paradoja!. Si los filósofos de profe-sÍón quisieran ocuparse de un tema serio, harían bienen dedicarle esfuerzo )' atención a la noción de fuerzade trabajo. ¿Qué significa "fuerza de trabajo"? Significa
potencia para -producir. Potencia, es decir, facultad, ca- pacidad, dynamis, Potencia genérica, indeterminada. En
ella no está prescri to un tipo particular de actividadlaboral, sino que alude a tareas de cualquier tipo, desdela fabricación de una cortina hasta la cosecha de peras; "desde el parloteo incesante de un fanático del chat has-ta la corrección de pruebas de un libro de texto. Fuerzade trabajo es "la suma de rodas la aptitudes fí~e-
intelecruales que residen den' la cótpotalidad" (Marx1867,1: 195). Todas, fíjense ustedes. Al hablar de-lafuerza de trabajo, se está haciendo referencia implícita
a todo tipo de facultad: competencias linguísticas, me-moria, movilidad, etcétera. S,ólo hoy, en la época p~stfordista, la realidad de la fueriaaetrabajo está ple-r:amente a la altura de su concep'to. Sólo hoy, quierodecir, la noción de fuerza de trabajo no se reduce (comoen cambio sucedía en los tiempos de Gramsci) a unconjunto de dotes)' aptitudes físicas, mecánicas, sinoque comprende dentro de sí, con pleno derecho, la "vidade la mente".
L,kgaf11osal punto que me interesa resaltar. La rela-
ción capitalista de producción está basada enIa dife-rencia entre fuerza de trabajo y trabajo efectivo. La
fuerza de trabajo, repito, es pura potencia, bien distiñta"'de-'IÓsactos'. ~o rrespondierires :-Escrib~ M ~~x : -"¡Quie~'""
dice capacidad dé trabajo no dice trabajo, del mismomodo en que quien dice capacidad de digerir no dicedigestión" (ídem: 203). Se trata, sin embargo, de una
potencia que realza los aspectos más concretos de la
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mercancía. La potencia tiene algo de no-pres_ente, den.o-real; )' sin emS-irgo, en el caso de la fuerza de trabaJo,este elemento no-presente es precisamente lo que est.á
sujeto a la oferta y la demanda (cfr. V,irno 1999). El caf.l-talista compra la faculta d de producir en cuanto tal ( lasuma de todas la aptitudes físicas e intelectuales q~e re-
siden en la corporalidad"), no ya una o más prestaclo~esdeterminadas. Después de que la compraventa ha sidorealíZáCla,puede emplear la mercancía que ha compradocomo más le guste: "El comprador de la fuerza de traba-
jo la consume haciendo trabajar a su vendedor. ~s asíque este último convierte en acto aquello que pnmero
era potencia" (Marx 1867,1: 209). El trabajo real~ente pagado no se limita a resarcir al capitalista por el dmero
que ha desembolsado con el o?jetivo de as~g~lrarse. la potencia de trabajar del otro, smo ~ue contln~a aC~lvo
por un lapso de tiempo suplementano. H~,aqUl I~g~ne-sis del plusvalor, el arcano de la acumulaclOn capItalIsta.
La fuerza de trabajo encarna (literalmente) una ca-
tegoría fundamental del pensamiento filosófic~: la po-tencia, la dynamis. y "potencia", como he dICho re-
, cién, significa aquello que no es actual, aque~lo que noestá presente. Y bien, toda cosa que no esta presente(o que no es real) deviene, en el ca~italismo, una .mer-cancía de excepcional importancia. La potenCia, la
, dynamis , la no-presencia, en lugar de permanecer c,o:n0
"un concepto abstracto, toma una forma pragmatl:a,empírica, socioeconómica. La facultad c~mo tal, I~-:,cluso no aplicada, está en el centro ~el ll1terCambloentre e! capitalista y e! obrero. El objeto de la com- praventa no es una entidad real (prestaciones labora-
les efectivamente presentes), sino algo que, de por sí,no tiene una existencia espacio-temporal autónoma
(la genérica capacidad de trabajar).
rLa~ _características paradojales de la fuerza de traba-
jo,-(~g~irreal, que sin embargo es comprado y vendidocomo una mercancía cualquiera) son la premisa de la
biopolítica. Para percibir esto más claramente es preci-so un breve rodeo argumentativo. En los Grundrisse,Marx escribe que "e! valor de uso que el obrero tiene
para ofrecer [en el intercambio con el capitalista] no sematerializa en un producto, no existe por fuera de él,no existe incluso realmente sino sólo en tanto posible, o
sea como capacidad' (Marx 1939·d941: 1, 244-5; lascursivas son mías). Si se mira con atención, se notarácuál es el punto decIsivo: allí donde se vende algo queexiste sólo CQmo posib ilidad , ese algo no es separablede la persona viviente del vendedor. El cuerpo vivo de!obrero es el sustrato de aquella fuerza de trabajo que,de por sí, no tiene una existencia independiente. La
"vida", e! puro y simple bias, adquiere una importanciafundamental en tanto tabernáculo de la dynamis, de la
mera potencia.Al capitalista le interesa la vida del obrero, su cuer-
po, sólo por un motivo indirecto: este cuerpo, esta vida,son aquello que contiene la facultad, la potencia, ladynamis. _El cuerpo viviente se convierte en objeto agOQernar'n-cnátftopói-su valor intrínseco, sino porquees el sustrato de la única cosa que verd~der~m~!lte' im-
porta: la fuerza de trabajo como suma de las más diver-
sas facultades humanas (potencia de hablar, de pensar,de recordar, de actuar, etcétera). La vida se coloca en e!
c~ntro de la política en lamedida en q~~ lo que está en juego es la fuerza de trabajo inmaterial (que, de por sí,es no-presente). Por eS(Q,sólo por esto, es lícito hablar de "biopolítica". El cuerpo viviente, del cual. se ocupanlos aparatos ádmínistrativos'de! Estado, es la señal tan-gible de una potenCia: todavía. no realizada, e! simulacro
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d,el trabajo todavía no objetivado o, ~~"~"?"_4.is:~JyIarxcon una expresión muy bella, del "tí-;bajo como subje-tividad". La potencia de trabajar, comprada y vendidaa la par de toda otra mercancía, es trabajo todavía noobjetivado, "trabajo como subjetividad". Se podría decir
que, mientras el dinero es el representan te universaldel valor de cambio, la condición que hace posible el
intercambio de los productos, la vida hace las veces dela potencia de producir, del invisible d)'namis.
El origen no mitológico de aquel dispositivo desaberes y poderes que Foucault llama biopolítica deberastrearse sin dudas en el modo de ser de la fuerza de
trabajo. ~a importancia práctica que asume la poten-cia en cuanto potencia (el hecho d"~que ella sea"com-
prada y vendida en cuan to tal) es inseparable de la in-mediata existencia corpórea del obrero: he allí el fun-damenro efectivo de la biopolítica. Foucault se burla de
los teóricos libertarios como Wilhelm Reich (el psicoa-nalista heterodoxo), quien sostiene que la gran aten-ción que se le presta a la vida es el fruto de un propósi-to represivo: disciplinar los cuerpos para aumentar la
produ.ctividad del trabajo. Tiene cierta razón, Foucault, pero en una contienda fácil. Es verdad que el gobiernode la vida es muy variado y articulado, y se mueve enun espectro de acción que va desde la máxima conten-ción de los impulsos hasta las licencias más desenfrena-das, desde la interdicción más puntillosa hasta el alardede tolerancia, desde los gherros para pobres hasta losaIros salarios keynesianos, desde la cárcel de máximaseguridad hasta el Estado de Bienestar. Dicho esto, queda
la pregunta crucial: ¿por qué la vida como tal es tomada bajo custodia y controlada? La respuesta es unÍVoca: porque ella es el sus trato de una facultad, la fuerza detrabajo, que ha asumido el carácter de mercancía. AquÍ
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~n~ está en cue~tión la productividad de] trabajo puestaen "ici"o, sino la intercambiabilidad de la potencia detrabajar. P<;>r el solo hecho de ser comprada y vendida,esta potencia pone en cuestión también el receptáculodel cual ella es indistinguible, o sea el cuerpo viviente;
más aún, lo pone a la vista en tanto objeto y blanco deinnumerables y diferenciadas estrategias de control.
No es preciso creer, por lo tanto, que la biopolíticacomprenda en sí misma, como su articulación particular,la gestión de la fuerza de trabajo. Las cosas indican más
bien lo contrario: la biopolítica es sólo un efecto, unareverberación, una articulación de aquel hecho primario-histórico y filosófico al mismo tiempo- que consiste enla compraventa de la potencia en cuanto potencia. ~,bjopolítica allí donde adviene en primerísimo primer pla-no, en la experiencia más inmediata, aquello que tieneque ver con la dimensión potencial de la existencia huma-na: no la palabra dicha, sino la facultad de hablar en tantotal; no el trabajo realmente realizado, sino la genérica ca-
pacidad de producir. La dimensión potencial de la exis-tencia se vuelve relevante precisamente y solamente conlos ropajes de la fuerza de trabajo. En esta última, comodecía recién, se concentran las diversas facultades o po-tencias del animal humano. De .a.lIíque "fuerza de trabajo"no designa una facultad específica, sino el conjunto de lasfacultades humanas en cuanto ellas están comprometidas
en la praxis productiva. "Fuerza de trabajo" no es un nom- bre propio, sino un sustantivo común.
L a s t on a li da d es e m ot iv as d e l a m u lt it ud
Quisiera hablar brevemente ahora de la situaciónemotiva en la cual se encuentra la multitud contempo-rán~a. Con la expresión "situación emotiva" no me re-
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fiero, que quede claro, a una serie de inclinaciones o propensiones psicológicas, sino a modos de ser,Y s~nrir tan penerrantes que resultan comunes a los mas dIver-sos con textos de la experiencia (trabajo, ocio, afectos,
política, etcétera). La situación emotiva, más que ubi-cua, es siempre ambivalente. Ella puede manifestarse,
por lo tanto, como aquiescencia y también como con-
flicto; ya sea con el rostro de b. resignación como conel de la inquietud crítica. Dicho de otro modo: la situa-ción emotiva tiene un nudo central neutro sujeto a de-
clinaciones diversas e inclusive opuestas. Este nudoneutro indica un modo de ser fundamental. Ahora bien,no hay dudas de que la situación emotiva de la multi-tud se manifiesta hoy con "malos sentimientos": opor-tunismo, cinismo, desintegración social, inagotablesabjuraciones, alegre sumisión. Sin embargo, es precisodesplazarse desde estos "malos comportamientos" ha-
cia el nudo central neutro, o sea, hacia el modo de ser fundamental que, en la medida en que es un principio, podría dar lugar también a desarr.ollos bien diferentesde aquellos que hoy prevalecen. La cosa difícil de en-tender es que el antídoto, por así llamado, sólo puedeser encontrado en aquello que por el momento se da aconocer como veneno.
La situación emotiva de la multitud postfordista está
caracterizada por la inmediata coincidencia entre pro-ducción y eticidad, "estructura" y "superestructura",
cambios revolucionarios en el proceso laboral y senti-mientos, tecnologías y tonalidades emotivas, desarrollomaterial y culttlra. Detengámonos un momento en esta
coincidencia: ¿cuáles son los principales requisitos quese les exigen hoya los trabajadores dependientes? Queestén habituados a moverse de un lado a otro, que seancapaces de acomodarse a las más bruscas reconversiones,
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que sean adaptables para cambiar de una dependencia aotra, que sean dúctiles para cambiar las reglas de juego,que sepan llevar adelante interacciones linguísticas
banales; que demuesrren destreza para elegir y sepanmanejar diversas alternativas. Pues bien: estos requisi-
tos no son el fruto del disciplinamiento industrial, sinosobre todo el resultado de una socialización que tiene su
centro de gravedad fuera del trabajo. La "profesionalidad"efectivamente requerida y ofrecida en el mercado de
trabajo consiste en las destrezas que se adquieren du-
rante una prolongada permanencia en un estado pre-laboral o precario. Es decir: en la espera atenta de unempleo se desarrollan aquellos talentos genéricamentesociales y el hábito de no contraer hábitos durables quese volverán después, una vez encontrado un empleo, lasverdaderas "herramientas de trabajo".
La empresa postfordista usufructúa de este hábito
de no tener hábitos, este adi~stramiento en la precarie-dad y la variabilidad. Pero el hecho decisivo es unasocialización (con este término entiendo la relación conel mundo, con los otros y con uno mismo) que se ad-quiere sobre todo afuera del trabajo, una socializaciónesencialmente extralaboral. Son los shocks urbanos delos que hablaba Walter Benjamin, la proliferación de
juegos linguísticos, la variación ininterrumpida de lasreglas y las técn icas lo que consti tuye la sustancia a
partir de la cual se forjan destrezas y requisi tos q!-le.
sólo después devendrán destrezas "profesionales". Vis-ta con atención, la socialización extralaboral (que lue-go, sin embargo, confluye en las empresas postfordistas)
consiste en experiencias y sentimientos en los cuales lagran filosofía y la gran sociología del último siglo, des-de Georg Simmel hasta Martin Heidegger en más, hanreconocido los rasgos distintivos del nihilismo. Nihilis-
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ta es una praxis que ya no goza de un fundamento sóli-do, de estructuras recursivas de las cuales ella da cuen-ta, de hábitos protectores. Durante el Novecientos, elnihilismo pareció un contrapunto colateral a los proce-sos de racionalización de la producción y del Estado.
Como si uno dijera que por un lado estaba el trabajo y
por otro, la precariedad y la constante mutabilidad de
la vida metropolitana. En este momento, en cambio, e!nihilismo (el hábito de no tener hábitos, etcétera) entra
en la producción, deviene requisito profesional, estáinmerso en el trabajo. Sólo aquel que ha adquirido cier-ta práctica en la aleatoria mutabilidad de las formas devida urbana sabe cómo comportarse en las fábricas del
just in time.
Es casi inÚtil agregar que, de este modo, se rompeen pedazos el esquema mediante el cual buena parte delas tradiciones sociológica y filosófica han pensado los'
procesos de "modernización". Según ese esquema, lainnovación (tecnológica'; emotiva, ética) alteraría lassociedades tradicionales, donde prevalecían costumbresrepetitivas. Filemón y Baucis, los pacíficos campesinosque Goethe describe en el Fausto, serían erradicados
por el empresario moderno. Nada de esto sucede hoy.Ya no se puede hablar de "modernización", porque lainnovación se da con una periodicidad cada vez másestrecha y en una escena que hace tiempo se caracteri-za por la alteración, lo aleatorio, el anonimato. El pun-
to crucial es que la actual dinámica de transformación productiva cuenta entre sus recursos más ,notables con
todo aquello que, en el esquema de la modernización,
se tenía por sus efectos: incertidumbre de expectativas,contingencia de los puestos y posiciones, identidadesfrágiles, valores siempre mutables. Las tecnologías avan-zadas no provocan un "extrañamiento", una ajenidad
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que viene a disolver una entrañable "familiaridad", sino
que reduce a perfil profesional la experief)cia misma delextrañamiento más radical. El nihilismo, que en un
primer momento fue el lado oscuro de la potencia téc-nico-productiva, deviene hoy un ingrediente fundamen-
tal, una dote muy tenida en cuenta en el mercado detrabajo.
Sobre este telón de fondo se destacan dos tonalida-des emotivas que no tienen fama de ser demasiado edi-ficantes: el oportunismo y el cinismo. Intentaremos rea-lizar un examen cuidadoso de esos "malos sentimien-tos", tratando de individualizar en ellos un modo de ser
que, en principio, no tiene por qué ser necesariamentedesagradable o inconvenien te.
Oportunismo. El oportunismo hunde sus raíces entina socialización extralaboral marcada por cambiosabruptos y repentinos, shocks perceptivos, innovación
permanente, inestabilidad crónica. Oportunista es aquelque enfrenta un flujo de posibilidades siempre inter-cambiables, que se mantiene disponible y atento almayor número de eventualidades, que se suma a la quetiene más cerca y cambia rápidamente hacia otra si leconviene más. Esta sería una definición estructural, nomoralista, de! oportunismo. Está en cuestión aquí unasensibilidad agudizada por las chances cambiantes, unadisciplina para manejarse en e! caleidoscopio de lasoportunidades, una íntima relación con lo posible en
cuanto tal. En e! modo de producción postfordista, eloportunismo adquiere un indudable valor técnico. Es lareacción cognitiva y comportamental de la multitud
contemporánea al hecho de que la praxis ya no estáordenada según directrices uniformes, sino que pre-senta un alto grado de indeterminación. Ahora bien: es
precisamente esa capacidad de moverse con destreza
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entre .oportunidades abstractas e intercambiables lo queconstituye una cualidad profesional en muchos sectoresde la producción postfordista, sobre todo en aquellos
do~d.e el proceso laboral no está regulado por un ÚnicoobJetivo, sino por una clase de posibilidades equivalen-
~es, que es necesario especificar cada vez. La máquinamformática no ha sido pensada y construida para un
fin unívoco, sino para elaboraciones sucesivas y "opor-tunistas". El oportunismo constituye hoy un recursoindispensable en casi cualquier trabajo. El proceso la-
boral concreto es invadido por una difusa "acción
comuni~ativa" que nunca se identifica, sin embargo,con la simple y muda "acción instrumental". Es más,retomando un tema tratado en la segunda jornada del
se~inario, el trabajo casi siempre incluye los rasgossalientes de la Acción política. En el fondo, ¿qué otracosa es el oportunismo sino una dote del hombre po-lítico?
Cinismo. También el cinismo está en conexión con
~a inest~ bilidad crónica de las formas de vida y de losJuegos llnguísticos actuales. Esta inestabilidad crónica~one a la vista, tanto en el trabajo como en el tiempohbre, las reglasdesnudas que estructuran artificialmentelos ámbitos de acción. La situación emotiva de la mul-titud se caracteriza, entre otras cosas, por la estrechar~lación que los "muchos" mantienen con las reglasque
ngen los contextos singulares. En la base del cinismocon.temp~ráneo está el hecho de que los hombres ymUjeres tIenen experiencia de reglas mucho antes quede "hechos" o acontecimientos concretos. Pero tener
experiencia directa de reglas significa también recono-cer su convencionalidad, su carencia de fundamento.Esto es así a tal punto que ya no se está inmerso en un
juego predefinido, del cual se participa con verdadera
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r adhesión, sino que cada "juego" singular, desprovistode toda seriedad, se percibe solamente como el lugar de la inmediata afIrmación de sí. Afirmación que estanto más brutal, arrogante y cínica en cuanto se sirve
-sin ilusiones sino con perfecta adhesión momendnea-
de aquellas mismas reglas que ya han sido percibidas
como convencionales y mutables.
Pienso que a esta altura es posible percibir la estre-cha rela.ción entre el general intellect y el cinismo con-temporáneo. O mejor: pienso que el cinismo es uno delos posibles modos de reaccionar al general intellect (noel único, ciertamen te: vuelve aquí el tema de laambivalencia de la situación emotiva). Veamos mejor este nexo. El general intel/ect es el saber social devenido princi pal fuerza productiva; es el conjunto de los paradigma.s epistémicos, lenguajes artificiales, conste-laciones conceptuales que rigen la comunicación social
y las formas de vida. El general intellect se distinguede las "abstracciones reales" típicas de la moderni-dad, ancladas al principio de equivalencia. "Abstrac-ción real" es, sobre todo, el dinero, que representala conmensurabilidad de los trabajos, de los pro-ductos, de los sujetos. Y bien, el general intellect notiene nada que ver con el principio de equivalen-cia. Los modelos del saber social no son unidades demedida, sino que constituyen el presupuesto paraheterogéneas posibilidades operativas. Los códigos y
paradigmas técnico-científicos se presentan como "fuerza productiva inmediata", o sea como principios constrttC-
tivos. No equiparan nada, sino que funcionan como
premisas para toda clase de acciones.El hecho de que sea el saber abstracto el que viene a
poner orden en las relaciones sociales, en lugar del in-tercambio de equivalentes, se refleja en la figura con-
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tem'p0ránea dd cínico. ¿Por qué? Porgue el principio deeg~lvalencia constituía la base, si bien guiz;l contradic-~ona, para ideologías igualitarias gue propugnaban elIdeal de un reconocimiento recíproco sin restriccio-nes, e incluso el de una comunicación linguística uni-
versal y trasparente. Por el contrario, el genera! inte!!ect,
en cuanto premisa apodíctica de la praxis social, no
o.f~ece nil~g~na unidad de medida para una eguipara-clon. El Clmco reconoce, en el particular con texto en elcual ~ pera, el rol preeminente desplegado por ciertas
premlsas epistémicaJ )' la simultánea ausencia de realesequivalencias. Comprime preventivamente la aspiración
a una comunicación dialógica entre pares. Renuncia¿esde el comienzo a la búsgueda de un fundamentoIOtersubjetivo para su praxis, como también a la rei-vindicación de un criterio compartido de valoraciónmoral. La caída del principio de equivalencia, íntima-mente ligado así al intercambio de las mercancías, sehace evidente en el comportamiento del cínico comoabandono indoloro de la instancia de igualación. Al punto
qu~ ~onfí~ la afirmación de sí a la multiplicación (yflll1d1flcaclón) de jerarquías y diferencias, lo cual esuna de. las operaciones que pareciera comportar la so-
brevemda centralidad de! saber en la producción.
Oportunismo y cinismo: "malos sentimientos", sinduda. Todavía es lícito hipotetizar que cada conflicto o
protesta de la multitud echará sus raíces en e! mismo
modo de ser (el "nudo neutro" del cual hablaba al co-mienzo) que, por ei momento, se manifiesta con estasmodalidades un poco desagradables. El nudo neutro de
la si~uación emotiva contemporánea, susceptible demal11festaciones diferentes, consiste en un adiestramien-
to ~ara acept;u la dimensión de lo posible en cuanto posible y en una estrecha cercanía con las reglas con-
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r vencionales gue estructuran los diversos contextos deacción. Aguella domesticación y esta proximidad, de lacual derivan las formas actuales de! oportunismo y e!cinismo, constituyen un indeleble signo distintivo de lamultitud.
Las habladur ías y l a a vide z d e n o ve d ad e s
Por último, quisiera detenerme en dos fenómenos(e
notables -y con muy mala fama- de la vida cotidiana, a
los cuales Martin Heidegger ha conferido e! rango detemas filosóficos. Primero, las habladurías, o sea un dis-curso sin estructura ósea, indiferente a los contenidosque de vez en cuando destila, contagioso y proliferan te.Luego, la at'idez de nOlJedades, es decir la insaciable vora-
cidad de lo nuevo en cuanto nuevo. Me parece que estosson otros dos predicados inherentes al sujeto gramatical"multitud". A condición, como se verá, de utilizar en
este caso las palabras de Heidegger contra Heidegger mismo. Al referirme a las "habladurías", quisiera poner de relieve una faceta ulterior de la relación multitud /lenguaje verbal; la "avidez de novedades" tiene que ver,en cambio, con ciertas virtudes epistemológicas de lamultitud (va de suyo que aquí lo que está en cuestión essolamente una epistemología espontánea).
Las habladurías y la curiosidad han sido analizadas
por Heidegger en E l ser)' el tiempo (Heidegger 1927). El
autor las trae a colación como típicas manifestacionesde la "vida inauténtica". Esta última se caracteriza, según
Heidegger, por el nivelamiento conformista de cada sen-tir y cada comprender. Lo que domina de modoincontrastado en ella es el pronombre impersonale "se":
se dice, se hace, se cree una cosa u otra. En términos deSimondon, es lo preindividuallo que domina la escena,
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inhibiendo cualquier individuación. El "se" es anónimoy invasivo. Nutre certezas reasegurantes, difunde opi-niones ya compartidas. Es e! sujeto sin rostro de la co-municación mediática. El "se" alimenta las habladurías y
desencadena una incontenible avidez de novedades.Este "se" charlatán y entrometido oculta el rasgo
saliente de la existencia humana: el ser en el mundo.
Vale decir, pertenecer al mundo no significa contem- plarlo de manera desinteresada. Esta. pertenencia im- plica sobre todo un compromiso pragmático. La re-lación con mi contex~o vital no consiste fundamen-talmente en cogniciones y representaciones, sino enuna praxis adaptativa, en la búsqueda de reparo, enuna orientación prática, en la intervención manipu-ladora de los objetos circundantes. La vida auténti-ca, para Heidegger, parece encontrar una expresiónadecuada en el trabajo. El mundo es, en primer lu-
gar, un mundo-taller, un conjunto de medios y obje-tivos productivos, el teatro de una actividad genera-lizada. Según Heidegger, esta relación fundamentalcon el mundo está atravesada por las habladurías y lacuriosidad. Quien habla sin parar y quien se aban-dona a la curiosidad, no trabaja, está distraído de laejecución de una tarea determinada, ha suspendidotoda forma seria de "ocuparse". El "se" no es sola-
mente anónimo: es también ocioso. El mundo-taller
es transformado en un mundo':espectáculo.Vale la pena preguntarse: ¿es cierto que la habladu-
rías y la curiosidad permanecen confinadas al univer-so extralaboral, en el tiempo libre, en las horas de
divague y de ocio? Sobre la base de todo lo que hemosargumentado en este seminario, ¿no cabe suponer queestas actitudes han devenido el pivote de la produc-ción contemporánea, en la cual domina la acción
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comunicativa y se valora en máximo grado la capaci-dad de desempeñarse con destreza en todas las tareas,
incluso a través de continuas innovaciones?Comencemos por las habladurías. Ellas detentan
e! rol preeminente de la comunicación social, su inde-
pendencia de cada vínculo o presupuesto, su plenaautonomía. Autonomía de objetivos predefinidos, de
empleos circunscriptos, de la obligación de reprodu-cir fielmente la realidad. En las habladurías se disue!-
ve la correspondencia denGtativa entre palabras y co-sas. El discurso ya no reclama una legitimación exter-na, una legitimación que sería provista por los acon-tecimientos que las habladurías refieren. Son ellas lasque constituyen un acontecimiento en sí mismo con-sistente, que se justifica por e! sólo hecho de ocurrir.
Heidegger escribe:
"En virtud de la comprensión media que el lenguajeexpresado porta consigo, el discurso comunicante l···]
puede ser comprendido también incluso sin que aquelque escuchase coloqueen lacomprensión originariadeaquello sobre lo cual discurre el discurso" (Heidegger 1927: 187"). Y más adelante: "Lashabladurías son la
posibilidad de comprenderlo todo sin previa apropia-ción de lacosa" (ídem: 189).
Las habladurías ponen en crisis el paradigma
referencialista. La crisis de este paradigma está en e!
origen de los mass media. Una vez emancipados de! de- ber de corresponder punto por punto al mundo no lin-guístico, los enunciados pueden multiplicarse indefini-damente, generándose e! uno de! otro. Las habladuríasson infundadas. Esta falta de fundamento explica el ca-rácter lábil, y a veces vacuo, de la interacción cotidia-na. Es li1ás, la misma falta de fundamento autoriza en
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cada momento la invención y la experimentación denuevos discursos. La comunicación, más que reflejar ytransmitir aquello que es, produce ella misma estados
. de cosas, experiencias inéditas, nuevos hechos. Estoy
tentado a decir que las habladurías se aseínejan a un
rumor de findo: insignificante en sí mismo (a diferen-cia de los rumores o ruidos ligados a fenómenos parti-
culares, por ejemplo una moto en carrera o un tala-dro), ofrece sin embargo la trama de la cual extraer variantes significativas, modulaciones insólitas, articu-
laciones imprevistas.Tengo para mí que las habladurías constituyen la
materia prima delllirtu.osismo postfordisttt del cual se hahablado en la segunda jornada del seminario. El virtuo-
so, co~o recordarán, es aquella persona que producealgo que no es distinguible, ni mucho menos separable,del acto mismo del producir. Virtuoso por excelencia
es el simple locutor/hablante. Pero, agrego ahora, ellocuror no-referencialista; sobre todo el locutor que, alhablar, no refleja uno u otro estado de cosas, sino quelas determina de nuevo mediante sus propias palabras.Aquel que, según Heidegger, parla tea, dice habladu-rías. Las habladurías son performativas: en ellas, las pa-labras determinan hechos, acontecimientos, estados decosas (cfr. Austin 1962). 0, si se quiere, es en las ha-
bladurías que se puede reconocer el performativo: no"Yo comento" o "Yo juro" o "Yo tomo a esta mujer
como esposa", sino, sobre todo, "Yo hablo". En la aser-ción "Yo hablo", hago una cosa dicién dolo , y ademásdeclaro aquello que hago mientras lo hago.
Contrariamente a lo que supone Heidegger, las ha- bladurías no sólo no constituyen una experiencia pobrey despreciable, sino que conciernen directamente al tra- bajo, a la producción social. Treinta años atrás, en
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muchas fábricas había carteles que intimaban: "Silen-cio, se trabaja". El que trabajaba, callaba. Se comenza-
ba a "parlotear" solamente a la salida de la fábrica o dela oficina. La principal novedad del posrfordismo con-siste en haber introducido el lenguaje en el trabajo.
Hoy, en ciertas oficinas, bien podrían aparecer colga-dos carteles especulares a aquellos de hace años, que
dijeran: "Aquí se trabaja: ¡Hablen!".Al trabajador no se le pide un cierto 11l'¡mero de
frases standard, sino una actividad comunicativa infor-mal, dúctil, que le permita hacer frente a las más diver-sas eventualidades (con una buena dosis de oportunis-mo, se entiende). En términos de filosofía del lenguaje,diré que lo que se pone en movimiento aquí no es la
parole sino la langue; la propia facultad de lenguaje, nouna específica aplic!ción. Esta facultad, o sea la genéri-ca potencia de articular cada suerte de enunciación,
adquiere un relieve empírico .propio en las habladuríasinformáticas. Allí, de hecho, no Cuenta tanto "qué cosase dice" sino más bien e! puro y simple "poder decir".
y pasamos a la curiosidad o avidez de novedades.También ella tiene por sujeto el anónimo "se", el pro-tagonista incontrastado de la "vida inauréntica". Y tam-
bién ella se coloca, para Heidegger, por fuera de! proce-so laboral. El "ver", que en e! trabajo tiene como finali-dad el cumplimiento de un encargo o tarea particular, en
e! tiempo libre deviene inquieto, móvil, voluble. Escribe
Heidegger: "El curarse se aquieta en dos casos: o pararetomar fuerza o porque la obra está cumplida. Este aquie-tamiento no suprime e! 'curarse de', pero deja libre la
visión para ver más allá de! mundo de las obras" (ídem:1917
). El liberarse del mundo de las obras permite quela "visión" se nutra de cualquier cosa, hecho, evento,reducidos, eso sí, a otros tantos espectáculos.
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Heidegger cita a San Agustín, quien trazó un admi-rable análisis de la curiosidad en el libro décimo de sus
Confesiones. El curioso, para San Agustín, es aquel quees indulgente frente a la concupiscentia oculorum, la con-
cupiscencia de la vista, bramando por asistir a espectá-
culos insólitos}' por momentos horribles:
"El placer corre tras todo aquello que es bello, gustoso,
armonioso, suave, mullido; lacuriosidad quiere expe-rimentar también sus contrarios (...] por afán de pro~
bar, de conocer. Y en verdad, ¿qué placer se podríaexperimentar ante la horrible vista de un cadáver he~cho pedazos?Sin embargo, si hay uno en alguna parte,van todos corriendo" (Confesiones: X, 35).
Tanto San Agustín como Heidegger consideran lacuriosidad una forma degradada y perversa de amor alsaber. Una pasión epistémica, en suma. Esta es la paro-
dia plebeya del bios theoretikos, de la vida contemplativadedicada al conocimiento puto. Ni el filósofo ni el cu-rioso tienen intereses prácticos, ambos aspiran a unaaprehensión como fin en sí mismo, una visión sin ob-
jetivos extrínsecos. Pero en la curiosidad 10$ sentidosusurpan las prerrogativas de! pensamiento: son los ojos
del cuerpo, no aquellos metafóricos de la mente, losque observan, hurgan, evalúan todos los fenómenos.La ascética theoria se transforma en e! "afán de pro-
bar, de conocer" del voyeur.
El juicio de Heidegger no admite apelación: en lacuriosidad anida una enajenación radical; e! curiosoestá interesado "únicamente por e! aspecto del mundo;una forma de ser en que se cura de quedar exento de sím"ismo en cuan to ser en el mundo" (Heidegger 1927:
191). Quisiera confrontar este juicio de Heidegger con la posición de Walter Benjamin. En "La obra de arte
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en ]a época de su reproductibilidad técnica", Benjaminha propuesto a su vez un diagnóstico de] "sí", de losmodos de ser de la sociedad de masas, en suma, de la"vida inauténtica". Con otra terminología, se entiende.y llega a conclusiones muy diferentes respecto de aque-
llas a las que llega Heidegger. Benjamin percibe comouna promesa, o al menos como una ocasión importante,
aquello que Heidegger en cambio considera una amena-za. La reproductibilidad técnica del arte}' de cada modode experiencia, realizada por los rnass media, no es otracosa que el instrumento más adecuado para satisfacer una curiosidad omnívora y universal. Pero Benjamin elo-gia esa "manía de conocer" a través de los sentidos, aquella"concupiscencia de la vista", que Heidegger en cambiodenigra. Veamos esto más en detalle.
Tanto la curiosidad (para Heidegger) como lareproductibilidad técnica (para Benjamin) se esfuerzan
por abolir las distancias, por acercar cada cosa para queesté más a la mano (o mejor, más a ]a vista). Esta voca-ción por la proximidad adquiere sin embargo un signi-ficado opuesto en los dos autores. Para Heidegger, enausencia de un laborioso "curarse de", e! acercamientode aquello que está lejano y resulta extraño tiene comoúnico resultado el hecho de anular en forma ruinosa la
prospectiva: la mirada ya no distingue entre "primer plano" y "fondo". Cuando todas las cosas convergen enuna proximidad indiferenciada (como ]e sucede, según
dice Heidegger, al curioso), se va perdiendo la estabili-dad de un centro desde el cual observadas. La curiosi-dad se parece a una alfombra voladora que, eludiendo
la fuerza de gravedad, se desliza a baja altura y merodeaalrededor de los fenómenos (sin detenerse ni profundi-zar en ellos). Benjamin, en cambio, escribe a propósitode la curiosidad mass-mediática: "acercar espacial y hu-
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manamente las cosas es una aspiración tan apasionadade las masas actuales como su tendencia a superar lasingularidad de cada dato acogiendo su reproducción"(Benjamin 1936: 24 y 25). Para Benjamin la curiosi-dad, en tanto acercamiento del mundo, expande y enri-
quece las capacidades perceptivas humanas. La visiónmóvil de! curioso, realizada a través de los mass rnedía,
no se limita a recibir pasivamente un espectáculo dato,sino, por e! contrario, decide en cada oportunidad quécosa ver, qué cosa vale la pena traer a primer plano yqué cosa debe permanecer como fondo. Los ma:mnedia
adiestran los sentidos para considerar lo conocido como"
si fuese desconocido, o sea a desarrollar "un margen delibertad enorme e imprevisto" en los aspectos más tri-llados y repetitivos de la experiencia cotidiana. Pero almismo tiempo adiestran los sentidos también para latarea inversa.: considerar lo ignoto como si jifera conoci-
do, adquirir destreza con lo inesperado y lo sorpren-dente, habituarse a la falta de hábitos sólidos.
Otra analogía significativa: tanto para Heidegger como para Benjamin, e! curioso está permanentemente dis-traído. Él mira, aprehende, experimenta cada cosa, perosin prestarle atención. También en este caso el juicio delos dos autores diverge. Para Heidegger, la distracción,que es e! corre!ato de la avidez de novedades, es la prue- ba evid€n te de una .erradicación total y de unainautenticidad total. Distraído es aquel que persigue
posibilidades siempre diversas pero equivalentes e inter-cambiables (si se quiere, e! oportunista de! que habla-mos al comienzo de esta jornada). Por e! contrario,Benjamin elogia con todas las letras justamente a la dis-
persión, puesto que ve en ella e! modo más eficaz derecibir una experiencia artificial, técnicamente construi-da.ÉI escribe:
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"Pormedio de ladispersión [ o o . ] secontrolará bajocuer-da hasta qué punto tienen solución las tareas nuevasde la apercepción. [ O o . ] El cine no sólo reprime el valor cultual [estoes,el culto por la obra de arte consideradacomo algo único e irrepetible] porque pone al públicoen situación de experto [que decide qué cosa es fondoy qué cosa es, en camb.io, figura en el primer plano],
sino además porque dicha actitud no incluye en lassalasde proyección atención alguna: el público [sius-tedes.prefieren: la multitud en cuanto público] es unexaminador, péro un examinador que se dispersa"(ibídem: 55).
Va de suyo que la distracción es un obstáculo para laaprehensión intelectual. Las cosas cambian radicalmente,
sin embargo, si lo que está en juego es una aprehensiónsensorial. Esto último es, más bien, favorecido y poten-ciado por la distracción; es decir, reclama un cierto gradode dispersión y de inconstancia. Pues bien, la curiosidadmediática es aprehensión sensorial de artificios técnica-mente reproducibles, percepción inmediata de productosintelectuales, visión corporal de paradigmas científicos.Los sentidos -o mejor, la "concupiscencia de la vista"- seapropian de una realidad abstracta, o sea de conceptos
materializados en técnicas, no acercándose a ellos con aten-ción, sino haciendo alarde de distracción.
La curiosidad (dispersa), así como las habladurías (noreferencialistas), son atributos de la multitud contemporá-nea. Atributos cargados de ambivalencia, naturalmente,
pero ineludibles.
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Capí tu lo 4
(D I EZ T E S IS S O B R E L A M U L T IT U D Y
E L C A P I T A L I S M O)PO STFO RD ISTA
He intentado describir el modo de producción con-
temporáneo, el así llamado postfordismo, sobre la basede categorías provistas por la filosofía política, la éti-
ca, la epistemología y la filosofía del lenguaje. No lohice por vicio profesional, sino porque estoy realmenteconvencido de que el modo de producción contempo-ráneo exige, para ser descripto con claridad, esta ins-trumentación, esta amplitud de visión. No se puedecomprender cabalmente el postfordismo si no se re-curre a una constelación conceptual ético-lingUística.Por otro lado, esto es obvio allí donde el matter of
fact 8 consiste en la progresiva identificación entre poi esis y lenguaje, producción y comunicación.
Para nombrar con un súlo término las formas de viday los juegos lingUísticos que caracterizan nuestra época,
he utilizado la noción de "multitud". Esta noción, que estáen las antípodas de aquella de "pueblo", se caracteriza por el conjunto de rupturas, desmoronamientos, innovacio-
nes que he intentado señalar. Citando rápidamente loya dichQ: la vida de los extranjeros (bios xenikos) como
condición ordinaria; el predominio de los "lugares co-munes" del discurso respecto de los "lugares especia-les"; la publi.cidad del intelecto, tanto en el sentido defenómeno a conjurar como en el de pilar de la produc-ción social; la actividad sin obra (es decir, el virtuosis-
mo); la centralidad del principio de individuación; larelación con lo posible en cuanto posible (oportunis-
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mo); el desarrollo hipertrófico de los aspectos noreferenciales del lenguaje (las habladurías). En lamultitud se manifiesta la plena exhibición histórica,fenoménica, empírica de la condición ontológica delanimal humano: carencia biológica, carácter indefini-
do o potencial de su existencia, falta de un ambiente
determinado, intelecto lingi.iístico como "resarcimien-
to" por la carencia de instintos especializados. Es comosi la raíz hubiera salido afuera, hacia la superficie,mostrándose al fin a la luz del día. Aquello que siempreha sido verdadero, recién ahora aparece sin velos. Lamultitud es esto: configuración biológica fundamentalque deviene modo de ser históricamente determinado;ontología que se revela fenoménicamente. Y podría in-clusive decir que la multitud postfordista pone de relie-ve en el plano histórico-empírico la antropogénesis como
tal, o sea la génesis mism~ del animal humano, sus ca-
racteres diferenciales. La recorre en forma resumida,la recapitula. Si las pensamos un minuto, estas consi-deraciones más bien abstractas son sólo otro modo dedecir que e! capitalismo contemporáneo encuentra su
principal recurso productivo en las aptitudes linguísti-co-relacionales del ser humano, en el conjunto de fa-cultades (dynameis, potencias) comunicativas y cognitivasque lo distinguen de otras especies.
El seminario, a esta altura, ya ha concluido. Lo que podía decirse, bien o mal, ya ha sido dicho. Ahora, al
final de nuestra circunnavegación alrededor del conti-nente "multitud", no resta más que insistir sobre algunosaspectos que sería bueno dirimir. Con ese objetivo, les
propongo diez afirmaciones acerca de la multitud y elcapitalismo postfordista. Afirmaciones que sólo por co-modidad llamo tesis. Ellas no pretenden ser exhaustivas,ni se oponen a ottoS posibles análisis o definiciones del
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r postfordismo. En relación con las auténticas tesis, sóloguardan e! aspecto apodíctico y (espero) la concisión.Algunas de estas aserciones quizás habrían podido con-verger entre sí, fundiéndose en una única "tesis". Ade-más, la secuencia es bastante arbitraria: aquello que
figura como "tesis x" no perdería gran cosa si figuraracomo "tesis y" (y viceversa). Debe quedar claro, en fin,
que a menudo afirmo o niego con más énfasis, o conmenos matices, que lo que sería justo (y prudente) ha-
cer. En algunos, casi digo más que lo que pienso.
TESIS 1
El postjOrdismo ( y con él la multitud) ha hecho su apa-
rición en Italia con las luchas sociales que, por conllen-ción, son recordadas como el "mollimiento de 1977".
El postfordismo, en Italia, ha sido inaugurado por los tumultos de una fuerza de trabajo escolarizada,
precaria, móvil, que odiaba la ética de! trabajo }' seoponía, a veces frontalmente, a la tradición y la cultu-
ra de la izquierda histórica, lo que marcó una netadiscontinuidad respecto del obrero de la línea de mon-taje, de sus usos y costumbres, de su forma de vida.El postfordismo fue inaugurado por conflictos centra-dos en figuras sociales que, a despecho de su aparentemarginalidad, se iban a convertir en el auténtico pun-to de apoyo del nuevo ciclo de desarrollo capitalista.
Por otro lado, ha ocurrido ya otras veces que una re-
volución radical del modo de producción fuera acom- pañada por una conflictividad precoz de aquellos es-tratos de fuerza laboral que de allí en más se constitui-
rían en el eje central de la producción de plusvalor.
Basta pensar en la peligrosidad atribuida, durante elsiglo XVIII, a los vagabundos ingleses, ya expulsadosde los campos y a punto de ser inmersos en las prime-
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ras manufacturas. O en las luchas de los obreros esta-
dounidenses no calificados durante la primera década
del siglo XX, luchas que precedieron las transformacio-
nes taylorista y fordista, basadas en la des-calificación
sistemática del trabajo. Cada metamorfosis drástica de
la organi'zación productiva está destinada en principio
a evocar los afanes de la "acumulación originaria", de-
biendo transformar desde e! comienzo una relación entrecosas (nuevas tecnologías, distintos lugares donde reali-
zar inversiones, etcétera) en una relación socia!. Es prei
cisamente en este delicado pasaje intermedio donde se
manifiesta a veces el aspecto subjetivo de aquello que,
más tarde, deviene el curso ineluctable de los aconteci-
mIentos.
La obra maestra de! capitalismo italiano ha sido el
haber trasformado en recurso productivo los compor-
tamientos que, en un primer momento, habían asumi-
do los rasgos del conflicto radical. La conversión de las propensiones colectivas del movimiento del 77 -éxodo
de la fábrica, rechazo al puesto fijo, familiaridad con
saberes ) ' redes comunicativas- en un renovado con-
cepto de profesionalidad (oportunismo, habladurías,
virtuosismo, etcétera) es el resul tado más valioso de la
contrarrevolución italiana (entendiendo por "contrarre-
volución" no la simple restauración del estado de Cosas
precedente, sino, literalmente, una revolución en senti-do contrario, o sea una drástica innovación de la econo-
mía)' las instituciones a fin de relanzar la productivi-dad y el dominio político).
El movimien to del 77 tuvo la mala suerte de haber
sido trarado como un movimiento de marginales y pa-
rásitos. Sin embargo, marginal y parasitario era el pun-
to de vista adoptado por aquellos que formulaban esas
acusaciones. De hecho, todos ellos se identificaban
110
1IIt
enteramente con el paradigma fordista, considerando
"central" )' "productivo" solamente e! puesto fijo en las
fábricas de bienes de consumo durable. De esta mane-
ra, se identificaban con el ciclo de desarrollo que ya
estaba declinando. Si observamos con cuidado, el mo-
vimiento del 77 anticipó algunos rasgos de la multitud
postfordista. Pálido y rústico, si quieren, pero e! suyo
fue un modelo de virtuosismo no servil.TESIS 2
El posifordismo es la realización empírica del "Frag-
mento sobre las máquinas" de Marx.
Escribe Marx:
"El robo del ticmpo de trabajo sobre el cual se apoya la
riqueza actual se presenta como una base miserable
respecto de esta nueva base [el sistema automatizado
de máquinas] que se ha ido desarrollando mientras tan-
to, y que ha sido creada por la gran industria. En elmismo momento en que el trabajo deja de ser la gran
fuente de riqueza, el ticmpo de trabajo deja y debe
dejar de inmediato de ser su medida, y por lo tanto el
valor de cambio debe dejar de ser la medida del valor
de uso" (Marx 1939-1941: II,401).
En e l "Fragmento sobre las m áquinas" del
Grzmdrisse, de! cual he extraído esta cita, Marx sostie-
ne una tesis muy poco marxista: el saber abstracto -el
saber científico en primer lugar, pero no sólo él- se
prepara para convertirse nada menos que en la princi-
pal fuerza productiva, relegando al trabajo segmentado
y repetitivo a llna posición residual. Sabemos que Marx
recurre a esta imagen tan sugestiva para indicar el con-
junto de conocimientos que constituyen el epicentro
de la producción social y, al mismo tiempo, dan un
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concepto mismo de producción se ha inscripto para
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p p p psiempre en e! ámbito de! trabajo bajo patrón. Más quealudir simplemente a una eventual superación de lo dado,el "Fragmento" es una caja de herramientas para e! so-ciólogo. Describe una realidad empírica que ocurre ante
los ojos de todos: la realidad empírica de! orden
postfordista.
orden previo a todos los ámbitos vitales: general intellect,
intelecto general. La preeminencia tendencial del sa- ber hace del tiempo de trabajo una "base miserable". Laasí llamada "ley del valor" (según la cual e! valor de unamercancía está determinado por e! tiempo de trabajo
incorporado en ella), que Marx considera e! pilar de las
relaciones sociales contemporáneas, es sin embargo que- brada y refutada por e! propio desarrollo capitalista.
En este punto, Marx propone una hipótesis de su-
peración de las relaciones de producción dominantesque es muy diferente de aquella, más conocida, expuesta
p~r. él mismo en otros textos. En el "Fragmento", la
C~ISIS de! capitalismo no es imputada a las despropor-
clOn~s, que se produce~ al interior de un modo de pro-d~cclOn basado en e! tiempo de trabajo empleado indi-vidualmente (ya no es imputada, digamos, a los
d.esequilibrios relacionados con la plena vigencia de
c~ertas leyes, por ejemplo a la caída de la tasa de ganan-cia). Más bien, adviene a primer plano la contradic-ción lac~rante entre un proceso productivo que ahorase apoya directa y casi exclusivamente sobre la cienciay una unidad de medida de la riqueza que todavía nocoincide con la cantidad de trabajo incorporada en los productos. El progresivo crecimiento de esta contra-
dicci?~ conduce, según Marx, al "derrumbe de la pro-ducclOn basada en e! valor de cambio" y, por lo tanto,
al comunismo.
Lo que se pone de relieve en la era postfordista es la plena realización fáctica de la tendencia descripta por Marx, aunque sin ningún aspecto emancipador. Mu--
cho antes que ser un foco de crisis, la desproporción
entr~ el rol. asumido por e! saber y la creciente impor-tancia del tiempo de trabajo ha dado lugar a formas dedominio nuevas y estables. La radical metamorfosis de!
112
TESIS 3
La multitud refleja en sí la crisis de la sociedad del
trabajo.
La crisis de la sociedad de! trabajo no coincide cier-
tamente con una contracción lineal de! tiempo de tra- bajo. Este último, por e! contrario, demuestra hoy unainaudita persistencia. Las posiciones de André Gorz yJeremy Rifkin sobre e! "fin del trabajo" (Gorz 1997;Rifkin 1995) están erradas; siembran equívocos de todotipo; y lo que es peor, impiden analizar punto por pun-
to la cuestión que ellos mismos proponen para debatir.La crisis de la sociedad del trabajo consiste sobre
todo en e! hecho (del que hablamos en la tesis 2) de quela riqueza social es producida por la ciencia, por e!general intellect, más que por e! trabajo efectivamenterealizado por los individuos. El trabajo bajo patrón,asalariado, parece haberse reducido a una porción vir-tualmente mínima de l,lnavida. La ci~ncia, la informa-
ción, e! saber en general, la cooperación -y no ya e!tiempo de trabajo- se presentan como e! pilar de la
producción. Este tiempo sigue valiendo como parámetrode! desarrollo y de la riqueza social. La salida de lasociedad del trabajo constituye, por lo tanto, un proce-so contradictorio, un escenario de furiosas antinomiasy de paradojas desconcertantes. El tiempo de trabajoes la unidad de medida vigente, pero ya no es la verda-
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dera. Ignorar uno de estos dos hechos -es decir, subra-
ya'r sólo la vigencia o la no-veracidad- no nos lleva muylejos: en el primer caso, ni siquiera advertimos la crisisde la sociedad de! trabajo, y en e! segundo se terminaavalando represen taciones más o menos armoniosas ala Gorz o a L a Rifkin.
La supe ració n de Las ociedad deL trabajo adviene en las
formas prescriptas por eLsi stema soc iaL basado sob re el tra-bajo asalariado. El tiempo excedente, esto es, aquelloque hasta ahora se tenía por una riqueza potencial, semanifiesta como miseria: pensiones o cajas de desem-
pleo, desocupación estructural (provocada por las in-versiones, no por su ausencia), ilimitada flexibilidad ene! empleo de la fuerza laboral, proliferación de jerar-quías, retorno de arcaísmos disciplinarios para contro-lar individuos que ya no están subordinados a los códi-gos y precepros de! sistema de la fábrica. Esta es la
tormenta eléctrica a través de la cual se despliega, so- bre e! plano fenoménico, una "superación" un tanto paradójica que debe cumplirse sobre la base misma deaquello que habría de superar.
Repito la frase clave: la superación de la sociedadde! trabajo se realiza de acuerdo con las reglas de! tra-
bajo asalariado. Esta frase no hace otra cosa que apli-car a la situación postfordista aquello que Marx obser-vó a propósito de las primeras sociedades por accio-nes. SegÚn Marx, con las sociedades por acciones se
alcanza "la superación de la propiedad privada sobre la base de la propiedad privada". Vale decir: las socieda-des por acciones atestiguan la posibilidad de salir del
régimen de la propiedad privada, pero este testimoniose produce desde, y reconduce hacia, el interior mis-
mo de la propiedad privada y, por lo tanto, la potenciadesmesuradamente. La dificultad, que se presenta tan-
114
f ro en el caso del postfordismo como en e! de las socie-dades por acciones, consiste en considerar simultánea-mente los dos perfiles contradictorios, es decir la per-sistencia y el fin, la vigencia y la:superación.
La crisis de la sociedad de! trabajo (si se la entiende
correctamente) implica que toda la fuerza de trabajo postfordista puede describirse recurriendo a la categoríacon la que Marx analizó e! "ejército industrial de reser-
va", o sea la desocupación. Marx sostenía que e! "ejérci-to industrial de reserva" era subdivisible en tres clases o
figuras: fluido (hoy hablaríamos de turn-over 9 , jubilacio-nes anticipadas, etcétera), Latente (allí donde en cualquier momento puede intervenir una innovación tecrlOlógica
para disminuir I reducir la ocupación), estancado (en tér-minos actuales: e! trabajo en negro, precario, atípico).Fluida, latente o estancada es, según Marx, la masa delos desocupados, no la clase obrera ocupada; un sector marginal de la fuerza de trabajo, no su sección central.
Pues bien: la crisis de la sociedad del trabajo (con losrasgos complejos que intenté esbozar hasta aquí) haceque estas tres determinaciones se apliquen a la totalidadde la fuerza laboral. Fluida o latente o estancada es laclase obrera ocupada en cuanto tal. Cada erogación detrabajo asalariado deja traslucir su no-necesidad, su ca-rácter de "costo .social excesivo". Pero esta no-necesidadse manifiesta en todo momento como perpetuación de!trabajo asalariado en formas precarias o "flexibles".
TESIS 4Para LamuLtitud postJordista, cada vez disminuye más
La dife renc ia cuaL itatiu a entre tiem po de traba jo y tiem pode no-trabajo.
Actualmente, el tiempo social parece haberse salido
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d il h d di i l
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de sus carriles porque ya no hay nada que distinga eltrabajo del resro de las actividades humanas. Por ende,
el tubajo deja de constituir una praxis especial)' separa>da, al interior de la cual rigen criterios y procedimientos
peculiares, rotalmente distintos de los criterios)' proce-dimientos que regulan el tiempo de no-trabajo. Ya no
existe más un límite neto, bien definido, que separe tiem-
po de trabajo )' tiempo de no-trabajo. En el fordismo,
según Gramsci, el intelecto permanece fuera de la pro-ducción; sólo una vez que deja el trabajo, que lo termi-na, el obrero fordista lee el diario, participa en una re-unión del partido, piensa, dialoga. En cambio, en el
postfordismo, dado que la "vida de la mente" está inclui-
da completamente en el tiempo-espacio de la produc-ción, prevalece una homogeneidad esencial.
Trabajo y no-trabajo desarrollan una idéntica produc-tividad, cuya base es el ejercicio de facultades humanasgenéricas: lenguaje, memoria, sociabilidad, inclinaciones
éticas y estéticas, capacidad de abstracción y aprendizaje.Desde el punto de vista de "qué" se hace y de "cómo" se lohace, no hay ninguna diferencia sustancial entre ocupa-ción y desocupación. Esto viene a querer decir que ladesocupación es trabajo no remunerado; y el trabajo, a suvez, es desocupación remunerada. Se puede sostener con buenas razones que jamás se deja de trabajar y tambiénque se trabaja cada vez menos. Estas formulaciones para-dójicas, y contradictorias entre sí, atestiguan, en conjun-
to, que el tiempo social sale de sus carriles.La antigua distinción entre "trabajo" y "no-trabajo" se re-suelveen la distinción entre vida retribuida)' vida no retribui-
da. El limite entre una y otra es arbitrario, mutable, sujeto adecisión política.
La cooperación productiva en la cual participala fuerza de trabajo es cada vez más amplia y más rica
116
que aquella que se pone en acción durante el procesolaboral. Comprende también el no-trabajo, las expe-riencias )' los conocimientos madurados fuera de la fá-
brica y la oficina. La fuerza de trabajo valoriza el capi-tal precisamente porque no pierde jamás sus cualida-des de no-trabajo (o sea, su ser inherente a una coope-
ración productiva más rica que aquella inscripta en el
proceso laboral entendido en sentido estricto).Dado que la cooperación social precede y excede el proceso laboral, el trabajo postfordista es siempre, tam- bién, trabajo sumergido. Con esta expresión no nos re-
ferimos a un empleo contratado ilegalmente, "en ne-gro". Trabajo sumergido es, en primer lugar, la vida noretribuida; la parte de actividad humana que, pese a
ser homogénea en todo con aquella parte que pertene-ce a la esfera laboral, sin embargo no es computadacomo fuerza productiva.
El punto decisivo es reconocer que hoy en día tienenun peso preponderante en el trabajo las experiencias quehan sido maduradas fuera de él; aunque hay que consi-derar que esta esfera de experiencia más general, una vezincluida en el proceso productivo, es sometida a las re-glas del modo de producción capitalista. También aquísubyace un doble riesgo: o se niega la dimensión de todoaquello que ha sido incluido en el modo de producción,o bien, en nombre de esa dimensión, se niega la existen-cia de un modo de producción específico.
TESIS 5
En el postfordismo subsiste un restopermanente entre''tiempo de trabajo" y un "tiempo de producción" másamplio.
En los capítulos XII y XIII del segundo libro de El
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di i " i d b j "
T
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Capital, Marx distingue entre "tiempo de trabajo" y"tiempo de producción". Allí se habla del ciclo de lasiembra y la cosecha. El jornalero trabaja duramente
por un mes (tiempo de trabajo); luego sigue un largointervalo de maduración del grano (todavía se trata de
tiempo de producción, pero ya no es más tiempo de
trabajo); y finalmente llega la época de la cosecha (de
nuevo tiempo de trabajo). En agricultura, y en otrossectores, la producción es más extensa que la actividadl;¡.boralpropiamente dicha; esta última constituye ape-nas una fracción del ciclo completo. Y bien, la pareja"tiempo de trabajo" / "tiempo de producción" es un
arnés conceptual sumamente pertinente para compren-der la realidad postfordista, es decir la actual articula-ción de la jornada laboral social. Más allá de los ejem-
plos bucólicos adoptados por Marx, la brecha entre"producción" y "trabajo" se ajusta muy bien a la situa-ción descripta en el "Fragmento sobre las máquinas",
donde se analiza una situación en la cual el tiempo detrabajo se presenta como un "miserable residuo".
Esta desproporción toma dos formas distintas. En primer lugar, ella se hace evidente en todas las jornadaslaborales de cada uno de los trabajadores dependientes.El obrero vigila y coordina (tiempo de trabajo) el siste-ma automático de máquinas (cuyo funcionamiento defi-ne el tiempo de producción); la actividad del obrero seresuelve muchas veces en una suerte de mantenimiento.
Se podría decir que, en el ámbito postfordista, el tiempode producción es inrerrumpido por momentos esporádi-cos de tiempo de trabajo. Mientras la siembra de semi-
llas es la condición necesaria para la fase de crecimientodel grano, actualmente la actividad de vigilancia y coor-dinación está puesta, desde el principio hasta el fin, alcostado del proceso automatizado.
118
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Existe también un segundo modo, más radical,de concebir esta desproporción. En e! postfordismo,el "tiempo de producción" comprende el tiempo deno-trabajo, la cooperación social que enraíza en él
(cfr. tesis 4). Denomino entonces "tiempo de .pr~-ducción" a la unidad indisoluble entre vida retrIbUI-
da y vida no retribuida, trabajo)' no-trabajo, coope-
ración social manifiesta y cooperación social sumer-gida. El "tiempo de trabajo" es sólo un com~~~ente,y no necesariamente el ~ás relevante, de! . ,tlemp~de producción" así entendido. Esta constataclOn oblr-ga a reformular, enteramente o en parte, la teoría de!
plusvalor. Según Marx, .el plu~valor emana d~l plustrabajo, o sea de la dlfere~cl~ entre e! trabajonecesario (que le repone al capitalista los gastos rea-lizados para contratar la fuerza de trabajo) y e! co~-
junto de la jornada laboral. Pue: bien, es necesan~
subrayar que en la época postfordlsta e! plusvalor. estadeterminado sobre todo por el hiato entre un tIem-
po de producción no comp~tado c~mo tiemp.o detrabajo y e! tiempo de trabajo propla.mente dIcho.
No sólo cuenta el resto, inherente al tiempo de tra- bajo, entre trabajo necesario y plus.trabajo, sino tam- bién (y quizá más) el resto entre tiempo .de produc-ción (que incluye el no-trabajo, su peculrar produc-
tividad) y tiempo de trabajo.
TESIS 6
El postjOrdismo se caracteriza por la convivencia de los
más diversos modelos productivos y, por otro lado, por una
socialización extralaboral esencialmente homogénea.
A diferencia de la organización laboral fordista, la
organización del trabajo contemporánea se da en for-
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ma de islas, de manchones. La innovación tecnológica
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no es universal: más que determinar un modelo pro-ductivo unívoco y dominante, ella mantiene con vidauna miríada de modelos diferentes, a los que inclusiveresucita de sus anacronismos y superaciones. El
postfordismo reedita todo el pasado de la hist?ria de!trabajo, e incluye desde islas de obreros masIfi~adoshasta enclaves de obreros profesionales, desde la Infla-
ción del trabajo autónomo hasta la recuperación deantiguas formas de dominio personal. Los modelos de
producción que se sucedieron en largos períodos serepresentan sincrónicamente, casi como si se tratara deuna Exposición Universal. El trasfondo yel presupues-to de esta proliferación d.e diferencias, de la fragmen-
tación de formas organizativas, está constituido sinembargo por el general intellect, por la tecnologíainformático-telemática, por una cooperación producti-
va que incluye el tiempo de no-trabajo. P~radójicam~n-
te, justo cuando el saber y el lenguaje devIenen la prIn-cipal fuerza productiva, se p.roduce una desenfrenadamultiplicación. de los modelos de organización del tra-
bajo, que sobreviven en ecléctica convivencia ..
Cabe preguntarse qué tienen en común el técl1lco desoftware y e! obrero de Fiat, o el trabajador precario. Es
preciso tener el coraje de responder: muy PO C ?, en lo ~uese refiere al lugar de trabajo, a las competencIas profesio-nales, a las características del proceso laboral. Pero tam-
bién: todo, en cuanto a las formas y los contenidos de la
socialización extralaboral de los individuos. Las tonali-dades emotivas, las inclinaciones, la mentalidad y las
expectativas son comunes a todos. No obstante, mien-tras que en los Sectores avanzados este ethos homogé-neo (oportunismo, habladurías, etcétera) está incluido
en la producción y delinea perfiles profesionales, para
120
aquellos que todavía están insertos en sectores tradi-cionales -como por ejemplo los trabajadores estacionalesque oscilan entre trabajo y no ocupación- enerva sobretodo el "mundo de la vida". Para decido en pocas pala-
bras: el punto de sutura debe buscarse entre el oportu-
nismo en el trabajo y el oportunismo universalmente
requerido por la experiencia metropolitana. El carácter
sustancialmente unitario de la socialización, separadodel proceso laboral, hace de contrapunto a la fragmen-
tación de los modelos productivos, a su convivencia enforma de Exposición Universal.
TESIS 7
En elpostjOrdismo, el general intellect no c{}incideconel capital fijo, sino que se manifiesta principalmente comointeracción linguística del trabajo vivo.
Como ya dijimos en la segunda jornada del semina-
rio, Marx ha identificado completamente el generalintellect (o sea, el saber en cuanto principal fuerza pro-
ductiva) con el capital fijo, con la "capacidad científicaobjetivada" en el sistema de máquinas. De esta mane-
ra, él dejó de lado un aspecto que es hoyabsolutamen-te preeminente: la forma en que el general intellect se
presenta como trabajo vivo. El análisis de la produc-
ción postfordista obliga a revisar esta crítica. En ~l, a,~íllamado "trabajo autónomo de segunda generaclOn ,
pero también en los procedimientos operativ?s de una
fábrica radicalmente renovada -como por ejemplo laFiat de Melfi-, no es difícil reconocer que la conexiónentre saber y producción no se agota de hecho en elsistema de máquinas, sino que se articula en la coope-
ración linguística de hombres y mujeres, en su a~cio-nar concreto y concertado. En los ámbitos posrfordlstas
juegan un papel decisivo constelaciones concep~uales y
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esquenlas lógicos que no pueden jamás ser reducidosa, ni se materializan en, el capital fijo, ya que s'oninescindibles de la interacción de una pluralidad desujetos vivientes. El "intelecto general" comprende, deeste modo, conocimientos formales e informales, ima-
ginación, inclinaciones éticas, mentalidad, "juegoslinguísticos". En los procesos laborales contemporáneos,
hay pens.amien tos y discursos que funcionan de por sícomo "máquinas" productivas, sin tener que adoptar un cuerpo mecánico ni un alma electrónica.
El general intellect deviene un atributo del trabajovivo en la medida en que la actividad de este últimoconsiste, cada vez más, en prestaciones linguísticas. Aquíse puede percibir fácilmente el problema que subyace ala posición de Jurgen Habermas. Este autor, sobre la
base de las lecciones de Hegel en Jena (cfr. Habermas1968), opone el trabajo a la interacción, la "acción ins-
trumental" (o "estratégica") a la "acción comunicativa".A su juicio, los dos ámbitos responden a criterios in-comparables entre sí: el trabajo está regido por la lógi-ca medios / fines; la interacción linguística se apoyasobre el intercambio, sobre el reconocimiento recípro-co, sobre el hecho de compartir de un idéntico .ethos.Hoy, sin embargo, el trabajo (dependiente, asalariado,
productor de plusvalor) es interacción. El proceso detrabajo no es más tímido ni taciturno, sino locuaz. La
"acción comunicativa" ya no tiene más su terreno pri-
vilegiado, o exclusivo, en las relaciones ético-culturalesy en la política, ni permanece fuera del ámbito de lareproducción material de la vida. Por el contrario, la
palabra dialógica se inserta en el corazón mismo de la producción capitalista. En otras palabras: para com- prender verdaderamente la praxis laboral postfordista,es necesario volver siempre de nuevo a Saussure y a
122
Wittgenstein. Es verdad que estos autores no se haninteresado especialmente en las relaciones sociales de
producción: no obstante, dado que han reflexionado afondo sobre la experiencia linguística, ellos pueden en-señamos más cosas sobre la "fábrica locuaz" que loseconomistas de profesión.
Hemos dicho que una parte del tiempo de trabajo
del individuo está destinada a enriquecer y potenciar la propia cooperación productiva, o sea el mosaico del
cual él es un fragmento. Para decido más claramente:una parte de las tareas del trabajador consiste en variar y mejorar la conexión entre el propio trabajo y las pres-taciones de otros. Este carácter reflexivo de la actividadlaboral hace que en ella asuman una importancia cre-ciente los aspectos linguístico-relacionales, que hacenque el oportunismo y las habladurías devengan herra-mientas muy relevantes. Hegel ya hablaba de una "astu-
cia del trabajar", con lo cual se refería a la capacidadde favorecer la causalidad natural a fin de utilizar su
potencia en vistas a un objetivo determinado. Pues bien,en el postfordismo la "astucia" hegeliana ha sido su-
plantada por las "habladurías" heideggerianas.
TESIS 8
El conjunto de lafuerza de trabajo postfordista, inclu-sive la menos calificada, esfuerza de trabajo intelectual,"intelectualidad de masas".
Denomino "intelectualidad de masas" al conjuntodel trabajo vivo postfordista (y no, se entiende, a ciertogrupo particularmente calificado de! sector terciario)en cuanto depositario de competencias cognitivas y
comunicativas no objetivables en el sistema de máqui-nas. La inte!ectualidad de masas es la forma preemi-nente bajo la cual aparece hoy el genera! intetlect (cfr.
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T i 7) H l d i fi d i
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Tesis 7). Huelga decir que no me refiero de ningunamanera a una fantasmagórica erudición del trabajo enrelación de dependencia; no pienso, por cierto, que losobreros de hoy sean expertos en materia de biologíamolecular o filología clásica. Como ya he dicho en las
jornadas anteriores, aquello que ocupa un lugar cadavez más sobresaliente es ante todo el intelecto en gene-ral, o sea las aptitudes más genéricas de la mente: facul-
tad de lenguaje, disposición al aprendizaje, memoria,capacidad de realizar abstracciones}' correlaciones,inclinación a la autorreflexión. La intelectualidad demasas no tiene nada que ver con las obras del pensa-miento (libros, fórmulas algebraicas, etcétera), sino conla simple fizcultad de pensar}' de hablar. La lengua (comoel intelecto o la memoria) es el atributo más difuso ymenos "especializado" que nos es dado concebir. Es elsimple hablante, }' no el científico, quien es un buen
ejemplo de intelectualidad de masas. Esta última notiene nada en común con una nueva "aristocracia obre-ra"; se coloca, incluso, en sus antípodas. Si miramoscon atención, la intelectualidad de masas no hace otracosa que validar, por primera vez, la ya citada defini-ción marxiana de fuerza de trabajo: "la suma de todaslas apti tudes físicas e in telectuales existentes en lacorporalidad" .
Con respecto a la intelectualidad de masas, es pre-ciso evitar las simplificaciones en las que caen aquellos
que siempre buscan la repetición confortable de expe-riencias pasadas. Un modo de ser que se sostiene en elsaber y en el lenguaje no puede ser definido según cate-
gorías económico-productivas. No se trata en definiti-va del eslabón siguiente en la cadena, tras el obrero deoficio y el obrero de la línea de montaje. Los aspectoscaracterísticos de la intelectualidad de masas, digamos,
124
su identidad, no pueden ser buscados en relación conel trabajo, sino antes que nada sobre el plano de lasformas de vida, del consumo cultural, de los usoslinguísticos. Aún así, y ésta es la otra cara de la mone-
da, justamente cuando la producción ya no constituye
en modo alguno e! lugar específico de formación de laidentidad, precisamente en este momento ella se proyecta
sobre todos}' cada uno de los aspectos de la experien-cia, subsumiendo dentro de sí las competenciaslinguísticas, las inclinaciones éticas, los matices de lasubjetividad.
La intelectualidad de masas se encuentra en e! cora-zón de esta dialéctica. Al ser difícilmente descriptibleen términos económico-productivos, precisamente por ello (y no a pesar de ello) es un componente fundamen-tal de la acumulación capitalista contemporánea. Laintelectualidad de masas (otro nombre de la multitud)
está en el centro de la economía postfordista, y esro esasí porque su modo de ser escapa por completo a losconcepros de la economía política.
TES1S 9
. La multitud deja fitera de juego la "teoría de la proletarización':
En la discusión teórica marxista, la oposición entretrabajo "complejo" (es decir intelectual) y trabajo "sim-
ple" (sin calificación) ha provocado no pocos dolores
de cabeza. ¿Cuál es la unidad de medida que permiteestablecer esta oposición? La respuesta más habitual: la
unidad de medida coincide con el trabajo "sImple",con e! puro gasto de energía psicofísica; el trabajo "com-
plejo" es sólo un múltiplo de! "simple". La proporción
entre uno y otro puede determinarse considerando los
125
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diversos costos de formación (escuela especializacio r genér,ic~s del ani,mal humano. Este pasaje conceptual
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diversos costos de formación (escuela, especializacio-
nes varias, etcétera) de la fuerza de trabajo intelectual
con respecto a la fuerza laboral no calificada. Poco im-
porta aquí esta antigua y controversial cuestión; sin
embargo quisiera aprovechar insuumentalmente la ter-
minología empleada para ese propósito. Propongo pen-
sar que la intelectualidad de masas (cfr. Tesis 8), en su
totalidad, es trabajo "complejo", pero agrego algo más:
trabajo "complejo" irreductible a trabajo "simple". La
complejidad, y también la irreductibilidad, derivan de!
hecho de que esta fuerza de trabajo moviliza, en e! cum-
plimiento de sus tareas específicas, competencias lin-
guístico-cognitivas genéricamente humanas. Estas com-
petencias, o facultades, hacen que las prestaciones del
individuo estén siempre signadas por un alto grado de
sociabilidad e inteligencia, incluso cuando no son de
hecho especializadas (no hablamos aquí de ingenieros
ni de filólogos, sino de trabajadores comunes). Aquelloque no es reductible a trabajo "simple" es, si se quiere,
la calidad cooperativa de las operaciones concretas eje-
cutadas por la intelectualidad de masas.
Decir que todo el trabajo postfordista es trabajo
complejo, no reductible a trabajo simple, significa tam-
bién afirmar que la "teoría de la proletarización" queda
hoy totalmente fuera de juego. Esta teoría tenía el mé-
rito de señalar la tendencial equiparación de! trabajo
intelectual con el trabajo manual. Precisamente por eso
resulta inadecuada y poco apta para dar cuenta de laintelectualidad de masas o, lo que es lo mismo, del
trabajo vivo en cuanto general intellect. La teoría de la
proletarización falla en la medida en que el trabajo in-
telectual (o complejo) no es equiparable a una red de
saberes especializados, sino que se identifica de mane-
ra plena con e! uso de facultades lingilístico-cognitivas
126
r genér,ics del ani,mal humano. Este pasaje conceptual
(y practico) modifica todos los términos de la cuestión.
Que la proletarización sea fallida no significa por cier-
to que los trabajadores calificados conserven nichos de
privilegio. Significa más bien que toda la fuerza de tra-
?ajo postfordista, en la medida en que es compleja o
Intelectual, no se caracteriza por aquella suerte de homo-
feneidad'por"sust~acción que implicaba e! concepto de
proletanado. DICho de otro modo: la proletarizaciónfallida significa que el trabajo postfordista es multitud,no pueblo.
TESIS 10
El postfordismo es el "comunismo del capital':
La metamorfosis de los sistemas sociales en Occi-
dente durante los años 30 ha sido algunas veces derlOmi-
n~d~ con una expresión aparentemente paradójica: so-
ezalwno del capital. Con esta fórmula se alude al rol de-
terminante asumido por e! Estado en el ciclo económi-
co, al fin dellaissez-faire liberal, a los procesos de centra-
lización )' de planificación guiados por la industria públi-
ca, a las políticas de pleno empleo, al inicio de! Welfare.L~ :éplica capitalista a la Revolución de Octubre y a la
cnslS de! 29 fue una gigantesca socialización (o mejor,
estatización) de las re!aciones de producción. Para decir-
lo con la frase de Marx que citaba hace unos instantes:
se dio "una superación de la propiedad privada sobre e!
terreno mismo de la propiedad privada".
La metamorfosis de los sistemas sociales en Occi-
dente durante los años 80 y 90, puede ser sintetizada
de una manera más pertinente con la expresión comu-
~ismo dd ~apital. Esto significa que la iniciativa capita-
l1:ta organiza y orquesta, para. su propio beneficio, pre-
cisamente aquellas condiciones materiales y culturales
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que asegurarían un tranquilo realismo a la perspectivacomunista. Basta pensar en los objetivos que consti-tuían el horizonte de esta perspectiva: abolición de aquelescándalo intolerable que es la persistencia del trabajoasalariado; extinción del Estado en cuanto industria de
la coerción y "monopolio de la decisión política"; valo-rización de todo aquello que vuelve irrepetible la vida
del individuo. Pues bien: en e! curso de las últimas dosdécadas, ha sido puesta en escena una interpretacióncapciosa de estos mismos objetivos. Sobre todo, la irre-versible contracción del tiempo de trabajo socialmentenecesario se dio en paralelo con el aumento del horario
para quien está "dentro" y de la marginación de quienestá "afuera". Aún cuando se encuentra agobiado por lacantidad de trabajo, el conjunto de los trabajadores enrelación de dependencia se presenta como "sobrepoblación"o "ejército industrial de reserva". En segundo lugar, la cri-
sis radical, o todavía más, la disgregación de los Estadosnacionales se explica como reproducción miniaturizada,a modo de cajas chinas, de la forma Estado. En tercer lugar, luego de la caída de un "equivalente universal"
capaz de una vigencia efectiva, asistimos a un cultofetichista de las diferencias: sólo que estas últimas, rei-vindicando un subrepticio fundamen to sustancial, danlugar a toda suerte de jerarquías abrumadoras ydiscriminatorias.
Si el fordismo había englobado, y transcripto a su
modo, algunos aspectos de la experiencia socialista, el postfordismo ha destituido tanto al keynesianismo comoal socialismo. El postfordismo, vinculado como está al
general inteffect y a la multitud, conjuga a su modo ins-tancias típicas de! comunismo (abolición del trabajo,disolución de! Estado, etcétera). El postfordismo es elcomunismo del capital.
128
El cuco que estaba oculto detrás del fordismo era larevolución socialista en Rusia (y, si bien derrotado, un
intento de revolución en Europa occidental). Es lícito preguntarse qué movimien to social ha actuado como preludio de! postfordismo. Pues bien: creo que en los
años 60 y 70, en Occidente, ha tenido lugar una revo-
lución vencida. Se trató de la primera revolución que
no se alzaba contra la pobreza y el atraso, sinoespecíficamente contra e! modo de producción capita-lista, es decir contra e! trabajo asalariado. Si hablo derevolución derrotada, no es porque muchos hablaranentonces de revolución. No me refiero al carnaval de lasubjetividad, sino a un sobrio dato fáctico: por un lar-go período de tiempo, tanto ~n las fábricas como en los barrios populares, en l; : ¡ . s escuelas como en algunas de-licadas instituciones estatales, se enfrentaron dos pode-res contrapuestos, con la consiguiente parálisis de de-
cisión política. Desde este punto de vista -objetivo,sobrio- se podría sostener que en Italia y en otros paí-ses occidentales se ha dado una revolución derrotada.El postfordismo, o sea e! "comunismo del capital", esla respuesta a esta revolución derrotada, tan distintade aquellas de los años 20. La calidad de la "respues-ta" es igual y contraria a la calidad de la "pregunta" 10.
Creo que las luchas sociales de los años 60 y 70 ha- bían expresado instancias no socialistas, inclusivean tisocialistas: crítica radical de! trabajo; un acen tua-
do gusto por las diferencias o, si se prefiere, un refi-namiento de! "principio de individuación"; no ya la ideade apoderarse del Estado, sino la actitud (a veces muy
violenta, por cierto) de defenderse del Estado, de disol-ver el vínculo estatal. No es difícil advertir principios yorientaciones comunistas en la revolución fallida de los
años 60 y 70. Por eso e! postfordismo, que constituye
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una respuesta a esa revolución, dio vida a una suerte de
paradójico "comunismo del capital".
Notas
I"Publicidad" alude aquí, y en adelante, al caracter públi-co de algo, y no al campo de la propaganda institucional. (N.de T)
2 "Condivisione", en italiano, que produce un juego de palabras con "divisione" (división) del trabajo. (N. de T)
3 Ver nota 2, cap. 1. (N. de T.)
4 N. de T: Virno utiliza las palabras italianas "chiacchiera",que podda traducirse como "cháchara" o "palabrerío", y"curiosica". es decir, "curiosidad". Sin embargo, hemos adopta-do "habladurías" y "avidez de novedades" respectivamente, si-guiendo la traducción realizada por José Gaos de! texto de M.Heidegger: El Jery el tiempo, traducción de J. Gaos, México,Fondo de Cultura Económica, 1951, FCE, Madridlo 1993.
; La cita corresponde a la trad. cast.: Merleau-Poney, Maurice:hnomenología de la percepción, Barcelona, Planeta-Agostini,1993. (N. de T)
(,La traducción de Gaos dice: "Con arreglo a la compren-sibilidad del término medio que ya hay en el lenguaje expresa-do en e! expresarse, puede comprenderse en ancha medida elhabla comunicada sin que el que oye se ponga eh un "ser relativamente al 'sobre qué' del habla" originalmente compre-sor". Tomado de Heidegger, Martin: El sery el tiempo, traduc-ción de]. Gaos, México, FCE, 1951 (1993). pp. 187-9. (N.deT)
7 La traducción de Caos dice: "El 'curarse de' puede entrar en reposo en el sentio del interrumpir la actividad para descan-sar o de! haber acabado la faena. En e! reposo no desaparece el'curarse de', perosí queda en libertad el 'ver en torno', que yano es ligado al mundo de! obrar". Tomado de Heidegger,Martin: El sery el tiempo, traducción de J. Gaos, México, FCE,1951, FCE, Madrid!O 1993. pág. 191. (N. de T.)
130
~En inglés en el originaL (N. de T.)
~En inglés en el original. (N. de T)
10 En Italiano, "domanda", que es al mismo tiempo "pre-gunta" y "demanda". (N. de T)
B ib lio g ra fí a
Aparecen listadas aquí sólo las obras mencionadas en e!
curso del seminario. Las indicaciones presentes en el texto so-
bre las páginas de las cuales han sido extraídas las citas se refie-
ren siempre a las traducciones italianas. Cuando una obra ha
sido publicada después de la muerte del autor, al año de edi-
ción le sigue la notación "posr." (por "póstumo").
San Agustín, Confessiones, trad. ir. bilingíle Confessioni, Rizzoli
(Bur) , Milano 1997. (Trad. cast. Confesiones, Prólogo, tra-
ducción y notas de Pedro Rodríguez de Santidrián. Ma-
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