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ENRIQUE JARDIEL PONCELA Cuatro corazones con freno y marcha atrás FRAGMENTO DEL SEGUNDO ACTO Y SU RECREACIÓN

Enrique Jardiel Poncela

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Fragmento del segundo acto y variaciones para una representación ante un público del siglo XXI

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Page 1: Enrique Jardiel Poncela

ENRIQUE JARDIEL PONCELA

Cuatro corazones con freno y

marcha atrás

FRAGMENTO DEL SEGUNDO ACTO Y SU RECREACIÓN

Page 2: Enrique Jardiel Poncela

Fragmento del segundo acto

Ricardo está tumbado en la izquierda, en el suelo, durmiendo. Hay una pausa, durante la cual Bremón no levanta los ojos de la lectura. Al cabo de la pausa se oye el canto de un gallo, que suena en la parte alta del lanchón, un poco hacia la izquierda. El canto del gallo se repite dos veces, y a la segunda vez se abre la puerta del lanchón y aparece Emiliano. También Emiliano está algo más joven que en el primer acto. Viste un traje de verdadero Robinsón, hecho con pieles de animales, porque es el único del grupo de habitantes del lanchón que está viviendo la novela del naufragio y recreándose en ella. Avanza en el momento en que el gallo canta por tercera vez. Consulta el reloj de sol y hace un gesto de contrariedad.

EMPIEZA LA ACCIÓNEMILIANO. —Ese gallo va retrasado.(Coge uno de los fusiles del lanchón, se lo echa a la cara y dispara.Cae en escena un gallo muerto.)BREMÓN. — ¿Qué pasa? ¿Qué haces?(Ricardo gruñe y se vuelve del otro lado.)EMILIANO. —Parar el reloj, doctor, que no hay manera de hacer carrera de él; y

después que me he pasado dos años amaestrándole para que dé las horas cuando las señale el reloj de sol que usted fabricó, resulta que el día que amanece nublado y nos falla el reloj de sol, nos falla el gallo. Y ya estoy harto...

Page 3: Enrique Jardiel Poncela

BREMÓN. — (Consultando un reloj de bolsillo muy antiguo.) Son las nueve y media.EMILIANO. — ¿Ya?BREMÓN. —Se me han ido las horas en un vuelo.EMILIANO. —Otra noche que se ha pasado usted en claro, dándole que te pego al cerebro...BREMÓN. —Y ¿qué voy a hacer, Emiliano?EMILIANO. — ¿Se le ha ocurrido a usted alguna otra de esas cosas fenomenales que se saca usted de

debajo del pelo y que...?BREMÓN. — ¿Quién sabe, Emiliano? ¿Quién sabe?EMILIANO. —Me da usted miedo, porque como tiene usted más talento que Matías López... Con su

permiso, voy a encender fuego para calentar agua y poder desplumar el reloj. (Cogiendo el gallo.) No digo que va a ser un almuerzo de los que den la hora, porque ya ha visto usted lo mal que la daba. Pero un arroz con gallo muerto siempre es una solución. Y como si yo no hiciera de ama de casa aquí ni se almorzaría, ni se comería, ni se viviría... (Deja al gallo sobre la cocina y, cogiendo dos pedazos de madera y unos hierbajos, se sienta a frotar las maderas par hacer fuego.) Es decir, se viviría, por aquello de que no podemos morirnos; pero lo que es porque nadie tenga ganas de vivir...

BREMÓN. —Tan verdad es eso, que muchas veces he pensado que, de todos nosotros, el único capacitado para la inmortalidad eres tú,

Emiliano.EMILIANO. —Pues ya ve usted: si no ando listo, no tomo las sales aquel día... ¿Se acuerda usted?BREMÓN. —Sesenta años hace... Cuatro corazones con freno y marcha atrás [PDF]. <http://ecodeleco.com/material-didactico/lecturas/>

[Consulta 20 de enero de 2016]

Page 4: Enrique Jardiel Poncela

Esta es una posible recreación del fragmento anterior adaptándose a un público de nuestro tiempo

Fragmento recreado de Cuatro corazones con freno y marcha atrás Ricardo está tumbado en la parte izquierda, en el suelo, durmiendo. Bremón está

leyendo. Enseguida se oye el canto de un gallo, que suena en lo alto de la barcaza, un poco hacia la izquierda. El canto del gallo se repite dos veces, y a la segunda vez se abre la puerta de la barcaza y aparece Emiliano. También Emiliano está algo más joven que en el primer acto. Viste un traje de verdadero náufrago, hecho con pieles de animales, porque es el único del grupo que está viviendo como Tom Hanks en Náufrago. Avanza en el momento en que el gallo canta por tercera vez. Consulta el reloj de sol y hace un gesto de decepción.

EMPIEZA LA ACCIÓNEMILIANO. —Ese gallo va retrasado.(Coge uno de los fusiles de la barcaza, se lo echa a la cara y dispara. Cae en escena un

gallo muerto.)BREMÓN. — ¿Qué pasa? ¿Qué haces?(Ricardo gruñe y se vuelve del otro lado.)

Page 5: Enrique Jardiel Poncela

EMILIANO. —Parar el reloj, doctor, que no hay manera de hacer carrera de él; y después que me he pasado dos años enseñándole para que dé las horas cuando las señale el reloj de sol que usted fabricó, resulta que el día que amanece nublado y nos falla el reloj de sol, nos falla el gallo. Y ya estoy hasta las narices...

BREMÓN. — (Consultando un reloj de pulsera.) Son las nueve y media.EMILIANO. — ¿Ya?BREMÓN. —Se me ha pasado el tiempo volando.EMILIANO. —Otra noche en blanco, dándole a la cabeza...BREMÓN. —Y ¿qué voy a hacer, Emiliano?EMILIANO. — ¿Se le ha ocurrido a usted alguna otra genialidad de las que se saca de la sesera...?BREMÓN. — ¿Quién sabe, Emiliano? ¿Quién sabe?EMILIANO. —Me da usted miedo, porque como tiene usted más talento que Bill Gates /Amancio

Prada... Con su permiso, voy a encender fuego para calentar agua y poder desplumar el reloj. (Cogiendo el gallo.) No digo que va a ser un almuerzo de los que den la campanada, porque ya ha visto usted lo mal que las daba. Pero un arroz con gallo muerto siempre es una solución. Y como si yo no cocinara aquí ni se almorzaría, ni se comería, ni se viviría... (Deja al gallo sobre la cocina y, cogiendo dos pedazos de madera y unos hierbajos, se sienta a frotar las maderas par hacer fuego.) Es decir, se viviría, porque no podemos morirnos pero no porque nadie tenga ganas de vivir...

BREMÓN. —Tienes tanta razón, que muchas veces he pensado que, de todos nosotros, el único preparado para la inmortalidad eres tú, Emiliano.

EMILIANO. —Pues ya ve usted: si no estoy al loro, no tomo las sales aquel día... ¿Se acuerda usted?BREMÓN. —Sesenta años hace...