Gould, Steven - Jumper - La Historia de Griffin [HE]

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  • GLO GRIFFIN'S STORY

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    Grupo Leyendas

    Oscuras

    Traductores y Correctores

    Lobrizever - Madri Hecate - Roux Maro - Elena - Kabapa Pandeche -

    Ishtarwicca

    Correccin Final y Diseo

    Madri

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    Uno

    El rea Vaca

    Cada par de meses mi padre y yo subamos en el coche y l conduca a travs de

    los suburbios, fuera, ms all de las ciudades pequeas, ms all de las granjas

    y ranchos, hasta que llegamos a lo que llam el rea Vaca. Vi un especial de la

    BBC una vez, pens que ellos le dijeron Ruby Kallie, pero ahora s que decan

    Rub-al-Khali, el "cuarto del vaco."

    Es el mar de arena que conforman una quinta parte de la Pennsula Arbiga,

    pero para nosotros podra significar Valle de la Muerte, o el desierto de Gila, o

    los Pirineos Espaoles, y una vez, era una isla en el Golfo de Siam tenamos que

    navegar en un barco pequeo.

    Pero tena que estar vaco, tena que estar sin gente. Ese fue el nico lugar

    seguro donde pudiera hacerlo, en el que podra practicar.

    -Solo no podemos arriesgarnos, Griff. T quieres hacer esto, esta es la nica

    manera.-

    Estbamos viviendo en los Estados Unidos, entonces, a cinco mil kilmetros de

    Inglaterra, en San Diego, en un apartamento al final del norte del Parque de

    Balboa, pero cuando pap dijo que, estbamos a cien millas al este del

    apartamento. Habamos tomado el corte de Yuma, EE.UU. la carretera 98 de la

    interestatal 8, y los vientos de la carretera eran calientes y haca calor.

    Yo slo tena nueve aos entonces, para no saber nada, siempre preguntando,

    siempre empujando. -Entonces, por qu hacerlo en absoluto?, por qu

    deberamos siquiera aprovechar esta oportunidad?-

    Me mir de reojo y suspir, luego de vuelta a la carretera, desvindose

    ligeramente para evitar una planta rodadora del tamao de un Volkswagen.

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    -Todo se reduce a... pudiste hacer eso? Podras caminar lejos de ella? Quiero

    decir, para m, sera como pasar el resto de mi vida en una silla de ruedas, a

    pesar de que an poda caminar. Yo fingira que no puedo hacer nada, ya sabes,

    hacindome todo de la manera difcil, cuando con slo ponerme de pie y dar

    unos pasos poda llegar a eso de la rampa para sillas de ruedas, las cosas en el

    estante superior.-

    l aceler un poco cuando llegamos a un tramo rocoso, donde no haba

    absolutamente tanto soplar de arena. -Y, maldita sea, es un regalo! Por qu

    diablos no debera ser capaz de hacerlo? Solo porque ellos - l cerr la boca y

    mir hacia atrs en el camino.

    Por una vez no lo presion. Haba algunas cosas que mis padres simplemente

    no hablan, y lo que pas en Oxford era uno de ellos. Cuando salt la primera

    vez, a los cinco, desde los escalones del Martyr's Memorial en frente de un

    autobs lleno de turistas. Bien, no entonces, exactamente, pero despus, lo que

    nos hizo abandonar el Reino Unido y mantenernos en movimiento.

    Pap empez a mirar el cuentakilmetros de cerca, comprobando el mapa. l

    no haba estado all antes, nuestros Cuartos Vacos eran siempre diferentes. l

    pas por delante de la carretera, slo reconoc el cambio despus de pasar por

    una maraa de plantas rodadoras que ocult la rejilla de marca para el ganado.

    Fuimos los nicos en la carretera, l solo regres y dio vuelta, cambiando el

    Range Rover en cuatro ruedas tan pronto como l estaba en la arena suelta al

    otro lado de la rejilla.

    -Dime las reglas-, l dijo.

    -Vamos, pap!- Yo conoca las reglas. Las conozco desde que tena seis aos.

    -As que, de vuelta al piso? Son dos horas, pero lo har.-

    Levant mi mano. -Est bien, est bien!- Me levant cuatro dedos y empez a

    retirar uno a uno. -Nunca ir donde alguien me puede ver. Nunca ir cerca de

    casa. Nunca saltar desde o hacia el mismo lugar dos veces. Y nunca, nunca,

    nunca debo ir a menos que yo deba o a menos que t o mam me digan.-

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    -Y qu significa eso que T debas?-

    -Si voy a salir herido o capturado.-

    -Muertos o capturados por quin?-

    -Cualquiera-. Ellos. Eso es todo lo que saba. Los desconocidos de Oxford.

    -Y qu significa si rompes las reglas?-

    -Tienen que moverse. Cada vez ms.-

    -S. Una vez ms.-

    Nos dirigimos a otros cuarenta y cinco minutos, aunque era lento. -Esto tendr

    que ser. Ms lejos y vamos a estar muy cerca de la frontera. No quiero atraer a

    los INS-. Se volvi en un lavado en seco y continu hasta que no poda ver la

    carretera y los cerros de la quebrada se alzaron en ambos lados.

    Nos tom diez minutos para subir a la cima de la cresta ms alta, por lo que

    pudimos ver por todas partes. Pap tom sus binoculares, tenindolos para

    siempre. Finalmente dijo -Est bien. Solo en el barranco, de acuerdo?-

    Bail en su lugar. -Ahora?-

    l dijo, -ahora.-

    Mir hacia abajo en el Rover, tamao juguete, en el fondo del barranco, y luego

    yo estaba all, la arena sintindola a mi alrededor cuando busqu la puerta.

    Cuando pap haba ido de excursin yo me haba cambiado en los monos de

    trabajo y los anteojos de proteccin y tuve la mascarilla colgando alrededor de

    mi cuello. Cuando l vino andando con dificultad a travs de la arena y grava,

    yo presentaba el arma de paintball y el saltador lleno de rondas y los cartuchos

    Co2.

    Tom un trago de la botella de agua y me lo ofreci. Mientras beba se pona sus

    propias gafas y cargaba el arma.

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    -No esperes por m para disparar. Esto es muy rpido, tal vez sesenta metros

    por segundo, pero todava podras saltar antes bastante lejos. Pero las balas

    viajan miles de pies por segundo. Espera hasta que ellos disparen, y t estars

    muerto.-

    -No dejes que nadie siquiera te apunte un arma.-

    Yo estaba asentando la mascarilla cuando me tir a quemarropa, en el muslo.

    -A la mierda!- Le grit, agarrndome la pierna. La pintura era roja y le puse

    una de mis manos justo en la misma.

    -Qu has dicho?- Pap mir medio loco, medio divertido. Podra jurar que no

    estaba tratando de rer.

    Parpade, mirando hacia abajo en la pintura roja en la mano. Mi pierna herida.

    Me doli mucho, pero yo no iba a usar esa palabra. Abr la boca para responder,

    pero Pap dijo -No importa-, y levant el arma de nuevo.

    Si me engaas una vez, la culpa es tuya. Si me engaas dos veces...

    El paintball salpic a travs de la grava, pero estaba seis metros a un lado. Pap

    se retorci y tuvo un tiro rpido, pero la razn por la que no me golpe fue que

    fall, no es que yo haba saltado a tiempo. Sent el viento del proyectil ir ms

    all de mi cabeza, pero entonces yo estaba al otro lado de la camioneta y el

    segundo disparo pas por el vaco, antes de caer a travs de las ramas de un

    arbusto de la creosota.

    -De acuerdo- grit. -Escndete y busca, sin lmites.-

    Me di la vuelta y comenc a contar en voz alta. O el crujido de sus pies a travs

    de la grava y luego nada. El segundo que cont treinta, me lanc hacia los lados,

    de treinta pies, esperando or el poooof de la pistola de paintball, pero pap no

    estaba a la vista.

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    Hubo varios tramos de arena en el lavado y uno de stos tena un juego fresco

    de pistas extensamente espaciadas que conducen a travs de ello. Salt a la

    franja de arena sin cruzar la grava y los segu.

    Tuve que encontrarlo sin recibir un disparo. Pero yo podra saltar tanto como

    yo quera. Alrededor de una curva en el barranco, las pistas estaban ms cerca,

    pero fueron otros cincuenta pies y me detuve en medio del lavado.

    Pap no estaba all, bien, y no haba nada cerca que podra haber pisado. Por

    tan slo un segundo, pens, quiz... tal vez pap podra

    El paintball me cogi en el culo. No me doli mucho ms cerca que el anterior,

    pero me doli mi orgullo. Gir y me lanc al mismo tiempo, de lado, diez pies,

    descuidado, debi haber sido diez libras de polvo en la distancia de m y salto

    de la descomposicin en el aire donde haba estado. Gir, la descomposicin iba

    desapareciendo.

    Pap estaba saliendo de detrs de unos matorrales. La pistola colgaba a su lado.

    Seal en la lnea de huellas en la arena. -Saltaste?-

    l se ri, casi un ladrido. -No, ya quisiera! Solo di media vuelta y regres por

    mis marcas.-

    Seal algunas rocas cerca de su escondite. -Bajo la arena all y Bob es tu to.-

    Seal con el dedo en el suelo y le dio vueltas como si estuviera revolviendo

    una bebida. -Una vez ms.-

    Me di la vuelta y comenc a contar en voz alta. A medida que corri, grit por

    encima del hombro -Mira ms all de las huellas en la arena!-

    Y ese es el tipo de cosas que hicimos durante la siguiente hora. Hicimos ocultar

    y buscar, limitado donde no poda saltar hasta que lo viera, y etiquetar, donde

    tena que ir lo suficientemente cerca como para tocarlo y salir de all sin recibir

    un disparo, y la habitacin cerrada, donde se ha diseado un gran cuadro en la

    arena y poda ir en cualquier lugar de ello, pero no salir de ella, mientras l

    daba disparo, disparo, tras disparo.

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    Una vez que alcanz un parche de la descomposicin del salto donde haba

    estado y el paintball estall, volviendo a cabo como piezas de plstico de alta

    velocidad de las pelculas y una niebla de pintura en aerosol. En otra ocasin,

    salt tarde y el paintball vino conmigo, cayendo a travs del cepillo en ngulo

    recto a su ruta original, pero fall.

    Pap se qued perplejo. -Wow, no creo jams haberte visto hacer eso antes.-

    Pap tena esta teora de que la descomposicin del salto era como, bueno,

    como la estela de un barco, la interrupcin del agua cuando pasa a travs de un

    buque. Es como la turbulencia o incluso un agujero que dej atrs.

    Cuando voy de prisa, descuidadamente, hay ms de ella y llevo ms mierda

    conmigo. Cuando estoy concentrado, si hay descomposicin al saltar, es

    pequea, y desaparece casi al instante.

    Continuamos. Cuando pap dijo -Basta ya-, tena una marca ms de pintura en

    mi hombro derecho, pero l haba pasado a travs de setenta rondas de

    paintball. Me dej rodar una docena de rondas en una roca, lo suficiente para

    acabar con el ltimo de los cartuchos de CO2, y luego nos fuimos a casa.

    l nunca dijo nada acerca de mi lenguaje sucio y yo nunca dije nada del tiro en

    la pierna. Llmalo an.

    El martes por la tarde y el jueves tuve clase de karate.

    Mam tena un doctorado en literatura francesa, pero no trabajaba. Ella fue mi

    educacin en el hogar. Ella dijo que slo se aburra demasiado en el sistema de

    educacin pblica, pero o hablar una vez, cuando pensaba que estaba dormido.

    Pap dijo -Qu podemos hacer al respecto? Es demasiado joven para mantener

    un secreto tan grande todo el tiempo. No es justo para l y es muy peligroso.

    Tal vez ms adelante, cuando sea mayor.-

    Mam dijo -No es un nio. Ningn nio jams habla as, l es un adulto en

    miniatura. Tiene que chocar con la lgica de nio y la piel de sus rodillas donde

    no debemos recogerlo. l tiene que hacer amigos.-

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    El compromiso fue la clase de karate. El currculo de educacin en el hogar

    requiere un equivalente de la educacin fsica, as que tena que hacer algo.

    Creo que pap pens que fue para disciplina y porque, de la clase que observ,

    nunca los nios hablaban entre s. Bueno, no se debe hablar durante la clase,

    pero se trataba de un programa despus de clases en la escuela primaria a dos

    cuadras, todas las formas de un nio. Por supuesto que estaba hablando.

    Me gust nuestro instructor, Sensei Torres. No jug a los favoritos y fue muy

    amable y fue muy cuidadoso para mantener a Paully MacLand bajo control.

    Paully estaba en quinto grado por segunda vez y era casi tan alto como el Sensei

    Torres. l haba estado haciendo el programa de karate desde el primer grado y

    tena un cinturn verde.

    Y l era malo.

    Estbamos haciendo kumite en dos fases prcticas asociadas. Una persona que

    ataque con un puetazo y el otro bloquea y da un contragolpe. Yo estaba

    trabajando con Paully y l no estaba interesado en el ejercicio. l estaba

    interesado en lastimar.

    Haba una regla definida de no-contacto. Si das patadas o puetazos tienes que

    detenerte antes de golpearlo. Era una regla firme y cualquier persona que la

    rompa tena que sentarse y podra quedar fuera de la clase si segua

    hacindolo. Paully lo saba. Uno de los chicos me dijo que Paully fue expulsado

    de la clase de nuevo en el cuarto grado por reincidencia en los delitos y slo se

    le permiti de nuevo el prximo ao.

    Lo qu hizo Paully en cambio fue cambiar su bloqueo en golpes. l bloqueaba

    tan duro, me doli, me dej moretones. Al igual que, tal vez, una ronda de

    paintball en el muslo, a quemarropa.

    No jur en esta ocasin, sin embargo. Apret los dientes en su lugar y segu mi

    camino. Para golpearlo tan duro, Paully fue retrocediendo, antes de armar el

    bloqueo, exiga empezar casi antes de que efectivamente fuese golpeado. La

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    prxima vez era mi turno, romp mi ritmo, interviniendo, pero retrasando el

    golpe un poco. l bloque y perdi el brazo por completo. Mi golpe se detuvo

    justo antes de su nariz.

    El Sensei Torres se ri y todo el mundo cambi parejas. Ms tarde me dijo en

    privado, -Buenos ojos, Griff. Es mal karate. En una pelea real, no se puede

    bloquear un ataque que ni siquiera ha comenzado.-

    Pero Paully estaba esperndome cuando termin de cambiarme para caminar a

    casa, justo en el vestuario, el bloque la puerta. -As que, tu idiota lame culo,

    piensas que eres algo con ese golpe tartamudo? Crees que puedes hacerme

    quedar mal delante del Sensei?-

    Tal vez pap tena razn acerca de m teniendo problemas para mantener la

    boca cerrada. Solo Sali, espontneamente.

    -Cojones. No me necesitas para verte mal. Lo haces por ti mismo.- De inmediato

    me arrepent de lo dicho, asustado, de hecho, pero cmo tomas algo por el

    estilo, especialmente cuando lo quieres decir?

    l solo atac, la rabia pintada en el rostro como la pintura roja, su puo cerrado

    hacia atrs y buscando, se ve ms grande que cualquiera paintball.

    No pude evitarlo. Realmente, yo no tena intencin de hacerlo, yo no tena la

    intencin de romper la regla, pero en un segundo su puo se diriga hacia mi

    rostro como una piedra arrojada y al siguiente estaba en una nube de polvo en

    un barranco, junto a una roca de paintball salpicado, en el rea Vaca.

    Haba roto las reglas slo la nmero uno y dos, no ir cerca de la casa y no ir

    donde alguien me puede ver, y tal vez incluso la regla cuatro, no ir a menos que

    deba, si me voy a morir o ser capturado.

    Yo estaba en tantos problemas.

    As que ment. Salt a la escuela, en las afueras, en el hueco entre las escaleras y

    un seto, donde a veces me espero antes de karate, antes de que la ltima

    campana sonara. Yo sola sentarme all y ver, invisible, forastero, el estudiado

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    en casa y ver todos los nios corriendo, reunindose con sus padres o jugar con

    ellos en el patio.

    Esper hasta que vi a Paully salir, caminando extrao, mirando hacia atrs en la

    escuela con los ojos muy abiertos. Yo exhal. Se vea bien. Mi preocupacin era

    que l hubiese entrado corriendo a la descomposicin del salto antes de que se

    hubiese difuminado.

    Slo se necesitan cinco minutos para caminar hasta casa. Lo hice en dos.

    -Cmo te fue en la clase?- pregunt Mam cuando golpe los pasos en la

    cocina. Mir el reloj. -Corriste?-

    -Uh, s. Estoy sediento-. Enterr mi cara en la nevera. Yo poda sentir mis odos

    quemar. Yo nunca le ment a mam. Bueno, tcnicamente no estaba mintiendo,

    pero siempre haba sido claro sobre la mentira por omisin.

    Sal con el Gatorade. Mam haba retirado ya un vaso del lava platos. Ella me

    dio un rpido apretn alrededor de los hombros entonces coloc el vaso sobre

    el mostrador. -Pastel de carne de cerdo para la cena. Patatas o arroz?-

    -Arroz.-

    -Brcoli o judas verdes?-

    Hice una mueca. -Brcoli, si tenemos que hacerlo.-

    Ella se ech a rer. -Bueno, hay postre despus.-

    Asent con la cabeza y me dirig a mi habitacin, pero ella me enganch por el

    cuello. -Ests bien?- Puso la palma de su mano contra mi frente.

    -Qu?-

    -T no preguntaste qu tipo de postre. Estoy pensando en alguna enfermedad

    terminal, tal vez Ebola.-

    -Ja, ja. Bueno, qu tipo?-

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    -Tarta de frambuesa.-

    Le dije -Brillante!- a su favor, pero la verdad era que el pensamiento de

    alimento hizo mi nudo en el estmago un poco difcil. -Creo que voy a ir a

    probar otra unidad de las matemticas, de acuerdo?-

    Ella dio un paso atrs exagerado. Oh, podra ser la peste bubnica. Anda,

    pues, yo no debera preguntarte porqu. Esto no puede durar, puede ser una

    casualidad, una aberracin temporal. No hay que meterse con l.-

    Mientras caminaba de regreso a mi cuarto la o decir -Y a lo mejor tal vez hagas

    una unidad de ciencias y una unidad de historia y tal vez un ensayo francs o

    dos. Si tan slo pudiramos encontrar este germen, el germen yo har la tarea

    escolar, podramos promoverlo. Las madres vendran de todas partes a

    adorarme a mis pies. Me atrevo a decir santidad? Podra ocu -

    Cerr la puerta de mi dormitorio fuerte.

    Paully probablemente nunca dijo nada. Quiero decir, qu poda decir? l era el

    tipo de chico que no le gustaba parecer estpido, probablemente porque era

    estpido. Sera tan estpido como para contar esta historia? Si l acaba

    diciendo que me escabull como un beb iba a estar bien. No me importa.

    Hice una unidad larga de divisin desde que dije que lo hara. En realidad, no

    me gustaban las matemticas. Todo funciona o no. No hay nada gris sobre ella.

    Y cada vez que dej de trabajar en los problemas de matemticas, comenc a

    pensar en Paully y mi salto. Incluso el dibujo, mi escape habitual, no funcion.

    Hice tres unidades de matemticas.

    Mam y pap estaban hablando de un prximo viaje de negocios en la cena, as

    que no tuve que decir mucho. Saba que si no coma, realmente empezaban a

    sospechar algo. Me com todo lo que poda, pero se sinti en el estmago como

    plomo.

    -Qu ests pensando, Griff?-

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    -Qu? Uh, nada, pap.-

    -Has estado mirando a la pared durante cinco minutos. Sin mover los dedos,

    verdad? Mene Mene Tekel upharsin y todo eso.-

    Pap es un poco extrao a veces. -Matemticas, supongo. Y estaba pensando en

    la clase de karate de hoy. Y cuando hicimos paintball en el desierto.- Todo esto

    es cierto. Todo es mentira.

    l asinti con la cabeza. Ambos me miraban y se senta como si la verdad

    estuviese escrita en mi frente.

    Yo poda sentir mis odos calentndose. -No entiendo por qu las cosas a veces

    se repiten hasta el infinito.-

    Fue mi mejor distraccin. En caso de duda, siempre haca una pregunta de

    matemticas o una pregunta acerca de Le Petit Prince. Cualquiera de ellas

    podran ocuparles por horas, evitando todo lo que haba estado alrededor. La

    desventaja era, bueno, podra ocuparlos durante horas.

    -Qu quieres decir?-

    -Al igual que diez entre tres. T sabes, la respuesta es de tres punto tres, tres,

    tres, tres, tres, tres, tres, y as sucesivamente. Por siempre, supongo. Pero, para

    siempre? Cmo lo saben? Tal vez despus de bastantes veces se convierte en

    dos? O cuatro? Lo llaman un nmero racional, pero en realidad Qu es

    racional al respecto?-

    As que mam baj un bloc de papel y pap sac un viejo libro de texto y

    cuando me escap a mi cuarto, una hora y media ms tarde, ellos mostraban el

    uno al otro que esto era realmente una funcin de una base de diez sistema de

    enumeracin. -S, si se divide diez por tres en la base nueve, t consigues tres.-

    Cerr la puerta de mi habitacin y me dej caer boca abajo en mi cama. Yo

    debera decirles. Yo quera decirles. Pero no quera moverme de nuevo.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    Me cambi para ir a la cama temprano, y trat de perderme en la lectura, el

    dibujo, incluso en las matemticas. Despus me lav los dientes sin que me lo

    pidieran, causando ms comentarios de mam. Ella entr y me dio un beso de

    buenas noches. Pap estaba en la puerta, dijo, -Buenos sueos, Griff.-

    Mam me pregunt: -Quieres cerrar la puerta?-

    -S.-

    -Bonne nuit, mon cher.-

    Normalmente estoy dormido en cuestin de minutos, pero esta vez no pude

    salir de mi cabeza. Haba mentido al respecto. Haba roto las reglas.

    Ellos nunca lo sabrn. Slo Paully vio y Quien le iba a creer, incluso si hablaba?

    Enterr mi cabeza debajo de mi almohada, pero no sirvi de nada. Yo lo saba.

    No importa si pap y mam se enteran. Yo siempre lo sabra.

    Me levant. Yo los oa, bueno, yo poda escuchar la televisin. Siempre vean las

    noticias finales juntos y beban una taza de t de hierbas. Era parte de su rutina,

    lo ltimo antes de acostarse. A veces me iba furtivamente por el pasillo y

    observaba desde la esquina. La mitad del tiempo mam se queda dormida

    durante el deporte y pap se burla de ella.

    Me alivi abrir mi puerta. Tena que decirles. Pasara lo que pasara, tena que

    decirles. Di un paso hacia fuera en el pasillo y tocaron el timbre.

    Sent una sacudida en el estmago. Paully? Sus padres? Una persona de la

    escuela?

    Pap apag la televisin antes de ir a la puerta, seguido de mam, bostezando.

    Ella no se haba dormido an daban la noticia del tiempo. Ella me vio en la

    puerta y parpade, empez a fruncir el ceo.

    O a Pap abrir la puerta, estaba alrededor de la esquina ms all de la cocina,

    as que no poda ver desde el pasillo.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    -El Sr. O'Connor?- Era la voz de una mujer. -Lo siento mucho por pasar tan

    tarde, pero me gustara hablar con usted acerca de Griffin. Yo soy del

    Departamento de Administracin de Educacin en el hogar SDSD.-

    La cabeza de mam trabaj rpido. -No, no lo eres.-

    -Cmo dice?-. Dijo la voz de la mujer.

    -T no eres. No es la SDSD. Es en el Distrito Escolar Unificado de San Diego o

    las Escuelas de Ciudad de San Diego. Y no hay un departamento de educacin

    en el hogar. Se hace a travs de las Cartas a las escuelas.-

    -Muy bien. Hagmoslo a tu manera -, dijo la mujer. Su voz, previamente

    caliente y apologtica, fue duro como el granito.

    Mam dio un paso lejos de la puerta y vi sus ojos realmente grandes. Su mano

    hacia abajo a su lado bruscamente hacia m y seal de nuevo, una clara

    indicacin para regresar a mi habitacin.

    Di un paso atrs, pero dej la puerta abierta para poder or, pero lo que escuch

    fue pap diciendo -Deja el cuchillo. No estamos armados. Qu quieres?-

    Hubo un choque en la habitacin de mis padres, en el otro extremo de la sala.

    De vuelta en la puerta una voz de hombre, un britnico de Bristol por el acento,

    dijo -Dnde est tu hijo?-

    Pap le grit, -Griff - Hubo un ruido sordo y su voz se cort. Mam gritaba y

    salt en la sala de estar, pginas de revistas volaban por el aire, los libros caan

    de la estantera.

    Pap estaba de rodillas, con una mano en la cabeza. Haba dos hombres

    extraos y la mujer en la sala de estar y todos ellos giraron cuando aparec,

    mucho ms rpido de lo que pap nunca logr, armas de fuego de forma

    irregular aparecieron. Me estremec lejos, en la cocina, platos y tazas se hicieron

    aicos contra la pared y el fregadero, y o el fuego de las armas, sordo, no a

    diferencia de la pistola de pintura, pero no haba un ruido extrao de azotes, y

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    se volvan de nuevo, directo a m por el refrigerador. Mam gritaba -Vete!- y

    empuj a uno de los hombres sobre el otro, pero la mujer sigui disparando y

    quem mi cuello y yo estaba de pie junto a la roca, la luz de la luna, la piedra

    salpicadas de pintura a 200 millas de distancia.

    Salt hacia atrs, pero no a la cocina. Me present en el garaje oscuro abajo y

    trep a la mesa de trabajo, para alcanzar el estante de arriba, donde pap dejaba

    la pistola de pintura. Pasos golpearon por la escalera exterior y entonces alguien

    pate la puerta, forzndola a abrirse, pero haba unas barras.

    Puse un cartucho de C02 en la pistola. La parte superior de la puerta se astill

    pero se sostuvo. Busqu un cargador hueco de bolas de pintura lo puse en la

    pistola cuando un trozo de la puerta cay en la habitacin. El gordo con el arma

    de fuego extraa apareci en el hueco y salt, esta vez a mi cuarto.

    Los pasos golpearon por el pasillo y salt de nuevo, de vuelta a la sala de estar.

    Un hombre puso un cuchillo en la garganta de mam y pap estaba en el suelo,

    inmvil.

    Yo le dispar al hombre en los ojos, a quemarropa.

    l grit y cay hacia atrs, araando sus ojos. Un arma se dispar y rompi algo

    en mi cadera y salt de lado otra vez, pegando un tiro al hombre que se

    acercaba por el pasillo en la frente. Una mano se fue a su cara, pero dispar su

    arma y mltiples proyectiles con cables entre ellos atraves el aire sobre mi

    cabeza. Salt detrs de l y l gir y yo le dispar en los testculos, dos veces.

    Se dobl en dos y mientras lo haca, vi a mam.

    Ella yaca en el suelo, se desplom a un lado, y la sangre estaba por todas

    partes.

    El yeso explot al lado de mi cabeza cuando un tro de proyectiles se clavaron

    en la pared, con cables, azotando en la pintura. Yo ca de rodillas, mitad

    estremecido, mitad adormecido.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    El charco de sangre de Pap era an mayor y haba un cuchillo sobresaliendo

    de su espalda baja.

    El hombre que haba disparado en los cojones se retorca alrededor, trayendo su

    arma hacia arriba. Yo le dispar en la cara otra vez, golpeando el pmulo. l

    dispar su arma, pero los cables volaron por el pasillo, por encima de mi

    cabeza, rasgando los cuadros de las paredes. Le pegu con el can de la pistola

    de paintball, lo golpe duro, y otra vez, y otra vez. Dej caer su arma y sus ojos

    rodaron hacia atrs.

    Me volv hacia pap y mam y a la puerta. O pasos en la escalera. Levant la

    pistola de paintball, pero hubo un destello y un proyectil cogi la pistola, azot

    en mi frente.

    Me ca hacia atrs, mi visin se oscureci, dejndome caer en un lugar oscuro y

    vago, pero en vez de golpear la pared, ca todo en arena y grava.

    El rea Vaca. Mam. Pap. Vaco.

    Trat de levantar la cabeza y la luna se atenu y parpade.

    Vaco.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    Dos

    Perdido y encontrado

    Alguien goteaba agua en mi boca y, sorprendido, lo inhal. Producindome tos

    y un dolor punzante en la cabeza y a un lado, pero no poda parar. El sol estaba

    alto y brillante. Apret los ojos cerrados, continuaba con tos. Haba algo mal con

    mi frente y el lado de mi cuello y mi cadera derecha.

    Unas manos me levantaron, me ayudaron a sentarme. Me las arregl para hacer

    una respiracin sibilante sin toser y abr mis ojos. Arena. Grava.

    El rea Vaca. Me toqu la frente, haba un corte irregular, con costra, por

    encima de mi ceja derecha. Me segu tocando y senta ms del lado de mi cuello.

    Haba una costra, como una alfombra quemada. Eso tir cuando volv la cabeza

    para ver quin me ayudaba a sentarme.

    -Ests cmodo?- pregunt una voz spera, dientes blancos brillaron en una

    barba de sal y pimienta. Cambi un poco hacia atrs. Llevaba un sombrero de

    paja y una camisa blanca de botn, usaba pantalones cortos de color caqui.

    Sus ojos estaban ocultos detrs de lentes de aviador. Su piel era morena, pero

    que no pareca hispano. Bronceado.

    -Disclpeme?- Me las arregl para preguntar.

    -Oh-, dijo. Ms agua?-. Me ofreci la botella de plstico.

    La acept y beb con cuidado, tratando de no respirar de nuevo.

    -Qu pas, muchacho?

    Parpade. Qu haba sucedido? Algo en casa, la mujer que dijo que es del

    distrito escolar...

    Creo que grit entonces. Me levant y mi visin se atenu.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    No estoy seguro de cunto tiempo pas, pero estaba acostado de nuevo, en mi

    espalda. Alguien sostena algo sobre m, tena una sombra del sol sobre mi

    rostro. Fue un paraguas negro y yo poda ver el sol brillando a travs de la tela

    negra y los radios, manchados de xido. La mano que lo sostena es delgada y

    arrugada. Segu el brazo a una mujer con el pelo negro azabache, piel arrugada

    marrn, y ojos oscuros, como piscinas de la noche.

    Ella me vio mirndola y dijo algo en espaol, a un lado. Empec a sentarme de

    nuevo y una mano, no de ella, me presion hacia abajo.

    -Djenos y diremos que no lo hicimos-. Era el hombre de la barba de antes. -A

    menos que quiera pasar otra vez. Hay un charco de sangre seca aqu. No he

    visto antes que yaca en ella, pero es mejor acostarse, de acuerdo?

    Los sollozos vinieron entonces. Yo lo recordaba todo, cada poco, mostrando una

    y otra, de mam gritando, corre la sangre y los ojos inmviles mirando hacia la

    nada.

    Creo que me desmay de nuevo.

    La luz era diferente, el sol se haba desplazado a medio camino entre el cielo y

    el viento haba recogido.

    En lugar de un paraguas, una lona de plstico azul sombreaba todo mi cuerpo,

    agitando suavemente en la pequea brisa. Una media bolsa de plstico

    transparente llena de lquido trenzado y rebot con el movimiento de la lona.

    Una manguera se dejaba caer de la bolsa y mir durante varios minutos antes

    de darme cuenta que estaba conectada en mi brazo.

    Crujido de pasos sobre la grava se acercaron y entonces la luz cambi de nuevo

    cuando alguien meti la cabeza en el refugio.

    -Ests despierto?-. Era la mujer de antes, con el paraguas. Ella miraba mi cara

    en busca de alguna seal de comprensin, a continuacin, lo intent de nuevo, -

    Ests bien?

    -Est bien? S, eh, si. No hablo espaol.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    -Est bien. Bueno. Est bien-. Seal una botella de plstico que se extiende a mi

    lado, sobre todo lleno de agua. Ella hizo pantomimas inclinando la botella a la

    boca. -Est bien?

    -As es. Uh, est bien.

    Trat de sentarse, pero ella neg con la cabeza. -No descansa. Estate quitecito.

    Me volv atrs. La cabeza me daba vueltas desde el pequeo esfuerzo de

    sentarse. Explor mi lado y encontr una masa de gasa y cinta adhesiva en la

    cadera. Me encontr con un pequeo vendaje en la frente, corriendo en el pelo,

    la cinta tirando dolorosamente cuando me toqu. Yo no estaba en el suelo, me

    di cuenta, pero estaba acostado en una camilla, una de esas cosas de lona con

    dos polos. Volv la cabeza sin levantarla, me di cuenta de que ya no estaba en

    mi barranco, pero en algunas laderas planteadas. Podra ver kilmetros a travs

    del desierto, en barrancos y colinas bajas.

    Ellos me haban movido.

    Manejando? Caminando?

    Pens en la noche anterior y era como si estuviera atrapado, congelado. Mi

    mente slo se detuvo. No me desmay, pero me qued all mirando el techo

    tratando de pensar, pero tambin era que mi mente hua de ello. Yo saba que

    haba sucedido. Fue la gasa en mi cabeza. Mi cerebro estaba envuelto en gasa

    blanca, difusa gasa y era difcil sentir cosas a travs de ella.

    He odo a alguien gritar desde muy lejos, -Hey, Consuelo! Ayuda Un Poco!-.

    La mujer sentada a mi lado me dio unas palmaditas en el hombro de nuevo y se

    agach a cabo bajo el borde de la lona.

    Tan pronto como ella estaba de pie en posicin vertical, o sus pasos que van

    desde un paseo a una carrera para trotar. Despus de un minuto los pasos

    regresaron, ms de dos, pero haba un sonido de arrastre, tambin, y entonces el

    hombre de la barba y Consuelo estaban de vuelta, un hombre apoyado entre

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    ellos. Tena la cara ensangrentada e hinchado y, aunque sus miembros

    temblaban como para ayudarse, estaba indefenso como un beb.

    El hombre de la barba me ech un vistazo y dijo: -Oye, compaero, creo que

    puedes salir de la camilla. Tienes aqu a alguien que lo necesita.

    Parpade, luego me sent con cuidado. Los vendajes en mi cadera tiraron y mi

    cabeza nadaba un poco, pero mi visin no se apag como antes. Me mov de la

    camilla lejos de los recin llegados, a continuacin, deslic la camilla hacia ellos,

    mantenindolo constante, ya que puso el recin llegado abajo.

    Hubo un intercambio rpido en espaol de los cuales la nica palabra que

    entend fue "bandidos" y estaban trabajando mientras hablaban. Consuelo

    limpiaba la sangre de la cara del hombre y el otro hombre de la barba colgaba

    otra bolsa de lquido de la misma lnea que apoya la ma. Limpi un lugar en la

    parte interior del codo del hombre con una toallita de un paquete abierto y

    luego desliz una aguja en la piel.

    Hice una mueca y mir hacia otro lado. Cuando me di la vuelta, la aguja se

    conecta al tubo que colgaba abajo de la bolsa. El viento muri por un momento,

    luego cambiaron de lugar y poda olerlo.

    Ola fatal, como uno de los chicos ms sucio sin hogar en el Parque Balboa,

    sudor rancio y un olor de orina.

    -Uh, necesitan un bao... Cuarto de bao-. Mi voz era un graznido ronco, pero

    comprensible.

    El barbudo coloc un collar de espuma alrededor del cuello del hombre en la

    camilla. l me mir. -En serio? Eso es una buena seal-. Se acerc y me pellizc

    la palma de mi mano.

    Lo apart. -Hey!

    Sacudi la cabeza, riendo entre dientes. -Pellizqu la piel en el dorso de la mano

    y djalo ir. Dnde puedo ver.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    -Por qu?

    -Deshidratacin. Cuanto ms tiempo la piel se mantiene tendida, ms

    deshidratado ests.

    -Oh-. Sostuve mi mano, la palma hacia abajo, e hice lo que pidi. La piel se

    retir muy plana en cuanto la deje ir.

    -No te muevas-, dijo. Me qued helado y l quitaba la tira de cinta seguridad en

    mi aguja por goteo, a continuacin, lo sac, un movimiento rpido y suave.

    Sent un tirn y luego hubo un punto rojo que brot.

    Me entreg una toallita antisptica. -Ejerce presin sobre el mismo y mantn el

    brazo en alto. Mientras que ests orinando puedes cerrar el codo-. Puso su

    propio dedo en el interior de su codo y dobl el brazo hacia arriba.

    -Dnde est el bao, eh, ir al bao?

    Se ech a rer. -Elije una roca.

    Me agach con cautela debajo de la lona. Mi cabeza se gir y me inclin por un

    momento, me apoy con mis manos en mis muslos. Despus de otro momento

    las cosas se establecieron y me enderec con cuidado.

    Haba una camioneta maltratada de doble traccin estacionada entre dos

    piedras, tan polvorienta que no poda decir el color de la pintura. Un par

    grandes de binoculares y un azotado anaranjado y pecho blanco se sentaron en

    la puerta trasera. Dos sillas de campamento estaban en la sombra parcial de un

    mezquite.

    La presin en la vejiga me record por qu yo estaba de pie. Tom cojeando

    pasos en la direccin de la roca ms grande cuesta abajo y orin detrs de ella.

    Me tom ms tiempo para caminar hasta la colina de abajo. No era slo la

    gravedad. Sin la vejiga llena y no teniendo la motivacin, la necesidad, la grava

    da mis pies descalzos. Fue difcil no acostarse slo en el suelo y acurrucarme

    en una pelota.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    El hombre de la barba se agach sobre la lona y me mir.-Ests bien?

    No! Pens, pero asent con la cabeza y reanud mi cojera dolorosa sobre la

    colina.

    Hizo un gesto hacia la silla de campamento. -Yo soy Sam-, dijo.

    -Tienes un nombre?

    -Grif- me detuve. Luego continu. -John Grifvado. Me llaman Griff-. La mujer

    que deca ser del distrito escolar haba preguntado por m, por Griffin

    O'Conner. -Qu pas con l?-seal en la lona azul.

    -Bandidos. l es un mexicano que hace la travesa en busca de trabajo. Bastante

    pobre, pero con un poco de dinero, por lo general todo lo que su familia puede

    juntar en dlares de los EE.UU. para que pueda viajar a una ciudad con puestos

    de trabajo una vez que pasa el borde. Los hay en ambos lados de la frontera que

    se aprovechan de ellos. Y despus de que ocurre, no creo que se pueda

    presentar una queja ante la polica de este lado, y en el otro lado, la mitad del

    tiempo es la polica-. Sam hizo una pausa mientras dolorosamente me bajaba en

    la silla.

    -Ahora, una vez te o hablar, saba que no eras mexicano, pero tu historia podra

    ser la suya, quin te atac?

    Mir hacia otro lado y puse mi mano a mi boca. El algodn de gasa amenaz

    con destruirse.

    Aadi la pregunta insoportable: -Dnde estn tus padres?

    Estuve a punto de saltar. Fue como un golpe. Saba que no estaba en peligro,

    pero todava quera flaquear lejos, quera huir, correr, pero saba que no

    importa lo lejos que ira no iba a cambiar los hechos.

    -Estn m... m... MUERTOS!- All. Lo dije. Dije algo que no poda ni siquiera

    pensar.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    -Dnde?-, los ojos de Sam se abrieron un poco y temblaron en los lados. -

    Cundo?

    l cree que sucedi cuando me encontraron, que la gente que me atac podra

    estar alrededor. -San Diego la noche pasada.

    Ah, cabrn. Cul fue el punto de darle un nombre falso? Ahora l sera capaz

    de leer los peridicos y averiguar quin era yo realmente.

    Algo que mi padre sola decir que pas por mi cabeza: Es mejor mantener la

    boca cerrada y ser un idiota que hablar y confirmarlo.

    Sam dej caer los hombros hacia abajo. -Cmo has conseguido todo el camino

    hasta aqu? Te descargaron? Podran estar alrededor?

    Negu con la cabeza. Sal corriendo. He venido aqu porque era... seguro-.

    Mir a la lona azul. -Bueno, yo pensaba que era seguro.

    -Cmo?

    Negu con la cabeza. -No te puedo decir. Pero para ser honesto, los que mata -

    Me mord el labio y apret los ojos por un segundo. -Lo ltimo que vi de ellos

    fue en San Diego. No aqu.

    Me mir por un momento. -Bueno, Pablo, all, necesita un poco de bastante

    atencin mdica. Vamos a ponerlo en el camin y luego voy a la radio del

    condado de EMS, y encontrarlos en la carretera. La polica y la patrulla

    fronteriza se involucran bastante rpido, as que slo harn una pregunta.

    Debemos mencionar algo? Quiero decir, que no fuiste a la polica en San

    Diego, verdad?

    Lo mir. -Qu clase de adulto eres? Por supuesto que vas a decirle a la polica,

    no importa lo que diga. Soy slo un nio. No importa lo que yo quiero. Soy

    menor de edad.

    l parpade, y luego se ech a rer sin hacer ruido, como si hubiera dicho algo

    gracioso.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    -Entonces, por qu preguntar siquiera?-. Fue demasiado estridente. Me qued

    con la boca cerrada, decidido a no decir cualquier otra cosa.

    Me mir fijamente, con la frente arrugada. -Jovencito, algo muy malo te ha

    pasado a ti y los tuyos, pero todo lo que realmente s es que ests en problemas.

    Conozco a gente en problemas todo el tiempo. Son los trabajadores

    indocumentados, cruzando. No estoy aqu para ser juez de ellos, tampoco. Qu

    Consuelo y yo tratemos de evitar que mueran? A veces es slo un poco de agua,

    a veces de evacuacin mdica mayor. Sin embargo, no juzgamos y no tiene que

    ver con la INS, a menos que tenga que hacerlo. No s qu es lo mejor para ti. No

    s lo suficiente sobre lo que pas ni por qu. No ests muerto, no tengo la

    participacin del condado y la polica. No s si la polica te lleve de vuelta a

    algn lugar donde la gente que hizo esto podra llegar a ti de nuevo o si es que

    querran llegar a ti. Por lo tanto, lo que pido y lo digo en serio: Debo decirle a

    la polica acerca de ti?

    Sacud la cabeza de lado a lado, duro, y la costra en el cuello rompi.

    -Pues bien, entonces. No lo har-. Sam comenz a levantarse.

    A pesar de mis mejores intenciones, le dije, -Por qu haces esto, ayudar a los

    ilegales, quiero decir?

    -Alguien Tiene que hacerlo. Lo he estado haciendo desde hace seis aos, ya que

    encontr tres hombres muertos en el borde de mi propiedad. Consuelo, ella

    perdi a su marido y su hijo adolescente al este de aqu. Su coyote se par a

    medio camino entre lo peor de ello y le exigi ms dinero antes de dejarlos en el

    camin, an en medio de la nada. Ella consigui la historia de una mujer que no

    tena que pasar y que no murieron en la cuenca.

    Me humedec los labios. -Ella tena el dinero?

    -Ella ofreci una forma de pago distinta.

    Lo mir, perplejo.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    Sam dijo: -Dios, eres joven. Hablas como si fueras mayor, as que sigue

    olvidando. Ofreci sexo para su aprobacin.

    Sent mis odos calentarse.

    -Cuntos aos tienes, muchacho? Once, doce?

    -Nueve.

    Sam se le cay la mandbula.

    -Voy a tener diez el mes que viene-, aad.

    Se pellizc el puente de la nariz. -Debo hablar con la polica.

    -Me prometiste!

    -No, no exactamente lo prometo-. l neg con la cabeza. -Pero yo te dije que no.

    No, supongo-. l se puso de pie. -Consuelo! Debemos ir!-. Abri la puerta del

    pasajero en el camin. -T viaja aqu. Consuelo se va a montar atrs y atender

    a Pablo.

    -No puedo esperar aqu?

    -No volveremos aqu. Despus de tener a Pablo en una ambulancia, me dirijo a

    mi casa.

    Hizo un gesto hacia el sol poniente. -Hecho para el da.

    Me tom casi todo el tiempo para entrar en el camin como lo fue para

    Consuelo y Sam para mover a Pablo y la camilla en la parte trasera de la

    camioneta, doble lona, y guardar las sillas del campamento.

    Condujo bastante lento, porque el camino, bueno, llamndolo un camino fue

    largo. A veces desapareca por completo y senta como si estuviera solo

    conduciendo ciegamente a travs del desierto, pero entonces el surco doble

    volva a aparecer. Otros lugares, subiendo un grado o bajando, el agua haba

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    tallado profundamente los surcos, y no importa la lentitud que llev que fui

    arrojado con fuerza contra el cinturn de seguridad o rebot frente a la puerta.

    Mir a mi alrededor y vi a Consuelo prepararse en la esquina de la cabina, a la

    sombra de su sombrilla. La camilla y Pablo fueron asegurados con correas, pero

    Consuelo mantuvo una mano en la frente, reforzando su cuello, supongo.

    Despus de una hora y media super el aumento y se detuvo el camin. Sam

    tuvo una radio escucha en su soporte y conect la unidad. -No te tienes rango

    hasta aqu-. El oprimi el botn de transmisin. Tom, es Sam Coulton. Tienes

    un hombre hispano, deshidratado, algn trauma. Tiene golpes y fue robado

    despus de cruzar al sur de Bankhead Springs. Estuvo dos das sin agua.

    La voz que respondi fue con esttica, apenas reconocible. -Se necesita

    evacuacin de aire?

    Sam respondi: -No. l estaba consciente cuando lo encontr. Lo tengo en

    lquidos por va intravenosa y estamos menos de quince millas de Old Eighty.

    Puedo llegar con la ambulancia en Texaco cerca de Desert Rose Ranch Road en

    unos treinta minutos.

    -Voy a llamar a la oficina del alguacil. Es legal?

    -Lo dudo. Sheriff para el asalto y el INS, si quieren, pero pueden enviar a

    alguien que cumpliera con la ambulancia a nivel regional en El Centro.

    -De acuerdo; probablemente enviar una unidad a la que se renen en Texaco.

    Algo ms?

    -No. Tengo que ir si voy a cumplir con la ambulancia. Gracias. Amor para

    Maribel.

    Colg el micrfono de vuelta en el tablero y se concentr en su conduccin. No

    vi cmo esper hacer quince millas en treinta minutos. Estbamos haciendo

    mucho menos de diez millas por hora a causa de los baches y rocas, pero

    llegamos a la llanura, despus de ms cinco minutos incmodos y se volvi en

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    un camino de tierra que fue una carretera en comparacin. Sam aceler a

    cincuenta y nos levantamos a la autopista en quince minutos.

    -Son pijamas?-, pregunt.

    Llevaba pantalones de sudadera y una camiseta, lo que normalmente se usa

    para dormir.- Uh, s.

    -As que estabas en la cama? Cundo sucedi?

    Me di la vuelta y mir por la ventana. Estaba a menos de una milla de una

    estacin de gasolina. A mi espalda, me dijo: -Est bien. No voy a presionarte,

    pero si quieres evitar a la polica, vete a escasos metros mientras me ocupo del

    oficial, de acuerdo?-.Se puso bajo la sombra de un toldo de la bomba y

    comenz a arraigar en el asiento. Despus de un momento subi con un

    balanceo plstico tipo flip-flop, pero tuvo que salir del coche y agacharse antes

    de que finalmente serpenteara a su compaero fuera. Tom un par de dlares

    de su cartera y me los entreg.

    -Ve a lavarte, entonces, tmate un refresco, de acuerdo? Hasta que haya

    terminado con el SME.

    Me daba vergenza. -Uh, muchas gracias. Realmente.

    -Me dars las gracias ms tarde. El oficial viene-. l hizo un gesto con la barbilla

    y vi un coche que vena distante por la por carretera. El techo brillaba y me

    poda creer que fuera un coche de polica.

    Me dej caer en la pista y puse mis pies en ellas. Eran demasiado grandes pero

    arrastrando los pies camino a la tienda y, evitando los ojos de la mujer en el

    mostrador, me volv lejos de la lucha contra al bao.

    Apestaba el bao de hombres y me vi horrible en el espejo. Tena el pelo

    enmaraado y haba crculos debajo de mis ojos. Cuando mir alrededor,

    dolorosamente, el borde inferior de mi camiseta era de color marrn manchada

    con una mezcla de tierra y sangre seca. Afortunadamente, la suciedad hace que

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    se vea ms como un barro rojizo en vez de sangre, de lo contrario, sospecho que

    el empleado hubiera dicho algo, o incluso llam al 911.

    Trat de aclarar la sangre en el fregadero, pero se extendi ms la mancha a lo

    largo de la camisa. He probado el dispensador de jabn, pero estaba vaco, y

    todo lo que necesitaba, no pude ponerme la camisa de nuevo. Estaba mojado y

    sucio, y aunque no haba gasa y cinta adhesiva sobre la estra en mi lado, no

    quera la cosa cerca de m.

    La dej caer en el borde de la pileta y salt.

    Pens que era un salto muy descuidado en un principio, todos los cajones

    estaban fuera y la cama tena el colchn volteado. La ropa en perchas estaba en

    el piso del armario. Pero, no estaban dispersas. Alguien ms haba causado el

    desorden. Se qued inmvil, escuchando.

    Yo quera escuchar algo. Quera or a mi padre hablar con mam. El silencio era

    opresivo, con un peso sobre m como un da caluroso. Luego hubo un clic y un

    ruido sordo y un zumbido y mi corazn lata como un martillo.

    Oh. Fue el ciclo de la corriente alterna.

    Mir hacia el vestbulo. Ms cosas cubran el suelo, libros, platos. Empec a

    notar los polvos negros, casi en todas partes. Toma de huellas dactilares. Haba

    agujeros en las paredes, grandes, irregulares, los bordes salientes, como algo

    que haba sido sacado de la sala.

    No haba cinta adhesiva en el piso en la sala de estar, al igual que en la

    televisin, dos lneas grabadas en el suelo. Y sangre seca.

    Me di la vuelta, me estremec, pero, de verdad. Echando un vistazo a los

    paneles de vidrio junto a la puerta vi una cinta plstica amarilla estirada en la

    parte superior de la escalera impreso con la escena del crimen: NO ENTRAR.

    Un coche de polica se par en la acera, tambin, las ventanas estaban abajo. No

    pude ver si haba alguien en el asiento del conductor pero hubo un crujido y

    luego un poco del sonido de alguien hablando, spera, como una radio.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    Mierda.

    Un refuerzo en la puerta, camin rpidamente a mi habitacin, la cinta de la

    cadera tirando dolorosamente. Cog una camiseta, un par de jeans, ropa

    interior, mis zapatos, y los calcetines.

    Haban barrido la mayor parte de los libros de mi biblioteca, pero he

    encontrado mi pasaporte y mis reservas, la asignacin de tres meses y medio,

    donde las haba dejado, relleno entre la Isla del Tesoro y Little Big en el estante

    inferior.

    Me volv hacia la pared para ver mis bocetos, pero ya no estaban. No estaban en

    el suelo, tampoco.

    Hubo un sonido desde el frente, como pasos en la escalera, y agarr mis cosas a

    mi pecho y salt.

    Estaba de vuelta en el rea Vaca, por la roca de paintball, salpicado de arena y

    hierba seca que gira alrededor de m. O ruido de zumbido, moscas que

    regresan a la sangre seca que haba agrupado en el suelo. Pens en los bandidos

    que haban atacado a Pablo, pero no parece haber a nadie alrededor. Poda ver

    los pasos de donde Sam y Consuelo cuando me haban llevado.

    Me sub en una roca para ponerme la ropa limpia, facilitando los pantalones en

    los vendajes de mi cadera y limpiar la arena de los pies para ponerme los

    calcetines y los zapatos. Me tom un momento para visualizar el cuarto de bao

    de la gasolinera es suficiente para saltar de nuevo a l. Fue el recuerdo del olor

    que por fin lo hizo. Met la ropa ensangrentada a la basura, debajo de las toallas

    de papel utilizado.

    Cuando sal, haba un tipo esperando que me mir. -Sacud la puerta lo

    suficiente. Qu asunto hacas, que no poda abrirla? Es por eso que tom tanto

    tiempo de mierda?-. El hombre pas junto a m en el cuarto de bao sin

    reconocer mi dbil, y avergonzado -Lo siento.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    La ambulancia y la polica estaban afuera. Los mdicos bajaban a Pablo de la

    camilla de lienzo a la camilla de lujo de la ambulancia. Consuelo estaba viendo

    a los paramdicos mientras que Sam estaba en las afueras, por la puerta de la

    tienda, hablando con un oficial uniformado.

    Volv a los gabinetes refrigerados y cog una botella grande de Gatorade, y

    luego algunas patatas fritas de Amrica. Eso es lo que extrao de Inglaterra,

    todos los diferentes sabores de patatas a la inglesa, carne asada y el rbano

    picante era mi favorito.

    He pagado, con mi dinero, y fui al frente, lejos de Sam y el oficial, donde haba

    un banco a la sombra. El Gatorade era bueno, pero las patatas fritas fueron

    increbles, como si mi cuerpo deseara la sal. Casi me fui y compr otra bolsa,

    pero a pesar de que mi boca dijo que s mi estmago dijo que no. Me acomod y

    tom un sorbo de la botella.

    El oficial volvi a su vehculo y trajo un mapa. Sam y l se trasladaron hasta el

    porche que se extendi en la parte superior de una basura. Sam seal alguna

    ubicacin especfica para l y le o decir: -... Dijo que haba tres hombres.

    Hablaban espaol para l y los dems. Podra ser un rival de pandillas coyote,

    he visto que eso suceda.

    -Usted vio algn vehculo?

    Sam neg con la cabeza. -Slo el polvo. Ya sabes, una patada, a millas de

    distancia. Normal. Nada suficiente para una identificacin. Y estaba mirando,

    tambin. No deseaba encontrarme con los gilipollas que hicieron esto a Pablo.

    -Mmm-. El oficial inclin hacia atrs el sombrero y le pregunt: Encontrar a

    alguien por ah que no iba en un vehculo? Alguien que slo necesitaba un

    poco ms de agua, pero se mantuvo caminando?

    Sam se ech a rer. -Hoy no, Ken. Los que lo hacen bien lo cruzan en la noche y

    se meten en un agujero durante el calor del da. Es posible que me han visto y a

    Consuelo. Por lo general no los veo en absoluto a menos que estn en una mala

    manera-. l hizo un gesto con la barbilla hacia la ambulancia.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    -Muy bien, entonces. Vas all?

    -Hoy no. Me voy a casa.

    -Hmmm. Bueno. Voy a poner la voz a la polica estatal y la patrulla fronteriza.

    Si ves algo sospechoso, hganoslo saber, no?

    -Bien.

    Se estrecharon la mano y el oficial volvi a su coche y empez a hablar en la

    radio.

    Sam me mir y empez a ir a la tienda y luego se detuvo. -Huh. Ya est. De

    dnde sacaste esa ropa?

    Abr la boca para decirle, pero qu poda decir? En serio?

    -No los rob-. Me puse de pie y le entregu los dos dlares que me haba dado

    anteriormente. A medida que me levantaba me ca de nuevo en el banquillo,

    duro, sorprendido. Mis rodillas me haban fallado y me pareci que la bomba

    de gasolina se meca en el viento. Whoa-.

    -Mareado, eh?-. Me mir un momento ms. -Voy a por gas. No realmente lo

    necesito, pero voy a dar el tiempo al oficial a alejarse. Te sientas aqu, verdad?

    Ojal, oh, bueno!. Slo sintate. Descansa. Te sientes dbil, pon la cabeza entre

    las rodillas.

    Asent con la cabeza.

    Regres a la camioneta. Haban terminado de poner a Pablo en la parte trasera

    de la ambulancia y Sam intercambi unas palabras con el paramdico antes de

    que cerrara y se fue por la carretera, luces intermitentes, pero sin sirena. Cerr

    los ojos por unos segundos, pens, entonces el camin estaba all, justo en frente

    de m.

    -Por qu no te acuestas, Griff?

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    Me pregunt si deba ir con ellos, pero no saba qu ms hacer. La idea de ir

    acostado era buena, muy buena. Asent y l me ayud a saltar por encima de la

    puerta trasera y ca en la camilla de lona. l me dio una manta doblada para

    utilizar como una almohada.

    -Nos dirigimos al oeste en la cabina debe darte sombra, tienes unos cuarenta y

    cinco minutos de acuerdo?

    -Muy bien-dije-.

    l guard el Gatorade entre mi brazo y mi lado. Pens en volver a beber, pero

    fue demasiado esfuerzo.

    Ni siquiera me acuerdo de l saliendo de la estacin de gasolina.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    Tres

    Bodas ardientes

    Consuelo viva con Sam, pero era una relacin extraa, casi como si fuera su

    chica-para-todo- el trabajo y l fuera su nio. Quiero decir, que limpiaba,

    cocinaba y lavaba la ropa. Pero tambin lo regaaba constantemente, largas

    rfagas de fuego espaol a la que casi siempre responda: -Clam que si! -Al

    principio pens que estaban casados, pero ella tena su propia pequea

    habitacin en la parte posterior con un muro de iconos religiosos, santos, la

    Virgen Mara y Jess.

    Se quedaron en casa el da despus de encontrarme, pero los siguientes cuatro

    das despus de eso, cargaron el camin con la camilla, suministros mdicos y

    agua embotellada, y salieron fuera.

    Consuelo me hizo el almuerzo y me lo mostr antes de salir. -Ah te deje listo to

    lonche (almorzar)-. Entonces ella dira: -Descansa, bebe y mucha agua. -Y me

    dara de beber de una botella.

    Y yo dira, - Clam que si!

    Y Sam se reira y ella comenzara a regaarle.

    Hice reposo y beb mucha agua el primer da. Y dorm. Fue muy fcil dormir.

    Estaba cansado pero no pens en nada bueno, sobre pap y mam, me haba

    agotado. Era llorar o dormir y a veces ambos.

    El segundo da camine por el exterior. Era una vieja casa de adobe en medio del

    desierto, con dependencias para el ganado y caballos, pero los haba muchos

    caballos. La nica forma remota de animales domsticos en la propiedad eran

    unos pocos gatos callejeros.

    - Siguen teniendo gatitos, pero los coyotes mantienen baja su poblacin me

    dijo Sam

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    -Mi pap vendi la mayor parte de la tierra en los aos cincuenta, cuando dej

    el rancho para ir a la cooperativa en la ciudad, pero ha estado en la familia

    desde antes del Tratado de Guadalupe Hidalgo. No podra ser, si no estuvieran

    casados Anglos en la familia, sin embargo, les concedieron la tierra estancada.

    No duele que realmente nadie quiera esta mierda desierto.

    Dijo que haba vecinos a una milla de distancia, pero ms cerca nadie. El agua

    es escasa. Tengo un manantial, pero en la mayora de los lugares de por aqu

    tienes que perforar doscientos metros para conseguir agua.

    Pas la mayor parte del tiempo fuera en la cisterna que capturaba el manantial.

    La segunda vuelta se verta sobre una muesca pequea en el borde y sala

    corriendo hacia abajo a un barranco, supongo que se llamara arroyo. El arroyo

    no duraba mucho antes de que se hundiera en el fondo de la arena, pero esta

    seccin mojada del arroyo era un derroche de color verde. Tres grandes lamos

    daban sombra al tanque la mayor parte del da y si me sentaba an poda contar

    con ver aves, liebres, ciervos, y una vez Sam seal una pista en la arena

    mojada y dijo: -cimarrn del desierto. Muy raro.

    El tercer da salt a Balboa Park, en el extremo sur, cerca del museo aeronutico,

    y cruce el puente 1-5 en el Parque Boulevard hasta llegar al centro y a la

    biblioteca pblica en la calle E.

    Estaba mucho ms fresco en la ciudad, cerca del mar y todo eso, pero todava

    tena que descansar con frecuencia.

    Fuera de la biblioteca, en la ventana de plstico de una mquina expendedora

    de peridicos, me qued mirando mi cara, como me haban puesto en esa caja

    de metal.

    CHICO SIGUE DESAPARECIDO DESPUES DE MATAR SOSPECHA DE

    DROGAS.

    Drogas, asesinato? Met la mano en el bolsillo para sacar dinero para comprar

    el peridico, pero sent de repente como cada persona en la calle me miraba

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    fijamente. En lugar de eso me volv y entr en la biblioteca, regres al bao de

    hombres, y me encerr en un vater/cabina.

    Drogas asesinato? Eso no tena sentido.

    Treinta minutos ms tarde me asom a la puerta del bao pero no haba el

    enjambre de policas que esperaba. Nadie pareca interesado en m en absoluto,

    as que hice mi camino de regreso a las publicaciones peridicas y cog el Union

    Tribune, que encontr en una silla frente a la esquina. Haban utilizado una foto

    del escritorio de mam que ella tom en el zoolgico hace tres meses.

    La polica an busca desaparecido de nueve aos de edad, Griffin O'Conner (ver foto)

    despus de encontrar a sus padres asesinados en su apartamento de la calle de Texas la

    noche del jueves. Las pruebas de ADN de la sangre encontrada en el lugar hacen creer

    que es del muchacho y se teme que haya muerto, pero no ha habido ninguna seal del

    nio vivo o muerto desde que fue visto por ltima vez en su clase de karate, el jueves por

    la tarde. A las personas que tengan informacin se les recomienda contactar a la polica

    o Crime Stoppers al (888) 580-TIPS.

    Grandes cantidades de cocana encontradas en las instalaciones por la polica llevan a

    creer que Robert y Hannah O'Conner, ciudadanos del Reino Unido, estuvieron

    involucrados en el contrabando y la venta de drogas, y que el asesinato fue o bien el

    trabajo de una banda rival o un asunto de drogas que sali mal.

    Absoluta basura. A mam ni siquiera le gustaba que pap bebiera ms de una

    pinta en un pub porque haba alcohlicos en su familia. Por qu iba la polica a

    pensarlo?, bueno, porque encontraron la cocana. Y la cocana no estaba all

    antes, verdad?

    Sent ese momento de duda, un momento de alienacin del mundo-torsin,

    luego sacud la cabeza. Si no haba cocana en el apartamento, entonces alguien

    la trajo con l, y no importa cuntas veces ves ese tipo de cosas en la televisin,

    dudaba que hubiera sido la polica. As que fueron a los asesinos, pero por

    qu?

    Porque a nadie le importa lo que sucede con los traficantes de drogas.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    Debido a que no sera un escndalo averiguar quin lo hizo si las vctimas eran

    delincuentes ellos mismos. Y la polica estara buscando en la direccin

    equivocada, hacia los otros contrabandistas de drogas de la ciudad, no hacia la

    gente que nos haba estado siguiendo desde que haba vivido en Inglaterra.

    Puse de nuevo el papel, entre dos estantes, y salt a la escuela primaria, entre el

    seto y las escaleras, cerca del llano. Yo no quera ir directamente all. Tena

    miedo de que todava estuvieran vigilando el lugar. Si me quisieran, podran

    estar esperando en el interior a que apareciera de nuevo. Y me iban a matar.

    Muerto.

    Al igual que mam. Al igual que pap.

    Yo no lo entenda. Yo no les haba hecho nada. Estaba bastante seguro de que

    pap y mam no lo haban hecho, tampoco. Pero con bastante claridad queran

    verme muerto.

    Camin hacia el piso y casi de inmediato con una mujer empujando un

    cochecito de beb se detuvo y dijo: -No eres t ese chico cuyos padres eran

    ingleses?

    -No, seora. -El acento nico estadounidense, yo podra hacer con cualquier

    tipo de conviccin era del Profundo Sur. -Ah debo parecerme a l. Usted es la

    segunda persona que lo dice hoy.

    -Oh.

    -Yo sonre y segu caminando, pero cuando volv la esquina, estaba hablando

    por su telfono celular. Hijos de putas todos. Entre a un callejn y cuando las

    vallas altas me escondieron, salt.

    rea Vaca de nuevo. O yo estaba hacindolo mejor o haba trasladado ya gran

    parte de la suciedad estaban ahora suelta aqu que no era tanto para barrer en el

    aire. Las manchas de sangre, estaban desapareciendo, pero las hormigas ahora

    extraan la oscura suciedad. Todava recordaba las manchas de sangre en la

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    alfombra. Le di una patada a la grava y a la arena sobre el terreno, a las

    hormigas y a todo.

    Me tom un momento calmarme lo suficiente para saltar hacia atrs a donde

    Sam, antes del manantial. Salpiqu agua sobre mi cara y me sent a la sombra.

    Despus de un poco, entr de nuevo a la casa y saqu el almuerzo que Consuelo

    me haba dejado, tamales con carne de cerdo. El olor me hizo querer nachos y

    salsa. Crujiente, saladas y un medio de salsa, no poda manejar las cosas ms

    calientes.

    Por qu no?

    Salt de nuevo a la escuela primaria. Haba un mercado Safeway una cuadra al

    este de los terrenos de la escuela y compr nachos, la salsa y varias botellas

    grandes de Gatorade, y luego salt de nuevo al manantial. Empec a poner el

    extra Gatorade en la nevera, haba un montn de sitio, pero luego pens en Sam

    y en Consuelo al verlo all, as que guard las botellas debajo de mi cama en su

    lugar. Los nachos y la salsa saban bien, muy bien, y com hasta que la bolsa

    estuvo vaca y yo estuve incmodamente lleno.

    Enterr la bolsa enterr en el fondo del cubo de la basura, pero el frasco de salsa

    estaba medio lleno, as que lo puse en el parte trasera de la nevera, detrs de los

    pepinillos y la mayonesa.

    Yo quera tener otra carrera en el piso, para tratar de llegar sin llamar la

    atencin, pero estaba cansado y con sueo, por caminar y el estmago lleno. Yo

    todava estaba dbil, supongo, de la prdida de sangre. Pens en saltar

    directamente a mi habitacin, pero me acord de los pasos en la escalera. Tal

    vez se haba plantado errores? Tal vez estaban viendo?

    Me sent en la cama. La almohada tir de m y me dej caer otra vez. Estaba

    dormido casi inmediatamente despus de poner mi cabeza en la almohada.

    Sam trajo a casa el San Diego Daily News y me lo entreg en la sala de estar. -

    Ellos tienen esto -dijo.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    Haban utilizado la misma foto.

    CHICO DESAPARECIDO DESPUS DEL ASESINATO DE SUS PADRES.

    La historia era un poco diferente pero tena ms o menos los mismos hechos,

    entre ellos lo de las drogas y la implicacin de que pap y mam eran

    criminales. Apret los dientes mientras lo lea.

    Es basura, ya sabes, lo de las drogas. No en nuestra casa, nunca. Mam tena un

    to. Era un alcohlico y muri de ello. No estbamos muy bien, mam no

    trabajaba porque me educaba en casa, y pap no poda conseguir trabajo

    adecuado, ya que supone contrataban a los estadounidenses primero en su

    especialidad. Para pagar el alquiler extendan hasta el ltimo centavo del salario

    de pap. Si hubieran estado vendiendo drogas, hubiramos vivido as?

    l inclin la cabeza hacia un lado. -Slo s lo que he ledo y lo que me has dicho.

    Y no me has dicho mucho. Y que tienes que decir, bien cul es tu nombre?

    Mis odos se calentaron y apart la mirada. -Lo siento. El peridico tiene razn.

    Es slo que era por mi por quien preguntaron cuando llegaron a la puerta. Mi

    nombre. -Mir a la pared y apret los ojos cerrados. -No iban detrs de pap y

    mam. Iban detrs de m.

    Nunca salte si alguien me poda ver y no iba cerca de casa. Yo haba hecho

    ambos y mam y pap estaban muertos.

    -De verdad ellos queran matarte? -l arque las cejas. -Has visto algo que se

    supone no debas ver? O hay dinero en juego? Esperas heredar algo? -Cogi

    una silla de madera de la pared y se sent a horcajadas hacia atrs, los brazos

    apoyados en la espalda. l seal el papel. -Esta no fue su psicpata caza

    promedio, verdad? El diario dijo que los vecinos vieron salir varios asaltantes,

    as que haba ms de un atacante, verdad?

    Asent, sin confiar en m para hablar.

    -Llegaron a la puerta preguntando por ti? No por tu pap o tu mam?

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    -No acabo de decir eso? No por una herencia, sin embargo. Y no viene detrs

    de m porque vi algo que no deba.

    -Entonces, por qu? Esto no es Sudn. La gente no mata a los nios sin

    ninguna razn. Incluso los psicpatas tienen una razn.

    -Es algo que hice. -Apenas sali de mi boca, sin pensar. Mi corazn se aceler

    por un momento, pero tom una respiracin profunda y dije: -Es algo que

    puedo hacer.

    Consuelo, que estaba trabajando en la cena en la cocina, entr en la sala y

    levant una bolsa de plstico con unos pocos frijoles pintos en la parte inferior.

    -Sam! necesitamos habas. De acuerdo?

    Mir por encima del hombro y le dijo: -Okey, maana compro.

    -Tempranito en la maana!

    -Okey lo primero. -Se encogi de hombros y se volvi hacia m. -Qu quieres

    decir, algo que hiciste? Mataste a su perro o algo as? Hiciste pis en la piscina?

    Y vas a hacerlo de nuevo?

    Iba contra las reglas. l nunca me creera sin una demostracin. Entonces, por

    qu importa si l lo crea? Se hizo solo. Y las normas eran de pap y mam y

    estaban muertos.

    -Recuerdas en la parada de la gasolinera, cuando me preguntaste de dnde

    haba conseguido esto? -Seal mi camisa y los pantalones.

    Sus ojos se estrecharon. -S. Pens que tal vez las haba escondido cerca de la

    estacin anterior.

    Negu con la cabeza y me levant. -Consuelo necesita habas.

    -S, las conseguir en la maana.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    Salt a la parte posterior del Safeway en San Diego, donde haba conseguido los

    nachos y la salsa antes. Cog la bolsa de arpillera de veinte libras de frijoles

    pintos y la pagu en la lnea rpida de verificacin.

    Cuatro minutos despus de haber desaparecido de la sala de Sam volv a

    aparecer. La silla en la que haba estaba sentado estaba en el suelo, a su lado. l

    estaba en la esquina, vertiendo algo de una botella en un vaso, pero super el

    aire alrededor de la habitacin al llegar y le tembl la mano, derramando el

    lquido. -Maldita sea!

    Le ech la bolsa. -Los frijoles.

    Se qued mirando un momento y luego tom un sorbo de la copa.

    Llev los frijoles a la cocina y los puso sobre el mostrador.

    Consuelo se sorprendi, entonces agradecida. Bueno! Ella recit una frase en

    espaol hacia la sala de estar y la voz de Sam, ms ronca de lo habitual,

    contest: -Si. Yo s.

    Volv y me sent en el sof.

    Despus de un momento, Sam dej la botella y se llev la copa a travs del

    cuarto. Cogi la silla y se sent sobre ella, se dej caer un poco.

    -Qu fue eso?-pregunt en voz baja, con la voz todava ronca. El olor del

    whisky me lleg con su aliento, me record al whisky semanal de pap.

    -Fui a un Safeway, en San Diego, compr los frijoles, y regres.

    -Me dieron el papel de frijoles. Los compr?

    -La lnea de expres estaba vaca.

    -Bueno, s, creo que lo veo. Lo que no entiendo es la parte del viaje a San Diego.

    Asent con la cabeza. -Es lo que puedo hacer. Salt. Tele transporte. Lo que t

    quieras llamarlo.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    -Es as como has conseguido esa ropa?

    Asent con la cabeza. -S, volv a mi casa y obtuve mi asignacin y mi pasaporte.

    Mi voz se rompi y convulsivamente dije: - la cinta todava estaba all, y la

    sangre. Y alguien empez a subir por las escaleras y salt.

    -Respira profundo, chico. Despacio.

    Asent con la cabeza y trat de hacerlo, hasta que mi corazn no estuvo

    corriendo.

    Despus de un poco me pregunt: -Cunto tiempo has sido capaz de hacer

    esta cosa?

    -Lo hice por primera vez cuando tena cinco aos, de vuelta en Oxford. En

    pblico. Delante de testigos. Hemos estado movindonos desde entonces.

    -Movindoos? Por qu?

    -Pap y mam dijeron que la gente empez a aparecer, haciendo preguntas en

    su trabajo. Luego hubo una llamada cerca de la carretera. Pens que era un

    conductor descuidado. De todos modos, salt detrs de una caja de correos y

    me extra pero l sigui conduciendo. No pasa nada, pens. Pero mam lo vio

    desde arriba. La o decir a pap que haba estado esperando a que cruzara.

    Se chup los dientes. -Puedes ir a cualquier parte?

    -Donde quiera que haya estado antes que yo recuerde lo suficientemente bien.

    Trag el ltimo de su whisky. -Puedo ver por qu lo querran, podra ser til.

    Pero por qu quieren matarte? Si pudiera hacer lo que haces, si yo fuera ese

    tipo de hombre... Me gustara capturarte, para usar lo que haces.

    -Bueno, pap habl de eso, tambin. Lemos un libro de Stephen King sobre la

    chica que era secuestrada por el gobierno.

    -Firestarter -dijo Sam. -No lo le, pero vi la pelcula.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    -S, con Drew Barrymore. La alquil despus de leer el libro.

    -Pero por qu no algo as? Por qu quieren matarte en su lugar?

    Mi corazn empez a correr y yo estaba respirando rpidamente de nuevo.

    Antes de que Sam dijera algo deliberadamente hice respiraciones profundas,

    respiraciones lentas. El luto pudo haber sido una de las cosas que me estaba

    ahogando, pero reconoc la otra cosa ahora. Miedo.

    Ellos me iban a matar. Nos siguieron por ms de cinco aos hasta que nos

    encontraron y, a continuacin trataron de matarme. Me dieron ganas de

    esconderme debajo de una cama. Me dieron ganas de acurrucarme en una

    pelota y tirar tierra sobre m.

    Volv solo a respirar. La pregunta de Sam todava flotaba en el aire, aunque, al

    igual que un vaso de leche cayendo. No se puede agarrar a tiempo, basta ver

    como se cae, anticipando la propagacin de cristal del charco lquido blanco y

    dentado. -Yo no s por qu me quieren matar-.

    Ms tarde, despus de la cena, despus del atardecer, le dije a Sam que iba a

    regresar al piso.

    -Por qu?

    -Bueno, para empezar, mi ropa est empezando a apestar. Quiero mis cosas.

    -Y no crees que van a estar esperando?

    -Por supuesto! -Mi voz era chillona y yo sujet mi boca cerrada y me concentr

    en mi respiracin de nuevo. Me pregunt si me estaba dando asma o algo as.

    Despus de un poco le dije: -No voy directamente all. Voy a saltar primero al

    barrio y comprobarlo.

    -La ropa se puede comprar, chico.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    -Saqu mi tesoro y lo extend sobre la mesa del caf. Haba sesenta y tres

    dlares y algn cambio, quince francos, libras y siete, ocho chelines -En realidad

    no va a durar tanto tiempo, verdad? Adems, es mi cumpleaos. Cumplo diez

    aos. Yo debera ser capaz de conseguir mis propias cosas.

    -Realmente no creo que debas.

    No escuch el resto, pero mientras caminaba hacia el apartamento desde mi

    sitio de salto detrs del seto de la escuela, me senta culpable. Esperaba no

    haber desordenado el saln demasiado. Sam no haba hecho otra cosa que

    ayudarme y que haba hecho yo por l, adems de la bolsa de granos?

    El piso sola ser solamente el almacenaje sobre el garaje de una pequea casa en

    Texas Street, pero ahora la casa en s era una propiedad separada alquilada con

    un camino de entrada y el patio se haba dividido con vallas. Haba un camino

    estrecho a lo largo de la valla de nuevo al piso pero haba un coche de la polica

    en la calle, ms o menos donde haba estado antes. El polica estaba leyendo en

    el interior con la luz del techo.

    Volv sobre mis pasos y fui al callejn, me adher a las sombras a medida que

    me acercaba a la casa y evit los patios con los perros. Afortunadamente, la

    mayora de los perros estaban dentro y el que no lo estaba, un gran labrador

    llamado Lucky, viva en la casa de alquiler enfrente y me conoca. Haba una

    brecha en la cerca, en la esquina de su patio trasero, me agach y serpentee mi

    mano para rascarle la cabeza. Jadeaba y cambi, poniendo ms de su cuerpo a

    mi alcance. Trabajaba en la parte superior de su cuello cuando sent sus orejas

    subir y la cabeza se desplaz hacia la derecha, bajando por el callejn. Me dio

    un poco entusiasta "Guau!" pero luego empuj la cabeza hacia atrs en mi

    mano. Despus de unos cuantos segundos ms rascando, o en la distancia pies

    raspando sobre tierra.

    Lucky me puso en profunda sombra y ocultndome tambin en esa direccin

    por un hibisco superdesarrollado que creca en el callejn de la esquina de

    nuestro patio. Asomndome por el hibisco al nivel de la rodilla vi la silueta de

    tres hombres que caminaban por el callejn, retroiluminados por la farola

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    distante. Uno de ellos llevaba una bolsa colgada del hombro y todos caminaban

    curiosamente, elevando cada pie desde el suelo y luego poniendo en el suelo el

    taln primero antes de rodar el pie hacia delante a los dedos.

    Saqu la cabeza hacia atrs rpidamente, con miedo de que me hubieran visto,

    y, de hecho, o a alguien decir: -Qu eso?

    Entonces Lucky empez a ladrar una tormenta, al lado de mi cabeza. Casi

    retroced al callejn, pero me di cuenta de quin era la voz a la que ladraba.

    El propietario de Lucky, el Sr. Mayhew, lleg a la puerta de atrs. Lucky,

    mueve tu culo aqu ruidoso!

    Lucky fue saltando a la puerta de atrs. -Qu has odo? le dijo en voz baja.

    Meti al perro, pero se qued en el porche trasero por un momento,

    escuchando. Me pregunt si Lucky haba estado ladrando la noche que

    mataron a pap y mam.

    Despus de un momento escuch crujir la puerta de nuevo y vi la silueta de

    Mayhew cuando pis de nuevo en su cocina.

    Me inclin hacia adelante un poco, mirando a travs de las ramas de los

    hibiscos. Los tres hombres se haban aplanado a s mismos contra la puerta del

    garaje en respuesta al ladrido de Lucky , pero cuando el seor Mayhew volvi a

    entrar se movieron de nuevo, trabajando rpidamente. La escalera del piso

    descenda hacia la calle, y al nivel del suelo se poda ver el coche patrulla

    aparcado enfrente. En vez de ir por ese camino, el que tena la bolsa se

    estableci en el costado, a continuacin, se interpuso entre los otros dos. Ambos

    cayeron de rodillas y le agarraron de los tobillos, luego se levantaron

    bruscamente, lanzndolo hacia arriba.

    Se agarr a la barandilla por encima y puso un pie en el rellano sin el ms

    mnimo ruido, salt la barandilla y cay en cuclillas delante de la puerta.

    Supuse que la puerta estaba cerrada, pero la haba abierto casi de inmediato. Se

    levant de nuevo y se inclin sobre la barandilla.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    Los hombres a continuacin le lanzaron la bolsa que llevaba colgando, pero casi

    la perdi, enganchndola por la correa en el ltimo minuto. Uno de los hombres

    exclam: -Cuidado, hermano!

    -Shhh! -los otros silbaron.

    -Shhh tu mismo. Los detonadores han hecho un ruido mucho ms que yo.-

    Reconoc la voz. Era el hombre con acento de Bristol.

    En el rellano ms arriba, el hombre desapareci en el apartamento.

    Los dos hombres de abajo dieron un paso hacia atrs en la sombra de la puerta

    del garaje. -Qu le impide la voladura por algn otro, la polica, o el

    propietario?

    -El sensor de la puerta. Las personas que entren normalmente, bueno, no van a

    hacerla estallar. Pero si l aparece dentro, cuando el sensor de movimiento de

    viajes, o el sensor la puerta no lo vea. Esto ser un regalo.

    As fue como lo hizo con mis padres? Busqu una piedra, una roca grande, que

    pudiera lanzar o golpear con ella. Haba una lnea de ladrillos bajo el borde de

    la cerca, para mantener a Lucky fuera. Tuve la oportunidad de tirar una de la

    esquina, haba un ladrillo escondido en medio irregular para completar la fila.

    Quera lanzrsela a ellos y saltar lejos. O tal vez saltar a la derecha, al lado de

    ellos y golpearlos en la cara con ella.

    Me temblaban las manos y no saba si era miedo o rabia, pero no confiaba en

    m mismo para lanzar el ladrillo y golpear a alguno.

    El chico de arriba, sali y dej caer el bolso vaco encima de la barandilla, a

    continuacin, se balance, se sent hasta que colg el brazo extendido y se dej

    caer.

    Maldita sea!

    Salt a la mitad de la calle y me acerqu al coche de polica. -Oye -le susurr.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    El polica retrocedi, sorprendido, dejando caer su libro y bajando una mano

    por la cintura a la pistola.

    -No eres t...?

    -S! Pero los hombres que mataron a mis padres estn ah! Dirig mi dedo

    hacia abajo de la ruta de ladrillo de acceso a la escalera. -Detrs del garaje.

    Slo que ellos no estaban detrs del garaje.

    Los proyectiles destrozaron las ventanas de los pasajeros y redujeron

    drsticamente los lados y luego el polica se inclin ms, su cabeza a mitad de

    camino por la ventana, agarrando lo que asoma de su cuello, una cosa con un

    cable conectado a ste, y yo estaba en el Cuarto Vaci en un torbellino de polvo

    y maleza.

    Oh Dios, Oh Dios, Oh, Dios mo. Haban visto mi salto? Cuando me present

    en la patrulla? Pero yo estaba en el otro lado, lejos de ellos. Soy corto, el coche

    debera de haberme bloqueado.

    Todava tena el ladrillo en la mano. Haba sangre en mi camisa. La sangre del

    polica.

    Di un salto atrs al callejn y me asom por el sendero. Los tres fueron por el

    auto, las armas apuntando, cada uno mirando en una direccin diferente, pero

    todos ellos se volvieron hacia m, el instante que yo aparec.

    Ellos supieron cuando yo salt.

    Corrieron hacia el piso y yo salt de nuevo, pero slo por el callejn, debajo de

    la ventana de mi dormitorio. O sus pasos por las escaleras y lanc la piedra

    haca arriba, todo lo que pude, a travs de mi ventana.

    Fuego, luz, sonido y lluvia de cristales. Yo no podra haberme quedado ah, si lo

    intent, pero volv a la final del bloque casi tan pronto como di un respingo

    hacia el rea Vaca.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    Todava estaba lloviendo escombros y el techo del apartamento haba

    desaparecido y cada alarma de coche en la ciudad pareca que se iba a marchar.

    Me acerqu con cuidado por la acera vi como decenas de personas salieron de

    sus casas para mirar con los ojos muy abiertos la calle.

    Volv sobre mis pasos y mir hacia abajo en la boca del callejn, de donde los

    hombres haban venido de la primera vez que los vi. Despus de un minuto,

    dos de ellos aparecieron, arrastrando el tercero con los brazos sobre sus

    hombros. Al pasar bajo el farol vi sangre en sus rostros, los cristales rotos

    decid, y uno de ellos arda, literalmente, bocanadas de humo salan de su pelo

    y del hombro.

    Un coche se acerc por la calle y se detuvo bruscamente. Empujaron el hombre

    que no poda entrar por la espalda y subieron a ambos lados, entonces el coche

    se dirigi hacia m.

    Di un paso detrs de un rbol y lo vi pasar. En el siguiente bloque gir a la

    derecha. A lo lejos, el estruendo de las alarmas de automviles fue sustituido

    por el sonido de alerta de las sirenas de servicio de emergencia.

    Por un momento pens en caminar de nuevo a la fiduciaria, para ver si haba

    algo dejado, algo que me pudiera llevar, pero el barrio estaba bien y

    verdaderamente despierto y muchos conocan mi cara.

    Salt.

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    Cuatro

    Saltamontes y Carbn

    Cuando el autobs se detuvo en La Crucecita, pens que era slo otra parada en

    el viaje. Habamos pasado cinco das en autobuses de segunda clase y rutas

    compartidas con minibuses en donde otros pasajeros podan llevar pollos y

    donde yo haba acabado con un beb o nio pequeo en mi regazo ms de una

    vez.

    Habamos dormido una noche en un hotel en Ciudad de Mxico, porque solo

    dormamos la siesta en autobuses repletos.

    Consuelo dijo:- Hemos llegado, -y tras cinco das de solo escuchar nada ms

    que espaol, yo en realidad, le entend a ella.

    Habamos llegado. No poda oler el mar. Yo no lo poda ver. Solo senta el olor

    de los humos del autobs diesel. Ol a ganado y a cebollas cocinadas.

    Mi estmago ruga. No haba comido nada a excepcin de unas patatas fritas en

    el autobs, que haba comido por ltima vez en Oaxaca, medio da antes.

    La mayora de los pasajeros que se haban bajado en La Crucecita , se fueron

    por la calle hacia el centro, pero Consuelo me llev detrs de la estacin y hasta

    una colina boscosa medio invadida por el banano, rboles y arbustos. Estaba

    hmedo pero no demasiado caliente, no como algunos de los lugares de nuestro

    viaje, donde empleaba toda mi fuerza de voluntad para no entrar en algn

    centro comercial con aire acondicionado.

    Llegamos a la cima de la colina en menos de diez minutos y percib que la brisa

    ola a mar.

    Mirando entre los rboles vi destellos de azul zafiro. Consuelo se volvi en la

    cima, lejos del agua, pero por suerte, todava se ola en la brisa. Despus de

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    otros cinco minutos seal cuesta abajo a un tejado de tejas de arcilla roja visible

    entre los rboles.

    -Al fin hemos llegado!

    Me mov hasta que pude ver ms, a travs de los rboles. Era una construccin

    con un patio de adoquines. Estaba rodeada por un muro bajo, pero tambin

    haba construcciones adicionales en ambas alas que se extendan en forma de

    rectngulo.

    Consuelo se persign y luego se volvi hacia m.

    -Wal-Mart. Bien, Greeefin?

    Habamos estado trabajando en mi espaol todo el viaje.

    - No, me llamo Guillermo. Acurdate .

    -Muy bien. Lo recordar. Wal-Mart, de acuerdo, Guillermo?

    - Si -Dije. -Un momento.

    La primera vez que salte en frente de Consuelo, haba vuelto al altar en su

    habitacin y regres con un frasco de lquido claro. Lo haba salpicado a travs

    de mi cara y pecho y comenz una larga retahla latina que comenzaba

    "Exorcizo te", pero eso es todo lo que pude entender, en realidad.

    Sigui una discusin muy larga .La discusin entre Sam y Consuelo en que

    empleaban palabras como el Diablo y demonio, y l us de la palabra milagro ,

    muchas veces. Por ltimo, para que se tranquilizara, tuve que ir al centro con

    ella y arrodillarme en el santuario de Nuestra Seora de Guadalupe,

    santiguarme con agua bendita y comulgar en la misa, que fue probablemente

    un pecado, ya que no era catlico, pero ella no estaba preocupada por el pecado

    en s, sino por los poderes demonacos.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    Ella decidi que yo no era un demonio o que estaba posedo, pero ella nunca

    estaba completamente cmoda con ello.

    Sam no estaba en casa, pero las cosas estaban , donde las haba dejado, en dos

    carros viejos estables y dos carretillas con un gran montn de ropa, zapatos,

    juguetes, paales, para un beb que haba nacido recientemente. Tambin haba

    herramientas.

    Empec con los carros, salte cada vez con uno, y luego segu con el resto.

    Consuelo lo recoga y lo apilaba en los carros, en montones que eran ms altos

    que ella.

    No todo fue comprado en Wal-Mart. Slo la mayora.

    Haba muchos baches en la bajada hacia la casa haba que ir reteniendo los

    carros en vez de empujarlos. A la madre de Consuelo, la matriarca de la familia,

    fue a la primera que vimos.

    Hubo lgrimas y abrazos. Consuelo no haba estado en casa desde el funeral de

    su marido y su hijo ,hace tres aos .

    Los nios y algunos adultos salieron rpidamente, la mayora de los adultos

    estaban en el trabajo y la mayora de los nios en la Escuela. Me presentaron

    como Guillermo, el hurfano. La Crucecita era un pueblo en la costa sur de

    Oaxaca, era parte de una zona turstica ,ms grande, llamada Bahas de

    Huatulco, a cien kilmetros al sureste de la Ciudad de Mxico, y a un par de

    cientos de Guatemala al oeste de la frontera. El azul del agua del Pacfico me

    record a la baha de Siam, como zafiros brillaban con el sol.

    No es que estuviera lleno de gente, en comparacin con Acapulco o Puerto

    Vallarta, pero al ser un gringo, yo no llamara la atencin en gran parte, a causa

    de los turistas. Esa era la teora, explicada por Consuelo a Sam.

    Su familia trabajaba para los complejos hoteleros como empleadas domsticas,

    jardineros, chferes y cocineros.

  • GLO GRIFFIN'S STORY

    Los que no trabajan en los hoteles se encontraban en los EE.UU., les enviaban

    dinero, pero esto fue cambiando a medida que fue ms difcil entrar en los

    EE.UU.

    Hubo una fiesta de bienvenida en casa esa noche y Consuelo entreg regalos a

    todos. Yo estaba algo perdido con el idioma. Alejandra, una de las muchas

    sobrinas de Consuelo. Adems del espaol, hablaba ingls, francs y a