La fuga de Cahuillaca

Julio Roca Arellano

Cuenta la leyenda que en los tiempos en que el mundo era reinado por las huacas e ídolos sagrados de los andes vivía en Huarochiri una Huaca muy hermosa conocida con el nombre de Cahuillaca y todos los dioses la pretendían. Pero ella los rechazaba.

Un día Cahuillaca se encontraba tejiendo bajo un árbol de lúcuma mientras era observada por Cuniraya Huiracocha, el dios del campo quien solía andar disfrazado de mendigo.

Cuniraya prendado de su belleza pensaba en una manera astuta de acercarse a la bella Cahuillaca. Entonces se convirtió en un pájaro y voló hasta la copa del Lúcumo, donde encontró una lúcuma madura en la que deposito su simiente, luego la hizo caer del árbol justo al costado de donde Cahuillaca se encontraba tejiendo. Al verla esta se la comió muy gustosa y así la bella diosa quedó embarazada.

A los nueve meses, Cahuillaca dio a luz. Durante más de un año crio sola a su hijo, pero siempre se interrogaba sobre quién sería el padre. Llamó a todos los Huacas y Huillcas a una reunión a la que asistieron muy finamente vestidos y arreglados, convencidos de ser a los que la bella Cahuillaca elegiría. Al llegar se fueron sentando, y la bella huaca les enseñaba a su hijo y les preguntaba si eran los padres. Pero nadie reconoció al niño. Cuniraya Huiracocha también había asistido, pero como estaba vestido como mendigo Cahuillaca no le preguntó a él pues le parecía imposible que su hijo hubiese sido engendrado por aquel hombre pobre.

Cahuillaca ideó posar en el piso al niño, dejando que vaya donde se encuentre su padre. El niño se dirigió muy contento donde se encontraba Cuniraya Huiracocha. Cuando su madre lo vio esta se lamento y se negó a creer que había engendrado un hijo con un pordiosero cogió a su hijo y corrió hacia el mar. Entonces Cuniraya se quito el disfraz de mendigo y se vistió con un traje de oro, y la siguió, llamándola para que lo viera. Pero Cahuillaca no volvió para mirarlo, siguió corriendo asustada y al llegar a la orilla, frente a Pachacamac, se arrojó con el niño y quedaron convertidos, ella y su hijo, en dos islotes que están muy cerca a la playa.