Lindon - Las Huellas de Lefebvre Sobre La Vida Cotidiana

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    Uno de los sentidos de la palabra huella es la impresin pro-funda y duradera que deja algo o mejor an, alguien. Es este elsentido de huella que estoy retomando para reflexionar acerca dela vida cotidiana desde Lefebvre: un autor y una obra que ha deja-do una impresin profunda y duradera en el campo de la vidacotidiana. No obstante y desafortunadamente, esto no es sinnimode amplio reconocimiento. El reconocimiento y la difusin de unautor o de una obra no necesariamente estn mediados por suprofundidad y por el aporte en s mismo.

    En este trabajo reviso tres planos del pensamiento de Lefebvresobre la vida cotidiana. En el primero exploro cul es su concep-cin de lo cotidiano, con la advertencia que un pensamiento tan

    Las huellas de Lefebvre sobre

    la vida cotidiana

    Alicia Lindn Villora*

    * Profesora-investigadora. Departamento de Sociologa, UAM-Iztapalapa,miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

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    complejo nunca podra caber en la limitada visin de ofrecer una definicin, aunques innumerables pistas. En el segundo apartado analizo la relacin entre lo cotidiano y

    la historia, de donde se desprende una de sus mayores huellas: el movimiento cons-tante de lo cotidiano entre las tendencias a la repeticin y la capacidad de transforma-cin social de lo cotidiano, sea que se la llame revolucin, movimiento contestatario,subversin o crisis. Por ltimo, abordo otro eje importante del pensamiento de Lefebvresobre lo cotidiano como es la crtica, la necesidad de un pensamiento crtico y polticopara hacer emerger toda la capacidad creativa y liberadora de lo cotidiano.

    Por ltimo, es necesario destacar que la preocupacin por lo cotidiano en Lefebvreno es un interrogante puntual que lo lleva a escribir una obra en particular. Es unapreocupacin que moviliza su pensamiento a lo largo de casi toda su vida. Es el teln

    de fondo de su pensamiento. Las obras que tomo en esta ocasin son las ms relevan-tes sobre el tema: los tres volmenes deCrtica de la vida cotidiana,el libroLa vidacotidiana en el mundo moderno y el artculo titulado Introduccin a la psicosociologade la vida cotidiana, incluido en una obra que fuera publicada por primera vez en1970 y de amplia difusin, como es De lo rural a lo urbano; no obstante ya haba sidopublicado anteriormente en La enciclopedia de psicologade Nathan. Aunque puedaparecer que en el conjunto de la obra de Lefebvre stas slo constituyen una parte, esinnegable que los temas aqu tratados vuelven a aparecer en otras de sus obras simul-tneas y posteriores, a veces slo son anunciados en otras obras y desarrollados enstas, en otros casos, aqu son tratados parcialmente y ampliados en otras obras. Porejemplo, su obra sobre las representaciones (La presencia y la ausencia, 1983), comol mismo seala, es la pieza que faltaba en el segundo volumen de laCrtica paraexplicar por qu ocurre lo que en ese volumen describe. De igual forma,La produc-cin del espacio va a abordar el tema de la espacialidad que aparece una y otra vez ensu pensamiento explcito sobre la vida cotidiana. En sntesis, el inters por la vidacotidiana atraviesa prcticamente todo el pensamiento de Lefebvre.

    El primer volumen de la Crtica de la vida cotidiana fue escrito en 1945 y se publicaen 1946, aunque en 1958 se publica una segunda edicin aumentada del mismo. Elsegundo volumen de laCrtica... se publica por primera vez en 1961, mientras que el

    tercero y ltimo aparece casi 40 aos despus del primero y a 20 del segundo, en1981, considerando que en 1967 slo unos cuantos aos despus del segundo volu-men se publicaLa vida cotidiana en el mundo moderno.

    En un momento Lefebvre seala que el tema de la vida cotidiana es de tal centralidaden las sociedades contemporneas que ameritara una revista que se publicara regu-larmente, ms an por los cambios acelerados que estn realizando las sociedadesactuales. Advierte que no lo ha podido concretar en esos trminos por problemaseditoriales, pero igualmente su propia obra va apareciendo a lo largo de ese arco de40 aos ya mencionado.

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    rentes porciones del espacio. Esta forma de espacialidad de la vida cotidiana esmuy cercana a lo que las geografas existencialistas y el humanismo geogrfico,

    desde los aos setenta, estudian a partir del concepto de lugar (Tuan, 1977) obien el de espacio de vida (Di Meo, 1991). De esta forma en Ulises, cuando elprimer personaje, el hombre comn (el seor L. Bloom), est fuera de los lmitesde su lugar (la zona deteriorada de Dubln), en l se personifica la figura deldesterrado o del exiliado. Posiblemente, lo paradjico de este tipo de territoria-lidad es que el sentido del destierro emerge dentro de la misma ciudad del suje-to. Cuando el actor traspasa un lmite fsico, que est cargado de sentido por lasexperiencias ah vividas, encarna la figura del desterrado por estar fuera desu tierra, en un territorio vaco de sentido para l. En otras palabras, traspas su

    terrae cognita y entr en una terrae incgnita.2

    La ciudad, Dubln, con su ro ysu baha (...), lugar de un momento (...), presencia mtica, ciudad concreta eimagen de ciudad (...) las gentes de Dubln han modelado su espacio y son mol-deadas por l (Lefebvre, 1972:11).

    Las pluralidades de sentido. Lefebvre incluye los sentidos como parte de la vidacotidiana, pero lo hace en trminos de pluralidad, sentidos que coexisten comopolifona, polisemia, polivalencia. Un ejemplo espacial de la polisemia de senti-dos se presenta en torno a los puntos cardinales desde un lugar, que sigue siendoDubln. Consideremos el caso del Este. Para el joven artista (Stephen Dedalus),3

    el Este visto desde Dubln representa la liberacin, ya que se proyecta sobre elcontinente europeo; pero al mismo tiempo, el Este tambin representa el poderpoltico y eclesistico a travs de las ciudades europeas constituidas en iconos deesos poderes: Pars, Roma, Londres... Aun, se podra encontrar que el Este paralos irlandeses tradicionales tambin representa un cosmopolitismo despreciado,precisamente por alejarse de lo propio del lugar (Pimentel, 2001:193).

    2 Nos referimos aterrae cognitayterrae incognitaen el sentido que a estas expresiones le dio DavidLowenthal.

    3 Cabe recordar que Bloom y Stephen Dedalus son los dos personajes masculinos principales de Ulises,y los dos vienen a representar al propio Joyce, aunque el primero va tomando ms peso que el segundo amedida que transcurre el periplo. El primero Bloom es el hombre comn (el pequeo comerciantejudo) y el segundo Dedalus es el artista. Sthepen Dedalus ya haba aparecido en la obra previa de Joyce,El retrato del artista adolescente. De hecho, Ulises empieza donde termina El retrato del artista adolescente.Aunque hay una diferencia central entre una y otra obra, y posiblemente por eso, Lefebvre no refiere aElretrato del artista adolescente,sino aUlises:en la primera no hay transcurso, no hay accin y por eso nohay narracin. El progreso es psicolgico, porque se asiste al desarrollo de un individuo. En cambio, enUlises,el tema es la vida cotidiana, por eso hay narracin y sta nos lleva por las calles de la ciudad de lamano de Bloom, errante en su ciudad, rodeado de todos y siempre solo, haciendo escala en todas partesy prolongando su carrera hasta el final de la noche (Mercanton, 1999:15). Esta cotidianidad es la odiseadeUlises, es decir, el periplo de Bloom.La narracin es fatigosa porque recrea con detalle el transcurrircotidiano, caminar, entrar en diferentes lugares, interactuar con distintos personajes y seguir.

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    As, para Lefebvre, lo cotidiano siempre implica pluralidades de sentidos,asociados a puntos de vista, que se pueden condensar en ciertos elementos espa-

    ciales. Lo simblico: Lefebvre tambin concibe lo cotidiano a partir de conjuntos simb-licos. Los smbolos forman agrupaciones o constelaciones, aunque no aceptahablar de sistemas simblicos, ya que reserva este concepto para las representa-ciones formalizadas y verbalizadas. Cada conjunto de smbolos va unido a unatemtica. En reiteradas ocasiones insiste en diferenciar el smbolo del signo y msan, de la seal. El smbolo implica una comunidad que lo reconoce, esconnotativo y no denotativo. Son smbolos el mar, el sol, la montaa, el ro. Unode los rasgos ms importantes para reflexionar el smbolo en la vida cotidiana es

    su eficacia emocional directa. El smbolo atribuye una naturaleza o un mismocarcter a dos seres o dos cosas diferentes en apariencia y en realidad, pero quepor efecto del smbolo son menos diferentes en apariencia que en realidad. Elsmbolo identifica parcialmente a dos seres, evoca a uno a partir del otro (Lefebvre,1961:287). Una vez ms, en Ulises aparece esta concepcin de lo simblico queLefebvre retoma. Por ejemplo: Lo femenino se significa en el elemento fluido,tiene por significado el ro, el agua. Pero cuando dos lavanderas [...] cuentan lahistoria del ro, ste, de significado pasa a ser significante (Lefebvre, 1972:13).

    El tiempo: lo cotidiano no podra prescindir del tiempo. Por un lado, para Lefebvreel tiempo social es la permanente interseccin de tiempos lineales y tiemposcclicos, los primeros derivan de la tecnologa, el conocimiento y la racionalidad;los segundos, de la naturaleza (Lefebvre, 1961:233). A esta interseccin la llamritmoanlisis. No obstante, la introduccin de la temporalidad se torna ms com-pleja ya que los tiempos lineales y cclicos son vistos en varias escalas que operansimultneamente y estn incrustadas unas dentro de las otras. Los ciclos estndentro de procesos acumulativos lineales en los cuales hay discontinuidades ycontinuidades.

    Hay un tiempo vivido o cotidiano (el ciclo de las 24 horas), es el tiempo de lasprcticas de los individuos, el del transcurrir constante. Ese tiempo cotidiano que

    lleva consigo lo cclico de la repeticin, la evocacin y la resurreccin, tambinest imbricado en un tiempo csmico, que proviene de los ritmos de la naturale-za. Simultneamente, este tiempo cotidiano est dentro de un cierto tiempohistrico, que a su vez est inserto en un devenir histrico.

    Las prcticas sociales como praxis: para Lefebvre, las prcticas sociales son con-cebidas como totalidad social. Por eso, rechaza la nocin de hacer, ya que laconsidera estrecha: se presta a ser entendida como simples operaciones indivi-duales. Su concepto de praxis integra distintos niveles, desde el nivel biofisiolgicohasta el nivel formal y abstracto de los smbolos, la cultura, las representaciones,

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    las ideologas. Hace muchas distinciones entre tipos de praxis, pero una de lasms relevantes es entre praxis repetitiva y praxis inventiva o creativa. La prime-

    ra contribuye a reproducir el mundo, contribuye a su estabilidad, sin ser necesa-riamente alienante. Las repeticiones pueden ser mecnicas, cclicas, peridicas(Lefebvre, 1961:244). La segunda produce una transformacin de la cotidianidad.Entre ambas hay una relacin permanente, aunque no en trminos de equilibrio.

    En esta concepcin de la vida cotidiana tambin hay un inters claro en destacarque lo cotidiano no son las prcticas, incluso, no son las prcticas con sentido, sino sonlos encadenamientos y los conjuntos que integran, que adems es lo que permite surepeticin: Lo cotidiano son los actos diarios pero sobre todo el hecho de que se

    encadenan formando un todo (Lefebvre, 1981:8). Lo cotidiano no se reduce a lasuma o el agregado de acciones aisladas, como el comer, el beber, el vestirse Esnecesario ver el contexto de estas acciones, las relaciones sociales en las cuales tomanlugar, sobre todo porque su encadenamiento se efecta en un espacio social y en untiempo social (Lefebvre, 1981:8). Estos encadenamientos y el todo que integran esuna estructura profunda. Estas caractersticas de lo cotidiano lo llevan a plantear lasimilitud entre lo cotidiano y el lenguaje: ambos tienen formas aparentes y estructurasprofundas.

    Una preocupacin del autor asociada a su concepcin de lo cotidiano es quecuando se constituye en tema de inters para las distintas ciencias sociales, stas lofragmentan, y con ello se pierden los encadenamientos y el todo: la vida cotidianano consiste en la vida en el trabajo ni la vida familiar ni las distracciones y el ocio, esdecir, no es ninguno de los retazos que las ciencias sociales acostumbran fragmentar.Sin embargo, la cotidianidad es todo esto. Es la vida del ser humano que va deltrabajo a la familia, al ocio y a otros mbitos, es lo que se hace y se rehace en todosy en cada uno de estos mbitos. La vida cotidiana no slo son las actividades espe-cializadas de estos mbitos (usualmente llamadasprcticas), sino tambin los de-seos, las capacidades y posibilidades del ser humano con referencia a todos esosmbitos, sus relaciones con los bienes y con los otros, sus ritmos, su tiempo y su

    espacio, sus conflictos (Lefebvre, 1972:88). En ltima instancia, la vida cotidianapara Lefebvre es la vida del ser humano desplegada en una pluralidad de sentidos ysimbolismos, en espacios que lo modelan y al que tambin dan forma, dentro delflujo incesante de la vivencia del tiempo.

    As, la propuesta terica de Lefebvre para el estudio de la vida cotidiana se opone ala simple recopilacin interminable de hechos. No hay hechos sociales o humanos queno tengan un lazo de unin. Entonces la cotidianidad puede tomarse como ese lazoque une, o bien como el hilo conductor para conocer la sociedad (Lefebvre, 1972:41).No importan tanto los hechos, sino los hilos que los conectan. Advierte que:

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    no es tan relevante conocer cmo era el armario, la cama, el ajuar en otros mo-mentos histricos, sino conocer la unidad entre sus formas, funciones, estructuras,

    en suma, conocer el estilo. Para comprender las sociedades pasadas no parece unbuen camino estudiar la casa, el mobiliario, la ropa, la alimentacin, etc., clasificn-dolos segn sistemas de significaciones separadas, pero tampoco reunir todo en unconcepto unitario y global, como el de cultura (Lefebvre, 1972:43).

    Lo cotidiano y la historia: entre la riqueza y la miseria

    Lefebvre es muy enftico respecto de la relacin de lo cotidiano con la historia: la vidacotidiana no se puede captar en su escala aparente, lo micro, hay que verla en una

    totalidad, es decir, a la luz de la historicidad. De hecho, el inters de Lefebvre por lavida cotidiana est en la estrecha relacin que sta mantiene con las formas de organi-zacin social (Lefebvre, 1981:9). Incluso, insiste en que esta relacin es poco conoci-da. Por eso, ubica la vida cotidiana a la luz de la modernidad: esa es la historicidad bajola cual propone que hay que entender la vida cotidiana.

    Al respecto, tal vez convenga sealar que su rechazo a ubicar lo cotidiano en laescala micro es desde el punto de vista de la comprensin de las lgicas que operan enlo cotidiano, es en ese sentido que propone verlo a la luz de la historicidad. Sin embar-go, como Lefebvre piensa filosficamente y no desde las ciencias sociales, ese rechazo

    al ubicarlo en la escala micro no debera entenderse con connotaciones metodolgicas.Por el contrario, cuando estudiamos la vida cotidiana desde las ciencias sociales esprcticamente imposible ubicarla en una escala diferente de la micro, pero ello noes con miras a desentraar las lgicas que mueven lo cotidiano, sino a fin de producirla informacin y analizarla. En otras palabras, la articulacin de lo cotidiano con lahistoria como lo concibe Lefebvre no se enfrenta al microanlisis, aunque s a suaislamiento.

    Por otra parte, la ubicacin de lo cotidiano dentro de la historicidad le permitedignificar la vida cotidiana, ya que lo banal no toma inters en s mismo, sino como

    mltiples expresiones particulares de la construccin de la historia por parte de lassociedades en distintas situaciones y momentos. De esta forma, la vida cotidiana paraLefebvre tiene inters dentro de la modernidad como el ncleo desde el cual las socie-dades reiteran y repiten tendencias, pero tambin donde rompen con stas y constru-yen otras diferentes.

    Mi acercamiento al autor desde la ptica de la vida cotidiana viene desde iniciosde los noventa, precisamente porque desde esa poca he canalizado casi todo mitrabajo de investigacin hacia el campo de la vida cotidiana y su espacio-temporali-dad. En ese contexto y en un trabajo en particular (1999), diferenci dos grandes

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    vertientes en las teoras de la vida cotidiana: aquellas que dentro de la tradicin mar-xista han enfatizado la componente rutinaria, lo repetitivo y tambin la alienacin, y

    aquellas otras, ms apegadas al pensamiento interaccionista-fenomenolgico, que rei-vindicaron la posibilidad de innovacin dentro de las rutinas y lo repetitivo. Asimismo,intentando evitar las dualidades siempre reductoras, inclu una tercera vertiente msconstructivista en la cual la idea rectora es el movimiento constante entre la inven-cin y la rutinizacin: toda invencin, en la medida en que se adopta (se instituye), deinmediato se constituye en rutina y repeticin. En aquella ocasin me result claroque dentro de la primera perspectiva poda ubicar a autores como Heller y Lefebvre,la segunda estaba muy influida por Michel de Certeau, pero vena a constituirse sobre lahuella de Schutz, Berger y Luckmann y muchos otros, y en la tercera reconoc la voz de

    Salvador Juan, aunque en esa misma lnea hay otras voces, como la de FrancescoAlberoni (Movimiento e institucin). Tambin debo sealar que en gran medida mipropio trabajo de investigacin emprica se canaliz entre la segunda y la tercera ver-tiente, y no tanto en la primera, es decir, desde Lefebvre y Heller.

    La relectura de la obra de Lefebvre que he realizado en distintos momentos, melleva actualmente a sealar que, aunque en un primer nivel, parecera que Lefebvredeposita gran parte de su visin de la vida cotidiana hacia el control y la dominacinexterna, por lo que tiende a reproducir las condiciones estructurales (lo que en mitrabajo haba incluido en la primera vertiente); tambin es importante reconocer queal mismo tiempo rescata la capacidad transformadora de lo cotidiano (lo que integr enla segunda vertiente). Por esto, actualmente esta nueva lectura de Lefebvre me lleva aobservar que detrs de la cotidianidad alienada, el autor rescata la capacidad liberadorade lo cotidiano. Esa tensin constante entre la cotidianidad controlada y liberadora,Lefebvre la analiza en trminos de la riqueza y la miseria de lo cotidiano. La riquezano slo es la complejidad de lo cotidiano, sino la capacidad para producir el cambiosocial: en reiteradas ocasiones usa la frase cambiar la vida. La miseria es la tendenciarepetitiva, que lleva a reproducir la sociedad y retomando la expresin de Habermasesto ocurre cuando lo cotidiano ha sido colonizado por el sistema.

    Con esto no estoy negando la utilidad de diferenciar las teoras de la vida cotidiana

    que enfatizan la reproduccin y las que hacen hincapi en la invencin. Antes, bien,ahora creo que Lefebvre debe ser reposicionado en la tercera vertiente,4 las teorasque marcan el movimiento constante entre reproduccin e invencin: de la reproduc-cin pueden surgir las fuerzas innovadoras; a su vez, stas muy rpido vuelven a fosi-lizarse y entran en la reproduccin, pero de sta puede volver a surgir lo nuevo en un

    4Adems, en otras cuestiones Lefebvre ha insistido en incluir el tercer trmino o construir una trada,para evitar las dadas, siempre reductoras. El ejemplo ms importante de esto, pero no el nico, es eltercer espacio, como lo ha rebautizado Soja (1996). El tercer espacio contiene al primero y al segundo yalgo ms.

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    movimiento constante entre ambos extremos. Desde esta visin, creo que ah radicauna de las huellas profundas y duraderas del pensamiento de Lefebvre: pensar que lo

    cotidiano es la posibilidad de realizar el cambio social, aunque constantemente es ace-chado para anular esa capacidad que, sin embargo, vuelve a surgir desde otro ngulo.Para visualizar de manera clara el pensamiento de Lefebvre en este movimiento

    constante, es necesario identificar los distintos momentos histricos en los cuales seproduce. Al comparar su anlisis de lo cotidiano a lo largo de su obra, pero tambin enciertos momentos histricos, se hace ms notorio que en unos enfatiza la reproduc-cin y en otros la invencin. No obstante, si se hace una lectura minuciosa entrelneas tambin se pueden detectar las componentes repetitiva y creativa en cadamomento histrico, aun cuando una de las dos predomine parcialmente.

    Para comprender el desplazamiento ms fuerte entre la riqueza y la miseria de locotidiano es importante identificar tres momentos histricos: 1945, 1961-1967 y 1981.Estos aos corresponden a tres cortes en la reflexin continua de Lefebvre acerca de locotidiano. Cada uno representa un momento en el cual Lefebvre se detiene y elaboraun boceto de la vida cotidiana. Estos tres momentos estn plasmados en cada uno delos tres volmenes de la Crtica. Elige estos momentos y no otros porque correspondena condiciones histricas particulares de la sociedad contempornea, muy diferentesunas de otras. Cabe destacar que, para Lefebvre, los momentos crean las situaciones yrepresentan la tentativa de realizacin de una posibilidad (Lefebvre, 1961:348-351).5

    1946. Primer momento de la relacin riqueza / miseria de lo cotidiano

    Hacia mediados de los cuarenta, como advierte el propio Lefebvre, el aire de la pocaestaba marcado por el optimismo. En este momento la idea rectora de Lefebvre es quela vida cotidiana contiene una riqueza oculta dentro de una pobreza aparente. Estaltima abarcaba un amplio y variado espectro: desde los dogmas y normas hasta lapobreza de herramientas tecnolgicas para la vida domstica. Haba normas y dogmasclaramente definidos como estaba definido que era lo bueno, lo malo, lo verdadero,

    lo falso y era en la vida cotidiana donde se les enfrentaba. Por eso la crtica se propo-na sacar el contenido implcito e inexplorado de lo cotidiano y valorizarlo. El tiempocotidiano aun contena dentro de s lo aparentemente incontenible, como la fiesta con

    5 Conviene destacar, aunque ese aspecto no lo desarrollo en esta ocasin, que en el segundo volumende laCrticatambin esboza una teora de los momentos, que se integra en su teora del devenir. Enbreve, la teora de los momentos se construye sobre la idea de repeticin: la repeticin de ciclos y ritmoscclicos parte de procesos acumulativos de temporalidad lineal, tanto continua como discontinua. Su inte-rs no est en la repeticin de comportamientos estimulados por seales, sino en la repeticin de estados,emociones y actitudes ligados a smbolos y nudos emocionales. La seal expresa la miseria porque ordena,en cambio el smbolo expresa la riqueza.

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    su capacidad creadora y restauradora: lo cotidiano contena lo ldico. Aunque en esemomento lo cotidiano se poda distinguir de lo festivo, no estaban separados o frag-

    mentados, haba unidad entre ambos y eso permita que lo festivo alimentara lo coti-diano. En lo cotidiano haba algo mgico derivado de su complejidad; en lo cotidianose albergaban ritos, frmulas, proverbios, tradiciones (Lefebvre, 1981:18-22).

    Otro aspecto que expresaba la riqueza de lo cotidiano en ese momento es queaunque el tiempo lineal de la racionalidad y la tecnologa fuera la tendencia predomi-nante, lo cotidiano incluso albergaba ritmos temporales cclicos. Aun cuando el valorde cambio marcara las tendencias fuertes, haba valor de uso. La coexistencia de opues-tos generaba complejidad, es decir, riqueza.

    En ese contexto, la crtica se propona sobrepasar la separacin entre la filosofa y la

    no-filosofa (la vida cotidiana). La crtica ni inventa la palabravida cotidiana ni la cosadesignada por sta, su tarea es superar la separacin entre lo cotidiano y el mundo delsaber. As, se podra constituir lo cotidiano en materia de la filosofa y del conocimien-to cientfico, mientras que hasta entonces haba sido visto como algo indigno del sabercientfico por su carcter trivial. De esta forma, la crtica consista en hacer concepto locotidiano y lo vivido. Esta era la revolucin dentro del pensamiento, una revolucinque buscaba sacar a la luz una capacidad transformadora que era menospreciada en lapoca.

    Lefebvre reivindica que el concepto decotidianidadprocede de la filosofa y nopuede entenderse sin ella. Para la filosofa, lo cotidiano designa lo no-filosfico. Nacede la filosofa que reflexiona sobre lo que no es filosofa o, dicho con otras palabras,nace del mundo cientfico que busca conocer el mundo banal. Por eso, la vida cotidianaes objeto de la filosofa en tanto que no-filosofa. Es casi innegable que esta reflexinno est muy distante de algunas cuestiones planteadas por Alfred Schutz algunos aosantes. Por ejemplo, cuando el austriaco se preguntaba cmo estudiar objetivamentelo subjetivo?, o bien, cuando se responda me ubico en el mundo de la ciencia paraconocer el mundo de la vida cotidiana.

    La concepcin de lo cotidiano como objeto de la filosofa dentro de los enfoquesmarxistas, no slo est presente en Lefebvre, tambin aparece en otros autores desta-

    cados. Uno de los ms conocidos es el caso de Agnes Heller. Desde las primeraspginas de su Sociologa de la vida cotidiana,6Heller reconoce que la vida cotidiana esun tema filosfico. Incluso la autora marca su oposicin con Hegel, para quien la vidacotidiana por principio queda fuera de la filosofa. Para aclarar esa posicin es muyilustrativo elPrefaciode dicha obra, escrito por Georgy Lukcs en 1970. En aquellaocasin, el hngaro reconoce que hay dos antecedentes importantes en el pensamien-

    6 En el prlogo a la edicin castellana, la autora afirma Fueron mltiples los impulsos que en sumomento me llevaron a elegir precisamente lo cotidiano como tema filosfico (Heller, 1977:5).

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    to sobre lo cotidiano de su discpula Heller. Uno de ellos es su propia obra sobre laEstticay el otro es la obra de Lefebvre.

    Cuando Lefebvre aborda filosficamente la vida cotidiana lo hace desde la teoradel devenir, que se puede sintetizar en el siguiente interrogante: De qu manera esposible que la actividad creadora conduzca hacia el anlisis de la reproduccin?; enotras palabras, de qu forma las actividades productoras (de objetos y de obras) sereproducen a s mismas, vuelven a comenzar, reanudan sus relaciones, o bien soncapaces de transformarse por graduales saltos, para producir la innovacin o el cambiosocial? Este ncleo tambin fue preocupacin de Heller, aunque esta autora lo resuel-ve por medio de su teora de la reproduccin del hombre particular y la reproduccinsocial.

    La teora del devenir se encuentra con el enigma de la repeticin. Para el devenir esimportante considerar lo imaginario. As, lo imaginario parece anunciar lo creativo.Desde lo imaginario se puede lanzar la innovacin; lo imaginario en esencia abre laposibilidad de concebir lo nuevo. Entonces la teora del devenir, a partir de lo imagina-rio, se acerca a la innovacin. Sin embargo, Lefebvre de inmediato encuentra que laesencia de lo imaginario no es tan creativa, sino que est en la evocacin, la resurrec-cin del pasado, es decir, en la repeticin, en la memoria. El ejemplo ms claro de estoque nos presenta es el caso del psicoanlisis que ha puesto su eficacia teraputica[que se abre hacia la innovacin, hacia la construccin de algo diferente] en la reapa-ricin del trauma, que viene del pasado, aunque es una reaparicin de manera lcida(Lefebvre, 1972:29). En otras palabras: el enigma del devenir est en que el regreso alpasado hace posible el cambio y no slo la permanencia.

    1961-1967. Segundo momento de la relacin riqueza / miseria de lo cotidiano

    En los aos setenta la relacin entre la riqueza y la miseria de la vida cotidiana hacambiado. Antes que desplegarse la riqueza y complejidad contenida en lo cotidianoanteriormente, se ha producido un despliegue de su miseria, de la pasividad y la ma-

    nipulacin (Lefebvre, 1981:30). El devenir es decir, la historicidad ha transitado dela reduccin de la riqueza latente a la expansin de la miseria que antes era aparente.

    Ante ese cambio en la historicidad, el papel de la crtica ya no es reclamar que locotidiano sea objeto del saber cientfico eso ya estaba ocurriendo sino desenmasca-rar los mecanismos de control de lo cotidiano. Por eso Lefebvre pasa de la crtica a lahipercrtica. Adems, esto ocurre en un contexto en el que emergen muchas vocescrticas e hipercrticas, en un contexto en el que se pasa de los discursos contestatariosa los discursos subversivos, aunque al mismo tiempo lo cotidiano iba siendo crecien-temente dominado y controlado en su capacidad liberadora.

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    En este contexto, la hipercrtica de lo cotidiano se da a la tarea de desenmascararlos nombres que se otorgan a lo cotidiano en esa poca:7 Sociedad de la abundan-

    cia, sociedad del ocio y sociedad de consumo. Luego de evidenciar lo que escon-den las tres, propone otra expresin, sntesis que da cuenta de manera ms precisa delos rasgos centrales de este tipo de sociedad en la cual la cotidianidad se ha constituidoen un verdadero reino controlado. Su concepto es el de sociedad burocrtica deconsumo dirigido, y expresa la hipercrtica desenmascaradora.

    1. Respecto de la expresin sociedad de la abundancia, la crtica de Lefebvreplantea que esa forma de nombrarla oculta un rasgo caracterstico de esta sociedady que en esencia discute la idea misma de abundancia: las nuevas formas de

    escasez. Una de estas formas de escasez que le interesa particularmente es laescasez del espacio, cuya expresin mxima se observa en las ciudades. Noobstante, encuentra otras formas de escasez, por ejemplo la escasez del deseo,la escasez de alimentos. En este ltimo caso lo paradjico es que los productospara elaborar los alimentos se han hecho abundantes en el mundo y, sin em-bargo, hay escasez de alimentos.

    Por otra parte, halla que aun en los mbitos en los que hay abundancia, sta haperdido el sentido que tuvo anteriormente. No se trata de un simple cambio de sentido,sino ms bien de un sinsentido: antes la abundancia se canalizaba en la fiesta, ysta permita la renovacin de la vida cotidiana. En cambio, la nueva abundancia nocumple ese papel renovador.

    Por todo lo anterior, la expresin sociedad de la abundancia resulta encubridorade las nuevas formas de escasez y tambin de la prdida de sentido de la propiaabundancia que ya no renueva ni recrea la vida social.

    2. La segunda expresin que critica es la de sociedad del ocio. En este casoreconoce que efectivamente el ocio ha incrementado su importancia respectode otros tiempos histricos y tambin que los valores ligados al trabajo se han

    perdido, en parte por aquella separacin entre el trabajador y su obra, resultantede la divisin del trabajo: el trabajador no reconoce su trabajo en el productoterminado. Por un lado, encuentra que el peso que est adquiriendo el ocio enlas sociedades actuales se debe a que la fatiga de la vida moderna lo exige comouna necesidad. Pero las formas que toma este ocio, no las crea el ser humano, leson dadas, su ocio se le entrega organizado. Por otra parte, el ocio no se ha

    7Aunque aclara que se refiere directamente a Francia, de alguna forma estas expresiones trasciendena la sociedad francesa y Lefebvre deja ver que pueden ser sinnimos de la sociedad moderna.

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    constituido en una esfera independiente del trabajo, ms bien opera como con-traste de l. No hay valores propios del ocio. Por lo anterior, encuentra que la

    expresinsociedad del ocio esconde la fatiga y el carcter prefabricado del ocioque puede consumirse.

    Frente a esto, recupera como ms apropiada la idea de una sociedad del espec-tculo.8 El espectculo incluye tanto el cine como la televisin y el turismo (Lefebvre,1972:71-72), formas de ocio necesario, pero sin vnculo alguno con valores propios.Estas formas de ocio se le presentan al individuo como un espectculo frente al cualslo puede ser un pasivo observador.

    3. Por ltimo, la crtica se orienta hacia la idea de que la sociedad actual y su estilode cotidianidad es el de una sociedad de consumo. Al respecto plantea que elconsumidor es un ser humano pasivo que ha sustituido al actor activo, ycuya felicidad es el consumo en s mismo. El punto medular para Lefebvre radicaen que lo relevante no es ni la figura del consumidor ni el objeto consumido,sino la construccin imaginaria respecto de la felicidad que produce el consumo.Esto ha incorporado en las sociedades actuales el arte de consumir (1972:75),que encuentra una expresin particular en el esteticismo, es decir, el discursosobre el arte y lo esttico, pero sin arte ni cultura. De este anlisis, Lefebvredesprende una crtica central: el surgimiento de nuevas alienaciones que vienena sumarse a las anteriores. Entre las nuevas se ubica la ruptura entre el discursosobre el arte y el arte mismo; entre las anteriores est la separacin entre eltrabajador y su obra.

    El carcter decepcionante del consumo tambin tiene otra faceta: el acto de consumires un acto imaginario (y, por lo tanto, ficticio) y al mismo tiempo es un acto real coaccio-nado. Simultnemente se consumen objetos, imgenes, signos y representaciones.

    El arte de consumir ha transformado los deseos en necesidades, y stas se resuelvenpor medio del consumo hasta que se produce la saturacin. Para que la necesidad

    resulte rentable se la estimula nuevamente de forma apenas diferente. El consumo ylas necesidades son organizadas externamente al individuo. Esta lgica del consumono podra ser operativa sin el mecanismo de la obsolescencia. Los objetos deben serefmeros y lo mismo las motivaciones (expresin social del deseo). Es preciso que lasnecesidades envejezcan, que nuevas necesidades las reemplacen. Para el consumodirigido, lo efmero es el mtodo que hace rentable lo cotidiano (Lefebvre, 1972:105).Es necesario destacar que este acercamiento de Lefebvre a lo efmero fue una idea

    8 Cabe sealar que con la expresin de sociedad del espectculo, Lefebvre est retomando la propuestade Guy Debord, uno de los grandes agitadores culturales y polticos de la segunda mitad del siglo XX.

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    pionera una verdadera huella, aunque no siempre reconocida que aos ms tardeser retomada y desarrollada de manera amplia por otros autores en trminos de uno

    de los rasgos caractersticos de la posmodernidad.9

    La centralidad del consumo tambin tiene una expresin en trminos de laespacialidad de la vida cotidiana que aumenta la alienacin: los lugares de paso, detrnsito y de encuentro como la calle, el caf, las estaciones del Metro, los estadiosson espacios intermedios que han adquirido ms importancia e inters en la cotidia-nidad que los lugares que enlazan. En otro tiempo, la casa o el taller tenan tantarealidad como la calle. Los medios de comunicacin estaban subordinados a los hombres(Lefebvre, 1973:92). Las calles eran para llegar al trabajo o a la casa, para circular,ahora el estar en las calles toma sentido en s mismo. Ahora, el circular sustituye al

    habitar. Lefebvre advierte que en este contexto el automvil es el objeto rey (Lefebvre,1972:128). Este proceso por el cual la sociedad de consumo dirigido ha avanzadosobre las calles, no es ajeno a que stas tambin han resultado funcionales para laprogramacin de la produccin: Las calles son el espectculo de todos los bienesofrecidos al consumo (Lefebvre, 1973:96).10

    A partir de lo anterior, como ya lo mencionamos, Lefebvre propone nombrar lasociedad actual y las formas o el estilo que en ella toma lo cotidiano, como sociedadburocrtica de consumo dirigido. As, llega a uno de sus nodos analticos: en lasociedad burocrtica de consumo dirigido, lo cotidiano ha dejado de ser sujeto ricoen subjetividad (sentidos y significados) para ser objeto de organizacin externa. Elser humano actual est determinado e incluso prefabricado desde fuera por coac-ciones, estereotipos, funciones, modelos, ideologas, pero paradjicamente sienteque la tcnica lo hace cada vez ms autnomo (Lefebvre, 1972:86). Dicho con otraspalabras, coexisten las coacciones y la vivencia de la libertad. Al respecto, Lefe-bvre (1972:181) seala que la diferencia entre la conciencia dirigida desde afueray la que se dirige a s misma desaparece, puesto que lo que aparece como interiorno es ms que el exterior investido y disfrazado, interiorizado y legitimado.

    Como un ejemplo de esta coexistencia aparentemente contradictoria, cabe traerun caso que hall en mi propia investigacin emprica (Lindn, 1999): entre los secto-

    res populares ms excluidos de la periferia oriental de la Ciudad de Mxico encontra-mos que su relocalizacin en zonas de la periferia recientemente fraccionada encondiciones de irregularidad y con todo tipo de carencias, casi siempre fue vivida por

    9 El libro de Lipovetsky sobre lo efmero se publica por primera vez en francs en 1987, vale decir, casi dosdcadas despus de la consideracin que hace Lefebvre sobre lo efmero, aunque Lipovetsky nunca cita aLefebvre (Lipovetsky, 1990).

    10 Respecto de este tema es ilustrativo recordar la importancia creciente que ha tomado en los ltimosaos la investigacin sobre centros comerciales, formas de presentacin de la mercanca y el sujeto-consu-midor.

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    los habitantes como una llave de acceso a la libertad en el sentido de terminar con losconflictos con la parentela corresidente o poner fin a las restricciones derivas de la

    situacin de rentar un pequeo cuarto. Es significativo que en trminos del proceso deexpansin de la ciudad, es indudable que estos habitantes han sido expulsados de otrasreas de la ciudad ms cntricas hacia esa nueva periferia por procesos que los dejanexcluidos de una mejor localizacin, de vivienda, de servicios e infraestructura urbanay de vida urbana. Sin embargo, desde el punto de vista del actor, se da lo planteadopor Lefebvre: aunque esa expulsin es una coaccin social, es vivida como libertad yse ha construido un mito respecto del logro, respecto de la casa propia, respecto deesa nueva vida en la periferia irregular y colmada de carencias (Lindn, 2002; Hiernauxy Lindn, 2003). Este ejemplo reafirma an ms la propuesta de Lefebvre si se considera

    que ese mito de la casa propia usualmente se construye sobre una vivienda que ocupaun lote que no ha sido regularizado en cuanto a la propiedad legal.En trminos prcticos este fenmeno por el cual el individuo resulta prefabricado

    desde afuera y vive la coaccin como libertad, se asocia con la ampliacin de losmbitos en los cuales ha penetrado la gran empresa moderna: del mbito econmicoavanz al poltico y luego aun al de la vida cotidiana, invadindola e imponindole suracionalidad y moldeando las necesidades del ser humano. Por ello, lo cotidiano ya noes un espacio-tiempo abandonado, dejado a la libertad y a la razn e iniciativasindividuales (como poda ser aun en el primer momento); ya no es el mbito de la con-dicin humana en el que se enfrentan su miseria y su grandeza. Lo cotidiano se convierteen objeto de la organizacin, espacio-tiempo de la autorregulacin voluntaria y planifi-cada. Para Lefebvre este fenmeno es la instauracin de lo cotidiano, es decir, lacotidianidad deviene el principal producto y escenario de la sociedad burocrtica deconsumo dirigido (Lefebvre, 1972:95-99).

    La prdida de autonoma del ser humano en la vida cotidiana se puede compren-der de manera privilegiada por medio de los movimientos producidos dentro del cam-po semntico. Para Lefebvre, el inicio de la escritura represent un primer deslizamientodentro del campo semntico: del smbolo al signo. Ese deslizamiento en s mismosupuso un empobrecimiento, una reduccin de la complejidad indeterminada que es

    propia del smbolo, a los lmites definidos que posee todo signo. Este movimiento serelaciona con lo que otros autores (por ejemplo, Crespi, 1997) han denominado eltrnsito de lo innombrable a lo nombrado. Las formas de nombrar los fenmenos losreducen en su inconmensurabilidad, y cuando el nombre es escrito aun tiene unamayor fuerza y capacidad inmovilizadora. Aunque tambin habr que considerar queesa reduccin de sentido permiti avanzar en la comunicacin social y en los vnculossociales. Para nuestro autor, el inicio de la sociedad burocrtica de consumo dirigidoha trado otro deslizamiento dentro del campo semntico: ahora desde el signo a laseal. La seal manda, ordena, los comportamientos a seguir y tambin los regulariza.

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    La seal slo tiene una interpretacin posible. Este ltimo deslizamiento implica elpredominio de las presiones sobre los sentidos, la generalizacin de los condiciona-

    mientos en la vida cotidiana y ah emerge la prdida de autonoma del ser humano: ensuma, la miseria de lo cotidiano.Otro rasgo central de esta cotidianidad programada para el individuo la miseria

    de lo cotidiano que destaca Lefebvre, es su desdoblamiento: la vida cotidiana esprctica y es imaginario. As, lo imaginario forma parte de lo cotidiano y tiene unafuncin: enmascarar el predominio de las coacciones y la intensidad de los problemasreales (Lefebvre, 1972:115). La publicidad es constructora activa de esa dimensinimaginaria. No slo proporciona una ideologa del consumo, una representacin delyo consumidor que se realiza en cuanto tal. Tambin produce la existencia imagina-

    ria de las cosas. La publicidad incluye una retrica, un discurso e incluso poesa, enel acto mismo de consumir. En nuestra propia investigacin emprica (Lindn, 1999),hemos hallado que aun en condiciones materiales muy restringidas para todas lasformas de consumo (pobreza urbana), aparece otro fenmeno que apoya lo propuestopor Lefebvre: la fantasa del consumo; en esencia, no se realiza el acto de consumoen trminos materiales, sin embargo, se construye una fantasa acerca del consu-mo en un futuro. Estos hallazgos empricos no dejan de ser relevantes sobre todo sise considera que Lefebvre en algunas ocasiones advierte que sus interpretaciones serefieren a Francia y en sentido estricto no los quiere generalizar a otros contextos,incluso tal vez se podra acotar ms: se refiere a la sociedad francesa de las grandesciudades.

    Por ello resulta relevante que aun en contextos diametralmente opuestos, comoson los bolsones de pobreza urbana de algunas de las grandes ciudades latinoameri-canas y varias dcadas ms tarde, surjan expresiones de lo desarrollado por nuestroautor.

    Todo lo hasta aqu planteado muestra una visin indudablemente pesimista de lavida cotidiana en este modelo histrico de sociedad: enfatiza la miseria de lo cotidia-no aun cuando sea en contextos de gran consumo. Sin embargo, es necesario destacarque Lefebvre busca algunos resquicios en los cuales no todo deseo sea transformado

    en necesidad a satisfacer, en donde no toda obra sea transformada en producto ni lascoacciones sean vividas necesariamente como libertad. En suma, encuentra resquiciospor donde el individuo pueda ser capaz de conquistar su cotidianidad, para que lavida cotidiana vuelva a ser miseria y riqueza, y no slo miseria. En esta bsquedahace una apuesta por la vida urbana y la ciudad, aunque evidentemente esto slopodr resultar de una conquista activa por parte de sus habitantes, ya que la ciudadtambin es acechada y controlada por las fuerzas que mueven a la sociedad burocr-tica de consumo dirigido. En este sentido es importante sealar que llama la atencin

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    sobre un proceso apenas esbozado en esos aos, aunque muy discutido actualmente,como es la gentrificacin.11

    En este camino, Lefebvre contrasta la vida cotidiana de las clases medias que hanemigrado a los grandes conjuntos habitacionales de la periferia, con la cotidianidadque se vive en los centros de las ciudades, y tambin con la vida de la gran burguesa.En el caso de esta ltima, Lefebvre encuentra que no son realmente habitantes deningn espacio, no estn anclados al espacio: ni siquiera tienen domicilio fijo, con elpoder reconstruyen un vagabundeo libre (Lefebvre, 1972:119) y por ello no tienenvida cotidiana ni cotidianidad que reconquistar. Tal vez esta idea haya sido unaanticipacin del posterior concepto deno-lugaresdesarrollado por Aug a inicios delos noventa (Aug, 1993), aunque el antroplogo francs no lo ancla en un grupo o

    clase social como s lo hace Lefebvre.Para el habitante de un gran conjunto habitacional de la periferia las clases mediasel uso del tiempo cotidiano le est prescrito, formulado, est escrito en las paredes,en lo que queda de las calles, en los centros comerciales, en los estacionamientos, enlas paradas del autobs y del Metro [y a pesar de ello] el habitante de los barriosnuevos [...] reclama ms organizacin. Lo imaginario para el habitante de los grandesconjuntos [habitacionales] es la racionalidad de las prescripciones que legitiman elempleo del tiempo, el consumo de la vida [...]. Realizarse es tener una vida sin historia,la cotidianidad perfecta (Lefebvre, 1972:154), aunque con huidas peridicas, porejemplo mediante el turismo que tambin le llega programado, aun cuando lo vivacomo libertad. As, para las clases medias de los grandes conjuntos de la periferia suvida cotidiana les es dada, est programada para ellos a pesar de que lleguen a sentirselibres. En suma, desde estos sectores sociales y estos espacios de la ciudad, tampocoencuentra posibilidades para la reconquista de lo cotidiano. Aqu lo cotidiano pareceque slo puede ser miseria, es decir, reproduccin social.

    Con miras a la reconquista de la riqueza de la cotidianidad, la apuesta de Lefebvrese ubica decididamente en los habitantes del centro de la ciudad. Advierte que aun sison pobres, son privilegiados. Los centros de las ciudades tienen una caracterstica quelos diferencia de lo extendido en la sociedad burocrtica de consumo dirigido: en los

    centros hay objetos diferentemente fechados, incluso superpuestos unos y otros. Elespacio del centro de la ciudad podra ser pensado a partir de la metfora delcollagede temporalidades, o los diferentes tiempos que se cristalizan en un espacio.12

    11 La expresingentrificationes el trmino anglosajn propuesto por Ruth Glass en 1964 para calificar elembrionario regreso de las clases medias a las reas centrales degradadas en el caso londinense. Actualmen-te, en Espaa, aunque no en Amrica Latina, esta palabra tiende a traducirse como aburguesamiento.

    12 Esta idea ha ocupado un lugar destacado dentro del pensamiento geogrfico. Por ejemplo, MiltonSantos habl de los espacios relictos de otros tiempos que actan como inercias o rugosidades en elespacio actual (Santos, 1990).

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    Por ello, los centros de las ciudades integran objetos que no han podido ser reducidosa signo y menos an a seal. Los centros de las ciudades permiten la permanencia de

    distintas simbologas superpuestas. La historia que se ha cristalizado en el espacio de loscentros urbanos les otorga riqueza semntica. En esta perspectiva Lefebvre nos dice,los habitantes de los centros urbanos,

    [...] aun siendo pobres se benefician del pasado y su margen de iniciativa siguesiendo considerable. La existencia de la ciudad, alrededor de ellos, es menos ficticiay decepcionante que en la periferia. Los monumentos, los encuentros en la calle ylas actividades mltiples, apoyan lo imaginario. Lo imaginario urbano exalta la apropia-cin del tiempo y el espacio. Los habitantes [del centro] de la ciudad se apropian dela centralidad por disponer de una masa de significantes poco separados de los sig-

    nificados. En estos lugares favorecidos, lo urbano, germen de una posible sociedadurbana, se mantiene y se confirma. Lo urbano es la resistencia efectiva y victoriosafrente a la cotidianidad.

    As, lo urbano supera la cotidianidad degradada, relegada, funcionalizada y estruc-turada (Lefebvre, 1972:156).

    Estos espacios que resisten la programacin y la coaccin, as como la reduccinsemntica a la seal y la alienacin resultante de la separacin entre significantes ysignificados,13 esbozan procesos an relativamente incomprensibles en los aossesenta como es el caso de la gentrificacin, pero ya identificados por su relevanciaen el pensamiento de Lefebvre.

    Esa riqueza en objetos diferentemente fechados e indisolublemente ligados a unsignificante que caracteriza los centros de las ciudades, lo lleva a introducir de formapionera el problema de la gentrificacin. Y no lo incluye slo como un fenmenourbano reciente, como una novedad o una nueva tendencia, lo considera precisa-mente como uno de esos resquicios por los cuales se pueda iniciar la reconquista de lacotidianidad, aunque con el riesgo de ser metabolizado por la sociedad burocrticade consumo dirigido. De esta manera, se pregunta:

    Cmo es posible que se restaure el centro de las ciudades, ms o menos abandonado,deteriorado? Por qu la gente del cine y el teatro, as como los burgueses cultivadosy distinguidos abandonan los barrios distinguidos y los conjuntos residenciales, parainstalarse en estos ncleos reconstituidos? Maana, el centro de las ciudadespertenecer sin duda a los privilegiados del poder y del dinero. La ciudad y lourbano corren el riesgo de convertirse en la riqueza suprema de los privilegiados, en

    13Algunos ejemplos que ofrece Lefebvre sobre esta separacin entre significantes y significados son losrelativos al arte y la esttica: Se consume discurso sobre arte y no arte. El turista consume discurso sobreVenecia, pero no Venecia (Lefebvre, 1972:167).

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    el bien superior de consumo que confiere un cierto sentido a este consumo [...] Porqu la gente acomodada se precipita sobre las antigedades, los muebles de estilo?

    (Lefebvre, 1972:99).

    Posiblemente la respuesta a estos interrogantes se puede hallar en la propia pro-puesta de Lefebvre: la gente busca lo antiguo porque los objetos de este tipo se resistena ser desprovistos de sus diferentes historias y, en consecuencia, no han podido ser re-ducidos a seales, no han podido entrar en el proceso de reduccin semntica, serdespojados de sus contenidos simblicos. La gentrificacin puede ser as, una puertapara que ciertos sectores de las clases medias reconquisten su cotidianidad alienada,pero tambin puede terminar forzando la reduccin semntica a la que hasta ahoralos centros de las ciudades han resistido. Si la gentrificacin fuera la puerta para lareconquista de la cotidianidad, entonces sta podra constituir una expresin particu-lar del enigma del devenir. En otras palabras, as como la revisin del trauma en elpsicoanlisis permite superarlo; en la vida urbana, la gentrificacin sera una forma deregreso al pasado que permite la renovacin, el cambio, vale decir, recuperar la ri-queza de la vida cotidiana.

    1981. Tercer momento de la relacin riqueza / miseria de lo cotidiano

    Para este momento en el mbito del conocimiento cientfico, la crtica fracas. Lefebvreseala: de la hipercrtica y la revalorizacin de lo vivido como concepto se pas a ladominacin de lo vivido soslayando lo concebido. El nfasis en lo vivido llev por unlado a la prdida de inters en la crtica, el inters del conocimiento se ancl en lovivido por lo vivido. Por otro lado, el descuido de lo concebido trajo el fortalecimientode posturas neopositivistas acrticas, que abandonan la alienacin como concepto y elhumanismo como proyecto (Lefebvre, 1981:32). De modo tal que en el mbito cien-tfico de la hipercrtica del momento previo se pas a la ausencia de crtica.

    En trminos de lo cotidiano, lo imaginario dado desde afuera del individuo (una

    foto, una imagen, el cine, la televisin) termin matando la imaginacin. Lo que ali-mentaba lo cotidiano como la fiesta y lo ldico finalmente se fragment por com-pleto de lo cotidiano y por lo mismo ya no nutre a la vida cotidiana, sino que funcionaen un registro propio. Asociado a esto ltimo, se ha instaurado el goce por el goce.Parte de esa fragmentacin es que lo trgico sali de lo cotidiano y se canaliz haciaotros dominios, como el del espectculo o el de lo esotrico. Al mismo tiempo, eltrabajo se perdi totalmente como valor y slo toma sentido dentro de la lgica deldinero y el valor de cambio.

    Las huellas de Lefebvre...

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    Al mismo tiempo, el discurso social que se instaur es el de la crisis. Anteriormente,la crisis siempre refera a una situacin transitoria entre un antes y un despus. En este

    momento aparece un nuevo concepto de crisis, es la crisis como un estado permanen-te, es la crisis que lleg para quedarse.Por otra parte, si en el momento anterior fenmenos como la gentrificacin apare-

    can como un posible foco para abrir una riqueza de renovacin de lo cotidiano, paraeste momento ya fueron apropiados por las clases medias fragmentadas y quedaroncontrolados desde afuera.

    Frente a este panorama en donde parecera que lo cotidiano ya no tiene riquezasino slo miseria, Lefebvre encuentra una veta para la renovacin, para que la repeti-cin d lugar a un nuevo resurgir de la riqueza de lo cotidiano: la crisis permanente

    puede tomar un papel crtico. Y frente a esta posibilidad, el conocimiento cientficotiene frente a s nuevamente el desafo de trabajar para restaurar la riqueza de locotidiano: la integracin de lo ldico y lo trgico en lo cotidiano, el combate por ladiferencia (antes que la homogeneizacin empobrecedora) y por la igualdad (antesque la jerarquizacin), buscar el conocimiento de lo trgico, indagar en el movimientoconstante entre lo cotidiano y lo trgico, sacar lo trgico del espectculo y de lo esot-rico y volver a integrarlo en lo cotidiano. A continuacin presentamos un cuadro en elque sintetizamos los ncleos de los tres momentos:

    Momentos

    1945

    1961-1967

    1981

    Voz de Lefebvre

    Integrar la vidacotidiana en elpensamientocientficoHipercrtica quebusca desenmascararlos mecanismosde controlIntegrar la

    cotidianidadfragmentada a partirde la aceptacin dela crisis

    Vida cotidiana

    Riqueza profundaMiseria aparente

    Miseria:cotidianidadcontrolada desdeafueraCotidianidad

    fragmentada

    Discursos socialessobre lo cotidianoCotidianidadmiserable

    Sociedad del ocio,de la abundanciay del consumo

    Crisis como estado

    permanente

    Mundo cientfico

    La vida cotidianaes indigna delconocimientocientficoHipercrtica quebusca desenmascararlos mecanismos decontrolPensamiento sobre

    lo cotidiano acrtico

    La crtica de la vida cotidiana

    Por ltimo, quiero destacar que el sentido de la crtica es otra de las huellas deLefebvre en el pensamiento sobre lo cotidiano. Despus de su reflexin respecto

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    de este campo a lo largo de cuatro dcadas, Lefebvre encuentra que en los aosochenta ya se ha instituido, se ha legitimado lo cotidiano como campo de estudio de

    varias disciplinas sociales, de la filosofa, de la literatura, del arte pero advierte quese ha llegado a una situacin paradjica a lo que se podra haber sospechado amediados de los cuarenta: lo cotidiano se constituye en objeto de investigacin en smismo y por s mismo, se pierde el espritu de crtica, el inters por develar lo que seesconde en lo cotidiano, los mecanismos sutiles que desde ah operan para evitarque cambie la vida. Los cientficos sociales, los filsofos, slo se proponen descrip-ciones ms o menos detalladas de la vida cotidiana. Se perdi la crtica y la miradapoltica de lo cotidiano. Se lo describe como si el objetivo ltimo fuera la descrip-cin minuciosa y detallada en s misma la etnografa no por lo que contiene ms

    all de lo aparente, por su capacidad transformadora de la vida social ni por lo queenmascara. Sin duda, buena parte de la investigacin actual que se define bajo larbrica de estudios culturales, difcilmente podra eludir esta crtica. Tal vez uncampo temtico en el que esta tendencia se puede apreciar de manera clara es el delos estudios sobre centros comerciales, sin descalificar por ello la temtica en s,sino ms bien como alerta sobre la forma de abordarla.14

    Indudablemente, esta crtica no de la vida cotidiana, sino de la investigacin sobrela vida cotidiana que Lefebvre formula a inicios de los aos ochenta, en el presente esan ms pertinente que en ese momento. Efectivamente, se instituy como campo deestudio, pero en el camino se perdi lo crtico. El pensamiento cientfico avanz aldesmontar los dogmatismos, los absolutismos y caminar hacia relativismos que permitie-ran rescatar la complejidad; sin embargo, en ese proceso parecera que se diluy elsentido de la produccin de conocimiento como crtica. Tal vez la investigacin sobre lavida cotidiana debera ser revisada a la luz del mismo movimiento que Lefebvre propusopara ella, la miseria y la riqueza, pero de los estudios de lo cotidiano. El propio Lefebvreplante la necesidad de una doble crtica: por un lado, la crtica de realidad estudiada;por otro, la crtica a los conocimientos adquiridos y tambin a los instrumentos concep-tuales desarrollados y utilizados para generarlos (Lefebvre, 1961:350).

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