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Presses Universitaires du Mirail Velasco by Guido RODRÍGUEZ ALCALÁ Review by: Jean ANDREU Caravelle (1988-), No. 79, PAYSANNERIES LATINO-AMÉRICAINES : MYTHES ET RÉALITÉS: Hommage à Romain Gaignard (Décembre 2002), pp. 338-340 Published by: Presses Universitaires du Mirail Stable URL: http://www.jstor.org/stable/40854049 . Accessed: 15/06/2014 21:41 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp . JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. . Presses Universitaires du Mirail is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Caravelle (1988-). http://www.jstor.org This content downloaded from 188.72.96.156 on Sun, 15 Jun 2014 21:41:37 PM All use subject to JSTOR Terms and Conditions

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Presses Universitaires du Mirail

Velasco by Guido RODRÍGUEZ ALCALÁReview by: Jean ANDREUCaravelle (1988-), No. 79, PAYSANNERIES LATINO-AMÉRICAINES : MYTHES ET RÉALITÉS:Hommage à Romain Gaignard (Décembre 2002), pp. 338-340Published by: Presses Universitaires du MirailStable URL: http://www.jstor.org/stable/40854049 .

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338 CM.H.LB. Caravelle

El recorrido por la cucntística de Marvel Moreno deja en el lector la satisfacción de acercarse a una autora sensible y honesta, con una voz y un universo ficcional propio, dueña del talento y el tesón necesarios para introducirse en una materia que sigue siendo escasamente explorada: la intimidad emocional y sicológica femenina. Persisten en su poética la tensión y los conflictos inherentes a la sociedad patriarcal y se asoman otros senderos complejos de las sociedades de su tiempo; se vislumbra en su trayectoria la reflexión de la escritora sobre su rol como artista y como mujer, en la que se asienta una voz disidente y fuerte que al situar los relatos en escenarios familiares o foráneos, da cuenta de conflictos universales, esenciales a lo humano. El libro, por otra parte, llena un vacío en el panorama literario nacional al permitir a los lectores el acceso a una obra excepcional, que le impedían las ediciones anteriores, de corto tiraje y poca o ninguna circulación. Con este conjunto, Marvel Moreno se reafirma como la primera narradora del Caribe colombiano y una de las grandes en la literatura colombiana.

Nadia CELIS Universidad del Atlántico, Barranquilla

Guido RODRÍGUEZ ALCALÁ.- Velasco.- Asunción, Ed. Servilibro, 2002.- 200 p.

Este nuevo libro marca un hito más en la trayectoria narrativa de Guido Rodríguez Alcalá. Por lo menos, si dejamos de lado su producción poética y parte de su ensayística, en lo que se refiere a su pertinaz enfrentamiento con la historia nacional y oficial del Paraguay. Hasta ahora, esta asidua confrontación se inscribía en novelas como Caballero (1986), Caballero Rey (1988), en, con modalidades distintas, El Rector (1991). Y también en la casi totalidad de sus cuentos como Curuzú cadete (1990) y Cuentos (1993). En todos estos relatos el autor elabora conocidos momentos o episodios históricos y los pasa, como se suele decir, por el filtro de la ficción. El procedimiento no sería ninguna novedad mayor si no fuera que dicho filtro confiere a lo histórico un sentido a menudo inédito, un enfoque siempre crítico e intencionalmente polémico. Una postura narrativa que ha sido estudiada detenidamente por Claude Castro en su libro Historia y Ficción: "Caballero " de Guido Rodríguez Alcalá (Asunción, Ed. Don Bosco, 1997, 244 p.), donde define las pautas esenciales de este peculiar tratamiento de la historia que se vuelven a transparentar generalmente en Velasco.

La trama exterior de Velasco está constituida por los enmarañados episodios de la Independencia del Paraguay, por los años 1806-1813, es decir entre las invasiones inglesas al Río de la Plata y la toma de poder de José Gaspar de Francia en Asunción. Se evoca una sucesión de conflictos armados, diplomáticos, políticos en los que participan, por el control de la provincia paraguaya, España, Buenos Aires, Inglaterra, Brasil. En el transcurso de los acontecimientos intervienen todos los ineludibles próceres del momento y de la región: Santiago de Liniers, San Martín, Belgrano, Artigas, entre muchos más. Y también obvias figuras locales como Yegros, Caballero, Cabanas, Herrera, Mora, el insinuante y promisorio José Gaspar de Francia. El toque original de este cuadro, en principio bastante convencional, lo aporta el narrador y protagonista del relato, Bernardo de Velasco, Brigadier de Reales Ejércitos, Gobernador Militar y Político e

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Comptes rendus 339

Yntendente de la Provincia del Paraguay y treinta Pueblos de Misiones. La elección de este personaje, históricamente bastante anodino, a cargo de quien está la totalidad de la narración, es un verdadero acierto literario y por varias razones.

Velasco es un español ilustrado, culto, eficiente y, dentro de lo que permiten las circunstancias, moderado. Así lo atestiguan la mayor parte de los historiadores que tocaron el tema. Vayan algunos ejemplos:

El Gobernador Velazco imprimió en todos sus actos rectitud y honrada administración. (Francisco WISNER)

El Gobernador Velazco, que si bien era español, era también un hombre popular por sus buenas condiciones de funcionario recto, siendo muy querido. (Id.)

El viejo gobernador Velazco era indudablemente muy competente y tenía la

completa confianza de todo el pueblo, pero era espafiol. (Carlos A. WASHBURN) Era don Bernardo de Velasco y Huidobro hombre de trato afable, con un brillante historial (...) La labor de Velasco se señaló, desde los primeros actos de gobierno, al tratar de corregir las fallas cometidas por anteriores gobernadores, demostrando en su actuación honradez y energía. (Guillermo CABANELLAS) Velasco llega a la provincia precedido de justo renombre. Pronto gana la simpatía y la consideración de los paraguayos por su capacidad, su honradez, su espíritu de justicia. Qulio César CHAVEZ)

En resumidas cuentas, una figura que contrasta netamente con la exuberancia, la prepotencia, la incultura, el afán de lucro de la mayor parte de los demás actores históricos que circulan por el libro. Lo que le otorga cierta autoridad para enjuiciar y criticar a sus contemporáneos: la incompetencia militar de Belgrano, la fastuosa irresponsabilidad de Yegros, la avergonzada y amañada genealogía del doctor Francia, o França, o el «negro Francia» («Al hidalgo Francia se lo veía blanco como un cazo tiznado», p. 62).

La otra característica que presenta el personaje, a pesar de ser todo un funcionario monárquico español, es su enfoque inteligente y abierto de los acontecimientos independentistas. Lo que hubiera podido resultar una visión amargada de los vencidos se convierte paradójicamente en el testimonio distanciado, equilibrado, por no decir «objetivo», de un participante descentrado que se mueve en medio de las intrigas de la «revolución». Lo que determina en su discurso una marcada tonalidad irónica, acentuada en la escritura por la utilización mimètica de cierto estilo dieciochesco.

Ahora bien, el título de tapa, Velasco, viene rubricado como novela. La ficcionalización del relato es la que viene a animar y a dinamizar el cuerpo abstracto de la materia histórica. En este sentido, el principal medio movilizado y el más antihistórico es la utilización del discurso en primera persona, aunque el «yo» aparezca directamente muy pocas veces y el narrador, Bernardo de Velasco, se denomine a sí mismo sólo de modo alusivo, o invocado por otros personajes (p. 117, 134, 136, 141 y passini), o bajo especie de «este servidor» (p. 143 y passim). Sólo muy al final llega la revelación casi testamentaria de su proyecto autobiográfico:

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340 CM.H.LB. Caravelle

Y esta es la confesión, la redención del burócrata Velasco, redimido de sus deformaciones rutinarias por la conciencia de que los deberes del patriotismo no deben sobreponerse a los de la humanidad (p. 196).

Lo que contribuye también a dar una dimensión más personal e íntima al protagonista son las formas dialogadas, directas o indirectas, con los demás personajes. Cabe añadir por fin la relación amorosa que mantiene, por el recuerdo o por correspondencia, con la lejana y problemática María. Conforme se adelanta en el relato cobra más intensidad el proyecto soñado y nostálgico de reunirse con ella y de regresar juntos a su apacible y añorada España (p. 112- 114,190).

La historia de Velasco, personaje real y ser ficticio, ha sido escrita indudablemente con simpatía. Se trasluce que intelectualmente, moralmente y, quizás, ideológicamente el autor adhiere a los valores de su protagonista. En ciertos aspectos la identificación parece total como, por ejemplo, sobre algunas características culturales señaladas de paso:

Libros sobre el Paraguay, por desgracia, no se escriben o no se publican, (p. 105)

Consideraban justo que sus hijos conservaran, e incluso elevaran su nivel aprendiendo el castellano o «caraí ñee» (lengua del señor) en vez de quedar limitados al guaraní o «aba ñee» (lengua del indio), idioma de la mayoría pobre y de los ricos ignorantes, que entre nuestros ricos no son pocos. No me ha sido muy difícil aprenderlo, porque ya no se trata del idioma aborigen, que ya nadie lo habla excepto los indios monteses, sino de un dialecto mechado de voces nuestras, (p. 100)

Lo mismo ocurre con otros temas en los que la opinión de Velasco y la del autor corren parejas, como sobre el Dictador Francia, mitificado en otros tiempos y en otras novelas y que aparece aquí como un negro mandón, oportunista, adulón y paranoico.

Compaginándose con el discurso apócrifo de Bernardo de Velasco, el autor rechaza por principio la dimensión exclusivamente épica, solemne o heroica. Frente a unos protagonistas que, con el tiempo, se convertirán en estandartes ideológicos de los bandos políticos que se enfrentan en el Paraguay hasta nuestros días, procede metódicamente a la desacralización de la Historia con medios propiamente literarios, una manera de humanizarla estéticamente para hacerla más leíble y cercana. En esto reside el inconfundible talento de Guido Rodríguez Alcalá y es lo que lo justifica, con palabras de Bernardo de Velasco, en su oficio de escritor:

¿Lectores? Me gustaría tenerlos, aun sin considerarme gran escritor; con sus deficiencias, estas memorias pueden ser útiles para entender aquellos años de locura, en que lo mejor atentó contra lo bueno, (p. 190)

JeanANDREU Université de Toulouse-Le Mirail

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