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    LATINOAMERICACUADERNOS DE CULTURA LATINOAMERICANA

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    PABLO GONZALEZ CASANOVAINDIOS Y NEGROS

    EN AMERICA LATINA

    COORDINACION DE HUMANIDADESCENTRO DE ESTUDIOS LATINOAMERICANOS/Facultad de Filosofa y LetrasUNION DE UNIVERSIDADESDE AMERICA LATINA UNAM

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    PABLO GONZALEZ CASANOVA

    INDIOS Y NEGROSEN AMERICA LATINA

    UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICO

    COORDINACIN DE HUMANIDADES

    CENTRO DE ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

    Facultad de Filosofa y Letras

    UNIN DE UNIVERSIDADES DE AMRICA LATINA

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    Pablo Gonzlez Casanova (1922) socilogo mexicano.Se inicia en el campo de la interpretacin filosfica de lahistoria, destacndose por dos trabajos: El misonesmo y la modernidad cristiana en el siglo XVIII y Una Utopa deAmrica. Su preocupacin le llevar, en adelante, al co-nocimiento social de Mxico y la Amrica Latina, siendoya uno de los clsicos en este campo. Su nombre est uni-do al de los creadores de la sociologa latinoamericana con-tempornea, campo en el que la Amrica Latina ha hecho

    importantes aportes a la sociologa en general. En estesentido ha escrito, entre otros, dos importantes libros, LaDemocracia en Mxico y Sociologa de la Explotacin. Sultimo trabajo es el titulado Imperialismo y Liberacin en

    Amrica Latina. Es miembro destacado de diversas institu-ciones que trabajan en el campo social, nacionales e inter-nacionales. Ha estimulado y coordinado trabajos colectivos

    como el titulado Amrica Latina : historia de medio sigloy recientemente con la Universidad de Naciones Unidas coor-din un amplio estudio sobre La creacin Cultural de Am-rica Latina. Ha sido Director de la Escuela de CienciasPolticas y Sociales, del Instituto de Investigaciones Socia-les y Rector de la Universidad Nacional Autnoma de M-xico,

    Sus preocupaciones sociolgicas y sociales le han llevadoa analizar a dos grupos raciales que forman destacada par-te de las sociedades latinoamericanas. Grupos una y otravez discriminados y sobre los cuales se ha asentado la ex-plotacin interna y externa: indios y negros. Grupos ra-ciales que en las sociedades latinoamericanas han jugadocentralmente el papel de proletarios. Pablo Gonzlez Casa-

    nova analiza cuidadosamente el papel que juegan estos gru-pos en la dinmica y dialctica de las sociedades latino-americanas.

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    INDIOS Y NEGROS EN AMRICA LATINA

    Pablo Gonzlez Casanova

    En Amrica Latina existe hoy una poblacin que vive unasituacin colonial. El desarrollo del capitalismo, desde sus

    inicios hasta la etapa del imperialismo, ha sido determinan-te en la formacin y renovacin de ciertas razas y culturasoprimidas. Sus integrantes indios americanos, negros afri-canos, asiticos viven una situacin colonial: de perse-cucin y genocidio, de opresin y dependencia, de discri-minacin y superexplotacin, de depauperacin y margi-nacin. Las luchas que libran presentan siete caractersticas

    principales: unas ligadas a su cultura, su comunidad, sunacin y su raza, otras a su clase, y otras ms a sus orga-nizaciones polticas y sus ideologas. Entre esas luchas des-tacan dos que son muy significativas: las de la nacin y laclase. En torno a ellas existe un debate poltico e ideol-gico que tiende a privilegiar la lucha de la nacin frentea la lucha de la clase trabajadora, o sta frente a aqulla.En el debate se dividen las propias fuerzas democrticas y

    revolucionarias: unas se inclinan por exaltar la lucha delindio como nacin, raza, comunidad y cultura, otras porvincular o fundir la lucha del indio a la de la clase traba-jadora. En el caso del negro y del asitico tambin existeel debate, aunque tal vez con menos nfasis en la luchadel negro como negro, o del asitico como asitico separadosdel resto de las comunidades oprimidas y de los trabaja-

    dores.

    El problema comprende a una poblacin relativamente am-plia de Amrica Latina. Afecta d irec tam en te el 15 o 20%de los habitantes, e indirectamente a toda la poblacin tra-

    bajadora, inserta en el neocolonialismo. La determinacin ydeslinde del fenmeno es difcil. Todo est hecho para ocul-

    tarlo: su nombre, su definicin, su nmero, su distribucin.Ello obedece a mltiples razones: la principal es la opresinque a su vez esconde la explotacin. Sin embargo, en mediodel Babel terminolgico y acadmico, de la inexactitud y en-gao estadsticos, y de las dificultades que stos y otros hechosentraan para la generalizacin y la explicacin de los pro-

    blemas del indio, el negro y el asitico, es posible tener unaidea aproximada de la magnitud y la variedad del problema.

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    Los indios:

    En las islas del Caribe los indios fueron prcticamenteaniquilados. En Mxico en cambio subsisten a pesar degenocidio e integracin, grandes conglomerados de in-dios que hablan lenguas y dialectos distintos del espaol yque mantienen formas culturales y polticas propias. Msque por su raza, se distinguen por su cultura, por su orga-nizacin en comunidades y por su situacin de poblacionescoloniales. En algunos estados como Oaxaca, Chiapas,

    Yucatn hay municipios donde la mayora absoluta dela poblacin es de indios. En Amrica Central se da unasituacin parecida. En Guatemala por lo menos la mitadde la poblacin se sirve de idiomas indgenas (Lipshtz,1974, p. 131). En Venezuela y Colombia existen entre 10y 15% de indios concentrados en regiones aisladas. Algu-nos en condicin salvaje viven en la regin amaznica.

    El conjunto ms numeroso de indios sudamericanos se en-cuentra en los Andes, desde el sur de Colombia hasta elnorte de la Argentina, Se concentra, sobre todo, en Ecua-dor, Per y Bolivia. En Per hay provincias en las cualesel noventa y cinco por ciento de la poblacin habla que-chua o aymara, (Ibid) En Bolivia los indios son entredos tercios y tres cuartas partes de la poblacin: en su ma-

    yora hablan tambin aymara o quechua. El quechua, quefue la lengua del antiguo imperio Inca, subsiste con varian-tes enormes de un sitio a otro. En Paraguay, segn loscensos, es indio menos del cinco por ciento de la poblacin.En realidad la mayor parte de la poblacin es indgena yhabla guaran. Slo que los censos oficiales limitan el usodel trmino a las tribus ms salvajes. El afn de ocultar

    a la poblacin indgena es claro en el caso de Chile. Ofi-cialmente somos casi todos blancos, deca Lipschtz en1944 (Lipschtz, 1944, p. 47). Y afirmaba que los indiosy mestizos eran en realidad ms del setenta y cinco porciento. Pensaba en las caractersticas raciales de la pobla-cin chilena. El mismo fenmeno de ocultamiento se dabacon las comunidades de indios. Se acostumbraba decir que

    haba unos 10,000 mapuches. A Lipschtz lo insultaron porhaber afirmado que eran 450 o 500 000 cifra ms tardeoficialmente aceptada.

    De las caractersticas determinantes hay una que desta-ca: la de las comunidades indgenas. Es en tomo a ellascomo se plantea el problema de la nacin o clase. SegnCollin Dellavaud se puede decir en forma aproximada que

    los Andes abrigan un poco menos de 7 millones de ind

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    genas que viven en comunidades al Sur de Chile, en Bo-livia, en el centro y Sur del Per, a lo largo de las sierrasecuatorianas, al sur y al este de Colombia e incluso en Ve-

    nezuela, en los Andes de Mrida. En cuanto a AmricaCentral y Mxico cuentan con cerca de 10 millones, en

    pequeo nmero en Nicaragua, Honduras (y El Salvador),mientras hay un milln en Guatemala y 8 millones enMxico. . . Se puede estimar concluye Collin que entoda Amrica Latina hay 16 millones de indgenas que vi-ven en comunidades tradicionales. (Collin, I, 83). Estas

    comunidades tradicionales son comunidades coloniales,que arrancan de los inicios del capitalismo en Amrica La-tina y que se reproducen hasta la poca actual.

    Los Negros:

    Los descendientes de los esclavos trados de frica cons-

    tituyen otro tipo de poblacin colonial. El desarrollo del ca-pitalismo europeo dio auge a una trata de esclavos quearranc de frica a casi 10 millones de hombres duranteun largo periodo fijado entre 1518 y 1873. (Moreno, p.13). Colonialismo, esclavismo y capitalismo evolucionaronen tal forma que la poblacin negra de origen africano sesigue distinguiendo hoy entre las ms oprimidas y explo-

    tadas del Nuevo Mundo. Su distribucin en Amrica Latinaest relacionada con el desarrollo de la produccin agrcolatropical (azcar, caf, tabaco, algodn, arroz) y con eldesarrollo de la minera. Los ncleos ms poblados de negros africanos se encuentran en las islas del Caribe, en Bra-sil, en la costa oriental de Amrica Central, en la costanorte de Amrica del Sur, y en distintos lugares de la costadel Pacfico, desde Mxico hasta el Per (J. Halero Ferguson, 17). Considerando sus rasgos somticos, hacia 1930el Negro Year Book del Tunkegee Institute calculaba queen Amrica Latina haba treinta y tres millones de negrosen una poblacin total de doscientos treinta millones. Se-gn este clculo los negros constituan el 14% del total.En 1940 Lipschtz calculaba que haba 30 millones denegros (40, si se inclua a las personas de rasgos negroi-des) sobre una poblacin de 280 millones. As, segn esteautor tambin el 14% era negro, (cf. Lipschtz, 1944, 314315). Hacia 1950 Darcy Riveiro calculaba que haba 29.3millones de negros sobre una poblacin de 311.9. Segnsus proyecciones hacia el ao 2000 la poblacin negra serde 130 sobre un total de 941, cifra que corresponde denuevo a un 14% del total. (Darcy, 132). Estos clculos

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    somticos son significativos en tanto la discriminacin ba-sada en ellos es una realidad. Pero de esos clculos no sedesprende el problema de la nacin y la clase, de la comu-

    nidad y la clase.La poblacin negra de Amrica Latina ha formado tam-

    bin naciones y comunidades. La nacin negra ms conoci-da es Hait. Con anterioridad a la formacin de la Repblicade Hait existieron otras repblicas negras. El Quilombode Palmares se organiz en forma independiente durantelas dos terceras partes del siglo XVII. En Jamaica, Guayana,

    Surinam, y en la propia Hait, muchos antiguos esclavosvivieron en organizaciones polticas y econmicas indepen-dientes antes de 1804 (Casimir, 366 y Carneiro). Desdela colonia hasta nuestros das, los negros africanos han lo-grado establecer comunidades de esclavos fugitivos, liber-tos. Algunas de esas comunidades han reproducido los ras-gos culturales de frica, otras han forjado una nueva cultura

    negra surgida de la esclavitud y la rebelin (Bastide, 4950).Los quilombos brasileos, los cimarrones de las Anti-llas y Venezuela, los bushnegroes y los maroons delCaribe Ingls, los palenques y cumbes de otras regio-nes latinoamericanas, y en general los enclaves de negroslibertos presentan una gran variedad de formas de organiza-cin. Van desde los ms dbiles conglomerados hasta Es-

    tadosNacin neocoloniales como Hait, pasando por la for-macin de grandes concentraciones en expansin como ladel Choc en Colombia y la de los zambosmosquitos enAmrica Central (Snchez Albornoz, 164). La enorme va-riedad de comunidades y culturas negras destaca cuandose comparan las del Hait urbano y campesino, el Bushy el Paramaribo de la Guyana, las de Baha Recife, PortoAlegre. Maraon rural y urbano en Brasil, las de MorantBay y los cimarrones de Jamaica; los negros caribes deHonduras; los de Port of Spain y Toco de Trinidad; lascomunidades de la Costa Chica de Guerrero en Mxico, lasdel Choco o Choso de Colombia, y las de Islas Vrgenes(Ianni, Moreno Fraginals, 56).

    A s i ticos:

    Dentro de la poblacin colonial se encuentran los chinosen la costa del Pacfico, especialmente en el Per. Los ja-poneses tambin se encuentran en la Costa del Pacfico yen el Brasil. Los indios asiticos en la Guayana Britnica;los indios asiticos y los indonesios en Surinam. Duranteel siglo XIX y principios del XX el trfico de indebted la

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    borers de China, India e Indonesia substituy al trficode esclavos negros. En Guayana Britnica los indios asi-ticos llegaron a constituir mayora; en Surinam alcanzaron

    a ser el segundo grupo tnico despus de los negros y mes-tizos (Collin, II, 23839). Todos estos migrantes estn di-recta o indirectamente relacionados con la historia del tra-bajo forzado, con excepciones entre los de origen japons.Al lado de los indoamericanos y negros, los asiticos ocupanla escala ms baja de la sociedad. Se distinguen de los mi-grantes europeos italianos o alemanes porque stos,

    como trabajadores y campesinos, no tienen una condicincolonial, o ms fcilmente se liberaron de ella, y porquecuando forman comunidades o enclaves no son o no pare-cen de colonizados.

    El indio, el negro y el asitico como nacin, raza y clase.

    El desarrollo desigual del capitalismo, y la forma varia-da en que combina distintos modos de produccin y ex-plotacin dan a los pueblos colonizados y sus luchas carac-tersticas distintas. La existencia de dos o ms pases

    dos Mxicos, dos Brasiles , y de las llamadas so-ciedad dual y sociedad plural corresponde al desarrollodesigual de un capitalismo colonial y neocolonial, que com-

    bina y reproduce distintos modos de produccin y explota-cin, en medio de una rica variedad de organizaciones so-ciales y de expresiones culturales. Ese desarrollo desigualy combinado del capitalismo colonial y neocolonial, desdela poca del predominio del capital mercantil hasta la delcapital monoplico, da lugar a la construccin de un sin-nmero de teoras c ideologas que oscurecen y ocultan losfenmenos de dominacin y explotacin de la poblacincolonizada y de los trabajadores coloniales o sus sucesores.Las teoras sobre el sector moderno y tradicional de lasociedad, como las de la sociedad dual y plural no son falsas

    porque dejen de darse los fenmenos de desarrollo desigualy variado que registran, sino porque los explican a partirde factores psicolgicos, culturales, tecnolgicos e inclusoraciales o racistas, que ocultan la naturaleza y tendencias

    del desarrollo del colonialismo, del racismo, del neocolonia-lismo, del imperialismo y el capitalismo,

    Amrica Latina es una de las regiones perifricas y de-pendientes del capitalismo como sistema mundial, dondems clara y acusadamente se da el desarrollo desigual ycombinado en cuanto a las fuerzas productivas y a las rela-ciones de produccin, con desarrollos tecnolgicos y empre-

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    sariales diversos. Ah se combinan las formas de explotacindel trabajo forzado (esclavo o servil, abierto y encubierto)con formas de explotacin salarial, semicapitalistas y capi-

    talistas.A lo largo de todo el continente latinoamericano existe

    una marcada diferencia entre el desarrollo de la Costa y laSierra. En la Costa tiende a predominar ms pronto y deuna manera mucho ms general la economa de mercado,y la empresa colonial que produce para el mercado. En laSierra y en otros lugares agrestes y distantes, o aislados,

    subsisten durante un periodo ms largo, en amplsimas ex-tensiones, modos de produccin precapitalistas que no for-man parte ni del mercado internacional ni del mercado inte-rior. En esos lugares se mantienen fuertes ncleos de pobla-cin autctona y autrquica, cuyos miembros son explotadosy dominados en diversas formas de servidumbre herede-ras de sistemas feudales o con procedimientos propios de

    una dominacin y explotacin colonial: las grandes propie-dades y los centros urbanos ejercen un monopolio del co-mercio y las actividades econmicas de esas comunidadesen que las dominan y explotan como a naciones coloniales,empobrecindolas discriminndolas y diezmndolas, en unproceso de permanente acoso.

    La historia del trabajador colonial y de las poblaciones

    coloniales, de su sometimiento y formas de lucha y libera-cin presenta modalidades varias segn el lugar que ocupanen ese desarrollo desigual y combinado. Las poblacionesms ligadas a la economa de mercado y a la produccin

    para el mercado mundial muestran diferencias significativasrespecto a las poblaciones ms aisladas o marginadas, Lostrabajadores forzados a la esclavitud en plantaciones y minas

    presentan formas de organizacin y resistencia, que no sepueden confundir con las del trabajador servir ( yanaco-na, colono, aparcero, partidario, arrimado, huasipungo) predominante en la gran propiedad del interior,ni con las de los comuneros que luchan incesantemente comocomunidad, tribu, pueblo o nacin.

    Los trabajadores africanos y asiticos, ms ligados a lahistoria del comercio de esclavos y semiesclavos y a la plan-tacin colonial y neocolonial tienen enormes dificultadespara luchar con comunidad e incluso como raza . Todoel sistema de dominacin y explotacin del esclavo africanoy de sus sucesores es forjado para anularlos como comuni-dad. La poltica del capitalismo colonial y las leyes del de-sarrollo capitalista en las colonias y los pases dependientescolocan a las poblaciones negras y a los trabajadores negros

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    en la indefensin mxima que logra una sociedad opresiva.El esclavo indio o negro sufre un proceso de deculturacinmediante el cual, con fines de explotacin econmica, se

    procede a desarraigarlo de su cultura de su grupo humanopara facilitar la expropiacin de las riquezas naturales delterritorio en que est asentado y para utilizarlo como fuerzade trabajo barato, no calificado. En la plantacin o en laexplotacin minera el esclavo indio o negro vive enuna organizacin de carcter carcelario y en la incomuni-cacin de sus miembros (Moreno Fraginals 1415). Losindios sufren una larga historia de esclavizacin y de inser-cin en minas y plantaciones. Pero en la propia AmricaLatina hay indios que sobreviven en otras formas de orga-nizacin, semifeudales, serviles y comunitarias. Los negrosen cambio vienen de los esclavos y se reproducen en formamayoritaria como esclavos. Se les arranca de su cultura afri-cana, se les priva de su familia, se les importa cuando sonan nios, se les mezcla en grupos de distintas lenguas (op.

    cit, pp. 17, 22, 41). Se les persigue cuando tienden a unirseen corporaciones civiles, religiosas o ldicas. Se les exigemezclarse cuando viven en cabildos; se les sanciona porsus cultos, se les prohben sus grupos danzantes. No se lesdeja ms alternativa que el sometimiento aislado, la rebe-lin personal, el suicidio, o la fuga (Ibid. 4143). Esta su-

    jecin que intenta acabar con todo grupo empieza desde

    que se trae al africano al nuevo mundo. Despus continabajo las leyes liberales que formalmente prohben la es-clavitud.

    La fuga multitudinaria y colectiva tiende a reconstruir oa construir comunidades de negros libertos o cimarrones. Enesas comunidades se desarrolla una cultura de la resisten-cia, se reconstruyen lazos familiares, se gestan lenguas ydialectos, prcticas religiosas, mgicas, polticas. Se forjancomunidades. Pero el acoso en la Costa es relativamentems fcil que en la Sierra. A las dificultades de recreacincultural y comunitaria se aaden las de una persecucintenaz, eficaz. Con la independencia poltica y la declaracinformal de la igualdad de razas aumentan las dificultades

    para la organizacin de luchas colectivas, de comunidades

    o corporaciones negras. La insercin de la poblacin negraen la economa de mercado merma su cohesin. El negrolibre es atomizado. La libertad formal y la igualdad for-mal revelan, en suma, que enmarcado en la esclavitud, elnegro tena una capacidad de presin social que pierdecon la libertad. En la sociedad libre no pasa de serun paria abrumado por el peso de la deculturacin y la ser-

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    vidumbre (Moreno, 49). Queda la discriminacin racial,somtica que lo hace identificarse como negro, que loune en la opresin capitalista y racista, Pero esta ltima es

    muy sutil en Amrica Latina. El paternalismo y el com-padrazgo combinados con una amplia mezcla de razas di-luyen, oscurecen y vuelven ambiguo un racismo y una dis-criminacin racial que subsisten como explotacin y opre-sin general del pobre. El negro no alcanza a enfrentarsecomo negro discriminado. Casi siempre tiene padrinos, com-

    padres e incluso parientes blancos. Con la libertad y la

    igualdad formal, y con esa mezcla de tradiciones paterna-listas, e instituciones de compadrazgo y parentesco, se le

    plantea al negro el problema de su incorporacin a la socie-dad discriminatoria sin el apoyo de una identidad culturalviable, o de una raza que todo blanco rechace, discrimine.Se le deja sin identidad cultural y sin identidad racial gene-rales, polticas. Slo en algunos pases donde hay extensos

    grupos de negros, logran stos preservar y cultivar partede esa identidad. Y an en esos los obstculos son mlti-ples. Las leyes de los pases latinoamericanos formalmen-te antirracistas prohben la formacin de partidos basadosen las razas. Adems, los gobiernos persiguen especialmentea las organizaciones negras. En Brasil, el dictador GetulioVasgas hacia 1937 destruy un Frente Negro Brasileo

    que se haba formado durante la crisis.Sin posibilidad de defenderse por su identidad cultural,tribal o racial, el negro latinoamericano descubre quetampoco puede defenderse mediante el intil mimetismo del

    blanco: advierte que sigue siendo negro, el ms explotadoy humillado de los trabajadores y los hombres. Con excep-ciones mltiples que le impiden comprenderse como una

    categora social y poltica racial, o cultural, el negro tam-poco puede entrar con igual facilidad a la sociedad del mes-tizo o el blanco. El colonialismo y el neocolonialismo slole permiten identificarse frente a otros grupos coloniales, enenfrentamientos intertnicos de unos negros contra otros, yde negros contra indios o asiticos.

    Por su posicin en el desarrollo del capitalismo colonial

    y semicolonial, el trabajador negro tiende a aproximarse asms fcilmente a las luchas de los dems trabajadores. Slole queda el camino de identificarse con los trabajadores. Enla mayora de las ocasiones es su nica salida. Lo cual nole quita importancia a las luchas que da en sus aldeas yquilombos, en sus regiones o en sus naciones, Pero stas,ms que de negros o neocolonizados deben ser considera-dos como de vecino pobres. Slo en el caso de Hait el pro-

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    blema nacional adquiere toda su fuerza frente al dominiodel blanco y del neocolonialismo: y ah surge tambin eldominio del negro proletario o aldeano por el negro bur-

    gus, que se hace llamar criollo. El trabajador negro seenfrenta al burgus negro. En Cuba, durante el capitalismolos negros pierden su identidad somtica, como forma deresistencia, la guardan como forma de sometimiento. Pro-letarios negros, libran cada vez ms sus luchas asociados alos dems trabajadores, en forma radical y escueta. Delnegro cubano surgen incluso grandes lderes de los traba-

    jadores cubanos.El indio que vive en la esclavitud vive los mismos pro-

    blemas del negro, incluido el desarraigo y la decultura-cin. El que vive en condiciones serviles de peonaje oaparcera y el que resiste en sus comunidades serranas,desarrolla ms formas de lucha de una cultura y una comu-nidad que se mantiene y se reproduce en amplias zonas del

    capitalismo colonial y dependiente. El indio tambin es es-clavizado y proletarizado, pero conserva un nmero sig-nificativo de comunidades a las que une un mismo idiomay una misma cultura en organizaciones sociales, polticas eincluso militares.

    Las luchas de resistencia y liberacin de las naciones ycomunidades indias son incontables. Con una estrategia de-

    fensiva y ofensiva subsisten hasta nuestros das. Presentanlas ms variadas caractersticas polticas y militares. En to-das partes los indios son diezmados o aniquilados. Los az-tecas, los incas, los mayas, los araucanos y sus descendienteslogran preservar algunos de sus rasgos culturales, conocenel sentido de su identidad y poseen una conciencia de sunacionalidad o de su comunidad frente al conquistador y

    sus descendientes. En algunos casos alcanzan a mantenerorganizaciones polticas y militares durante aos, o siglos, eimponen el reconocimiento de una independencia de facto.

    Los mayas no fueron derrotados sino hasta 1697 en quecay su ltimo Estado, el TaxIts (Tayacal). Las organi-zaciones polticas prehispnicas resistieron ah 173 aos. Lasguerras de los espaoles contra los araucanos duraron ms

    de 300 aos. En 1773 Espaa se vio obligada a tolerar suindependencia. La reconstruccin de los viejos imperios fuebandera de grandes rebeliones. En 1767 un indio llamadoPedro Soria Villarroel trat de restablecer el imperio ta-rasco. Gobern en Valladolid, al Occidente de Mxico, ydurante un tiempo estuvo a punto de tomar la capital delvirreinato. A la rebelin del primer Tupac Amaru, que en1571 quiso restablecer el imperio Inca, sucedi en 1780 el

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    segundo Tupac Amaru con parecido proyecto. ste levanta 600 000 indios. Sus guerrillas lucharon durante 35 aosy se extendieron por Bolivia, Per, Ecuador. En Brasil los

    indios se rebelaron en 1572, durante una guerra llamadade los siete aos. Destruyeron ms de 3 000 aldeas. En1697 aceptaron aliarse con los negros de la Repblica dePalmares. Unidos a ellos enfrentaron a portugueses y holan-deses. En escalas menores las rebeliones de indios lleganhasta nuestros das. A veces toma la forma de pequeasguerras o luchas de resistencia, Vencidos, conservan un l-

    timo reducto: su comunidad y su cultura, que rehacen yrecrean en la resistencia.

    Luchas de liberacin y luchas proletarias

    Desde los primeros aos de la colonia aparecen las lu-chas de liberacin y las luchas proletarias. Unas y otras

    alcanzan magnitudes distintas. Pero en quinientos aos decapitalismo colonial y dependiente se les ve reaparecer enforma incesante, con ciclos, ascensos y cadas. Las luchasde liberacin tienen una base territorial, racial y cultural.Las luchas proletarias de esclavos, encomendados, siervoso trabajadores asalariados tienen una base empresarial.Ambas se hallan ligadas o separadas, dan pie a uniones y

    divisiones. Cobran caractersticas sociales, polticas y mi-litares son por demandas vitales, o por un cambio en lasestructuras de produccin y poder.

    Las luchas que se organizan en torno a la tierra van des-de la accin defensiva y ofensiva de comunidades y barrioshasta el intento de establecer nacionesestado. Libradas porindios acosados o escapados, o por negros libertos, se pro-

    ponen desde la defensa de las tierras, la cultura, la raza yla libertad frente al colonizador europeo, criollo o mestizohasta grandes movimientos liberadores que entraan alian-zas de clases y razas frente al colonialismo y el imperialis-mo. Los habitantes ms desamparados, explotados y sojuz-gados de las colonias y los pases semicoloniales se enfren-tan al burgus en tanto que colonizados, y ste aparece como

    colonizador, racista o imperialista, Si en algunos casos co-mo Hait o Jamaica el conjunto de la poblacin negraencabeza y asume, como raza y clase oprimida, la guerrade liberacin y ve reaparecer con la independencia pol-tica a la clase dominante tras una misma o parecida raza,en la mayora de los casos, la independencia formal y elneocolonialismo real, replantean nuevamente la confusinde razas y culturas, que ocultan y amparan a las clases do-

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    minantes del imperio y sus bastiones. Razas, culturas y cla-ses dominantes se recomponen de las ms distintas manerastras la independencia poltica de Francia, Espaa y Portu-

    gal. Con el avance del capitalismo dependiente, surgen nue-vas acciones de conquista de la tierra y nuevas civiliza-ciones colonizadoras. En 1820, en 1880, en 1950, en 1970la tierra pasa de las antiguas comunidades y mercedes deindios a los hacendados criollos, a las plantaciones impe-rialistas, a las empresas agrcolas capitalistas, nacionales ytrasnacionales. El criollo, el mestizo, el ladino, el cholo, el

    gringo, todas las burguesas coloniales y neocoloniales re-nuevan el acoso contra las minoras o las mayoras colo-niales de indios, negros, mestizos. stas prosiguen la lucha

    por sus tierras, su cultura, su raza, y por demandas vitales,de alimento, techo, libertad. Como el colonialismo y el neo-colonialismo afectan tambin a los dems trabajadores la-dinos y mestizos , e incluso a la pequea burguesa y

    capas medias de los pases dependientes, en las grandesluchas liberadoras surgen varias posibilidades de alianza delas minoras y las mayoras coloniales, se forjan frentes deliberacin insertos en contradicciones de clase y razas, pro-

    pias del modo de produccin y dominacin colonial.

    La superacin de la doble contradiccin colonial y declase hasta ahora solamente se ha dado en Cuba. Ah la lu-

    cha por la liberacin devino lucha por el socialismo, y elproceso de independencia y descolonizacin general delas mayoras coloniales deriv en la instauracin de unEstado en el que desaparece la propiedad privada de lasempresas y cuya base social son los trabajadores negros,

    blancos o mestizos con creciente indiferenciacin de laherencia colonial, de los prejuicios heredados de la domi-

    nacin y explotacin colonial y neocolonial. A raz de laRevolucin Cubana, cuando an no haba pasado Cubaa formar parte del campo socialista, empez un proceso

    poltico rapidsimo, destinado a acabar con el sometimientode la minora colonial negra y mulata, nica existente enesa isla donde los indios haban sido eliminados, y los asi-ticos ni eran muchos ni sufran una discriminacin especial.

    En el discurso sobre la Reforma Agraria del 22 de mayode 1959, el Primer Ministro Fidel Castro dijo: Hay dostipos de discriminacin racial: uno es la discriminacin enlos centros de recreo, o centros culturales, y otro, que es elpeor, en el centro de trabajo. La primera que tenemos quecombatir aadi es la discriminacin racial en los cen-tros de trabajo, porque si lo uno limita las posibilidades deacceso a determinados crculos, lo otro es mil veces ms

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    cruel, pues limita el acceso a los centros donde puede ga-narse la vida, limita las posibilidades de satisfacer sus nece-sidades, y as cometemos el crimen de que al sector ms

    pobre le neguemos, precisamente ms que a nadie las posi-bilidades de traba jar. . ."Fidel Castro propona hacer unacampaa para que se ponga fin a ese odioso y repugnantesistema, con una consigna: oportunidades de trabajo paratodos los cubanos, sin discriminacin de raza o de sexo.En el mismo discurso, el lder de la Revolucin abog poracabar radicalmente con la discriminacin en los centros

    de educacin y en los centros de recreo.

    Tres das despus de pronunciado el discurso, ante algu-nas crticas de la reaccin colonialista, Fidel Castro sintila necesidad de contra atacar .En conferencia de prensa que

    pas por televisin puso en la picota pblica a los que sedicen cristianos y son racistas; a los que se dicen martianos*

    y son racistas; a los que se creen cultos y son racistas. Ypodra muy bien haber agregado comenta el escritor hai-tiano Ren Depestre a los que se dicen revolucionariosy son racistas (Depestre, 1966, 43 ss.). Fidel Castro citlas Clebres palabras de Jos Mart: Cubano es ms que

    blanco, ms que negro,

    * Dcese martiano del que sigue las enseanzas del gran revo-lucionario y escritor Jos Mart, a quien Fidel Castro calificara deautor intelectual de la revolucin cubana.

    El gobierno revolucionario acab en pocos aos con ladiscriminacin racial. Negros y mulatos cubanos, haitianos,

    jamaiquinos estos ltimos los ms humillados y explota-dos de todos pronto empezaron a recibir los beneficios

    de la Revolucin en igual medida que el resto del pueblotrabajador. Ya para 1966 en febrero pudo escribir De-pestre: En la Cuba socialista los hombres de color soniguales ante los otros ciudadanos, ante la reparticin delempleo, ante la distribucin de los servicios sociales, antelas posibilidades de educacin y de cultura, en el deporte,y en todos los dominios de la vida econmica y poltica. . .

    (Depestre, op. cit., p. 54). Un ao despus escribi el his-toriador y antroplogo Moreno Fraginals: La liquidacinplena y efectiva de la esclavitud latinoamericana no pareceposible en el marco de una sociedad dividida en clases, comolo es la capitalista (Moreno Fraginals, p. 52). En Cubasocialista fueron vencidas todas las resistencias del colonia-lismo y el racismo, propias del desarrollo de un capitalismodependiente.

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    Las luchas proletarias coinciden en gran parte con las deliberacin. Como muchos indios comuneros sufren un pro-ceso de proletarizacin, y muchos negros y asiticos quedan

    siempre en el campo proletario, o vuelven a l forzados porlos guardias y el hambre; como de los indios, negros y asi-ticos salen obreros y asalariados, sus luchas se funden eintegran tambin a las de las clases trabajadoras. Ellos pug-nan por derechos iguales a los del trabajador blanco y ex-tranjero, mestizo, urbano e industrial. O luchan con l sindiferencia de raza y cultura contra el patrn y las clases

    dominantes, en acciones conjuntas por demandas vitales, yen otras polticas o revolucionarias. Las luchas nacidas enlos centros de trabajo se apoyan en las de las comunidades,y a veces se expanden en forma de grandes batallas por laliberacin del trabajador y los pueblos oprimidos. Tambinobedecen y siguen los movimientos de liberacin: hay lasque surgen de comunidades y llegan a fbricas, minas y

    plantaciones.Como la clase obrera tiende a crecer con el desarrollo del

    capitalismo y adquiere una importancia muy significativapara toda estrategia de la liberacin, los indios y negrosproletarizados y las comunidades que dejan atrs, o con lasque mantienen vnculos parciales, no pueden ignorar la enor-me importancia de esas luchas. Conforme ms clara con-

    ciencia alcanzan de su circunstancia ms participan en ellas.Si la raza, la comunidad, la nacin expresan a la clase tra-bajadora en mediaciones obligadas del mundo colonial yneocolonial, la clase trabajadora creciente y consciente, ex-

    presa las demandas de las razas, las comunidades y las na-ciones oprimidas.

    En Cuba las rebeliones de los antiguos esclavos negros

    constituyen antecedente remoto de una larga historia de lu-chas proletarias y de liberacin en que el negro expresa alproletario y ste la liberacin. En 1958 un proceso de libe-racin nacional termina siendo la experiencia ms inespe-rada de una revolucin socialista, cuya base social es el pro-letario negro, blanco o mulato. Las mayoras oprimidas dela Cuba neocolonial triunfan sobre los opresores de la na-

    cin, de las minoras negras y de la clase trabajadora. Elxito de razas y clases oprimidas es contundente. El Pri-mer Territorio Libre de Amrica acaba con la discrimina-cin racial y deviene Repblica Socialista. El proyecto deliberacin y el proyecto socialista se funden en uno. Las mi-noras coloniales, raciales, se liberan con la mayora prole-taria y las capas medias. El antiguo pronstico de Jos Car-los Maritegui se cumpli en Cuba cabalmente: Los ne-

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    gros que son afines entre s por la raza; los indios que sonafines entre s por la raza, la cultura y el idioma, el apegoa la tierra comn; los indios y negros que son en comn, y

    por igual, objeto de explotacin ms intensa, constituyenpor estas mltiples razones, masas inmensas que, unidas alos proletarios y campesinos explotados, mestizos y blancos,tendrn por necesidad que insurgir revolucionariamente con-tra sus exiguas burguesas nacionales y el imperialismo mons-truosamente parasitario, para arrollarlos, cimentando la con-ciencia de clase, y establecer en la Amrica Latina el go-

    bierno de obreros y campesinos (Maritegui, Ideologa,3435).

    Las ideologas y la antropologa

    Las palabras de Maritegui no podan ser ms precisas.Con todo, su razonamiento fue olvidado en el propio pen-

    samiento progresista y revolucionario. ste se debate hoy,otra vez, en la falsa alternativa de la raza o la clase, de laliberacin del indio o la lucha proletaria, de la campesinizacin o la proletarizacin, del movimiento o el par-tido, de la liberacin nacional o la revolucin socialista. Eldebate gira en falsas alternativas. Sin profundizar en las fuen-tes del poder del pueblo y el poder de la clase trabajadora,

    a nivel de comunidades, razas, culturas, naciones y conjun-tos de naciones. Muchos idelogos de la sociologa y laantropologa que intentan una investigacin cientfica mar-xista reproducen la imagen elemental que de s mismas pue-dan tener las razas oprimidas, o la que ellos tienen de lalucha de clases, sin minoras coloniales. En abstraccionesacadmicas reconstruyen la versin simple y local de la lu-

    cha contra el racismo y el colonialismo, o la lucha clsicay metropolitana contra el capitalismo,

    Las limitaciones ideolgicas o tcticas, de la lucha anti-racista simple, de la lucha por el negro o el indio, contra ladependencia y el neocolonialismo, por la soberana e inde-

    pendencia nacional, pierden su carcter circunstancial o tc-tico; se vuelven categoras metafsicas. Un hecho funda-mental les escapa: Desde la tribu hasta la nacin, este tipode agrupamientos encierra contradicciones significativas envirtud de la existencia de una sociedad de clases. Las luchasde la comunidad entendiendo sta en el sentido ms am-plio que abarca tribus y naciones no son slo las de latribu frente a la nacin, o las de la nacin pequea frentea las grandes potencias. Corresponden tambin a una domi-

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    nacin de la clase propietaria radicada en las regiones do-minantes del mundo capitalista.

    Una poltica anticolonial basada slo en las categorasde la comunidad, desde la tribu hasta la nacin, olvidaproblemas esenciales que aparecen en el proceso de libera-cin. Entre esos problemas se pueden sealar los siguientes:1. La comunidad (como tribu, raza o cultura) se atomizay enfrenta a otras comunidades, tribus, culturas y razas. Asu frecuente falta de un lenguaje comn unitario se aa-den todos los valores que distinguen y separan a unas tribusde otras, a unas naciones de otras. El enfrentamiento delas comunidades coloniales entre s, el de las tribus contralas tribus, o las razas contra las razas, o las culturas mino-ritarias contra las culturas nacionales, el odio del colonizadocontra los suyos, son utilizados abundantemente por la po-ltica colonialista y neocolonialista. En Amrica Latina haymuchas experiencias al respecto, desde que el colonialismo

    ingls apoy y alent a los indios y negros mosquitos con-tra las repblicas centroamericanas hasta los enfrentamien-tos polticos entre la masa india y los negros criollos de laGuayana o Surinam, junto con innumerables enfrentamien-tos de tribus, razas y culturas en que las potencias imperia-listas y las clases dominantes azuzan los odios del negrocontra el indio, o de ste contra el mestizo, o los falsos na-

    cionalismos de Guatemala contra Belice, o de Chile contraBolivia. Imperialismo y clase dominante manipulan las di-visiones y fobias tribales o nacionales en su provecho. 2.Por su parte los lderes y los pueblos cuyo eje de reflexiny accin es slo la comunidad (desde la tribu hasta la na-cin) tienden a plantear los problemas en trminos de unapoltica de poder que ignora o descuida la poltica de

    clase. De ah derivan las ms distintas formas de una ideo-loga tribalista, racista, chauvinista, incapaz de ordenar elpoder potencial de tribus, razas y naciones dentro de unfrente comn que descanse en un proyecto de clase, estoes, que plantee la cuestin de la lucha de los trabajadorespor la democracia, la independencia, el socialismo, en for-mas, cada vez ms profundas y ambiciosas, segn el nivel

    de lucha de masas y trabajadores. Cuenta Florestn Fernn-dez (Florestn Fernndez, 205) que a los esclavos la bur-guesa antiesclavista los alent a luchar contra la esclavitudsin decirles por qu deban luchar: as los prepar parauna nueva esclavitud. Luchar por un Estado indio es ocul-tar que puede ser burgus, en caso de que semejante pro-yecto llegara a triunfar frente a una santa alianza del im-

    perialismo, la burguesa, los mestizos y los blancos . 3. La

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    existencia de este tipo de ideologa puramente comunita-ria plantea serios problemas en todos los frentes de libera-cin. Dificulta a nivel internacional o interno la accin uni-

    da de las clases trabajadoras y las minoras coloniales. Ha-blando de los indios de Guatemala dice un antiguo lderobrero: Son, como consecuencia de siglos de engaos yburlas, muy desconfiados y mudos cuando les habla el tra-bajador de la ciudad. . . Durante la Revolucin Guatemal-teca lejos de luchar a su lado contra la explotacin y la tira-na, siguieron sumisos a las rdenes de autoridades y fin

    queros. As los trabajadores vimos el deprimente cuadro denuestros hermanos indgenas muertos sin saber por qu.(Cardoza, 1974, 90).

    La antropologa mistificada de la lucha de la comunidad,la nacin, o la raza india no hace ningn esfuerzo por esta-

    blecer el puente entre minoras coloniales y clases trabaja-doras. En sus peores versiones colonialistas y neocolo

    nialistas incluso aumenta y alienta esas diferencias paraque el indio luche contra el trabajador mestizo o blanco, ocontra el traidor a la raza que se identifica con la clasetrabajadora. Algunas versiones muy elaboradas y fingida-mente revolucionarias exaltan hasta hoy, en Guatemala yBolivia, la lucha del indio contra cualquier blanco o mes-tizo, burgus o proletario. Si para las minoras coloniales es

    ms difcil alcanzar una expresin de clase que encuentrela fuente de la opresin y la explotacin en los modos deproduccin, hay toda una corriente ideolgica que ayudamuy poco a mejorar esta conciencia e incluso la obstaculiza.

    El problema sin embargo es ms complejo: la mistifica-cin aparece tambin cuando se habla de la clase sin refe-rirse a las razas oprimidas o de las minoras coloniales. Ha-

    cer nfasis en una simple lucha de clases sin plantear elproblema de la poblacin marginada y las minoras colo-niales es no comprender el carcter de esa lucha en el neocapitalismo y el neocolonialismo. Si en los pases metropo-litanos la diferencia entre el obrero y el pobre marginadoes altamente significativa para la lucha democrtica o revo-lucionaria de obreros y pobres, (Vid. Gonzlez Casanova,1969, pp. 193220 y De Brunhoff, 1976, pp. 729) en los

    pases perifricos del capitalismo esa diferencia adquieresus caractersticas ms agudas y esenciales. En ellos la claseobrera industrial organizada en forma de partidos y sindi-catos es parte minoritaria de la poblacin econmicamenteactiva. A sus estratos ms o menos privilegiados con sala-rios, prestaciones y derechos diferenciales, se aade un pun-to de ruptura con los marginados urbanos y rurales, con

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    las reservas de pobres mestizos, indios y negros. Esaruptura corresponde a una diferencia colosal entre la mino-ra obrera y la mayora marginada y superexplotada. El

    viejo concepto de desarrollo desigual y combinado del capi-talismo sigue siendo vlido para comprender el fenmeno.Es sin embargo insuficiente. No considera la diferencia esen-cial de la lucha de clases en el sector participante y mar-ginado de la economa y la sociedad; en el sector organi-zado, donde la mayora de la fuerza de trabajo es com-

    prada tericamente a su precio de produccin y tiene

    ciertos derechos sindicales y polticos, y el sector que carecede todos esos derechos y se encuentra en condiciones desobreexplotacin permanente, sobre el cual se ejercen me-didas econmicas y extraeconmicas de represin aguda,que se reproducen con el neocapitalismo, el neocolonialismoy el colonialismo externos o internos. Ignorar la dualidady pluralidad de la clase trabajadora que slo potencial-

    mente es una, menospreciar la diferencia substancial entreel obrero de la periferia del capitalismo, y las reservascoloniales o neocoloniales con una pluralidad de culturasque son manipuladas por las burguesas y el imperialismo,dificulta o anula la comprensin de las caractersticas esen-ciales de la lucha del obrero y el pobre, del proletariadoindustrial y el marginado, del trabajador moderno y el

    tradicional o recolonizado. Dos mundos de lucha concre-tamente distinta tienden a confundirse, privilegiando unoen detrimento del otro. Ello acarrea las siguientes conse-cuencias: 1. Tiende a dar importancia excluyente a la luchade los partidos polticos o de las uniones sindicales delsector participante, frente a las luchas locales y popularesde pobladores urbanos marginados, pueblos y regiones cam-

    pesinas, comunidades indias o cimarronas. 2. Tiende a plan-tear los problemas de la clase obrera en trminos de unalucha poltica, y no en trminos de lucha a la vez polticay de poder, esto es, de partido, sindicato, y poder popular.3. Tiende a desconocer la legitimidad de las luchas del tra-

    bajador colonial o de la poblacin colonial. Las desconoce,o no las ve en sus propios programas polticos. Las descono-ce o rechaza como luchas por una autonoma relativa, equi-

    valentes, a las de las nacionalidades o las naciones, a nivelde colonos, tribus, comunidades. 4. Tiende a desconocer lasformas de resistencia desarrolladas por las comunidades yregiones campesinas, en particular las de indios y negros,o las de ncleos urbanos marginados. 5. No propone pol-ticas de defensa de comunidades y tribus indias en su dobleforma de defensa de culturas oprimidas y apropiacin por

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    esas comunidades de una cultura nacional e internacionalde la liberacin. 6. Retrasa o impide el que los programasde colonos, cimarrones, indios sean expresados e integrados

    a los programas de lucha de la clase obrera. 7. Retrasa eimpide una poltica de hegemona de la clase obrera en susacciones democrticas y revolucionarias. Ni el proyecto he-gemnico ni el proyecto de acumulacin de fuerzas se con-ciben y practican como comprensivos de una accin con-

    junta por incipiente que sea de obreros y pobres, deobreros y marginados, de obreros y reservas coloniales o

    neocoloniales. 8. Da pie a que todas las discusiones te-ricas, estratgicas y tcticas sobre las luchas democrticasy revolucionarias de la clase obrera se mantengan siempreal nivel de una opcin nica, de una alternativa excluyente:clase o nacin, clase o pueblo, clase o minoras coloniales.Las lneas de accin aparecen tambin como excluyentes yfrontalmente opuestas, sin registrar las caractersticas para-lelas del obrero y el pobre, con sus altibajos. . . a lo largode los procesos de lucha. La idea de una contradiccin

    principal de clase se opone con independencia de lascondiciones concretas y sus variaciones. stas, en realidad,colocan en un primer plano de la escena poltica y revolu-cionaria, unas veces a la clase y otras al pueblo, unas alobrero y otras al pobre, marginado, campesino, indio sin quelos lderes e idelogos estn preparados para las variaciones

    tcticas e ideolgicas necesarias. El desarrollo del procesoreal (o completo) escapa a la comprensin, a la organiza-cin y a la conduccin de obreros y poblaciones marginadasy superexplotadas, que trabajan y luchan bajo distintosmodos de produccin y dominacin, o en uno neocapitalistay neocolonial, que ha reproducido las estructuras de unadesigualdad dual y plural, enfrentando y aislando a unos

    trabajadores de otros, a los trabajadores y las tribus, loscolonos, los marginados.

    As, se dan dos formas de incomprensin del neocolonia-lismo: la que privilegia al grupo sometido, y la que privi-legia a la clase obrera.

    La explicacin antropolgica basada en la lucha exclu-siva contra el colonialismo, la opresin cultural, el racismo y

    el imperialismo va desde posiciones revolucionarias, pasan-do por posiciones reformistas, hasta la antropologa del pro-

    pio imperialismo. Es bandera de liberacin en distintas etapashistricas y encuentra antecedentes en el pensamiento li-

    beral, pasa por el pensamiento nacionalista; se expresa conun sentido liberador en los idelogos populistas y marxis-tas. La independencia deca el gran publicista liberal

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    Guillermo Prieto convirti a los mexicanos en gachupinesde los indios. Por su parte Jos Mara Gonzlez Sastreobserv: Nuestra proteccin, nuestros cuidados deben ser

    ahora para esos mexicanos extranjeros que no han come-tido ms crimen que no hablar castellano (Chvez Orozco,p, 30).

    En pocas ms recientes el tema de la opresin de lasminoras coloniales, ha sido objeto de frecuente estudio:entre antroplogos y socilogos progresistas y revoluciona-rios. En 1963 se public nuestro artculo que fue des-

    pus profusamente reproducido: se titula Sociedad plural,colonialismo interno y desarrollo (en Amrica Latina1963). El autor haca ver que las teoras sobre desa-rrollo dual y plural registran los efectos de un fen-meno colonial que se da en Amrica Latina desde la inde-pendencia poltica de Espaa hasta nuestros das. En unintento de sistematizacin, el autor lig este fenmeno a

    las distintas formas de explotacin y dominacin de un ca-pitalismo desigual que combina la explotacin esclavista,feudal y el trabajo asalariado. En 1968 public Sociologade la Explotacin. Ah, a partir del anlisis de la explotacinsimple de clases, analiz el colonialismo interno en la etapadel imperialismo y precis que los beneficiarios de esa si-tuacin son los distintos tipos de burguesas locales, nacio-

    nales, metropolitanas, desde las pequeas y medianas hastalas monoplicas. Por esos aos Rodolfo Stavenhagen publi-c un trabajo titulado Clases, colonialismo y aculturacin(Stavenhagen, en Amrica Latina, 1963). En l analizabaun caso concreto, y vinculaba colonialismo y clases, connfasis en el primero. El antroplogo chileno AlejandroLipschtz obtuvo en 1974 el premio Casa de las Amri-

    cas de La Habana con su libro sobreMarx y Lenin en la

    Amrica Latina y los problemas indigenistas (Casa, 1974).En ese ensayo sostuvo tesis de las que ha sido permanenteabanderado. Tras referirse al escrito de Lenin Sobre elderecho de autodeterminacin de las naciones y a la crea-cin en la URSS de ms de cincuenta comarcas autnomasy repblicas federadas, afirma: El mismo camino se se-guir tambin en nuestra Amrica, desde el norte hasta elsur. Nuestros mapuches, los quchuas y aimaras en Pery Bolivia, los diversos grupos indgenas en Mxico y entantas otras repblicas seguirn el mismo camino que lasnaciones o tribus en el suelo del antiguo imperio zarista,Habr en nuestra Amrica, comarcas o repblicas como lasque propagaba Lenin en el mencionado escrito de 1914 ycomo las que hay ahora en la URSS. Es la ley de la tribu

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    conclua , ley sociolgica imperiosa que lleg a ser tam-bin uno de los ms llamativos aspectos del leninismo .(Lipschtz, 1974, 93 cf. del mismo autor 1968 y 1969)

    Lipschtz defenda sobre todo la autonoma lingstica ycultural de la tribu y su derecho a un gobierno, e inclusoa un Estado propio. Y l mismo tena cuidado de postulartambin el idioma castellano como comn y la Gran Na-cin Hispanoamericana como patria comn que en nadase opondra a la patria chica del indio, ni al idioma o dia-lecto del indio, en una Amrica Latina socialista. Lipschtz

    volva a poner como ejemplo la solucin del problema enla URSS.

    Estos autores de una manera u otra hacan nfasis en ladescolonizacin, en la lucha contra el colonialismo y aunquela vinculaban a la lucha de clases, en sus anlisis existaun desequilibrio que tenda a priorizar aqulla. Otros auto-res plantearon el problema de la comunidad o la raza

    sin vincularlo a la lucha contra el colonialismo, el imperia-lismo y el capitalismo. Algunos incluso tomaran esa unidaddentro de posiciones ideolgicas conservadoras y hasta neocoloniales. En versin poco atenta a los problemas del co-lonialismo y la explotacin y ms a los culturales y poltiticos, Gonzalo Aguirre Beltrn entonces director del Ins-tituto Indigenista Interamericano public en 1967 su libro

    titulado Regiones de Refugio, (Aguirre B., 1967). En lbusc fundamentar la poltica indigenista del gobierno me-xicano, y la poltica entonces auspiciada por el I.I.I. parala creacin de Institutos Nacionales Indigenistas. (Cf. Aguirre B., p. 241) Aguirre Beltrn plante una poltica demodernizacin, integracin y desarrollo de las co-munidades indgenas. Su reconocimiento de las comuni-

    dades no derivaba de planteamientos para una poltica dedescolonizacin, defensa de la autonoma cultural o pol-tica, y menos an de proyectos vinculados a la clase obreray sus luchas por la democracia y el socialismo. Era ms bienla versin oficial e interamericana de la poltica indigenistadurante la poca del desarrollismo. A esa variante en elreconocimiento de la comunidad indgena que an con-servaba algunos elementos ideolgicos de la etapa agraristay del nacionalismo cultural de la Revolucin Mexicanase aaden otras que plantean el reconocimiento de la co-munidad o de la identidad cultural y tnica de los indioscomo base de una lucha desligada totalmente de las clasesy el imperialismo. Estas corrientes tampoco cuestionan elsistema social dominante ni sus estructuras. Algunas inclusode manera deliberada se proponen entorpecer las luchas de

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    liberacin y las luchas democrticas y revolucionarias de lostrabajadores y los pueblos latinoamericanos, mediante unaargumentacin trunca y falaz que consiste en reconocer el

    colonialismo interno o la ley de la tribu para ahondarlas dificultades entre trabajadores y fuerzas populares emer-gentes, debilitando a unos y otros. La vieja poltica colo-nialista de la tribalizacin se reviste de un lenguaje liberadore incluso revolucionario que aparenta defender al indio dela explotacin y el sometimiento coloniales para separarlode los dems campesinos, o enfrentarlo poltica y militar-mente a las fuerzas revolucionarias no indios. El fenmenoocurre desde el momento en que se acenta la lucha de cla-ses y liberacin en Amrica Latina. Bolivia y Guatemalason campos de experimentacin de la retrica india. statiende a confundir a la poblacin india con nuevos mitos,distintos al sometimiento tradicional, ya roto. Tambin con-funde a muchos antroplogos progresistas. Otros al ver eluso reaccionario de semejantes teoras se apresuran a de-

    clarar que el problema no es de comunidades colonialeso de un colonialismo interno suprstite, de tribus sometidasy superexplotadas, sino un fenmeno que se limita a unalucha de clases simple entre burguesa y proletariado. Bus-can seguridad en la ortodoxia. Caen en nuevos esquemas.

    La tesis de que no existen diferencias substanciales en

    la accin liberadora de los indios ha sido sostenida por lasms distintas corrientes ideolgicas, desde los liberales anti-racistas y antifeudales hasta los antroplogos, imperialistas,

    pasando por otros que buscan identificarse, o se identifi-can, con el pensamiento marxista. Gmez Faras uno delos primeros y ms radicales presidentes de Mxico al prin-cipio del siglo XIX no reconoci en los actos de gobiernola existencia de indios y no indios, sino que los sustituy

    escribe Mora por la de pobres y ricos extendiendo atodos los beneficios de la sociedad (Mora, p. 153). GmezFaras quiso extender a todos indios o blancos los nue-vos derechos constitucionales. La igualdad ante la ley sirvisin embargo, de excusa a las oligarquas terratenientes paraarrebatar a los indios las tierras que haban conservado enla colonia. Con el mismo espritu y los mismos efectos, el

    8 de abril de 1824 Bolivia emiti un decreto por el que lastierras comunales de los indios fueron asignadas a sus due-os en propiedad particular: los facult para venderlas. Asempez la destruccin de propiedades que los indios habanretenido durante siglos. (Cf. Lipchtz, 1956, donde el autoranaliza la legislacin sobre comunidades y la destruccinde las mismas).

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    La negativa a reconocer la existencia de las comuni-dades, el colonialismo interno y la ley de la tribu apa-rece paradjicamente en pensadores imperialistas y marxis-

    tas. Richard N. Adams, el famoso antroplogo del impe-rialismo norteamericano en Guatemala, escribi en 1962:En la sociologa poltica de Amrica Latina se ha desarro-llado en los ltimos cincuenta aos un mito acerca de lacomunidad. Aunque aparece con variados disfraces, se le

    puede identificar por unos cuantos rasgos sobresalientes. Lacomunidad segn el mito escribe es un grupo natural

    que tiene caractersticas especiales las cuales conducen a superpetuacin frente a las amenazas externas. Se ha afirmadoque sus relaciones surgen directamente de otras precolom-

    binas y, puesto que ha sobrevivido tan largo tiempo, se diceque la comunidad indgena es eterna. El mito alcanza elclmax de la argumentacin cuando se sostiene que debentomarse medidas mayores para preservar estas comunida-

    des: Por qu es tan serio problema la preservacin de loeterno?, termina preguntndose irnicamente el antroplogode la intervencin imperialista y la dictadura contrarrevolu-cionaria (Adams, pp. 409434). Su negativa a reconocer lacomunidad india es la misma que la de los esclavistas.

    En el extremo opuesto se encuentran algunos marxistasque por su parte niegan todo valor analtico, poltico y revo-

    lucionario a los enfoques de la comunidad, la tribu, la mino-ra colonial, o acuerdan a stos importancia muy secunda-ria. Ricardo Pozas e Isabel H. de Pozas publicaron en1971 un libro titulado Los Indios en las clases sociales de

    Mxico. Ambos Antroplogos pidieron que se abandonaraprcticamente toda categora distinta a la de explotadoresy explotados, cuyo contenido conceptual afirmaron

    supera todas las diferencias tnicas, raciales, sociales, cultu-rales o de cualquier otro tipo, de las superestructuras. . . (Pozas, p. 162) Afirmaron que el colonialismo internodesaparece en el momento en que un pas deja de estarsometido a la dominacin colonial. Para ellos durante lafase monopolista del capitalismo dej de existir el colonia-lismo. El neocolonialismo como fenmeno internacional depenetracin econmica imperialista es la organizacin social sostienen de la fase monopolista del capitalismo. (Po-zas, op. cit., p. 31) Olvidan a las colonias de la poca delimperialismo como Puerto Rico y llevaron la discusina enfrentar neocolonialismo interno al colonialismo in-terno. Con ello, buscan privilegiar el estudio y la lucha delos indios en tanto que subproletarios o semiproletarios,aqullos miembros de tribus no asalariados , y stos a

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    la vez ligados a sus comunidades y, como asalariados, almodo de produccin capitalista. Ricardo e Isabel H. de Po-zas hicieron en todo caso una contribucin importante pararestituir el problema a sus trminos. Su nfasis en la luchasimple de clases se correga con sus anlisis sobre el impe-rialismo y con sus recomendaciones sobre la necesidad deestudiar con la mayor atencin al indio como jornaleroo asalariado temporal en la economa capitalista y comohombre vinculado a las viejas formas de vida de sus co-munidades (Pozas, p. 176).

    Raza, clase y socialismo

    El debate sigue hasta nuestros das. Abunda en confusio-nes de buena y mala fe. Est hecho para ellas. En una reu-nin de antroplogos y lderes indios que se celebr en Bar-

    bados en junio de 1977, se lleg a la conclusin de que es

    necesario conseguir la unidad de la poblacin india. Paraello propusieron medidas extremadamente vagas y abstrac-tas, entre las que destacan unos mal llamados instrumen-tos. Sealan los siguientes: A) Para la organizacin pol-tica puede partirse de las organizaciones tradicionales tantocomo de nuevas organizaciones de tipo moderno. B) Laideologa debe formularse a partir del anlisis histrico; C)

    El mtodo de trabajo inicial puede ser el estudio de la his-toria para ubicar y explicar la situacin de dominacin; D)El elemento aglutinador debe ser la cultura propia, funda-mentalmente para crear conciencia de pertenecer al grupotnico y al pueblo indoamericano (mimeo). El carcterilusorio y mistificador de la reunin de Barbados apareceaqu en todas sus omisiones y comisiones. Estas adquieren

    caractersticas contrarias para la lucha de liberacin latino-americana e indoamericana cuando los dirigentes polticosindios acentan nuevamente las diferencias de raza sobrelas de clase.

    Un dirigente indio de Bolivia llamado KOllasuyo, a prin-cipios de ao declar que los indios en Bolivia constituyen

    una Nacin oprimida y explotada, amenazada de extermi-nio. Segn sus propias palabras, esta situacin slo se re-suelve con la toma del poder poltico por los representantesdel pueblo indio, que deben contar, para alcanzar su obje-tivo, con sus propias fuerzas. Aunque admiti la condicinde explotado del indio (el indio es minero, campesino, obre-ro fabril, etctera) sostuvo que el problema se le planteacomo una lucha entre razas y no entre clases, y que esta

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    ltima es episdica y no histrica como la que opone alblanco con el indio (ALAI, 26, 1, 1979, pp. 2730).

    En el frica postcolonial las potencias imperialistas ycolonialistas buscan desatar nuevamente una guerra de tri-

    bus. En ocasiones repetidas han tenido xito. En AmricaLatina, ante el ascenso de la lucha de clases y de la luchade liberacin nacional buscan desatar una guerra de razas.De una manera muy sutil encierran a las minoras tnicasen las ms distintas y falsas alternativas. El imperialismono slo opera con una ideologa o con un proyecto. A sus

    propias teoras desarrollistas fracasadas, a sus misionerosprotestantes, a sus antroplogos liberales y religiosos, aadela manipulacin de una protesta india que sus idelogos secuidan mucho de ligar a la protesta trabajadora, campe-sina y popular, sentando o acentuando las bases para ladivisin y enfrentamiento del indio y el resto de los traba-

    jadores y de las poblaciones semicoloniales. En varias oca-

    siones han tenido xito, as sea a un nivel ideolgico y encrculos limitados, que buscan ampliar.

    Frente a la nueva ofensiva, la respuesta de las fuerzasdemocrticas y revolucionarias no consiste en negar la exis-tencia del problema indio, sino en asumirlo como suyo,(Bonfil, 1978) con sus propios representantes, unidas lasfuerzas de liberacin de indio y negro, blanco y mestizo

    en tanto que representantes de comunidades, de podereslocales o regionales a las de las naciones y conjuntosnacionales incluida Latinoamrica y el Caribe , y en-lazadas unas y otras con las organizaciones de los traba-

    jadores industriales y agrcolas, de las clases medias, los es-tudiantes e intelectuales. El problema y sus soluciones hansido claramente precisados en la Conferencia Mundial por

    la Erradicacin del Racismo y de la Discriminacin Ra-cial celebrado en Basilea este mismo ao. En la conclu-sin de la Comisin Poltica se dice: La lucha contra elracismo no se puede separar de la lucha contra el colonia-lismo y el imperialismo. Tampoco se puede separar de lasluchas que libran los campesinos y trabajadores, en particu-lar las secciones ms avanzadas y mejor organizadas de la

    clase obrera. Las minoras tnicas luchan mano a manojunto a los campesinos y los obreros contra el racismo, ladiscriminacin racial y las injusticias sociales. Las afirma-ciones de los cientficos sociales que no analizan el racismoen el marco del colonialismo, el capitalismo y el imperialis-mo deben ser consideradas inexactas, falsas y peligrosas parala lucha de los pueblos por su liberacin. Se llama a todos

    los partidos democrticos, progresistas y revolucionarios

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    termina la declaracin para que incluyan en sus pro-gramas la lucha contra el racismo y para la proteccin de las

    minoras nacionales. (Conclusin del Informe^ de la Co-misin Poltica, Basilea, 1978, mimeo).Cuando las razas coloniales y neocoloniales constituyen

    la totalidad o la mayora de la poblacin, como en Hait,Guatemala o Bolivia, la lucha de liberacin y de claseshabr de fundarse tambin en un proyecto comn, que noes el del mundo negro contra el blanco, o el del in-

    dio contra el mestizo y ladino, sino el de los pueblosoprimidos y los trabajadores por la democracia, contra elcolonialismo y el neocolonialismo, contra el racismo y ladiscriminacin racial y por el socialismo. Substituir esa lu-cha comn y unitaria por la de la negritud y la de losindios, como categoras puramente raciales, culturales ocomunitarias ha sido tarea de enfrentamiento poltico e ideo-lgico entre las fuerzas de la liberacin, herencia de la opre-sin colonial y poltica de los pases imperialistas y las clasesdominantes (Depestre, 1978, pp. 108111). Para contra-rrestarla los partidos democrticos y revolucionarios no slohan de incluir los programas de luchas de las minoras co-loniales y las razas oprimidas, sino de llamar a sus cuadrosdirectivos a los representantes de los mismos, en acerca-miento de razas, sindicatos, partido, y movimientos de libe-

    racin.La lucha de las minoras tnicas es una compleja lucha

    de la raza, la clase y la nacin en busca de unidad frente aun enemigo comn y por un proyecto comn. Por ello si-guen siendo vlidas tambin en este punto las observacionesque esboz Jos Carlos Maritegui hace medio siglo. Elpropio Maritegui haca ver desde 1929 cmo dentro dela clase bsicamente explotada se encuentran elementos detodas las razas, (Maritegui 13, 79) aunque predominenindios y negros, y cmo stos cuando ocupan una posicinms privilegiada pasan si les es posible a una explota-cin de sus hermanos de raza (op. cit. 80). Mariteguidestacaba el carcter fundamental econmico y social del

    problema de las razas en la Amrica Latina y el deber que

    todos los Partidos Comunistas tienen escriba de impe-dir las desviaciones interesadas que las burguesas preten-den imprimir a la solucin de este problema, orientndoloen un sentido exclusivamente racial; asimismo cmo tienenel deber de acentuar el carcter econmicosocial de las lu-chas de las masas indgenas o negras explotadas, destruyendo los prejuicios raciales, dando a estas mismas masas

    una clara conciencia de clase, orientndolas a sus reivindi-

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    caciones concretas y revolucionarias, alejndolas de solu-ciones utpicas y evidenciando su identidad con los pro-

    letarios mestizos y blancos, como elementos de una mismaclase productora y explotada, (op. cit. p. 80) En cuantoa las comunidades y la unidad poltica de los indios, Mari-tegui propona un programa detallado de accin a corto ylargo plazo, vlido hoy en lo esencial. A ms de la organi-zacin del indio como trabajador y de su vinculacin a lasorganizaciones de los trabajadores, propona Maritegui la

    coordinacin de las comunidades indgenas por regiones, ladefensa de la propiedad comunitaria, la realizacin deactividades polticas y culturales en las comunidades queliguen a stas con sindicatos y organizaciones urbanas. Ypensaba que todo ello podra conducir incluso a la auto-noma poltica de la raza indgena, y a la ligazn de losindios de diferentes pases, siempre que sta se haga en

    estrecha alianza con el proletariado mestizo y blanco contrael rgimen feudal y capitalista (op cit., p. 86).Los vestigios del trabajo servil o rgimen feudal han

    ido desapareciendo ante el predominio creciente del traba-jo asalariado. La proletarizacin del indio y el campesinolatinoamericano es ya predominante. La destruccin de lascomunidades indgenas ha sido sistemtica y se acenta hoycon la crisis y las dictaduras fascistas.La proporcin de co-munidades que hablan exclusivamente lenguas indgenas esmucho menor que en el pasado: en Mxico, por ejemplo,constituan hacia 1910 el 13% del total y hoy slo sonel 2%. En cualquier caso parece clara la necesidad de reco-nocer a la vez y de unir en una estrategia comn; la luchade las minoras coloniales y de los pueblos oprimidos, lalucha de los comunidades y las aldeas con la lucha de los

    partidos democrticos y revolucionarios, la lucha en ayma-ra, quechua, o nhuatl con la lucha en castellano, portuguso francs, la lucha de indios, negros y trabajadores, y lade las naciones con la del proletariado. Optar por una luchafrente a otras constituye una falsa alternativa, aunque laprincipal sea sin duda contra el subdesarrollo, un colonia-lismo o neocolonialismo y un racismo cuya base ms amplia

    se encuentra en el imperialismo y el capitalismo, y cuyasolucin es la democracia y el socialismo.

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    Se tiraron 10,000 ejemplares.

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    TOMO IX:

    81. Vctor Massuh, HOSTOS Y EL POSITIVISMO HISPANOAMERICANO. 82. J.Natalicio Gonzlez, AMERICA EN EL MUNDO DE AYER Y DE HOY. 83. Eduard Ka-mau Brathwaite. LA CRIOLLIZACION EN LAS ANTILLAS DE LENGUA INGLESA.84. Jos de San Martin, PROCLAMAS. 85. Luis Cardoza y Aragn, GUATEMALA.

    86. Jos Enrique Varona, CUBA CONTRA ESPAA. 87. Luis Alberto Snchez, ELPERUANO. 88. Waldo Frank, NECESITAMOS CREAR UN MUNDO NUEVO. 89.Leopoldo Zea, NEGRITUD E INDIGENISMO. 90. Mariano Picn Salas, AMER ICASDESAVENIDAS.

    TOMO X:

    91. Daniel Rodrguez, LOS INTELECTUALES DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO EN LA DECADA DE 1890. 92. Antenor Orrego, LA CONFIGURACIONHISTORICA DE LA CIRCUNSTANCIA AMERICANA. 93. Ernesto Mays Vallenilla,

    EL PROBLEMA DE AMERICA. 94. Bartolom Mitre, LA ABDICACION DE SANMARTIN. 95. Antonio Melis. MARIATEGUI, PRIMER MARXISTA DE AMERICA.

    96. Carlos Arturo Torres, IDOLA FORI.

    R E CT O R

    Dr. Guillermo Sobern AcevedoS E C R E T A R IO G E N E R A L A C A D E M I C O Dr. Fernando Prez CorreaS E C R E T A R I O G E N E R A L A D M I N I S T R A T IV O

    Ing. Gerardo Ferrando BravoD I R E CT O R FACU L T AD DE F I L O SO FIA Y L E T RAS

    Dr. Abelardo VillegasC E N T R O D E E S T U D I O S L A T I N O A M E R I C A N O S

    Dr Leopoldo Zea