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Lo-H c..ll PPe- . L\-..,¡ Jt;.'V' t""-l:. ~ \J~ "VI. (Barcelona, UIÚversitat PolitecIÚca de Catalunya i Generalitat de Catalunya, Departament de Medi Ambient, 1997), pp. 335-358 Y 538-353. Otros ensayos en los que también me he basado están señalados en las notas a pie de página al final de cada capítulo. Debo agradecer también a Steve Goldman y Jameson B. Po- wers los muchos años de apoyo intelectual en forma de estimulan- tes conversaciones, que han conducido en varias ocasiones a la coautoría de ensayos de CTS sobre cuestiones de educación. Am- bos, Carl Mitcham y Stevc Goldman, han leído los manuscritos dc cste libro, como lo han hecho también Paul Durbin y RlIdi Volli. Me gustaría agradecer también a Greg Kunkle el habcr leído par- tt:s dcllibru. WillJdI11f'lIdpllckt:r 111t: kl l'xIH>I't,ldocOllsl,lrIlt:ITJCIl- te a pensar, en sus propias palabras, «fucra de la caja». Sill la perspicacia de todos ellos habría cometido más errores tanto de omisión como de admisión de los que estoy seguro deben existir aún en este libro. Por todo ello les doy las gracias, y no les hago responsables de los problemas que queden aún sin resolver. Hago también extensiva mi gratitud a Mary Jo Carien y a Cathy Barret por los muchos años dedicados a la coordinación del proyecto CTS en la oficina de Lehigh, permitiéndome disponer de tiempo para leer y escribir. Mi más sincero reconocimiento al personal de la editorial Rowman & Littlefield y a Margaret Trejo y sus colegas de Trejo Production por haber transformado el original manuscri- to en este libro. Por último, doy las gracias a todos aquellos que hacen posible CTS. Sin sus esfuerzos, su perspicacia y su soporte intelectual esta obra no habría sido posible. NOTAS l. Estoy en deuda con mi colega de Lehigh Steven Goldman por la frase "ideas, máquinas y valores» como un modo alternativo de camclerizar las relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad. 2. Bruno Latour adopta el tém1ino "tecnociencia» en Science in Acliol7: How 10 Follow Scienlisls {lml Engineers Ihrough Sociely (Cambridge, Har- vard University Press, 1987), especialmente pp. 174-175. Véase también sus comentados más recientes en "From the World of Science to lhe World oE Research», Science, 280 (lO de abril de 1998), pp. 208-209, donde sellala que ya no resulta satisfactorio hablar de un ideal de la ciencia separado de la sociedad, sino más bien de un «experimento colectivo» en el que estamos todos implicados. Tsou Chen-Lu, "Science ancl Scientisls in China», Science. 280 (24 de abril de 1998), pp. 528-529. 6 CAPÍTULO 1 LA EMERGENCIA HISTÓRICA DE CTS COMO CAMPO ACADÉMICO Si nos fijamos hasla qué punto nuestras vidas SOll Illmkladas por los SiStl'l1l:\Sil11en:onectados de la tecnología moderna, y cuún intensamente sentimos su influencia, respetamos su autoddad y participamos en su f"Lmcionamiento, empeza- mos a comprender que, nos guste o no, nos he- mos convertido en miembros de un nuevo or- den en la histoda de la humanidad. LA~GDON WINNER, La ballen{l y el reaclor CienciZt, Tecnologb y Sociedad (CTS) surgió en un principio como un C<'1mpo académico explícito de enseñanza e investigación en Estados UIÚdos en los años sesenta. Su emergencia tiene un profundo trasfondo histórico. Por un lado, el modemo intento de transformar la sociedad a través de la búsqueda de la ciencia y la tccnología (la I1ustl"<.1ción); y pOI"otro, la reacción crítica a este proyecto (el Romanticismo). Los momentos previos de este con- flicto cultural incluían la emergencia de la sociología (los estudios «cil'nl ílicos» de i;¡ socicclLld) y la histori~1y la l"iIosof"ía de b ciencia (el intento de la sociedad por comprender su propia creación). Sin embargo, a mediados de los años sesenta, los puntos de vista sobre la relación entre ciencia, tecnología y sociedad to- maron una nueva forma, reflejando en gr~111medida la necesi- dad percibicla de una comprensión más completa del contexto social de la ciencia y la tecnología. CTS, especialmente en Es- lados Unidos, pero también en otros lugares, surgió en un pe- riodo de gran convulsión social, en parte como reacción a la in,teli\'idad socio-cultural de los Ztiios cincuentZt. TZtnto los estu- diosos corno l()~;crítiros n'!~lsactivistas, empezaron a plantear dudas s()bt'c el hClsta (,Ill.onc(:s tan poco cucstionado carácter 7

Jt;.'V' t-l:. ~ VI. i CAPÍTULO · por los muchos años dedicados a la coordinación del proyecto CTS en la oficina de Lehigh, permitiéndome disponer de tiempo para leer y escribir

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Lo-H c..ll PPe- . L\-..,¡ Jt;.'V't""-l:. ~ \J~ "VI.

(Barcelona, UIÚversitat PolitecIÚca de Catalunya i Generalitat deCatalunya, Departament de Medi Ambient, 1997), pp. 335-358 Y538-353. Otros ensayos en los que también me he basado estánseñalados en las notas a pie de página al final de cada capítulo.

Debo agradecer también a Steve Goldman y Jameson B. Po­wers los muchos años de apoyo intelectual en forma de estimulan­tes conversaciones, que han conducido en varias ocasiones a lacoautoría de ensayos de CTS sobre cuestiones de educación. Am­bos, Carl Mitcham y Stevc Goldman, han leído los manuscritos dccste libro, como lo han hecho también Paul Durbin y RlIdi Volli.Me gustaría agradecer también a Greg Kunkle el habcr leído par­tt:s dcllibru. WillJdI11f'lIdpllckt:r 111t:kl l'xIH>I't,ldocOllsl,lrIlt:ITJCIl­te a pensar, en sus propias palabras, «fucra de la caja». Sill laperspicacia de todos ellos habría cometido más errores tanto deomisión como de admisión de los que estoy seguro deben existiraún en este libro. Por todo ello les doy las gracias, y no les hagoresponsables de los problemas que queden aún sin resolver. Hagotambién extensiva mi gratitud a Mary Jo Carien y a Cathy Barretpor los muchos años dedicados a la coordinación del proyectoCTS en la oficina de Lehigh, permitiéndome disponer de tiempopara leer y escribir. Mi más sincero reconocimiento al personal dela editorial Rowman & Littlefield y a Margaret Trejo y sus colegasde Trejo Production por haber transformado el original manuscri­to en este libro. Por último, doy las gracias a todos aquellos quehacen posible CTS. Sin sus esfuerzos, su perspicacia y su soporteintelectual esta obra no habría sido posible.

NOTAS

l. Estoy en deuda con mi colega de Lehigh Steven Goldman por la frase"ideas, máquinas y valores» como un modo alternativo de camclerizar lasrelaciones entre ciencia, tecnología y sociedad.

2. Bruno Latour adopta el tém1ino "tecnociencia» en Science in Acliol7:How 10 Follow Scienlisls {lml Engineers Ihrough Sociely (Cambridge, Har­vard University Press, 1987), especialmente pp. 174-175. Véase también suscomentados más recientes en "From the World of Science to lhe World oE

Research», Science, 280 (lO de abril de 1998), pp. 208-209, donde sellala queya no resulta satisfactorio hablar de un ideal de la ciencia separado de lasociedad, sino más bien de un «experimento colectivo» en el que estamostodos implicados. Tsou Chen-Lu, "Science ancl Scientisls in China», Science.280 (24 de abril de 1998), pp. 528-529.

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CAPÍTULO 1

LA EMERGENCIA HISTÓRICA DE CTSCOMO CAMPO ACADÉMICO

Si nos fijamos hasla qué punto nuestras vidasSOll Illmkladas por los SiStl'l1l:\Sil11en:onectadosde la tecnología moderna, y cuún intensamentesentimos su influencia, respetamos su autoddady participamos en su f"Lmcionamiento, empeza­mos a comprender que, nos guste o no, nos he­mos convertido en miembros de un nuevo or­den en la histoda de la humanidad.

LA~GDON WINNER, La ballen{l y el reaclor

CienciZt,Tecnologb y Sociedad (CTS) surgió en un principiocomo un C<'1mpoacadémico explícito de enseñanza e investigaciónen Estados UIÚdos en los años sesenta. Su emergencia tiene unprofundo trasfondo histórico. Por un lado, el modemo intento detransformar la sociedad a través de la búsqueda de la ciencia y latccnología (la I1ustl"<.1ción);y pOI"otro, la reacción crítica a esteproyecto (el Romanticismo). Los momentos previos de este con­flicto cultural incluían la emergencia de la sociología (los estudios«cil'nl ílicos» de i;¡ socicclLld)y la histori~1y la l"iIosof"íade b ciencia(el intento de la sociedad por comprender su propia creación).

Sin embargo, a mediados de los años sesenta, los puntos devista sobre la relación entre ciencia, tecnología y sociedad to­maron una nueva forma, reflejando en gr~111medida la necesi­dad percibicla de una comprensión más completa del contextosocial de la ciencia y la tecnología. CTS, especialmente en Es­lados Unidos, pero también en otros lugares, surgió en un pe­riodo de gran convulsión social, en parte como reacción a lain,teli\'idad socio-cultural de los ZtiioscincuentZt. TZtnto los estu­

diosos corno l()~;crítiros n'!~lsactivistas, empezaron a planteardudas s()bt'c el hClsta (,Ill.onc(:s tan poco cucstionado carácter

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benéfico de la ciencia y la tecnología, quc había constituido clconsenso posterior a la Segunda Guerra MundiaÍ. Fuc como sila gente se hubiese dado cuenta del hecho de que, como seJlala­ría Winner unos aJlOSdespués, éramos «miembros de un nucvoorden en la historia de la humanidacln.

Los grupos dc activistas, rcivindiGllltlo h;\hbr CI}I}Olllhrcck

los intercses pClblicos en úreas como el consunlislllo, los dCIc­chos civiles y el tTJI;;dioambiente, junto con las Illanircstacioncsde protesta contra la Guerra de ViL:ln;\I11,!;¡s L'IIlPI'CS;\SIllldlill;\­cionales y la energía nuclear, entre otros temas, marcaron granparte del contexto general de ~ste periodo. Dentro de este con­texto surgió una crítica dc la idea de progrcso, que para loscstúndarcs cstadounidcnses cra bastante wdical.

Siguiendo a! relativo hundimiento, a mediados de la décadade 1960, de la tendencia, que había durado veinte aJlos, a que laciencia y la tecnología se tradujeran directamente en prosperi­dad para la clase trabajadora estadounidcnsc, surgió el reconoci­miento de que también se hacía necesario abordar en términosprácticos el problema de calcular el valor de los gastos socialesen ciencia y tecnología, especialmente ante la cmga acumuladade impactos negativos. Surgieron voces que empezaron a poneren duda que la ciencia y la tecnología fuesen 1<.sbendicionespuras que la sociedad en general había llegado a creer que eran.

Tanto los intelectuales como los autores más ampliamenteleídos sugirieron, desde una gran variedad de perspectivas, queexistían implicaciones negativas asociadas con esas bendicionesque durante tanto tiempo se había supuesto que constituían elprincipal legado de la ciencia y la tecnología.

Entre los escritores más populares, Rachel Carson, en su li­bro Silml Spring, 1962 [Primavera silenciosa, Editorial Crítica,2001], planteó importantes preguntas sDbre los riesgos asociadoscon los insecticidas químicos como el DDT, Y ayudó en granmedida a cristalizar e1movimiento ecologisla contclllpol·;:'1nco.

Aproximadamente al mismo tiempo, Ralph Nader, activistade los derechos del consumidor, en su declaración UIISaje al al1Y

speed pretendía documentar los peligros del modelo Corvair, y porextensión llevaba a cabo una crítica generalizada de la actitudarrogante de la industlia del automóvil hacia los consumidores.

Como Carson en el caso del medio ambiente, Nader desempe­ñó un papel clave en la galvanización del movimiento de los con-

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sumidores. La publicación en 1972 del informe Li/1/its fa Growth,

elaborado por el Club de Roma, y la celebración ese mismo año deuna conferencia sobre el medio ambiente humano, que tuvo lugaren Estocolmo bajo el patrocinio de la ONU, reQejaron aún más elcompromiso público con los temas y problemas de CTS.\

El surgimiento de Illovimientos sociales cada vez más sofisti­cados contribuyó a rormar el trasfondo original del surgimiento deCTS. En un principio, estos grupos incluían un movimiento ecolo­gisl;} polílicLlmentL'agresi\'o dispucsto a participar cn la desobe­diencia civil representada por la Earth Week de 1970, durante lacual el senador de Estados Unidos Vance Hartke dijo textualmen­te: «Durante ai'íos, una tecnología fuera de conh-ol, cuyo únicointerés es obtener el máximo beneficio, ha envenenado nuestroaire, devastado nuestro suelo, talado nuestros árboles y corrompi­do nuestros recursos hídricos»; diversas organizaciones se mani­festaron contra la energía nuclear, incluyendo la alianza Abalone,que se opuso a la Pacific Gas and Electric (PG&E) hasta conseguiruna paralización durante diecisiete años de la central nuclear deDiablo Canyon, y Clamshell, que consiguió detener efectivamentela constTllCción de la central nuclear de Seabrook 1; y el movimien­to de protesta, que acabó en victolia, contra el tratado ABM (Tra­tado de Misiles Antibalísticos), el SST (transporte supersónico) y eluso de fluorocarbonos en los envases de aerosol es a plincipios dela década de 1970, Se fom1aron grupos de activistas para expresarla preocupación acerca de la investigación en biología molecular eingeniería genética, Ejemplos de ello fueron la conferencia de Asi­lomar de 1975, de la que surgió la extraordinaria propuesta delimitar voluntariamente la investigación sobre ADN recombinante,así como los debates públicos de 1976 en Camblidge, Massachu­setts, sobre la investigación en matelia de segulidad que se estaballevando a cabo en la Universidad de Harvard. De fom1a similar, lareclamación de 1983, por parte del Sindicato de Operarios, de lilla«Dcclaración de Derechos sobre la Nueva Tecnología» que exigíaalgún tipo de control sobre el proceso de trabajo, reflejaba la pro­blemática laboral surgida del impacto de las nuevas tecnologías dela automatización sobre la estabilidad en el trabajo, la seguridadde los trabajadores y la reducción de habilidades necesarias,2

Evidentemente, este tipo de preocupaciones y reacciones deCTS se han mantenido hasta el presente. Por ejemplo, numero­sos gmpos ecologistas de raíces mrales en Estados Unidos así

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como los «partidos verdes», más formalizados, en Europa, hanllegado, si no a tipificar el terreno de la política rnedioambien­tal, sí al menos a desempeñar un papel clave en él. En estesentido, la reunión de la Comisión Mundial sobre Medio Am­biente y Desarrollo, presidida por la noruega Gro Bnmdtland,presentó el informe Nuestro Futuro en Común, que identificabala necesidad y centraba su atención en el «desan-ollo sosteni­ble» como una vía para tender un puente entre las preocupacio­nes medioambientales y los intereses de los países en desarrolloen relación a la viabilidad económica.3 Este fLleel tema que setrató y amplió durante la Cumbre de la TielTa de Río de Janeiroen 1992, patrocinada por las Naciones Unicbs, y que dio paso,entre otras cosas, a la firma del tratado internacional para laprotección de la diversidad. En un frente totalmente distinto, lapublicidad ampliamente difundida, al menos cn los mcdios dccomunicación públicos, de la cuestión de la c10nación represen­tada por el éxito británico del caso de la oveja Dolly, supuso elinicio de una importante discusión y, en el caso de b Comuni­dad Europea y del estado de California, llevó a resolucionesformales contra la clonación humana.

Las diversas reacciones políticas ~\ esta nueV~1percepciónpública de la ciencia y la tecnología incluyeron el cstableci­miento, por parte del Congreso de EE.UU., de la Asociación Na­cional de Seguridad Viaria en 1966, la Agencia de Protcccióndel Medio Ambiente (APM) en 1969 y la Administración de Sc­guridad y Salud Laborales (ASSL) en 1970; la aprobación de lasActas a favor del Aire Puro y Agua Limpia (1970, 1972) Y lacreación de la ya desaparecida Oficina de Evaluación de la Tec­nología (OET) en 1972. La APM se creó bajo la condición deque las evaluaciones sobre el Impacto Medioambiental se apli­casen a todos los proyectos en los que se viesen implicados elGobierno federal o fondos federales y, posteriormentc, otrosmuchos estados individuales promulgaron leyes similares. LaAgencia para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (ASST) sur­gió como una respuesta al impacto del des~\ITOII()IcclH)lógicoen el lugar de trabajo. La creación de la OET -POL- no mencio­nar la emergencia de todo un campo nuevo de estudio con supropia metodología, especialistas, sociedades profesionales .Ypublicaciones- fue una respuesta directa del Congreso a la ne­cesidad tanto de asesoramiento técnico independiente de la

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rama ejecutiva del Gobierno como de esfuerzos por anticipar demodo más completo los impactos sociales de la tecnología.4

En el área de la energía, la separación entre las funcionesreguladoras y los aspectos promocionales de la Comisión deEnergía Atómica a través de la creación de la Comisión de Re­glllación Nuclear en 1975, fue asimismo una respuesta a la cre­ciente preocupación, a todos los niveles, sobre el conflicto quecomportaba el hecho de que los aspectos regluatorios y promo­cionales de la energía nuclear fueran regidos por un mismo or­ganismo. Aunque algunas voces cáusticas podrian decir queesta era una forma especialmente segllra para la administra­ción dc responder a críticas acertadas sin necesiclad de abdr alescrutinio público todo el proceso por el cual se toman las deci­siones en materia de ciencia y tecnología, es justo reconocerque el Gobierno estadounidense se hizo más sensible al contex­to social de la ciencia y la tecnología.

Las reacciones europeas, aunque no fuesen directamenteparalcbs ~1la experiencia estadounidense, reOejaron sin embar­go preocupaciones similares. En Gran Bretar'ia, el estudio deDerek de Solla Price, Lillle Sciel1ce, Big Science, publicado en1963, impulsó los debates sobre lo que parecía ser un creci­miento exponencial potencialmente desastroso de la financia­ción de la tecnología por parte del Estado y desembocó en elrequerimiento de «una ciencia de la ciencia». Entre otras reac­ciones, se encontraba la formación en Londres de la Fundaciónpara una Ciencia de la Ciencia en 1965. Las sociedades para«La Responsabilidad Social en la Ciencia» también aparecieronen Inglaterra y otros lugares en ese mismo periodo. s

Aunque no [Lleran institucionalizados hasta poco después, Di­namarca también empezó a reivindicar los estudios sobre evalua­ción tecnológica en el plano de la cLutura política. Esto sucedió, enpdncipio, dentra del contexto de los sindicatos de trabajadores, afinales de la década de 1970, y posteriormente también con elestablecimiento, en 1982, por parte del Consejo de Investigaciónde Ciencias Sociales danés, de una Subcomisión de Tecnología y

Sociedad y con la creación, tres años después, de LillConsejo deTecnología bajo los auspicios del Parlamento danés.

En contraste con lo que L'1rs Fuglsang denomina la reacción ala tecnología de abajo a aniba y hacia «afuera» de Dinamarca, enSuecia se desarrolló un modelo corporativista más de amba hacia

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abajo, en el que se habían enmarcado las discusiones sobre tec­nología y «vida laboral». Así, a mediados de 1970, el Parlamentosueco debatió ampliamente, y posteriormente aprobó, una ley so­bre la «co-determinación en la vida laboral» y creó un Centro parala Vida Laboral en Estocolmo en 1976. El objetivo fue pern1itirque los trabajadores suecos participasen de modo más extensivoen la planificación y la organización del proceso de trabajo, espe­cialmente en la medida en que éste se ve afectado por los cambioscientíficos y tecnológicos. Los suecos también crearon un Secreta­riado para los Estudios Futuros, con la intención de «dirigir pro­yectos críticos con evaluaciones tecnológicas».6

Un último ejemplo de la variedad de reacciones políticas alas implicaciones sociales de la ciencia y la lecnología fue lacreación en los Países Bajos de las llamadas tiendas de la cien­cia en las que, científicos e ingenieros, respaldados por el go­bierno, suministraban gratuitamente información y «opiniónexperta» a cualquier gmpo, comunidad, sindicato u organiza­ción que quisiera hacer uso de esa información en su trabajo.Todas estas iniciativas europeas en conjunto reflejaban inquie­tudes respecto a la ciencia y la tecnología parecidas a aquellasque habían generado la reacción estadounidense.7

Otros aspectos más concretos de esta toma de conciencia ypreocupación crecientes incluyeron la creación del Programa deÉtica y Valores en la Ciencia y la Tecnología (EVCT) (actual­mente conocido como Programa de las Dimensiones Sociales dela Ingeniería, la Ciencia y la Tecnología -DSICT) dentro de laFundación Nacional de la Ciencia de EE.UU. (FNC). El DSICT,que incluye también el Programa de estudios de Ciencia y Tec­nología y el Programa de Investigación Científica y Tecnológica(ICT), «se centra en mejorar el conocimiento de las dimensioneséticas y valorativas de la ciencia, la ingeniería y la tecnología yen la mejora de los planteamientos y la información para latoma de decisiones sobre la inversión en ciencia, ingeniería ytecnología».x La Fundación NL\cion~d dc Ids 111l1ll~\I1iticldes(FNH) creó en la misma línea el Programa de Ciencia, Tecnolo­gía y Valores (ahora Humanidades, Ciencia y Tecnologí~\ - HCT).De forma similar, la Asociación Americana para el Avance de laCiencia (AAAC) ha mostrado su compromiso con el intcnto dcalcanzar una mejor comprensión de las cuestiones de CTS a tra­vés de programas especiales y comisiones, como su Dirección de

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los Programas de Ciencia y Políticas de Actuación y la Comisiónpara las Libertades y Responsabilidades Científicas (CLRC, esta­blecida en 1975), también con reuniones anuales dedicadas a te­mas de CTS y el patrocinio de proyectos de investigación e infor­mes, como el anuario Science al1d TechnologyPolicy Yearbook9 dela Comisión sobre Ciencia, Ingeniería y Políticas Públicas.

Los científicos e ingenieros también habían expresado sus pro­pias dudas con respecto al curso del desan-oilo tecnocientífico, enparte motivados por las implicaciones de la Guerra de Vietnam,cuando entre finales de 1968 y principios de 1969 establecieron laUnión de Científicos Comprometidos (UCC). Inspirándose tal vezen la tradición de la Federación de Científicos Amelicanos (FCA,establecida en 1945) que surgió de las preocupaciones delivadasde las implicaciones del Proyecto Manhattan, la FCA se compro­mete a «combinar una rigurosa investigación científica con la edu­cación pública y la defensa de la ciudadanía para ayudar a cons­tmir un medio ambiente limpio y saludable y un mundo más se­guro». La UCA, que actualmente cuenta con unos 70.000 miem­bros, es mucho mayor que todas las principales organizaciones deCTS juntas. En estrecha relación con la FCA, se creó en 1945 elBulletil1 otAto17lic Scientists, que sigue publicándose actualmente yque cuenta con más de 250.000 lectores. Su objetivo lo constituyela discusión de la ciencia, especialmente en cuanto está relaciona­da con las cuestiones nucleares, en un contexto internacional. Másrecientemente, los científicos y tecnólogos de varias disciplinas delsector de la informática y de las tecnologías de la información,empezaron a preocuparse por las implicaciones de su trabajo porlo que unieron sus fuerzas para crear la Organización para la Res­ponsabilidad Social de los Informáticos (la RSI, establecida en1983), una organización dedicada a examinar las implicacionessociales relacionadas con la informática en ámbitos como el mili­

tar, la privacidad, las libertades civiles y el papel de las tecnologíasde la información en el lugar de trabajo. 10

Ull:\S org~\lli/.~\ciollesprofesion~¡jes l~\Inbiéll lllliel'Oll sus es­fuel-/.os a través del establecimiento de divisiones especializadas,como la División de Ingeniería y Políticas Públicas de la SociedadAmericana para la Formación Ingenieril, y la Sociedad para elestudio de bs lmplicaciones Sociales de la Tecnología, creada porel Instituto de los Ingenieros en Electricidad y Electrónica, quepublica su propia revista, Tedmology and Sociely Magazine, y cele-

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bra un importante encuentro anual. Sigma Xi, la sociedad honora­ria científica nacional, creó un gmpo de Ciencia, Tecnología y So­ciedad que fue encargado de centrarse en tales cuestiones. En1984, la Academia Nacional de las Ciencias (ANC), la AcademiaNacional de Ingenieria (ANI) y el Instituto Nacional de Salud(lNS) empezaron a publicar de forma conjunta una nueva revistatitulada Issues in Science al1d Technalogy, dedicada a ampliar ymejorar la calidad del debate nacional sobre cuestiones políticasimplicadas en la ciencia, la tecnología y la salud. La revista conti­núa hoy su publicación bajo los auspicios de la ANC. El estableci­miento casi simultáneo de tales agencias, sociedades profesionalesy publicaciones indicaban el grado en el que bs clIcsliolll'S rebcio­nadas con la ciencia y la tecnología estaban afectando a la socie­dad y la seriedad con las que fueron tomadas tales cuestiones enese momento, tanto desde el interior de la comunidad tecnocientí­fíca, como desde las más externas esferas públicas y aGldémicas.

Todos estos desarrollos reflejaron un increrl1ento del interésen las complejidades de la ciencia y tecnología modernas en lasociedad contemporánea y también los intentos de llevar a caboun planteamiento más interdisciplinario para el entenciimiento,no sólo de los evidentes beneficios de la tecnología científica,sino también de los frecuentemente ignorados efectos colatera­les. Sumándose a los críticos más populares, los intelectuales,desde diversas perspectivas, difundieron al ámbito público y aca­démico el argumento de que la ciencia y la tecnología estabaninherentemente cargadas de valores y que a menucio, si no siem­pre, eran problemáticas en términos de impacto socia!' Entre lostrabajos más leídos estaban los del francés Jacques Ellul, con sulibro La Techl1ique l'el1jeudu siecle (1954), que en fnll1cés signifi­ca «la jugada o apuesta del siglo», pero que, en la edición inglesade 1964, se tradujo por la más descafeinada The TechllologicalSacie/y, y también los dos volúmenes del americano LewisMumford, The Mith a{ the Machil1e (1967 y 1970). Ellul presentóuna crítica de la «technique» -<da totalidad de los métodos ra­cionalmente obtenidos»-, mientras que Mumford evaluó lo queél llamó la «megamáquina», un término que denota el poderomniabarcador de la ciencia moderna basada en la tecnología.11

Quizás el precursor intelectual que más influyó en los movi­mientos CTS f'ue C.P. Snow. Formado como científico, Snowcomenzó en un primer momento describiendo la brecha entre

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las culturas científicas y literarias en una serie de novelas. Másadelante, en su ahora famosa conferencia «Rede» en CambridgeUniversity, 1959, postuló la existencia de una división crecien­te en la sociedad, entre «dos culturas [que no se comunican]»-una compuesta por los científicos y la otra por los humanistas.Snow reconoció que entre estas dos culturas «hay todo tipo deposiciones intermedias», incluyendo la tecnología y la ingenieria,e incluso la de las ciencias sociales, de las que sugirió que se«estaban convirtiendo en algo así como una tercera cultura». Sinembargo, su metáfora de las «dos culturas» conformó en granmedida el discurso dentro del campo de CTS (y en gran partetociavb silve como punto de referencia de dicho discurso). 12

Coincidiendo con las respuestas políticas e intelectuales inter­disciplinarias también se produjeron cambios afines en algt.mas dis­ciplinas académicas tradicionales. Sobre la base, en gran parte, deltrabajo de tales especialistas, como Thomas Kulm, Jolm Zimany lD. Bernal, los historiadores, sociólogos y filósofos, tanto dela ciencia como de la tecnología, se alejaron paulatinamente de lassubdisciplinas de orientación internalista hacia interpretacionesmás externalistas o «contextuales». Este cambio, que será exami­nado con detalle en el próximo capítulo, constituyó la expresión delas mismas fuerzas intelectuales y sociales que provocaron unplanteamiento más decididamente interdisciplinario de CTS. Sinembargo, con independencia del planteamiento, tales desarrollosreflejaron el aumento del interés por las complejidades de la cien­cia moderna y la tecnología en la sociedad contemporánea.

Durante el curso del desarrollo del campo CTS se ha produ­cido algo así como un movimiento pendular de actitudes conrespecto a la ciencia y la tecnología. Como respuesta a la postu­ra generalmente acritica que se mantuvo vigente durante losafíos cincuenta y sesenta, el contenido de gran parte de la litera­tura CTS inicial fue antisistema y de tono claramente critico, loque se reflejó en muchos de los trabajos de curso de la primerageneración de estudios de CTS, que eran impartidos en nume­rosos programas durante ese periodo. El enfoque inicial, a me­nudo procedente de los ingenieros y los propios científicos, ibacasi siempre dirigido a la educación de los estudiantes de cien­cias y de ingeniería para mostrarles el «verdadero» impacto so­cial de su trabajo. Muchos de los primeros cursos y programascurriculares de CTS surgieron de instituciones con facultades

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de ingeniería y, a veces, en las mismas facultades. Era como silos cursos de CTS estuvieran destinados a aliadir una capa debarniz cultural a la «tosca» superficie de la educación técnica.

No es de extrañar que los estudiantes de humanidades se intere­sasen por estas cuestiones. Así, de fomla muy rápida, surgió toda unasegt-mda generación de trabajos de curso de crs, aspirando a quellegase de modo más genérico a todos los estudiantes. Esta segundageneración tomó como planteamiento una lllterpretación de la cien­cia y la tecnología como procesos sociales. Ambas eran concebidascomo moldeadas e influidas por los valores sociales, que a su vezestaban también afectados por el conocimiento científico y los valorestecnológicos. Estos desarrollos, que se prcx:lujeron enU'e mediados y

finales de los años setenta, coÍl1cidieron estrechamente con el surgi­miento de una aproximación a crs desde los estudios de ciencia ytecnología y reflejaron, en parte, un intento por superar el conflicto deun debate simplista de pros y contras con respecto a los méritos ydescréditos de la ciencia y la tecnología.

Durante los años ochenta, la comunidad CTS superó el análi­sis del contenido social de la ciencia y la tecnología, para dedi­carse al diseño de cursos y programas que pretendían aplicar elproceso de «alfabetización» en tecnología, más que so!Jre tecno­logía, a la parte de estudiantes de humanidades. En este sentido,la pretensión con respecto a la tecnología era bastante similar alo que se supone que los estudiallt.es de hUlll~\I1id~ldcsdclx:llaprender de ciencia y matemáticas. Los procesos de «alfabetiza­ción» típicos durante los años ochenta fueron: la formación delConsejo para la Comprensión de la Tecnología en los AsuntosHumanos; la creación del Nuevo Programa de Humanidades dela Fundación Alfyed P. Sloan, que ha producido una ampliagama de libros, monográficos y extensos planes de estudio, y elmantenimiento de una serie de Conferencias anuales sobre laAlfabetización en Tecnología, ahora coordinad~\s bajo el auspiciode la Asociación Nacional de Ciencia, Tecnología y Sociedad.13

Entre finales de la década de 1980 y mediados de la de 1990, seprodujo el subsigt-liente giro interpretativo hacia una interpreta­ción «contextualista» o de «constructivismo socia!» que condujo,al menos a muchos de los especialistas en CTS, a un punto de vistaen el cual la ciencia y la tecnología son concebidas no tanto comolos productos de un «ahi f"uera»objetivo, sino más bien como de­pendientes de factores causales socialmente determinados, aun-

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que constrei1idos por factores materiales presentes en la naturale­za. Uno de los más influyentes especialistas ha sido Bruno Latour.En su Cie17ciaen acción (1987), argt-lmenta que, para tener lmconocimiento adécuado de lo que él denomina «tecnociencia»,hay que observar a los científicos «en acción», antes de que losdescubrimientos y las invenciones lleguen a ser comúnmenteaceptados o «encerrados en cajas negras». En su versión más fuer­te, este es un punto de vista extremo que no es unifomlementecompartido dentro de la comunidad de CTS. Sin embargo, ha pro­movido una contrarrcspuesta, de manera especial entre los cientí­ficos e ingenieros que quieren mantener la «realidad» objetiva dela naturaleza y de la ciencia y la tecnología frente a lo que ellosconsideraban como un relativismo «radica]" equivocado. Quizásla publicación en 1994 del libro de Paul Gross y Nornlan Levitt,titulado Higher SlIperstifiol1: The Acadel1lic Leji ami its Quarrelswilh Sciel1ce,fue más ilustrativo de este aspecto del reciente deba­te, en el que los autores discuten apasionadamente contra la acti­tud antirrealista de algunos expertos constl1.1ctivistas de CTS.14

Las oscilaciones de las actitudes con respecto a la ciencia y latecnología que se han sucedido durante el curso del desarrollo delcampo de crs, p~lrecen haberse aplacado. En general, la noción deser «pro» o «anti" ciencia y tecnología no ayuda demasiado. Muypocos son los que hoy, cuando e:-qxesan sus críticas sobre la ciencia.Y b IL'Cllo!ugfa,prL'lL'lllkileliminadas por completo, lo que presu­miblemente sería la reacción lógica a una posición «antitecnológi­ca». Sin embargo, los partidarios más fervientes de la ciencia y latecnología tradicionales suelen describirse como los «pro», mien­tras que los críticos son considerados de fomla peyorativa como los«anti" ciencia y tecnología. Esto último no tiene mucho sentido y sepodría considerar como llamar «anti-arte» a los críticos de arte. 15 Almismo tiempo, no porque entendamos mejor la ciencia y la tecno­logía en su contexto social, podemos pernlitirnos caer en su acep­tación acrítica. Son precisamente estas preocupaciones las que im­pulsaron a los movimientos feministas, antirracistas y estudiososdel postcolonialismo a exponer la no neutralidad de la ciencia y latecnología. Porque reconocen que en el entusiasmo por alfabetizaren ciencia y tecnología sigt-le estando implícita la idea de «si nosentendieses mejor, nos querrías más», Tenemos que ser cuidado­sos, en palabras de Langdom WÍl1ner, para evitar caer en el«HCTS - Hurra por la Ciencia, Tecnología y Sociedad». 16

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Por supuesto que, en resumen, puede decirse que el campo de

crs ha dejado atrás cualquier tendencia inicial que pudiera ha­berse dado en algunos círculos y que implicase una visión simplis­ta en blanco y negro de la ciencia y la tecnología en la sociedad,hasta alcanzar lilla comprensión más compleja de la relación decrs. En la actualidad, crs concibe la ciencia y la tecnología comoproyectos complejos que se dan en contextos históricos y cultura­les específicos. Lo que ha surgido es un consenso con respecto a

que, si bien la ciencia y la tecnología nos aportan diversos benefi­cios, también conllevan ciertos impactos negativos, algunos de loscuales fueron quizás imprevisibles, pero todos ellos reflejan los va­lores, puntos de vista y visiones de aquellos que están en situaciónde tomar decisiones con respecto a los conocimientos cicntíficos ytecnológicos dentro de sus ámbitos. La misión central del campode GIS hasta la fecha ha sido expresar la interpretación de la cien­cia y la tecnología como un proceso social. Desde este punto devista, la ciencia y la tecnología son vistos como proyectos comple­jos en los que los valores culturales, políticos y económicos, nosayudan a configurar los procesos tecnocientíficos, los cuales, a su

vez, afectan a los valores mismos y a la sociedad que los sostiene.Para conseguir alcanzar esta misión, se han desarrollado nu­

merosos programas CTS durante las tres últimas décadas, Aun­que no está claro el número específico de programas, y teniendoen cuenta que algunos de ellos se han quedado en el camino, elnúmero de programas suficientemente maduros pam ser lleva­dos a cabo con éxito en Estados Unidos es de casi una centena,

con quizás un número similar en Europa. De igual importancia

fueron los cientos de cursos individuales y gmpos de cursos, loscuales, aunque no pueden ser considerados como programas ensentido completo, constituyeron un complemento a los progra­mas establecidos de manera más formal. También en Japón,China, Canadá, Australia y en varias naciones latinoamericanasse desarrollaron cursos y programas parccidos,

¿Cuáles fueron algunos de los primeros hitos, al menos enEstados Unidos, de este desarrollo que duró aproximadamentetres décadas?

El primer esfuerzo importante fue el Programa de la Univer­sidad de Hardvard sobre Tecnología y Sociedad financiado en1964 con una donación de 5 millones de dólares realizada porIBM. Su principal objetivo fue «llevar a cabo una investigación

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cn profundidad sobre los efectos del cambio tecnológico en laeconomía, en las políticas públicas y en la naturaleza de la so­

ciedad, así como los efectos recíprocos del progreso social sobrela naturaleza, las dimensiones y las orientaciones de los desa­rrollos científicos y tecnológicos».!? Aunque se disolvió de for­

ma prematura, principalmente como consecuencia de una lu­cha burocrática interna, el programa produjo varios estudios,libros, artículos y trabajos bibliográficos que culminaron en elinforme final del director Emmanuel Mesthene en 1972.18

Posteriormente, surgieron otros programas orientados a cons­tituir planes de estudios. Uno de los primeros fue el programa deCiencia, Tecnología y Sociedad en la Universidad de Comell, quesurgió en 1969 en parte como respuesta a los disturbios Oliginadosen el campus y a la necesidad de desarrollar «cursos interdiscipli­nares universitarios sobre temas relevantes que tratasen conflictosy problemas mundiales».19 Este programa ha evolucionado desdeentonces centrándose de modo más extenso en el estudio intelec­

tual de la ciencia y la tecnología, especialmente en los estudios depost grado, lo que se refleja en su esta tus actual de Departamentode Estudios de Ciencia y Tecnología, Actualmcnte es uno de losprogramas de doctorado en CTS más reconocido en Estados Uni­dos, Otro de los primeros programas ---el de Cienci~l, Tecnología y

Sociedad en la Uni\'ersidad del Estado de Pennsylvania- surgióde lIn «diálogo de las dos culturas» iniciado en 1968-1969. Su con­solid.\ción se produjo en 1971, bajo la influencia del programa deCorncll. Durante muchos ai'ios sirvió como la institución anfitrio­

na de la Asociaciór; Nacional de Ciencia, Tecnología y Sociedad.Aunque con un modelo diferente, pero con intenciones pareci­

das, en 1972 se desarrolló un plan de estudios en la Universidad deLehigh sobre las Perspectivas Humanistas de la Tecnología, gra­cias a una sub\'cnción para desarrollar un progmma de estudios,concedida por la Fundación Nacional de las Humanidades. EnIlJ79 SL'Gllllhi() L'IIlOll1brL' por el ele Progl~1ma de Ciencia, Tecno­

logía y Sociclbd con la intención de alinearse con los nombresmás genéricos que por entonces estaban en boga en este campo,El propósito del progTama original de Leh.igh fue el de «crear ex­pel'iencias educacionales que aportasen una perspectiva humarus­I ic<\a la ~\plicación y la evaluación de la tecnología»,2u Pese a que elprograma de Lehigh ha ido creciendo hasta incluir un modestonivel de cursos de postgrado y tener un enfoque contextual algo

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más amplio, siempre se ha mantenido fiel a su pretensión educati­va original orientada a estudiantes universitarios.

Algomás tarde, en 1977, ciertas actividades de estudio de la cien­cia y la tecnología del MIT, se agruparon en lo que se estableciócomo el Programa de Ciencia, Tecnología y Sociedad. Su preten­sión fue «explorar la influencia de las f1.1erzassociales, políticas yculturales en la ciencia y la tecnología y examinar el impacto de lastecnologías y de las ideas científicas en la vida de las personas».21

Estos objetivos, además de los propuestos por una multitudde programas imposibles de mencionar aquí,22 reflejaron el de­seo de ampliar y profundizar en nuestra conceptualización delf1.mcionamiento de la ciencia y la tecnología, tanto para entendersus impactos sociales como para proporcionar una mayol' com­prensión sobre mejores VÍas para controladas y dirigidas comofuerzas sociales. El surgimiento de programas universitarios es­pecializados como, por ejemplo, el de CTS de Lehigh y el progra­ma de Ciencia en la Sociedad de la Universidad de Wesleyan, ymás recientemente la emergencia de programas de postgrado,como los de Comell y del MIT, así como los trabajos de postgra­do en el área de políticas públicas, ejemplificados por el Departa­mento de Ingeniería y Política de la Universidad de Washingtony un segundo Programa de Política y Tecnología del MIT, pormencionar solamente dos, reflejan un grado 'de sofisticación ymadurez que sólo pudo ser imaginado a partir del final de losaños sesenta y principios de los setenta. El desarrollo de talesprogramas orientados a cuestiones políticas rel1eja la aplicaciónpráctica de CTS y refuerza la noción de la implicación públicaen una época en la que intentamos ejercer un control social ypolftico más fuerte y deliberado de la ciencia y la tecnología.

Tomados conjuntamente, estos desarrollos dan una idea de laseriedad del propósito con el que CTS ha evolucionado y nosmuestran las complejidades de la ciencia y la tecnología modernasen la sociedad contemporánea. Se pueden identificar al menos treslíneas de investigación interdisciplinares diferentes y planteamien­tos educacionales de CTS: a) Ciencia, Tecnología y Políticas Públi­cas, b) Estudios de Ciencia y Tecnología, yc) Programas de Cien­cia, Tecnología y Sociedad, para distinguidos. El capítulo 4 mos­trará con más detalle cada uno de los diferentes programas y des­cribirá los logros en este campo, pero primero es necesario quevolvamos a la discusión sobre los cambios análogos que se produ-

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jeron en algunos campos de estudio relacionados con CTS peromás Olientados a ser rigurosos. Por el momento basta decir que, amediados de la década de 1980, CTS se fom1a1izó como lm campode estudio interdisciplinario jlmto con los típicos aVÍosde la profe­sión académica -departamentos y programas formalizados, sa­ciedades de profe~ionales y publicaciones especializadas. Actual­mente toda esta infTaestructura constituye uno de los nexos inter­disciplinares más apasionantes para el estudio esencial de las rela­ciones entre la ciencia, la tecnología y la sociedad.

NOTAS

1. Rachc! Cllson, Silelll Spring (Boston: Houghton Mimin, 1962) [Prima­

vera silenciosa, Cdtica, 2001]; Ralph Nader, UnsaFe al Any Speed: The Designedill D(/lIgers oFliJe A'lleric{l/' AlIlOll1obile (Nucva York: Grossman, 1965); Done­lb Mcaclows el a!., Lilllils lo GralvliJ: A Reporl for fiJe Club oFRollle's Project 011

fiJe Predical7lenl 01' Mankil1d (Nueva York: Universe Books, 1972). [Mas allá de

los /(l7Iifes del crecil7lienlo, Aguilar, 1993]. Carson, Nade¡' y el Grupo de Romade Meadow no ii.leron ni los ptimeros ni los (micos criticos respecto a laciencia y la tecnología, puesto que Jolm Kenneth Galbraith, en The AfiluentSociely (Boston: Houghton Mifflin, 1958, 2." ed. rev., 1969) [La sociedad OPU­

lenla, Planeta-De Agostini, 1996] y en The Nell' Industrial Sta te (Boston:Houghton MiEElin, 1967, ed. rev., 1971) [El /7uevo eslado industrial, Atiel,1984]' ya había sugcrido quc cn el estado indust¡'ial el poder había pasado delos consumidores y el mercado a una "tecnoestnlctllln» dentro de la sociedadque controlaba la tecnología para asegurarse su propio crecimiento. KennethGcilbmilh advi¡·tió sobrc la incstabilidad de una economía ligada a In produc­CiÚll súlo pal:\ Sil pmpio bCllcricio. Anterior altmbajo dc Galbr:.lith cs la obradc Vance Packa¡'d, TiJe Hidden Persuaders (Nucva York: D. McKay, 1957; ed.rev., Nucva York: Washington Square Press, 1980), que retrató la industriapublicitaria como gCPcl:\Clol:¡ de deseos y que provoca de modo a¡ti[¡ciallasdcmandas de los consumidOl'cs encubriendo la ausencia de una elccción real.

Ambos autores creyeron Clue la producción estaba motivada por sus propiosintcrcscs, y no por las nccesidades de los consumidores.

2. Cita dc I-1artke en Samuel C. Flo11l1an, TI/e Erisfel1cil/l Pleasures of En­

gineering (Nucva York: SI. Martin's P¡'ess, 1976), p. 13; Mel Horwitch, Clipped

Wil1gs: T/¡e AII/ericl/lI SST COII/licr (Cambtidgc. Mass.: MIT Press, 1982); la­mes D. Walson y Jolll1 Toozc, cds., T/¡e DNA SlOr\': A Doclllllellll/ry History of

Gene Clollillg (San Francisco: W.H. Freem::m, 1982); Sheldon Ktimsl,;y, "Re­guJating Recombinant DNA Research», en Dorothy Nelkin, ed., Controversy:Pnlifics 01' Teclll7ical Decisiolls (Bcverly HiUs, CaJif.: Sage, 1979), pp. 227-253;Associ;¡lion al Machinisls. "Ncw Tcchnology Bill 01 Rights», cn Delllocracy:

A .Tour/101oFPolitic(/lal/(l Radical CI/(/nge, 3 (p¡-imavem 1983), pp. 25-27.3. Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, 0111' COIlIl1IOI1

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FUlure (Nueva York: Oxford Universidad Press, 1987).4. Véase GregOlY Kunkle, "Ear]y Wal11ing? The United States Congress

ancl Teclmology Asscsment» (Tesis doctoral, Lchigh University, 1995), para unanálisis más completo sobre los debates en t0l110 a la creación de la OET Y

para la discusión a fondo de la opinión pública más general acerca de la cien­cia y la tecnología durante este pelioclo. Un artículo relacionado con el tema es"New Challenge 01'the Past Revisited?: The Ollice ofTechnologv i\ssessment inHistorical Context», Tecl1l7010gy in Socie'.)', 17 (Primavera de 1995), pp. ¡75­196. Resulta útil también para el estudio del perioclo entre 1970 v 1CJRO, la obl~lde Bnlce Bimbcr, The Polilics orExperlise in CO/1gress: 71¡e Rise I///(/ FI/Il nI' llie

Oflice ofTecl1l7010gy AssesS/1lel11(Albania: SUNY Press, 1996).5. Del'ck dc Solla Price, VI/le Scie/7c<" nig SCil'IIC<' (N111'V:\Ymk: CollIlll­

bia UP, 1963). El ensayo gcneral de David Edge, "Reillvelllil\~ Ihv V"hl'vl",en Hanrlboolc 01' Science (lml Technologv SllIdies, de la Socied:ld P:\I~\ losEstudios Sociales de la Ciencia, ed itado por Sheil:l .JasallolT 1'/ I//. (ThOlIS:lIltiOaks. Ca.: Sage, 1995). pp. 2-23. cOlltiellv 1111:1IHII'II:1disnlsi,"11 solm' losprimeros avances británicos en CTS.

6. Lars Fuglsang, Tecl1l1010gy ami Ne\\l !l1SliIUlio/1s: A COIIII)(Irison al'

Slralegic Choices Clml Technology Sludies il7 Ihe U/1iled Slales, Del7lllllrlc (I/1tlS-werlen (Copenhague: Academic Press, 1993). véanse especialmenle los capí­tulos 10-11, cita de la p. 155.

7. Un ejemplo introductOlio a los negocios de ciencia de los Países Bajoses Richard Sc!ovc, "STS on Other Planets», EASST Revie\\!, 15 (junio 1996),pp. 3-7. Véase también IIna discusión hreve sohre cllem:1 cnl'l C;lpítlllo 5 deeste volumell.

8, Declaración de la Í'NC-NSF99-82.

Tamhién puede ellConlral~e la ini'01'l1l;\ci(')1I011-lille,VII1:1Si!~lIil'llIc dirl'c­ci(¡n: bttp://www.nsLgov:80/sbc/sber/sdesl/st:,rl.lltm

9. Ulla disclIsi()III'ltil sobre 1:1cre;\l'i{lIl, Vil 1'175, d,·I" (,1.1~(·I"ll·I'''lk dI'Ja AAAC se encuentra en Car! Mitcham, "Ética sobre y dcntro dc Ciellcia yTecnología», Theoria 14 (finales de 1999). El estatuto actual de la CRLC"afi1111a.al plincipio, que la libertad cientíFica se fundamenta en los derc­chos humanos básicos e implica una responsabilidad especial p:1n1 :1Il1pliary dilúndir el conocimiento para el bien de la 11l111l:lIlid;:KI».

10. P~ll~1una discusi6n gener:tl sobre las OIganizaciolles dc cielllii"icos eingenieros dedicados a la ética de la ciencia .Y la tecnologia "desde el interior»de sus propios campos y organizaciones profesionales, clesde el punto de vistade su oposición a las inquietudes expresadas por CTS dcsde «i'lIel~l» son:Mitcll:lIll, ,d~tic;1 sohre'y dentro ...», y Mitl'!t;IIII. ,,1':III!,iIH'('I~:IIHISl'i('lllists ;1,Ethical Leade¡~ in the Teclmoscientil'ic World», un artículo 110publicadu ld­do en el Taller de Trabajo Intemacional cclebmdo en el Menéndez Pelayo deTenerife, "Ciencia, tecnología y valores: Reflexiones en vísperas del nuevomilenio», San Sebastián, España, 5-9 de abl'il, 1999. Las citas se han extraídode estos dos trabajos. La RSI se f01111Óoficialmente en Califomia cn 1982 y alaño se convirtió en Lma organización nacional. Se puede encontl~ll'más infor­mación sobre su desarrollo histórico, sus muchas activiebdes y publicaciones,incluyendo la CPSR Newsleller, en la página web W\V\v.cpsr.org

11. Jacques ElluJ, The Teclmological Sociely, trad. por John Wilkinson (Nueva

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York: Knopr, 1964); Le\\'is Mumlord. Tlie Mrlh al' lile Mochille, 2 vols. (Nue­va York: l-Jarcourt Bl:1CCJm'anovich, 1967-1970). Enllc muchos dc los popuJa­rizadores casi-intelectuales que tuvieron una fuelte intluencia en bs opinionesdel público sobre las implicaciones sociales de la ciencia v la tecnología duran­le clmismo pe¡'iodo estaban Theodore Roszak, Tlie IIJakillg oro COlll/ler Cullu­

re: Re/lections 0/1 Ihe Tecli/1ocralic Sociely und lIS Youlh/itl Opposiliol/ (GardenCitv, N,Y.: Doubledav, 1969) [Elnucil11iel1/o de una CO/1lmCIIIllIm, Kair6s. 1984]\' \\I1i{'J'(' tlie Wl/slell/lld Ends: Pnlitics amI Tmnscem/enct' ill Postim/lIs/n'al So­

cietr (G:mk'n Citv, N.Y.: Doublctlav, 1972); v Albin Tomcr, Flllllrc Shoc'Á: (Nue­va YlIIk: Randolll l-!ouse, 1970) [El shock de//úlura, P1a7';'1& Janés. 1992].

12. C.P. SnO\v, The Two Cullures omllhe Scienliji'c Revollllion (Cambrid­"e: C:1I1Ihl-idgl' 1'l1i\'l'l~id:\d Prl'ss. Il).'il)) \' cd, I·ev.. T/l<' T\\'() ell/tllres: And a

S,·(·ulltil.uo/..: lCllllbrid~l': C:llllbridge Ullivel~il~' l'ress. [<)0-1).Cil:ISdt: las pp.I 1, 6<)-71. Estoy en deuda con el tmbajo de Howard Scgal por su profuncli­Z:ll'i,')Jll'l1 el II'ah:tjo de Sno\\'; véase su ensayo «High Tech aJ1(lthe Burden ofIliSIl>I\': 01', l!te i\'l:\Il\' Imllil's 01' ('Olltl'lllpor;lI\' Tecl1l1l11ogic:li Optimism»,ell FII/III'l' J¡1I1iL'/ji:Cl: rlic Mixed Blessillgs al' 1'ec!lOlI%g." in AlIlerica (Am­hel~l: University of Massachusetts Press, 1994), especialmente las páginas195 ~' 197. El reciel1l1; ensayo de Jonathan Cole "The T\\'o Cultures Revisi­Icd», l'll la I'CViSt:lN~llional Academ~' of Engineering. Tlie Bridge, 26 (oto­Ill)/illl'ilTIIO d,' 199(,l. pp. 16-21, cs tcslil11onio del vivo interés que todavíaexiste Jlor los tCI1l:1Spl:lI1IC:lCloscn la imagen l11etafólica de Snow. En élargumenta quc "e!molivo de la incomprensión elllre científicos y no cientí­ricos se podl'Ía encontrar en un sistema educacional que descuida la impor­LIIIl'i;1itiskll-il';\ dl' L\ 1'\'(lilll'i"1I1Cil'lllifil';l \' Il'l'IHllt'lgil';\".

1.\. 1.:1Id:\cil'lIll'lltl'e la educación en lccnologi~l, t:11crs,.v la cducación en"tros GllllpOS 11lIcdl:vel~c ell: Stcphcn L. Goldl1l:lIl .Y Stephen 1-1.CutclilIe,"STS. Tecilllologv Lilemcy, anclthe Alts Curricuiul11», Bu/lelin orSciel1ce, Te­dlll"/I>.I:" ,(o S,,";,'/I·. ~ 11."·1 (I<)S~), pp. 2<)1-.,07: ('ulclil'1l' v (;olclll1:lIl, .Scicncc.Ted11\ology, ~lIlll litl' Libcl:t1 Arls», Sciellce, 'i'ec!lIlOlogy, &- J-11111111l1Vall/es, 10,

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Rel'iel!': Tlle .Tal/mal al' llie Slale HU1I1I111ilies COIlI1cils, 8, n." 4 Uulio/agosto19R.'i),pp. 10-15; v Goldman. «The W':\IV and the Woof» , Tlie Weal'er (1985), p.2. \/l';lSl' 1:\Illbiéll l1:lI'It,1t II;li'.ellil1c, "rast Ertol1s in Technological Litel~cy­CUTI-IA», en Tec!lI1%gy Lilemc." WorlcsllOp Proceedil1gs, ed. Russel C. Jones,Consejo Acredilativo pal<1la IngenieIia y la Tccnología, la Asociación de Uni­vel~idades i\l11elicanas. la Fundación Nacional para la Ciencia (Newark: Univ.tIlOIkl;l\I';\I\·. 1')1)1): ,1:1I111'Sn. 1"(K'I·l1l'r.ed., TI/(' Nl'll' UIJ/'m/ /IriS (Nucva York:FundaciólI i\lfrcd 1'. Sloall, 1981); y Samuel Golclberg 'l/IC NelV Liberal ArlsProgrwll: A 1990 Reporl (Nueva York: Flmdación Alú'cd P. Sloan, 1990).

14. Bruno Latour, Sciel1ce in Acliol1: Ho\\! lO FollolV Sciel1lisls alUl Engi­mers Ihrough Sociely (Cambridge: Harvard UP, 1987) [Ciel1cia en acción,

Labor, 1992]; Paul Gross y N01111an Levilt, Higher Supersliliol1: The Acade­llIic Lefi amI lIs Quarrels IVilh Sciel1ce (Baltimore: Johns Hopkins UP, 1994).

1S. David Dickson. The NelV Polilics ol' Sciel1ce (Chicago: University ofChicago Press. 1980), p. 6; Langdon Winner, Tlie Wale (l1U1 Ihe Reaclor: A

Search for Lil7lils il1 {//1 Age orHigh Tecl1l1010gy (Chicago: University of Chica-

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go Press, 1986), p. xi. Bruno Latour argumenta dc fOn1m similar que sólopor el hecho de que alguien estudie un deten11inado tcma no significa queesté automáticamente en contra de él. Se pregunta si ,,¿Son los biólogosanti-vida, los astrónomos anti-estrellas, los inmunólogos anti-cuell)OS?» enPa17dora's Hope: Essays 017Ihe Reality oi"Scie17ce Sludies (Cambridge: Har­vard University Press, 1999), p. 2 [La esperanza de Pa17dora: e17sayos sobre larealidad de los estudios de la ciencia, Gedisa, 2001].

16. Langdon Winner, «ConfJicting Interests in Science amI TechnologyStudies: Some Personal Refiections)" Techl7010gy in Sociely, 11 (1989), p. 436.

17. Citado en Albert H. Teich, ed., Tech17ology a17d Ma17's Fulure, 4." ed.(Nueva York: Sto Martin's Press, 1986), p. 3.

18. Emmanuel Mesthene, Harvard U17iversily Progral1l 017 Tech17ologyand Society, 1964-1972: A Fi17alReliie,v (Camb¡-jdge: Univ. de J-laivard, 1972).

19. Franklin A. Long, First Ge17eralReporl, Comell Universidad Progrwl1on Science, Technology, 0I7d Sociely (Ithaca, N.Y.: Univ. de Cornell, 1971), p. 2.

20. Edward J. Gallagher, HUl77anilies Perspeclives on Techr/()logl', AI/mllllReport Year Five, 1976-1977 (Bethlehem, Pa.: Univ. de Lehigh, 1977), p. iii.

21. Program in Science, Tech17ology, aml Sociely (Cambl"idge, Mass.: MIT,1980), p. 3.

22. Desafortunadamente no existc ninguna guía exhaustiv:.l aClual de los pmgm­mas de CTS. Sin embargo, algunos esludios sobrc los programas de CTS IcaJi7.adosa mediados dc la década de 1970 son útiles IX\l~\ colllplcndercl petüxlo IC1I111;1Iivo:Ezra D. HeiLowit, Janet Epstein y Gelald Sleinbcrg, Science, 'f'eclll/()Iogl' tlllIl Su­

cie/y: A Guide lo Ihe Fíeld (Ilhaca, N.Y.: Progral/IOde Ciem;i({, Tecl/ologí!l y Socie­dad de la UI7iversidad de Comell, 1977), y EV1ST Resource .oireclon': A DireclolYoi"Progral77sand Courses in Ihe Field o{ E/hical Values in Science ({/lI1Teclll /()­logy, Document 78-6 (Washington, D.C.: Amcrican Associalion 101'lhe Advan­cement of Science, 1978). Rustnrm Roy y Joshua Lemer hicieron una breveprof1.lJ1dización en los estudios de Heitowit en 1982-1983: Rov ;lIld Lell1cr,"The Stalus 01'STS AcLivilies at U.S. Univelsilies», IJI/lle/il/ ()rScil"ll("(', 'f{'C!1II0­

logy amI Socie/y, 3, n." 5 (1983), pp. 417-432, y, mús recientelllcntc, la .JuntaDirectiva de los Programas de Ciencia y las Polílicas de Acluacicín Pública, dela Asociación Americana pal:\ el Desannllo de la Cienei;l, I¡;\ puhlil";ldo la lel\:e­ra edición de Albert H. Teich, ed., GI/ide /0 (;mt!I/!I/e l:.iII/C!I/ÍlI/I il/ SciCIICl',

EI7gineering amI Public Policy (Washington, D.C.: AAAS, 199~). quc incluycil1f0l111aciónsobre los veintiocho programas de licencialul:1 cn ESlados Unidosy otros catorce fuera de EE.UU. sobre esla particular 13cela de CTS. La Asocia­ción Nacional de Ciencia, Tecnología y Socied~\(I, bajo la dirccci(¡n dc CadMilcham y Stephen 1-1.CulclilTe, hizo una segunda edieic"1I1de Sil S'/S nirc"C/orv(Univ. de Park, Pa.: NASTS, 1996) Ul1es- ludio, que loeconocen es incomplclo,sobre lmos sesenta programas de CTS en los EE.UU. e inlel11acionales. Recien­temente, la Comisión Europea ha facilitado la guía EurolJem1 Cuide lo Seienee,Tech17ology, Ql7d lnnovation Sludies, de Paul Wouters, Jan Annel~tedl y LoclLeydesdorlI (Bmselas: Comisión Europea, 1999), dis¡xmiblc en la p{\gina \Veb:http://www.cordis.lu/tser/home.html. A pesar de que contienen entradas útilessobre muchos de los pmgrarnas especializados en Estados Unidos, Gran Bretafía,Europa y otras paries del mundo, estos iniol1l1eS no lislan los cienlos de cursosque contribuyeron también a la viabilidad académica del GlmpO de crS.

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CAPÍTULO 2

CONTEXTUALIZACIÓN SOCIAL ENLA FILOSOFÍA, LA SOCIOLOGÍA Y LA HISTORIA

DE LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA

La lecnología 170 es ni buel7o, l7i mala; pero tam­poco I/eulrol.

MELVIN KRANZBERG, Las leyes de Kranzberg

La lécnica ... no f0n11a un sistema independien­tc, como el del universo: exisle como el elemen­to cn la cllhura humana que promueve el bien o

cl n1al según los glllpOS que la explotan progra­men cl bien o cima!'

LEWls MUMI'ORD, Técnica v Cil'ilizacián

El surgimiento de Ciencia, Tecnología y Sociedad como disci­

plina académica de estudio, hace tres décadas, reflejaba, en granIl1L'dilb, b l1l'Ccsilbd pcrcibid~l clc una comprellsión 1l1~1scomple­ta clel contexto social de la ciencia y la tecnologí~l. Como señalo enel capítulo 1, uno de los resultados de las tensiones producidasCIl b cléGlcb dc 1960 y principios cle la de 1970 fue una critica de

b ciencia y b tecnología, a medida que los anal islas empezaron aconcentrarse en aquellas extemalidades negativas de dichas activi­dades, que ellos percibían que estaban afectando al mundo mo­

dcmo. Como consecuencia de esta confusión, surgió un campo deL'stllclio ~1Cti\'ist", illlcrdisciplinario y orientado a problemas quetrataba de entender y responder a las complejidades de la cienciamoderna y la tecnología en la sociedad contemporánea.

Aproximadamente al mismo tiempo que CTS estaba sur­

giendo, también se produjeron cambios afines en los enfoquesde algunos campos de estudio más estrechamente orientados auna sola disciplina. La enorme inOuencia de La eslructura de las

revolucio17es cie17tíji"cas de Thomas Kuhn, publicado por prime-

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