Nicole Loraux__notas Sobre Un Imposible Sujeto de La Historia

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  • 7/29/2019 Nicole Loraux__notas Sobre Un Imposible Sujeto de La Historia

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    Notas sobre un imposible sujeto de la historia*Nicole LorauxEcole des Hautes Etudes en Scicnces Sociales de ParisParis. Fraoce

    ResumenInforme de una brevc exporicin introductoris a un debare airedednr de Fagonr tragiquerde rrm u n e f m m e (Paris, Hachetre, 1985; trad. cas.: Ma,ierm hdgicm de matar a una mujer,Madrid, Visar, 1789).En la pregunta planteada por el titulo del seminari0 *Fem me, rujztrde discourr, femmes rt4cr1 d'histoirea, vi la oportunidad de realizar una stlerte de balance,tras un trabajo de diversos aftos sobre las reprercntaciones griegas de 10 fcmenino. Porquehe reflexionado mcnos sobre hs mujeres griegas, en tanto quc sujetas de historia o temade la historia, de lo que me hc preocupado por el discurso: inenconrrable disct~rso e lasmujcrcs -st Safo, ciertamenre, pero convendria an quc Crta no se conrentase sdlo condarle la vuelta al discurso masculin-, interminable discurso griego robre lar nrujerer,lnmensidad de discursos a proprito dc eros scres para quicnes *el silencio es un adornon--como dir el Ayax de Sfocles a su cornpafiera. Pero del discurso griego sobte las muje-res he tenido que parat, muy pronto, ai disrursv griego sobre lo femenino, a lo que podriadenominxsr de modo m b general la rehcin griega con lofemenino.Palahras clave: historia, Grecia, mujeres, sujeto.Abstract. Noter abour a impnrrible su&ect ofhirtory~ ~Keoorr on a brief introduction to a debate on Faconr mapiouer de tuer une femme (Paris,.. .IlXl~rtLc. O X i : bpantch ir,nslallon .W,me,ur n.rf!iu t ,,r 2rJr.r INJ 111up1, ladrld, \',or,1 9 8 ' ) ~ n thc auerLruo vu,cd bv rhe r.tle ot rhe srminnr , Fr,n,nrr ;rrrrrr drL.:oz . , , . l ' rnmr ,sujen d'hirtoiues I saw thi oppor;unity to, as it wcrr, rake stvck afrer working for scvc;al yearson Greek troresenrarions of temininitv. I had eiven l a s consideration roGreek women, asthe subjects br thcme a f hisrory, than ;o thedi~course,he untraceable discourse of women(there is, of course, Sappho, buc unfonunately evcn rhe contens herseli with tutning roundrhe prevailing rnasculine discourse), rhat interminable Greek disroursr on women, a hugenumbcr af ~erorarions n hos se beines in whnm d e n c e is an adornment,,, as Sovhocles'Ajax said rdhis female companion. ~Yowever,ronr thr Greek discourse on women, I havequicklv maved u n to rhe Greek discoorre on the femininc, to what in rnure reneral termsior~ld c called rhe Greek relarionrhip wirh rh e f n n in in ~Key words: history, Greece, women, subject.* Este texto se public originalmentc cn francs e n L a cablers du grif;nLe genre de I'hisro-

    rieo, 37/38 (primavera de 1988), 113-124. Traduccin de Rosa Rius Gatcll.

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    L4 Enrrhonac 26, 1996 Nicole Loraux

    Lasmujeres gri ega, sujeros de historia? Para la poca d ~ ic a , la quc me dedi-co, er absoluramente neccsario que el historiado r renuncie a l poderossimo fan-tasma de la realidad para en trar e n el universo dc las representaciones. Sindud a, n o renunciar a ell0 sin antes intentar10 todo : pedir en prim er lugar alas pinturas de las jarras y a las chanzas del gn rro cm ico qu c se conviertanen docum entos, en un a via de acceal a 10 real, com o si las mujeres pintadasen las jarras no estuvieran inmovilizadas en la generalidad de un ripo, com osi la comedia nu fi~ es e n gncro literario, co n sus thpicos, orientad os a susci-tar ante rodo la tisa. Quizs entoncrs el hisroriador acudir a 10s epigramasfunerarios, cuya respuesta a una definicin de do cum ento es considerada mssatisfactoria. Pero, sobre 10 qu e fue realmente la vida de la difunta, en 10s siglosv o IV , esras inscripciones dan m uy poca inforrnacin: una vez m is y co rncsiempre nas ofrecen estereotipos, y a me nu do la idea de que, xcerca de unamujer, no hay nada que decir, salvo conceder la yalabra al marido quien, lomis brrvemente posible, atestiguad que fue una buena csposa. Desde la ui-bu na oficial del Cerm ico Pcricles afirmaba so lemnem ente q ue la virtud deuna m ujer co~lsiste n que se hable lo menos posiblr de ella, ya sea para ala-bu la o vituperada (dcclaracin que no u a p b a la vigilancia de Virginia Woolf)',y no es otra la op inin q ue se expresa en las tum bas privadas a pn,psito delas all enterradas, nvmb radas y sin em bargo annimas. Tam hin 10s epigra-mas manifiestan, pues, una d uda que se repite: si existe una gloria de las muje-res, si existe un kleosgz~naik87z,a rnuerta parricip de ella. U n m od o de alabara cada difunta en detrimenro de la .Detengmonos unos instantes en kleor. En la epopeya, este vocablo desig-na a la vez el genero pico y la gloria: el rumor generado alrededor de un nom-bre. Si existe un kkor de las mujeres, ste se ha refugiada por entero en algunasilustres desconocidas, difuntas por anad idura. Pero, sobre stas, no habria nadaqu e decir, ni por parte del portavoz de la ciudad , ni del d e la casa, ni del his-toriador, ese gu ard iin de la memoria.

    Por lo qu e se refiere al histo riado r, deberam os realizar algunas precisiones:sin dud a Herodoto trata a rnenudo de mujeres, pero stas son hijas o esposasde reyes y dinastas, hijas o esposas de tiranos; son m ujeres individualizadas.Despus estn las mujeres en general, que aparecen en todos 10s tratados sobre10s usos y costumbres de loslas ottoslas, 10s que no hab lan el griego ) a quie -nes, sin duda alguna, se les denomina barbaros. Pero por parre griega, desdequ e H erodoto procede a la narracin propiamenre dicha de las guerras rndi-cas, en el libro V, sus apariciones son mis raras, salvo quizs en Esparta. Esverdad qu e en Esparta hay dos reyes y problem as d e legitimidad : 10s alum -bramientos de las mujeres de 10s reyes constituyen mom entos de crisis, qu e elrelato tiene en cuenta; es cierto tarnbin que, tradicionalmente, las mujeresroman all la palabra. As, por ejemplo, Herodo to n om bra a Gorgo, hija del1. Tuclolo~s,1, 45 , 2, con el com entaria dc WOOLF, irginia, Una bnhitncidnpropia.Barcelona: Seix Barral, 1980,71: .la mayor gloria de una mujer es que no hablen de ella,dijo Pericles,

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    rey C ledrnenes y esposa dc Lcnidas, y menciona sus sagacrs conse jos. I'ero,;es realrnentc distin to el caso de las esyartanas il~lsrres ue el dc las m ujeres dedinasras? Sc dudar de ello viendo a H erodo to subrayar con insistencia el cck -ter arcaic0 de las cosrumbres cspartanas, casi bk baras , segn dice.Peto en Atcnas ya no ocurr e nad a semejanre -y lo m ism o sucede enTucidides con respecto a otras ci~ldades-. ln t c ~ c n c io n e s aras, y no orgatii-zadas, de grupus de rnujeres en 10 que he deno min ado 10s ~i tit en tic in s e la his-toria,,', esos mom cntos de crisis aguda en que la esencia de la ciudad se discutedc nuevo. En H erodo to, y en dus ocasiones, las mujeres de Atcnas intervieneriviolentamente m la narracin. Matan , acribillando con sus prendedores (armatipicarnenre femenina, de la que Edipo sabe algu, y ramhien el rey I'olimstor enla Hcuba de Euripides), ai riico superviv~enre c una batalla pcrdida, y lapi-dan a la muje r y los hijos de u n conscjcro qu e habia osado sugerir qu e se escu-cliascn por lo menos las proposiciones d e un et~v iadn el rey de l'crsia (estosuccdc du ran te las guerras midicas; los hombres de Atcnas, por su parte, Lpi-dan al desgraciado consejero). En Laguma&IPelopone~a u-rada pur Tucidides,h ~ ~ ~ a m l l s ,omo ejemplos nicos, peco e n esta ocasi6n f ~ ~ e r ae Atenas, La ciu-dad-mo delo , dos inrervenciones de mujeres en grupos. En la ciudad d e Plateaasediada, el enerriigu se ha deslizado a rraicin, y en la caile el cornbare ad qr~ ie -re una violencia extrcma; las mujcres deciden participar e.ntonces cn 61 a sum od o (Cste ser un to po~ dea Ilisturiografia griega: cuando el combate se desa-rrolla de nt ro de la ciudad , las mujeres -hermanas, hijas y esposa-, destina-das a permanecer en cl interior, corren en ayuda dc los s~iyo s). , en plena guerracivil, al lado del pucblo de Corcira, hay rnojeres. Si sc afiade qu e la guerra civilde Corcira es, para Tucidides, paradigmrica del horror que suponc la divisidnpara una Ciudad, se cornprenderi la importancia del episodio.H c aqu como, de dos modos, la rscrinlra histrica debe tomar nota de la divi-sin. La que disgrcga la cirldad y la que opo ne y ywtapo ne dos sexus. En amboscasus, para 10s griegos SC trara de una catstrofe, y, sin embargo, se adapran nece-sariamcnre a ello. Mai que bien se acnrnodan a la divisin d e 10s scxos, y, aun coti-siderando la guerra civil com o la pcste po r excclencia, no pueden ahsrenerse deintrod~lc irla iemprc en el seno de la ciudad *sa> se denomina historia y, desdcla C oca arcaica mis antigua hasta la epoca helcnisrica, la historia de Grecia est ihcci de guerms civiles. Uesearia prccisar 10s signos de coincidencia4, or 10m m os, de interscccin- entre cstas dos divisiones. M e bastard por ahora cltcstimonio dc una paiabra: cl adjerivo nntinneira,que significa a la vez ~ h o ~ t i l10s hombresn e

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    16 Enrahonar 26 , 1996 ~. Kicolc Lorau*

    ;Todo csto son representaciones? Hay qu e aceptarlo, a m enos qu e 110s coll-virtamos en historiadores de la tpo ca h ele~lstica.Entonces, cn sociedades m baliertas y fluidas, los docum entos sobre las mujcrcs scran m is abun dantes.I'ara no abando nar totalm ente las representaciones, ofrecera co m o prueba eltratado qu e Plutarco coll sag a a las av ir~ ud cs c las rnuieresv, o, m is rxacta-I I L ~ I ~ ~ C ,10s rcactos valerosos de las mujeresr, rexto situado bajo el signo de larefurac.in d c Tucdidcs (siern re aquella frase que preten de qu e la gloria deuna m ujer consiste en n o tener7 ), y que, cu cotltra clr la autoridad de Pericles,so s~ ic nc uc la virtud d c una mujer es de igual naruralcza quc la de un hom -bre. D e ello se desprcndc qu e esta virtu d com porta en s lo histrico, apto aser expuesto para el placer y la edificacid~l el le c ~ o rhistorikun apodciktikon).Recorde~lloa ue en la ciudad clsica haha una lllnica definic in dc la nvirrud)),corno valor del homhrc viril (aizer,andws) que com bate por la ciudad (virtud:era tanto com o decir andreia, el coraje). D e Plutuc o a Tucdidcs, pa tm -te la desviaiidrl ... Pcro me rnantengo en la epoca clisica, y vuclvo a 10 qucpodria ser en ella una avirtud dc las mujcres>,.Sin duda alguna, una nocintan sin uiar y especfica com o aquella, tan cara a 10s nldicos, de

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    Nores sobre un mposible ujcco dc la hi~roria E n r a h o n a r 26, 1996 17

    debe una mujer, de un modo u o u o , actuar como un hom bre? Yo no he encon-trado ese conte nid o femenino de la gloria. Y ello no es una razn para subes-timar la invencin trhgica en materia de feminidad ; pero no conviene tampoc0supervalorarla, pues esa nota discordante se une finalrnente al discurso donii-nante. Es cierto quiz que el sintagma kleorgunazk~nst6 marcado para siem-pre por su primera aparicin en un texto gricgo: el10 sucede en la Odirea;Penlope habla c on Ulises, a quien todava no ha reconocido, y se confia a il .Es Ulises quien invierte la norma y dice: ,(tu gloria llega hasra el anch uro socielo co m o la d e un rey eximio y temeroso de 10s dioses, que im pera sob remuchos y esforzados hombres, hace q ue triunfe la justicia.. .,),y es ella quie nresponde: *M is gracias (la belleza y la gala de mi cue rpo) destruykronlas 10sinmortales cuan do 10s argivos parrieron para Ilin y se fuc con ellos mi espo-so Ulises. Si este volviendo cuidara de m i vida, mayor y mas herm osa fuera migloria,,5.En el origen, de la disonancia surge lo unsono.D e hecho, en Grecia, para aislar lo fem enino en su especificidad fascinan-re hay que buscar su incidencia en 10s discursos que se mantienen sobre elhom bre verdaderamente anir. Se aprender all que u n cuerpo de h om br r nopuede experimentarsr a s mismo, en el placer y en el dolor, m b que im itan-d o m e j o r , sintiendo- la expcriencia femenina del cuerpo, a la que un grie-go d ota de un valor paradigmtico.

    Hiptesis griegas: la mujer siente el placer de moda mis intens0 que elhombre (asi Tiresias, hombre y despues mujer, y convertido de nuevo en ho m -bre, encoleriz a Hera al revelar 10 que la diosa del tna tri r~ ~ on ioo qurra quese supiese: qu e en el goce del amor, sobre diez parres, la mujer se quedaba connueve, y el hom bre con una sola; el desvergonzado fue entonces privado de lavista, y Atenea, que huye del placer, 10 consolo otorgindole el don de la adi-vinacin). En cuanto al dolor, la referencia esencial es la del parto, sufrimien-to y prueha a la vez, proeza y fatiga, 10 que 10s gricgos dcsignan con la palabraponos.

    ;Un hom bre ex perinier~ta ntcn sam rnrr placer o dolor? Se dir que actuacom o una mujer, o m is bien que da ricnda suclta a la mujer q ue hay en l.Los griegos plantean, explcitamente y sin reticencias, que exisien lror~ibres-. . .hombres, rnujeres-rnujcrcs, ilomhres-m11,eeresy rnujeres-hombres, ral como afir-ma un pasaje asombroso del tratado hipocrtico Sobre /a dieta Demasiada virilidadamenaia ai hombre, o a l hroe: si, por el contrario, ste libera a la rtlujcr quellera den tro de s, su virilidad se ver4 reabada. Heracles, el supermacho, neccsi-ra bahos calientes (su virtud cmolicntc, esto es, de m inan te , es bien conocida de10s griegos), y yo aadira que en 111s de una ocasi11el l i6 ro ~r viste de m ujer.;Qui611 osaria rlcgar la virilidad de H eracles? Esroy convencida de qu c cl hijo dcZeus sabe sustentarla libcrando precisamente su parte femenina.5 . Odiren,XIX, 108-111 y 124-128; trad. (citada por exrenso) de SEGALA, lus, Barcelona, enEdiciones B, 1990, inrroduccidn y noras de MIRALLES,arles. Vase el comenrario deFOLEY,Helene P. .?Reverse Similes"and Scx Roler in thc OdYey,, Arethan, Universiry

    of New York ar Buffalo, 11 (1978), 7-26.

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    Veamos todava algunos ejemplos de esa ap ro p ia ~ i n or parte d r 10s hom -bres del placer y del dolor. El10 com ienza con Hom ero , cuando en el canto XIde la iiada Agamenn herido siente 10s dolores *penerrantesD; miis cxacra-mente, esos dolores (adunar) se hunde n en su cuerpo (y he aqu que apareceel vcrbo duri;, bundirsp, he aqu, sobre todo, bdines, nombre de 10s dolorcs delparto). Presa del sufrimienro de su herid a -la ha recibido en el brazo, com ocorresponde al guerrer*, Agam enn sufre agud am en te lo qu e expe rimen -tan las mujeres en el parto. Pcro, iquin distinguir ciertos dolores del placerqu e desgarra? En el ot ro extremo de m i seleccin, la palma le corresponde aPlatn , ejemplar porque moviliza la feminidad -y la desviacin de 10 feme-nino- en provrcho del hom bre filsofo, y de las emociones de su d m a .

    Cuando sc acerca a ur1 ser bello lo que est prehado se sosiega; se derrama de de-gris, alumbra y procrea. En cambio, cuandu se aproxima a un ser feo, su rosrro seensombrece, se conrrae entristecido en s mismo, se aparca, sc replicga y no procrea,sino que reticne dolorosamente el fruro de su fecundidad. De &i precisamentcque sea grande la pasidn por 10 bcllo que seda en cl ser que est5 preado y abul-rado ya por su fruro, porque 10 bello libera al que 10 pusee de 10s grandes doloresdrl parto (E lbarryuete, 206d-e; rrad. de Luis Gil).H ay qu e precisarlo! El par to es designadn fidinos. Y todava e n el Pedra

    esta es la palab ra que caracterim rl adoloroso esfuerzon del alm a loca de deseo.Paradoja hien griega del pensmiento platnico: pasarse el tiempo queriendoliberar ai d in a del cuerpo, y evocar ai d m a en el l&ico de la mayor sensualidad(esto es, la sensualidad femen ina). El d m a , pues, se agitar locarnente bajo eldolo r del deseo y la alegria del recuerdo; presa en esta confusin de scntim ientoscorrer, ansiosa, hacia la helleza (o hacia aque l que la posec). Y, en ese lnism oinstante, el alma fil6sofa expe rimen ta po r ltima vez el doloro so esfuerzo yrecoge cl placer ms dcliciosoG.; Q u i ganan cn el10 las rnujeres? N o lo d; ero si s6 qu e l'lathn reserva alhom bre filsofo el suntuoso regalo d r la feminidad.Este excursus podria continuar; pero regreso a la ciudad del siglo V, pro-vista d e estas pocas no tas, para insralar cn ella algunas siluetas femen inas sobrela escena tragica. Porque, m & qu e en c ud qu ic r otro lugar civil, en el teatro setrara de mujeres. De mr~jeres de 10 femenino , sin duda. Pero tambin demujeres cn ranto que son a la ver esa .raza>l tan vituperada y la imposib le miladdc la ciudad.En la cscena trgica, frcnte a 10s hum bres hay unas m ujeres, y a m enud o,por 10 menos en Eurpides, aritc hombres inseguros de su virilidad -Jason,Hiplito, Admeto. ..-, Medeas, Fedras, Ncesris, m uy d iferenrrs entre s, perocon un p un to en c om n: se atrcven a amar (y tambi n, inis d e una vez, aodiar). Mujeres que am an y hom bres que huy en. C un frecuencia nl r h e pre-guntado por q u i , en una sociedad en que la homosexualidad nrasculina es la lm&\6. PLnlOu, F~dro , 51 c-e.

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    reconocida dc las pricricas sociales, slo el am or heterosexual riene derccho deciudadania en el t a t r o de Dioniso, iSimple coyuntura?, c ~ ecesidad estruauralde u n gnero! A decir vcrdad, nlrnca he sab ido po r cui de las dos respilesrasopcar. La coy untu ra seria alejandrina -o romana: nada prohihe imputar estesilencio s610 a 10s erudiros, aquellos que expurgan (en Alejandrla) o aqucllos que,en poca rotnana , escogen, para u so dc las clases, enrre tragedias qu e debenconservarse y tragedias perdidas p ara sienlpre: la virtu d sacaria provecho dccllo, pero no la verdad de un gnero (porqrre la cvocacion fugitiva dc Ganimedes,amado por Zeus, no borra el recuerdo, conservado por la rradicin, de un 1,ayoinventor de la homoscxualidad o de una tragedia de Esquilo -Las mirmedone+quc escenificaba el amo r de Aquiles p or Parroclo). Pero siempre, cuan do creorener esta respucs ta, vuclve, insistenre, la cuestin del genero. M e digo cn ron-ces que, por naturaleza, la tragedia dramatiza la divisin, todas las divisiones,cornenzando por la que separa la hunlanidad en dos sexos, y que la represen-racin cdgica se propone situar la cirrdad a distancia de si misma (y he a q r ~ las excluidas de lo polrico que ocup an la esce~ra ).Rien, termino concluyendoque se debe a razones de esrruc rura.. ., asta que la duda t r ~ r salra de nuevo.M an tenghnonos por ahora en un hecho: la tragedia tiene rnucho que deciracerca de las rnujeres, y m uc ho q ue hacer con ellas. En primera fila de 10s tr-gicos debemos citar a E urpidcs, el ltimo de 10s tres ve gran des n. Es Eurlpidesam igo o enem igo de las mujeres? Esta cuesrin se h a discutida desde laA nt ig ed d, y ya cn las comcdias de su contem porkneo Aristfanes, las muje-res dc Atenas proclarnan su misoginia (pero, iquin hablari de la misoginiade Aristfanes?). Releyendo las tragedias dc Eurpides se observa rambirl qrle,m is de utla vez, las hombres represcntan en ellas u n p obre papel. (H ay quebuscar enronces en su obra algo asi conlo xel partido de las mujercs>>?' adase opo ne a ello, a condicin, sin embargo, de qu e esta b i~s qu ed a o anule lacuestin, a mi parccer csencial: po r q u i Eurpides ponc a tantas rnujeres sobrela escena?

    ;Po'or qu untar mujeres sobre Iu excrnn?Porque, por una parte, la tragedia esrihecha de la represcntacion dc las m ujeres por y para 10s hombres. Por 10s hom-bres, ya qu c son hombres -c incluso ciudadanos- quienes actan, con todala arnbiged ad y el placer q ue el juego dc la interprc racibn implica (el placerdel descm rramicnro, el placer del transvestistno, q uc borra y subraya a la vezla diferencia de sexos). Penscmos en la recienre represenracihn del Edipo rey et1el O d on de Paris, do nd e todos 10s pa eles, corn o en la A ntige dad , eranintcrpretados por hambres: la Yocasta 8 Arrdrt Wirns turbaba, sorprcndia,sugerla por esa tubaci n , apcnas desplazada, la turbacin dr pensar -qui digopensar?- de ver el incesro, Adrniramos que la t ur l~ ac idn s mayor ra ra noso-tros, qu e estamos hab ituados a la presencia de las mujcres en escena. Admiramosqu e haya podid o ser distinta para un ateniensc, pero queda la fucrte rransgre-7. Nahl~Y,Clairr, nEuripidr e t le pani rler fcmmesu,en LE~Y,. cd.),Lufimmedami l~riocii-r i ~otiques. Eslrwburgo: Ilniucrri~6drs Scitncer Humnines dc Srrarho~lrg, 983, 73-92.

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    20 Enrahonar 26, 1996- Nicolc Lorluxsin del transvestisme, ciertamente dionisaca y, por tanto, tpica en el tea-tro! Ahora bien, turba r es precisamente la h n c i n de Dioniso.. .

    Y todo el10 para 10s aizdres.. .:Para 10s andred N o p iautear la cuesrin, todavia ahierta, de la composi-cin del pilblico aren iense: ;s610 10s ciudadanos (y 10s extranjeros de paso; 10smetecos, acaso, pero no se sabe con certeza -en tod o caso hombres-)?, o:,-ILIS iudadanos y sus espo sa ? El problema ha apasionado y apasiona. Por miparre, no lo considero muy importante. Platn, a quien, oficiaimc~~te,o legusta la tragedia, hac r de ella un especdcu lo para mujeres; un especdcu lo que,por lo menos, cn un certanleri para ver aquin regocijaba ms a 10s especta-dores., seria el preferida de alas rnujeres mis educadas, de 10s jvenes y pode-mos decir, de la multi tud todav? Puede forzarse el texto y, com binindolo con10 qu e el filsofo dice tam bin sobre la xteatrocracia,,, esto es, la dem ocracia,hallar ah la inenconrrable prueba de la presencia de las rnujeres en tre el pbli-co atenicnse: se apelar entonces al bon sens, categoria d e la quc 10s hisroria-dores nunca desconfan 10 bastantc. Es mejor leer el texro en su propiacohercncia: enco naare m os entonces en i1 un a declaracin sobre la naturaleza-eminentem mte fe m e n in a - de la tragedia, pero en ningn caso sobre lacomposicihn de su pblico. Pero, insisto, en el fondo esta cuestidn carece deimportancia. Porquc es en el corazdn mismo de la tragedia, cn cada una de suspalabras, donde hay que dibujar el rostro, s610 punteado, de su destinatario.Ms all del publico, el destinatar io; o el beneficiari0 qu e es el mismo. Delmodo en que las tragedias, tanto las de Esquilo o Sdfncles como las de Eurpides,c s t ~ b l c c e ~ ~ ~ l o sn1itr.xquc nadic p tlc~ lr r.~.n,~rerl~ r,crulra quc I < , \ h o r n h ~ i ronlo\ tin ~ co s c n c ~ ; ~ ~ . ~ r i o sel c q ~ c r d c t ~ l or i , : i ~ o Porque, . II rtlcxionu sol>rr amuerte dc las rrlujeres en la trigedia, se com prueba &e en el seno mismo de laalteracin ms sistcmtica, hay lrnitrs que no deben transgredirse, porque deter-minan lo que corresponde a u n homb re y a una mujer. Ya sea una tnujer que,virilmente, asume el poder -por ejcmplo, Clitemesua-, o un hom bre al quese lc ha asignado un com portam iento femenino, llega un nlom ento en que laortodoxia debe ser rrinsraurada ( y la muerte constituye cl mom en to privilegia-do de dicha restauracin). Reneficiarios del espectculo trgico, 10s andm deAtenas capitalizan cntonces el doble beneficio de haber dt erad o totalmentc elorden civico en su pensamienro , y de haberlo rcstablecido toralmente despus.Aadire ahora algunas notar; a modo de post-rcrip~um Maneras vgica demacar a una mujer En un libro en el que se traca extensamentr del suicidio,queria sugetir que son 10s hombres d e Atenas (10s espec tadores) quienes, pormedio de la representacin trgica, proceden ficticiamente a la rnucrte. Sucedequ e, para las virgcnes sacrificadas, la m uerte es efectiva. H e tenido all la oca-sin de explicarme sobre lo q ue entiend o por l n palabra benejcio.8. VCasc ZEI ILIN, Frurna, il'laying rhc Orher: Theatcr, I'hearricalicy an d the Fcmini~~cnGreek Drama,,.R~cprermratiom.Urliversiry of CaliforniaPres. 11 (1985), 63-94.9. PLnroN, LmItyei, 11, 658 d; trad. PA BON,]^^^ M a n ~ x l yERNNDIZ-GALIANO,Manucl,Madrid: lnrtiruto dc Estudios Poliricos, 1960.

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    No ms sobre un imposiblc rujeco de la hisroria Enrahonar 26, 1796 21

    No hace falta insistir en qu e normalmentela ciudad clsica ignora 10s sacri-ficios hurnanos y s610 ofrece a 10s dioses inmolaciones animales. Pero en elmito se sacrifica a una jw en y, rrasladado a la escena, ese escandalosa sacrificio(qFue inevitable fuerza que humanos sacrificios I impuso an te un sepulcropara el qu e bueyes bastan?.)1 es do ble m en te -y ms an , sin duda- signodel imaginaria: porque el mito es un pasadu cum plido que se confronta conel presente, ya qu e no se ma ta a una vitgen , tierna y amenazadora a la vez, si11qu e intervenga en ello una seduc tora confusin de afectos. Jams, ni siquieraen la tragedia, un padre mata a su hijo -son las rnujeres las que actan en esecaso, y su acto es un crim en, destina do a umatarx simblicarnente al marido(vase Medea), y n un ca se traca d e sacrificio. S610 la guerra civil, esa calam i-da d absoluta, puede indu cir a un padre a le n n ta r la ma no contra su hijo, y elho rro r carece en tonc es de apelativo. Pero el gPnero trgico 10 techaza, y asi,cu an do la inrnolacin de su hijo m enor salvaria a Tebas del asedio. Cre on terechaza con violencia la peticin del adivino Titesias (*;No 10 oi, no 10 he escu-chado! No me importa la ciudad en s!>>), el adolescente deber recurrit aiengafi0 para alejar a ese padre dem asiado amante, y se autoinmolar, e n pie,com o un guerrerol1. N o hay dud a alguna de que , en la tragedia, se degellams fcilmente a las hijas, au nq ue el sacrificador no sea sienlpre -como enel caso de la Ifigenia de Esquilo-- un padre.

    Desde luego, nad ie e s d obligado a justificar el sacrificio de una hija recu-rriendo al temible razona mien to de Praxitea, reina de Atenas, en el Erecteo deEurpides:Si s contar bien y discernir la diferencia entre el m% y el menos, la ruina de un s610hogar es un mal menor que la de una ciudad entera y no riene las mismos efec-ros. Si en lugar de hijas, a mi alrcdedor hubiesen crecido hijos varones, en la horaen que la lam a enemiga amena6 la ciudad, jno 10s habria equipada con una lamapara enviarlos al combare, sin temer su rnuerte? Ah! Que no renga yo una dcs-cendencia capaz de luchar y de comportarse de modo convenienre a 10s hombres,y que no sea un adorno intil de la ciudad!12.Praxitea, es cierto, es una exaltada; m ujer incluso en su m odo de denegartodo valor a la fem inidad. Ms vale -esta eleccibn tiene en tod o caso la pre-ferencia en Eurpides- rodear el sacrificio de metforas eque expliquenu lacon dicin de victimas d e las vrgenes por su estatu to, sexual y social. La jovenes pdrthenor puesto q ue todava n o ha d ad o el paso del matrirnonio; y, si elmatrirnonio es domesticacin, la partbenor, becerra o caballo salvaje, es la rns

    indicada para reemplazar al animal q ue debe sacrificatse, para qu e se realice la10. EUKIPIDES,icabe, 260-261 a propdsirodel sacrificiode Polirena; trad. FERNAUDEZ-Gam.

    NO, Manuel, Tragcdia hoyanar. Barcelona: Planeta, 1986.1 1 . Remito aqu a Larfixicia de EunieroEs.12. Errctto, pieza perdida de la que el orador areniense Licurga nas ha transmirido un frag-mento en su ContrnLrdcnrrpr, I00 (ciro 10s versos 19-27; trad. sugcrida por la Dra. Montserrat]ufresa).

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    22 Enrahanar 26. 1996 Nirolc Loraux

    rnetfora. Pero la parihenos es tambiCn (para la tragedia, 10 es sobre todo) una vir-gen, deseada, temida, frgil e inquietante . Atractiva en su integridad, y gene-ralmente protegida por su estatuto pero a la vez inq uie tan te porqueun fantasma m uy griego la hace acreedora de un a sorda resistencia a da r elpaso que la transfo rrnad en esposa. Asi, la m uerre cum ple imag inariamenteuna suerte de desfloracian, por medio de uno de esos desplazamientos de abajoa arriba qu r caracteri7an el cuerpo hueco de la mu jer en tan to que conduc-to1*: desplazamiento de la rnatriz hacia la garganta qu e se ahoga, d rsplaza-miento del sexo desflorado hacia la garganta dond e corta el acero; del prirnero-que 10s mdicos de no m ina n r e a l al segundo, qu e 10s espectadores sabenfictici0 pero interpretan en el acto. ;Es tan grande la diferencia?

    Antes del sacrificio, es una virgen cuya sangre pura deb e derramarse; des-put s del sacrificio, una virgen que ha dejado de serln. 1.a virgen degollada sirvepara pensar en 10s limites de 10 que la diferencia de srxos autoriza a fantasear.En cl rccorrido SC hace irresistible la tenracin de detenerse en lo qu e latmgedia sugiere sobre el cuerpo del honlb re y de las m ujeres. A d c ~ i r erdad,nada que se apartc scnsiblcmcntc del patrimonio griego de las representacionescom partidas. Seg n parece, to do se conc entra a lrededor de la sangre, en clhecho de que se derrarne o no del cuerpo. Pero la sangre griega (haha)es pordefinicidn derrame (el trrnino latino sanguis, por el contrario, se refiere a lasangre dentro del cuerpo, por oposici6n a cruor, que se vierte y tiiie las armasdel moribund o). Y es aqu donde se observa una sorprendente operacin delimaginaria: s610 10s medicos hablan del cuerpo abierto de las mujeres, de dond efluye la sangre1'; fiel a las reyresen~aciones el imaginari0 griego, la tragediapreficrc dcsplazar la abe rtura -en este caso la herida en beneficio del cue rpomasculino ; as, 10s lugares de rnuerre son innombrab les porquc cl hom brc esente ram ente un cuerpo po r abrir; el cuerpo d e las mu jeres, en cambio, es infi-nitamente tepetitivo, condensado en su garganta por completo: la garganta delas vrgenes, que ahre un sacrificador -pero la virgen es y no es una mujer-,la de las esposas qu c estrangula la cuerda de las ahorcadac. Ello porque para lasatisfacci6n del pensam iento, el cuerpo de las nlujeres debe estar cerrad o, ysobre este pu nto los mddicos no se apartan dem asiado de la tradicin griegam is extendida. A l o sumo distinguen el bue n cierre -el dcl crnbarazo, po rrned io del cua1 la mujcr alcanza su telos- de todos 10s dems, que son malosy se cuentan entre las

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    hasta la garganta. Etitonces la mu jer asfixiada se ahorca , aum encan do as laso foac in de srl cuerpo, a 10 cual, tendencialmente, la corldena su propia na tu-raleza. I'or 10 me nos escapa a su destino po r ese desrino m ismo: de nuevo hevuelto a cnlazar con la tragedia.. .Porque, sobre esre pun ro, la tragedia procede igu dnle titc a una desviacin.En el m ito y cn el ritual, y ra m bi~ l n la literatl~ ra ipocririca, las ahorcadasson parthenoi; prefiriendo ofrecer las jbvenes a la cspada del sacrificio, la cohe-rencia trigica las susriruye por las esposas: mujeres q ue n o so n madres o que ,sin llegar a su telos, valorizan el tiempo anterior a la marernidad.Y es aqu donde, como ut1 soberhin mentls a mi consrruccin, he encontradoa Antgona , virgen q ue n o quiere sabcr nada del mati-inlonio y que, sin ernhar-go, se ahorca co m o u na esposa. Y d e esca et~u rne rac ihn el cuerpo cn la quem c hc deten ido, h e debido regresar, una vez mi s, a la auton om ia d e las muje-res trgicas. De esta manera, me hc cnfrentado de nuevo a esos limites q uenunca llegan a transgrcdirse totalmente. Y, e triu dr~ nsidioso, se perfila otrav a a cuestin del sujeto. Antigona se define aurnoma, y 10 proclama en 10 quecs inclusa para nnsnrros la primera aparicin del adjetivo atrrorrurnor, peroAntgona morir6 estrangulada por el lazo, desplazandl, as ran solo ligeramcn-re el plan de m uer te que C reo nte hahia conrebid o para clla. Antgona se quie-re helaica, y niuere a causa de la ms infamante de las muertes. Antgutra quiereelegir 1 1 ha l , pero opta por una muerte ssin brazur16 -una muer te en la quela m ano , de buen grado sangrie~ lra esde el m om en to q ue acra, no ronyaparte-. Antgorra recha7aba el marrimonio y la generacin, y, d e m s i a d [ ~den-tificada co n Yocasta, su m ad re --madre y esposa d e Edipo-, se m at a dclmism o m od o q ue aqulla. Atltigona la virgen se ditigc al cncue ntro de H ades,que se casa cor1 todar las virgenes. Anrigona o: quc n o se puede ser sujero enfem enin o hasra el final.El circulo se ha cerrad o, 10 cua1 no excluye q uc cl recorrido h a y i sidosinuoso. C ie rt m en re , no renia otra solucin que comenzar por el gin ern his-tc~ringrificodel qu e conoca 10s estriccos criterios en cuan to a su objcro-,para pasar despus a la tragedia, d e l a que dura nte ticm po he creido que (se)reprcsenraba a las mujeres de un m o d o di stin ta d e aque l, tar1 cvicamenre(~ rro do xo , e la historia. Pero he tenido qu e adrnirir q ue n o rodo cs posiblepara el imaginario, y mi tra ba jl~ a consisrido a m cn ud o en u n trazado de10s lmires: un mapa de las imposibilidades. Queda11 las fugas dr una Iengualihre, que, en E uripides, imita m is qu e repr(lduce el prosalsmo dcl lcnguajecotidiano.Polixena fi~e egollada; ella hubiera querido que N eo ptb~ em oa golpease enel pecho, com o a un gucrrero. Sin enlbargu, Talribios, con sus palabras senci-llas de hom bre del pueblu, n o c esari de exaltar cl heroismo d e la joven dego-llada. Nu hay m b olucin quc conformatse a Lr uezcoti estas dos proposiciones.

    16. Remito aqu I un esrudio rnucho mc rrtrnso publicado cn M>IZJ,rvuc JAnthropologiedu Monde Crcc Ancien, Parir-Arenar, 1 (1986), 165-196 ((,Lamain d'Anrigoncx).

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    Es verdad que, para entrar en el univrrso trigico, lla sido ncccsario antesadmitir todava otra yroposicin, n~uchons grave y llena de sentido : unamu jer znicamente tiene nombre en el horizonte de la muerte.Asi se cierra para un griego todo 10 que, en el decurso de una representacintrigica, se habia ahierto.

    Nota biogrficaNicole Loraux es profesora d e I'Ecolr des Ha ut rs Etudcs en Sciences Socidesde Paris. Historiadora del mu nd o antiguo, ha publicado numerosos articulesy libros dc la Grccia antigua, en tre otros: Ler enfants dAthna (Paris, 1981);M a n e ra ngicar de matar a una mujer (Madrid, 1989); Les mhes en h i l Pars,1990); Grecia alfem min ile (Bari, 1993).