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Poesia Epica y Novela: El Episodio de Glaura en La A raucana de Ercilla C UANDO public6 Jose Toribio Medina su edici6n monumen- tal de La Araucana,' intitul6 "ilustraciones" sus veinte disquisiciones sobre la obra y el autor. Y alli dio todo io que se podia esperar de un gran erudito formado en la escuela positivista de Mommsen: antecedentes hist6ricos, fuentes li- terarias, excursus "a prop6sito" de la obra, digresiones "al- rededor" del hombre. Al fin y al cabo, ilustraciones. Es como si el lector de La Araucana descansara la vista sobre her- mosos grabados que aclararan el texto con precisiones utili- simas. Lo de menos es la calidad intrinseca -literaria o es- tetica-, del poema. Medina es el perfecto ex6geta que pudiera "ilustrar" con igual ciencia y objetividad la cr6nica mis ram- plona y la epopeya mas sublime. Es tiempo que La Araucana se estudie como humana obra de arte, como la invenci6n dificil de un hombre singular obse- dido por su tarea, su mensaje y las exigencias de su pdblico. En la mente de Ercilla, el libro por escribir se presenta como cr6nica rimada de los hechos de los espafioles en el A rauco. Esto, en 1568, al dar la ltima mano a esta primera 1 Santiago de Chile, 5 vol., 1910-1918.

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Poesia Epica y Novela:El Episodio de Glaura en La A raucana

de Ercilla

C UANDO public6 Jose Toribio Medina su edici6n monumen-tal de La Araucana,' intitul6 "ilustraciones" sus veinte

disquisiciones sobre la obra y el autor. Y alli dio todo io quese podia esperar de un gran erudito formado en la escuelapositivista de Mommsen: antecedentes hist6ricos, fuentes li-terarias, excursus "a prop6sito" de la obra, digresiones "al-rededor" del hombre. Al fin y al cabo, ilustraciones. Escomo si el lector de La Araucana descansara la vista sobre her-mosos grabados que aclararan el texto con precisiones utili-simas. Lo de menos es la calidad intrinseca -literaria o es-tetica-, del poema. Medina es el perfecto ex6geta que pudiera"ilustrar" con igual ciencia y objetividad la cr6nica mis ram-plona y la epopeya mas sublime.

Es tiempo que La Araucana se estudie como humana obrade arte, como la invenci6n dificil de un hombre singular obse-dido por su tarea, su mensaje y las exigencias de su pdblico.

En la mente de Ercilla, el libro por escribir se presentacomo cr6nica rimada de los hechos de los espafioles en elA rauco. Esto, en 1568, al dar la ltima mano a esta primera

1 Santiago de Chile, 5 vol., 1910-1918.

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parte antes de entregarla al impresor. En 1578, cuando pu-blica la segunda parte, ya es otra cosa: un poema 6pico conepisodios galantes. Y cuando da a su obra su iltima forma,en 1589-1590, aparece como obra literaria de g6nero ambiguo,hist6rico y po6tico, en loor de Felipe II, por un soldado poetaque tomara parte en una de las guerras mas obscuras delreinado. El concepto de la obra no ha sufrido alteracionesesenciales, sino que ha evolucionado; y no desaparece sinoque se modifica paulatinamente la tonalidad original fijadaya en el primer Canto.

Pues bien, las mismas vacilaciones del autor en su tra-bajo abren como resquebrajaduras por las cuales nos es licitodivisar el modo de funcionar de su mente en medio de lasfuerzas contradictorias que la solicitaban.

El episodio de Glaura acaso presenta el mejor ejemplode esta rebeli6n de Ercilla contra su propia rutina y la desu puiblico. Al llegar al fin de su segunda parte no esta sa-tisfecho -y lo dice-, siente la necesidad de adornar su na-rraci6n. E interpola la historia de una mujer araucana 2 conuna torpeza t6cnica que, por cierto, ha de chocar hoy a todala critica "gestaltista". Pero, preguntamos, 1 consiste el valorde una obra en la perfecta adecuaci6n de la forma a la inten-ci6n clara del autor? 1O bien resulta su gracia espiritual pre-cisamente del desacuerdo entre una y otra, de una riquezaconfusa de valores que pasa de la escueta intenci6n consciente?Lo que nos conmueve es el salto en lo desconocido que da elautor impaciente, rebelde, disonante ante su propia letra.En otros terminos, si a La Araucana se la considera inica-mente como objeto de arte, bien es verdad que los episodiosgalantes y las visiones de San Quintin y Lepanto rompen launidad y la armonia del conjunto; son como manchas en sutotal aspecto, excrecencias o bien granos de arena en los en-granajes de su miquina interior.3 Pero si se la considera

2 La interpolaci6n va de la iltima estrofa del Canto XXVII hasta la estancia52 del Canto XXVIII, siendo la 53 trabucada por inadvertencia del impresor o porla del autor, ya que debiera seguir 16gicamente a la 54.

3 Los historiadores contestarian con raz6n a los formalistas que los modelosde Ercilla dan muestra tambi6n de tal diversidad en la acci6n y hasta en la tonalidad.

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EsTUDIOS

como obra humana, sus perfecciones cobran su maximo valorcuando se revelan fragiles y quebradizas y sus mismas im-perfecciones a veces nos conmueven.

No apliquemos, pues, a Ercilla los criterios modernos, nilos de la escuela positivista, ciega a los valores esteticos, ni los.de la escuela "formalista", insensible al calor humano de -lacreaci6n. ~La perspectiva del mismo poeta sobre su obra se-ria la inica legitima? Tampoco. No basta el juicio del autorpara dar cuenta del valor de su engrendro. Muchas veces levemos fracasar en sus pAginas mas escritas, mas cuidadas.Sus "aciertos" no nos admiran, pero si el anhelante errarde su pluma entre la rutina y la invenci6n, entre las tenta-ciones de la facilidad y las exigencias de su genio, entre tri-vialidades y sublimidades. Segin Goethe, lo mejor del hom-bre es el temblar. Tambien es el temblar lo mejor de la obraliteraria. No tratemos a esta como objeto inanimado ni comoreloj hibilmente montado, sino como cosa vivida, que, por cier-to, no existe por si sola, sino que va integrada a la vez en lavida mis intima del autor y en la vida mas misteriosa deuna colectividad, especialmente de un piblico socialmente de-finido. Al descifrarla, sentimos un nacer y un morir perpe-tuo, adivinamos afirmaciones y denegaciones, brios y fatigas,retos y debilidades, siempre la perplejidad y por todas partesextremos. En breve, una obra es esteticamente v6lida cuandose le oye latir el coraz6n.

La intervenci6n de Guacolda en la Primera parte (Cantosxiii y xiv) habia sido adorno epico, fruto de la larga tradici6nculta y popular, la de Homero y la del romancero. RecordabaErcilla confusamente la despedida de Hector y Andr6maca,4

el suefio premonitorio de Dofia Alda en Aquisgrin,5 etc.En la Segunda parte ya no resiste Ercilla y reniega de

su intenci6n original, que era de excluir a Venus de un relato

Por ejemplo, La Diana de Montemayor (1561) y El Carlo famoso, poema 6pico deLuis Zapata (1566).

4 Iliada, cuento VI.6 Romancero general de A. Durin, B.A.E., X, No 400.

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consagrado a Marte. Sucumbiendo ante el encanto de Ariosto,nos cuenta los amores de Tegualda (Cantos xx y xxi) y acudeal esquema a la vez clasico y caballeresco de la prueba piblicaentre los pretendientes a la mano de la princesa. Una impor-tante novedad es la encadenaci6n en este tema con otros tres :la muerte gloriosa del joven esposo, los lamentos de la viuday su desesperaci6n cuando recorre el campo de batalla bus-cando el cadaver del amante (cf. el tio de don Beltran en elfamoso romance carolingio).6 Precisamente se llama episodioa esta serie 16gica de t6picos literarios. Aunque la mismaTegualda le da unidad y verosimilitud relatandolo en primerapersona, no duda un momento el lector de su caricter ficticio;sabe que es ornato ret6rico; y tampoco el poeta intenta ocultarla mano.

Muy diferente es el episodio de Glaura, que es la terceraaudacia de Ercilla en el curso de su Arcaucana y constituye lapiedra de toque de su genio epico.

En la base de este relato sin duda viene una experienciavivida por el mismo Ercilla. En efecto, el poeta aparece comopersonaje esencial en el nudo y en el desenlace de la intriga.Su heroe es su propio yanacona, su fiel criado. Lejos de pre-sentarse la historia como trozo muy escrito y ejercicio de re-t6rica, salta a la vista su construcci6n relajada: por ejemplo,explica el autor la pri si6n de Carioln despues de la liberaci6nde 6ste, a destiempo, cual "arrepentimiento" de pintor pocosagaz. Tambien notemos c6mo surgen indtilmente en el relatola intervenci6n y la muerte violenta del padre de Glaura, lascuales no tienen funci6n organica que las pueda legitimar., C6mo se pueden explicar estas dos fallas sino por la torpezadel escritor que no supo descartar hechos, hist6ricos, por cier-to, pero incongruentes, en una buena f bula literaria?

Tampoco valdria la hip6tesis de que el autor intente darverosimilitud a lo inverosimil con estos detalles superfluos.No, en aquel tiempo, una intriga plausible no requiere toquesni retoques de autenticidad; s6lo se acude a los procedimientosde verosimilitud cuando la ficci6n es harto mentirosa.

6 Ibidem, N9 395.7 Veanse Alfonso L6pez Pinciano (Filosofia antigua poetica, 1596) o Juan

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ESTUDIOS

El episodio de Glaura no deja por eso de ser una f bula.En efecto, esta experiencia vivida el autor la va a verter enel molde tradicional del cuento literario. Asi es como acudea la t&cnica de Boccaccio e introduce a sus personajes por mediode un encuentro casual. 1,Leeria al autor del Decamer6n? Nolo podemos afirmar; pero si es licito suponer que este afi-cionado a las letras se habia leido a Timoneda y sus coleccionesde cuentos de tipo italiano de 1564, 1567 y 1569. Por lo tanto,Ercilla va a fingir que encuentra por azar a una doncella queronda al campo espafiol, exactamente como lo habia fingidoocho cantos antes cuando introdujo en su poema a Tegualda.

Tambi6n, como aquella vez, pregunta a la mujer la causade su desesperaci6n, y ella le responde con una larga relaci6nen primera persona. Es procedimiento corriente en aquellaepoca, como lo demuestran Montemayor en la Diana (1559),el autor del Lazarillo (1554) y el mismo Ariosto en su Or-lando Furioso (mas de diez ediciones en espafiol entre 1549y 1564).

Comparense:

Mi nombre es Glaura en fuerte hora nacidahija del buen cacique Quilacura. 8

yIsabella sono io, che figlia fuidel Re mal fortunato da Gallizia.9

Muy significativa tambien es la reacci6n de Ercilla antelos "libros de caballeria" tan en boga en su tiempo:

No las damas, amor, ni gentilezasde caballeros canto enamorados. l o

de Valdes (Didilogo de la lengua, obra publicada tan s61o en 1737). En aqueltiempo, ni existe verosimilitud ni existe realismo en el sentido actual de estaspalabras.

8 Canto XXVIII, est. 7.9 Canto XIII, est. 4 del Orlando furioso.to Canto I, est. 1.

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Es relaci6n sin corromper sacadade la verdad, cortada a su medida. i

Las mujeres de La Araucana pertenecerin, pues, a estenuestro mundo de violencia y de tragedia, por ficticias quesean sus figuras y sus nombres.

Lo mismo diremos de la actitud del poeta ante las histo-rias de pastores, puestas de moda por Montemayor y sus se-cuaces.

ni [canto] las muestras, regalos y ternezasde amorosos afectos y cuidados. 12

Este g6nero de la novela pastoril, nada ut6pico, sino muyhist6rico y real y hasta de Hlave, le repugnan, como a buen sol-dado, los juegos afeminados, las cursilerias y las gazmofieriasde los cortesanos a la moda. Sin duda, reconoce Ercilla la"delicadeza" de los grandes maestros Dante, Petrarca y Gar-cilaso de la Vega, pero condena a sus epigonos.13

i Qu6 dificil es resistir a la marea creciente de la malaliteratura caballeresca o pastoril! Sucumbe y no sucumbeErcilla. Quisiera sustituir su "ganaderia heroica" a los ga-lanteos sosos de los falsos pastores. Vease este retrato "acontra corriente" de Glaura, la rica ganadera:

Era muchacha grande, bien formada,

espaciosa de pecho y relevada,hermosas rmanos, brazos bien sacados

Mas, lay de mi!, icu6nto mejor me fueraser una simple y pobre ganadera! 14

Por lo mismo ser6n sus heroinas esposas de soldados. y

11 Canto I, est. 3.12 Canto I, est. 1.13 Dante, Ariosto, Petrarca y el Ibero / Amor los trujo a tanta delgadeza

(Canto XV, est. 2). Plagia a Garcilaso en estos dos versos: Armado siempre ysiempre en ordenanza, / la pluma ora en la mano ora la lanza (Canto XX, est. 24).

14 Canto XXVIII, est. 4 y 7.

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EsTU DIOS

no amantes de mequetrefes deshonestos. Glaura, salvada deuno de 6stos por el que vendra a ser su esposo, se amedrentaun momento ante una cruel pelea, huye y, como ninfa virgilia-na, se esconde en el tronco de un Arbol. Pero, al recordar, tienetanta vergUienza la muchacha por su cobardia, que afrentatodos los peligros en busca de su infeliz y tan amado Carioln.

No es muy original este errar ansioso de Glaura por losvalles y los montes; nos recuerda a Virgilio y a Garcilaso; ytambi6n anuncia a Juan de la Cruz. Pero, por una inclinaci6nirresistible, el autor se desliza cada vez del plano pastoril alplano heroico. Asi, Tegualda buscaba el cadaver de Crepinoen el campo de batalla; asi, Glaura, disfrazada de hombre, in-tenta acercarse al campo espafiol, donde el coraz6n le dice quevive su marido.

No con menor repugnancia ni con menor dificultad re-chaza Ercilla la lecci6n tentadora de las historias legendariaso mitol6gicas que deleitaban a los j6venes de su tiempo: Heroy Leandro, Psique, Lucrecia y Tarquino, Pirro y Policena. AAntonio de Villegas le podia perdonar por haber interpoladoen su Inventario la noble y generosa historia de don Rodrigode Narviez (Abindarrdez y la hermosa Jarifa), pero no porsu traducci6n de Piramo y Tisbea, fabula mentirosa nada he-roica.15 Tambien sabemos c6mo Ercilla va a tratar en 1589una ficci6n del mismo tipo: Dido y Eneas, haciendo de laheroina un modelo de castidad 16 y de valor moral.

Sin embargo, no desconoce Ercilla el partido que sacaronde la anagn6risis los bizantinos en sus mal pensadas, peroconmovedoras novelas, Dafnis y Cloe, Tedgenes y Cariclea,17

etc. Ariosto tambien supo aprovechar esta tecnica, lanzandoa sus personajes en sendas y singulares aventuras fantisticasantes de su final reuni6n. Recuerda Ercilla el caso de Isabella

15 Citamos esta versi6n por ser de un autor a quien frecuenta Ercilla. Peroesta historia de Ovidio (Met. IV) ya habia salido en Espafia bajo la pluma deCastillejo y tambien en un an6nimo romance publicado por Esteban de Najera en1510o.

16 Adopta el desenlace de Justino (Filipicas, 1. XVIII), el mismo de laCrdnica general. Vase M. R. Lida, "Dido...", R. F. H., IV y V

17 La de mais fama es Teigenes y Cariclea, de Heliodoro traducida al fran-.cs por Amyot. (Amberes, 1559).

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y Zerbino, episodio interpolado en el Orlando, tan lleno desugerencias. Al concebir la historia de Glaura y Cariolin vaa acudir nuestro poeta a este procedimiento tan eficaz del re-conocimiento de los amantes despues de peligrosa separaci6n.

Ante todo, conviene decir "no" a la perversidad de lostiempos presentes. Las nuevas letras, piensa Ercilla, debentomar otro rumbo, otro norte: ni la antigiedad, ni Bizancio,ni Italia, sino Espafia y la religi6n cat61lica.

Las heroinas de Ercilla no serin, pues, doncellas aven-tureras, sino "muchachas" casadas y que comparten con susesposos las peligros de la guerra. Y, por araucanas que sean,no se casan con cualquiera. Glaura rechaza las proposicionesdeshonestas del deudo de su padre. Ercilla se acuerda aquidel famoso romance de la "destruycion de Espafia". s1 8 La Cavase mostraba menos cruel con el rey Rodrigo, amigo tambiende su padre, cuando la perseguia por sus amores en su pala-cio de Toledo. Pero nuestro poeta se niega a atribuir a lamaldad de una mujer la derrota de los Araucanos, rechazandootra vez la sugerencia de su modelo literario.

Afin va mis alla. Da a Glaura una raz6n muy "tridenti-na" de no casarse con Fresolano; y es que es primo suyo.19

iO malvado,incestuoso, desleal, ingrato,corrompedor de la amistad juraday ley de parentesco conservada! 20

4 Por qu6 esa lecci6n de moral cristiana en boca de unaAraucana? 4 Por que ese detalle tan inoportuno del parentescocriminal? 4,Por qu6 condenar. a muerte, pudiendo salvarle uolvidarle, al pobre Fresolano? El incesto y su castigo habian

18 Durn, Romancero general.19 Se prohibi6 el matrimonio entre deudos hasta el cuarto grado. El tema

del amigo traidor lo tratar. Cervantes. Recordemos su novelita interpolada en elQuijote: "El curioso impertinente".

2o Canto XXVIII, est. 16.

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ESTUDIOS

de ser obsesiones suyas para que los metiera alli por fuerza.Y esto nos revela tanto su mentalidad personal como las pre-ocupaciones morales del piblico para quien escribia.

Tambien Ercilla tiene un concepto singular del amor. Las"muchachas bien apuestas" de nuestro poeta aman y se casantan s61o porque el amor entra en su coraz6n "por las puertasde la admiraci6n". Ya en la famosa leyenda, dofia Jimena seentrega al Cid, Rodrigo Diaz de Vivar, despues de vencer6ste en "cinco batallas campales". Del mismo modo, Glauratoma por marido a Cariolin cuando este valiente araucanoacaba de veneer y matar a dos infames negros que intentabanforzarla. Tanta prisa y tanto impetu de parte de una princesale parece poco moral y poco realista al historiador J. T. Me-dina, muy de su tiempo. Por cierto, el soldado Ercilla no te-nia esos prejuicios neopuritanos. Reserva su aprecio a lamujer que se da y no a la que se abandona.

La castidad es la primera virtud femenina. 21 (Esta ideaes muy de militares). Fiel como Dido es Tegualda, y honra-da es Glaura, quien antepone su honor a la miseria y a la vida:

Yo triste no estimaba en nadael perder los vestidos y la vida.Pero el honor y castidad preciadaestuvo a punto de ser perdida. 22

El hecho es importante, pues el honor viene a doblar elotro m6vil y resorte tradicional de la acci6n: este mismo apegoa la vida que los acontecimientos a cada momento vienen aechar sobre el tapete. Ercilla acababa de encontrar la rocaen que se iba a cimentar la comedia espafiola algunos afiosdespu s; mas fundaba en ella tan s61o una especie de novelaejemplar, de porvenir mucho menos brillante, y esta todaviaen verso, tentativa sin ecos.

No caigamos en el ridiculo de condenarle por esa falta deintuici6n. Por cierto, tenemos mas luces que e1 sobre lo que

21 En el Canto XVIII, est. 73, nos dare el retrato ideal de la mujer, el dela mujer con quien se habia de casar, dofia Maria de Bazin: ... mostrando / en susosiego discreci6n madura.

22 Canto XXVIII, est. 24.

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iba a fructificar y lo que no. Admiremos mas bien esta suinvenci6n transcendente: la dramatizaci6n de la intriga entorno a dos ejes, la muerte y el deshonor, siempre inminentes.

No para aqui la deuda del genero de la novela al poema6pico. Para actuar sobre estos dos resortes inventa Ercillados medios en adelante casi imprescindibles: el disfraz y elvillano.

Mujeres disfrazadas ya se encuentran en las letras italia-nas (Boccaccio, Boyardo, Ariosto),23 en la Diana, de Montema-yor, 24 en Los Engajados, una adaptaci6n teatral del italianopor Lope de Rueda (1556) 25 y en los cuentos de Timoneda.Pero van en busca de sus amantes para satisfacer sus malaspasiones, y como el amor les quit6 la discreci6n y el pudor, notienen nada que perder que ya no estuviera perdido. Sonaventureras. Glaura, al contrario, si se disfraza es para es-capar al estupro de la soldadesca y reunirse con su esposo.

Sabe el peligro que corre constantemente su honor, yaque la asaltaron con violencia indebida su malvado primo Fre-solano y luego otros dos villanos, y, por cierto, negros villanos,villanos negros. Quedamos perplejos ante esta arbitrariedado genialidad de Ercilla. Entre todos los codiciadores lujuriososque abundaban en el ejrcito escoge a dos negros. L~Sera otrohomenaje a la verdad del caso? 26 Aun si fuera tal, notemosque insiste en el color de sus malvados como si quisiera eximira los espaioles de aquel crimen. Sobre todo, siente como lanecesidad de introducir en su episodio a la infamia para queresalte la virtud, a antih6roes para dar mas relieve a los he-roes." i Cuanto abusaron los futuros novelistas de la ingeniosaf6rmula de Ercilla! Los novelistas romAnticos fundartn en

23 No pudo conocer las novelas (llamadas despues trcigicas: Salamanca, 1589)de Bandello sino en las adaptaciones de Timoneda.

24 Episodio de Felismena y Felix tornado de Bandello.25 Editada por Timoneda en 1583 despubs de publicada esta segunda parte

de La Araucana.26 Es muy probable. Literariamente un agresor bastaba. O bien tres agresores

si se tratara de ensalzar la hazaiia de Cariolin.27 Ya en la Diana habia salvajes que atacaban a tres ninfas. Pero salva

a 6stos una mujer, Felismena. La situaci6n no puede ser mis diferente.

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EsTU-DIOS

ella su antagonismo sistematico de las fuerzas del bien y delas fuerzas del mal. De este abuso respondan ellos, que node su uso el perspicaz Ercilla.

Como presenciaba cada dia el choque sangriento de loshugonotes y de los "ligueurs", Bandello, obispo de Agen, tiendea dar a sus intrigas, por italianas que sean, un desenlace san-griento, tragico. Pero Ercilla va mucho mas ally en ese sen-tido, ya que concibe el episodio como una serie de peripecias,o sea la acci6n como una serie de golpes de teatro. Por ejem-plo, Glaura escapa por instantes a las violencias de Fresolanogracias a la intervenci6n inesperada de los espafioles, verda-deros Dei ex machina. Luego, se suceden rapidamente acon-tecimientos nunca previstos y de ningiin modo previsibles:Cae en manos de dos negros que la despojan de sus vestidos eintentan abusar de ella. Surge Cariolan. Los vence y losmata. Se casan Glaura y su salvador. Huyen en la selva.Vienen los espafioles. El joven esposo desaparece en la peleaque luego se arma. Ella le busca. En vano. Se disfraza dehombre. La descubre el capitan Ercilla. Surge el criadode 6ste, su yanacona. Y exclama Glaura:

iO justo Dios!, i,que es lo que veo?, Eres mi dulce esposo? i Ay, vida mia!en mis brazos te tengo y no lo creo.

Z Qud es esto? Estoy sofiando o estoy despierta?iAy, que tan grande bien no es cosa cierta! 28

Mas trgica no puede ser una novela.

Subrayemos otro rasgo de la pluma de Ercilla. Nuncacondena a muerte a sus heroinas, como lo hace con gozo 6picocon sus h&roes. 4 Sera tradici6n literaria? 4 Sera su singularternura por las mujeres? Guacolda y Tegualda desaparecende nuestra vista despues de clamar su desesperaci6n ante lamuerte de sus esposos.29 Fresia tambi6n se marcha, rompien-do su enlace con un esposo indigno de su amor. Y Glauraescapa con su Cariolan de entre la pelea cuando Ercilla les

28 Canto XXVIII, est. 43.20 Desesperadas quisieran morir. Pero el cat61lico Ercilla no se lo permite

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devuelve la libertad. Es el final feliz de la "tragicomedia" talcomo la va a practicar Lope de Vega unos afios mas tarde. °

Pero Ercilla no es literato profesional. La calidad de supoema no reside en el agrado de los adornos librescos, sinoen su grandeza moral (y en la nitidez de la expresi6n). i Mag-nifico contrasentido el del capitan espafiol al leer el episodiode Isabella y Zerbino, libertados sucesivamente por Orlando !31

Ariosto atribuia a la casualidad el gesto de su heroe. Er-cilla atribuye a la generosidad el gesto del suyo. Es decir, queel espaiol, abandonando la objetividad del narrador, intervie-ne en el relato como personaje y propone al lector su propiaescala de valores morales. Muestra c6mo un soldado sabedeponer el rigor de las armas en medio del combate parasatisfacer lo que debe a su propia alma, afirmando su inte-gridad.

Otra obrita, encantadora, por cierto, le sirvi6 ahi de guiay de piedra de toque: "la historia de Abindarraez y la hermosaJarifa" interpolada en el Inventario de Antonio de Villegasen 1551 y publicada con el en 1565.32 Alli, el capitan espafiolRodrigo de Narviez liberta a un noble moro por espacio detres dias, lo bastante para que 6ste pueda recoger a su amadaJarifa de casa de su padre, que era reacio a estos amores. Alvolver los novios a su poder, don Rodrigo se enternece y lesdevuelve incondicionalmente la libertad, que lo propio de uncaballero "no es robar damas, sino servirlas y honrarlas".

A Ercilla le parece disparatada y fofa esa moraleja fi-nal de la novelita. Un soldado de verdad no es caballero an-dante y no gusta de debilidades sentimentales ni en si ni en

y detiene su cruel mano, "su rabiosa gana de la muerte". Seguin 1, es "gentilicointento y desvario" (Canto XXI, est. 10 y 11).

30 Ercilla tiene una conciencia clara de la virtud literaria del "happy ending":"Visto de Glaura el misero intento / en felice suceso rematado" (Canto XXVIII,est. 44).

31 Orlando furioso, XIII y XXIII.32 Interpolada tambien en la Diana a partir de la edici6n de 1561. Pero circu-

laba tambien en manuscritos y poco tiempo despues en una edici6n suelta. (Medina,.1565).

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ESTUD OSos

los demas. Eso es literatura. Ercilla liberta a Cariolin porser 6ste su fiel yanacona, cuya vida peligraria mas que la denadie en la lucha que se entabla entre espafioles y rebeldesaraucanos. Y a Glaura la liberta por la admiraci6n que hasuscitado en e1 su alta calidad de mujer casta, fiel y heroica.Por lo tanto, su acto de gracia viene a ser recompensa de lavirtud y se funda en un criterio propiamente moral.

Amigos, adi6s, y lo que puedoque es daros libertad yo os lo concedo.

Este desenlace es perfecto coronamiento estetico y 6ticodel episodio de Glaura. Pero ahi no se para su vitrud. Puesdefine con la mayor precisi6n una actitud y un valor socialhasta aquel tiempo informulados, si bien presentes en las pro-fundidades del alma espafiola. Ercilla se propone -y consi-gue- aclarar y expresar sentimientos colectivos confusos. Ysurge de su pluma un esquema de comportamiento que va aser una de las directrices de su naci6n 33 en los afios, en lossiglos por venir. Al hacer esto rompe con la modalidad frivolade las letras italianas o italianizantes: No basta deleitar, hayque aprovechar.34 Tambien rompe con la falsa objetividad delos novelistas profesionales. Es a la vez narrador y personaje.Y escribe para purgar tanto sus pasiones como las de su pi-blico.35 Todo su poema y este episodio de Glaura en particularlos consagra a enaltecer la entereza del hombre nunca co-rrompida en el servicio de Venus ni en el servicio de Marte.

CHARLES V. AUBRUN.

University of Texas,Sorbo nne. Paris.

33 Y por herencia, de las naciones hispanoamericanas, por cierto.34 Observamos la misma reacci6n en Cervantes, tambin soldado escritor,

en sus Novelas Ejemplares y en su Quijote (Primera parte). Lope tambi-n rompecon la tradici6n y la rutina en su Arte nuevo y fija para afios y acaso siglos elestilo peculiar del galanteo espafiol.

35 Vease L6pez Pinciano, op. cit., muy consciente de este tercer papel de lasletras, sobre todo en Espafia: la catarsis. "Tres provechos traen estas artes...: el unoe;; alterar y quietar las pasiones del alma a sus tiempos convenientes, el segundo me-pa rar las costumbres, el tercero... el entretenimiento".

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