Caciques Cofradias Memoria des

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  • 8/3/2019 Caciques Cofradias Memoria des

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    Caciques, cofradias, memoria y parcialidadesUn ensayo sobre el origen de la identidad cataquenseAlejandro Diez Hurtado

    Sab em os que la identidad de un pueblo es un product0 hist6rico. En ca da mom ento,la identidad se construye sobre la base de una seleccidn de elementos reales oimaginarios, y las mhs de las veces, en interpretaciones singulares de hechos delpasado en relacion con la imagen que una sociedad quiere proyectar d e si misma.Si e s fBcil estar de a cuerdo c on e stas afirmaciones de carBcter gene ral, e inclusoilustrarlas con eje mplos, no es tan sencillo mo strar cdm o se prod uce la sintesis queda origen a la identidad de un pueblo.

    Si queremos abordar un problema de este tipo, necesitamos encontrar unejemplo que proporcione una gama suficientemente grande de factores a consi-derar, unida a la disponibilidad de la informaci6n necesaria para ello. Para esteproposito, el "pueblo" d e Catacaos, en la costa del departam ento d e Piura, pareceser el caso ideal.

    San Juan B autista de Catacaos es una d e las comu nidades mhs antiguas y esconsiderada una de las mBs tradicionales del Pe r k el conjunto human o, econom icoy social que definimos hoy com o Catacaos e s el resultado d e un largo proceso quecompromete la tenencia en c o m h de la tierra, una organizacidn politica centrali-zada y la formaci6n de un imaginario colectivo compartido (veremos que no demanera uniforme ni necesariamente por 10s mismos agentes) y esta conciencia depertenecer a un mism o grupo nos remite a la identidad com unal. AdemBs, existennumerosas fuentes y estudios que proporcionan informacidn y dan cuenta dediversos aspectos de su organizacidn pasada y presente (R eves z y otros 1996:534),suficientes para intentar un anhlisis a diversos niveles.

    Muchos son 10s elemen tos culturales de la vida co tidiana qu e podem os con-siderar caracteristicos de la identidad de 10s catacaos: el consumo de chicha demaiz, las costumbres matrimoniales, las relaciones de compadrazgo o la religio- .sidad; a Cstos debemos sumar aquellos elementos presentes en el imaginarioANTHROPOLOGICA 15 151

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    colectivo, 10s que podemos resumir en tres afirmaciones: la comunidad es Dnicae indivisible, es heredera directa de la antigua etnia tallan y ha sido fundada entiempos inmemoriales por d os dinastias cuya memoria se con senJa en las parcia-lidades presentes en las cofradias.

    Si estos tres elemen tos resumen hoy un mismo mensaje de unidad, aunqueno de coherencia, no tienen sin embargo el mismo origen. De hecho son tresimhgenes gestadas en diversos momentos y coyunturas y que son reivindicadaspor actores diversos:

    Aunque reconocida oficialmente en 1940, la Comunidad de San Juan Bautistade C atac aos so lo se autoa djudica el calificativo de "Dnica e indivisible" a finesde la dCcada de 10s 60 de este siglo, a1 momento de las tomas de tierras quepreludiaron la formacion de las primeras Cooperativas comuna les de trabaja-dores (CCT) y Unidad es com unales de produccion (UCP) y luego la Reforma

    1Agraria ; ya en la dCcada d e 10s 70 se gene raliza , a nivel region al, la figura liderde C atacaos com o muestra maxima d e "Comunalidad" .La identification de la po b l a c ih costefia de Piura, y en particular de Catacaos,como heredera de 10s tallanes es un poco m6s antigua y corresponde proba-blemente a1 primer encuentro entre maestros e investigadores (arquedogos,historiadores y an tro pd og os ). En este encuentro juegan un papel especialMa nuel YarlequC, ab oga do cataq uense de inquietudes indigenistas, y JosefinaRamos de Cox, historiadora, muchos anos despues. La etnia tall in, mencio-nada som eram ente por va rios cronistas, es asum ida corno una "cultura" a laqu e se le atribuye n 10s relatos de la tradition oral, las costu mb res de 10s pueblosyung as referidas por 10s cronistas y la autoria d e todos 10s restos arqueolo gicose nc o nt ra d os en e l te rr ito ri o de P iu ra y ~ u m b e s ~ .sta identidad cataquense,

    1. "La comunidad es una unidad indestructible y autdnoma ", es el primer0 de 10s "principioscomunales" aprobados en Asarnblea general en diciernbre de 1972 (Catac Caos 1989).2. La singularida d de 10s tallanes se apoyaria ad emas en la existencia de una leng ua propia. Nohay d uda s acerca de la existencia de varias lengua s en la costa piurana, aunq ue 10s trabajos dediversos estudiosos disienten entre si a1 clasificarlas: algunos unifican todas las lenguas desde

    Piura hasta La Pu n& otros establecen particularidades (Rarnos 1950); el trabajo m6s recientey serio de Torero (1986) establece la inteligibilidad de las lenguas de Catacaos y Colan y surelativo parentesc o con la de Sec hura. M anuel Yarleq ut recogi6 una serie de palabras, supuestodtimo resto de la lengua original. Sin embargo no hay elernentos para saber si se trata de unaverdadera recuperacion-recopilaci6n de la lengua originaria o de una invenci6n de la lenguaancestral: de hecho, y con permiso de 10s lingiiistas, me parece que no hay suficiente evidenciapara considerar corno authticas todas las palabras recogidas; rnis bien parece tratarse de unareescritura de top onirnos y apellidos so bre la base de una serie de reglas para su registro y lectura- q u e bien podria ser legitim a a pesar d e que rnuestra inconsistencia entre 10s vocablos sefialadosy las traducciones espaiiolas de 10s rnisrnos. Por otro lado, cabe rnencionar que la utilizacionde 10s "ttrrninos tallanes" -corn0 esencia de la lengua original- por varios artistas, principal-mente escritores, nos rernite a otro cornp onente en la forrnacion de la identidad: el reconocirnientopor el otro, por la mirada extraiia que te dice -o te repite- q u i h eres.

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    tallana, es asumida por 10s intelectuales y artistas locales y reconocida porotros actores regionales: nadie le discute a Catacaos su "tallanidad".El tercer elemen to de identidad -la existencia de las dinas tias fundado ras ysu relacidn con las cofradias- seria o habria sid o prop ia de la tradici6n oralde 10s com uneros cataquenses y ha sido recogida y difundida por C ruz Villegas

    3(1982) . Esta afirrnaci611, que nos remite a algfin momento m8s lejano, nosnarra el origen y nos explica la "estructura" del pueblo. Las diez parcialid adesdel pueblo aparecen ordenadas en las "dinastias" de M ec Non (parcialidadesde Men6n, Mechato, MCcamo, Amotape y Pariiias) y ~ a r i alac (Narigualh,Muiiuela, M ecache, MelCn y M arcavel), fundad oras de Catacaos; su m emo riase conservaria en el orden en las filas de las cofradias del pueblo.Responder a1 problema de la identidad en el espacio cataquense supondriaresponder a 10s cuatro elementos de mencionados: las caracteristicas cultu-rales, las filiaciones politicas, la imagen hist6rica y la tradici6n oral sobre elorigen y la continuidad del grupo. Ello es parte de un proyecto cuya ambici6nsobrepasa 10s limites de este articulo y del que existen ya algunos avances(Diez 1992; Castillo y Diez 1995). Por ahora, me limitark a ocuparme delliltimo de 10s temas planteados.En este trabajo pretendo, pues, aproximarm e desd e la historia y la antropolo-gia a1 origen de la identidad cataquense pregunthdome sobre 10s fundamentos

    hist6ricos de la tradicibn. Para ello, partirk de la creaci6n colonial del pueblo deSan Juan Bautista de Catacaos, analizando a continuaci6n la formaci6n de susparcialidades, su in te ra cc ih y el origen de su relaci6n con la s filas de las cofradiasy, luego, con la formaci6n de la identidad del pueblo.

    TratarC de mostrar que la tradici6n sobre el origen cataquense, basada en unareinterpretacibn original de la historia que rescata otro tip0 d e 'verda d': el discursosobre las parcialidades y las filas de la cofradia, no es s610 una construcci6nimaginaria sino q ue s e alimenta y se man tiene por su realizaci6n e n la organizaci6npolitica y en la celebraci6n de las fiestas.

    LA REDUCCION COLONIAL: ORIGEN HISPANO DEL PUEBLO DE SANJUAN BAU TISTA DE CATACAOSLa creaci6n de Catacaos no fue una empresa sencilla. No era f6cil obligar a 10sindigenas a cambiar su patr6n d e asentamiento disperso para obligarlos a vivir en

    3. TambiCn presentada en un documento que 10s mayordomos alcanzaron al Obispo de Piuraexplicando su tradici6n y sus costumbres. "Cofradias Inform an al Ilmo Mons. A rzobispo de Piuray Tumbes de Actividades, Costumbres y Referencias Hist6ricasX. Catacaos, [s.e] 1979, en:FRANCO981.

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    poblado s. De hech o, hay referen cias a varias "reduccione st del que luego seriaSan Juan Bautista de Catacaos: en 1572 (encornendada a Bernardino de Loaiza,visitador). en 15 75 (que bien podria ser la prirnera) y en 15 83 (por Forero de Urena:corregidor): la que parece ser la definitiva. Aun que 10s docurn entos son poco c laros,es posible que debarnos ernpezar a contar desde que Gonzalo Prieto Divila des-plazo a 10s indigenas del valle de la Chira hacia el de Lengash (1572).

    Otro problerna a resolver es cual era la cornposici6n de 10s grupos reducidosen C atacaos. En su probanza de servicios, Alfonso F orero de Urefia rnenciona quereuni6 en Catacaos "ocho p~teblosde yrtdios qrtestaban mandados reducir a el,10s quales yrtdios andavan derranzados por otros valles a ocho )I diez leguas"(Osrna y Cornejo 1906: 26). Probablernente se referia a 10s indios del valle delChira, quizas h uidos del pue blo en el que se supone debian residir. La frase parececlara, pero no lo e s tanto. La terrninolog ia espariola de la epoca presenta una seriede dificultades para precisar que eran estos "pueblos" de indigenas rnovilizadosy reducidos (para efecto s practicos no s e necesitaba cornprender a profundidad laorganizacion indigena: 10s espafioles forrnaban repartirnientos y otorgaban enco-rniendas tomando corno referencia a sus caciqu es). En 10s docu men tos de la epoc aaparecen tres tkrrninos para referirse a 10s grupos indigenas del norte: pueblo,repartimiento y parcialidad. S iend o el prirnero de caracter general, nos ocuparern osde 10s otros dos.

    Un repartimiento era una unidad administrativa colonial forrnada por un grupode in digenas a la que s e le fijaba un rnonto de tributos y a la que se le exigia unacantidad predeterrninada de trabajo temporal (rnita); es el tkrmino utilizado conmas frecuenc ia en 10s docurn entos oficiales. La relacion de Toledo (157 3) consignacorno reducido s en Cataca os un total d e ocho repartimientos, con un total de 55 0tributaries. La l i s ta de Visquez de Espinoza (1602) rnenciona nueve -unrepartirniento (Mechato-Mecarno) se habia separado en dos (Diez 1988: 40).

    El tkrrnino parcialidad presenta mayor dificultad. Se trata de un tCrminocastellano trasladado a Am krica y mu chas vece s confundido con el tkrmino ayllu,palabra de la qu e no ex iste equivalente cono cido en las lenguas de la costa norte.SegDn Ro stw orow ski, "parcialidad", en castellano del siglo XVI, indicaba cada unade las dos partes de un pueblo, por lo que, en tkrrninos andinos "corresponderiaa una unidad sociopolitica de un curacazgo o de un sefiorio" (1981: 38). Si bienesta idea de "rnitad" se encue ntra e n algun os casos en 10s que se mencion a elnornbre del pueblo y en seg undo lugar el de su parcialidad (por ejernplo "Sechuray su parcialidad Mu~iuela"), n el uso corriente y gen eraliz ado del tCrrnino parecehaber significado "grupo de indigen as bajo la autoridad de un cacique": una unidadbasica de orga nizacion social (Die z 1988 ). En teoria, un repartirniento no corres-pondia necesariamente a una parcialidad pues podia incluir varias o so10 unafraction de alg una d e ellas por lo que no s e puede establecer necesarias relaciones

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    de correspondencia; la tarea se complica porque, a demhs, la formaci6n del puebloinfluy6 en la configuraci6n de 10s grupos.

    Com o era normal, el establecirniento del pueblo-reducci6n irnplic6 la creaci6n4de un centro poblado de trazado especial (damero) y la distribuci6n de tierrasentregadas a1 conjunto del comdn para su sostenirniento y para el pago d e tributos.Cabe sefialar que la entrega de tierras se realiz6 de acuerdo a las parcialidades.Ello estableci6 dos forma s de vecindad entre grupos q ue hasta el momento habianestado separados: una cotidiana, en el pueblo; otra en el carnpo, cornpartiendoordenadam ente 10s recursos de tierra y agua. En esta convivencia la s parcialidadesse irian transformando por la combinacidn de dos procesos complernentarios: lafusidn o desaparicidn de algunos grupos singu lares -por ma trimo nio principal-mente- y la afirmaci6n y conservacidn de la identidad de cada grupo-parcialidadmarcada por la ocupaci6n de tierras diferenciadas y la obediencia a caciquesdiferentes. Pero jc6m0 se articulaban estos grup os?, jcdrno se resolvia el problernade la coexistencia obligada? Para intentar una respuesta an alizarem os a continua-ci6n la poblacion de las parcialidades, la distribucidn de las tierras y el ordena-rniento politico en la reducci6n.LACONSTRUCCION DE LAS PARCIALIDADES: POBLACION,TERRITORIO Y POL~TICAEl 8 de diciembre de 1655 una multitud de indigenas del pueblo de Catacaosinvadi6 la plaza de Piura. Eran mhs de doscientas personas, hombres y mujeres,chico s y grandes, que protestaban por el regreso de un p hrroco qu e les maltratabay que venia de ganarles el juicio que le habian interpuesto. Si ante la poblaci6nde la ciudad 10s "indios de Catacaos" aparecen c om o un con junto indiferenciado,10s dos escribanos que tomaron nota y dieron fe de 10s acontecirnientos 10sregistraron de acuerdo a sus parcialidades: veintiocho de Men6n, nueve de LaChira, dos de Cusio, dos de M ecache, diez de M echato, cinco de Parifia, tres deMotape, cinco de Muiiuela y cincuenta y cuatro de Narigualh, haciendo un total5de 11 8 adultos presentes frente a la casa del ayuntam iento de Piura .

    Para la segunda mitad del siglo XVII, cada repartimiento era consideradocomo una parcialidad. Pero a lo largo del siglo XVII no hub0 un nlimero fijo de4. En todo caso, por el volumen de su poblacidn a inicios del siglo XVII -22% del total del partido(COOK 981:77)- y su proximidad a la ciudad de San Miguel del Villar, la historia de Catacaoses ti ligada a la de la ciudad de Piura y al desenvolvimiento econ 6mico de la costa del partido.5. ADP. Cor. Ord. leg. 8, exp. 120, 1655. Expediente sobre la venida de indios Catacaos a estaciudad. Es de destacar el inter& qu e desat6 en la poblaci6n d e Piura el reclamo d e 10s indigenasque amenazaron no s610 con dejar la reducci6n sin0 con ausentarse definitivamente si no seles acogia en Piura desamparando asi las tierras y ganados de 10s hacendados y 10s ingresos

    de 10s encomenderos, dependientes del tributo.

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    parcialidades: se m encionan ocho en 1572, nueve en 1602 y doce en 1670; ellose debia a la division de algunas de ellas y a la anexion de la parcialidad de~Mufiuela, scindida d e Se chu ra. Aun que se trataba de unidad es politico-adminis-trativas legalmente equivalentes, no tenian el m ismo n ~ m e r o e tr ibutarios, pre-sen tind ose en cam bio notorias diferencias: frente a Narig uali (25% de la poblaciondel pueblo), Menon (1 9% ) o M echato (1 2% ), se hallaban Tangarara, La Chira yMotape que, en conjunto, reunian solo el 5% del total (cuadro 1).

    Cuadro 1Catacaos: nurnero de tr ibutarios segun parcialidades. Siglo XVIIParcialidades

    Nar igua laM e c h a t oMCcarnoM e n o nM e c a c h eSuma parc ia lParifiaC u s i oMar icave l icaLa ChiraTangararaM o t a p eSuma parc ia lMufiuelaTotales* Incluida en la parcialidad precedente.Fuentes: C ook 1981; Vasqu ez de Espinoza 1964; ADP. Cor. Ord. leg. 12, exp. 195, 1670

    6A d e m is , en 10s primero s cien afios transcurrido s desde la creaci6n del pueblo ,la distribucidn de la poblacion en cada parcialidad varid notablem ente: algunas com oMenon y Mecache incrementaron su po blacidn; otras, com o Nariguala y Mechato-Mecamo, la disminuyeron; mientras que Motape, La Chira y Tangarara llegaron

    6. La poblacion de la costa norte se hallaba en drastic0 descenso desde antes de la llegada de 10sconqu istadores, tendencia q ue no se d etuvo con la implantacidn de las reducciones. Segun losdato s recolectados por c o o k , el nlimero total d e tributarios en Piura descendio d e 14 250 en1545 a 6 000 en 1560 y 2 400 en 157 5 (1981: 125). Aunque no tenemos datos precisos paraCata cao s suponemos que, en principio, debio seguir la tendencia general. Su poblacion hallariaun pu nto d e equilibrio durante la seg unda mitad del siglo XVII, cuan do empieza a estabilizarsealrededor de los 350 tributarios.

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    pricticamen te a desaparecer -1as do s Gltimas serian finalmente bo rradas inclusodel imaginario colectivo y no se mencionan en la estructura actual de las parcia-lidades del pueblo. En todo caso, las diferencias poblacionales no se reflejabannecesariamente en el estatus legal d e 10s grupos pues si algun as parcialidades notenian tributarios, todas constituian repartimientos, conservaban sus atribucionespoliticas y sus derechos, se hallaban bajo el mando de un cacique y mantenianderechos sobre sus tierras de parcialidad.

    La supervivencia de parcialidades minimas podria explicarse por la propiaestructura de esta form a de organizaci6n. Probablemente cada parcialidad se sub -dividia en un idades meno res: a1 interior de cad a una d e ellas habian diferentes gru pos ,mantenikndose un principio segmentario-familiar de organizacidn. Aunque 10sdocumentos oficiales s610 registran las parcialidades-repartimientos, la presenciade dos o m i s caciques en algunas parcial idades e s muestra de las subdivisionesexistentes a1 interior d e Cstas. En el padr6n de tributarios d e "Narig uali", porejemplo, se mencionan diez grupos, cada uno con nom bre propio; su nGmero deintegrantes es variable: desde tres hasta diecinueve tributarios, con un total deochenta y dos para la "parcialidad" (cuadro 2). Segu ramen te las parcialidades d eMen6n (con cincuenta y nueve tributarios), Mechato (con cuarenta) o Mecache(con treinta y cuatro) tambikn se subdividian en grupos menores.

    Por otro lado, duran te el siglo XVII alin se tenia clara m em oria d e cuiiles eranlas parcialidades originales del valle y cuiiles venian de afuera. Por lo general lapoblaci6n de las primeras era la m i s numerosa: Narigualh mantuvo una s upre-macia constante aunqu e en descenso (entre 40 y 25 % d e la poblaci6n) mientrasMechato-Mecamo (15-19%) y Mecache (9-12%) mantenian un porcentaje establey Men6n duplicaba su poblaci6n. Las parcialidades f o r h e a s (a excepci6n d eParifia y Cusio) mantuvieron una poblacidn exig ua, normalm ente en disminuci6n .En su conjunto, durante todo el siglo, la poblaci6n originaria mantuvo un mayorvolumen poblacional: 61% en 1573; 74% en 1602 y 78 % en 1671. Au nque lasreferencias consultadas no consideran co m o "forasteras" a las parcialidade s pro-7venientes del norte, si se seiialaba esta condicidn en algunos juicios por tierras .Analiza r las disputas por la tierra pod ria, entonces, brind arnos a lguna info rmacidnadicional sobre las relaciones entre las parcialidades.

    7. No se encuentra tampoco, explicita ni implicitamente, ninguna oposicidn entre "originarios" y"forasteros". Este filtirno tCrmino desig nab a a 10s indig enas huid os o mo vilizados de su red uc-cidn originaria y que se hallaban residiendo en otra. Para evitar confusiones, l lamarernos"forineos" a 10s indigenas originarios d e otros valles redu cidos en Catacao s.

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    Cuadro 2Subdivisiones de la parcialidad de Nariguala segun elpadron de 1671 1J

    Grupos TributariesMelCn 4Mevite 6Olleros 15Pablos 3Gonya 6Purilla 9Payabe 19Megualora 9Apucha 8Socola 3Total 82

    Fuente: ADP. Cor. Ord.. leg. 12. exp. 195. 1670.

    La posesion de la tierra al interior del com un de indios puede analizarse desdedos angulos: desde la separation entre parcialidades y des de la distincion entre tierrasde caciques y t ierras de indigenas. C om o la segunda escapa a 10s objetivos de estetrabajo, me limitare a la primera, ocupandome de 10s derechos de propiedad ydistribucidn o riginado s por la constitucidn del pueblo-reduccion.

    Un p rim er prob lema es exp lica r por quC 10s catacao s "originarios" aceptaro n-o toleraron- qu e se entregara parte de sus tierras a 10s for ine os; pregunta queinvoiucra tambien a ios pobiadores dei Aito Piura, iguaimente reducidos a Catacaos.Parece ser que la distribucidn del espacio se realizo tomando como referencia elrio y 10s cana les de irrigation exi sten tes alreded or d e Cste (en la Cpoca, la propiedadse media por medio de lineas paralelas que naciendo de la orilla del rio seinternaban monte adentro). Analizando diversas fuentes, la distribucidn de lasparcialidades a ambos lados del rio habria sido probablemente como sigue:

    Banda derecha Banda izquierdaMotapeParifiasMarcavelicaLa ChiraCucio

    Narigual6MendnMecacheMechatoMCcamoI Fuente: Diez 1988: 43. I

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    De ser cierta esta distribuci611, 10s originarios del valle habrian ocupado lastierras de la banda izquierda y 10s forasteros las de la derecha. Partiendo de ello,la respuesta a nuestra pregunta quiz6 se encuentre en la diferencia de riqueza de10s suelos y su utilizaci6n y en el sistema de propiedad o, mejor dicho, deapropiaci6n tradicional del territorio. Los grupos originarios de Catacaos, comootras sociedades de valle costeiio (Rischar 1 991 ), basaban su produccidn agricolaen sistemas de regadio, per0 la construccidn de 10s canales estaba condicionadapor d os factores: la posibilidad d e utilizacidn del riego por graved ad (s610 s e puedehacer descender el agua) y la calidad del s uelo (se buscar6 siem pre regar 10s suelos8mhs fkrtiles). Y son las tierras de la margen izquierda del rio Piura las que refinenambo s requisitos; en ella se encontraban la represa del Ta'amar y una g ran acequia4de mhs de cuatro leguas de largo (unos 22 kil6metros) .

    Quiz6 10s for6neos no representaban una molestia significativa para 10s ori-ginarios; ocupando tierras marginales, se hallaban en desventaja. Es posible quesu limitado acceso a buenas tierras de cultivo explique en parte por quk 10sindigenas de las parcialidades originarias del valle del Chira disminuyeron m6sque las del Piura. Para ello podriamos barajar tres posibilidades: 1) las p arciali-dades de forasteros no pudieron reproducirse y disminuyeron su poblaci6ndrhsticarnente; 2) a1 no contar con tierras sus miembros migraron m6s que 10s deotras parcialidades, establecikndose en otros pueblos o com o yanacon as en algunashaciendas vecinas; y, 3) sus miembros cam biaron de parcialidad via el matrimoniocon familias de otras parcialidades que si tenian acceso a tierras irrigadas.

    Por supuesto que restaba la posibilidad de introducirse por la fuerza e n las tierrasde la otra banda; de hecho, algunos de 10s conflictos por tierras se produciancuando las parcialidades de for6neos encontraban algfin mod0 de acceder a lastierras del otro lado del rio. Muchos de estos conflictos se resolvian seguramentea1 interior del pueblo, gracias a la intervenci6n de sus propias autoridades: 10smiembros del cabildo, per0 sobre todo 10s caciques.

    Si con el pueblo se cre6 un cabildo d e naturales, durante el sigloXVII 10s cabildosfueron totalmente opa cado s y con trolados por 10s caciqu es, el verdade ro poder a1interior de la reducci6n1. Esta situacidn tenia sus efectos sobre la organizacidn

    8. Por supuesto, no eran las hnicas tierras cultivables; existian tambiCn las tierras de humedad,generadas por el rio durante las crecientes, y tambiCn las tierras de temp oral m ojadas por lasmuy ocasionales lluvias. Habia entonces un conjunto de tierras privadas y delimitadas (deregadio) y otro conjunto no limitado de tierras a las q ue todos podian tener acceso (de temporal).9. ADP. Cor. Ord. leg. 18, exp. 323, 1644.10. En un trabajo anterior sobre Sech ura mostramos c 6m o el cabildo de naturales solo se consolidadesde el siglo XVIII, convirtiCndose en el hnico 6rgano politico del pueblo; a unq ue no d esapa-

    recen las parcialidades, sin diferencias politicas de por medio, se reconocen como partes deun mismo pueblo @IEZ 1989).

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    sociopolitica y adrninistrativa del pueblo: si es probable que las diferencias entreparcialidades fueran disrninuyendo por rnecanisrnos de convivencia, el controlpolitico de 10s caciques dificultaba concebir a1 pueblo como una unidad: cada unogobernaba su parcialidad y se encargaba de cobrar sus tributos y de controlar elcurnplirniento de la rnita: respondia por un pedazo de tierras "cornunes" y muchasveces se hallaba en conflict0 y sostenia litigios con sus colegas.

    Algu nas farnilias de ca ciques gobernaron durante todo el siglo: 10s Ternoche enNariguala -y lueg o tarn bi in en Muiiuela-, 10s La Chira kn La Chira, Motape yTangarara p 10s Mecache en la parcialidad del rnisrno nornbre. En cambio, y enel mismo periodo, las parcialidades de Mechato-Mecarno, Pariiia y Cocio,Maricavelica y Men on cambiaron de gob ernante casi sistemiticamente, recurrien-do mu chas vec es a la adrninistracion espaiiola para dilucidar quiCn era el gober-nante "legitirno" (en las proban zas del siglo XVII se rnezclan rnuchos elementos-nativos e hispanos- y mucha s veces es dificil esclarecer su origen y el verdaderoderecho).

    En resurnen, hasta aqui podernos afirrnar que la estructura politica del pueblo-reduccion pasaba por las parcialidades en tanto rnedio de clasificaci6n social, per0tarnbiin por 10s caciqu es en tanto de tentado res del poder -ademas de interrne-diarios entre las esferas indigena y espaiiola. Pero mostrar la relaci6n entre lasparcialidades y la estructura adrninistrativa espaiiola como parte de la estructurasociopolitica del pueblo de Catacaos no es suficiente; para abordar el problemade la identidad debernos rnostrar conexiones entre esta esfera y la del irnaginariocolectivo. Para ello, nos ocuparernos de las cofradias.

    DE LA ESTRUCTURA SOCIA L A L IMAGINARIO COLECTIVOA inicios del siglo XVII, la costa de Piura se hallaba rnedianamente evangelizada(JirnCnez de la Espada 1885: 238). En el pueblo de Catacaos existia un temploquizi desde 10s afios de la reduccih, el rnismo que, arruinado en 1619, seguiadesarreglado onc e afios despuCs, ce le b rh d o se 10s oficios "e n una ramada que estuen la plaza " I1 . Pe ro la precariedad de la infraestructura no irnpedia una activa vidaritual: en 1645 se celebraban treinta y seis fiestas, nlirnero que se mantendriainvariable por lo m en os hasta 16 64 . Las limo snas recogidas durante estos aiioseran si nificativas (aproxirnadarnente 680 pesos en 1645 y alrededor de 620 en1 F1664) . iEsta cantidad aparentemente exagerada de fiestas respondia a unaparticipaci6n impu esta o es pon tanea de 10s indigenas? Alon so de Lossada Roldan,parroco en 1 668 , se quejaba porque "s e hallan oy 10s naturales de dicho pueblo11. ADP. Cor. Ecle. leg. 59, exp. 1217, 1626.12. AAP. Libro de Bautismos 1643-1733 y Papeles varios (resto de un libro de bautismos hoy

    inexistente).

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    tan inclinados a la malicia y poca xpiandad que, ademas de no haber podido ene'l catequisarlos ni enseiiarlos en nuestra Santa Fee Catholica, por que admitieranalgunos el ser mayordomos de las cofradias fundadas en dicho pueblo, fue ne-cesario usar de algunas amenazas de rigor porque de otra suerte no quisieronasetarlos"13.Pero el elevado nGmero de fiestas no se puede explicar Gnicamente por lautilizaci6n de "algunas amenazas de rigor". Lo cierto es que para entonces ya

    existia en Catacaos un incipiente sistema de cofradias, las que organizaban larecolecci6n de las limosnas y patrocinaban las fiestas. Si no tenemos referenciasde su implantaci6n a mediados del siglo XVI (la tradici6n me ncio na que la primera14cofradia fue instituida por el visitador La Gasca en 1545 ), sabemos q ue las cofra-dias se instituyeron "oficialmente", s610 duran te la seg und a dCcada del siglo XVII.

    Podemos decir que el "imperio" de las cofradias en Catacao s se inicia en 166 6con la fundaci6n de la Cofradia del Santisimo Sacramento durante la visita deVasco Jacinto de Contreras, obispo de Popayhn y electo de Huamanga; a ellaconcurrieron 10s acompafiantes del ob ispo, el phrroco, 10s caciq ue s principales, 10smiembros del cabildo de indios asi como "otros espaiioles y vecinos notables"15.Su instituci6n tuvo el caricter de un "pacto fundacional", que establecia -porescrito- las obligaciones del pir roco , 10s caciques y 10s ind igen as: en otra s pa-labras, reglamentaba la participaci6n en la cofradia de 10s diferentes estamentos16del pueblo-reducci6n .En su organizaci6n interna, la cofradia reproducia el status quo: el phrroco

    ocupaba el cargo de prioste (encargado general) asegurando su suprem acia en m ateriareligiosa; 10s cargos de mayordomos se reservaban para 10s caciques (quienesterminarian por hacer de la cofradia del Santisim o una fu ente d e legitimidad poli-tics); mientras que la adm isidn de algunos indios principales co m o mufiidores abriaun canal de participaci6n para algunas familias. Los indios del comlin partici-paban, obligatoriamente, pagando las limosnas necesarias para la celebracidn delculto, per0 no podian acceder a 10s cargos prestigiosos de la cofradia.So10 10s cacique s ocupaban las mayordom ias y se s ituaban en lu gares prefe-

    rentes en procesiones y banquetes. Pero com o habia una sola co fradia del Santisim o-la mhs impo rtante en todos las reduccion es de indios- su participaci6n estabanormada por reglas que pretendian garantizar la distribuci6n del prestigio de13. ADP. Cor. Ord. leg. 11, exp. 171, 1668.14. "Cofradias informan...". Op. cit.15 . AAP. Primer libro de la cofradia del Santisimo del pueblo de San Juan Bautista de Catacaos.16. Por supuesto, la cofradia no funcionaba exactamente como se suponia que debia hacerlo. En1683 se visita la cofradia y "n o se pudo hacer cuenta por que la han servido diferentes

    mayordomos y algunos estaban a usentes ", m an dh do se hacer las cuentas y tener un cuadernode cargo y descargo. Seis afios desputs se repite el mismo informe.

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    acuerd o a las relaciones d e pod er existentes entre caciques y parcialidades. En lacelebracion de Semana Santa, por ejemplo, 10s caciques cargaban 10s guiones(estandartes de la cofradia) guardando un orden predeterminado'7; entre 1687 y1705 existian tres guio nes qwe salia n en procesion 10s dias M iCrcoles Sa nto , JuevesSanto (del S anto Cris to) y Vier nes Santo (de la Soledad). Au nque por linea generaluna parcialidad no llevaba dos guion es en ei m ismo ano, y muy raram ente llevabauno al an o sigu iente, 10s turnos no eran estrictos. La frecuencia de la participacionaparece como un indicador de la importancia relativa de las parcialidades; sobretreinta y un op ortunid ades d e las que tenemos registro, las parcialidades de Lachiray Parina lo llevan cinco veces cada una (y solo el miircoles y viernes), en tantoque Mufiuela , Mecache, Mechato y Nariguala lo hacen en cuatro oportunidades;Maricavelica tres (solo el m iCrcoles) y Motape dos (solo viernes). Cabe anotar quequien llevaba el guion estaba tambiCn encargado de cobrar las limosnas para lacofradia.

    Cuadro 3Caciques portadores de 10s guiones de Sernana Santa. Catacaos, 1687-1705ParcialidadMuhuelaLa ChiraPariiiaMecacheNarihualiMaricavelicaMecacheMotapeTotales

    MiCrco les Jueves Viernes Total

    I Fuente: M P Libros de la Cofradia del Santisimo, Catacaos.La participacion d e 10s cac iqu es de acuerdo a su s parcialidades reproducia las

    re laciones de poder exis tentes e n e l pueblo .A su vez, la alternan cia en la participa-cidn de las parcialidades durante las celebraciones simbolizaba la unidad delpueblo, a1 mismo tiempo que permitia marcar las diferencias y particularidadesde cada una. Hasta a qui tenem os e lem entos que vinculan a caciques, parcial idadesy cofrad ias. Pero hasta e l m om en to so lo nos mov emo s a nivel de Clites; se necesitaanalizar si este u niverso d e representaciones corresponde a1 imaginario colectivo:je ra es te mode lo de representation exclusivo de las Clites?, jhay me canism os por10s cuales 10s indigena s del co m hn hicieran suy o este modelo? C reem os que esta17. Tenemos referencias a la importancia de llevar el gui6n para el pueblo de Colin, donde seentab la un juicio entre 10s cac iqu es para que se respeten 10s turno s de las parcia lidade s menores.

    Habia pues, en efecto, un interis vivo en esta institucion.162

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    transferencia de una a otra esfera se produjo paulatina y lentam ente, pasando porel acceso de 10s indios del "comGn" a 10s cargos de mayordomos.La creaci6n de otras cofradias, de extracci6n m i s "popular", da cuenta de esteproceso. En 16 83, se instituye la de "San JosC, Santa Rosa de L ima y San JuanBautista", encargada de organizar las fiestas de 10s tres santos, las que ya se

    celebraban; en su fundac i6n participaron s610 "10s alcaldes y vecinos destepueblo ",y la lista de adherentes a la cofradia no incluyd a n i n g h cacique1'. En 170 4 se"crea" la cofradia de la Santa Cruz y en 17 11 la de.S ant a Lucia, tambiCn institu-cionalizando fiestas que se celebraban desde aiios atr6s. Poco a poco, 10s indios"parques" -co rn0 se llamaba a 10s indios comunes- emp ezaban a acceder a me-canism os para adquirir prestigio y, m i s tarde, ya en el siglo XVIII, terminarian por

    19desplazar a 10s caciques de 10s puestos principales de la cofradia principal .Las nuevas cofradias reproducian o, mejor dicho, copiaban la organizaci6n d ela del Santisimo. A1 reproducirse el modelo y por la participaci6n de 10s ind ios delcomGn, encontram os un vinculo entre las parcialidades del pueblo: la participaci6ngeneralizada de 10s indigenas y la estructura de las cofrad ias. Tenem os sin em bargoun pequeiio problema por resolver: la estructura de las cofradias del siglo XVII nocorresponde en lo absoluto a1 sistema de filas de sus sucesoras contemporineas;las cofradias coloniales de las que hemos venido hablando se componian Gnica-20mente de uno o dos mayordom os, un escribano y un prioste y no se organizabanen filas ni se suponian herederas de dos dinastias.Es probable qu e el increment0 del ntimero de may ordom os en las cofradias de

    Catacaos date del siglo XVIII, tal y como ocurri6 en la vecina comunidad deSechura, donde desde mediados de siglo se reorganiz6 el culto, instituyCndosenuevas cofradias que com o la de la Virgen del Carm en au men taron la participaci6nde 10s indigenas del comGn incluyendo primer0 seis y luego hasta veintiochopriostes; o como la del Santisimo que se organiz6 sobre veinticuatro priostes omayordomos (Diez 1994: 157). En cualquier caso, el proceso d e b 5 ser concomi-tante con un camb io en las relaciones de poder local: en a m bos pu eblos, el "cabildode indios" s e hizo cargo del gob ierno local durante el sig lo XVIII, reemp lazandoa 10s caciques, a1 mismo tiempo que se abria y generalizaba la participaci6n de10s indigenas en las numerosas cofradias existentes.18. AAP. Papeles Varios. Parroquia de Catacaos.19. Probablemente el acceso de 10s indios del co mhn a la cofradia del S antisi mo se vio favorecidacon la ruptura del Tacald, que provoc6 la ruina de 10s campos que sustentaban el poderecon6mico de 10s caciques principales: "Como consta de las limosnas recogidas a la bueltade ksta, ymporta 135 pesos 6 reales cuia disminucidn respecto de 10s antecedentes aAos fuemotivada de la suma escases que ocassiond la ruina del Tacald, aydndose el pueblo singente pues las tres partes de 61 se retiraron a Ins esta ncia s en busca del m antenimiento"(Nicolis Montero, pdrroco, 1722). AAP. Primer libro de la Cofradia ... 0p.cit.20. AAP. Libros de cofradias de Catacaos.

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    Es probable que la formacion de dos f i las: con seis mayordomos cada una,date de este periodo . La identificacion de las parcialidades y las mayordom ias seriainmediatamente posterior y se habria producido rnediante la relacion "tributaria"establecida por el cura entre parcialidades y mayordomos. Una referencia halladaen el libro de la Cofradia del Sa ntisim o apoya esta afirrnacion: en 1814, ante lasdificultades endimicas para la recaudacion de las lirnosnas, el parroco instituyeque sean cobradas por 10s rnayordomos y "q u e sietzdo dose el n umero d e 10smayordonzos de la cofradia se elis a urlo de coda parcialidad, y dos de las par-cialidades nzayores, conlo son Narigitala) Menon y Mechato, para qrte cada urrocobre la linlostro de su respecriva parcialidad "'I. Irnagino que, con el tiem po, 10smay ordornos pasaran d e "cobradores" a "representantes" de su respectiva parcia-lidad. De ser esto cierto, la "interiorizaci6nn de la correspondencia entre filas,rnayordomos y parcialidades se habria producido a rnediados del siglo XIX. Peroesto no n os ac lara la vinculacion entre las filas de las cofradias y las dos dinastiasfundacionales del pueblo.

    ELALGEBRA S O C I A L : L A S D I N A S T ~ A S E M E C N O N Y N A R I W A L L A Ci D e quC estarnos hablando cu and o nos referimos a las dinastias de Catacaos? Larespuesta co ntem pora nea n os rem itiria a1 nornbre de las dos filas de may ordom osde las cofra dias juradas del pueblo; la explication de su existencia nos remite encambio a la existencia inrnemorial de dos grupos de pobladores del valle deCatacaos: 10s Mec Non , 10s prirneros en Ilegar, que habitaban originalmente encuevas y luego levantaron viviendas, que adoraban a1 condor, a1 puma, a1 mar ya la Luna , que eran cur and ero s y hechiceros2'; y, 10s h r i Wallac que llegariande sp ues atraicios por ia fertiiidad dei vaiie, yuc aDn siendo m6s nii nc ios os coexis-tirian arnistosarnente con 10s prirneros, que irnpusieron la adoracion del diosWalac. Arnbos grupos tomaron el nornbre del cacique que les mandaba; cuentala tradicion que cada uno tenia sus capitanes y que luego de establecerse en23Catacaos salieron a conquistar y po blar otros lugares vecinos (Cruz 19 82: 32-46) .

    La tradicion nos rernite a un origen mitico. Detris de 61 hay un rnensaje sobrela formacion del p ueblo y el or igen de 10s grupos que lo conforrnaron, seiialandola preeminen cia d e uno de ellos. Po r su parte, 10s datos hist6ricos nos proporcionandos elernentos de comparacion: la poblacion y la propiedad de la tierra.

    21. AAP. Libro de la Cofradia del Santisimo 1806-1876.22. Observ emos que varias de las caracteristicas atribuidas a la dinastia originaria (habitacion encuevas, vinculacidn a la hechiceria, adoracion de animales) son las mismas que la mitologiaandina prehispanica atribuia a 10s habitantes de eras anteriores de la humanidad.23. Cruz presenta ad ernas una serie de elernentos cornplementarios referentes a la historia de cada

    una de las parcialidades y a1 caricter de sus habitantes.

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    24De las doce parcialidades que conformaron duran te el siglo XVII el pueblode San Juan Bautista de Catacaos, seis eran originarias del valle de Lengash(Piura), aunq ue e s probable que no to das Cstas fueran originarias d el territorio qu ehoy corresponde a Catacaos: algunas de ellas provendrian del Alto Piura -zonadon de se asentaron las hacie nda s d e 10s espafioles-, mie ntras q ue Mufiuela, per-teneciente al conjunto Sechura, fue reducida en San Juan Bautista porque sehallaba muy lejos de San Martin de Tours. Las otras seis parcialidades tenian suorigen en el valle del Chira o en las costas a1 norte de Cste. Desconocemos porquC fueron reducidos en Catacaos y no en Colhn o Payta, pueblos rnhs cercanos,o en Mhncora o Tumbes a1 norte.

    En la presencia de dos grup os claramente distintos puede estar la base para laconcepci6n del pueblo co mo instancia dividida en d os dinastias. A esta clasifica-ci6n dual pudieron haber con tribuido ademhs las pugn as por tierras y por el poderlocal entre 10s caciques d urante el siglo XVII y lueg o la existenc ia de d os alca ldesen el cabildo durante el siglo siguiente. He mencionado lineas antes que lasparcialidades de Narigualh y La C hira eran las rnhs imp ortantes del pueb lo y quesus caciques tenian ademhs el gobierno de o tras parcialidades25; afiadiri que s uautoridad s e fundab a tanto en su relaci6n privilegiada co n las auto rida des espafiolas-estaban ademhs muy aculturados- com o en su solvencia econ6m ica, per0 tambiCnen el hecho de tener a su cargo un nfimero importante de indigenas. Pablo de laChira tenia a su cargo ciento veinte tributarios (1573), su bisnieto -del mismonombre- contab a con setenta y siete tributarios cien afios despuCs, mientras qu een 167 2 Jacinto Temoche tenia a su cargo ciento och o indigenas.

    Las dinastias tendrian en su base a 10s dos principales linajes de caciques deCatacaos, gobernadores de las do s parcialidades mhs num erosas a fines del sigloXVII: Narigualh y ~ e n 6 n ~ ~ .e ser esto cierto, el gobierno de la parcialidad deMen on -co nsid erad a la mhs antigua- por 10s cac iqu es de La Chir a -10s forasterosen el valle- aparece com o una contradicci6n. Un a breve com paraci6n con otroscasos reportados puede ayudarnos a disiparla.

    La explicaci6n del origen de una comunidad mediante el concurso de dospueb los -muchas veces uno invasor del otro- es frec uen te en la li teraturaantropol6gica. Los linajes de las tribus africanas se consideran muchas veces 10sdescendientes de un gru po de pobladores originarios d ueiios de la tierra a 10s que

    24. Hernos tornado corno referencia las doce parcialidades mencionadas en el padr6n de 1671. Latradici6n cataquense rnenciona otras dos: MelCn y Poechos, hoy desaparecidas.25. Los Ternoche, caciq ues de Na riguali, tenian a su cargo la parcialidad de M ufiuela; 10sLa Chira,de la parcialidad del rnisrno nornbre, se encargaban tarnbih de Tangarari y Motape.26. La desaparici6n de la parcialidad de La Chira no fue un obsticulo para la consewaci6n del

    orden dual establecido: e n el 6ltirno cuarto del siglo XVII, ablo de La Chira asurne el gobiernode la numerosa parcialidad de Men6n que se habia quedado sin cacique hereditario.

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    se integro mas tarde un grupo de conquistadores -guerreros o pastores-(Arnselle1990:59): mas ce rcan arne nte. sab erno s que en el siglo XVI 10s pueblos de la sierrade Lim a definian corno "huari" a 10s agricultores originarios y corn0 "yacuaz" a10s pastores. a 10s qu e se conside raba Ilegados posteriorrnente (Du viol s 1986: LVI).En arnbos casos. la distincion se refiere mas a las relaciones politicas \i socialesestablecidas por 10s grupos que al supuesto origen de unos u otros. La electionde 10s M ec Non corn o dina stia origina ria -y prirnera fila- no respond eria a supresencia anterior en el valle sino a una deterrninada relacion de fuerzas entre 10sgrupos existentes en el pueblo de Catacaos.-

    Queda pendiente explicar la distribucion de las parcialidades cataquensesentr e las dos dinastias-filas de las cofradias. La asociacion m as simple e inrnediataseria suponer que una corresponde las parcialidades originarias y la otra a lasforaneas: ello nos permitiria, ademas, hallar una correlation entre filas de lacofradia y la tenencia de la tierra. Sin embargo, una rapida rnirada a la 'cornpo-sicion' de arnbas dinastias rnuestra que el criterio de clasificacion ha sido otro.De hecho, una clasificacion por origen e s irnposible dada la distribucion de lapoblacio n entre las parcialidade s; hernos visto que la poblacion de las parcialidadesfora nea s era menor -y en disrninucion . Podernos entonc es preguntarnos si lanecesidad de equilibrar la poblacion base de cada fila proporciona una rnejorexplication. Un analisis sob re la distribucion de 10s tributaries dura nte el siglo XVIIparece apoyar esta presuncion: si agrupamos la poblacion de las antiguas parcia-lidades tornando corno referencia la cornposicion actual de las dinastias, conse-guirnos un relativo equilibrio (cuadro 4). La operation es pertinente pues lasparcialidades presentes en la cofradia actual son las existentes en el siglo XVIII:a las nueve sobrevivjentes del siglo anterior se les aiiade la de Meltn, separadade la de ~ariguali". Pero si 10s nurneros rnuestran la plausibil idad de nuestrahipotesis, Csta no puede dernostrarse por tal carnino pues la vinculaci6n entrema yordorn os y parcialida des habria sido posterior; para ello seria necesario contarcon un censo de Catacaos de finales del siglo XVIII y que registre la poblaci6npor parcialidades.

    En cualquier caso, podernos irnaginar el rnecanisrno de transrnision de 10smensajes de la gestation de identidad: la forrnacion de una unidad politica, inte-grada a pesar d e su s diferencias, sum ada a la existencia de r i tuales y cerernoniascompartidos sobre 10s que es posible trabajar para recrear hacia atras una justi-ficacion a posteriori. La constitucion de las filas de las cofradias que borra de lamemoria colectiva kas diferencias de origen entre las parcialidades reales; mas

    27. Conocernos poco sobre la parcialidad de M elin , de presencia opaca -y comprendida en la deNariguali- durante el s iglo XVII , su cacique encabeza un juicio para disrninuir el nfimero decofradias del pueblo en 1777, para lo que incluso viaja a Lima. AAP. Civ. Col. exp. 7, leg. 89,1777.

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    tarde, el mito recupera y reinterpreta 10s origenes diversos y 10s transporta a 10sorigenes de las dinastias. Todo ello habria sido permitido por el hecho de queninguna parcialidad haya recibido el calificativo de fori ne a o de forastera, lo queposibilitaria mhs tarde su recomposicidn de acuerdo con su volumen poblacionalo cualquier otro criteria.

    Cuadro 4Poblacidn de las parcialidades segGn "dinastias" Catacaos, siglo XVII(tributarios, en porcentajes)MEC N ONParcialidadesMendnMotapePariiiasCusio**MechatoMCcamoLa Chira**Tangarari**Totales

    --1602 1671 Parcialidades/ NARIWALLAC

    NarigualiMelCnMuiiuelaMecacheMarcavel

    * Incluida en la parcialidad precedente** No figura en la relaci6n actual d e parcialidades.Fuente: cuadro 1.

    Finalmente, la practica cotidiana de las celeb racion es de las cofradias, distri-buidas a lo largo del ario, habria fijado en el imaginario colectivo 10s diferenteselementos del mito: las dos dinastias cobran existencia porque las recuerdan lasfilas de 10s mayordomos. Adicionalmente, la disposici6n fisica de la plaza delpueblo funciona como ayuda-memoria: la estructura se reproduce tambiCn en laplaza, que consagra dos esquinas a las parcialidades m i s importantes de cada28dinastia cuyos nombres toman las calles que desembocan a ella .LA IDENTIDAD Y LAS PARCIALIDADES: REALIDAD CAM BIAN TECreemos haber seiialado argumentos suficientes para m ostrar c6m o se construy6parte de la identidad cataquense: la reducci6n de 10s indigenas a1 pueblo de SanJuan Bautista, la formacidn de las parcialidades, la vinculaci6n de Cstas con lascofradias por medio d e 10s caciques, la participaci6n g ener alizada de la poblacibn,la conformaci6n de dos filas de m ayordom os encargados del cobro d e las limosnas28. ADP. JPIC. leg. 92, exp. 1844, 1856.

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    -por las que pasa luego la participation del conjunto de 10s indigenas-. paraterrninar en la reinterpretacion de las filas corno rnuestra de las miticas dinastiasfundadoras del pueblo. En Catacaos. la identidad cornunal contiene elernentoshistoricos del pasado que -tal corno las fallas geolcigicas colocan a flor de tierrapedazos de la corteza terrestre- nos presentan rasgos de la organizacion y de lassociedades rnis antiguas. A este substrato se le unen nuevos elementos que laperfilan y le hacen responder y corresponder a1 rnornento conternporineo.El proceso de forrnacion de la identidad rnuestra, pues, una serie de opera-ciones logicas y rnentales que producen la consolidacion de algunos elernentoscorno constitutivos del ethos de Catacaos: la selection y discriminacion de lasfuentes de inforrnacion; la conservacion y fijacion de deterrninadas caracteristicas;y, la reinterpretacion o lectura de la identidad en diferentes rnornentos historicos.

    La "inforrnacion" sobre la que se levanta la identidad cataquense proviene dediversas fuentes: de la tradicion oral que incluye tanto relatos sobre 10s antiguospobladores corno 10s rnitos, las historias que nos rerniten au n tiempo inrnernorial;de las fuentes escritas, 10s diversos docurnentos coloniales y republicanos queobran en poder de la cornunidad, o que han sido recopilados o consultados pormiembros de Csta; y, finalmente, de 10s rituales, cerernonias y practicas cotidianas:la rnanera de conmernorar fiestas religiosas o mornentos del ciclo vital nos remitetarnbiCn a la tradicion, a la "costumbre". Los cataquenses han seleccionado algunoselernentos del conjunto (origen de 10s grupos, nombre de las parcialidades, po-blacion, relacion con el mundo exterior, etc.) para seiialar su identidad prove-ykndose de una "historia".

    Los rnecanisrnos para producir y conservar la tradicion difieren de un rnomentoa otro: inicialrnente de padres a hijos, reforzando la rnemoria con la practicacotidiana; luego interviene tarnbih la escritura, primero al registrarse algunosdatos de rnanera esporidica -rnuchas veces sin ninguna intencionalidad- y mastarde recopilando y ordenando una serie de elernentos culturales o identitarios para"preservarlos". Los indigenistas -y en el caso de Catacaos, Manuel YarlequC yluego Jacobo Cruz- rescatan y destacan algunas caracteristicas de la tradicion, lasponen por escrito y las difunden. El vehiculo de conservacidn de la identidad yano serA mas la oralidad Dnicarnente sino tarnbiCn el texto escrito. Se opera entoncesun carnbio de vehiculo en el proceso de transrnisi6n de la tradiciony de la creaci6nde la identidad. Si la transrnision oral permitia la reinterpretacion constante y elcarnbio en la t radi~ion~~,a escritura cristaliza la historia oral y dificulta sumodification estableciendo un referente con el que las versiones orales deben

    29. Los estudios so bre el Africa y tamhiCn sob re la Europa M ediev al han demo strado gran variabilidaden los mitos y canciones tradicionales, 10s que, supuestamente fijos e inmutables, cambiancontinuamente aprecihndose cambios considerables incluso en el lapso de una generation(GOODY 985: 39).

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    confrontarse. El "pasado" queda entonces fijo, inrnutable y con 61, la tradici6n.Esto no implica que se clausure la via oral como medio de transmisi6n sino quecontinlia paralelamente contando con la fuente escrita c om o recurso d e inforrna-ci6n per0 sobre todo de legitimidad en el discurso.

    Por liltimo, el registro escrito de la tradition implica tambiCn un cambio enla manera de concebirla. YarlequC era abogado; C ruz, maestro. Am bos fueronpoliticos y participaron de un razonarniento moderno, historicista, y en este marcointerpretaron la inforrnacion de la que disponian: el mito, 10s documentos y laprictica cotidiana terminaron fundidos en un conjunto linico, presentado comohistoria, que retroalimenta la tradici6n y la identidad.

    A lo largo del texto las parcialidades -principio de organizacibn, estructu ra declasificaci6n de 10s cataquenses- me han servido para sustentar m is argum ento s ysobre ellas he concentrado la mayor parte del material hist6rico presentado. Supresencia durante cuatro siglos, la mism a que nos ha facilitado el a nd is is , podriahacer pensar en la continuidad inrnutable de una "estructura" social en el pueblode Catacaos. Nada esti rnis lejos de la realidad: al igual que la tradicibn, que laidentidad y que las sociedades que las producen, la estructura es tambien unainstitucidn cambiante.

    Aunque no tenem os elementos suficientes para analizar la com posici6 n internade las parcialidades de Catacaos, lo rnis probable es que se transformaran comolas de sechura30. A ello habrian contribuido su fijaci6n corno unidad adminis-trativa y tributaria3l (repartimiento), 10s matrimonios entre parcialidades y suparticipacidn en la organizaci6n de las cofradias. Sabemos que hacia comienzosdel siglo XX las parcialidades proporc ionaban no s610 un principio de organ izacidnsino tambiCn un mod0 de caracterizar socialmente a la poblaci6n; existian este-reotipos sobre el ca ricte r de 10s integrantes de cada una de e llas: 10s de M uhuelason afables , 10s MelCn reservados, 10s Marcavel can tores , 10sde Mendn levantiscos,etc. (Cruz 1982: 492).

    30. Las primitivas parcialidades de Sechura eran grupos de linajes matrilineales con reglas dematrimonio prescriptive; durante la colonia, la imposicidn de la herencia del patronimicopaterno las transformarian en linajes patrilineales endoghnicos y mis tarde en un sistema declasificacidn por apellidos para normar la participacidn de la poblacidn en la cofradia delSantisimo; finalmente, se extinguirian corno sistema de clasificacidn en la dtcada de 10s 60de este siglo (DIEZ1994).31. Hasta entrado el siglo XIX, las parcialidades ademhs de clasificar socialmente a la pob lacidn,proporcionaban la estructura de recaudacidn de tributos.

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    Una rnirada de su significado conternporaneo nos permite rnostrar corno 10sprocesos de transforrnacion de la identidad implican tarnbiCn la desaparicion y elreernplazo de a lgun os d e su s elernentos. Si actualrnente las parcialidades de C ata-caos se hallan en vias de desaparicion, es dificil fijar su deterioro en un rnarcotemporal: hasta hace cincuenta aiios tenian plena vigencia en la organizacion delas filas de la Sernana Santa y otras fiestas; en las ultirnas dCcadas ernpiezan adecaer. Entre otras razones por la "cornpetencia" de otras forrnas de clasificar a10s cornuneros.

    El prim er articulo del an tiguo estatuto cornunal (1941) definia la "conrunidadde indigenas denominadn desde tiempo inmenlorial Catacaos [corno] constituidapor las parcialidades: Sincha o, Carriza l Ch ico, Cu cung ara, Casararza, Pedregal,Ch ato C hic o, Cha to, Monte Redo ndo, Parnpa de 10s Silva, Rio Mejo, Rinconada,Ca sagran de, El T ablazo, Monte de 10s Castillo y Nariguala ". En este docurnento,el tCrrnino parcialidad se refiere, entonces, a 10s componentes, a las secciones enlas que se divide la comu nida d, en su s partes "actuales", las que en ese rnornentodefinian la estructura co m una l: 10s caserios. A rnediados d e este siglo, 10s case rioseran la nueva base de division del espacio social; la organizacion territorial deacuerdo a la residencia habia reernplazado a 10s grupos de familias (las parcia-lidades) corno criterio de clasificacibn.

    El crecirniento acele rado de la poblacion, la llegada de nueva gente y la fluidezde su comunicaci6n con Piura por la carretera deterrninarian que el antiguoprincipio de clasificacion por familias dejara de ser significative; la necesidad dedirigir una comunidad tan grande corno Catacaos oblig6 a su organizacion poranexos, con base en 10s caserios. A1 rnisrno tiempo, nuevas organizaciones reli-giosas disputan y despojan a las cofradias del control del espacio religioso tra-dicional: la herm andad de caballeros del Santo Sepulcro y el Concejo Municipal ,por ejernplo, se hacen carg o de la celebracion de la Sernana Santa, meno scabandola irnportancia de las cofradias juradas, las rnhs tradicionales del pueblo.

    En este rnornento, las parcialidades tienen otra funci6n social. No son ya uncriterio de clasificaci6n social sino un instrumen to de identidad, registrado e inrnu-table, qu e sirve para justificar y legitirnar una serie de derech os y reclam os en uncontext0 de recuperacion de tierras y de expansion de la irnagen publica de lacornunidad. En la prict ica, 10s caserios son la base estructural de la comunidad;en la conciencia historica, las parcialidades nos rerniten a su historia putativa.

    Todos es tos proce sos deberian ayudarnos a enten der que estarnos ante culturasrnestizas, prod uc t0 de una "negociacicin" no explicita entre las partes, inconsciente,no exenta de presiones de sectores dorninantes, per0 que implica una selection yabsorcidn de elementos de diversa procedencia en el espacio y el tiempo.

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