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    ARTCULOS

    LA LITERATURA COMO MUNDO

    PASCALE CASANOVA

    Cliente: Dios hizo el mundo en seis das, y usted es incapaz de hacer-me unos malditos pantalones en seis meses!Sastre: Pero seor, mire el mundo, y mire sus pantalones.

    Citado por Samuel Beckett

    Lejos, lejos de ti se despliega la historia mundial, la historia mundial detu alma.

    Franz Kafka

    Tres preguntas. Es posible restablecer el eslabn perdido entre la literatura,la historia y el mundo, y al mismo tiempo mantener una completa percep-cin de la irreducible singularidad de los textos literarios? Segunda, puedeconcebirse la literatura como un mundo en s? Y en tal caso, podra unaexploracin de su territorio ayudarnos a responder la primera pregunta?

    Dicho de otra manera, es posible encontrar los medios conceptuales conlos que enfrentarse al postulado central de la crtica literaria interna, basa-da en el texto: el de que existe una ruptura total entre el texto y el mundo?Podemos proponer herramientas tericas y prcticas capaces de combatirel principio rector de la autonoma del texto, o la supuesta independenciade la esfera lingstica? Hasta el momento, me parece que las respuestasdadas a esta pregunta crucial, desde la teora poscolonial entre otras, slohan establecido una relacin limitada entre los dos mbitos supuestamen-te inconmensurables. El poscolonialismo postula que existe una relacindirecta entre la literatura y la historia, una relacin exclusivamente poltica.A partir de ah, pasa a realizar una crtica externa que corre el riesgo dereducir lo literario a lo poltico, imponiendo una serie de anexiones o cor-tocircuitos, y pasando a menudo en silencio por las verdaderas caracters-ticas estticas, formales o estilsticas que de hecho hacen la literatura.

    Quiero proponer una hiptesis para superar esta divisin entre crtica inter-na y externa. Digamos que existe un espacio mediador entre la literatura yel mundo: un territorio paralelo, relativamente autnomo del mbito pol-tico, y dedicado por ello a preguntas, debates, invenciones de naturalezaespecficamente literaria. En l, las luchas de todo tipo polticas, sociales,nacionales, de gnero, tnicas acaban siendo refractadas, diluidas, defor-

  • madas o transformadas de acuerdo con una lgica literaria, y en formas lite-rarias. Trabajar sobre esta hiptesis, intentando al mismo tiempo prevertodas sus consecuencias polticas y prcticas, debera permitirnos estable-cer un curso de crtica a la vez interna y externa; en otras palabras, una cr-tica capaz de dar una explicacin unificada de, pongamos, la evolucin delas formas poticas, o la esttica de la novela, y la conexin de ambas conel mundo poltico, econmico y social; y que incluso nos dijera, medianteun proceso muy largo (histrico, de hecho), cmo se rompe el vnculo enlas regiones ms autnomas de este espacio.

    Por consiguiente: otro mundo, cuyas divisiones y fronteras sean relativa-mente independientes de las fronteras polticas y lingsticas. Y con suspropias leyes, su propia historia, sus revueltas y revoluciones especficas;un mercado en el que se comercie con valores no mercantiles, dentro deuna economa no econmica; y medido, como veremos, por una escalatemporal esttica. Este Mundo de las Letras funciona en su mayor parte demanera invisible, excepto para aquellos ms alejados de sus grandes cen-tros y ms privados de sus recursos, que pueden ver con ms claridad quelos otros las formas de violencia y dominacin que operan en su interior.

    Llamemos a esta rea intermedia el espacio literario mundial. No es msque una herramienta que debera ponerse a prueba mediante la investiga-cin concreta, un instrumento que podra proporcionar una explicacinsobre la lgica y la historia de la literatura, sin caer en la trampa de la auto-noma total. Tambin es un modelo hipottico en el sentido chomskya-no: un conjunto de enunciados cuyo establecimiento (aunque arriesgado)puede ayudar a formular el objeto de descripcin; es decir, un conjuntode proposiciones internamente coherente1. Trabajar a partir de un mode-lo debera permitir cierta libertad respecto a lo dado inmediato. Debera,por el contrario, permitirnos construir cada caso de nuevo; y demostrarque ninguno de ellos existe en aislamiento, sino que es un ejemplo particu-lar de lo posible, un elemento de un grupo o familia, que no podramoshaber visto sin haber formulado primero un modelo abstracto de todas lasposibilidades.

    Esta herramienta conceptual no es en s misma una literatura mundiales decir, un corpus literario expandido a escala mundial, cuya docu-mentacin y, de hecho, existencia sigue siendo problemtica sino unespacio: un conjunto de posiciones interconectadas, que deben conside-rarse y describirse en funcin de las relaciones. No estn en juego lasmodalidades de anlisis de la literatura a escala mundial, sino los mediosconceptuales de pensar la literatura en cuanto mundo.

    En el relato La figura en la alfombra enfocado como est hacia los obje-tivos de interpretacin en literatura Henry James despliega la hermosa

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    1 Noam CHOMSKY, Current Issues in Linguistic Theory, La Haya, 1964, pp. 105 ss.

  • metfora de la alfombra persa. Vista de pasada o demasiado de cerca,parece un entramado indescifrable de formas y colores arbitrarios; perodesde el ngulo correcto, la alfombra presenta de repente al observadoratento la combinacin correcta de soberbia complejidad; un conjuntoordenado de motivos que slo se pueden entender relacionados entre s,y que slo se hacen visibles cuando se perciben en su totalidad, en sudependencia recproca y su interaccin mutua2. Slo cuando se ve laalfombra a modo de configuracin por usar la expresin utilizada porFoucault en Les Mots et les choses que ordena las formas y los colores,pueden comprenderse sus regularidades, variaciones y repeticiones; sucoherencia y sus relaciones internas. Cada figura slo se puede captar enfuncin de la posicin que ocupa dentro del conjunto, y de sus interco-nexiones con todas las dems.

    La metfora de la alfombra persa resume el enfoque aqu ofrecido: adop-tar una perspectiva distinta, cambiar el punto de observacin habitual dela literatura. No centrarnos simplemente en la coherencia global de laalfombra, sino demostrar por el contrario que, a partir de una captacindel patrn general de diseos, ser posible comprender cada motivo,cada color en su detalle ms diminuto; es decir, cada texto, cada autor,sobre la base de su posicin relativa dentro de esta inmensa estructura.Mi proyecto, por consiguiente, es restaurar la coherencia de la estructuraglobal dentro de la que aparecen los textos, y que slo se puede versiguiendo aparentemente la ruta ms alejada de ellos: a travs del territo-rio vasto e invisible que he denominado la Repblica Mundial de lasLetras. Pero slo para volver a los propios textos y proporcionar unanueva herramienta para interpretarlos.

    El nacimiento de un mundo

    Por supuesto, este espacio literario no surgi directamente en su actualconfiguracin. Emergi como producto de un proceso histrico, a partirdel cual fue adquiriendo autonoma. Sin entrar en detalle, podemos decirque apareci en Europa en el siglo XVI, siendo Francia e Inglaterra susregiones ms antiguas. Se consolid y ampli hacia Europa central y orien-tal durante el siglo XVIII y especialmente el XIX, propulsado por la teoranacional herderiana. Se expandi durante el siglo XX, sobre todo a travsdel proceso descolonizador todava activo: siguen apareciendo manifiestosque proclaman el derecho a la existencia o a la independencia literaria, amenudo relacionados con movimientos a favor de la autodeterminacinnacional. Aunque el espacio de la literatura se ha constituido ms o menosen todas las partes del mundo, su unificacin en todo el planeta distamucho de ser total.

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    2 Henry JAMES, The Figure in the Carpet and Other Stories, Harmondsworth, 1986, p. 381 [ed.cast.: La figura de la alfombra, Barcelona, JRS, 1978].

  • Los mecanismos mediante los que funciona este universo literario son losopuestos exactos de lo que normalmente se entiende por globalizacinliteraria: mejor definida como un impulso a corto plazo de los beneficiosde las editoriales situadas en los centros ms poderosos y mercantiliza-dos, mediante la comercializacin de productos pensados para una rpi-da circulacin desnacionalizada3. El xito de este tipo de libro entre lascapas cultas occidentales que no representa ms que un cambio de laliteratura de estacin ferroviaria a la de aeropuerto ha fomentado la creen-cia en un proceso continuo de pacificacin literaria: una progresiva nor-malizacin y homologacin de los temas, las formas, las lenguas y lostipos de relatos en todo el mundo. En realidad, las desigualdades estruc-turales en el mundo literario dan lugar a series especficas de luchas, riva-lidades y enfrentamientos sobre la propia literatura. De hecho, a travs deestos encontronazos es como se hace visible el espacio literario.

    Estocolmo y Greenwich

    Un indicador objetivo de la existencia de este espacio literario mundial esla creencia (casi) unnime en la universalidad del Premio Nobel de Litera-tura. La importancia atribuida a este premio, la peculiar diplomacia involu-crada, las expectativas nacionales que genera, el colosal renombre que pro-porciona; incluso (sobre todo?) la crtica anual al jurado sueco por susupuesta falta de objetividad, sus supuestos prejuicios polticos, sus erroresestticos; todo conspira para convertir esta canonizacin anual en un com-promiso planetario para los protagonistas del espacio literario. El PremioNobel es hoy una de las pocas consagraciones literarias verdaderamenteinternacionales, un laboratorio nico para designar y definir qu es univer-sal en literatura4. Los ecos que produce cada ao, las expectativas suscita-das, las creencias conmocionadas, todo ello reafirma la existencia de unmundo literario que se extiende prcticamente a todo el planeta, con supropio modo de celebracin, autnomo no sujeto, o al menos no directa-mente, a criterios polticos, lingsticos, nacionales, nacionalistas o comer-ciales y planetario. En este sentido, el Premio Nobel es un indicador obje-tivo y bsico de que existe un espacio literario mundial5.

    Otro indicador ms difcil de observar es la aparicin de una medicinespecfica del tiempo, comn para todos los actores. Cada nuevo miembrodebe reconocer de partida un punto de referencia, una norma respecto ala cual lo vayan a medir; todas las posiciones estn localizadas en referen-

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    3 Vase Andr SCHIFFRIN, The Business of Books: How the International Conglomerates Tookover Publishing and Changed the Way we Read, Londres y Nueva York, 2000.4 Vae Kjell ESPMARK, Le Prix Nobel. Histoire intrieure dune conscration littraire, Pars, 1986.5 La reciente concesin del premio a la austriaca Elfriede Jelinek inclasificable autora derelatos y obras de teatro violentos y experimentales, con una actitud crtica radical, radical-mente pesimista, poltica y feminista es otro ejemplo de la total independencia del juradosueco para tomar sus decisiones y dirigir su poltica literaria.

  • cia a un centro en el que se determina el presente literario. Propongo lla-mar a este centro el Meridiano de Greenwich de la literatura. Al igual quela lnea imaginaria, arbitrariamente escogida para determinar las lneas delongitud, contribuye a la organizacin real del mundo y permite medir dis-tancias y evaluar posiciones en la superficie del planeta, tambin el meri-diano literario nos permite calcular la distancia entre el centro y los prota-gonistas dentro del espacio literario. Es el lugar en el que la medicin deltiempo literario es decir, la evaluacin de la modernidad esttica cristali-za, se disputa y se elabora. Lo considerado moderno aqu, en un momen-to dado, ser declarado el presente: textos que dejarn su huella, capa-ces de modificar las actuales normas estticas. Estas obras servirn, duranteun tiempo al menos, de unidades de medicin dentro de una cronologaespecfica, modelos de comparacin para producciones posteriores.

    Ser considerado moderno es una de las formas de reconocimiento msdifciles para los escritores situados fuera del centro, y objeto de violentay amarga competencia. Octavio Paz estableci con brillantez los trminosde esta extraa lucha en su discurso de aceptacin del Premio Nobel, titu-lada, precisamente, En busca del presente. El autor describe toda su tra-yectoria personal y potica como una bsqueda frentica y atinada, comotestifica la obtencin del premio ms elevado de un presente literario, delque desde muy pronto supo que, siendo mexicano, se encontraba estruc-turalmente muy distante6. Los textos a los que se les concede categora demodernos crean la cronologa de la historia literaria, de acuerdo con unalgica que puede diferenciarse mucho de la de otros mundos sociales. Porejemplo, una vez consagrado como obra moderna por Valry Larbaud enla traduccin francesa de 1929, obteniendo las reseas y la atencin crti-ca que tanto lo haba eludido en ingls, el Ulises de Joyce se convirti enuna de las medidas de la modernidad novelstica, y sigue sindolo en cier-tas regiones del espacio literario.

    Temporalidades

    La modernidad es, por supuesto, una entidad inestable: un emplazamien-to de lucha permanente, un decreto destinado a la obsolescencia ms omenos rpida, y uno de los principios de cambio fundamentales en el cen-tro del espacio literario mundial. Todos los que aspiran a la modernidad,o que luchan por el control monopolstico de su atribucin, estn inmer-sos en la clasificacin y desclasificacin constante de obras; en la que lostextos pueden convertirse en ex modernos o nuevos clsicos. El uso recu-rrente de metforas temporales en la crtica, que declara alegremente quelas obras estn pase o desfasadas, que son arcaicas, innovadoras o ana-crnicas, o que estn imbuidas del espritu de los tiempos, es uno de los

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    6 Lo moderno estaba fuera, tuvimos que importarlo, escribe, por ejemplo. Octavio PAZ, Labsqueda del presente. Conferencia Nobel, San Diego, 1990.

  • signos ms claros de cmo funcionan estos mecanismos. Esto explica, almenos en parte, la permanencia del trmino modernidad en las procla-mas y en los movimientos literarios al menos desde 1850; desde las dife-rentes vanguardias europeas y latinoamericanas, a los diversos posmoder-nismos, pasando por los futurismos italiano y ruso. Las innumerablesreivindicaciones de novedad Nouveau Roman, Nouvelle Vague, etcte-ra se adhieren al mismo principio.

    Debido a la precariedad inherente al principio de modernidad, una obradeclarada moderna est destinada a volverse obsoleta a no ser que ascien-da a la categora de clsico. Mediante este proceso, algunas obras pue-den escapar de los caprichos de la opinin y de las disputas sobre su valorrelativo. En trminos literarios, un clsico se sita por encima de la com-peticin temporal (y de la desigualdad espacial). Por otra parte, las prc-ticas alejadas del presente literario, establecido asimismo por todo el sis-tema de consagraciones en el centro, sern declaradas trasnochadas. Porejemplo, en las zonas ms alejadas del meridiano de Greenwich (ya seaen espacios literarios perifricos o en las regiones ms comerciales delcentro) se sigue dando la novela naturalista, aun cuando hace mucho tiem-po que las autoridades autnomas han dejado de considerarla moderna.El crtico brasileo Antonio Cndido ha observado:

    lo que llama la atencin de Amrica Latina es que obras estticamente ana-crnicas se consideraran vlidas [] Esto es lo que ocurri con el naturalis-mo de la novela, que lleg un poco tarde y se ha prolongado hasta ahorasin solucin de continuidad esencial [] Por lo tanto, cuando el naturalis-mo ya slo era una supervivencia de un gnero desfasado en Europa, entrenosotros poda constituir todava un ingrediente de frmulas literarias legti-mas, tales como la novela social de las dcadas de 1930 y 19407.

    Este tipo de lucha esttica-temporal se libra a menudo a travs de inter-mediarios interesados por descubrir a autores extranjeros. El noruegoIbsen fue consagrado como uno de los mayores dramaturgos europeos demanera casi simultnea en Pars y en Londres, hacia 1890. Su obra, eti-quetada de realista, cambi toda la prctica, la escritura, la decoracin, ellenguaje y el dilogo teatrales, provocando una verdadera revolucin enel teatro europeo. La consagracin internacional de un dramaturgo proce-dente de un pas que slo haca poco tiempo que se haba independiza-do, y cuya lengua rara vez se hablaba (y por consiguiente raramente setraduca) en Francia e Inglaterra, se consigui por las acciones de unoscuantos mediadores Bernard Shaw en Londres, Andr Antoine y Lugn-Poe en Pars que a su vez planeaban modernizar el teatro en sus res-pectivos pases, superando las rancias normas establecidas del vodevil y

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    7 Antonio CNDIDO, Literature and Underdevelopment, en On Literature and Society, tra-ducido al ingls por Howard Becker, Princeton, 1905, pp. 128-129 [ed. cast.: Literatura ysubdesarrollo, en Csar Fernndez Moreno (coord.), Amrica Latina en su literatura, Mxi-co, Siglo XXI, 1976].

  • del drama burgus que predominaban en Londres y Pars, y labrndose unnombre como dramaturgos o productores8. En el Dubln de 1900, Joycehizo uso a su vez de la esttica prodigiosa y la novedad temtica de la obrade Ibsen en su lucha contra el teatro irlands, que amenazaba, en su opi-nin, con volverse demasiado irlands.

    Lo mismo es en buena parte aplicable a Faulkner. Habiendo sido elogia-do a partir de la dcada de 1930 como uno de los novelistas ms inno-vadores de su poca9, el propio Faulkner se convirti en medida de lainnovacin novelstica despus de recibir el Premio Nobel en 1950. Trassu consagracin internacional, su obra desempe el papel de acelera-dor temporal para una amplia gama de novelistas de diferentes periodos,en pases estructuralmente comparables, desde el punto de vista cultural,al sur estadounidense. Todos ellos reconocan abiertamente haber utiliza-do (al menos en el sentido tcnico) este acelerador faulkneriano; entreellos se encontraban Juan Benet en la Espaa de la dcada de 1950;Gabriel Garca Mrquez en Colombia y Mario Vargas Llosa en Per en lasdcadas de 1950 y 1960; Kateb Yacine en la Argelia de la dcada de 1960,Antnio Lobo-Antunes en la de 1970 en Portugal; Edouard Glissant en lasAntillas Francesas de la dcada de 1980, etctera.

    Superando fronteras

    Pero por qu partir de la hiptesis de que existe un espacio literario mun-dial y no otro ms restringido, que habra sido ms fcil de demarcar: uncampo regional o lingstico, por ejemplo? Por qu preferir empezar cons-truyendo el mayor mbito posible, el que entraa ms riesgos? Porque ilu-minar el funcionamiento de este espacio, y en particular las formas dedominacin ejercidas dentro de l, supone rechazar las categoras y las divi-siones nacionales establecidas; de hecho, exige un modo de pensamientotransnacional o internacional. En cuanto adoptamos esta perspectiva mun-dial, comprendemos inmediatamente que los lmites nacionales, o los lin-gsticos, simplemente enmascaran los efectos reales de la dominacin y ladesigualdad literarias. La razn es sencilla: las literaturas de todo el mundose formaron sobre el modelo nacional creado y promovido por Alemania afinales del siglo XVIII. El movimiento nacional de las literaturas, que acom-pa a la formacin de los espacios polticos de Europa desde el comien-zo del siglo XIX, condujo a una esencializacin de las categoras literarias ya la creencia de que las fronteras del espacio literario coincidan necesaria-

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    8 El mismo uso interesado de lo extranjero explica el caso de los romnticos franceses cita-do por Christopher PRENDERGAST: utilizaron a Shakespeare y la tradicin teatral inglesa paraestablecerse en el espacio francs. Vase La negociacin de la literatura mundial, NLR 8(mayo-junio de 2001), pp. 127-130.9 El famoso artculo de SARTRE sobre The Sound and the Fury, La temporalit chez Faulkner,apareci en la Nouvelle revue franaise en junio-julio de 1939; reimpreso en Situations I,Pars, 1947, pp. 65-75.

  • mente con las fronteras nacionales. Las naciones se consideraban unidadesseparadas y encerradas en s mismas, cada una irreducible a cualquier otra;y desde dentro de su especificidad autrquica, estas entidades producanobjetos literarios cuya necesidad histrica se inscribe dentro de un hori-zonte nacional. Stefan Collini ha demostrado la tautologa que subyace a ladefinicin de literatura nacional para el caso britnico (o ms bien ingls):slo aquellos autores que despliegan las caractersticas supuestas son reco-nocidos como autnticamente ingleses, una categora cuya definicin des-cansa sobre los ejemplos proporcionados en la literatura escrita exclusiva-mente por esos autores10.

    La divisin nacional de las literaturas conduce a una especie de astigma-tismo. Un anlisis del espacio literario irlands entre 1890 y 1930 que pasa-ra por alto los acontecimientos acaecidos en Londres (la potencia poltica,colonial y literaria, en oposicin a la cual se construye el espacio irlands)y en Pars (recurso alternativo y potencia literaria polticamente neutral), opasara en silencio por encima de las trayectorias, los exilios y diversas for-mas de reconocimiento ofrecido en las diferentes capitales, estara conde-nado a una opinin parcial y distorsionada de las verdaderas oportunida-des y de las relaciones de poder a las que se enfrentaban los protagonistasirlandeses. De manera similar, un estudio sobre la formacin del espacioliterario alemn desde finales del siglo XVIII que pasara por alto la relacinintensamente competitiva de este pas con Francia correra el riesgo demalinterpretar por completo sus compromisos estructurales.

    Esto no pretende sugerir que las relaciones de poder literario internaciona-les sean los nicos factores explicativos de los textos literarios, o los nicosinstrumentos interpretativos que podamos aplicarles; mucho menos que lacomplejidad literaria debiera reducirse a esta dimensin. Participan muchasotras variables: nacionales (es decir, internas del campo literario nacional),psicolgicas, psicoanalticas, formales o formalistas11. Lo interesante es, porel contrario, demostrar, desde el punto de vista estructural e histrico, quemuchas variables, conflictos o formas de violencia atenuada han permane-

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    10 Stefan COLLINI, Public Moralists: Political Thought and Intellectual Life in Britain, 1850-1930, Oxford, 1991, p. 357.11 Con el respeto que me merece Christopher Prendergast, no considero que las ideas de nacino nacional deban necesariamente relacionarse con la de literatura. De hecho, fue por el con-trario para distinguirlas por lo que en mi libro La Rpublique mondiale des lettres (1999) propu-se la nocin de espacios literarios nacionales, es decir, subespacios que a su vez se encuentransituados dentro del universo literario mundial. Estos subespacios no rivalizan entre s, mediantelas luchas entre escritores, por razones nacionales (o nacionalistas), sino por intereses puramenteliterarios. Dicho eso, el grado de independencia literaria respecto a los conflictos y las ideolo-gas nacionales est firmemente correlacionado con la edad del subespacio. A este respecto, elejemplo de Wordsworth cuya obra no se puede interpretar, por supuesto, puramente en refe-rencia a la rivalidad internacional ilustra a la perfeccin el hecho de que son los espacios nacio-nales ms antiguos y mejor dotados los que consiguen constituir gradualmente una literaturaautnoma dentro de sus lmites nacionales, (relativamente) independientes de los interesesestrictamente literarios; es decir, un espacio despolitizado y (al menos parcialmente) desnacio-nalizado. Vase C. Prendergast, La negociacin de la literatura mundial, cit., pp. 122-127.

  • cido sin detectar e inexplicados debido a la invisibilidad de esta estructuramundial. Los estudios crticos sobre Kafka, por ejemplo, se limitan a menu-do a estudiar la biografa del autor desde el punto de vista psicolgico, o adescribir la Praga de 1900. En este caso, la pantalla biogrfica y nacionalnos impide ver el lugar que el autor ocupa en otros mundos ms amplios:en el espacio de los movimientos nacionalistas judos que entonces se esta-ban desarrollando en Europa central y oriental; en debates entre bundistasy yiddishistas; como uno de los dominados dentro del espacio lingstico ycultural alemn, etctera. El filtro nacional acta de frontera natural queimpide al anlisis considerar la violencia de las relaciones de poder polti-cas y literarias transnacionales que impactan sobre el escritor.

    Espacio mundial o sistema mundo?

    La hiptesis de que existe un espacio mundial, que funciona medianteuna estructura de dominacin independiente, en cierta medida, de las for-mas polticas, econmicas, lingsticas y sociales, se basa en gran medidaen el concepto de campo establecido por Pierre Bourdieu y, ms preci-samente, en concepto de campo literario12. Pero este ltimo se ha con-cebido hasta ahora dentro del marco nacional, limitado por las fronteras,las tradiciones histricas y los procesos de acumulacin de capital de unEstado-nacin especfico. Encontr en la obra de Fernand Braudel, y ensu economa-mundo en particular, la idea y la posibilidad de ampliar elanlisis de estos mecanismos al plano internacional13.

    Yo resaltara, sin embargo, la distincin entre la estructura mundial que yopropongo y el sistema-mundo, ms notablemente desarrollado por Imma-nuel Wallerstein, que me parece menos apropiado para los espacios de laproduccin cultural14. Un sistema implica directamente la existencia de rela-

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    12 A este respecto, vase Pierre BOURDIEU, Les Rgles de lart. Gense et structure du champlittraire, Pars, 1992. 13 Fernand BRAUDEL, Civilisation matrielle, conomie et capitalisme XVe-XVIIIe sicles, 3 vols.Pars, 1979, vol. 3, especialmente captulo I, pp. 12-33 [ed. cast.: Civilizacin material, eco-noma y capitalismo, siglos XV-XVIII, 3 vols., Madrid, Alianza Editorial, 1984].14 Franco MORETTI asume el concepto de sistema-mundo en sus Conjeturas sobre la literaturamundial, NLR 3 (julio-agosto de 2000), y en Ms conjeturas sobre la literatura mundial, NLR(mayo-junio de 2003). Dicho concepto le permite ante todo afirmar la unidad y la desigual-dad fundacional del sistema literario que intenta describir, una afirmacin crucial y definitoriade lmites que yo asumo plenamente. Por otra parte, me parece que el uso que hace de laoposicin braudeliana entre el centro y la periferia tiende a neutralizar la violencia (litera-ria) implicada, y por consiguiente a oscurecer su desigualdad. En lugar de esta dicotoma espa-cial, prefiero una oposicin entre lo dominante y lo dominado, para reintroducir el hecho deque existe una relacin de poder. A este respecto, debera aclarar que esto no supone unamera divisin en dos categoras opuestas sino, por el contrario, un continuo de diferentessituaciones en el que el grado de dependencia vara enormemente. Podramos, por ejemplo,introducir la categora avanzada por Bourdieu de dominado entre los dominantes para des-cubrir la situacin de los subordinados (literariamente) dentro de Europa. El uso que en la teo-ra del sistema mundo se hace de la expresin semiperiferia para describir este tipo de posi-cin intermedia tambin creo que neutraliza y eufemiza la relacin dominante-dominado, sinproporcionar una medida precisa del grado de dependencia.

  • ciones interactivas entre cada elemento, cada posicin. Una estructura, por elcontrario, se caracteriza por relaciones objetivas, que pueden operar fuera decualquier interaccin directa. Adems, de acuerdo con Wallerstein, las fuer-zas y los movimientos que luchan contra el sistema se consideran antisis-tmicos. En otras palabras, son externos al sistema y luchan contra l desdeuna posicin exterior, que a veces es difcil de situar pero es posible locali-zarla potencialmente en la periferia. En una estructura de dominacin inter-nacional se da el caso opuesto: las definiciones de fuera y dentro es decir,los lmites del espacio son en s mismas el objetivo de las luchas. Son estasluchas las que constituyen el espacio, las que lo unifican y dirigen su expan-sin. Dentro de esta estructura, los medios y los mtodos estn en disputapermanente: a quin se le puede declarar escritor, quin puede efectuar jui-cios estticos legtimos (aquellos que dotarn a una obra determinada devalor especficos), la propia definicin de literatura.

    En otras palabras, el espacio literario mundial no es una esfera establecidapor encima de todas las dems, reservada exclusivamente a los escritores,las editoriales y los crticos internacionales, para que los actores literariosmaniobren en un mundo supuestamente desnacionalizado. No es la nicareserva de grandes novelistas, de autores de gran xito, de produccin edi-torial pensada para efectuar ventas planetarias. Est formado por todos loshabitantes de la Repblica de las Letras, cada uno de ellos situado de mane-ra distinta dentro de su propio espacio literario nacional. Al mismo tiempo,la posicin de cada escritor debe ser necesariamente doble, dos veces defi-nida: cada escritor o escritora se sita una vez de acuerdo con la posicinque ocupa en un espacio nacional, y otra, de acuerdo con el lugar que esteespacio nacional ocupa en el espacio mundial. Esa doble posicin, inextri-cablemente nacional e internacional, explica por qu al contrario de loque el punto de vista economicista de la globalizacin nos hara creer seproducen las luchas internacionales que tienen sus efectos principalmentedentro de los espacios nacionales. Las batallas sobre la definicin de la lite-ratura, sobre las transformaciones y las innovaciones tcnicas o formales,se dan en conjunto dentro del espacio literario nacional.

    La gran dicotoma se da entre escritores nacionales e internacionales. staes la fractura que explica las formas literarias, los tipos de innovacinesttica, la adopcin de gneros. Los escritores nacionales e internacio-nales luchan con diferentes armas, por distintas recompensas estticas,comerciales y editoriales, contribuyendo as, de diferentes maneras, a laacumulacin de recursos literarios nacionales requerida para entrar en elespacio mundial y competir dentro de l. En contra del punto de vistaconvencional, la nacional y la internacional no son esferas separadas; sondos actitudes opuestas, que luchan dentro del mismo mbito15.

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    15 Al ofrecer un cuadro comparativo de las instituciones de literatura regional, nacional ymundial en India, Francesca Orsini sugiere que hay niveles o esferas distintos y mutua-mente independientes dentro de un nico espacio literario nacional. Pienso que estamoshaciendo referencia a posiciones que slo existen dentro y a travs de las relaciones de

  • Por eso no se puede imaginar sencillamente el espacio literario como unageografa mundial fcil de captar mediante una descripcin de las regio-nes, los climas culturales y lingsticos, los centros de atraccin y losmodos de circulacin, como han hecho Braudel o Wallerstein respecto almundo econmico16. Por el contrario, el espacio literario debera conce-birse en funcin de la forma simblica de Cassirer, dentro de la cualescritores, lectores, investigadores, profesores, crticos, editoriales, traduc-tores y dems leen, escriben, piensan, debaten e interpretan; una estruc-tura que les nos proporciona categoras intelectuales, y recrea sus jerar-quas y restricciones en cada mente, reforzando as los aspectosmateriales de su existencia17. De manera diferencial, de acuerdo con laposicin (nacional, lingstica, profesional) que uno ocupe en su interioren cualquier momento dado. El espacio literario en todas sus formas tex-tos, jurados, editores, crticos, escritores, tericos, especialistas existe dosveces: una en las cosas y otra en el pensamiento; es decir, en el conjun-to de creencias producido por estas relaciones materiales e interiorizadopor los participantes en el Gran Juego de la literatura.

    ste es otro aspecto que dificulta tanto visualizar la estructura: resulta impo-sible situarla a distancia, como fenmeno discreto y objetivable. Adems,cualquier descripcin o anlisis de su funcionamiento tiene que ir contrala enorme masa de reflexiones convencionales sobre la literatura, contra loshechos especializados o estticos dados, y reconcebir cada nocin, cadacategora influencia, tradicin, herencia, modernidad, clsicos, valor enreferencia al funcionamiento especfico e interno de la repblica mundialde las letras.

    La acumulacin de poder

    Las caractersticas primordiales de este espacio literario mundial son lajerarqua y la desigualdad. La distribucin sesgada de bienes y valores hasido uno de sus principios constitutivos, dado que los recursos se han acu-mulado histricamente dentro de las fronteras nacionales. Goethe fue elprimero en intuir la relacin directa entre la aparicin de una Weltliteratury la emergencia de una nueva economa basada en las luchas especficasde las relaciones literarias internacionales: un mercado en el que todas lasnaciones ofrecen sus productos y un comercio intelectual general18. Dehecho, la literatura mundial proporciona un tipo paradjico de mercado,

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    poder en las que se sostienen mutuamente, y no a un sistema rgido e inmutable. VaseIndia en el espejo de la narrativa mundial, NLR 13 (marzo-abril de 2002), pp. 18-19.16 Vase notablemente Immanuel WALLERSTEIN, The Modern World-System, 3 vols., NuevaYork, 1980-1988 [ed. cast.: El moderno sistema mundial, Madrid, Siglo XXI, 2004].17 Ernst CASSIRER, La Philosophie des formes symboliques, vol. 1, Le langage, Pars, 1972, espe-cialmente el captulo I, pp. 13-35.18 J. W. von GOETHE, Goethes Werke, Hamburgo, 1981, vol. 12, pp. 362-363. Vase tambinFritz STRICH, Goethe and World Literature, Nueva York, 1972, p. 10.

  • constituido en torno a una economa no econmica, y que funciona deacuerdo con un conjunto de valores propio: porque la produccin y lareproduccin se basan aqu en la creencia en el valor objetivo de las crea-ciones literarias: obras denominadas inestimables. El valor producido porlos clsicos nacionales o universales, los grandes innovadores, los potesmaudits, los textos raros, se concentra en las capitales en forma de bienesliterarios nacionales. Las regiones ms antiguas, aquellas que llevan mstiempo establecidas en el campo literario, son las ms ricas en este sen-tido, aquellas a las que se concede ms poder. El prestigio es la forma porantonomasia que adopta el poder en el universo literario: la autoridadintangible incuestionablemente asignada a las literaturas ms antiguas, lasms nobles, las ms legtimas (los trminos son casi sinnimos), a los cl-sicos ms consagrados y a los autores ms celebrados19.

    La distribucin desigual de los recursos literarios es fundamental para laestructura de todo el espacio literario mundial, organizado como est entorno a dos polos opuestos. En el polo de la mayor autonoma es decir,el ms libre de las restricciones polticas, nacionales o econmicas seencuentran los espacios ms antiguos20, los ms dotados de herencia lite-raria y de recursos21. stos son generalmente espacios europeos, los pri-meros en entrar en la competencia literaria transnacional, con grandesrecursos acumulados. En el polo de la mayor heteronoma, donde los cri-terios polticos, nacionales y comerciales influyen ms, se encuentran losrecin llegados, los espacios que ms carecen de recursos literarios; yaquellas zonas de las regiones ms antiguas que estn ms subordinadasa los criterios comerciales. Mientras tanto, cada espacio nacional presen-ta la misma estructura polarizada.

    El poder de las zonas ms ricas se perpeta porque tiene efectos reales ymensurables, sobre todo la transferencia de prestigio aportada por lasreseas o los prefacios de escritores prestigiosos a libros todava no reco-nocidos, o a obras procedentes de fuera del centro: las entusiastas rese-as que Victor Hugo hizo a Walter Scott, en un momento en el que esta-ban apareciendo las primeras traducciones de sus novelas; las reseasque Bernard Shaw hizo de las primeras producciones de obras de Ibsenen Londres; el prefacio que Gide escribi en 1947 al Livre des jours deTaha Hussein; o el complejo mecanismo de reconocimiento a travs de latraduccin, como sucedi con la consagracin de Borges al traducirloRoger Caillois, o de Ibsen traducido por William Archer, etctera.

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    19 El Dictionnaire Larousse da dos definiciones complementarias de prestigio, y las dosimplican la nocin de poder o autoridad: 1. Ascendiente derivado de la grandeza y queparece poseer un carcter misterioso. 2. Influencia, crdito.20 Con ms precisin, a aquellos que llevan ms tiempo en el espacio de la competencialiteraria. Esto explica por qu algunos lugares antiguos como China, Japn y los pases ra-bes son a un tiempo ancianos y subordinados: entraron en el espacio literario internacionalmuy tarde y en posiciones subordinadas.21 Principalmente aquellos que pueden reclamar (paradjicos) clsicos universales nacio-nales.

  • Grados de autonoma

    El segundo rasgo constitutivo del mundo literario es su relativa autono-ma22. Las cuestiones suscitadas por el dominio poltico no se puedensuperponer a las del espacio literario, ni confundir con las de ste, ya seanacional o internacional. Buena parte de la teora literaria contemporneaparece inclinada a provocar este cortocircuito, reduciendo constantemen-te lo literario a lo poltico. Un ejemplo destacado sera el del libro Kafka:Pour une littrature mineure, escrito por Deleuze y Guattari, que afirmadeducir de una nica entrada de diario (25 de diciembre de 1911) no slouna particular actitud poltica afirmando as que Kafka es de hecho unautor poltico, sino tambin un sueo poltico que informa toda su obra.Tomando una frase mal traducida en la versin francesa del Diario, esta-blecen la categora de literatura menor y atribuyen a Kafka, a travs deun flagrante anacronismo histrico, preocupaciones que no poda haberalbergado antes de la Primera Guerra Mundial23.

    La autonoma implica que los acontecimientos que tuvieron lugar en el espa-cio literario son tambin autnomos: las fechas divisorias, los manifiestos, loshroes, los monumentos, las conmemoraciones, las capitales, se combinanpara producir una historia especfica, que no se puede confundir con la delmundo poltico; aun cuando dependa parcialmente de l, de una manera queexigira cuidadosa atencin. Braudel, en su historia econmica del mundoentre los siglos XV y XVIII, seala la relativa independencia del espacio artsti-co respecto al econmico y por consiguiente al poltico. Venecia fue la capi-tal econmica del siglo XVI, pero Florencia y su dialecto toscano estaban inte-lectualmente en alza. En el siglo XVII, msterdam se convirti en el grancentro del comercio europeo, pero Roma y Madrid triunfaron en las artes yen la literatura. En el siglo XVIII, Londres fue el centro del mundo econmi-co, pero Pars impuso su hegemona cultural:

    A finales del siglo XIX y comienzos del XX, Francia, aunque atrasada eco-nmicamente respecto al resto de Europa, era el indiscutible centro de lapintura y la literatura occidentales; los tiempos en los que Italia y Alema-nia dominaron el mundo de la msica no fueron tiempos en los que Ita-lia o Alemania dominaran Europa econmicamente; e incluso hoy, el for-midable dominio econmico de Estados Unidos no lo ha convertido enel lder literario y artstico del mundo24.

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    22 Respecto a la nocin de autonoma relativa, vase Pierre BOURDIEU, Les Rgles de lart,Pars, 1992, especialmente las pp. 75-164.23 El klein de Kafka que simplemente sugiere literaturas pequeas se exager en la tra-duccin de Marthe Robert, que lo convirti en literaturas menores, una expresin cuyasfortunas posteriores son bien conocidas. Vase Gilles DELEUZE y Flix GUATTARI, Kafka. Pourune littrature mineure, Pars, 1975, p. 75 ; y mi artculo Nouvelle considrations sur les lit-tratures dites mineures, Littrature classique 31 (1997), pp. 233-247.24 Ferdinand BRAUDEL, Civilization and Capitalism, 15th-18th century, volumen III, The Pers-pective of the World, Londres, 1984, p. 68; Civilisation matrielle, cit., vol. 3, p. 9.

  • El caso de las literaturas latinoamericanas probara an ms la relativaautonoma de la esfera literaria, sin vnculo directo, ni relacin de causay efecto, entre la fuerza poltica y econmica y el poder o la legitimidadliterarios en el plano internacional. El reconocimiento mundial concedidoa estos corpus literarios, transformado en cuatro premios Nobel, la estimainternacional hacia sus grandes nombres, la legitimidad establecida de sudestacado modelo esttico, a pesar de la debilidad poltica y econmicade los correspondientes pases, demuestran que los dos rdenes no sepueden confundir. Para comprender las condiciones de aparicin delauge literario de Amrica Latina, por ejemplo, necesitamos postular laindependencia relativa de los fenmenos literarios25.

    Pero si el mundo literario es relativamente independiente del universo pol-tico y econmico, es por la misma razn relativamente dependiente delmismo. Toda la historia del espacio literario mundial tanto en su totalidadcomo dentro de cada uno de los espacios literarios nacionales que lo com-ponen es una historia de dependencia inicial de las relaciones polticasnacionales, seguida de una progresiva emancipacin de ellas a travs de unproceso de autonomizacin. La dependencia original se mantiene en cier-to grado, en relacin con la jerarqua superior del espacio en consideracin;sobre todo en el plano del lenguaje. Su nacionalizacin casi sistemtica entodo el mundo convierte a las lenguas en un instrumento ambiguo, inex-tricablemente literario y poltico.

    Formas de dominacin

    En el espacio literario, los modos de dominacin encajan, por lo tanto,unos dentro de otros. Tres formas principales participan en diferentes gra-dos, dependiendo de la posicin en el espacio dado: dominacin lin-gstica, literaria y poltica (esta ltima adopta cada vez ms un tinte eco-nmico). Las tres se superponen, interpenetran y oscurecen entre s hastatal punto que a menudo slo se puede ver la ms obvia: la dominacinpoltica y econmica. Numerosos espacios literarios son lingsticamentedependientes (Canad, Australia, Nueva Zelanda, Blgica, Suiza, Quebec),sin estar polticamente subordinados; otros, principalmente aquellos queemergen de la descolonizacin, pueden haber alcanzado la independen-cia lingstica pero mantener la dependencia poltica. Pero la subordina-cin tambin se puede medir en trminos puramente literarios, con inde-pendencia de cualquier opresin o subyugacin poltica. Es imposibleexplicar ciertos tipos de exilio, o cambios en el lenguaje escrito, tempo-rales o permanentes los de August Strindberg, Joseph Conrad, Samuel

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    25 Vase el debate sobre este punto crucial que se mantiene en Amrica Latina desde ladcada de 1960, y que est bien reconstruido en Efran CRISTAL, Considerando en fro,NLR 15 (julio-agosto de 2002), pp. 56-64. En dicho artculo podemos ver que el papel deagentes de transformacin social y poltica atribuido a los escritores del auge fue en granmedida ilusorio.

  • Beckett, E. M. Cioran, por ejemplo sin conjeturar la existencia de formasde dominacin estrictamente literarias, fuerzas ajenas a cualquier marco depoder poltico26.

    Las consecuencias que la dominacin literaria tiene para la produccin, lapublicacin y el reconocimiento de textos exigen su propio anlisis. Lainevitable primaca que los estudios literarios conceden a la psicologa,por ejemplo notoriamente basada en la incomparable soledad del escri-tor dificulta a menudo la explicacin de las restricciones estructuralesdesapercibidas que afectan a la produccin de obras por parte de unescritor, hasta la eleccin de forma, gnero o lengua. Tomemos por ejem-plo a Gertrude Stein: a pesar de que los estudios feministas insisten conrazn en su particularidad biogrfica y psicolgica, especialmente el les-bianismo, no mencionan su ubicacin en el espacio literario mundial,como si esto fuera algo evidente en s mismo. O por el contrario, todo lorelacionado con su posicin como estadounidense en Pars se mencionaslo en un contexto biogrfico o anecdtico. Pero sabemos que durantelas dcadas de 1910 y 1920 Estados Unidos estaba subordinado desde elpunto de vista literario, y que los escritores estadounidenses acudan aPars en busca de recursos literarios y modelos estticos. He aqu unejemplo de dominacin especficamente literaria, que se produce enausencia de cualquier otra forma de dependencia. Un anlisis simple de lasituacin de Stein como poeta expatriada en Pars la situacin de inmi-grante es un claro signo de dependencia y la posicin del espacio lite-rario estadounidense dentro del Mundo de las Letras nos ayudara aentender por qu a Stein le preocupaba tanto, al igual que a Ezra Pounden la misma coyuntura, el enriquecimiento de una literatura nacionalestadounidense. Al mismo tiempo, su inters por la representacin litera-ria de los estadounidenses su gigantesco The Making of Americans es lamanifestacin ms llamativa adquiere plena significacin. El hecho deque fuera mujer y lesbiana en el Pars de la dcada de 1910 es por supues-to crucial para entender su impulso subversivo y la naturaleza de todo suproyecto esttico. Pero la relacin histricamente estructurada de domi-nacin literaria, claramente de importancia primordial, sigue oculta parala tradicin crtica. Como si, por norma general, siempre hubiera algunaparticularidad importante, sin duda, pero aun as secundaria que ocul-tara el patrn general de las relaciones de poder literarias.

    Este ascendiente cultural tan inusual, tan difcil de describir, tan parad-jico puede en algunas situaciones representar una liberacin, compara-do con la prisin esttica o esttico-poltica de los espacios arcaicos queestn cerrados a la innovacin. Ejerce su poder sobre todos los textos,sobre todos los escritores del mundo, independientemente de la posicin

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    26 August Strindberg se convirti brevemente en escritor francs entre 1887 y 1897, escri-biendo Le Plaidoyer dun fou e Inferno directamente en francs para conseguir reconoci-miento internacional.

  • que ocupen y de lo conscientes que sean de los mecanismos de domi-nacin literaria; pero ms an, sobre aquellos que surgen de un espacioliterario carente de autonoma o situado en una de las regiones subordi-nadas del Mundo de las Letras.

    Sin embargo, las consecuencias que tiene la consagracin por parte de lasautoridades centrales pueden ser tan poderosas como para dar a ciertosescritores de los mrgenes que han alcanzado pleno reconocimiento lailusin de que la estructura de dominacin sencillamente ha desapareci-do; hacindoles verse como prueba viviente de que se ha establecido unnuevo orden literario mundial. Universalizando a partir de su caso par-ticular, afirman que son testigos de una inversin total y definitiva delequilibrio de poder entre el centro y la periferia. Carlos Fuentes, porejemplo, escribe en Geografa de la novela:

    Al viejo eurocentrismo se ha impuesto un policentrismo que [] debe condu-cirnos a una activacin de las diferencias como condicin comn de unahumanidad central [] La literatura mundial de Goethe cobra al fin su senti-do recto: es la literatura de la divergencia, la narracin de la diversidad, peroconfluyendo, slo as, en un mundo nico [] Un mundo, muchas voces. Lasnuevas constelaciones que componen la geografa de la novela son variadas ymutantes27.

    Los entusiasmos multiculturalistas han llevado a otros a aseverar que larelacin entre el centro y la periferia se ha invertido ahora por completo,y que en adelante el mundo de la periferia ocupar la posicin central.En realidad, los efectos de esta fbula pacfica e hbrida son los de des-politizar las relaciones literarias, perpetuar la leyenda del gran encanta-miento literario y desarmar a los escritores de la periferia que buscanestrategias de reconocimiento a un tiempo subversivas y eficaces.

    El modernismo como reexpropiacin

    La desigualdad literaria y sus relaciones de dominio provocan sus propiasformas de lucha, rivalidad y competencia. Pero a este respecto los subyu-gados tambin han desarrollado estrategias especficas que slo se puedenentender en un marco literario, aunque pudieran tener consecuencias pol-ticas. Las formas, las innovaciones, los movimientos, las revoluciones delorden narrativo pueden ser desviadas, capturadas, apropiadas o anexiona-das, en los intentos de cambiar las relaciones de poder literario existentes.

    stos son los trminos en los que yo analizara la aparicin del movimientomoderno en los pases de habla hispana a finales del siglo XIX. Cmoexplicar el hecho de que este movimiento, que trastoc toda la tradicin

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    27 Carlos FUENTES, Geografa de la novela, Madrid, 1993, p. 218.

  • potica hispnica, pudiera haber sido dictado por un poeta nicaragense,en el extremo del imperio colonial espaol? Rubn Daro, cautivado desdesu juventud por la leyenda literaria de Pars, vivi en esta ciudad a finalesde la dcada de 1880 y, como es lgico, se entusiasm por la poesa sim-bolista francesa que estaba en ese preciso instante marcando su impron-ta28. Despus llev a cabo una operacin asombrosa, que slo se puededenominar expropiacin del capital literario: import a la propia poesa encastellano los mismos procedimientos, los temas, el vocabulario y las for-mas lanzados por los simbolistas franceses. Esta expropiacin se ejerci demanera bastante explcita, y el deliberado afrancesamiento de la poesa enespaol, llegando hasta los fonemas y las formas sintcticas, design elgalicismo mental. El desvo de este capital hacia fines inextricablementeliterarios y polticos29 no se efectu, por lo tanto, siguiendo el modo derecepcin pasiva, y mucho menos de influencia, como hara creer elanlisis literario tradicional. Por el contrario, esta captacin fue la formaactiva e instrumento de una lucha compleja. Para combatir el dominiopoltico y lingstico de Espaa sobre su imperio colonial y la esclerosisque estaba paralizando la poesa en castellano, Daro impuso abiertamen-te la dominacin literaria ejercida por Pars en aquel momento30. Pars, aun tiempo ciudadela cultural y territorio poltico potencialmente ms neu-tral para los sbditos de otras potencias imperiales o nacionales, fue utili-zada por numerosos escritores de los siglos XIX y XX como arma de susluchas literarias.

    El problema que se plantea en la teorizacin de la desigualdad literariano es, por consiguiente, si los escritores perifricos toman prestado delcentro, o si fluye o no trfico literario desde el centro hacia la periferia;es la restitucin, a los subordinados del mundo literario, de las formas, lasespecificidades y las penalidades de sus luchas. Slo as puede recono-crseles la invencin a menudo oculta de su libertad creativa. Enfren-tados a la necesidad de encontrar soluciones a la dependencia, y asabiendas de que el universo literario obedece al famoso esse est percipiser es ser percibido de Berkeley, perfeccionan gradualmente un con-junto de estrategias relacionadas con sus posiciones, su lenguaje escrito,

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    28 En su Autobiografa, Daro escribe: so con Pars desde que era nio, hasta tal puntoque cuando rezaba le peda a Dios que no me dejase morir sin verla. Pars era para m comoun paraso en el que se poda respirar la esencia de la felicidad terrenal. Obras completas,Madrid, 1950-1955, vol. 1, p. 102.29 Lo que Perry ANDERSON ha denominado una declaracin de independencia cultural: TheOrigins of Postmodernity, Londres y Nueva York, 1998, p. 3 [ed. cast.: Los orgenes de la post-modernidad, Barcelona, Anagrama, 2000].30 El anlisis que Efran Cristal hace a este respecto es muy esclarecedor y completamenteconvincente. Pero Cristal parece creer que la idea de apropiacin o desvo contradice la deemancipacin. No podramos, por el contrario, adelantar la hiptesis de que este desvo ini-cial (necesario si es cierto que no se puede producir revolucin simblica sin recursos) posi-bilita una renovacin creativa? Despus de que Rubn Daro desempeara la funcin de ace-lerador esttico, el movimiento moderno se convirti por supuesto en un movimientopotico hispnico completamente separado, inventando sus propios cdigos y normas sinninguna referencia a Francia.

  • su ubicacin en el espacio literario, la distancia o proximidad que quie-ren establecer con el centro que dota de prestigio. En otras partes, heintentado demostrar que la mayora de las soluciones intermedias alcan-zadas dentro de esta estructura se basan en un arte de la distancia, unaforma de no situarse, estticamente, demasiado cerca ni demasiado lejos;y que los escritores ms subordinados maniobran con extraordinaria suti-leza para darse la oportunidad de ser percibidos, de existir desde el puntode vista literario. Un anlisis de las obras que se originan en estas zonascomo tantas estrategias de ubicacin complejas revela que muchas de lasgrandes revoluciones literarias se han producido en los mrgenes y enregiones subordinadas, como atestiguan Joyce, Kafka, Ibsen, Beckett,Daro y muchos ms.

    Por esta razn, hablar de las formas y los gneros literarios del centro sim-plemente como una herencia colonial impuesta a los escritores de regionessubordinadas es pasar por alto que la literatura, en cuanto valor comn detodo el espacio, es tambin un instrumento que, si se reapropia, puede per-mitir a los escritores y especialmente a aquellos con menos recursosalcanzar la libertad, el reconocimiento y la existencia dentro de dicho espa-cio. Ms concreta y directamente, estas reflexiones sobre la inmensa gamade lo que es posible en literatura, incluso dentro de esta estructura de domi-nacin abrumadora e ineludible, tienen tambin como objetivo servir dearma simblica en las luchas de aquellos ms privados de recursos literarios,que afrontan obstculos inimaginables para los escritores del centro. El obje-tivo aqu es demostrar que lo que ellos experimentan como estado dedependencia irresoluble e individual, sin precedentes ni puntos de compa-racin, es en realidad una posicin creada por una estructura a un tiempohistrica y colectiva31. Adems de cuestionar los mtodos y las herramientasde los estudios literarios comparativos, el comparativismo estructural cuyaslneas esbozo aqu intenta tambin ser un instrumento en la larga y despia-dada guerra de la literatura.

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    31 Por eso suscribo plenamente la afirmacin de Franco MORETTI, que podra servir de con-signa para una disciplina que todava se encuentra en sus primeras fases: sin el trabajocolectivo, la literatura mundial siempre seguir siendo un espejismo. Vase Ms conjeturassobre la literatura mundial, NLR 20 (mayo-junio de 2003), p. 85.