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MEDITANDO CON MARÍA Lunes —¿Cómo era la vida de la Virgen María? Ella, como cualquier madre, trabajaba en su hogar, pero de una manera es- pecial; sería imposible decir todas las VIRTUDES , o sea las cosas buenas que tenía la Virgen. Por mencionar algunas, María era una mujer HUMILDE, es decir sencilla; GENEROSA, que se olvidaba de si misma por los demás; CON UNA GRAN CARIDAD, amaba y ayudaba a todos por igual y una mujer que SERVÍA a José y a Jesús , su familia, con un gran AMOR y una gran ALEGRÍA. La Virgen era PACIENTE y quizá lo más hermoso que tenía era que ACEPTABA CONTENTA TODO LO QUE DIOS LE PEDÍA EN LA VIDA. - ¡ Cuánto podríamos aprender todos de la Virgen! Si María fue santa en el hogar, en el trabajo diario, podríamos todos tratar de imitar sus VIRTU- DES para santificarnos día tras día nosotros también. La Virgen María estuvo presente en la pasión y muerte de Jesús; estuvo junto a la cruz, llena de dolor pero serena. “María dijo: - Aquí está esclava del Señor, que me suceda como tú dices” Lc. 1,38. Martes - Madre nuestra Una ecuación clara: María es madre de Jesús. Jesús = Dios; confirmamos con claridad que María = Madre de Dios. María es madre. Es La Madre por excelencia. Y esto la conviene en la intercesora por excelencia, aquella a quien nos dirigi- mos deforma espontánea mientras se desgrana en nuestros labios una petición de ayuda, de consuelo, de luz para nues- tras vidas, sin tener que hacer el menor esfuerzo. Es lógico porque, en realidad, es como un reflejo espontáneo de nuestra estructura y vida familiar. Pero no se trata sólo de una experiencia que cuenta con una amplísima base humana. También contamos con una base bíblica muy consistente. Si echamos una ojeada a la historia de Israel, la figura del intercesor ha jugado un papel decisivo desde los orígenes de la fe israelita: Abraham, que intercede repetidas veces ante Yahvé en favor de Sodoma y Gomorra; o Moisés, que interviene en favor de su pueblo para eludir el castigo divino; los grandes profetas, que no sólo eran los portadores de la Palabra de Dios, sino aquellas figuras que, por su cercanía y dedica- ción a Dios, eran convocados y consultados para obtener la gracia de Dios. “Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo a quien tanto ama- ba, dijo a su madre: - Mujer, ahí tienes a tu hijo. Después dijo al discípulo: - Ahí tienes a tu madre. Y desde aquel momento, el discípulo la llevo a su casa”. Jn. 19,26-27. Semana del 23 al 27 de mayo. Cada mañana 5 minutos de reflexión

Reflexion de la virgen

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MEDITANDO CON MARÍA Lunes —¿Cómo era la vida de la Virgen María? Ella, como cualquier madre, trabajaba en su hogar, pero de una manera es-pecial; sería imposible decir todas las VIRTUDES , o sea las cosas buenas que tenía la Virgen. Por mencionar algunas, María era una mujer HUMILDE, es decir sencilla; GENEROSA, que se olvidaba de si misma por los demás; CON UNA GRAN CARIDAD, amaba y ayudaba a todos por igual y una mujer que SERVÍA a José y a Jesús , su familia, con un gran AMOR y una gran ALEGRÍA. La Virgen era PACIENTE y quizá lo más hermoso que tenía era que ACEPTABA CONTENTA TODO LO QUE DIOS LE PEDÍA EN LA VIDA.

- ¡ Cuánto podríamos aprender todos de la Virgen! Si María fue santa en el hogar, en el trabajo diario, podríamos todos tratar de imitar sus VIRTU-DES para santificarnos día tras día nosotros también.

La Virgen María estuvo presente en la pasión y muerte de Jesús; estuvo

junto a la cruz, llena de dolor pero serena.

“María dijo: - Aquí está esclava del Señor, que me suceda como tú dices” Lc. 1,38.

Martes - Madre nuestra

Una ecuación clara:

María es madre de Jesús. Jesús = Dios; confirmamos con claridad que María = Madre de Dios.

María es madre. Es La Madre por excelencia. Y esto la conviene en la intercesora por excelencia, aquella a quien nos dirigi-

mos deforma espontánea mientras se desgrana en nuestros labios una petición de ayuda, de consuelo, de luz para nues-

tras vidas, sin tener que hacer el menor esfuerzo. Es lógico porque, en realidad, es como un reflejo espontáneo de nuestra

estructura y vida familiar.

Pero no se trata sólo de una experiencia que cuenta con una amplísima base humana. También contamos con una base

bíblica muy consistente. Si echamos una ojeada a la historia de Israel, la

figura del intercesor ha jugado un papel decisivo desde los orígenes de la fe

israelita: Abraham, que intercede repetidas veces ante Yahvé en favor de

Sodoma y Gomorra; o Moisés, que interviene en favor de su pueblo para

eludir el castigo divino; los grandes profetas, que no sólo eran los portadores

de la Palabra de Dios, sino aquellas figuras que, por su cercanía y dedica-

ción a Dios, eran convocados y consultados para obtener la gracia de Dios.

“Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo a quien tanto ama-

ba, dijo a su madre:

- Mujer, ahí tienes a tu hijo.

Después dijo al discípulo:

- Ahí tienes a tu madre.

Y desde aquel momento, el discípulo la llevo a su casa”. Jn. 19,26-27.

S e m a n a d e l 2 3 a l

2 7 d e m a y o .

C a d a m a ñ a n a 5

m i n u t o s d e

r e f l e x i ó n

Hay un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia.

Porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo re-

volucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la humil-

dad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesi-

tan maltratar a otros para sentirse importantes. Mirándola descubrimos que la mis-

ma que alababa a Dios porque «derribó de su trono a los poderosos» y «despidió

vacíos a los ricos» (Lc 1,52.53) es la que pone calidez de hogar en nuestra bús-

queda de justicia. Es también la que conserva cuidadosamente «todas las cosas

meditándolas en su corazón» (Lc2,19). María sabe reconocer las huellas del Espí-

ritu de Dios en los grandes acontecimientos y también en aquellos que parecen

imperceptibles. Es contemplativa del misterio de Dios en el mundo, en la historia y

en la vida cotidiana de cada uno y de todos. Es la mujer orante y trabajadora en

Nazaret, y también es nuestra Señora de la prontitud, la que sale de su pueblo pa-

ra auxiliar a los demás «sin demora» (Lc 1,39). Esta dinámica de justicia y ternura,

de contemplar y caminar hacia los demás, es lo que hace de ella un modelo ecle-

sial para la evangelización. Le rogamos que con su oración maternal nos ayude

para que la Iglesia llegue a ser una casa para muchos, una madre para todos los

pueblos, y haga posible el nacimiento de un mundo nuevo. (EXHORTACIÓN APOSTÓLICA

EVANGELII GAUDIUM #288, Papa Francisco).

Miércoles— María, madre de la evangelización.

Jueves—Santa María de la obe-diencia de la fe.

¡María! Mujer valiente y audaz. Valiente

y audaz en el creer, en el dar el SÍ.

Zacarías se achicó ante la palabra de

Dios. No la captó y la rechazó un poco:

“por aquello que no creíste a mis pala-

bras...” (Lc 1, 20).

María valiente y audaz ante la palabra de

Dios dio un salto totalmente de sí, se pu-

so toda entera en el corazón de Dios:

“Bienaventurada tú la que creíste porque

serán llevadas a la perfección en ti las

palabras-obras que te han sido dichas de

parte del Señor” (Lc 1, 45).

Como premio a esta audacia-

disponibilidad absoluta de Ma-ría, en la

que pone la fe, recae sobre María la pri-

mera bien-aventuranza que se lee en el

evangelio.

Viernes — María nos ayuda... Virgen y Madre María,

tú que, movida por el Espíritu,

acogiste al Verbo de la vida

en la profundidad de tu humilde fe,

totalmente entregada al Eterno,

ayúdanos a decir nuestro «sí»

ante la urgencia, más imperiosa que nunca,

de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.

Estrella de la nueva evangelización,

ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión,

del servicio, de la fe ardiente y generosa,

de la justicia y el amor a los pobres,

para que la alegría del Evangelio

llegue hasta los confines de la tierra

y ninguna periferia se prive de su luz.

Madre del Evangelio viviente,

manantial de alegría para los pequeños,

ruega por nosotros. Amén.

(EXHORTACIÓN APOSTÓLICA

EVANGELII GAUDIUM #288, Papa Francisco).